PREPARATIVOS PARA LA FIESTA
Pasaron varios d�as en los que no sucedi� nada especial. Yo
me limitaba a echar miradas disimuladas a las chicas y a hacerme pajas a
escondidas. Necesitaba tiempo para asimilarlo todo y pensar estrategias.
De todas formas hice un par de intentos de acercamiento con
Loli, pero �sta parec�a rehuirme, supongo que siguiendo instrucciones del
abuelo.
Los d�as pasaban veloces y yo no hac�a ning�n progreso en lo
que a sexo se refiere, por lo que andaba un poco desilusionado. Todo era
bastante mon�tono, hasta que una ma�ana me encontr� a mi hermana y mis primas
charlando con Mrs. Dickinson:
- Por favor se�orita, a�n tenemos muchas cosas que hacer -
dijo Andrea, que parec�a llevar la voz cantante.
- No s�, ni�as, ser�an tres d�as...
- S�, lo s�, pero le prometemos que despu�s nos esforzaremos
m�s. Compr�ndalo, tenemos que participar en los preparativos de la fiesta y
adem�s, me gustar�a, digo nos gustar�a poder ir a la ciudad a comprarnos un
vestido y un regalo para mi madre.
- No s�, �qu� dice tu abuelo?
- Al abuelo le parece bien �verdad chicas?
- Bueno... - dijo mi hermana mientras Andrea la fulminaba con
la mirada.
- �S�?
- Dijo que la decisi�n era suya, que usted sabr�a si perder
un par de d�as podr�a perjudicarnos o no.
- Por favor se�orita Dickinson - insist�a Andrea.
- �Y que opin�is vosotras dos?
- Bueno, es verdad que nos gustar�a ir a la ciudad y un par
de d�as sin clase nos ir�n bien �verdad Marta?
- S�. Adem�s Ram�n dijo que nos llevar�a a un restaurante
nuevo.
- �Ram�n? �Y qui�n es Ram�n? - pregunt� Dicky.
- Es el novio de Andrea - dijo Marta con una sonrisilla
maliciosa.
- �Marta! �No digas m�s tonter�as! - exclam� Andrea,
enrojeciendo violentamente.
- �Novio, eh? - dijo Dicky riendo.
- No le haga caso se�orita, se trata del hijo del se�or
Ben�tez, que es muy amable y que se ha ofrecido a hacer de gu�a por la ciudad.
- Comprendo. �Y es guapo?
- Vamos, se�orita, no se burle.
- Bueno, est� bien. Os conceder� esos d�as de descanso. A m�
tambi�n me vendr� bien.
- �Estupendo! - grit� Andrea.
Los Ben�tez eran los propietarios de una finca cercana. Los
padres eran buena gente y muy amigos de mi familia. Ten�an dos hijos, a los que
yo conoc�a porque eran alumnos de la escuela de equitaci�n de mi abuelo. Ram�n,
el mayor, siempre me hab�a parecido un imb�cil, pero Blanca era una chica de 16
a�os, muy dulce y simp�tica y con una educaci�n exquisita. Con frecuencia mis
padres dec�an que ojal� nosotros nos pareci�ramos a ella, as� de encantadora era
.
Aunque Ram�n siempre me hab�a ca�do gordo, gracias a �l me
iba a escapar de las clases.
- Bueno, parece que durante unos d�as s�lo tendr� que
ocuparme de ti - me dijo Dicky.
El alma se me cay� a los pies. �Yo ten�a que seguir dando
clase mientras las chicas se iban de paseo? �De eso nada!
- �Pero se�orita, yo tambi�n quiero ir a la ciudad! - dije lo
primero que se me ocurri�.
- �T�? �Y para que vas a ir t�?
- �No he vuelto a ir desde que era peque�o, y... yo tambi�n
quiero comprarle algo a t�a Laura!
Lo cierto es que yo en ese momento ni siquiera sab�a por qu�
�bamos a comprarle regalos.
- Bueno, no s�. Lo cierto es que si me quedo sin alumnos
podr�a ir a casa de mi t�a. Hace tiempo que no la veo...
- No s� se�orita, �ste ya perdi� clases el otro d�a con la
fiebre - dijo Andrea, la muy...
- Yo por lo menos voy aprobando los ex�menes - le respond�
desafiante. Si las miradas mataran, en ese momento hubiera ca�do fulminado.
- Eso es cierto Andrea, ya no s� si es tan buena idea dejaros
los d�as libres, vas un poco retrasada - me parece que Dicky ya se hab�a
ilusionado con las vacaciones y no iba a permitir que se las estropearan.
- S� se�orita. Bueno, es verdad ser� mejor que nos lo tomemos
todos como un peque�o respiro.
- De acuerdo, voy a hablar con vuestro abuelo y con vuestros
padres - dijo Dicky y se march�.
Las tres chicas se volvieron hacia m� al un�sono.
- Maldito ni�o cabr�n - Andrea ten�a un lenguaje exquisito
cuando se lo propon�a.
- �Se puede saber a qu� viene esto? - dijo Marta.
- Si os cre�is que os vais a escapar de las clases vosotras
solas, vais listas.
- Haz lo que te d� la gana, pero a la ciudad no vienes.
La verdad es que yo tampoco quer�a ir, pero aquello me
molest� bastante.
- �Y qui�n me lo va a impedir?
- Se lo dir� a pap� - intervino mi hermana.
- �Y qu� le vas a decir? �Qu� os quer�is ir solas a la ciudad
con el novio de Andrea? Seguro que le encanta.
- �Maldito seas! - grit� Andrea. - �Ven aqu�!
Y se lanz� por el pasillo a perseguirme, aunque yo fui mucho
m�s r�pido y me perd� escaleras abajo. Andrea no me sigui� yo empec� a pensar
que pod�a ser divertido ir a la excursi�n por el simple hecho de fastidiarla un
poco.
- Buenos d�as.
Me volv� y all� estaba mi abuelo.
- Ya me ha dicho Mrs. Dickinson que os hab�is librado de las
clases por unos d�as �eh?
- Abuelo, las chicas no quieren que vaya con ellas a la
ciudad.
- �Y por qu� no?
- Porque las lleva ese imb�cil de Ram�n y no quieren que
vaya.
- �eh?. Vaya con Andrea, para pedirme prestado el coche no
tiene problemas, pero para cuidar un rato de su primo... Hablando del rey de
Roma...
Mir� hacia arriba y vi bajando las escaleras a las tres
chicas encabezadas por Andrea, cuyos ojos echaban chispas. Enfadada estaba
incluso m�s buena.
- Abuelo, no le hagas caso. Nosotras queremos ir de compras y
no vamos a ir con el a todos lados.
- �Por qu� no?
- Podr�a pasarle algo, no podemos hacernos responsables.
- Para eso est� Ram�n �no? Cuando me pedisteis el coche dijo
que �l cuidar�a de vosotras, �qu� m�s le da uno m�s?
- Yo... - Andrea estaba vencida, sin argumentos.
- Venga chicas, a Oscar tambi�n le hace ilusi�n ir a la
ciudad. Portaos bien con �l - dijo mi abuelo mientras me gui�aba un ojo con
disimulo.
El d�a pas� sin mayores incidentes. Todo el mudo en la casa
andaba muy atareado, hasta las chicas y yo estuvimos ayudando. El motivo del
foll�n era el cumplea�os de mi t�a Laura, que cumpl�a 35 y mi abuelo hab�a
decidido darle una gran fiesta en el jard�n. Por lo visto iban incluso a invitar
a los vecinos para la celebraci�n, con lo que iba a ser una gran fiesta.
