Relato: TRES MORENAS
Luego de operarme los senos mi aspecto visual hab�a cambiado notoriamente, me ve�a mucho m�s proporcionada, ya no solo miraban un culo bonito sino ahora tambi�n ten�an dos buenas tetas para ver.
Para ser honesta yo misma me ve�a m�s atractiva y esto hab�a aumentado mi autoestima, al fin pod�a lucir profundos escotes y dejar a los hombres con la boca abierta al verme pasar.
Atr�s hab�an quedado mis d�as de casi prostituta y creo que por primera vez en mis treinta y cinco a�os comenzaba a tomar las riendas de mi vida, a tomar mis propias decisiones y a decir que no cuando deb�a decirlo.
Atr�s hab�a dejado mis d�as de �barbie girl�, ya no m�s de cabellos rubios platinados, hab�a regresado a mi natural negro azabache, tambi�n hab�a tirado a la basura mis lentes de contacto verdes, ahora mis ojos hac�an juego con mi pelo, en fin, hab�a optado por una imagen m�s latina.
Esto me vali� mas invitaciones de las que acostumbraba a recibir, pero lo cierto es que cada vez me alejaba mas de los hombres y me acercaba m�s a las mujeres, recuerdo a la perfecci�n que desde terminado el �ltimo mundial de f�tbol en Brasil que ya no estaba con mi sexo opuesto.
Un d�a como cualquier otro pas� por el local de ventas con el que me gano la vida, uno de mis proveedores, se puso a charlar conmigo, Ferrara era quien me tra�a las prendas de lencer�a normal, lencer�a er�tica y trajes de ba�o, y la conversaci�n se dio m�s � menos as�:
- Te interesar�a modelar?
- Modelar, yo?
- Si, por qu� no? te lo digo con respeto, tienes un cuerpo fenomenal, muy buena altura y yo personalmente prefiero las morenas.
- Y cu�l es la propuesta? Porque por lo que se comenta estas cosas terminan en la cama�
- Mir�, se que la gente de las prendas que te traigo trabajan con chicas para promocionar sus productos, entiendo que cada una pone el freno donde lo cree conveniente�
Y as� fue que una cosa llev� a la otra, conoc� gente, especialmente hombres y casi en un abrir y cerrar de ojos estaba haciendo fotos en lencer�a y en diminutos trajes de ba�o. Tengo que contar que no me molest�, ni sent� verg�enza, ni pudor estar casi desnuda ante varios hombres, porque ya hab�a pasado por situaciones parecidas pero si me intimidaba un poco la c�mara, saber que mi cuerpo de alguna manera ser�a p�blico.
Lo que no dejaba de provocarme risas es la cara de los muchachos al enterarse de mis preferencias sexuales, escuchaba claramente frases como �por Dios! Que desperdicio! No puedo creerlo.� y entiendo que realmente soy una apuesta perdida para el sexo masculino.
El noventa por ciento de las producciones son de trajes de ba�o, solo una peque�a minor�a reservada para lencer�a y generalmente lo hac�a sola, aunque de vez en cuando compart�a el lugar con alguna otra chica.
As� conoc� a Isabella, una joven que apenas aparentaba veinte a�os de un rostro maravilloso, terso, puro, de cabellos lacios, largos y oscuros, un corte de cara perfecto, naricita respingada y unos labios s�per gruesos, envidiablemente sexis y atractivos, parec�a descontracturada, desinhibida, jovial.
Su cuerpo era muy bonito, delgada, con delicadas caderas y vientre ultra plano, pero lo que resaltaba a simple vista era el tama�o de sus pechos, envidiablemente perfectos. Casi tan grandes como su cabeza.
Ol�a muy rico, una fragancia que invad�a mi nariz despertando morbosos pensamientos.
Era una campa�a de lencer�a, yo ten�a un conjunto rojo mientras que ella luc�a uno blanco, su piel era suave, tersa y si bien yo no dec�a nada, me excitaban estas situaciones, m�s cuando sent�a que hab�a qu�mica con la persona que compart�a el set de fotos.
A trav�s de su sost�n semi transparente se notaban con claridad unos generosos pezones rosados, apetitosos, de grandes aureolas que atra�an mi atenci�n.
La sesi�n de fotos fue bastante amena y exigente, y como pueden imaginar ten�amos que lucir en poses sugerentes, con bastante contacto, con bastante piel cosa que mi me fascinaba, m�s cuando alguien como en este caso me atra�a a simple vista.
Pero ella echar�a por tierra cualquier tipo de acercamiento que entre fotos y m�s fotos murmur� con un dejo de fastidio:
- Uf! estas poses que me hacen ver como una sucia lesbiana me enfurecen�
As� que solo me dediqu� a hacer mi trabajo lo mejor posible.
