Relato: La fantasia de Maria A mi regreso de Per� todo me parec�a diferente al incorporarme nuevamente al trabajo. La historia vivida con Walter durante mi estancia en Lima, me hizo tener una visi�n de la vida y m�s concretamente de la sexualidad totalmente contraria a la que podr�a tener quince d�as atr�s. Ahora mis temores y mis dudas con respecto a una sexualidad compartida con una persona de mi mismo sexo, se hab�an disipado. Sin embargo el recuerdo de �mi hombre�, aun permanec�a latente. Los primeros d�as, por no decir semanas, se me hac�a dif�cil olvidarlo, por lo que los pasaba viviendo del pasado, recluido en los recuerdos de aquellos momentos de intenso placer y amor que compartimos juntos. Fue mi primer amor masculino, con el que me inici� en las relaciones gays y quien me ense�� a amar y a valorar el alma de la persona sin distinci�n de sexo y menos a�n sin tener en cuenta un f�sico.
Como digo, s�lo viv�a anclado en el pasado, rechazando cualquier mano amiga como la de Mar�a, dispuesta ayudarme en cualquier momento. Ella era una compa�era que trabajaba conmigo en la redacci�n A pesar de hacer todo lo imposible por agradarme. No obstante mi actitud hacia ella era de total indiferencia. Sin embargo, mi propia soledad y la necesidad de hablar con alguien hicieron que mi actitud hacia mi compa�era adoptarse un giro diferente.
Pronto comprend� que mi relaci�n con Walter ya hab�a terminado y que mi vida deb�a de buscar un nuevo horizonte, por lo que paulatinamente fui aceptando la mano que en un principio me tendi� Mar�a, estrechando mis lazos afectivos con ella y definitivamente aceptando esa ayuda tan necesaria y que desde el primer momento rechac�. A medida que pasaban las semanas nuestra confianza iba en aumento. Empezamos a ser inseparables y a confesarnos nuestros secretos m�s ocultos. As� una tarde mientras almorz�bamos me pregunt�:
-�Cu�nto hace que no est�s con una mujer? -Ver�s -le contest�- mi �ltima relaci�n fue con un chico.
Se sorprendi� permaneciendo en silencio.
-�Eres gay? me volvi� a preguntar.-Ver�s � le contest�- no me gustan las etiquetas. Me es indiferente estar con un hombre o una mujer si en realidad hay buenos sentimientos y una atracci�n.-�Entonces eres bisexual? bueno, si lo quieres llamar as�-�Y t�? le pregunt�.
-Mi vida sexual es aburrida, y triste. Estoy casada hace varios a�os, qu� m�s da cuantos. Y sexualmente tengo muchas carencias, con suerte mi marido me toca una vez al mes y ni siento nada con �l. �l s�lo vive para su trabajo, no tenemos una calidad de vida. De hecho estamos plante�ndonos darnos un tiempo. �Sabes? A veces y digo a veces tengo ganas sexo y digo a veces, porque ya ni eso me apetece. Es como si tuviese asumido que mi sexualidad estuviese adormecida�
Sent� tristeza por mi amiga. No era excesivamente bella, pero si atractiva y a�n conservaba el encanto de la madurez. Me dol�a como mi amiga estaba sumida en ese estado de frustraci�n.
- T� lo que necesitas � le respond�- es una persona, no importa el sexo, que te haga sentir nuevamente mujer y que con pasi�n te despierte esa sexualidad aletargada, que te mojes con sus caricias, que tu autoestima aumente haciendo gozar a ese hombre o a esa mujer�
st� con una mirada triste. Y tras una breve pausa me dijo: -Una vez hablamos de hacer un tr�o con un chico, mi marido me coment� que le gustar�a llevar a cabo nuevas experiencias. Ayer lo volvimos a hablar, de las pocas veces que dedicamos a tener un rato para nosotros. Y quisi�ramos que fueras t� el que lo hiciera. yo le he hablado de ti y �l est� dispuesto a arriesgarse. Adem�s yo tengo una fantas�a sexual, que es hacerlo con dos hombres�
- Pero Mar�a, me parece un poco precipitado. Y no s� si me sentir� atra�do por tu marido. � �Y por m�? -me pregunt� de una forma sensual y provocativa.- S�, por ti s�.- Ah� te siguen gustando todav�a las mujeres, �no es cierto? De todas formas si no te atrae mi marido, los dos pod�is ser activos conmigo.