A media ma�ana llegaron un par de carros con gente del pueblo
y cosas para la fiesta. Mi padre los hab�a contratado del pueblo para que
ayudaran, as� que con toda la gente que hab�a por all�, yo logr� escaquearme y
no trabajar demasiado. Tan s�lo estuve un rato ayudando en la cocina, bromeando
todo el rato con Mar y con Vito, procurando as� mantenerme alejado de Andrea por
si acaso.
La que s� que se escap� fue Mrs. Dickinson. Como no ten�a
alumnos a su cargo anunci� que se iba un par de d�as a visitar a su t�a enferma,
pero que volver�a a tiempo para la fiesta. Nicol�s la llev� a la estaci�n con el
coche.
Por fin lleg� la ma�ana siguiente, me levant� muy temprano (y
muy trempado) y el d�a no pudo empezar mejor.
Fui al ba�o de atr�s, uno que hab�a cerca de la cocina, para
darme un buen ba�o. En esa habitaci�n ten�amos un par de tinajas grandes y una
ba�era, que se llenaban con agua caliente tra�da desde la cocina (por eso estaba
cerca).
- Buenos d�as se�ora Luisa.
- Buenos d�as coraz�n - me respondi� ella.
- �Podr�a calentarme agua para ba�arme?
- Claro, de hecho ya hay mucho agua caliente porque tus
primas tambi�n se van a ba�ar. Andrea ya est� dentro, as� que esp�rate un rato y
desayuna.
�Andrea ba��ndose? Genial. Desayun� como una exhalaci�n y me
levant� de la mesa.
- Se�ora Luisa, voy a salir a estirar las piernas. D� un
grito cuando el ba�o est� listo.
- Vale, anda, busca a Juan para que te llene la ba�era.
Sal� como un rayo en busca de Juan. Por suerte, lo encontr�
muy r�pido y le dije que Luisa lo buscaba. El hombre se fue hacia la cocina y yo
a la parte trasera de la casa. El ba�o ten�a una peque�a ventana bastante alta y
yo sab�a que probablemente estaba abierta pues ninguno de nosotros alcanzaba a
cerrarla y hab�a que hacerlo con un gancho.
Efectivamente estaba abierta. Con rapidez, amonton� bajo la
ventana varias cajas de las de la fiesta y me sub� encima, procurando no hacer
ni un ruido.
All� estaba Andrea. Estaba de pi� dentro de una de las
tinajas, completamente de espaldas a m�, lo que me privaba de buena parte del
espect�culo. Ya se hab�a lavado y estaba enjuagando su cuerpo ech�ndose jarrones
de agua por encima. Estaba arrebatadora. Llevaba el pelo recogido, para no
moj�rselo, por lo que pod�a ver su delicioso cuello, su piel era muy blanca, sin
m�cula, su espalda era lisa, sedosa, con los om�platos bien marcados y terminaba
en unas caderas simplemente perfectas culminadas por un trasero con forma de
coraz�n. Sus piernas deb�an ir a juego pero no las ve�a, ya que la tinaja le
llegaba a m�s de medio muslo. El agua se escurr�a por su cuerpo, formando r�os
que recorr�an sus sinuosas curvas y que dejaban a su paso gotitas que
aparentaban ser de cristal, d�ndole un aspecto casi m�gico, parec�a una ninfa
del bosque.
Yo estaba empalmad�simo, presionaba fuertemente mi paquete
contra la pared, pero no pod�a hacer m�s porque mi posici�n era un tanto
precaria y no quer�a caerme.
Pod�a ver c�mo deslizaba las manos por su cuerpo, eliminando
los restos de jab�n; ve�a que se pasaba las manos por las tetas, pero desde
atr�s no pod�a ver c�mo. Yo maldec�a mi mala suerte, me estaba perdiendo lo
mejor, pero en ese momento ella se inclin� hacia delante para coger otra jarra
de agua del suelo. Al agacharse su culo se me mostr� en todo su esplendor, era
simplemente perfecto. Adem�s, al agacharse dejaba entrever su co�o, incluso
desde mi posici�n pod�a notar que era rubio, como su cabello, sus labios se
abr�an levemente. �Dios yo s�lo pensaba en c�mo ser�a hundir mi polla en ese
maravilloso chocho!
- Est�s hecho un guarro.
La voz me sobresalt� tanto que me ca� de las cajas formando
un considerable alboroto.
- �Ey! Ten cuidado que te vas a matar.
Dolorido alc� la vista y me encontr� con Antonio, el sobrino
de Juan, que trabajaba en la finca ayudando a su t�o.
- �Eh! �Qui�n anda ah�? - la voz de mi prima se oy� por la
ventana.
- Desde luego no es tonto - dijo Antonio.
Yo le mir� con cara de pena. Me hab�an pillado y me la iba a
cargar por todo lo alto. La erecci�n desapareci� fulminantemente.
- Venga, no te quedes ah�, vamos a quitar las cajas antes de
que alguien salga a ver qu� pasa.
Dios, cu�nto quise a Antonio en ese instante. Me incorpor� de
un salto y r�pidamente quitamos las cajas de all� y nos marchamos rodeando la
casa.
- Vaya, chico.....
- Yo...
- Tranquilo, hombre. Yo mismo he espiado alguna vez por ese
ventanuco. Es que tu prima est� muy buena �eh?
- Ya lo creo.
- Pues tranquilo, hombre, que yo no le dir� nada a nadie.
Adem�s en esta casa con tantas mujeres, los hombres debemos ayudarnos.
- Gracias Antonio.
En ese momento se oy� la voz de Luisa, que me llamaba para el
ba�o.
- Me voy Antonio.
- Hasta luego, �ah! Que te lo pases bien en la ciudad.
Le sonre� y me fui. Luisa me esperaba en la cocina.
- Venga, que tu prima ha salido ya. Oye, �no habr�s estado
trasteando por ah� detr�s, verdad?
- No, Luisa, yo estaba con Antonio.
- Ya veo, venga entra al ba�o, que Marta y Marina van detr�s.
- Voy.
- Oye Oscar, si no te importa usa la tinaja que est� limpia y
deja la ba�era para las chicas.
- Pero...
- Venga, que t� eres un hombre, s� un caballero...
- Vale Luisa.
Entr� al ba�o y me desnud�. Entr� a la tinaja, cog� el jab�n
y empec� a frotarme. El ba�o a�n conservaba el aroma de Andrea por lo que empec�
a recordar lo que hab�a visto. Mi picha fue poco a poco recobrando la forma y yo
empec� a masturbarla delicadamente. Entonces se me ocurri� una idea. Me frot� la
palma de la mano con jab�n hasta hacer espuma y despu�s me paje� con ella. Era
una sensaci�n diferente, muy agradable, as� que cerr� los ojos y segu� con la
paja mientras imaginaba que me tiraba a Andrea.
Estaba tan concentrado que resbal� y me ca� d�ndome un buen
golpe en el fondo de la tinaja. Una buena cantidad de agua se desbord� y fue a
parar al suelo del ba�o que qued� empapado.
- Oscar �est�s bien? �Qu� ha pasado?
Luisa estaba al otro lado de la puerta.
- Nada, que me he resbalado.
- Espera que voy a entrar.
Luisa entr� en el ba�o con cara de preocupaci�n.
- Luisa, estoy bien, en serio - dije mientras me agachaba en
el interior de la tinaja.
- Madre de Dios, la que has liado - dijo mirando al suelo.
- Lo siento.
- Qu� le vamos a hacer. Espera, te traigo m�s agua.
Sali� y regres� al poco con un par de cubos humeantes que
a�adi� a la tinaja.
- �Ay! Quema.
- Pues te fastidias. Y date prisa que las ni�as esperan.
No s� por qu�, pero le dije:
- Es que me he dado en el codo y me duele el brazo.
- �A ver? - dijo Luisa mientras me examinaba el brazo -
parece que est� bien.
- Pero me duele... - dije yo con mi mejor voz de ni�o mimado.
