Relato: Infidelidad con una pareja madura







Relato: Infidelidad con una pareja madura

INFIDELIDAD CON UNA Pareja madura



Hola amigos de esta p�gina en todo el mundo. Deseo relatarles
la experiencia que me ocurri� en las pasadas vacaciones de mitad de a�o. Despu�s
de un largo a�o de trabajo decidimos con mi esposa ir a pasar vacaciones a una
peque�a ciudad del centro del pa�s, donde podr�amos estar tranquilos, en
contacto con la naturaleza y con algunos amigos que no ve�amos hace bastante
tiempo. El primer d�a nos hospedamos en un hotel bastante agradable y nos
dedicamos a descansar del pesado viaje y de los preparativos que nos hab�an
ocupado durante la �ltima semana. El segundo d�a recibimos la visita de un amigo
com�n, quien nos invit� a dar una vuelta por el pueblo y a visitar algunos
lugares que no conoc�amos. Luego de un d�a con bastantes actividades, terminamos
en la noche en su casa tom�ndonos unos tragos con algunos de sus amigos m�s
cercanos, dentro de los cuales se destacaba una pareja mayor que nosotros pero
muy alegre y de un trato muy agradable.


El se llamaba Oscar y tendr�a unos sesenta a�os y su esposa
se llamaba Julia y tendr�a unos cincuenta a�os, pero se conservaban bastante
bien. Nos contaron que se casaron bastante j�venes y al calor de los tragos nos
confesaron que reci�n casados llevaban una vida sexual muy activa, que se
prolong� hasta que llegaron los hijos. Por las m�ltiples ocupaciones, tanto de
Oscar como negociante como de ella en el cuidado de los dos ni�os que ten�an,
las relaciones se hab�an enfriado a tal punto que a veces pasaba hasta un mes en
que Oscar ni la tocaba siquiera, a pesar de que como pod�a ver, todav�a
conservaba algo de sus encantos. Vaya si los conservaba!! Era una simp�tica
mujer de unos 1.60 cms, con un cuerpo espectacular, lleno de curvas y con un
culo redondo y paradito, que har�a suspirar a cualquiera, unos ojazos negros muy
expresivos y un cabello bien cuidado, largo e intensamente negro, que le llegaba
casi a la cintura. En fin, era una mujer bastante atractiva e interesante a sus
cincuenta a�os.



Pero continuemos con el relato. Al terminar la velada se
despidieron muy efusivamente y para corresponder a las atenciones de nuestro
amigo, nos invitaron a la siguiente noche a su casa, ya que ellos viv�an desde
hac�a algunos a�os en aquella peque�a ciudad. Teniendo todas las vacaciones por
delante nos pareci� muy agradable aceptar la invitaci�n que hab�amos recibido.
As�, esa noche volvimos a tener unos encantadores anfitriones, quienes al calor
de los tragos nos contaron muchas de sus intimidades. Especialmente hicieron
mucho �nfasis en la soledad y nostalgia que los embargaba desde la partida de
sus hijos. Yo empec� a notar que Julia era muy especial en sus atenciones
conmigo y permanentemente me ped�a que la ayudara a preparar y traer los
pasabocas de la cocina, donde me coqueteaba abiertamente alabando mi buen gusto
al vestir, por lo bonita que era mi esposa, etc, etc. Yo tampoco desaprovechaba
la oportunidad de alabar su buen gusto, la decoraci�n de la casa, etc., etc.


Pero lo que m�s le gustaba era cuando le dec�a lo hermosa que
era, la elegancia que ten�a para caminar y su porte de "bella mujer de mundo",
piropo que le encant�. Esta vez al terminar la noche, bastante pasados de tragos
y en medio de brindis de agradecimiento y alabanza rec�procos, nos invitaron a
dejar el hotel y a pasarnos a su casa por el resto de los d�as que fu�ramos a
estar en esa ciudad, teniendo en cuenta que la casa era bastante amplia y que
ellos viv�an solos. Despu�s de decirles que nos resultaba penoso incomodar,
ellos insistieron y entonces, luego de un cruce de miradas de complicidad con mi
esposa, decidimos aceptar. Lo que no sab�a hasta ese momento es que mientras yo
coqueteaba con Julia en la cocina, Oscar y mi esposa intercambiaban piropos
mutuos en la sala, mientras quedaban solos.



Al d�a siguiente Oscar y Julia pasaron a recogernos al hotel
y en el camino a su casa decidimos comprar lo necesario para un asado, bebidas y
otras cosas que pod�an hacer falta en la casa. Cuando llegamos le entregamos las
compras a la empleada encargada de preparar el asado y las dos parejas nos
fuimos a disfrutar de la piscina y de las bebidas. Mi esposa y Julia se metieron
a la habitaci�n de �sta a colocarse el vestido de ba�o y yo me qued� conversando
con Oscar en un amplio cuarto que hab�an adaptado como vestier para la piscina.
R�pidamente nos cambiamos y decidimos alistar las bebidas mientras ellas
regresaban.


