Relato: El que viaja a dedo





Relato: El que viaja a dedo

Me gusta viajar y perderme en la sensual inmensidad
minimizada de los mapas, sentirme despojado de ra�ces, paria en cada punto que
piso, libre con cada parpadeo. Me sed�ce mirar las l�neas de la carretera y
comprender que la libertad es como el horizonte. Lejano, inalcanzable e
irresistible... a tal punto que vale la pena ir por ella cu�ste lo que cu�ste,
s�a como s�a.


Asi voy por los caminos de la vida y de la muerte, cort�ndo
ra�ces, arranc�ndo peque�as eternidades, despoj�ndome de todo lo que pudi�ra
aferrarme, al fin y al cabo, aferrarse es perder la libertad... el horizonte m�s
all� de la carretera.


Aman�ce en el desierto patag�nico, gran estepa �rida de
fuertes vientos provenientes de las moles andinas. Dem�s est� decir que hace
fr�o... mucho fr�o, suficiente como para creer que perd� mi nar�z en la parada
anterior, pu�s no la siento, al igual que a mis dedos, que supu�stamente
desc�nsan en el interior de unos guantes negros de lana dentro de los bolsillos
del camper�n gris. Y a�n as� el sol br�lla sin nubes que se interp�ngan con su
grandeza... es rara la estepa patag�nica, como la vida, como la libertad, como
los horizontes.


Estoy de pie al costado de la carretera, espect�nte... a la
esp�ra de alg�n avent�n salvador. A lo lejos un autom�vil reflej�ndo al sol
sobre su techo y abri�ndose paso entre las aguas de un espejismo creado por
�ste. Lev�nto la mano a la altura de mis hombros y est�ro el pulgar en toda su
dimensi�n... corrob�ro que no perd� mis dedos en el pueblo anterior y me alivia
en cierto modo. Mis anteojos negros reflejan los contornos del autom�vil
acerc�ndose... esp�ro que p�re, por �stos lares es raro ver autom�viles pasar
con menos de una hora de diferencia entre uno y otro, y �se es un tiempo que no
quisiera esperar, al menos, en esta fr�a ma�ana.


El autom�vil, una coupe Meg�ne amarilla como los cabellos de
Meg Ryan, se detiene metros adelante dej�ndo una nube de gris polvo tras de si.
C�rro casi en c�mara lenta hacia el veh�culo hasta llegar a �l. Me as�mo a la
ventanilla del acompa�ante, m�ro hacia adentro sin decir palabra alguna y mis
ojos se encuentran con un tipo de unos 40 a�os al volante y una chica en el
asiento trasero, bastante menor que �l, tal vez de unos 20 a�os, que apoyaba su
ment�n en la cabecera del asiento.


"Hola vaquero, a d�nde vas?". Preg�nta el conductor
ofreci�ndome una blanca sonrisa amistosa de mil dientes mientras con sus manos
se af�rra al volante y t�ra su cuerpo hacia atr�s, como queri�ndose pegar al
asiento.


"A donde s�a". La respuesta se deja o�r parca y fr�a como el
mism�simo viento que az�ta a �stas tierras o el filo plateado de una navaja que
a��ra la sangre. Mi tupida barba oc�lta a mis labios, que no sonr�en. Y tras mis
anteojos oscuros, mis ojos observ�ndo.


"Ok, sub�, nosotros vamos hasta Gobernador Gregores, as� que
si no te parece mal, te dej�mos ah�". La sonrisa ya no es de mil dientes sino
una leve mueca parecida a una desdentada sonrisa de lado. La chica me m�ra sin
ofrecer ninguna emoci�n, pareci�ra disgustada por algo ajeno a mi, quiz� el
padre o su amante en su defecto, le neg� un buen desayuno patag�nico. No la
c�lpo. Abro la puerta y s�bo. El autom�vil arr�nca y ret�ma su viaje, ya conmigo
como pasajero.


"�C�mo es eso de que vas a d�nde s�a?. Imagino que tendr�s un
destino fijo o al menos, pens�do, no?". Ya v�o, el tipo es de los que preguntan
todo durante el viaje, odian el silencio o las buenas canciones de la radio,
quieren saber donde nac�ste y hasta cu�ndo fue la primera vez que te la
chuparon. Es aceptable si el viaje es relativamente corto... �ste no lo ser�a,
por lo tanto, estaba jodido si pensaba que soportar�a su metralla de preguntas
idiotas.