- �Qu� quieres? �Qu� te ba�e yo como cuando eras peque�o?
- Bueno...
Entonces Luisa me mir� de arriba abajo y sin duda not� que yo
manten�a las piernas recogidas, escondiendo algo. Fue a la puerta y la cerr�.
- Joder con el chico, tan grande para unas cosas y est� hecho
todo un beb�. A ver, arrod�llate.
Cogi� el jab�n y comenz� a frotarme el cuerpo, la espalda, el
pelo, haciendo mucha espuma. Me hizo poner de pi�, de espaldas a ella y me
limpi� las piernas y el culo.
- Separa un poco las piernas - me dijo.
Su mano se introdujo entre mis muslos y comenz� a frotarlos
por la cara interior, Se deslizaba muy placenteramente y yo notaba c�mo la punta
de sus dedos me rozaba los huevos. Era genial, estaba muy excitado. Mi polla
ped�a a gritos que la aliviaran, pero yo no me atrev�a. As� seguimos un rato
cuando me dijo:
- Date la vuelta.
Yo obedec� muy despacio. Con las manos me tap� el pito lo
mejor que pude. Sab�a que no servir�a de nada, pero pens� que era mejor dar una
imagen de verg�enza
Al volverme por completo pude ver que los ojos de Luisa
estaban fijos en mi entrepierna, lo que me calent� a�n m�s.
- Venga, quita las manos de ah�. A ver si te crees que es la
primera picha que veo. Adem�s la tuya ya la he visto un mont�n de veces.
Como yo no obedec�a, me tom� por las mu�ecas apartando mis
manos ella misma, aunque yo no opuse demasiada resistencia.
- �Jes�s, Mar�a y Jos�!
- Lo siento - dije yo fingiendo estar avergonzado, aunque en
realidad llevaba un calent�n de aqu� te espero.
- Vaya, vaya, as� que el se�orito se ha convertido en todo un
hombre.
- Vamos, Luisa, no te burles de m�.
- Si no me burlo, ya quisieran muchos tenerla como t�.
Se puso de pi� y sigui� lav�ndome. Empez� a frotarme el pelo
de forma que sus pechos quedaron a la altura de mi cara. Los botones superiores
de su vestido se hab�an abierto, por lo que pude echar una buena ojeada a aquel
par de incre�bles tetas, embutidas de tal forma en el sujetador, que amenazaban
con reventarlo, as� de apretadas estaban.
Luisa acab� con mi pelo y se retir� con lo que se dio cuenta
de adonde apuntaban mis ojos.
- Oye, est�s hecho un sinverg�enza.
- Lo siento, Luisa.
- �No te da nada de mirarle as� las tetas a una vieja?
- T� no est�s vieja.
- Anda, que podr�a ser tu abuela.
- Imposible, ninguna vieja podr�a tener esas tetas.
Ella se qued� sorprendida. Aquello no cuadraba con la imagen
de ni�o bueno que ten�a de m�.
- Vaya bandido est�s hecho. �Qu� sabes t� de tetas, brib�n?
- Nada, s�lo s� que las tuyas son geniales, parecen ir a
escaparse del sost�n.
Ella mir� hacia abajo, abri�ndose un poco el vestido con las
manos.
- Es verdad que este sost�n me va un poco peque�o...
- Pues eso Luisa, son tan bonitas que no he podido evitar
mirarlas. Adem�s como me has estado lavando y eso...
- Me parece a m� que a ti no te dol�a el codo.
- Perd�name, no s� en qu� estaba pensando - dije simulando
azoramiento, parec�a estar a punto de echarme a llorar.
- Venga, venga, no te pongas as�, es s�lo que me ha
sorprendido un poco. A todos los chicos les pasan estas cosas...
Se acerc� a m� y me abraz�. Mi cara qued� apretada contra su
pecho. Aquello era el para�so.
- Lo que no comprendo es c�mo puede gustarte una vieja como
yo, con todas las chicas que hay por aqu�.
Si ella supiera que me gustaban todas...
- Luisa, que t� no est�s vieja. Tienes las mejores tetas del
mundo.
- �Estos dos trastos? - dijo mientras volv�a a abrirse el
cuello del vestido, permiti�ndome atisbar de nuevo su par de ubres.
- Son maravillosas.
- Mi amor... - dijo abraz�ndome de nuevo.
- Luisa... - dije todav�a abrazado a ella.
- Dime coraz�n.
- �Me las ense�as?
- �C�mo?
- Es que nunca he visto unas - ment�.
Se apart� de m� y me asi� por los brazos mir�ndome a los
ojos.
- De acuerdo cari�o.
Llev� sus manos a la espalda y traste� un poco con el cierre
del sost�n. Le cost� un poco hacerlo por encima del vestido, pero para mi
desencanto, no se lo quit�. Finalmente logr� desabroch�rselo y lo extrajo por el
cuello de la ropa. Despu�s desabroch� el resto de los botones del pecho del
vestido, se lo abri� con las manos y me las mostr�.
�Qu� par de tetas! Sin duda eran las m�s grandes que hab�a
visto hasta ahora, en la finca, quiz�s s�lo Tomasa pod�a rivalizar en cuanto a
volumen (o eso cre�a yo). La piel era un poco menos tersa que en las de Loli,
pero no importaba. A pesar de lo grandes que eran, se manten�an firmes, con los
pezones gordos y duros mirando al frente. Estaba embelesado y mi polla apuntaba
al techo, desesperada.
- Luisa - le dije mir�ndola a los ojos - �Puedo?
- Claro, mi amor.
Se acerc� hasta m�. Yo estir� las manos y me apoder� de
aquellas dos maravillas. Comenc� a sobarlas con fruici�n, un tanto bruscamente.
- Tranquilo, mi amor, no se van a escapar...
Me calm� un poco y comenc� a acariciarlas con mayor
delicadeza. Mis manos no alcanzaban ni de lejos a abarcarlas, por lo que las
mov�a por todas partes, las agarraba, las estrujaba, las levantaba... Comenc�
tambi�n a toquetear sus pezones. Estaban duros como rocas, me miraban
desafiantes. Por mi mente pas� la idea de lamerlos, pero quiz�s Luisa pensara
que eso era demasiado, as� que me contuve.
Segu� acarici�ndolos con la izquierda y llev� la derecha
hacia abajo, hasta empu�ar mi verga. Comenc� a pajearme lentamente y me separ�
unos cent�metros de Luisa, para verla mejor. Ten�a los ojos cerrados y se ve�a
perfectamente que estaba disfrutando horrores. Eso me envalenton� as� que fui
deslizando mi mano izquierda por todo su cuerpo. Al llegar a la cintura, separ�
con los dedos el vestido y las bragas, e introduje la mano en su interior. Luisa
abri� los ojos y me mir� sorprendida, parec�a querer decir algo, pero mi mano se
meti� entre sus piernas, entre sus labios vaginales, nadando en las humedades
que all� hab�a y mis dedos encontraron su cl�toris, con lo que a Luisa se le
pasaron las ganas de decir nada.
Volvi� a cerrar los ojos y me dej� hacer. Yo segu�
masturb�ndonos a los dos, lentamente, disfrutando el momento. Ella llev� sus
manos hasta sus globos y empez� a sob�rselos, tirone�ndose de los pezones,
mientras dejaba escapar peque�os gemidos que me excitaban todav�a m�s. Poco a
poco inici� un leve movimiento arriba y abajo de sus caderas, aumentando el
frotamiento.
Progresivamente fue incrementando el ritmo de su cintura,
hasta que se convirti� en un furioso vaiv�n. Los gemidos fueron ganando
intensidad:
- S�, as�, as�, mi amor, sigue as�iiiiiiii...
Mientras se corr�a se derrumb� sobre mi hombro. Yo notaba los
espasmos de su co�o en la mano mientras no dejaba de pajearme.