Cuando el par de mujeres llegaron, yo me qued� con la boca
abierta: el cuerpo de Julia era sencillamente espectacular!!! Se notaba que
hac�a muchos ejercicios para conservar su silueta, ya que ten�a un cuerpo
esbelto, sin nada de grasa y con unas curvas bastante pronunciadas. Aprovech�
para lanzarle un silbido de admiraci�n, obviamente pidiendo la aprobaci�n previa
a Oscar, quien sonri� complacido mientras se encargaba de lanzarle tambi�n
elogios a mi esposa, quien francamente no se quedaba atr�s en hermosura y en ese
bonito cuerpo, que siempre le he admirado. Todo el d�a la pasamos en la piscina,
hablando, ri�ndonos de cualquier situaci�n y en fin, disfrutando del asado y de
las atenciones de nuestros maravillosos anfitriones.



Cuando comenz� a oscurecer dejamos la piscina pero seguimos
en vestido de ba�o, ya que el clima c�lido lo permit�a. Nos hicimos en una sala
auxiliar, con unos muebles t�picos de tierra caliente, muy agradables, pero con
un peque�o inconveniente: eran un poco inc�modos para nuestros vestidos de ba�o
y para el estado de euforia en que nos encontr�bamos despu�s de beber todo el
d�a. Digo esto ya que al rato de estar all�, cuando le estaba alcanzando una
copa de vino a Julia, not� c�mo se le corri� un poco el calz�n de su vestido de
ba�o, dej�ndome ver una gran sombra oscura, que puedo jurar, era un mech�n de su
vello p�bico.


Creo tambi�n que lo hizo un poco adrede, ya que la cosa se
repiti� varias veces, hasta que pude comprobar que Julia se gastaba una
impresionante pelambrera en su concha, que al mirarla me ten�a a mil. De reojo
pod�a notar que mi esposa estaba ocupada siguiendo atentamente las historias de
Oscar. Un poco antes de la media noche mi esposa me dijo que estaba muy cansada,
por lo cual deseaba retirarse a la habitaci�n que nos hab�an asignado. Oscar
dijo que a sus a�os hab�a sido suficiente para �l y que tambi�n se retiraba. Nos
pidi� que continu�ramos la velada hasta que quisi�ramos, ya que �ramos j�venes y
resist�amos m�s. Yo le hice se�as a mi esposa de que pronto la alcanzar�a. Lo
mismo hizo Julia con Oscar.



Cuando quedamos solos con Julia, decidimos terminar los
tragos que acab�bamos de servir. La conversaci�n se hizo mucho m�s abierta y
casi al momento ella me dijo que quer�a contarme algo que no se hab�a atrevido a
confiarle a nadie. Me dijo que estaba convencida de que Oscar estaba teniendo
una aventura con otra mujer, ya que �ltimamente hab�a incrementado sus viajes
fuera de la ciudad, luego de los cuales llegaba desganado y solo pensaba en
dormir, contrario a lo que ocurr�a antes, cuando al llegar de sus viajes no la
dejaba dormir la primera noche, de tantas veces que le hac�a el amor. La
sospecha principal se deb�a a que todos los viajes del �ltimo semestre los hab�a
hecho a la misma ciudad, que quedaba relativamente cerca de donde viv�an, a
pesar de lo cual no regresaba nunca antes de los tres d�as y a que los viaje los
hac�a generalmente los fines de semana, cuando precisamente no hab�a despacho en
muchas de las oficinas donde �l deb�a adelantar diversos tr�mites. Que por todas
sus sospechas estaban casi a punto de separarse, que incluso ya dorm�an en
habitaciones separadas y que f�cilmente llevaban seis meses sin tener relaciones
sexuales, a pesar de que Oscar le hab�a pedido que hablaran.


Yo le aconsej� que hablara abiertamente con Oscar y que si
era el caso, le diera una nueva oportunidad, ya que la soledad era muy dura para
los dos. Ella me dijo que lo pensar�a y que al fin y al cabo hasta lo
perdonar�a, ya que llevaba como dos meses sin viajar, port�ndose juicioso. Me
burl� y le dije que si no le parec�a un periodo muy largo sin tener sexo, a lo
que me respondi� con coqueter�a que s�, especialmente para ella, que estaba
ardiendo. Me dijo que por eso mejor nos fu�ramos a dormir, ya que no respond�a
si segu�amos solos.



Ante su abierta invitaci�n me acerqu� y le di un beso en la
mejilla. Ella me agarr� la cara y me dio un c�lido beso en la boca, dici�ndome
que era por ser tan buen consejero y por el maravilloso d�a que les hab�amos
hecho pasar. Con la excitaci�n que ten�amos era una tentaci�n muy grande, pero
sin embargo me logr� contener. Para tratar de animar a Julia le propuse un
brindis por su generosa hospitalidad y por su hermosura. Ella solt� una
carcajada y entonces me respondi�: �al fin te lanzas a la conquista, qu� timidez
por Dios! Pens� que no te ibas a dar cuenta que me tienes a mil. Adem�s, creo
que Oscar se merece que le ponga los cuernos y qui�n mejor que t� para hacerlo!



