Relato: Mi cu�ado (2)



Relato: Mi cu�ado (2)

Mi Cu�ado (Parte II)


Despu�s de una semana, las erecciones nocturnas de Ricardo
eran constantes, y supe que el macho estaba caliente por la falta de sexo. Mi
hermana estaba en otra casa, y pr�cticamente imposibilitada de satisfacerlo. A
la ma�ana siguiente, al espiarlo mientras se ba�aba, vi que se masturbaba. No
pude resistirme y entr� al ba�o con el pretexto de acercarle una toalla. Me mir�
sorprendido a�n con la mano movi�ndose sobre su pene duro y tenso, y aunque not�
su mirada avergonzada, su inminente placer no le permiti� detenerse. Yo me
acerqu� a la ducha y sin pensarlo m�s me arrodill� frente a �l, acerc�ndole mi
boca. Entre sorprendido y excitado, Ricardo me dej� acercarme a la punta
lustrosa y h�meda de su verga y suspir� resignado cuando la acog� entre mis
labios.


Esto no est� bien - dijo con labios apretados sosteniendo su
pene hinchado con una mano y deteniendo mi cabeza alejada con la otra.


Yo insist� en silencio tom�ndolo por sus afiladas caderas y
atray�ndolo hacia m� sin dejar salir su glande rosado dentro de mi boca. Termin�
cediendo lentamente, dejando que un poco m�s del tronco hinchado entrara en mi
garganta. El resto fue m�s f�cil, y pronto ten�a la totalidad de su erecci�n
entrando y saliendo con un ritmo r�pido y exigente. Lo sent� tensarse, sus
piernas se pusieron r�gidas y se par� sobre las puntas de sus pies. Sus manos
tomaron mi cabeza mientras su cadera se empujaba con m�s fuerza sobre mi rostro.
Los pelos negros e hirsutos de su pubis me ara�aron la nariz y la dureza de su
verga me indic� que estaba por venirse. Intensifiqu� los movimientos de succi�n
y mi lengua recorri� con prisa su h�meda piel. Mis manos se aferraron a sus
nalgas mojadas y resbaladizas, impuls�ndolo a venirse y el chorro caliente y
abundante de su semen me llen� la boca. El sabor �cido y penetrante de su leche
me anim� a succionarlo hasta su �ltimo estremecimiento, hasta haberle sacado la
�ltima gota de la misma sustancia con que mi futuro sobrino se hab�a formado. Lo
orde�� hasta dejarlo seco.


Ricardo sali� del ba�o sin decirme nada. Se visti� como
siempre para irse a trabajar y al despedirse hizo el intento de decirme algo y
se arrepinti�. Estaba por marcharse cuando se dio vuelta y me abraz�. Solo me
apret� fuerte y muy, muy despacio, susurr� en mi o�do: gracias, cu�ado.


Esa noche lo esper� hasta muy tarde con la cena caliente y
Ricardo no lleg�. Pens� que a lo mejor hab�a echado todo a perder por no haberme
sabido contener y me sent� mal por �l y por mi hermana. A la ma�ana siguiente
Ricardo estaba en la cama como siempre. Deb�a haber llegado tan tarde que ni
siquiera me hab�a dado cuenta. Cuando se levant� para ba�arse, empec� a preparar
el desayuno. No me atrev� a meterme al ba�o nuevamente y lo esper� mejor en la
cocina. Cuando sali� a desayunar aun no se hab�a vestido. Tra�a enrollada la
toalla a la cintura y eso era algo que nunca hac�a. Se sent� en una silla frente
a la mesa y me mir�.


Me qued� esper�ndote en el ba�o, - me dijo simplemente.


Yo lo mir� con una fuerte mezcla de excitaci�n y cari�o. No
dije nada m�s. Ricardo me miraba directo a los ojos invit�ndome a que me
acercara. Camin� hacia �l sin dejar de mirarlo. Sus largas piernas se fueron
abriendo mientras me iba acercando. La toalla se corri� dejando ver sus muslos
velludos todav�a h�medos. Me acerqu� a�n m�s y la toalla dej� asomar sus huevos
redondos y suaves colgando entre sus piernas. Un paso m�s y el nacimiento del
tronco de su pene estaba a la vista. Cuando me arrodill� entre sus piernas
separadas para apartar la toalla, la verga entera estaba a mi disposici�n.