En ese momento una voz son� al otro lado de la puerta:
- �Qu� est�s haciendo? �Te queda mucho?
�Mierda! �Mi hermana!
- Un poco todav�a Marina, espera en la cocina que ahora te
aviso - dije con voz entrecortada.
- Date prisa �quieres?
- S�, hermanita.
O� pasos que se alejaban y respir� m�s tranquilo. Mir� a
Luisa, que parec�a preocupada. Era hasta c�mico, los dos, asustados, mirando a
la puerta, mientras una de mis manos empu�aba mi polla y la otra se perd�a en
sus bragas.
- Hay que acabar r�pido - dijo Luisa.
Se apart� de m� y yo pens� que se hab�a acabado, pero no,
Luisa no pensaba dejarme en ese estado. Se arrodill� frente a m� y agarr� mi
polla, comenzando a pajearla con rapidez.
- Acaba r�pido o nos matan.
As� que me dediqu� a disfrutar. Desde luego no era tan bueno
como antes, pues hab�a que terminar r�pido, pero no estaba nada mal. Como segu�a
teniendo las tetas fueras, estas se mov�an como campanas al ritmo del cascote,
lo que era muy er�tico.
Sigui� masturb�ndome diestramente, mientras con la derecha me
la meneaba, con la izquierda me sobaba los huevos; desde luego no era la primera
paja que hac�a, sab�a d�nde y cu�ndo apretar y pronto comenc� a notar que me
corr�a.
Ella me apunt� el pene hacia el agua y los disparos fueron
todos a parar al interior de la tinaja, menos un poco que manch� la mano de
Luisa.
- Bueno ya est�s - dijo mientras se llevaba la mano a los
labios y se la limpiaba con la lengua �Qu� morbo! - Ummm, est� dulce...
�Joder! Aquello casi me empalma otra vez.
De pronto, Luisa pareci� volver a la realidad.
- Vamos espabila, que nos van a pillar.
Cogi� un par de jarras de agua y me los ech� por la cabeza
para enjuagarme.
- Venga, hay que darse prisa que las ni�as tienen que entrar
y antes tengo que recoger el estropicio que has hecho.
Luisa cogi� una toalla y me sec� vigorosamente el cuerpo y
desde luego aquello no tuvo nada de er�tico, sin m�s bien de doloroso. De no ser
porque a�n llevaba las tetas por fuera del vestido, parecer�a que all� no hab�a
ocurrido nada. R�pidamente se arregl� la ropa, aunque no se puso el sost�n, sino
que lo dobl� hasta que no se notaba lo que era.
- Venga, v�stete, que yo voy a la cocina a por trapos.
Me ech� una �ltima mirada y me dijo:
- Cu�nto te pareces a tu abuelo.
Abri� la puerta con cuidado y mir� a izquierda y derecha,
saliendo sigilosamente. Yo me vest� y fui a la cocina.
- Marina, ya he terminado.
- S�, ya voy.
No s� si ser�a su extra�o tono de voz o el hecho de que no me
rega�ara por haber tardado, lo cierto es que not� algo extra�o en ella. La mir�
y vi que ten�a las mejillas arreboladas y la frente sudorosa �habr�a estado
espiando?
Marina se levant� y sali� junto con Luisa, que iba cargada de
trapos para limpiar un poco el ba�o.
Yo sal� por la puerta de atr�s para tratar de espiar a Marina
como hab�a hecho con Andrea. Si me hab�a estado espiando, deb�a estar muy
excitada, con lo que el espect�culo promet�a ser a�n mejor. Por desgracia ya no
era tan temprano, y detr�s de la casa hab�a ya mucho ajetreo con lo de la fiesta
y eso. Bueno, qu� le �bamos a hacer; me resign� y sub� a la habitaci�n para
ponerme la ropa que me hab�a preparado mi madre para ir a la ciudad.
Como una hora despu�s lleg� Ram�n. Penetr� en el recibidor
como si fuera el rey del castillo.
- �Muy buenos d�as! - grit�.
Yo estaba abajo, con el abuelo, y le o� murmurar:
- Menudo petimetre.
Al poco las chicas bajaron la escalera en procesi�n, con
Andrea al frente, como siempre. Llevaba un vestido primaveral, de color azul,
sin mangas. Un cintur�n blanco ce��a su esbelta cintura y llevaba a juego el
sombrero, el bolso, los zapatos y unos guantes de punto. Estaba preciosa. Detr�s
ven�a mi hermana, con un atuendo parecido, s�lo que de color amarillo p�lido, lo
que acentuaba su negra cabellera. Por �ltimo, Marta, un poco m�s discreta.
Llevaba una camiseta blanca de manga corta, con un jersey echado sobre la
espalda y anudado al cuello. Su falda era de color gris, por debajo de la
rodilla. Como las otras dos, llevaba medias de color claro, pero no llevaba
sombrero. Parec�an tres diosas bajando desde el cielo. Yo estaba alelado.
- Andrea, est�s preciosa - dijo Ram�n.
- Menudo caballero - pens� - no les dice nada a las otras.
Al poco aparecieron mis padres y mi t�a. Tras los saludos de
rigor, se llevaron a Ram�n un poco aparte, d�ndole los t�picos consejos, que
tuviera cuidado de nosotros y eso. Vi que Ram�n me echaba un par de miradas de
desprecio. Menudo capullo. Estuvieron charlando un poco y yo me qued� con las
chicas.
- Est�is las tres guap�simas - les dije - sin duda ser�is la
envidia de toda la ciudad.
Me miraron un tanto sorprendidas.
- Vaya, gracias - dijo Andrea.
- Lo digo en serio, chicas. Sois realmente preciosas - vi que
Marta incluso se avergonzaba un poco.
- Est�s muy amable hoy �no crees? - dijo mi hermana - ser�
para que no te dejemos aqu�.
- No es eso, estoy diciendo la verdad.
- Bueno, pues gracias - dijo Andrea.
- Y de verdad, estoy muy agradecido de que me llev�is con
vosotras, ten�a muchas ganas de ver la ciudad. Os prometo que me portar� bien.
Los dem�s terminaron de hablar, y todos fuimos hacia la
puerta. Yo aprovech� que Andrea se quedaba un poco retrasada y le dije:
- Lo he dicho en serio, y t� eres la m�s guapa de todas.
- Vale, vale - ri� mi prima - cuando quieres eres un cielo.
Salimos fuera, donde Nicol�s esperaba con el coche. Era un
Bolt, no recuerdo el modelo, uno de los primeros coches que hubo en Espa�a. La
capota se abat�a completamente, permitiendo as� disfrutar del paseo. De hecho,
Nicol�s ya la hab�a echado hacia atr�s.
- �Y c�mo vamos a ir? - dijo Ram�n - en el coche no cabremos
todos. �No ser�a mejor dejarlo aqu�?
- T� te sientas delante con Nicol�s - intervino Andrea - y
nosotras tres detr�s y vamos llev�ndolo encima por turnos.
- S�, as� ir�is bien - dijo mi abuelo.
- Bueno - acept� Ram�n, aunque se le ve�a en la cara que eso
no era en lo que �l estaba pensando.
Antes de subir, mi abuelo me llev� aparte.
- �Llevas dinero?
- Mi padre me ha dado algo - le respond�.
- Mira, un caballero debe pagar siempre por las damas, y ese
tipejo no es muy de fiar �no crees?
- Desde luego - dije enfadado, mientras mi abuelo se re�a.
- Bien, pues tendr� que confiar en que t� si seas un
caballero.
Entonces me dio una bonita cartera hecha a mano. Era mi
primera cartera.
- �Gracias abuelo! - exclam� y le di un abrazo.
Me saqu� el dinero que ten�a del bolsillo para guardarlo en
la cartera, pero, al abrirla, me encontr� con que ya hab�a mucho dinero dentro.