"�Realmente cre�s que tendr�amos que tener todos un destino
fijo o pens�do?. Simplemente me d�jo llevar, el lugar es lo de menos, la
cuesti�n es tratar de alcanzar el horizonte y hasta d�nde se, �ste no termina en
Gobernador Gregores." Lo miro y el tipo sonr�e con su mirada al frente mientras
asiente con su cabeza sin decir palabra alguna. Atr�s, la chica m�ra hacia su
ventanilla mientras p�sa el mon�tono paisaje de estepa.


"Eso es imposible, �alcanzar el horizonte?, es absurdo y
perdon�me que lo diga, pero no puedo entender cu�l es la m�ta si es que la
tiene". Sigue con su sonrisita amistosa y la mirada al frente, pegada en las
l�neas de la carretera. Sus manos aferradas al volante como garras de cuervo en
el hombro de un ni�o se reflejan en mis anteojos oscuros, luego su sonrisa.


"�Me est�s escuch�ndo?". Mi voz se t�rna a�n mas fr�a y con
vestigios de una furia contenida provocada por personas que se limitan a lo que
la sociedad prop�ne, corderos en los campos de lo establecido que beben de las
aguas del �nico r�o permitido, neg�ndose as� la posibilidad de sumergerse en el
oc�ano que se nos ha regalado por ley divina o por naturaleza asumida.


"No te est� escuch�ndo, �l no s�be hacer semejante cosa,
carece de la gracia de o�r el mensaje y solo recibe las palabras". La ofuscada
vocecita proviene desde el asiento trasero, es nada m�s y nada menos que la
ninfa que hasta ese momento no hab�a emitido palabra alguna, y a la cu�l solo le
hab�a echado un vistazo antes de subir al autom�vil. Giro mi cabeza hacia ella y
mis anteojos la reflejan por sobre mis hombros. El conductor contin�a con
aqu�lla maldita sonrisa dibujada y con su mirada pegada al gris asfalto sin
siquiera escuchar a su dulce acompa�ante.


"�Cu�l es tu nombre?". Deseo saber qui�n es la due�a de
aqu�lla voz . Giro por sobre mi cintura hasta prestarle toda mi atenci�n a ese
angelito de cabellos dorados cay�ndo apacibles sobre ambos lados de su inocente
rostro. Unos ojos celestes como un primaveral cielo sin m�s nubes que sus
pistilos oculares invitan a mis deseos de querer volar en ellos. La leve sonrisa
contorne�ndose en sus labios me obligan a derramar sobre ellos mi mirada.


"Sabrina... mi nombre es Sabrina, pero pod�s llamarme
Sabrina". Su sonrisa (la m�s luminosa que jam�s he visto), se encuentra envuelta
entre tules de inocencia y agujas de picard�a. Su ment�n perfectamente femenino
por los suaves rasgos c�ptan mi atenci�n y obligan a bajar a�n m�s mi mirada. Un
cuello fino se refl�ja en mis oscuros anteojos, luego una musculosa blanca como
la espuma del mar insin�ando dos peque�os pechos de perfecta ondulez que lo
hacen presa de mis deseos m�s voraces. Vu�lvo la mirada hacia el cielo de sus
ojos. El conductor aferrado al volante y�ce sumergido en su silencio de
sonrisita idiota.


"Sabrina... existe un poema, el m�s bello de todos, escrito
con sangre y latidos / no sab�a su nombre pero cr�o que ya lo s�". Hipnotizado
por su belleza, perdido en cada l�nea de su rostro, siento que no existe nada
m�s en el mundo que la parte trasera de ese autom�vil y aqu�l �ngel que lo
habita. Ella sonr�e y levemente baja su rostro sin quitar sus ojos de mi oculta
mirada.


"Eso fue hermoso... apu�sto que se lo dec�s a todas las
chicas que acarician tu misterio. �Ac�so puedo saber como te llam�s?". Realmente
siento que mi otro yo, mi parte perdida, desc�nsa dentro del cuerpo de esa
criatura. Definitivamente nada existe a nuestro alrededor... todo lo dem�s es
una burda mentira, un espejismo sin sentido.


