DESPERTAR I
No recuerdo exactamente cuando comenc� a interesarme por el
sexo, como una fuente de placer y satisfacci�n, sin embargo creo que desde
peque�o estuve en contacto con personas con quienes aprend� a vivir el erotismo
sin dudas, prejuicios o temores, y lo m�s importante sin dolor (moral y f�sico)
o remordimiento.
Durante once a�os fui hijo �nico, as� que desde mi nacimiento
cont� con la atenci�n privilegiada de mis padres, quienes han sido maravillosos
conmigo y mis dos hermanas (la primera naci� poco despu�s de cumplir yo los once
a�os y la menor, dos a�os despu�s), desde muy peque�o ba�arme con mi padre fue
de lo m�s normal, aprend� a admirar su hermoso cuerpo desnudo, deseando ser como
�l en todos los aspectos.
Mis padres trabajan en una importante compa��a trasnacional
como ejecutivos, tienen un importante cargo dentro de la misma, as� que de
manera frecuente viajan dentro del pa�s y por el extranjero, en ocasiones,
cuando se pod�a, me llevaban con ellos, y cuando eso era imposible, me dejaban
en compa��a de una se�ora que les ayudaba en el aseo y cuidado de la casa, o con
alguno de mis parientes (abuelos, t�os, etc.).
Yo desde luego al principio sufr�a cuando viajaban mis
padres, sin embargo, con el tiempo aprend� a separarme de los mismos, de tal
manera que estar bajo el cuidado de diversas personas no nos causaba mayores
problemas.
De mi primera infancia recuerdo con placer las visitas que
hac�a a un rancho donde viv�a mi abuelita J�.., madre de mi pap�, quien era
fant�stica conmigo (y con todos), recuerdo que con ella s�lo viv�a en ese tiempo
mi t�o Santiago, el hermano menor de mi padre, quien me tomaba como su mascota
cada que me quedaba con ellos.
Desde que llegaba a la casa, mi t�o se encargaba de llevarme
por todas partes, desde luego yo estaba feliz, pues al visitar la parcela lo
hac�amos a caballo, desde chico me ense�� a montar, cuando los dos mont�bamos el
mismo animal, siendo peque�o me sentaba delante de mi t�o, pudiendo sentir como
su verga palpitaba contra mis nalgas, yo desde luego no ve�a en ese contacto
nada sensual, m�s bien me sent�a protegido, cuando crec� (y comenc� a percatarme
del erotismo) me montaba a espaldas de mi t�o, apret�ndole firmemente su
cintura, y cuando nos baj�bamos de la bestia pod�a observar sin disimulo como se
levantaba orgullosa su verga por debajo del pantal�n.
El caso es que cada que visitaba a mi abuelita yo no me
despegaba de mi t�o, quien incluso se ba�aba conmigo, de �l fue la primera verga
que pude admirar, adem�s de la de mi padre, con una peque�a diferencia, cuando
observaba desnudo a mi padre, su verga estaba fl�ccida o lo m�s semirrecta, con
mi t�o Chago, la cosa era distinta, pues su verga siempre estaba a todo lo que
daba, era (es) enorme (as� la ve�a yo), prieta, sin circuncidar, cubierta por
una espesa mata de pelos y con dos enormes huevos que colgaban y que apenas
hubiera podido cubrir con mis manos.
Cada que me ba�aba con mi t�o, el me enjabonaba, siempre
recorr�a con suavidad y dulzura mi cuerpo, me lavaba cuidadosamente cada
cent�metro de piel, poniendo atenci�n en mi culito y mi pitito, que era
insignificante comparado con el de �l, a veces pod�a sentir incluso como
intentaba meter uno de sus dedos en mi culito, sin embargo, siempre se
controlaba, nunca me pidi� (en ese tiempo yo ten�a como cinco a�os y mi t�o como
17) que lo acariciara o tocara, simplemente �l se contentaba con recorrer mi
cuerpo con delicadeza y ternura infinita, ahora que lo pienso creo que el fue
quien me ense�� a acariciar y ser acariciado.
Por las noches desde luego yo dorm�a con �l, muy abrazados,
pudiendo sentir contra mi su fuerte y correoso cuerpo, pero sobre todo su verga
que palpitaba furiosa al estar aprisionada por su boxer o trusas (aunque a veces
cuando despertaba me encontraba abrazado de mi t�o y los dos est�bamos
completamente desnudos), algunas noches mi t�o se levantaba de la cama y
(despu�s lo supe) se masturbaba a espaldas de mi, la primera vez que me di
cuenta le pregunt� que estaba haciendo y el me contest�, nada mi�jo, ya
du�rmete.
