Relato: 28 centimetros Hola, me llamo Laura, y lo que les voy a contar cambi� mi vida sexual para siempre.Tengo 33 a�os y desde peque�a supe que mi orientaci�n sexual era el lesbiaismo. Siempre hab�a sentido atracci�n f�sica por las mujeres, y hab�a tenido bastantes parejas desde mi adolescencia, aunque ninguna hab�a sido duradera. Trabajo como profesora de historia en un instituto reconocido de mi ciudad, y como tal participo de un grupo de intercambio cultural, que consiste en invitar a personas de distintos pa�ses, a pasar una estad�a y conocer todo lo que puedan. Aquel d�a deb�a recoger por el aeropuerto a quienes ser�an las personas que vendr�an. Eran un matrimonio senegal�s, ambos j�venes de 23 a�os. El vuelo lleg� retrasado, y en el hotel ocuparon la habitaci�n para ellos reservada, por lo cual debieron pernoctar en mi casa. No era la primera vez que habr�a albergado a algun viajero. Lo primero que mi impresion� de ellos fue su altura. Ambos eran personas de color, el un poco m�s alto, pero ambos superaban con holgura el metro ochenta.Lo segundo que me llam� la atenci�n fueron los pechos de ella, eran peque�os y redondos, parec�an firmes y delicados a trav�s de su vestido de ligera tela que la cubr�a casi hasta sus tobillos. El tambi�n era delgado y muy fibroso. Ambos muy risue�os y simp�ticos, hablaban muy poco espa�ol, aunque se hac�an entender. Aquella noche, luego de cenar, los acompa�� hasta su cuarto para que pudieran tomar un ba�o y descansar luego de su agitado d�a. Me dirig� a mi habitaci�n, con la mente fija en aquellas tetas, esa boca carnosa y esa piel de ebano brillante. Cuando me di cuenta de que no hab�a puesto toallas limpias, toqu� la puerta de su habitaci�n, toqu� varias veces y como nadie contest�, entr�. Vi la puerta del ba�o entreabierta y o� el agua corriendo. Me acerqu� despaciosamente y por la hendija de la puerta pude ver las manos de �l recorriendo las suaves curvas de ella. Su piel mojada era a�n mas negra y resplandeciente, al igual que su pelo y los vellos p�bicos. Llev� una mano a mi entrepierna y me not� h�meda por la visi�n. Ve�a su culo duro y resping�n y sus piernas torneadas e interminables. De �l solo las manos perdidas entre sus tetas y su sexo. Estaba extasiada por lo que ve�a, cuando sin querer me recost� sobre la puerta, la que son� y alert� de mi presencia. Ellos, lejos de sorprenderse, sonrieron y me invitaron a pasar. Yo no pod�a dejar de mirarla, pero algo inesperado llam� mi atenci�n. La verga de �l. Era larga como jam�s hab�a visto, parec�a llegarle a la rodilla, aun estando en reposo. Por primera vez un instrumento masculino captaba mi atenci�n, y el debi� notarlo, porque lo tom� con su mano, y en un espa�ol poco entendible dijo: larga, no??. Yo estaba boquiabierta. Ella, me tom� de la mano y acercando su boca a mis labios, me dio un tierno beso. Los tres fuimos hacia la cama. Ella me comenz� a quitar la ropa, primero la camisa, luego el sujetador, para detenerse en mi grandes tetas, bamboleantes y pesadas, contrastantes con la negrura de su piel. Luego baj� hasta mi ombligo, y luego baj� m�s. Sent�a la humedad de su lengua, estaba en el paraiso, ajena del mundo, cuando sent� que me tomaron por detr�s. Las manos de �l eran grandes y fuertes como tenazas. Era la primera vez que un hombre me tomaba, y que hombre!!!. Sent�a el calor de su miembro contra mis nalgas. Me di vuelta y tom�ndolo con ambas manos lo introduje en mi boca todo lo que pude. Hab�a crecido, no tanto en largo como en ancho. Me indic� para que me pusiera en cuatro patas, y as� lo hice. Estaba temblorosa y asustada. El solo dijo: 28 cent�metros!!!. No lo pod�a creer. Iba a ser penetrada por vez primera por algo que era de carne real, y de que dimensiones!!!. Estaba excitada. Mi concha chorreaba su viscoso jugo... Continuar�...
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Relato: 28 centimetros
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