"Billy... mi nombre no es Billy, pero pod�s llamarme Billy".
Por primera vez s�rge de entre mis labios una leve sonrisa rodeada por mi
crecida barba de cham�n . Ella asiente con la cabeza y nunca d�ja de mirar hacia
mis ocultos lagos oculares mientras se mu�rde el labio inferior. �D�nde estabas
cu�ndo te necesit�?... �Porqu� no aparec�ste antes de tanto caos y final?, no
estar�a escap�ndo de mi m�smo como lo h�go, jam�s hubi�se transitado el camino
de perdici�n que transito... pi�nso y la m�ro. Con sus ojitos oce�nicos parece
responderme... no importa el pasado, ya es hora... ya es hora. De pronto una
metralla de carcajadas est�lla dentro del autom�vil rompi�ndo en pedazos aqu�lla
perfecta conexi�n de almas. Es el conductor que sin su sonrisita
insoportablemente complaciente y arranc�ndo su mirada de la carretera para
llevarla al asiento trasero le grita enfadad�simo a la chica.


"Dios m�o, res�lta que ahora la muy puta no solo puede hablar
sino que tambi�n sonr�e... y a un extra�o". Es incre�ble como una persona amable
puede convertirse de buenas a primeras en un perfecto hijo de puta. Ella qu�ta
sus ojos de mi rostro y sin decir una palabra, ll�va su mirada al tipo, le
sonr�e ir�nicamente de lado y vuelve a reflejar su atenci�n en mis anteojos.
Herido de muerte en el orgullo y m�s caliente que Bush observ�ndo la ca�da de
las Torres Gemelas, el tipo aminora la marcha, ll�va al veh�culo a un costado de
la carretera y fr�na.


"Puta de mierda, qui�n te cr�es que sos?. Conmigo nadie juega
zorra hija de puta. Baj�te ya m�smo del auto... merec�s morirte arrastrada y
sola". El rojo en el rostro del tipo se disemin� con la velocidad de la luz
hasta asemejarse a una paleta de frutilla incendi�ndose. Sabrina no quita su
mirada de mis ocultos ojos y obs�rvo como el celeste cielo de sus dulces ojos
comienza a nublarse hasta convertirse en verdaderos cristales de agua que al
rebosar, se derr�man en finos hilos de l�grimas plata atraves�ndo la suave
palidez de sus mejillas rumbo al ment�n. A�n asi no abandona mi rostro, en el
cu�l se al�ja como queri�ndo ocultarse dentro de �l.


"No escuch�ste, baj�te puta rastrera, o quer�s que te b�je a
trompadas". Exasperad�simo el cabr�n se dio vuelta por sobre su cintura para
dirigir de ll�no su lluvia de insultos a mi lastimado �ngel de dorados cabellos.


"Basta, no me insult�s m�s, estoy harta de esto... no te d�s
cuenta?". Y aqu�llos hilos plata se convirtieron en torrentes te�idos de negro
corri�ndo por cada facci�n de tan bello rostro. Mis anteojos oscuros refl�jan la
imagen m�s dolorosa que jam�s reflej�ron... me mu�rdo el labio inferior pero
perman�zco sentado en mi silencio.


"�No te quer�s bajar?... entonces lo h�go yo pedazo de
mierda". El muy cabr�n gira bruscamente hacia adelante para tratar de bajar del
auto, qued�ndo sentado de frente al volante. Al hac�rlo me obs�rva con fuertes
cargas de ira, puedo sentir como su odio se cl�va en mi carne y transp�sa a mi
esp�ritu. Aband�no lentamente el mar de l�grimas oscuras en el que me hab�a
sumergido, a ese bello rostro sumido en la tristeza, para enterrar de ll�no mi
mirada en los ojos de aqu�l peque�o hijo de puta.


"Y vos que mir�s?. Con vos no es la cosa." Puedo oler su
mierda interior, t�pico hombrecillo frustrado, enga�ado por la sociedad a la que
ven�ra, exprimidos sus d�as a cambio de un sueldo miserable, sin sue�os,
vac�o... sin un segundo m�s de futuro. Inmediatamente, como un refl�jo de luz,
aparece mi mano fu�ra del camper�n con una 38 color plata y la apoyo en su
frente, entre ceja y ceja. Sabrina grita al ver semejante aparato de muerte. Ni
me inm�to.