Esta vez no hab�a prisa, ni culpa, ni espera. La verga de mi
cu�ado era m�a, y me dediqu� a adorarla. La ol� con detenimiento, con esa mezcla
de jab�n y masculinidad llenando mi deseo. La lam� desde la deliciosa punta
hasta el vaiv�n continuo de sus test�culos. Me los met� en la boca uno por uno,
para terminar haciendo sitio a los dos a la vez en mi golosa boca. Enroll� mis
dedos entre los rizos negros de su pubis, y moj� con mi saliva los vellos suaves
que bajaban de sus huevos hasta su culo.


Ricardo permaneci� con los ojos cerrados. En la soleada
ma�ana, mientras en el comedor me dejaba deleitar con la absoluta belleza de su
cuerpo, lo quise m�s que nunca. Abstra�do de todo, me dediqu� a darle placer
mientras con una mano me masturbaba suavemente, tratando de no romper aquel
m�gico momento. Como la primera vez, el sabor de su semen me sumi� en un
absoluto placer que me hizo venirme al mismo tiempo que mi cu�ado me llenaba la
boca con su exquisita leche. Cuando ya se marchaba a trabajar me dijo que
pasar�a temprano por m� para ir a comer a casa de mi madre.


Ricardo disfrut� la comida y la compa��a de su mujer,
maravillado por los movimientos de su futuro hijo en el vientre de mi hermana.
Se comport� normalmente con todos, como si nada hubiera pasado entre nosotros, y
pronto nos marchamos. Al salir de la casa, ya en el coche y rumbo a su
apartamento donde me dejar�a antes de irse a trabajar, Ricardo hablaba
nerviosamente y se tocaba la entrepierna casi sin darse cuenta. El gordo bulto
de su sexo era bastante notorio y no pude evitar tocarlo. Ricardo me dej�
acariciarlo durante el corto trayecto hasta la casa y me cost� bajarme del coche
y verlo partir.


Esa noche lo esper� m�s ansioso que nunca, pero Ricardo llam�
para decirme que llegar�a tarde porque saldr�a a festejar con un amigo de su
oficina. Desilusionado me acost� a dormir.


Despert� en la madrugada al sentir unas manos recorriendo mi
cuerpo. Era Ricardo, por supuesto, y ven�a algo borracho. Sin mayores caricias
ni pre�mbulos trataba de bajarme los calzones de forma torpe y algo desesperada.
Alc� la cadera para que pudiera quit�rmelos sin problemas, y �l casi me los
arranc� de un tir�n. Me qued� totalmente desnudo y a la expectativa. Era mi
primera vez. Nunca hab�a tenido sexo con nadie, ni hombre ni mujer, pero sab�a
perfectamente todo lo que necesitaba. El deseo me sofoc� y con angustiosa espera
mir� como Ricardo se desnudaba. Su verga estaba totalmente erecta, y m�s bella
que nunca. Quise mam�rsela como lo hab�a hecho esa ma�ana, pero Ricardo me
apart� de un manotazo y sorprendido dej� que �l me indicara lo que quer�a.


Ricardo me volte� boca abajo sin mayores explicaciones. Sus
manos me acariciaron las nalgas, abri�ndolas inmediatamente. Me sent� totalmente
expuesto y vulnerable. Una sensaci�n nueva para m�. Ricardo me unt� crema en el
ano y me mont� con la misma fuerza y firmeza que lo har�a con una mujer. Yo no
estaba preparado para �l, y la penetraci�n fue sorpresivamente dolorosa. Le
rogu� que se detuviera, que fuera tierno conmigo, porque nunca lo hab�a hecho
antes. Eso pareci� disgustarle, porque en vez de detenerse me meti� la verga que
tanto admiraba hasta el fondo y sin piedad.


