Viene de: DEPRAVADA (Primera parte)

Nos acomodamos en posici�n de cabalgadura, yo montada sobre
Sebasti�n, mi jijo mayor, insertada hasta el tope pero con todo el control y
dominio de la acci�n, inicio rotando suavemente la cintura en torno a su miembro
erecto, como recobrando aliento, la estimulaci�n me enardece nuevamente, mi
furor se ve reflejado en la cadencia de mis movimientos, parece que Sebasti�n ya
no puede retardar mas la eyaculaci�n, yo comienzo a acelerar para no quedarme,
dejo de trotar e inicio un galope desbocado, a toda rienda, los gritos de gozo
acompa�an el estallido, ambos hemos iniciado la ida sin retorno; �demonios!,
ante mis ojos aparece el petrificado rostro de Nilo, mi hijo menor, nos ha
sorprendido in fraganti, no podemos detenernos, Nilo se retira presuroso y
contrariado. Orgasmos simult�neos, los logramos al un�sono, Sebasti�n no se
enter� de lo ocurrido y ha gozado a pierna suelta, casi tanto como yo. Nilo debe
haber cre�do que yo estaba forzando a su hermano mayor, por la forma en que me
vio montarlo.

Despu�s tuve que poner a Sebasti�n sobre aviso de lo
ocurrido, �l no lo pod�a creer, no sab�a que hacer ni que cara poner frente a su
hermano menor, le ped� que dejara el asunto en mis manos, que yo tratar�a de
solucionar este asunto en la mejor forma posible. Sebasti�n solo me pidi� que de
ninguna manera le concediera a su hermano los privilegios sexuales que �l
disfruta, le contest� que como estaban las cosas, nada pod�a garantizarle.

Esa noche Nilo se encerr� en su habitaci�n y no quiso hablar
con nadie, muy preocupada por la situaci�n me pas� casi toda la noche en vela
pensando como solucionar tan complejo problema. Hora del desayuno y nada, Nilo
no baja, sigue en su dormitorio, sin embargo Sebasti�n desayuna r�pido y se
retira presuroso a su centro de estudios, evitando darle cara al hermano.
Despu�s de mucho insistirle me permiti� entrar a su dormitorio, se encontraba
acostado, p�lido y ojeroso, con el se�o fruncido y la mirada fija y acusadora,
con una actitud imp�vida, parece que tampoco ha dormido y se ha desvelado
pensando el mismo asunto. Sin embargo, su prematuro regreso a casa y el
consiguiente descubrimiento de mi relaci�n incestuosa con su hermano, lo
justific� pretextando que un inevitable entredicho con el padre de la
quincea�era, lo oblig� a retirarse prematuramente de la fiesta.

Rest�ndole importancia al tema, me dijo que �l no tendr�a
reparo en suicidarse, que ya lo hab�a pensado y que prefer�a no seguir viviendo
a ser rechazado por su propia familia. Sus palabras me conmovieron en extremo y
le implor� perd�n. Manteniendo su rostro impenetrable me dijo que las
aberraciones que hab�amos cometido no se pod�an expiar tan f�cilmente, que no
era suficiente pedir perd�n, que tendr�amos que sufrir un castigo disciplinante,
si no en esta, de todas maneras en la otra vida, que de otra forma no nos
perdonar�a y que nos esperar�a en el mas all� para regocijarse con nuestro
castigo. Sus palabras me preocuparon extremadamente, si las estaba diciendo en
serio, su cordura resultaba dudosa y eso le daba sentido a la posibilidad del
suicidio. Solo de pensar en esa terrible alternativa, me llenaba de pavor y
entre l�grimas me vi forzada a suplicarle que sea �l quien me aplique la
sanci�n. Por cualquier medio quer�a evitar que insistiera en eso de "el mas
all�". En un principio se neg� a ser mi verdugo aunque no con mucha convicci�n,
eso me alent� a seguir insistiendo, asegur�ndole que estaba dispuesta a recibir
la punici�n de sus propias manos. Luego de aparentar meditaci�n acept� la tarea,
basando su decisi�n en que me lo merec�a, que lo ten�a bien ganado y que hab�a
hecho lo suficiente como para recibir un severo correctivo. De inmediato se
propuso formalizar el acuerdo, reuni� una serie de cuerdas, pasadores y todo lo
que consider� apropiado y con un desparpajo pasmoso, at� mis manos fuertemente a
la cabecera de la cama, enseguida uni� varias cuerdas formando una tira larga,
enlaz� un extremo a uno de mis tobillos, pas� el otro extremo por debajo de la
cama y lo alcanz� por el lado opuesto y luego lo at� a mi otro tobillo, quedando
completamente separados y firmemente asegurados, yo resultaba de rodillas sobre
el colch�n con las piernas abiertas y mirando hacia la cabecera. Toda la
operaci�n la realiz� en silencio hasta que logr� tenerme a su merced. Desde ese
momento, como si lo hubiese planeado maquiav�licamente, sin dudarlo, calz� sus
relucientes botas de equitaci�n de alta ca�a y ruidosas espuelas que logran
intimidarme severamente con su sonido met�lico. As� caracterizado, empez� su
perorata conmin�ndome con un listoncillo de madera en la mano.