"Este es el fin mi dulce amigo / Este es el fin... tu fin /
De tus planes elaborados, el fin / De todo lo que resiste, el fin ". Un dulce
canto similar al canto de un indio acaricia mis labios y el The End de Morrison
se derr�ma sobre los o�dos de los all� presentes. Al terminar, sonr�o de lado.
El tipito ti�mbla como una hoja al viento, seguramente se va a mear en los
pantalones. Sabrina obs�rva perpleja, at�nita ante la imagen del arma en la
frente del cabr�n. El sol se refleja en ella... y el cielo, lo puedo ver.


"�Est�s loco?. Sac�me esa mierda de la cabeza idiota". Desde
su frente comienzan a aflorar peque�as gotas de sudor... seguramente un sudor
fr�o que rec�rre toda la extensi�n de su espina dorsal hasta clav�rsele en la
nuca. En sus ojos v�o como se ac�rca el filo de una guada�a.


"Que iron�a, pensar que tu horizonte se encuentra en
Gobernador Gregores y a�n as�, no lo vas a poder ver". Sonr�o y emp�jo a�n m�s
la 38 contra su frente, tanto que su cabeza se ap�ya contra la ventanilla del
veh�culo.


"Sabrina, dec�le a �ste loco que me s�que �sta mierda de la
cabeza... por favor te lo p�do". Espasmos enormes cr�zan el cuerpo del tipito y
el sudor empieza a chorrear sobre su rostro. Sus manos est�n levantadas a cada
lado de su cabeza, con las palmas abiertas. Ya no sonr�e, me preg�nto en que
lugar de su fl�cido cuerpo estar� el amable hombrecito de sonrisa idiota o aqu�l
hijo de puta que insultaba sin tregua. Sabrina no em�te palabra, un silencio
ensordecedor se al�ja entonces en el interior del autom�vil.


"Tranquiliz�te hombre y sac�me el arma de la cabeza, te pod�s
quedar con el auto y con la mina, pero quit�me eso de encima, por favor te lo
p�do". Qui�n dijo que los hombres no ll�ran?. Qui�n cree a�n que el llanto es
exclusivo de las mujeres?. He visto llorar a m�s hombres que mujeres en toda mi
vida, aunque parezca mentira, y los llantos iban desde unas pocas l�grimas hasta
un incontrolable mar de ellas. Ese �ltimo es el caso del hombrecillo, lo
imagin�. Sabrina permanece quieta en el asiento trasero, con sus ojos rodeados
de l�grimas secas y rastros oscuros de su pintura corr�da.


"Ya no te lam�ntes, solo estuv�ste en el lugar equivocado con
la persona equivocada. As� son las cosas, en cuesti�n de un segundo el azar
puede doblar el curso de tu vida, no te parece?. Adem�s, si tus ojos nunca
vi�ron m�s all� de Gobernador Gregores, estuv�ste cagado desde el comienzo".
Ap�yo el dedo sobre el fr�o gatillo y emp�jo el arma hasta clavar la nuca del
tipito contra la puerta del veh�culo. Cierra sus ojos lo m�s que puede mientras
ch�lla como un ni�o sin su torta de cumplea�os.


"Est�s loco hombre, realmente loco. �Qui�n carajo sos?".
Int�nta incorporarse llev�ndo su cuerpo hacia adelante pero det�ngo su
movimiento empuj�ndolo desde la frente con la plateada arma. Con mi mano
desocupada lev�nto levemente a los oscuros anteojos y le h�go un gui�o de ojo.


"Soy un asesino fantasma presenci�ndo toda mi bendita
sanci�n".


PUUUM


El disparo abri� la cabeza del tipito en dos y destruy� al
vidrio de la puerta en d�nde estaba apoyado. La sangre domina todo el
panorama... todo se encuentra salpicado de ella, inclusive la musculosita blanca
de Sabri que perman�ce en su lugar sin decir nada. Su mirada se encuentra
suspendida en alg�n punto dentro de su mente. La m�ro y sonr�o... ella m�ra al
cad�ver, me devuelve la mirada y sonr�e... si si, sonr�e.