La verdad, es que no demor� mucho en darle una contestaci�n satisfactoria. Fue la necesidad de entrar en un mundo de misterios y placeres ocultos, los cuales me condujeron a un mundo m�gico donde se mezclar�an el deseo por querer despertar esa nueva sexualidad adormecida de Mar�a y su marido y el hecho de quererla compartir con otros personas de igual o distinto sexo. Pasiones y deseos reprimidos que se exteriorizar�an para dejar de permanecer en el m�s oscuro silencio.
Los tres nos entregar�amos ofreciendo lo mejor de nosotros mismos, convirtiendo el placer como un fruto nacido del intercambio de m�ltiples caricias. Para nosotros ese momento tan deseado y al mismo tiempo necesario, fue como una liberaci�n urgente y necesaria para nuestras vidas. En m� porque me ayudar�a olvidar una relaci�n pasada demostr�ndome a m� mismo, que estoy vivo y que mi capacidad para proporcionar placer a otras personas a�n permanec�a latente. Y a mis amigos, porque iban a iniciar una experiencia nueva, la cual, en cierta manera, le pod�a servir para mantener un poco m�s avivado el rescoldo de su rutinaria relaci�n.
Yo hab�a mantenido relaciones con mujeres y recientemente con un chico. El marido de Mar�a ser�a el segundo hombre con quien tendr�a sexo. Yo quer�a experimentar nuevas vivencias destapando as� mi bisexualidad, como dec�a Mar�a, demostr�ndome a m� mismo, que en el sexo vale todo, siempre que prevalezca el respeto mutuo. En esa mezcla de deseo carnal e incertidumbre por lo que iba a suceder, quer�amos saltarnos las normas de lo moralmente preestablecido y transmitirnos as� nuestra lujuria reprimida �ser libres! proclamar los tres nuestra libertad sexual sin ning�n gesto o acto falto de ternura y olvidar esa frustraci�n que se nos producir�a si no llev�bamos a la pr�ctica aquello que nuestros corazones nos dictaba y que nos enriquecer�a interiormente.
El momento m�s esperado.
Todo qued� planificado. Acordamos reunirnos en una casita que ellos ten�an en la playa. Fue ese d�a cuando conoc� al marido de Mar�a, Remi. No me desagrad�, a pesar de su madurez conservaba un aspecto juvenil y atl�tico.
Cuando al fin llegamos, despu�s de descansar un poco y ducharnos, lo primero que hicimos fue acomodarnos y hablar a cerca de nuestro encuentro. Los tres est�bamos algo cohibidos. Mientras habl�bamos, para desinhibirnos un poco y crear un clima de mayor confianza, propuse que nos desnud�ramos. Desprovistos de nuestra escasa indumentaria comenzamos a hablar a cerca de nuestras apetencias sexuales. Sin decir nada, Mar�a se acerc� a m� y agach�ndose empez� a chupar mi verga, deslizando sus labios hasta la base de mi sexo, deslizando su lengua a lo largo de ella y volvi�ndosela a meter reteni�ndola dentro de su boca durante unos segundos. Cuando se la sac� un hilo de l�quido preseminal mezclado con saliva era el lazo de uni�n de mi verga con sus labios.
- Esto no se lo hago a cualquier hombre, s�lo a los que significan algo para m�.