Me aferr� a las s�banas, conteniendo el grito que quer�a
escapar de mi garganta, pensando que �l era lo m�s importante de mi vida y que
lo que yo aguantara era poco comparado con el placer que podr�a brindarle. Su
aliento c�lido, pujando y resoplando sobre mi nuca me indicaba lo mucho que
estaba disfrutando y trat� de pasar por alto la sensaci�n desgarradora que me
part�a el culo. Me cogi� r�pido y fuerte, descargando dentro de m� esa leche que
ya hab�a probado en mi boca, y sin siquiera darme las gracias me desmont� y se
tir� a dormir despatarrado a mi lado.


Muchos sentimientos y sensaciones me rondaron en esos
momentos. Me sent�a herido por su falta de inter�s, por no haber ni siquiera
hecho el intento para que yo tambi�n disfrutara, pero por otra parte sent�a que
lo amaba m�s que nunca, que ahora yo era suyo y que le pertenec�a. Me limpi� en
el ba�o y me recost� a mirarlo. Era bello y sent� adorarlo. Recorr� con mis
manos su cuerpo desnudo y dormido, acunando suavemente su sexo ahora suave y
peque�o, lo lam� y descubr� la mezcla de su olor y el m�o, y aunque �l no se
diera cuenta, me masturb� mientras lo ol�a y lam�a su pene adormilado.
Finalmente me acurruqu� a su lado y me dorm� tambi�n.


Me despert� antes que �l y le prepar� el ba�o y el desayuno.
Ricardo se levant� con una fuerte resaca y un mal humor que yo no le conoc�a.
Mientras se ba�aba me llam� y fui corriendo al ba�o a ver qu� quer�a. Lo
encontr� bajo la ducha, desnudo y bello. No dijo nada, solo me se�al� su verga
erecta y gorda. Me met� en la ducha a mamarle el pito mientras �l se recostaba
en la pared y disfrutaba de mi mamada. Me sent� feliz de que me necesitara y
cuando se fue a trabajar me qued� pensando en �l y lo mucho que lo quer�a.


Esa noche volvi� a cogerme. No estaba borracho, por lo que
fue un poco mejor que la noche anterior. De todas formas, fue un sexo en�rgico,
sin caricias ni contemplaciones. Se limit� a acariciarme las nalgas un poco
despu�s de que le chup� la verga y los test�culos hasta casi hacerlo venirse en
mi boca. Esta vez quiso que me sentara sobre su verga, d�ndole la espalda. Yo lo
complac�, a pesar de que todav�a me sent�a un poco dolorido. Me unt� un poco de
crema y me mont�. Su verga r�gida me penetr� casi hasta la mitad, y el resto
tuve que met�rmelo a pesar del dolor. Mi cu�ado me agarr� por la cadera y me
empal� sobre su pito duro y exigente, haciendo que brincara y rebotara sobre �l,
sent�ndome sobre aquella vara de carne una y otra vez, hasta hacerlo suspirar de
placer. Dijo que era una de las mejores cogidas de su vida.


En la madrugada volvi� a montarme. Entre sue�os sent� sus
dedos hurgando entre mis nalgas, y cuando me introdujo un par de dedos me
despert� bruscamente. Ricardo me unt� un poco de saliva y para adentro
nuevamente hasta que se vino y me dej� dormir. Por la ma�ana nos despertamos
tarde y ya no hubo tiempo de hacer nada m�s, pero para la hora de la comida,
Ricardo ya estaba ansioso por met�rmela nuevamente. Me lo dijo en un susurro
mientras mi madre serv�a la sopa y mi padre hablaba sobre algo que hab�a
escuchado en las noticias. Ricardo me hizo una se�a mientras se disculpaba para
pasar al ba�o, y no tuve m�s remedio que seguirlo. En el ba�o se desabroch� los
pantalones que resbalaron por sus largas piernas velludas. Su pito erecto y
ansioso me esperaba. Me hinqu� para chup�rselo, pero mi cu�ado me levant� y me
recarg� sobre el lavabo, abri�ndome las nalgas para untarme el ano con saliva.
Me la meti� sin m�s demora, all�, en casa de mis padres, a escasos metros de su
mujer y mi familia. Me sent� tan excitado como �l, y juntos alcanzamos el
orgasmo r�pidamente, �l en mi culo y yo masturb�ndome sobre el blanco lavabo de
mi madre. Salimos como si nada y comimos con mi familia igual que siempre.