- �Abuelo!
- Eso es para ti. G�stalo como quieras, pero procura invitar
a las chicas a algo y lo que sobre, para ti.
- Pero...
- Tranquilo, hijo, que ya les he dado algo a tus primas y a
tu hermana, no vas a ser t� menos.
- �Gracias! - y lo abrac� nuevamente.
Nos despedimos hasta la noche y nos marchamos. Marina iba a
la izquierda, Andrea en el centro y Marta a la derecha. Yo iba sentado en el
regazo de Marina, que me sujetaba por la cintura. Estaba bastante ilusionado,
aunque al principio no ten�a muchas ganas de ir, ahora me daba cuenta de que
hac�a bastante tiempo que no sal�a de la finca, as� que me decid� a disfrutar
del viaje.
El coche traqueteaba por los caminos mientras atraves�bamos
bosques y prados. Yo me reclin� hacia atr�s, para a�adir el placer de sentir las
tetas de mi hermana contra mi espalda al que me proporcionaba el paseo. Hubiera
estado muy bien de no ser por el imb�cil de Ram�n que viajaba pr�cticamente
vuelto hacia nosotros para decirle tonter�as a mi prima Andrea, que se re�a como
una tonta con todas las gilipolleces que aquel capullo soltaba. Pero lo peor fue
cuando not� que Marta lo miraba con ojos de cordero degollado. Tambi�n se re�a
de sus tonter�as y siempre intentaba atraer su atenci�n interviniendo en la
conversaci�n (cosa rara en ella), pero se la ve�a nerviosa, por lo que sus
palabras parec�an torpes y poco inteligentes.
- �Mierda! - pens� - �c�mo es posible que a las dos les
atraiga este imb�cil?
Adem�s, Ram�n ignoraba de forma casi ofensiva a Marta,
teniendo s�lo ojos para Andrea, lo que cohib�a cada vez m�s a mi prima menor,
hasta el punto que dej� de intentar conversar y se ensimism�, dedic�ndose a
mirar el transcurrir del campo por su lado del coche.
Ram�n, de vez en cuando pasaba una mano hacia atr�s y la
apoyaba descuidadamente en la rodilla de mi prima, que se apresuraba a
apartarla. Al poco rato, Andrea pareci� hartarse del comportamiento de Ram�n y
me us� como escudo:
- Marina, �est�s ya cansada de cargar con Oscar?
Sin darle tiempo a responder, intent� levantarme y subirme
sobre ella. Desde luego yo pesaba demasiado para que pudiera levantarme, as� que
colabor� sin rechistar y me sent� en el regazo de mi prima. De esta forma
obstaculizaba perfectamente al manos largas, lo que pareci� no gustarle
demasiado a tenor de la mirada que me dirigi�.
Como no pod�a continuar con sus tocamientos, pareci� perder
inter�s en la conversaci�n, por lo que se volvi� hacia delante y se limit� a
hacerle algunas preguntas a Nicol�s sobre el manejo del coche.
Poco a poco, las chicas se animaron y empezaron a charlar
entre ellas, de lo que iban a hacer, de lo que se iban a comprar y de otras
cosas. Yo me limit� a reclinarme sobre Andrea, que las ten�a m�s gordas que
Marina, por lo que era m�s c�modo y a disfrutar del resto del viaje.
Llegamos a la ciudad a las doce de la ma�ana, tras unas dos
horas de viaje. Despedimos a Nicol�s hasta la tarde y nos dedicamos a pasear.
Ram�n parec�a una mosca, zumbando todo el rato alrededor de Andrea, mientras nos
ignoraba a los dem�s. Andrea pronto se cans�, por lo que comenz� a charlar con
Marina. Viendo que lo ignoraban, Ram�n se enfurru�� y se retras�.
Marta se dio cuenta y se fue quedando rezagada, para intentar
charlar con �l, pero el muy imb�cil segu�a ignor�ndola, limit�ndose a
responderle con monos�labos y sin quitarle los ojos de encima a Andrea, que iba
unos metros por delante.
- Mira Ram�n �qu� pendientes tan bonitos! - exclam� Andrea
frente a una tienda.
Ram�n sali� disparado hacia delante, dejando a Marta con la
palabra en la boca. �C�mo lo odi� en ese momento!
Seguimos caminando en dos grupos, delante Marina y Andrea,
con Ram�n revoloteando alrededor de ella y detr�s Marta. Yo la mir� y not� que
ten�a los ojos llorosos. Me acerqu� a ella.
- Marta, �qu� te pasa?
- �D�jame en paz! - me espet�, aunque yo insist�.
- Venga, d�melo, a lo mejor puedo ayudarte.
- �Que me dejes!
Entonces me puse serio. Emple� uno m�s calmado, m�s adulto.
- Marta, no entiendo qu� es lo que ves en semejante imb�cil.
Me mir� sorprendida, hasta las l�grimas que antes asomaban
parecieron secarse de pronto.
- �Pero qu� dices!
- Marta, se te nota mucho. Llevas toda la ma�ana
comport�ndote como una tonta, t� no eres as� y desde luego ese tipo no se lo
merece.
- �Qu� sabr�s t�!
- Tengo ojos en la cara. Se ve a la legua que �se s�lo busca
una cosa con Andrea.
- No digas m�s tonter�as.
- M�ralo t� misma.
Ram�n iba delante, e intentaba todo el rato que mi prima lo
cogiera del brazo, supongo que para fardar por la calle por llevar a una rubia
tan hermosa. En ese momento nos cruzamos con una mujer muy atractiva. Ram�n no
dud� ni un momento y se gir� para mirarla mientras se alejaba.
- �Ram�n! - le reprendi� Andrea.
- Perdona querida, creo que la conoc�a.
�Menudo gilipollas!
- �Lo ves?
- .......
- Marta, una mujer tan hermosa como t� puede conseguir al
hombre que quiera. Eres mi prima y te quiero mucho, por eso no puedo soportar
que con la de hombres estupendos que hay por ah�, te enamores de un capullo como
ese.
- �No estoy enamorada!
- �Ah, no? �Entonces por qu� lloras?
Me mir� nos instantes, y por fin se decidi� a confiar en m�.
- No s�, lo cierto es que me gusta y quer�a ver...
- �Qu�? - pregunt� yo.
- Si era capaz de atraer a un hombre como hace Andrea, pero
veo que no puedo.
- Ahora eres t� la que dice tonter�as.
- �C�mo?
- T� eres capaz de atraer a cualquier hombre.
- S�, ya lo veo.
- Te lo digo en serio. Mira, s� que soy joven todav�a, pero
s� distinguir la belleza femenina y desde luego creo que t� eres la m�s guapa de
las tres.
Marta se sonroj� un poco y me dedic� una deliciosa sonrisa.
- Lo digo muy en serio, Marta, posees una belleza, no s�,
et�rea. Eres tan delicada, tan dulce, dan ganas de estar siempre a tu lado para
protegerte.
- �Caray! Gracias, Oscar - dijo mi prima, con el rostro ya
completamente arrebolado - Es lo m�s bonito que me han dicho en mi vida.
- Pues es verdad.
- �Se puede saber d�nde has aprendido esas cosas?
- En ning�n sitio en especial, no s� Marta, son cosas que se
me ocurren al mirarte. A m� y a cualquier hombre que se precie de serlo.
- Entonces �por qu� Ram�n no me hace caso?
- �Y dale con Ram�n! - me enfad� un poco.
Not� que mi prima se retra�a un poco, aquello le hab�a
molestado, ten�a que recuperar el terreno perdido, pero �c�mo? Entonces la
soluci�n se me ocurri� por s� sola: "Dile la verdad" pens�.
- Marta, �puedo serte franco?
- S�, claro.
- Ver�s, es que esto puede ofenderte un poco.
