Recuerdo que sus ojos eran hermosos. Una especie de aureola
amarillenta rodeaba sus pupilas, y de ah� hacia afuera el color decantaba hacia
un gris azul que era motivo suficiente para adorarla. Delgada, blanca y rubia,
era exactamente el modelo de mujer que hab�a deseado desde peque�o y ahora, a
mis 17, estaba all�, ofreci�ndome su mano para enlazarse con la m�a.
La acababa de conocer en la universidad 15 d�as atr�s y sin
que yo supiese muy bien c�mo, ya era mi novia. La llamar� Laura. Es mayor que yo
por un a�o y cumplimos en d�as muy cercanos. A ambos nos rige Escorpio, el signo
de la sexualidad. Y en verdad nuestros juegos eran muy fogosos. A�n no hab�amos
tenido sexo; s�lo hab�an pasado dos semanas, pero las caricias, los besos y
nuestra picard�a, incluso frente a los dem�s, predec�an inequ�vocamente nuestras
ganas. Est�bamos que nos com�amos.
Esa tarde Laura y yo nos hab�amos reunido con Dilia, otra
compa�era de clases, para hacer un trabajo de investigaci�n que estaba bastante
adelantado, as� que llegamos a la casa de Dilia a eso de la 1:00 p.m. con muy
buen humor y dispuestos a pasar una tarde agradable, con mucha paz. Una hora m�s
tarde nuestra amiga se puso una pintura roja en la boca, se maquill� un poco y
anunci� que saldr�a de casa porque deb�a comprar bebidas, as� que se fue. Para
nuestra sorpresa, cerr� la puerta principal con llave y se despidi�
burlonamente, diciendo: "Disfruten, tienen tres horas para ustedes solitos"...
Laura y yo nos quedamos en shock 2 o 3 minutos, en los que no
decid�amos qu� hacer. �Estar�a Dilia gast�ndonos una broma o esas tres horas
eran de verdad? �Y si ven�a la familia? �Y si ella regresaba? �Y si...?
Ten�a su boca a dos cent�metros de la m�a y ve�a sus ojos
embelesado, con el coraz�n adolescente latiendo a ritmo de samba, sabi�ndome
due�o de una oportunidad que no deb�a desperdiciar y que �estaba claro por su
actitud- Laura tampoco pensaba perderse. Se despejaron las dudas y salimos del
trance para entrar en un juego exquisito y que hasta hoy, 12 a�os m�s tarde,
recuerdo como uno de los momentos m�s incre�bles de mi vida.
Su lengua sabore� deliciosamente mi boca. Un cosquilleo
ardiente se disemin� desde mi pene hacia la nuca, recorriendo en un escalofr�o
mi espina dorsal hasta sentir un golpe seco en la base del cr�neo; no es posible
estar m�s excitado, as� que respond� tom�ndola por la cintura y atray�ndola
r�pida pero suavemente hacia m�. Est�bamos de pie y cuando la abrac� sinti� mi
erecci�n, poderosa, evidente, t�pica de esa edad. Eso la encabrit� y su beso se
hizo invasor, nuestras manos recorr�an la piel del otro por debajo de la ropa y
all�, por primera vez, sent� sus senos tibios, tras deshacerme del sost�n que
los aprisionaba.
Saqu� su blusa y los lam� tiernamente. Eran peque�os pero muy
firmes, con areolas rosadas y una textura celestial. Ella a esta altura ya me
hab�a sacado la camisa y acariciaba mi pecho haciendo peque�os pellizcos cerca
de las tetillas. Mi excitaci�n crec�a a cada instante y sent�a c�mo todo mi
cuerpo se electrizaba con cada roce de Laura.
La falda no dur� nada en su lugar. Me quit� r�pidamente el
pantal�n y los interiores e inmediatamente despu�s me arrodill� frente a ella.
Su vello p�bico era casta�o claro y formaba una peque�a mata que desped�a un
olor �nico, que s�lo he sentido en ella. Como llevado por una fuerza superior,
deslic� mi rostro por la almohadilla peluda que cubr�a sus labios vaginales.