Por la noche volvi� a cogerme, esta vez sobre la mesa del
comedor con todas las luces encendidas y con la misma urgencia de siempre.
Empec� a sospechar que Ricardo era un adicto al sexo y me imagin� que tarde o
temprano la novedad de hacerlo conmigo se le pasar�a, y que tal vez entonces
tendr�a la oportunidad de hacerlo con �l de una forma m�s cari�osa. Pero me
equivocaba.


Despu�s de una semana, donde me cogi� de todas las formas
imaginables y en las posturas m�s raras que pudo imaginar, pens� que Ricardo se
tranquilizar�a, pero no fue as�. Una noche lleg� a casa del trabajo en compa��a
de dos hombres. Me present� con ellos y me pidi� que les preparara algo de
beber. Se sentaron los tres en la sala y yo les llev� las bebidas. Despu�s de
una hora estaban bastante achispados. Ricardo puso una pel�cula er�tica en la
videocasetera. Una rubia con tetas descomunales chupaba la enorme verga de un
negro mientras otro le met�a la suya por detr�s. Ricardo y sus amigos se
pusieron cachondos. Not� los bultos bajo los pantalones y los comentarios que se
hac�an entre ellos s�lo lograban ponerlos m�s y m�s calientes.


Sab�an que mi cu�adito sabe mamar una verga tan bien como lo
hace la chichona esta? - les dijo de pronto a sus dos compa�eros.


Ellos me miraron entre divertidos y sorprendidos, mientras yo
enmudec�a de pena y trataba de callar a Ricardo con el peso de mi mirada.


- No juegues, Ricardo, - dijo uno de ellos - como va a ser
eso posible? -

- Te lo juro, - contest� mi cu�ado - , este joven hace unas mamadas
espectaculares, si lo sabr� yo. -

- Ah, cabr�n, - coment� el otro - o sea que ya lo probaste, pinche Ricardo. -

- Ya me conoces - dijo �ste - cuando se me para la reata soy capaz de cualquier
cosa. Y mi cu�adito es muy complaciente conmigo. - Pues pr�stanoslo, no? - pidi�
el primero. -

Claro, �l estar� encantado de mamarles la verga a los dos, verdad? - dijo
mir�ndome.


Yo trat� de negarme, pero Ricardo se puso de pie y casi me
empuj� sobre las piernas de uno de sus amigos, que sin necesidad de m�s
explicaciones se abri� la bragueta y se sac� el miembro. Yo no quer�a mamarle la
verga, pero Ricardo quer�a que lo hiciera, y yo quer�a complacerlo a �l. Tom� la
verga del tipo con una mano y me la met� en la boca. El otro amigo aplaudi� de
gusto cuando vio esto, y tambi�n se sac� la verga, acarici�ndosela mientras
esperaba su turno. Ricardo me miraba extasiado, y supe que estaba tan excitado
como sus dos amigos. Pronto se vino el primero de ellos en mi boca y ya el otro
me esperaba. Le mam� la verga tambi�n y cuando termin� segu� con la de mi
cu�ado. Los tres dejaron sus cargas de leche en mi boca y me beb� sus leches
hasta la �ltima gota. Satisfechos, los amigos de Ricardo se despidieron y
prometieron llamarle para volver a reunirse. En cuanto se marcharon, Ricardo me
desnud� de forma apresurada all� mismo en la sala donde apenas hab�a mamado las
vergas de sus amigos y me abri� las piernas. Su pene estaba duro de nuevo, y
esta vez quer�a mi culo, no solo mi boca. Me cogi� con fuerza, mientras no
cesaba de repetirme que yo era tan puto que no me hab�a importado comerme los
rabos de sus amigos, y que ahora me daba por el culo porque ese era el premio
que merec�a por ser tan puto. Yo me perd� en la sensaci�n de su verga horadando
mi culo y no le record� que hab�a sido �l mismo quien me hab�a ordenado que lo
hiciera.