Y conjuntamente a su arenga, se escucha el chasquido de un
palmetazo en una de mis nalgas, arranc�ndome un sorpresivo gritito; luego con
violencia rompe de un tir�n, una manga del camis�n que llevo puesto. Trato de
protestar, pero mi voz es acallada con un intencional estallido met�lico de las
espuelas, con la finalidad de amedrentarme. En el fondo de mi coraz�n reconozco
que tengo bien ganada la paliza, pero me parece desmedida cuando imagino el
rodaje giratorio de las espuelas incrustando y desangrando la delicada piel de
mis gl�teos.

Y nuevamente un chasquido similar, esta vez en la otra nalga,
otro gritito e inmediatamente el violento jal�n de camis�n, que ya estaba
quedando hecho jirones. Los palmetazos dol�an cada vez menos, en cambio mi
sensibilidad er�gena iba en aumento, lo que convert�a al acto de contrici�n en
un estimulo m�s que llevadero, aunque algo intimidatorio.

Y contin�an los palmetazos y otra pieza de tela del camis�n
afuera, y de mi parte el gritito de rigor. Levanto la mirada para ver el rostro
de mi verdugo y s� que lo estaba disfrutando. Ahora se hab�a quitado la chaqueta
y ten�a puesto solo el short del pijama y las impresionantes botas de montar.
Con claridad se pod�a apreciar que estaba gozando lascivamente del rito
ceremonial.

Termin� de sacarme lo que quedaba del camis�n y qued� con los
senos descubiertos, a estas alturas, todo mi vestuario consist�a en una peque�a
tanguita. De inmediato se puso a jugar con mis senos y pudo constatar que el
correctivo no me hab�a resultado del todo escarmentador, cuando apret� mis
pezones los sinti� duros y calientes. Una fuerte nalgada me hizo sacudir el
trasero.

Efectivamente el acto de contrici�n, cuyo supuesto fin
purificador consist�a en expiar mis culpas, estaba resultando muy er�geno, no
solo para Nilo que ya es incapaz de ocultar su estado de erecci�n, sino tambi�n
par m�, que sent�a el rito como un salvoconducto para la perversi�n, es decir,
algo as� como: "goce ahora y pague despu�s" y s� el precio consiste en soportar
unos sobresaltos y los estimulantes golpecitos, terminar�a convirti�ndome en
pecadora contumaz. La actitud dominante de Nilo y el furor genital que dejaba en
evidencia, me resultaba lascivo y contagioso, estaba asumiendo su rol a la
perfecci�n y sin propon�rmelo, mi pat�tica complicidad resultaba m�s que
evidente.

Ya intu�a como continuar�a el rito, de solo pensar que el
siguiente paso consistir�a en romperme la tanguita, me ten�a escurri�ndome de
entre las piernas y no encontraba forma de evitarlo. Sab�a perfectamente lo que
prosegu�a despu�s de constatar mi lubricidad vaginal al romperme la tanguita;
anticiparme a esa consecuencia es lo que me pon�a tan sensitiva.

Viene el infalible palmetazo, mi gritito de acompa�amiento y
el tir�n que arranca de mi cuerpo la peque�a prenda, tal como lo esperaba. Hurga
entre mis piernas y pone ante mis ojos la mano cargada de lubricaci�n vaginal,
que rebosa por entre sus dedos y me dice:

Baj�ndose de un tir�n la �nica prenda de g�nero que lo
cubr�a, hace saltar hacia arriba su erecci�n y me aplica rigor con mas
violencia; esta vez fueron como una docena de palmetazos en las nalgas, sobre la
carne desnuda y con cada golpe me hac�a empinar el trasero y su miembro se
sacud�a siguiendo la cadencia de cada aplicaci�n.