"Billy, siento que ser�as capaz de morir por mi. �Porqu�?".
Al decirlo, su tono de voz se im�nda de una ternura que me envuelve por completo
hasta poseerme el alma m�sma. Me preg�nto, �porqu� no se encuentra espantada por
la muerte de su acompa�ante... ser�a su amante, su padre o s�lo un tipo que la
aventar�a hasta d�nde a ella m�s le conven�a?. No me g�sta preguntar, lo
det�sto, cada uno es lo que es y hace lo que quiere. Sus motivos tendr� para no
estar apen�da por aqu�l peque�o pelotudo. Ll�vo el arma hacia el bolsillo mayor
de mi camper�n, t�mo un pa�uelo del otro bolsillo y limpio las gotas de sangre
pegadas en los cristales de mis anteojos. Acto seguido, est�ro mi mano hacia ese
perfecto rostro angelical y qu�to con el pa�uelo un par de gotas rojas alojadas
en la frente de Sabrina.


"Eres mi chica, lo s� desde que te v�, as� como sab�s que soy
tu chico desde que me v�ste. No existe una explicaci�n l�gica para ello... el
amor no es l�gico... es". Mi mano permanece a�n en su rostro con la excusa de
limpiarle la sangre del fiambre a mi lado. Sonr�e y cierra sus ojos. Se lev�nta
del asiento por primera vez desde que la vi y oc�pa a mis labios con un beso
h�medo y c�lido capaz de resucitar a un muerto... si, inclusive a �ste chiquit�n
que y�ce inerte y fr�o a mi lado. Ahora rod�a mi cuello con sus delgados brazos
y el beso se hace m�s profundo. N�to que est� agitada, su respiraci�n acelerada
me ll�va al quinto infierno, mi sitio predilecto. De pronto se sep�ra, desh�ce
al beso y ll�va su mano al picaporte de la puerta del autom�vil para luego
abrirla. Una vez afuera, se ac�rca a mi puerta y la �bre. Sonr�e, no imaginaba
que los �ngeles sonrieran con la fogosidad de los demonios.


"�Te g�sta lo que ves Billy?". �C�mo pensar siquiera que
podr�a no gustarme lo que estaba vi�ndo?. Su diminuta musculosa blanca ah�ga a
dos pechos redonditos de pezones erectos y su tri�ngulo de Ven�s se oculta bajo
una falda cort�sima que ap�nas le c�bre su intimidad. Sabri se acaricia el
cuello con sus dos manos para luego bajarlas lentamente hasta sus pechos a los
que t�ca ardorosamente apretuj�ndolos entre sus finos dedos. Mientras lo hace
muerde con s�mo placer su labio inferior y cierra los ojos como conteni�ndo en
ellos todo el placer de su hermoso cuerpo en plena ebullici�n. Perman�zco
sentado con mis piernas fuera del autom�vil, disfrut�ndo de tan excitante im�gen
con una terrible erecci�n bajo mis pantalones que puede notarse a 30 kilometros
a la redonda.


"Billy, quiero que saqu�s tu pija y empieces a masturbarte
delante m�o. Deseo ver como me des�as, las sensaciones que te causa el verme tan
caliente por vos". Mientras lo dice se pell�zca los pezones por sobre la
musculosita con sus dedos y g�me como gata en celo en un bald�o ll�no de gatos
alz�dos. Desabroch� mi cintur�n de tachas plateadas, desabot�no el gastad�simo
pantal�n de cuero negro y bajo la totalidad del cierre para luego arrojar mi
prenda a un costado. El slip palp�ta, l�te de placer, necesita liberaci�n... y
se la doy. Entonces mi pene tieso y caliente afl�ra desde mi desnuda entrepierna
apunt�ndo autom�ticamente hacia el cielo patag�nico. Lo t�mo con una mano y
desnudo al glande baj�ndo la piel que lo rec�bre, ya rojo de g�nas de aqu�lla
ninfa. Al volver la mirada a Sabri, el quinto infierno se aloja entre nosotros y
el �ngel no es m�s que un demonio entre las llamas de la lujuria. Una de sus
manos cruza la ajustada l�nea el�stica de la diminuta faldita y arrem�te
fogozamente sobre su conchita.