- Venga, que no me enfado.
- Vale. Mira, la raz�n por la que Ram�n se fija en Andrea es
bien sencilla. El �nico pensamiento que ocupa su mente es la idea de foll�rsela.
- �Oscar! - exclam� asombrada y con el rostro como un tomate.
- Te lo advert�. Ver�s, ese t�o est� loco por tir�rsela, si
te fijas no hace m�s que tontear y revolotear a su alrededor, pero no tiene
verdadero inter�s por ella.
- �Pues a lo mejor me apetece que me lo haga a m�! - casi
grit� Marta.
Los que iban delante se volvieron a ver qu� pasaba.
- �Te est� molestando, Marta? - pregunt� mi hermana.
Yo me hab�a quedado muy sorprendido por la repentina
confesi�n de mi prima, as� que no atin� a decir nada.
- No, no te preocupes, s�lo estamos charlando - dijo Marta.
- Pues no form�is tanto esc�ndalo - dijo Ram�n, tan amable
como siempre.
- Haremos el esc�ndalo que nos d� la gana - le espet�.
- �C�mo dices?
- Lo que has o�do - le respond� en tono desafiante.
Las chicas me miraban asombradas. Ram�n echaba fuego por los
ojos. Se abalanz� hacia m�, me cogi� del brazo y me llev� aparte.
- Mira, �ste es un d�a muy importante para m� y no voy a
dejar que me lo estropees.
- �Y por qu� es importante si puede saberse?
- No me cabrees, o te voy a poner el culo como un tomate.
- Int�ntalo imb�cil, veremos lo que opina mi abuelo cuando le
diga c�mo le sobabas las piernas a Andrea en el coche.
- �C�mo te atreves? - exclam�, pero el brillo de duda en sus
ojos me hizo ver que hab�a dado en el blanco.
- Mira Ramoncete, yo s�lo quiero pasar un d�a agradable, as�
que d�jame en paz y yo te dejar� a ti �de acuerdo?
Esper� unos instantes, mientras su cerebro procesaba aquello.
- Yo s�lo quiero que no mont�is un espect�culo por la calle.
- El espect�culo vas d�ndolo t�, pareces una mosca que ha
olido mierda, siempre revoloteando detr�s de las faldas.
- A que te doy...
- Atr�vete.
Nuestras miradas se cruzaron furiosas. Finalmente, apart� la
mirada y dijo:
- Haz lo que te d� la gana.
- Por supuesto.
Y regresamos con las chicas, �l con cara de perro y yo con
una sonrisa triunfante en los labios. Poco despu�s, Marta y yo volv�amos a ir
rezagados.
- En mi vida te hab�a visto as�.
- S�, no s� por qu�, pero ese t�o me saca de quicio.
- Pero es guapo.
- Lo ser�, Marta, pero hay m�s cosas. Ese t�o es un cerdo.
- .......
La chica segu�a ensimismada.
- Por cierto, antes me dejaste parado.
- �C�mo?
- S�, al decirme que te apetec�a acostarte con ese capullo.
- �Yo no he dicho eso! - exclam�.
Los de delante volvieron a mirarnos y yo salud� sonriente a
Ram�n.
- Tranquila, chica, pero s� que lo dijiste.
- .......
- Marta, es normal sentir ciertos impulsos al llegar a
nuestra edad. Yo tambi�n tengo esos impulsos.
- Ya veo - dijo sonriendo.
- Lo digo muy en serio.
- Bueno, pero si yo siento esos "impulsos", �por qu� no
atraigo a los hombres?
- Claro que atraes a los hombres, a m� el primero �eres
preciosa!
- Pero...
- Pero nada. Mira, ese t�o est� encandilado con Andrea y ella
le sigue el juego. No s� si porque tiene en mente lo mismo que �l o porque es
m�s tonta de lo que parece.
- No s�...
- Pues eso. Ram�n olfatea a su presa y no piensa en nada m�s
hasta que la logre.
- Pero antes se ha quedado mirando a esa chica...
- S� durante un segundo, porque era nueva. Pero no va a
estropear la caza por otra posible presa, va sobre seguro. Pero si otra presa
segura se le presentara...
- No te entiendo.
- �Quieres comprobar que lo que te digo es verdad?
- S�, claro.
- Bien, te demostrar� que a ese t�o le importa una mierda tu
hermana y que s�lo va detr�s de la falda que se le pone a tiro.
- �C�mo?
- Cuando yo te diga, at�cale t� a �l.
- �Qu�?
- Tienes que hacer algo que inequ�vocamente le demuestre que
le deseas, ver�s que pronto traiciona a Andrea.
- �Est�s loco!
- T� ver�s, puedes creer lo que quieras, pero estoy seguro
que es verdad.
- S�, ya. �Y qu� tendr�a que hacer?
- No s�. Ag�rrale el paquete.
- ��QU�?! - los de delante ya ni se volvieron.
- T� hazlo cuando yo te diga y ver�s.
- Est�s majara, no s� por qu� te he estado haciendo caso.
- Ya veremos...
Enfadada, se fue hacia delante para reunirse con los otros.
Yo me qued� atr�s, pensativo. Me la hab�a jugado mucho con mi prima, si hac�a lo
que le hab�a dicho no estaba seguro de lo que pasar�a. Si Ram�n montaba un
esc�ndalo avergonzar�a a Marta para toda la vida, pero yo estaba bastante seguro
de haberle juzgado correctamente, no me quedaba sino confiar en la lujuria de
Ram�n... y en la belleza de mi prima.
En esas estaba cuando todos penetraron en un gran
establecimiento. Era una boutique de ropa femenina.
Era una gran tienda, ten�a incluso dos plantas. Por todas
partes se ve�an clientas que miraban vestidos, atendidos por se�oritas vestidas
todas m�s o menos igual, blusa blanca, falda negra y una cinta m�trica de sastre
al cuello.
Las chicas se repartieron r�pidamente por la tienda. Ninguna
de ellas hab�a estado antes en una tan grande y estaban muy ilusionadas.
Correteaban arriba y abajo, ense��ndose trapos las unas a las otras mientras
daban grititos. Yo me desmarqu� por ah�, dando vueltas y mirando cosas. Quer�a
ver si encontraba alg�n regalo bonito para t�a Laura.
De vez en cuando atisbaba a Ram�n, le ve�a echando ojeadas
apreciativas a las dependientas y a las clientas mientras fumaba con aire
aburrido. Eso s�, su rostro cambiaba a la m�s exquisita de las sonrisas cuando
Andrea se acercaba a ense�arle alg�n traje.
- �Qu� te parece �ste, Ram�n? - inquiri� Andrea una de las
veces.
- Muy bonito, querida - le contest� fumando un cigarrillo.
- Creo que voy a prob�rmelo.
Andrea trot� hasta unos probadores cercanos, pero estaban
ocupados, por lo que se dirigi� a otros que estaban escondidos al fondo de la
tienda. Ram�n se le qued� mirando y pareci� tomar una decisi�n. Pis� el
cigarrillo y sigui� a Andrea con disimulo. Y por supuesto, yo le segu� a �l.
Me escond� tras una columna y me asom� con cuidado. El
probador se cerraba con unas cortinas y Ram�n permanec�a frente a ellas echando
miradas disimuladas a su alrededor. Cuando pens� que nadie lo ve�a, se meti�
dentro.
- �Se puede saber qu� haces?
- �Chist! Cari�o, ven aqu�...
- �PLAS!
La bofetada reson� fuertemente. Al poco Ram�n volv�a a salir
del probador. Se frotaba una mejilla con cara de perro apaleado. Yo, detr�s de
la columna, trataba de contener la risa a duras penas. �Bien por Andrea!
Ram�n se fue lentamente a la esquina opuesta de la tienda,
lejos de toda la gente (supongo que para que nadie notara la marca roja en su
cara) y volvi� a encender un cigarrillo.