Mi Nilo tambi�n dispone de un respetable miembro no obstante
su corta edad, parece que la programaci�n gen�tica ha jugado un buen papel. No
lo tiene del color de mi preferencia, pero sin ser prieto luce muy buenas
dimensiones; no tan cabez�n como el de su hermano, pero con la forma prescrita
para la copulaci�n anal, por que es de esos que dan placer, con la ventaja de no
producir dolor.

La farsa disciplinaria hab�a logrado estimulantes efectos,
por lo que tengo a la vista, mi hijito est� totalmente preparado para el asalto
y yo mucho mas dispuesta de lo que me hubiese podido imaginar, ahora solo espero
que d� inicio a la copulaci�n. Pero esta vez creo que me equivoqu�, parece que
tiene pensado prolongar un poco m�s mi placentero suplicio.

Me dijo eso mientras me mostraba el miembro sacudi�ndolo,
luego vinieron los varazos en el trasero y yo pidi�ndole sin palabras que me de
sexo, mis orificios se deshacen en palpitaciones, exigiendo atenci�n y yo
llorando hist�ricamente, no de dolor sino por la martirizante espera. Me
convenzo que es un avezado, colocado detr�s de mi ha puesto la punta del miembro
en la entrada de mi rebosante vagina, resisti�ndose a penetrar el orificio, la
frota de ida y vuelta presionando toda la longitud de la abertura, luego me pega
una fuerte palmada en las inflamadas nalgas y contin�a:

As� como est�bamos, empin� un poco el trasero en un intento
por separar los labios vulvares, con la intenci�n de que su �rgano genital
resbale hacia adentro, favorecido por la abundancia de l�quido disponible; al no
conseguirlo, le ped�:

Lejos de obedecer, para mi asombro respondi�:

Sin embargo, aprovechando mi lubricidad, me daba un suculento
masaje anal con los dedos embebidos, prepar�ndome ese orificio para la
penetraci�n; mientras lo hac�a, mi peque�a embocadura quer�a comerle los dedos
de impaciencia.

Semiacuclillado detr�s m�o, con sus intimidatorias espuelas
muy pr�ximas a mi piel y el cuero de las botas en contacto con la parte externa
de mis muslos, coloc� certeramente la punta y empuj�, no pude aguantar a que
termine de penetrarme, en el tramite nom�s, me vino el orgasmo que ten�a latente
desde hac�a un buen rato, la carencia de dolor y la sorprendente pericia
demostrada al hacerlo, precipitaron mi placer, ahora si me sent�a una depravada
titulada, mi amancebamiento incestuoso con ambos hijos y de tan corta edad, no
admite atenuante alguno, yo soy la �nica responsable de la perversi�n y como tal
estoy dispuesta a asumir todas las consecuencias, tanto las punitivas como las
deliciosas.

Nilo sin intenciones de eyacular sigue d�ndome por el ano,
ahora estoy asumiendo una de las consecuencias deliciosas, ambos lo disfrutamos
en esta forma, m�s que con cualquier otra. Mientras me cabalga al trote
suavemente, me juega el cl�toris con los dedos y por momentos me estruja los
pezones, ya tendr� oportunidad para preguntarle como as� sabe tanto. Tambi�n me
desespera la caricia oral que tan h�bilmente me hace en cuello y orejas, este
muchacho demuestra exceso de ma�a y pericia para la edad que tiene. Por momentos
me da fuertes palmadas en el nacimiento de las nalgas y me insulta para
estimularme el morbo, definitivamente es un copulador experimentado y nadie me
va a sacar eso de la cabeza. Cambia el ritmo e inicia el galope y me pide que
acabe con �l, yo me esmero y tambi�n giro las caderas vigorosamente en torno al
erecto falo introducido, ahora ya no es galope, son violentos sacudones que
simulan aplausos de la carne, empiezan los fuertes estertores, me parece que mis
experimentados m�sculos anales en sus fuertes contracciones van a maltratar el
miembro de mi hijito, sin embargo �l tambi�n lo pulsa provoc�ndome placer, me
sigue el comp�s con los dedos en el cl�toris y me saca un opulento orgasmo como
hace tiempo no ten�a, con gritos, con llanto con estertores y �l no ha
terminado, solo me lo ha hecho creer para sacarme ventaja y deleitarse
concientemente de mi estrepitoso regodeo. Definitivamente es un copulador
curtido, con especializaci�n en traseros. Retira de mi orificio gran parte de su
instrumento sexual, dejando en el interior un poquito mas que la cabeza, menea
suavecito, me sopla la nuca y me da palmaditas en la espalda como d�ndome
aliento, me permite tiempo para reponerme y tomar un segundo aire, empiezo a
ponerme briosa nuevamente y �l lo nota cuando le paro el culo, profundiza la
penetraci�n y luego castiga con rudeza. Reinicia su motivador aliento con los
peores insultos: perra, depravada, viciosa, libertina y otras de mayor calibre,
todas llenas de pasi�n y afecto, por tanto muy estimulantes. Una vez repuesta,
exige con violencia mi respuesta, su rigor me enciende y me siento completamente
domada y perfectamente cabalgada, es una monta recia y exigente, �l me impone la
cadencia que desea en el momento que lo considera conveniente, ahora me tiene de
yegua, pero estoy dispuesta a ser su perra si me lo pide tan apasionadamente,
como ahora. Que rico cabalga esta criatura, que bien juega con mis puntos
er�genos m�s sensibles y como me pudre el cerebro, magistral en todo su juego,
desde ahora lo elijo mi engre�do, estoy dispuesta a darle todo lo que me pida.

