Relato: El tatuaje EL TATAUAJE
Me dedico laboralmente a realizar tatuajes, tengo algunas
an�cdotas para compartir, he aqu� la primera, que espero sea del agrado de los
numerosos lectores de TR. �
Estaba en mi consultorio, cuando de repente ingresaron 2
personas j�venes, en apariencia inicial eran pareja, lo que luego me lo
confirmaron, �l se llamaba Ram�n, ten�a unos 22 a�os, corpulento, alto , rubio,
muy atl�tico; ella se llamaba Celeste, seguro en homenaje a sus bellos ojos,
morena de estatura mediana, due�a de un cuerpo escultural; lo concreto es que
quer�an que les tatuara sus nombres invertidos en la tetilla de �l y el seno
izquierdo de ella, luego de pactar mis honorarios, hice sentar en un sill�n del
tipo que usan los peluqueros, pero m�s re-clinada a Ram�n, quien se ofreci� para
ser el primero, se sac� su cami- sa y comenc� mi labor, mientras yo trabajaba
inscribi�ndole el nombre de su amada en el pecho, ella lo acariciaba en la
barbilla, el cabello, etc.,
obviamente se hab�a ubicado detr�s de �l, esta tarea no tuvo
inconve-niente alguno, pero cuando le tacaba el turno a Celeste comienza
realmente la historia. �
En efecto cuando se levant� Ram�n del sill�n, le ped� a
Celeste muy
respetuosamente, que descubriese su seno izquierdo y grande
fue mi sorpresa, ya que ella de sac� una remerita con la que cubr�a su pecho y
co- mo no usaba corpi�o alguno, qued� desnuda de la cintura para arriba,
produci�ndoseme una erecci�n instant�nea que trat� de disimular, mal que mal
eran mis clientes, despu�s le ped� que ocupase el sill�n ya des-crito y comenc�
a aplicarle una crema anest�sica en su seno izquierdo, mientras hac�a esto,
Ram�n se ubico detr�s del sill�n y le acariciaba su cabello, no niego que el
hecho de masajear tan hermoso y duro busto me resultaba estimulante, pero
trataba de actuar lo m�s profesional que po
d�a, pero todo se me complic� cuando Ram�n comenz� a
acariciarle el otro busto, no atinaba a nada, estaba absolutamente sorprendido
de lo que estaba viendo y se agrav� m�s a�n cuando Celeste, si ning�n recato
estiro sus brazos hacia atr�s y acariciaba la zona genital del var�n, yo que
hago aqu� me preguntaba, sin atinar a hacer nada, ni continuar con mi labor,
fueron uso pocos minutos, que me resultaron interminables, hasta que Celeste le
abri� el marrueco al pantal�n de Ram�n y le extrajo el pene, comenzando a
succionarlo de inmediato, ya Ram�n no acariaba
un solo busto, sino ambos y con ambas manos, mientras yo era
un expec-tador preveligiado, pero pasivo, no obstante mi excitaci�n iba en
aumen-to, fue entonces cuando me acerqu� con cierto temor y disimulo a las
pier-nas de Celeste y comprobando que a ninguno de los 2 les molest�, me
inte-gr� de lleno y gustoso a la fiesta, levant�ndole su ya corta faldita le
acari-
ci� sus bien torneadas piernas, acerc�ndome con rapidez a sus
diminutas bombachitas, mientras Ram�n y Celeste continuaban la labor que hab�an
iniciado y pr�cticamente me ignoraban, pero me dejaban seguir con mis ardientes
caricias, como ustedes comprender�n yo no estaba dispuesto a conformarme solo
con caricias, as� que preced� a sacarle su ropa interior, con su complicidad y
proced� a besarle su intimidad, hasta que encontr� su cl�toris, �l que chup�
hasta sentir el flujo de sus abundantes jugos, en ese mismo momento Ram�n
eyaculaba en la boca de su amada, quien se trag� todo el semen, sin que se le
cayese ni una gota, �sta doble situaci�n produjo una peque�a pausa, que yo no
quer�a que se dilatase, as� sin mu-cho pre�mbulos, ocup� el lugar de Ram�n y le
puse mi pene en los labios de Celeste, que abri� se boca para recibirme y
comenz� a succionar con ansiedad, para mi gozo, pero mi placer dur� poco, ya que
Ram�n se mo-tiv� con lo que ve�a, se desnud� y tom� a Celeste suavemente en sus
bra-zos y la deposit� sobre mi escritorio, sentandola en el borde del mismo,
para luego penetrarla vaginalmente, mientras yo me qued� con una exci-taci�n
terrible, m�s a�n cuando observaba como Ram�n fornicaba duro con Celeste, que lo
recib�a con mucha ansiedad, solo se escuchaban en mi consulta los gemidos de
Celeste y el t�pico ruido del mete y saca, pero yo quer�a mi parte del juego,
as� que decid� sacarme mis pantalones y mis calzoncillos, para treparme a mi
escritorio, por el lado de la cabeza de Celeete para introducirle, con su ayuda,
mi pene de nuevo en su boca, reiniciando ella una placentera succionada, que me
enloquec�a de placer, mientras continuaba su copulaci�n con su pareja, quien ni
se inmutaba por mi participaci�n, sino que solo se limitaba ha seguir fornicando
con Celeste, en un momento dado levant� las piernas de ella y se las puso sobre
sus hombros para aumentar la introducci�n de su pene en la va-gina de Celeste,
situaci�n que m�s excit� a la dama, para suerte mia, ya que su grado de
excitaci�n, hac�a que me succionara mi pene con mayores brios, hasta que sin
ponernos de acuerdo, pero en forma simultanea, los 3 alcanzamos nuestros
respectivos orgasmos, para nuestra completa satis-facci�n y gozo, todo esto pas�
sin mediar palabra alguna. �
Una vez consumados los acontecimientos descritos y volviendo
a "la normalidad", pero a�n desnudos, Ram�n me pregunt� si podiamos con-tinuar
con el tatuaje de su amada, lo que nos produjo na expontanea risa a Celeste y a
mi, pero obviamente ten�a que cumplir con mi esforzado trabajo, pero Celeste
prefir�o y as� lo hizo saber, que volviesen otro d�a, ya que ten�a otros
quehaceres pendientes; consecuentemente nos higieniza-mos, nos vestimos y la
feliz pareja se alej�, con la promesa de volver , para completar el trabajo ( y
para una nueva jornada de sexo, supuse yo), pero por l�gica no lo coment�. -
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Relato: El tatuaje
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