Decid� buscar a Marta para cont�rselo. Di unas cuantas
vueltas por all� y la vi. Ten�a cara de gran preocupaci�n. Entre sus manos
sosten�a una blusa y la retorc�a nerviosamente.
- Va a hacerlo - pens�.
As� que me escond� r�pidamente para que no me viera y la
segu�. No me equivocaba, se dirig�a con paso vacilante al rinc�n donde se estaba
Ram�n. A falta de 10 metros se par�, respir� hondo y se acerc� r�pidamente hasta
�l. Por desgracia no me pod�a acercar m�s por lo que no pude escucharlos.
Desde mi posici�n vi c�mo intercambiaban unas palabras. De
pronto, Marta se abalanz� sobre el sorprendido Ram�n y lo bes�. No pod�a verlo
bien, pero me pareci� que el beso era correspondido. Marta se separ� de �l
dej�ndome atisbar c�mo su mano apretaba fuertemente la entrepierna del asombrado
Ram�n.
Marte le solt� y ech� a correr en direcci�n opuesta con las
mejillas totalmente enrojecidas. Casi me descubre, pero me dio tiempo a
ocultarme. Cuando pas�, ech� una mirada a Ram�n. Sonre�a.
Me march� de all� cuidando que no me vieran y fui en busca de
Marta. La encontr� cerca de las escaleras, respirando agitadamente.
- Lo has hecho �eh?
- �Qu�?
- No me enga�as, lo veo en tus ojos, has ido a por Ram�n.
- �Me has visto?
- No - ment� - es s�lo que est�s colorada como un tomate.
- Venga ya - dijo, mientras se llevaba las manos a la cara.
- Bueno, �lo has hecho o no?
- S�.
- �Qu� le hiciste?
- Le dije que me gustaba mucho.
- �Nada m�s?
- Y lo bes�.
- �Vaya con mi prima!
- Y tambi�n...
- �Tambi�n qu�?
- Nada...
- S�, ya, y voy yo y me lo creo. �Vamos confiesa! - le dije
mientras la sacud�a por los hombros bromeando.
- �Ayyy, est�te quieto!
- �Confiesa!
- Le agarr� el paquete con la mano �est�s satisfecho? - me
dijo con su rostro a�n m�s rojo si es que era posible.
- �Vaya! �Menuda guarra est�s hecha, Marta!
- Oye - dijo enfadada.
- �Y qu� hizo �l?
- Nada - dijo ella triunfante - se qued� muy sorprendido,
pero no me hizo nada.
- �En serio?
- S�, estabas equivocado, es un caballero y no se aprovech�.
Yo no le gusto, sino s�lo Andrea - su tono era ahora pesaroso.
- Pues si me he equivocado puede que se lo diga a Andrea �no
crees?
- �Dios! �Es verdad! �No puede ser! �Por qu� te har�a caso!
Era tal el espanto que se reflejaba en su rostro que me
arrepent� de lo que hab�a dicho.
- Tranquila Marta, era broma. Mira, si tienes raz�n y es un
caballero, entonces no dir� nada, como mucho hablar� contigo a solas para
decirte que no puede corresponderte.
- �Qu� verg�enza!
- Y si yo tengo raz�n, sin duda intentar� algo antes o
despu�s. Lo que no har� nunca es contarlo, puedes estar segura.
Marta pareci� quedarse m�s tranquila. Seguimos conversando
apaciblemente, le pregunt� si hab�a encontrado algo que le gustara y result� que
no, as� que me ofrec� a ayudarla a buscar un vestido. Se pas� una hora
prob�ndose ropa (hay mujeres que olvidan sus problemas con facilidad en una
boutique) y yo le daba mi opini�n sobre cada vestido que se probaba. Lo pasamos
muy bien juntos, nos re�mos mucho y charlamos alegremente. Nunca la hab�a visto
tan relajada. Fue genial.
Se me pas� por la cabeza la idea de intentar espiarla en el
probador, pero si me pillaba pod�a echar al traste todo lo conseguido hasta el
momento, as� que me port� bien.
Finalmente escogi� un vestido, y para mi alegr�a result� ser
el que yo le hab�a recomendado. Era de seda, de color verde, con tirantes sobre
los hombros y un chal a juego. Estaba preciosa con �l.
Nos reunimos con los dem�s, Andrea y Marina tambi�n hab�an
encontrado vestido y adem�s hab�an comprado no s� qu� para t�a Laura. As� que
cada una pag� lo que hab�a comprado con el dinero del abuelo y nos marchamos de
la tienda, pues casi era la hora de cerrar.
Fuimos andando hasta el restaurante que conoc�a Ram�n, fue
una larga caminata, pero al muy capullo ni se le ocurri� que las chicas pudieran
cansarse. Yo iba charlando alegremente con Marta, y Andrea con Marina. Yo,
controlaba con disimulo a Ram�n, que parec�a bastante pensativo y not� que de
vez en cuando dirig�a miradas apreciativas a Marta.
- Ya est� en el bote - pens�.
Por fin llegamos al restaurante. Un camarero nos condujo a
una mesa para seis en un rinc�n junto a la ventana.
- Marta, si�ntate aqu�, a mi lado - dijo amablemente Ram�n.
Andrea lo fulmin� con la mirada, supongo que pens� que era
para darle celos. As� que nos dispusimos as�; en el rinc�n, pegada a la ventana,
Marta, Ram�n justo a su izquierda y Andrea a la izquierda de Ram�n. Yo me sent�
frente a Marta y Marina frente a Andrea, quedando la silla de en medio para los
paquetes.
La comida transcurr�a con cierta calma tensa, Andrea parec�a
decidida a ignorar a Ram�n, por lo que conversaba con mi hermana, cosa que al
muy imb�cil no parec�a importarle pues se dedicaba a charlar con Marta en voz
baja, lo que mortificaba a Andrea.
As� estuvimos durante un rato; yo simulaba estar concentrado
en el plato, pero en realidad no le quitaba los ojos de encima al tipejo.
De pronto, Ram�n se inclin� para decir algo en el o�do de
Marta, que se puso muy roja, y, simult�neamente, su mano derecha desapareci�
bajo la mesa. Marta peg� un respingo y se qued� tensa. Desvi� la mirada y se
puso a contemplar la calle. Ram�n miraba a las otras chicas con disimulo, para
cerciorarse de que nadie notaba sus maniobras.
Entonces me di cuenta de que la mano izquierda de Marta
tampoco estaba a la vista. La moral se me fue a los pies, �no pod�a ser! �le
estaba correspondiendo? Yo notaba que hab�a movimiento bajo la mesa, me estaba
enfureciendo por momentos. �Maldita sea! �Era culpa m�a! �Ahora ese cabr�n
podr�a tenerlas a las dos! Vi c�mo Ram�n parec�a tirar de Marta �qu� estaba
pasando? �Dios!, me iba a volver loco.
Entonces, de repente, Marta se puso de pi�, me di cuenta de
que sus ojos estaban brillantes por las l�grimas, parec�a a punto de echarse a
llorar.
- Oscar, �me cambias el sitio por favor? Aqu� estoy un poco
agobiada, esto es muy estrecho.
- Claro, Marta. Sin problemas.
El pecho me iba a estallar de j�bilo. Ram�n ten�a una cara de
tonto que casi me hace echarme a re�r. �Lo sab�a! �Un tipejo as� no pod�a
salirse con la suya!
Nos cambiamos y seguimos comiendo. La tensi�n se palpaba en
el ambiente. Las chicas sab�an que algo hab�a pasado, pero no pod�an imaginar el
qu�.