"Mmm Billy, que caliente te p�ngo... y que loquita me volv�s.
�Quer�s ver?". S�ca la mano de entre sus piernas y v�o como le br�llan los dedos
producto de la humedad que em�na desde su vagina. Instintivamente comienzo un
s�be y baja de mi mano enrroll�da alrededor de mi pene y la carita de Sabri se
transforma en la viv�sima imagen de la calentura hecha mujer.


"Que rica se ve mi amooor". Su lengua se pas�a por la
totalidad de su labio superior y se arrodilla ante mi, dej�ndome una vista
perfecta de sus hermosas tetas bajo aqu�lla musculosita. P�ngo mis manos a cada
lado de mi cuerpo y espero la dulzura de un gran beso negro proveniente de la
boca que m�s deseo desde que tengo uso de raz�n, si es que el alg�n momento la
us�.


Puedo sent�r la calidez de su lenguita posarse sobre la
amoratada cabeza d�ndome. peque�as lam�das que l�gran estremecer hasta el lugar
m�s rec�ndito de mi cuerpo. Comienza a introducir la cabecita dentro de su
c�lida boca... mmm... si que se siente rico, que bien lo h�ce. S�ca el glande de
su boquita y da largas lam�das sobre el duro tronco hasta los huevos, a los
cu�les eng�lle con devoci�n. G�me, se desep�ra, le encanta chupar pijas, lo
perc�bo, lo v�o en cada embate de su boca, en cada sob�da de su lengua... mmm...
�no ser� la diosa de las mamadas?, si no lo es, es su m�s fiel seguidora. La
t�mo de sus dorados cabellos y le cl�vo la pija en su boca... la emp�jo, la
suelto, le estoy coji�ndo la boca y le encanta. Se la tr�ga toda y no da ni la
m�s m�nima se�al de que le mol�ste, al contrario, g�me a�n m�s mientras sus
manos se pierden debajo de la faldita, entre los mojados labios de su conchita.


"Que bien la chup�s putita, no sab�s que g�nas de cojerte ya
m�smo". Emp�jo mi cadera hacia atr�s y desentierro la pija de su boca. Me mira a
los ojos y es esa mirada, la de una aut�ntica perra calentona. Su boca colorada
de chuparla se encuentra empapada de su saliva y mis flu�dos.


"Coj�me Billy, quiero que me c�jas como nunca lo hic�ste. Soy
una puta ahora, una puta necesita que la c�jas... ya". La t�mo por debajo sus
brazos y la siento sobre mis piernas. Nuestras bocas se f�nden en un jugoso y
acalorado beso... beso que se derr�ma en saliva por entre los labios. Con ambas
manos le qu�to la musculosita, que tras superar su cabeza y sus manitas
levantadas, c�e al piso... lo sab�a, no usa sost�n. Em�rgen entonces, sus
p�lidos pechos, copos de miel, redondos, en punta... pezones rosaditos,
erectos... y los visito con mi lengua... los emp�po de saliva en cada lam�da, en
cada mordisconcito en celo.


"Mmm Billy, como me pon�s... ayyy mi amooor... ayyy". Le
mu�rdo los pezones, uno, luego el otro... junto sus tetas y lo h�go con los dos
a la vez... mmm, que tetitas tan deliciosas, se las comer�a todo el tiempo, se
sienten tan tibias, tan calientes. S�bo su faldita y no me sorprende constatar
que tampoco ll�va braguitas... sin dudas es ella la diosa del sexo carretero, y
la �mo. La ac�rco hacia mi pene hasta que �ste qu�da a solo cent�metros de su
vagina empapada, rosada y palpit�nte. La lev�nto, ayud�do por ella, y ap�yo mi
caliente glande sobre la entrada de su conchita. Lo p�so por toda la l�nea de
sus labios empap�ndomelo de su humedad y hasta punt�o el agujerito de su culito.
Asi un buen rato, s� que me lo va a pedir... se que se mu�re por sent�r mi carne
dentro de ella.