Dos d�as despu�s Ricardo me llam� a media ma�ana, indic�ndome
que no pod�a pasar a recogerme para ir a comer a casa de mi madre, y que lo
esperara en la esquina de su trabajo, porque de all� nos ir�amos. Se me hizo
extra�o, pues su trabajo estaba m�s lejos de la casa de mi madre, pero obedec�.
Cuando lleg� por mi no ven�a solo, lo acompa�aba uno de los dos amigos que
hab�an estado en casa. Ricardo me dijo que su amigo necesitaba con urgencia una
mamada y me orden� que se la diera en el asiento trasero mientras �l manejaba.
Obedientemente me sub� atr�s y abr� la bragueta del amigo, que ya ten�a el pito
erecto y listo. Me lo met� en la boca, mientras el coche circulaba por la
ciudad, con miedo a ser observado por alg�n transe�nte. Su amigo empujaba mi
cabeza sobre su verga dura y sent�a el glande tocando el fondo de mi garganta.
Cuando consegu� que se viniera, el amigo de Ricardo se ape� en una esquina y yo
me pas� al frente, junto a mi cu�ado.


- B�jate los pantalones, - me orden�.

- �Aqu�?, �y si alguien me ve?

- �Obedece, carajo!


Hice lo que me ordenaba. Me baj� los pantalones y los
calzones, sent�ndome con el culo desnudo sobre el tapizado de su auto. Ricardo
meti� la mano derecha entre mis piernas mientras conduc�a con la izquierda.


-Tienes el culo h�medo, como cualquier puta callejera. Te
calentaste con la mamada que le hiciste a mi amigo, �verdad?


Yo asent�, sin explicarle que �l era el �nico que me excitaba
y que sus palabras y su trato eran los que me hab�an parado la verga.


-Ya lo sab�a, eres una zorra, peque�a putita.


Sus dedos me entraron en el culo junto con sus palabras. Abr�
las piernas permiti�ndole un mejor acceso mientras nos deten�amos con el
sem�foro en rojo. Al lado del coche, el chofer de un enorme cami�n de mudanza se
nos qued� mirando, d�ndose cuenta de lo que estaba pasando. Me hizo una se�a
obscena que me llen� de verg�enza. Ricardo not� que yo trataba de cerrar las
piernas porque el chofer nos estaba observando, y en vez de dejarme hacerlo, me
las abri� aun m�s, permitiendo que el tipo mirara mi peque�o culo abierto.


- Te gusta? - le grit� a trav�s de la ventanilla abierta.


El tipo le mostr� el dedo medio mientras lo met�a entre los
dedos de la otra mano, imitando el movimiento de una cogida y asent�a con la
cabeza. El sem�foro se puso en verde y arrancamos. Me alegr� de alejarme, pero
Ricardo se estacion� una cuadra despu�s en cuanto encontr� lugar. El cami�n de
mudanzas hizo lo mismo y Ricardo se ape� a hablar con el tipo. Regres� un minuto
despu�s y me dijo que lo siguiera mientras cerraba el coche. El tipo de la
mudanza se hab�a bajado tambi�n y vi que era grande y bastante fuerte. Tendr�a
unos 40 a�os y los brazos llenos de tatuajes. Abri� la puerta trasera del cami�n
y los tres subimos. Cerr� la puerta y quedamos sumidos en la oscuridad. Encendi�
una peque�a luz y nos miramos los tres.