Otro de los hermanos de mi pap� posee un rancho muy extenso
que est� alejado un poco de la cabecera municipal, donde vive con su familia,
que est� formada por mi t�o Jorge, mi t�a Estela y dos primos hermanos, Jorge
(que me gana con siete a�os) y Luis Enrique (que es mayor dos a�os que yo), a
ellos tambi�n los visitaba con mucho placer pues eran muy amables y atentos
conmigo, todos me cuidaban y me quieren mucho, en ese rancho s�lo viv�an mis
parientes y algunos trabajadores (su n�mero variaba) que los ayudaban en
diversas tareas en el campo.
Al igual que con mi abuelita, en esa familia me sent�a feliz,
era inseparable de mi primo Luis Enrique, siempre �bamos a todas partes,
compart�amos todo, y posteriormente �l se convirti� en la primera persona con
quien cog�, pero eso pas� algunos a�os despu�s, en una visita que hizo a mi
casa.
En el rancho de mis t�os se viv�a un erotismo muy fuerte,
imaginen un lugar donde la �nica mujer era mi t�a (a veces la ayudaban muchachas
o mujeres, pero no duraban mucho), todos los trabajadores (hombres j�venes)
estaban en constante excitaci�n, a mi me lo parec�a, pues siempre admiraba los
bultos de sus vergas, que mostraban de manera normal, a veces incluso para
bromear entre ellos, se las sacaban del pantal�n y se las mostraban a los dem�s,
yo los ve�a y me re�a, para mi siempre era s�lo un juego, Luis Enrique y yo no
pod�amos competir con ellos, pero mi primo Jorge, s� que lo hac�a, pues el
tambi�n se destacaba por una soberana verga, muy hermosa y grande por cierto.
En las tardes mi t�o, mis primos y yo y en ocasiones algunos
de los trabajadores, nos �bamos a ba�ar a una atarjea muy grande que estaba en
uno de los corrales, ah� fue donde aprend� a nadar, siempre de la mano de mis
primos o alguno de sus trabajadores, sintiendo no pocas veces como de manera
disimulada o abierta me tocaban o buscaban restregar sus levantadas vergas en mi
cuerpo, a pesar de que era peque�o a�n.
Cuando s�lo est�bamos Luis Enrique y yo nos ba��bamos
desnudos, a lo largo de los a�os ambos nos percatamos de los diversos cambios
que vivimos, �l desde luego antes que yo, con el tiempo se convirti� en uno de
mis mejores maestros.
De esos primeros a�os s�lo recuerdo con molestia a uno de los
trabajadores de mi t�o, era un hombre insignificante, desali�ado, peque�o y muy
delgado, pero con una verga enorme, creo que la m�s grande que he visto en mi
vida (o una de las tres finalistas), que en estado fl�ccido apenas �l pod�a
cubrir con ambas manos, y que siempre que me ve�a solo en el rancho, hac�a todo
lo posible para que se la viera pues sin m�s se la sacaba y la sacud�a frente a
mis sorprendidos ojos, que no pod�an imaginar como ese hombrecito ten�a una
verga que f�cilmente era del doble que mi pap�, mi primo Jorge o mi t�o
Santiago, con �l tuve lo que se podr�a decir mi primera experiencia sexual.
En una ocasi�n, cuando ten�a seis a�os, me encontraba solo en
el rancho con mi t�a, pues los dem�s hab�an salido, Luis Enrique incluido, as�
que para matar el tiempo, me sal� al campo a pasear, cuando a lo lejos observ�
que se me acerc� el trabajador, que muy amable me pregunt� lo que hac�a, yo le
contest� que s�lo paseaba pues me encontraba muy aburrido, el me invit� a
acompa�arlo a revisar una cerca, a lo que yo acced�, montando con �l en la
bestia, en cuanto me subi� me tom� las manos, dici�ndome que me agarrara muy
fuerte pues se iba a ir a trote r�pido, como en efecto lo hizo.
Como pude lo tom� de la cintura, el busc� la manera de
sujetarme bien para no caer del caballo, sin embargo en un momento dado, dirigi�
mis manos hacia su entrepierna pudiendo sentir a plenitud como brincaba una
verga inmensa.
Cuando llegamos a una parte muy alejada del rancho, y donde
nadie nos iba a sorprender, el me baj� del caballo y me condujo a una parte
cubierta totalmente de matorral donde nos ocultamos de cualquier posible miraba.