"Ayyy, ayyyy... d�le hijo de puta, coj�me, no agu�nto
maaaaaaaaasss, ayyy".La d�jo caer sobre mi m�stil de carne ardiente y siento
como se cl�va toda en su interior, un interior empap�do y caliente. "Siii Siii,
as� papiiito, mmm". Se mu�ve como una loca sobre mi, en c�rculos, de arriba
hacia abajo, parece como pose�da por los demonios del placer y la lujuria, y eso
me excita a�n m�s, mucho m�s. Esc�cho los ruidos que nuestras pieles l�gran con
sus humedades... chic chic chic... que bien cab�lga, que perfecta jinete sobre
la encendida montura de la entrepierna.


"Si puta, as�, asiiiiii". Mis huevos mojados por la viscosa
humedad ch�can contra los labios de tan hermosa e insaciable conchita y el sudor
se hace presente en nuestras pieles encendidas.. Estaba por derramarme cu�ndo
ella mordi�ndome el hombro y mi cuello grita casi en silencio y con mil suspiros
alojados en su pecho.... "Mi amooor acab�mos juntos... y ni se te ocurra
sac�rla". Una explosi�n emocional nos ab�rca, temblores zurc�ndo cada mil�metro
de cuerpo... ayyy ayyyyy... gritos al un�sono y mi leche derram�ndose a chorros
dentro de su concha... ayyy ayyyy.


No h�ce tanto fr�o y se debe a que los vientos patag�nicos se
han debilitado. Contin�o sentado en el autom�vil, a�n Sabri sobre mis piernas...
tembl�ndo, como yo, inundados del silencio cre�do cu�ndo las almas se separan de
los cuerpos en el mism�simo instante de la descarga. Detr�s de m� el cad�ver del
tipillo con la cabeza abierta y la sangre a�n tibia pegada en su rostro de
esp�nto.


Sabrina lo m�ra por sobre mi hombro, sonr�e y me abr�za...
"Te �mo Jim, siempre te voy a amar". Lentamente sep�ro a su perfecto ment�n de
mi hombro hasta quedar cara a cara. Un mar de l�grimas descienden desde sus ojos
celestes como el cielo en primavera. Ap�ya la 38 plateada sobre mi frente, entre
ceja y ceja, sin parar de llorar. Me la quit� en el abrazo... es igual a mi,
deb� suponerlo. �C�mo sabe que me ll�mo Jim?... no se lo preguntar�, no me gusta
hacerlo... es m�s, cr�o que ser� mejor que no lo s�pa. Y sonr�o... �porqu� no
hacerlo?, estoy enamorada de esta chica, mi chica.


"Jim... �ste tipo s�lo me dio un avent�n, no hice nada con �l
a pesar de que casi me obliga. Quiero que s�pas eso, soy s�lo tuya... siempre lo
ser�". Sus l�grimas rod�ndo por sus mejillas se refl�jan perfectamente en mis
anteojos oscuros, como si fu�sen estrellitas en medio de la noche m�s hermosa.
Sonr�o a�n m�s... no entiendo nada, pero al menos me �ma.


"Mi rey, el amor no puede salvarte de tu propio destino".
Camila... Cami, si... que iron�a, mi propia hermana a la que no reconoc�,
obviamente disfrazada para la ocasi�n. Hace tanto tiempo no la ve�a, es tan
hermosa. Hasta sus l�grimas son bellas, �c�mo es posible que pueda una mujer
convert�rse de un d�a para el otro en la �nica, cu�ndo antes otra ocupaba
supuestamente ese lugar para siempre?. Recuerdo a Pam, la sue�o y lam�nto como
lo arru�ne todo... nadie t�vo la c�lpa.


"Sac�de sue�os de tu cabello / Mi ni�a hermosa, mi dulce /
Est�ve aturdido... liber�me, d�me paz". La 38 reflejada en mis anteojos oscuros
tiembla sobre mi frente. El sol la hace brillar convirti�ndola en un halo de
luz, en mi pacificadora.


"Cami... lam�nto como se di� todo, pero soy �sto, un mal
chiste de los dioses, un payaso sobre las tablas de la muerte. Y te amo, lo
sab�s... pero jam�s voy a cambiar". Mu�rde sus labios, imagino como su visi�n se
distorsiona a medida de que un r�o de l�grimas c�en incesantemente desde sus
ojitos... celestes como dos cristales que imitan el color del cielo. Ja, �c�mo
imaginarlo?.


"Jim, te amo...pero me converti en vos... soy una asesina
fantasma presenci�ndo toda mi bendita sanci�n".



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