Ricardo busc� donde sentarse y se acomod�, indic�ndole al
tipo que empezara. El hombre se acerc� a mi y comenz� a acariciarme mientras me
besaba el cuello y desabrochaba mi ropa. Yo trataba de no mirarlo y fij� la
vista en Ricardo, que sentado nos miraba con mucho detenimiento, disfrutando de
tenerme en esa situaci�n. Despu�s de desnudarme completamente, el tipo se quit�
toda la ropa. Desnudo era todav�a m�s impresionante. Su enorme pene brillaba
rojo bajo la luz de la bombilla y me dijo que se lo chupara. Yo no ten�a deseos
de hacerlo, pero Ricardo me observaba y me hinqu� para meterme la gruesa reata
del chofer en la boca, bajo la atenta mirada de mi cu�ado, que empez� a
acariciarse el bulto bajo los pantalones sin dejar de mirarnos. Despu�s de un
rato de mamada, el tipo me sac� la verga de la boca y se acomod� a mis espaldas.
Me empuj� hasta hacerme quedar en cuatro patas, como un animal. Estaba frente a
Ricardo, casi entre sus piernas, y me concentr� en su hinchada bragueta para no
sentir como el tipo de atr�s comenzaba a cogerme. Su verga entr� en mi cuerpo y
gem� involuntariamente. Ricardo se abri� la bragueta, liberando su verga erecta
casi en mi rostro. Me atrajo hacia ella y yo abr� la boca complaciente en
recibirlo. Mi culo estaba lleno de verga, pero la �nica que me importaba era la
que ten�a en la boca. Ricardo se inclin� un poco para acariciar mis pezones.
Nunca hab�a hecho eso, y sus caricias, aunque rudas, me hicieron olvidar todo lo
dem�s. Sus dedos en mis tetillas me llenaron de placer, y mi culo debi� de
contraerse con mi deseo, porque el chofer de la mudanza comenz� a bombear con
m�s intensidad y pronto me dej� su carga de semen dentro de mi culo, mientras
Ricardo se ven�a en mi boca.


Regresamos al coche nuevamente y Ricardo manej� en silencio
hasta llegar a casa de mis padres. Laura hab�a empezado a tener contracciones y
todo se olvid� mientras nos prepar�bamos para irnos al hospital. Esa misma noche
naci� mi sobrino y con su llegada, yo sab�a que mi vida en casa de Ricardo hab�a
llegado a su fin. No supe si entristecerme o alegrarme. Por un lado sab�a que lo
extra�ar�a, pero por otro lado, la relaci�n hab�a tomado un giro muy extra�o que
no era el que yo hab�a esperado.


Para mi sorpresa, la familia decidi� que Laura y el beb� se
quedar�an unos d�as m�s en casa, para que mi madre pudiera ayudar a mi hermana
con el reci�n nacido. Mientras me informaban de esto, Ricardo me miraba con una
extra�a mirada, y sin que nadie se diera cuenta se acarici� el paquete justo
donde yo pudiera verlo. No pude dejar de sentirme excitado, y supe que esos
d�as, por pocos que fueran, ser�an muy bien aprovechados por mi cu�ado.


Las dos primeras noches dorm� solo, porque Ricardo acompa�� a
Laura en casa de mis padres, pero el llanto del beb� y las continuas levantadas
en la madrugada para alimentarlo no le permit�an a mi cu�ado descansar, y su
trabajo se estaba resintiendo. Le explic� a mi hermana que necesitaba dormir
bien y que mejor esperar�a junto conmigo a que ella pudiera regresar. Y lo tuve
de nuevo en casa.


La primera noche me cogi� violentamente, y repetidas veces.
Yo no me explicaba de d�nde sacaba tanta energ�a. Su pene necesitaba poco tiempo
para recuperarse y mi dolorido culo apenas se repon�a de una cogida cuando ya me
lo estaba abriendo de nuevo con renovadas energ�as. A pesar de todo, siempre
terminaba excit�ndome, y su verga segu�a siendo fuente de inagotable placer para
m�. Acomodaba mis piernas sobre sus hombros, abri�ndome totalmente las nalgas
para �l y lo dejaba penetrarme. Me apoyaba de la pared, de la cama, de la mesa
del comedor, de la ducha, o de donde �l quisiera, ofreci�ndole mi culo y mi
absoluta obediencia a sus necesidades. Le mamaba la polla, se la chupaba, se la
acariciaba, se la paraba y se la exprim�a siempre que me lo ped�a, y me com�a y
beb�a lo que esa verga produc�a.


Toda una semana a su completa disposici�n y satisfaciendo
hasta su m�s m�nimo deseo, pero para Ricardo eso no era suficiente.




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Relato: Mi cu�ado (2)
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