Pero la sorpresa llegar�a m�s tarde, cuando estaba cambi�ndome luego de terminar mi trabajo y me aprestaba para volver a mi domicilio, fue entonces cuando Isabella me abord� y me dijo:
- Disculpame por mis comentarios�
- Comentarios? Que comentarios?
- Lo que dije acerca de las lesbianas, uno de los chicos me coment�., y no sab�a que vos�
- Est� todo bien, no te preocupes�
- Bueno, esper� en verdad yo juego para tu mismo equipo, solo trato de defenderme bajo una coraza, el mundo es muy cruel�
La mir� con otros ojos, directamente a los suyos, pude ver en ella los miedos, presiones y acusaciones que provoca la sociedad, esos mismos que yo experimento, ella prosigui� hablando:
- Quisieras acompa�arme a mi domicilio? Conocer�as a mi compa�era quien seguramente estar� encantada de conocerte�
Y dado que no ten�a nada m�s importante que hacer y no quer�a perderme esa mocosa encantadora, asent� con una sonrisa. En el camino me cont� que Perla, ese era su nombre, era una morena muy bonita, que era odont�loga y que era tan sucia y perversa como pudiera imaginarme.
As� la conoc� y me encant�, un tanto m�s baja que nosotras y de piel morena, de largos cabellos de grandes pechos y anchas caderas, encantadora, con aroma a mujer. Dialogamos unas palabras para conocernos un poco, mientras tom�bamos unas infusiones, se respiraba sexo en el ambiente, me sent�a una veterana en medio de esas mocosas veintea�eras.
Ellas se toqueteaban, se dec�an cosas a baja voz y luego se re�an a carcajadas, algo tramaban a mis espaldas y el no saber me inquietaba y me excitaba al mismo tiempo, entonces Perla me pregunt�:
- Sabes, siempre quisimos tener una perrita de compa��a y nunca la conseguimos, quisieras ser nuestra perrita?
No entend�a bien que perge�aban esas degeneraditas, lo cierto es que estaba dispuesta a averiguarlo
- Bueno, no podr�s hablar, no podr�s quejarte, vas a ser sumisa y hacer todo lo que te digamos, de acuerdo?
- De acuerdo�
- Bueno, desn�date toda y ponte en cuatro patas, como una buena perrita�
A mis treintaicuatro a�os me sent�a un poco rid�cula de jugar a esto juegos, pero la intriga pod�a mas�
Una vez desnuda me entregu� y me acomod� a sus pies como ellas me hab�an pedido, Isabella se retir� unos segundos para volver con su mascota, un enorme perro macho al que le costaba dominar llev�ndolo de la correa, me asust� imaginando cosas que por suerte no eran las indicadas, solo le quit� la correa del cogote tras lo cual el animal se ech� mansamente a un costado. Entonces ajust� el lazo a mi cuello y el otro extremo a la pata de la mesa, era insanamente excitante�
Ellas se pararon a escasos cent�metros de donde yo estaba, asegur�ndose que yo no llegara a ellas por m�s que lo intentara, entonces me regalaron minutos preciosos, se abrazaron y se besaron con los besos m�s calientes que puedan imaginar, entrecruzando sus brazos, sus manos, Isabella y Perla intercambiaban caricias, calor, sexo, pasi�n, el ver esas dos j�venes d�ndose amor me embriagaba en deseo, mis pezones desnudos parec�an saltar de mis pechos siliconados, mi raja se humedec�a, quer�a participar.
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa las prendas de ambas mujeres fueron cayendo al piso, me regalaban un espectacular show l�sbico, solo para m�.
Ambas ni�as segu�an en pie, ya desnudas, las ve�a acariciarse pechos contra pechos, pezones contra pezones, los besos recorr�an los cuerpos desnudos, las vulvas se refregaban unas contra otras, eran hermosas, cada una ten�a lo suyo, se tiraron sobre un gran sill�n y se comieron a besos, sus gemidos calientes llenaban mis o�dos y yo? Yo espectadora de lujo�
Isabella dijo:
- Mir� nuestra perrita, ah� solita, querr� jugar con nosotras?
Perla continu�:
- Pobrecita, mir� como mueve la colita� a ver, Pamela, Pamela, Pamela! Mir� que linda�
Llegaba mi hora, Isabella solt� la sujeci�n a la mesa y me llev� en cuatro patas donde estaba Perla, meti�ndome entre sus piernas orden�:
- Vamos! ch�pele la conchita a mi amiga, vamos!
Las vulvas de ambas mujeres luc�an totalmente depiladas y si hay algo que no puedo resistirme es a llevar mis labios a ese lugar, ellas se sentaron a la par, acarici�ndose mutuamente los pechos, comi�ndose las bocas, las dej� hacer levantando y abriendo las piernas de Perla, su aroma �ntimo a mujer me desarmaba, pas� mi lengua por sus duros muslos, bes� sus labios, suaves como el terciopelo, beb� de su n�ctar enterrando mi lengua en su canal del amor, luego baj� un tanto a su dilatado anillo marr�n, comi�ndolo en c�rculos, apenas penetr�ndolo con la punta de mi lengua, mis dedos se hab�an colado en la raja h�meda de Isabella quien tambi�n se entregaba al tiempo que con el pulgar estimulaba su cl�toris.