Los tres nos dirigimos a una habitaci�n, yo dir�a que previamente preparada para el sexo, Porque las paredes estaban cubiertas de espejos al igual que el techo, y el suelo estaba tapizado por alfombras y cojines, el centro de la habitaci�n estaba ocupado por una enorme cama de agua a cuyo lado hab�a una mesita donde se guardaba, seg�n pude descubrir despu�s, multitud de consoladores, preservativos, lubricantes y toda clase de objetos para el sexo.
Mar�a desnuda conservaba el encanto de una mujer oto�al, gracias al ejercicio f�sico y un cuidado esmerado de su cuerpo hac�a que se demorase el envejecimiento, sus senos grandes estaban adornados por unas rosadas aureolas y unos erectos pezones debido a la excitaci�n, mientras que su vientre desembocaba en un sexo totalmente depilado.
Los tres nos acomodamos en la inmensa cama. Tome ubiqu� entre ellos, era la primera vez que practicaba el sexo en grupo, no pude evitar excitarme al ver la enorme polla de Remi, as� que empec� a acariciarla escupi�ndome en la mano para que se pudiera deslizar a lo largo de esta con mayor facilidad. Mar�a se apart� para dejarme junto a su hombre, y para ver c�mo �ste entraba por primera vez en un mundo desconocido, hasta entonces para �l, como era las relaciones con una persona de su mismo sexo.
Me abrac� a �l e intent� de la forma m�s tierna que pude transmitirle confianza, pues estaba algo tenso:
-D�jate llevar, cielo, imag�nate que est�s con una chica�
Empec� a besarle la boca y ambos nos intercambiamos ricos besos de lengua, chup�ndomela con sus finos labios, me deslic� suavemente para morderle sus diminutos pezones, un gesto de dolor y gozo empez� a provocarle mi caricia:
- H�zmelo otra vez, mu�rdeme duro.
Mientras les mord�a reiteradamente sus pezones, ese gesto de gozo se intensificaba a medida que le masajeaba su verga, sintiendo cada vez m�s rico. �l pon�a el cuello al recibir mis besos y sentir el c�lido tacto de mi lengua al introducirse en sus o�dos�
Baj� hasta su miembro erecto grande, grueso y babeando y con deseo de proporcionarle un placer m�s intenso empec� a mam�rselo. Sab�a c�mo hacerlo, pues como hombre conozco los puntos m�s sensibles de nuestro �rgano. Me lo introduje todo, chup�ndolo con deseo, mordi�ndole y lami�ndole sus test�culos. Un ansia desenfrenada me invadi� por completo. Me centr� finalmente en su glande, el cual succion� hasta que eyacul� dentro de mi boca. En esos momentos ambos nos besamos compartiendo su c�lido semen.
Mientras, Mar�a hab�a presenciado la escena masturb�ndose con un consolador. En esta ocasi�n la receptora de todas nuestras caricias iba a ser ella. Mientras que su marido le chupaba sus grandes tetas, yo le com�a su concha mojada, meti�ndole y sacando mi lengua dentro del orificio vaginal, me encantaba chupar su cl�toris y saborear sus jugos. En ese momento le levant� las piernas y empec� a pasar mi lengua por su ano deslizaba mi lengua desde all� hasta su concha, as� durante un rato en el que las prisas no eran ning�n obst�culo.
Sus gritos de placer se escuchaban en toda la habitaci�n como consecuencia de las infinitas caricias que le est�bamos proporcionando:
-F�llame ya, Necesito una verga dentro de mi concha.
Empec� a penetrarla con fuertes embestidas, mientras lo hac�a, Remi, se a cerc� a m� para agarrar mi verga y sacarla del interior de su mujer y hacerme tremendas mamadas, volvi�ndola e introducir en su esposa:
- No lo vuelvas a hacer cielo. -Le dije- vas a hacer que me corra y a�n es pronto para m�.