Tras la comida, cada uno pag� lo suyo (todo un caballero
�eh?) y nos marchamos. Ram�n propuso ir a una cafeter�a cercana y a Marina y
Andrea les entusiasm� la sugerencia, por lo que hacia all� nos fuimos. Vi c�mo
Ram�n intentaba reconciliarse con Andrea, pero a �sta a�n le duraba el enfado.
Marta iba muy taciturna y yo caminaba a su lado, en silencio. Marina tambi�n lo
not�, y se acerc� a nosotros.
- �Te pasa algo, Marta? - pregunt�.
- No, s�lo estoy algo cansada.
- �Seguro?
- S�, de veras.
Entonces Marta dijo algo que yo no me esperaba.
- Marina, yo no tengo ganas de tomar caf�. �Por qu� no vais
vosotros?
- �C�mo?
- Que no me apetece tomar caf� y adem�s, todav�a no he
comprado nada para mam�.
- �Y te vas a ir sola?
- Me llevo a Oscar, hoy hemos hecho muy buenas migas �verdad?
- dijo, mientras me miraba suplicante.
- S�, y yo tampoco he comprado nada para t�a Laura - dije yo.
- No s�, Marta.
- No te preocupes, seguro que lo pasamos muy bien - por el
tono se ve�a que estaba intentando parecer animada.
- S� - intervine yo - podemos vernos en el sitio donde
quedamos con Nicol�s. Era a las nueve �no?
Marina nos mir� a los dos con extra�eza. All� se estaba
cociendo algo pero �qu� pod�a hacer ella?
- Haced lo que quer�is. Tened cuidado.
Nos despedimos de los otros dos, pero no nos prestaron
demasiada atenci�n, bastante ten�an con sus l�os y nos marchamos en direcci�n
opuesta. Caminamos en silencio durante un rato, hasta que llegamos a un parque.
Buscamos un banco y nos sentamos.
- �No vas a decir nada? - me espet�.
- �C�mo?
- Un "yo ten�a raz�n" o algo as� - estaba apunto de echarse a
llorar.
La mir� a los ojos y le dije:
- Lo siento, Marta.
Ella rompi� a llorar. Yo la abrac� torpemente y ella no me
rechaz�, sepult� el rostro en mi cuello y se deshizo en l�grimas. No pod�a hacer
mucho, intu�a que lo mejor era dejar que se desahogara, as� que me limit� a
acariciarle el cabello en silencio.
La gente que pasaba nos miraba con curiosidad, pero yo les
echaba unas miradas que nadie se atrev�a a preguntar qu� pasaba.
As� estuvimos unos minutos, hasta que poco a poco fue
calm�ndose. Lentamente deshicimos el abrazo. Ten�a los ojos llorosos, las
mejillas hinchadas, pero a�n as�, me pareci� hermosa.
Met� la mano en mi bolsillo y le ofrec� un pa�uelo.
- Gracias - me dijo, lo tom� y se son� la nariz ruidosamente.
Tras hacerlo me tendi� el pa�uelo.
- �Ah, que guarra! - exclam� divertido - �para qu� quiero yo
tus mocos!
Marta se ech� a re�r.
- Es verdad, lo siento.
- Tranquila, era broma - la mir� con cari�o - �est�s mejor?
Marta respir� profundamente.
- S�, me encuentro m�s aliviada, como si me hubiese quitado
un peso de encima - me dijo, mientras se secaba los ojos con mi pa�uelo.
- �Dios, qu� asco! �Y se los refriega por la cara!
Esta vez no se ri�, se carcaje�.
- Es verdad, qu� asco.
- �Y yo que te ten�a por una muchacha bien educada! Si te
viera Dicky le daba un patat�s.
Marta volv�a a llorar, pero ahora de risa.
- Se�orita Marta, me ha decepcionado usted profundamente -
dijo Marta, imitando a Mrs. Dickinson bastante bien.
Estuvimos diciendo tonter�as y riendo durante un rato. Poco a
poco nos fuimos calmando.
- Gracias Oscar, lo necesitaba.
- De nada nena, por ti lo que sea.
Ella se me qued� mirando un segundo, se inclin� hacia m� y me
dio un leve beso en los labios.
- Gracias de coraz�n.
- De nada.
Nos quedamos all� sentados, sin decir nada durante un rato.
Por fin Marta me dijo:
- Ten�as raz�n, es un cerdo.
- Lo s�.
- Durante la comida empez� a decirme cosas al o�do, que yo
era muy bonita, que no sab�a como no se hab�a fijado... Yo hasta me las estaba
creyendo...
- �Y?
- De pronto me puso la mano en el muslo.
- �Qu� cabr�n!
- Yo intent� apart�rsela con cuidado, porque no quer�a que
Andrea notara nada, pero segu�a insistiendo, deslizaba la mano cada vez m�s
arriba.
- �Joder! - la verdad es que aquel peque�o relato me estaba
calentando un poco.
- Me apretaba cada vez m�s, seguro que tengo la mano marcada
por todo el muslo.
- Me encantar�a verlo - pens�.
- La deslizaba cada vez m�s arriba y yo...
- �T� qu�?
- �La verdad es que me gustaba un poco!
- Comprendo.
- Le dej� hacer, pero entonces record� todo lo que me hab�as
dicho y le cog� la mano para apart�rsela.
- Bien hecho.
- Pero �l me cogi� por la mu�eca y llev� mi mano hasta su
entrepierna
- �Maldito cabr�n!
- Eso ya fue demasiado, as� que me levant� y te cambi� el
sitio.
- Debiste hacerlo antes.
- Lo s�, pero es que... no s�, no me desagradaba, era...
- Excitante - termin� yo.
- �Eso! Lo siento, pensar�s que soy una zorra.
Marta baj� la mirada hasta el suelo, parec�a apesadumbrada.
Yo me acerqu� y cogi�ndola dulcemente por la barbilla, hice que sus ojos se
encontraran con los m�os.
- No digas tonter�as. Eres una mujer maravillosa, y me siento
muy feliz de que te hayas dado cuenta de lo imb�cil que es Ram�n.
Marta sonri�.
- Gracias, pero yo no puedo olvidar que le dej� tocarme.
- Pero Marta, eso es normal.
- �Normal?
- Claro, ya hablamos antes de los impulsos que sentimos a
nuestra edad. Constantemente pensamos en el sexo, es algo que no podemos
evitar...
Durante un rato, le solt� el discurso que d�as antes me hab�a
dado mi abuelo. De vez en cuando me interrump�a y me preguntaba algo.
- �C�mo sabes tanto de estas cosas?
- He le�do libros, y tambi�n hablando con el abuelo.
- Ah, claro.
- Pues eso Marta, que lo que te pasa es normal y se trata tan
s�lo de que lo aceptes y lo disfrutes.
- S�, pero con qui�n.
- Pues conmigo, por ejemplo - dije sin pensar.
Ella se qued� callada, sorprendida.
- Ya la he cagado - pens�.
Entonces ella sonri� y me dio un cari�oso pu�etazo en el
hombro.
- Eres un guarro - dijo riendo.
- �Desde luego, nena! - re� yo tambi�n.
Eran las seis m�s o menos cuando nos levantamos y fuimos a
ver tiendas. Pasamos una tarde genial, entrando en bazares, tiendas de ropa, yo
nunca hab�a visto tantos comercios juntos.
Marta compr� para su madre un joyero muy bonito que vimos en
una tienda de artesan�a. Yo le compr� un camafeo que se abr�a, para poner en su
interior hierbas de olor. Aprovechando un segundo de distracci�n, compr� tambi�n
dos navajas suizas, de esas multiusos y una pulsera de plata que le hab�a
gustado mucho a Marta.
Salimos a la calle y nos fuimos a tomar un helado. Charlamos
durante un rato, hasta que vimos que era hora de marcharse.
- �Uf, estoy reventada de tanto andar! - dijo mi prima.
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Relato: Casanova (02: Preparativos Para La Fiesta)
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