Pod�a ver entre ellos una fisura muy rosada y h�meda, que empezaba a apretarse
contra m�. �vida, mi lengua se introdujo entre los labios mayores y hall� un
cl�toris que sobresal�a un poco del conjunto. Lo lam� con poca pericia pero
mucho ardor, porque bastante hab�a le�do acerca de ese maravilloso �rgano
femenino.
Sin embargo, yo no aguantaba m�s. Hab�a un sof� sin brazos en
la sala, de modo que me la llev� cargada hasta all�, porque Laura apenas pesaba
47 kilos, y yo 60 o m�s... la deposit� en el sof� e inmediatamente intent�
penetrarla, pero Laura era virgen, una extra�a sorpresa para m�. Me encaj� con
fuerza en la entrada de su vagina y comenc� a moverme lentamente para que se
acostumbrara a la presi�n de mi pene sobre el himen inmaculado. Ella no sinti�
dolor o lo disimul� muy bien mientras estuve intentando perforarla pero, apenas
logr� traspasar la tenue barrera, lanz� un grito terrible. Sin embargo me
sostuvo las caderas con las manos y me pidi� que me quedara quieto all� adentro.
Mientras una l�grima le resbalaba, tuvo a�n humor para decirme: "�si lo sacas
ahora te dejo!" y yo obedec�.
Al cabo de unos minutos durante los cuales nos distrajimos
gozosamente entre besos y caricias, cara a cara, me pidi� que la cabalgase.
Entonces sent� la mayor delicia en este mundo: el frote de sus paredes alrededor
del pene, estrech�ndome, abri�ndose lentamente para darme paso, resbaladizas y
firmes en torno al glande, humedeciendo el tallo y la base alfombrada con mi
propio vello.
Me mov�a sobre Laura y ella �estaba gozando!. Por encima de
la irritaci�n de su reciente desfloramiento, su cuerpo le enviaba se�ales de
placer y pude ver c�mo su cara se torc�a hacia atr�s, dejando los ojos en blanco
y, poco despu�s escuch� un segundo grito, tan profundo como el anterior pero sin
rastros de dolor. Le lleg� un orgasmo con el que casi perdi� el sentido. Sus
ojos en blanco, la convulsi�n de su cadera y sus u�as atraves�ndome casi la
espalda fueron un est�mulo extra que rompi� mi resistencia, sintiendo entonces
que deb�a salir de ella cuanto antes, para no tener que criar ni�os. Sal�
violentamente de ella mientras sal�an chorros de semen desde mis entra�as, e
iban a caer sobre el tenso abdomen de mi novia, quien me ve�a complacida por su
gozo y el m�o.
Inmediatamente me acurruqu� con ella en el sof� y hablamos
del amor, de nuestras vidas, de lo hermoso que fue. Hicimos promesas imposibles.
Dilia lleg�, efectivamente, a las 5 de la tarde. Nos despert�
suavemente, porque hab�amos ca�do en un pl�cido sue�o de pareja. Lo primero que
vi fue su rostro maquillado y sus labios muy rojos. Despu�s de la modorra
inicial, record� que estaba desnudo, y, entre excusas, cubri�ndome y tratando de
cubrir a Laura, buscaba con la vista la ropa, que estaba en la cocina, pero no
lo recordaba. Dilia estaba muerta de risa y me dijo que me tranquilizara:
�saben qu� hora es? Hace como media hora que los vi
dormidos, y me gust� como se ven ustedes juntos, hacen una linda pareja,
ella blanca, t� moreno. Incluso sent� deseo de tocarte pero Laura es mi
amiga. �dijo, con un gui�o- As� que no te tapes m�s, ya te vi bastante.
A pesar del discursito, pr�cticamente corr� hasta la cocina
para vestirme cuanto antes. Lo mismo hizo Laura aunque m�s tranquila.
Seguramente ya su amiga la conoc�a desnuda.
Nos despedimos un poco atolondrados por la situaci�n y nos
fuimos por la calle muy felices, euf�ricos, riendo a cada cruce, a cada calle,
hasta que llegamos a la casa de Laura. All� nos despedimos con una felicidad
superior a cualquiera que record�ramos y finalmente, regres� a casa.
Me procur� una toalla y me desvest� en el ba�o, para
ducharme. Fue entonces cuando not� dos grandes anillos de rojo carm�n que
rodeaban mi pene.