Con su procedimiento me hizo terminar varias veces y por fin
despu�s de haberme dejado mas que satisfecha, se anim� a regarme por dentro con
un caudal interminable de semen tierno, goz� intensamente y despu�s de liberarme
las amarras me pidi� la exclusividad de mi orificio anal, me autoriz� a hacer lo
que quisiera con el �rgano genital, pero me asegur� que no estaba dispuesto a
compartir con nadie mi trasero. Estoy segura que mi Sebasti�n sabr� comprender
las exigencias de su hermano y mostrar� disposici�n para un pac�fico reparto,
despu�s de todo se trata del cuerpo de su progenitora y no el de cualquier
extra�a. Tambi�n se tendr� que adaptar al ex�tico estilo de Nilo, para que
cuando tomen confianza, podamos copular en tr�o. Me encelo con tan solo pensar
en la doble penetraci�n simult�nea a la que ser� sometida, seguramente en un
ceremonial intimidatorio y lascivo, en el que querr�n demostrarme todo su
dominio y poder�o y tambi�n me produce mucho morbo imaginar mi deleite al
ponerlo en blanco y negro, es decir cuando a solas reviva lo ocurrido para
plasmarlo en un relato. Ya encontrar� la manera de armonizar las formas de
actuar, pero estoy segura que llegar�n a complementarse a la perfecci�n, para
hacer gozar a la mamita.

Se que ambos son muy tercos y que ninguno ceder�, Sebasti�n
se siente due�o desde la vulva hasta la matriz y est� decidido a defender su
dominio, Nilo no admite discusi�n, ha dispuesto mi trasero para �l solo; estos
chicos no me dejan mas alternativa, ante la imposibilidad de hacerlos compartir,
tendr� que limitarme a repartir, reservando para cada cual lo que pretende seg�n
su especialidad. Tratar� de honrar la custodia encomendada, lo simplifica la
pericia de cada cual, no tengo reparo en declarar mi intenci�n de esmero, pero
eso si advierto desde ahora, que por lo apetente de mi estado, no me siento apta
para garantizarles exclusividad.

Por ahora ya logr� convencer a Nilo que no es necesario
atarme durante nuestros ritos voluptuosos, le he demostrado que soy capaz de
someterme de buena gana al castigo y disfrutar de su rigor.

Por fin obtuve la verdadera raz�n por la que Nilo sali�
prematuramente de la fiesta de quince a�os. El padre de la due�a del santo, a
pesar de estar separado de su esposa, fue quien lo ech� de la fiesta al
enterarse que mi muchacho viv�a encamado con su ex mujer. La quincea�era no
puede haber sido la delatora, al contrario ella se beneficia siendo encubridora,
por que al mantenerle el secreto a su madre, logra a cambio absoluta libertad
para hacer lo que le viene en gana. Esta revelaci�n tambi�n me ayuda a
desentra�ar de donde obtuvo mi flaquito la experiencia sexual demostrada, esa
buena se�ora debe ser una gran maestra en la cama y una did�ctica analista
especializada � a lo mejor, talvez, una "anal - lista" consumada.

OCTOPUSI.