En cuanto llegamos el se acost� en la hierba y me pidi� que
me acostara con el, yo desde luego no desconfi�, as� que me acerqu� y me coloqu�
junto a �l, en cuanto estuvimos juntos me dijo que me iba a ense�ar una cosa que
me iba a gustar y o le dije, �qu�?, el procedi� a bajarse el pantal�n, brincando
una enorme verga, enorme, muy enorme, de la cual no pude apartar la mirada, el
me dijo que la pod�a tocar, yo desde luego no me atrev�a, y le dec�a que no, a
lo que el me dec�a, �ndale, te va a gustar, yo continuaba neg�ndome, hasta que
el me dijo, f�jate lo que voy a hacer y comenz� a masturbarse, yo no pod�a dejar
de ver como su mano sub�a y bajaba de aquel tremendo tronco, hasta que �l tom�
mis manos y cubri�ndolas con las suyas comenz� a jal�rsela con �mpetu, yo s�lo
ve�a la cara de �xtasis que el pon�a al sentir mis manos sobre su verga.
Yo hice todo lo posible por safarme, pero era imposible, el
me ten�a muy bien sujeto y no dejaba de gemir de placer, mi cara estaba muy
cerca de su verga, as� que pude observar con sorpresa como parec�a crecer cada
vez m�s y c�mo le empezaban a salir gotas de un l�quido, hasta que en un grito
comenz� a chorrear lo que parec�an orines, s�lo que de otro color, yo estaba
asqueado, pues adem�s la verga estaba muy sucia y le ol�a terrible, a diferencia
de mi t�o Santiago que siempre cuidaba su higiene a m�s no poder.
El caso es que ese trabajador chorre� lo que parec�a una
interminable orinada, mientras jadeaba de placer, en cuanto se tranquiliz� un
poco, me mir� sonriente y me dijo �te gust�? Yo le dije �qu�?, eso que me
hiciste yo le dije que no me hab�a gustado, a lo que �l solt� una sonora
carcajada.
Al mirarlo con detenimiento observ� como su verga comenzaba a
bajar de tama�o y grosor, sin embargo a�n continuaba siendo enorme, descansando
sobre su mata de pelos que estaba llena de lo que parec�a crema, el me dijo:
t�cala y yo desde luego me negu�, porque lo que ve�a me daba mucho asco.
El se ri� y me dijo que yo era un ni�ito muy bonito, pero
putito y que con el tiempo me iba a gustar, me pregunt� que si ya lo hab�a hecho
y yo le deje �qu�?, �ya te cogieron?, me contest� a lo que yo le dije que no
sab�a que era eso, el me dijo que si alguien ya me hab�a metido su verga en el
culo, yo desde luego no pod�a imaginar eso y le dije que no, a lo que contest�
que me iba a pasar tarde o temprano, con uno de mis primos u otra persona, en
fin yo no sab�a de qu� me estaba hablando, pero desde luego no me gustaba su
tono.
Pasado un rato pude observar como su verga se paraba de
nuevo, y �l simplemente mir�ndome a los ojos y cruzando sus brazos en la nuca me
dijo, t�mala y haz lo que me hiciste, desde luego yo me negu� y le dije que no
me gustaba, a lo que �l insisti�, cuando vio que me negaba por completo me dijo,
mira ni�ito lo vas a hacer quieras o no, entonces me tom� de nuevo las manos y
las puso sobre su verga a mi medi� m�s asco pues me embarr� de su semen y el
comenz� a masturbarse utilizando mis manos, yo le dec�a que no, a lo que el
contestaba con gemidos y jadeos.
En eso est�bamos cuando escuchamos un grito que nos
sorprendi� mucho.
�Hijo de la chingada� �qu� est�s haciendo?
Era Miguel, otro de los trabajadores de mi t�o, un muchacho
como de 18 a�os, que me ca�a muy bien, pues siempre era muy agradable y amable
conmigo, el otro trabajador, se levant� de inmediato y subi�ndose el pantal�n le
dijo, c�lmate Miguel, no pasa nada.
Miguel se le dej� ir dici�ndole �Animal! �Desgraciado!
�Pinche Perro!, y golpe�ndolo con furia, el otro trabajador como pudo se acomod�
su ropa y corriendo se protegi� de los golpes de Miguel, quien furioso le dijo:
-�L�rgate a la chingada o le digo al patr�n lo que estabas
haciendo, para que te mate!
El trabajador desde luego se fue corriendo, montando en el
caballo y se fue al rancho.
Miguel me pregunt� qu� me hab�a hecho el otro, yo s�lo le
dije que me hab�a pedido que le agarrara el pito y nada m�s, �l me dijo que si
me hab�a tocado en la colita y yo le dije que no, a lo que el respir� aliviado.
Despu�s me dijo que no les contara nada a mis t�os o primos y
que �l iba a arreglar todo para que el otro me dejara en paz.
Montamos en su caballo y cuando llegamos al rancho vi como
Miguel se acerc� al otro y le advirti� que se marchara o le iba a pesar.
El otro trabajador s�lo cubri� la quincena y despu�s se
despidi� de mi t�o, nunca m�s volvimos a saber de �l.
Esa es la historia de mi primera experiencia sexual.
Jalcanutillo.