Tambi�n besaba el botoncito hinchado de Perla quien estaba jadeando y ya no pod�a resistirlo, se vino gritando y contorsion�ndose en mi boca, mientras manten�a la suya fusionada a la de Isabella, me sent�a mojada a mares, caliente, viciosa�
Fue entonces cuando Isabella tir� de la correa hacia su lado y orden�
- Ahora me toca a mi!
Fui sobre ella, a repetir el trabajo, su flujo sab�a sabroso, un tanto m�s �cido que el anterior pero igualmente placentero, ahora estaba sobre la otra joven, disfrutando su cuerpo, sus nalgas, su esf�nter, su concha, su cl�toris.
Se lo lam� sin premura, disfrutando el momento, estimulando lo justo y necesario, ella gem�a y con su mano apretaba mi cabeza contra su intimidad, parec�a asfixiarme y quer�a morir asfixiada de placer�
Ella no tard� en venirse, al fin entre gritos de placer tambi�n le arranqu� un hermoso orgasmo llenando de lujuria el lugar.
Ellas se mostraron relajadas y volvieron los murmullos y risas c�mplices, empezaron a dialogar:
- Mir�, pobre Pamela, perrita mala� me parece que vamos a castigarla�
- Si, me parece que s�, se lo merece�
- Esper� ac�, no te muevas�
Ambas j�venes desaparecieron por unos minutos sembrando la intriga, cuando volvieron, para mi sorpresa tra�an colocados unos arneses con vergas de juguete que eran sencillamente enormes, m�s grandes de lo que puedan imaginar.
Isabella se acost� a mi lado coloc�ndole un preservativo con lubricante para obligarme a montarla, introduje lentamente el juguete en mi concha, casi me cortaba la respiraci�n, la sent�a golpear en mi �tero, tan gruesa que me dilataba toda, pero no solo ten�a que concentrarme en ella, sino en Perla que por delante me obligaba a chupar la otra y me la met�a en la boca todo lo que pod�a, hasta arrancarme l�grimas de placer.
La otra por debajo jugaba con mis enormes tetas, apretando mis pezones entre sus dedos, bes�ndomelas, y cuando sacaban el juguete de mi boca compart�amos besos de a tres, nuestras lenguas, nuestros labios, nuestros flujos, no pod�a con tanto, los orgasmos empezaron a caer uno tras otro como piezas de domin�
Y a�n faltaba, Perla unt� mi culo con vaselina para meter un peque�o juguete en mi culo que entr� con total facilidad, lo que no hab�a notado es que ten�a una pera de goma, y como si fuera a tomarme la presi�n comenz� a llenarlo de aire, de pronto ese peque�o juguete comenz� a crecer y expandirse en mi trasero, y mas, y m�s, me estaba matando, mas me daba m�s quer�a, pens� que me iba a reventar, le dije:
- Par� Perla! Me vas a matar!
Pero Isabella respondi� desde abajo d�ndome un fuerte chirlo en la cola
- Shhh! Perra mala! C�llese la boca!
Y siguieron inflando e inflando hasta dilatarme por completo. Ya no sent�a mi esf�nter, Perla larg� la presi�n y fue sobre mis espaldas, segundos despu�s met�a la pija que colgaba entre sus piernas en mi culo, tan larga y tan gruesa como era. Me hac�an gritar, me hac�an gemir, me hac�an bramar, me hac�an llorar, estaba toda transpirada, llena de placer, como solo otra mujer puede darme, como otra mujer que sabe lo que me gusta y como me gusta, me penetraban por ambos lados con esos juguetes gigantes, era la perra y me gustaba serlo.
A�n faltaba un poco m�s, me dol�an las rodillas terriblemente, se apiadaron de m� y me recostaron de espaldas contra el piso, mientras Perla levantaba mis piernas abriendo mi intimidad, Isabella era quien ahora penetraba mi culo, perd�a la cordura, Perla me besaba en la boca y cada tanto met�a los dedos en mi concha para rasgar mis paredes llenas de flujo.
Al final quedamos todas satisfechas, era demasiado tarde nuestros sexos estaban satisfechos, no hab�a lugar para hombres entre nosotras, solo perfume de mujer, a�n desnudas preparamos unas pizzas y cenamos comentando lo sucedido, entre sonrisas, como buenas amigas, nos ba�amos y solo por esa noche me qued� a dormir con ellas, compartiendo una hermosa y c�moda cama, solo entre mujeres, tres morenas llenas de placer�
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Relato: TRES MORENAS
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