No obstante amablemente me pidi� que me apartarse de ella para ser �l quien la penetrara ahora. Me dio la impresi�n de que quer�a disfrutarla como hac�a tiempo que no lo hac�a. c�mo si a trav�s de �sta experiencia los reconciliase para recuperar el tiempo perdido. Tal vez, quer�a proporcionarle todo el gozo unido a una ternura olvidada por �l y demandada por ella durante tanto tiempo. A pesar de eso ella las aceptaba como si fuera una mujer que descubre por primera vez los placeres secretos del sexo.
Era una entrega como la que llevan a cabo dos j�venes amantes por primera vez. Aunque m�s que una penetraci�n, Mar�a demandaba de su compa�ero la ternura y calidez humana que �ste hab�a olvidado, sn embargo acept� con gozo la penetraci�n de su marido, agarr�ndose a sus nalgas y gritando de placer. No tard� en eyacular. Remi se corri� derramando su semen sobre los grandes senos de su esposa. �ste culmin� su orgasmo abrazado a Mar�a.
-Hac�a tiempo que no me besabas ni me abrazabas de �sta forma. No me he llegado a correr, pero me ha gustado mucho.
Aunque Mar�a no tuvo un orgasmo no le import�, porque en ese momento disfrut� la penetraci�n de su esposo, ella era feliz vi�ndolo disfrutar, prefiri� ese momento de ternura el cual hac�a tiempo que lo ten�a desterrado, prefiri� ese abrazo de su marido despu�s del orgasmo, prefiri� esa mirada, esa sonrisa final mientras se miraban permaneciendo abrazados y que les hac�a c�mplices de semejante encuentro. Disfrut� de su hombre, sinti� nuevamente su sexo dentro de ella, sus embestidas y sus gemidos al correrse. Lo goz� sinti�ndose m�s mujer.
Yo estaba enormemente excitado, al mismo tiempo que me emocion� verlos nuevamente unidos. Mar�a sac� del la mesita un consolador con arn�s, yo me coloqu� boca arriba y mientras que Remi empez� a hacerme una mamada ella empez� a lubricar el consolador para penetrarme.
�Ahhhh�! que ricura, me encanta el sexo anal bien hecho, me penetraba despacito, al mismo tiempo que las mamadas de Remi me proporcionaban un inmenso gozo. No tard� en correrme. Fue riqu�simo eyacular mientras me enculan.
ga de Remi a�n estaba erecta, as� que volv� a met�rmela en la boca, ten�a un sabor a semen y jugo vaginal, lo cual me excit�. Me gusta hacer el sexo oral tanto a un hombre como a una mujer, creo que es maravilloso y una caricia muy personal, muy especial.
Lleg� el momento de penetrar a Remi. Se coloc� a cuatro patas. Yo debajo de �l continuaba haci�ndole una mamada. Mientras Mar�a le pasaba la lengua por su orificio anal recorri�ndolo y escupiendo dentro de el.
Posiblemente Remi nunca vivi� semejante experiencia. Pronto Mar�a le introdujo un dedo y despu�s dos. Los introduc�a y los sacaba hasta que su ano se dilat�. A continuaci�n me lubriqu� mi sexo y empec� a penetrarlo, con calma, con cuidado. Le dol�a, su orificio anal estaba muy cerrado, no obstante el dolor se fue disipando para dar paso a un poco de placer, entre otras cosas porque Mar�a le practicaba el sexo oral a su marido y eso lo calmaba. Me quit� y dej� que su esposa lo penetrara con el consolador de arn�s.
Esta vez Remi cambi� de posici�n coloc�ndose boca arriba, Mar�a y yo nos turn�bamos en la penetraci�n. Hasta que no pude m�s y me corr� en la boca de Remi. Los tres saboreamos mi jugo. Permaneciendo despu�s los tres abrazados y super contentos de la experiencia.
Fue una experiencia muy enriquecedora. Por mi parte fue tambi�n el encuentro con el sexo opuesto y una vuelta a reencontrarme con el sexo.
Autor: encuentroeneltropico
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Relato: La fantasia de Maria
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