En ese momento comenzamos a besarnos y a tocarnos como una
pareja de novios cuando quedan solos. A pesar de que est�bamos retirados de las
habitaciones a donde hab�an ido Oscar y mi esposa, me entr� algo de temor que
nos vinieran a buscar por la tardanza, por lo cual con un gran esfuerzo logr�
separar a Julia, quien insist�a en que no hab�a peligro, ya que conoc�a a su
esposo y estaba segura de que despu�s de lo que hab�a bebido no se despertar�a
hasta el d�a siguiente. Yo le record� que mi esposa tambi�n contaba y que ella
pod�a extra�arme y comenzar a buscarme. Decidimos que ir�amos a revisar que
ellos estuvieran dormidos y despu�s volver�amos. Sin hacer mucho ruido yo abr�
la puerta de la habitaci�n que nos hab�an asignado y observ� que mi esposa
dorm�a profundamente.


Luego fuimos a la alcoba donde dorm�a Oscar y pudimos incluso
escuchar sus ronquidos. Ante este panorama Julia me dijo: ves? Te dije que no
hab�a peligro!! Debido a la euforia en que me encontraba a ra�z de los
abundantes y prolongados tragos, que ya se me hab�an subido a la cabeza y a la
arrechera por todos los pre�mbulos, no med� las consecuencias y me dej� llevar
por Julia, quien me dijo que para estar c�modos mejor sigui�ramos a su
habitaci�n. Me aterraba su sangre fr�a, pero no era el momento de pensar.
Entramos en medio de un toqueteo impresionante y tan pronto cerramos la puerta,
se abalanz� sobre m� bes�ndome por todo el cuerpo, al tiempo que nos �bamos
desvistiendo aceleradamente.



Cuando est�bamos completamente desnudos ella se emocion� al
verme la verga, que en ese momento llegaba f�cilmente a los veinte cent�metros y
goteaba l�quidos como una llave a medio cerrar. No pudo contener la emoci�n y
casi sin darse cuenta cay� de rodillas a mis pies buscando ese pedazo para
met�rselo en la boca. Pese al esfuerzo solo la cabeza entr� en su paladar. Lo
masturb� con las dos manos mientras yo me quedaba quieto. Percib� la furia de su
mamada, ella sent�a la dureza del venoso aparato y mientras lo chupaba yo le
miraba la cara y vi que experimentaba un placer enorme. Ahora, mientras apoyaba
una mano en m� trasero, sostuvo la verga con la boca y con la otra libre se toc�
la chocha. La ten�a empapada, estaba casi chorreando de la calentura. Se puede
decir que ya estaba bien lubricada para recibir la descomunal verga. Yo tambi�n
estaba muy excitado por la mamada. Ella cerr� los ojos y sigui� chupando,
sintiendo como crec�a mi verga cada vez m�s.


Cuando abri� los ojos mi pene erecto, con la cabeza roja y
brillante de l�quidos, rebot� frente a su cara. Mis bolas estaban inmensas,
seguramente repletas de leche. Me dijo que nunca se hab�a imaginado que
estuviera tan bien provisto. Me agarr� el tronco por la base y con la punta de
su nariz comenz� a subir por aquel falo roz�ndolo muy suavemente desde los
huevos, inmensos y pesados, hasta el glande.


Ech� su piel hacia atr�s y le dio un besito en la enorme
cabeza. Yo di un peque�o gemido y le agarr� la cabeza enterr�ndole nuevamente la
verga hasta la garganta, entonces lanc� un chorrito de crema hirviendo y antes
de que pudi�ramos reaccionar, una verdadera catarata de semen espeso y pegajoso
le inund� la boca. Como yo no le soltaba la cabeza a ella no le qued� otra
alternativa que comenzar a tragar para no ahogarse, pero era tal la cantidad y
la fuerza con que sal�a que la leche empez� a salirse por la comisura de sus
labios moj�ndole el cuello y resbal�ndole hasta las tetas. Cuando termin� de
venirme le ped� perd�n por no haberle avisado. Ella reconoci� que aunque hac�a
mucho tiempo no recib�a una venida en la boca, ya que no se lo permit�a a su
esposo, le hab�a encantado el sabor a macho, la fuerza y abundancia de la venida
y adem�s, la halagaron mis comentarios. Sin embargo, me dijo que segu�a con una
calentura enorme, ya que no hab�a logrado alcanzar el orgasmo y sent�a la chocha
hinchada y escurriendo l�quidos.



Entonces me dijo: te perdono, pero ahora me toca a m� y por
favor apres�rate que no aguanto m�s. Con toda la calma la llev� a la cama y la
fui acostando mientras la acariciaba y finalmente me arrodill� ante ella, me
acerqu� y puse la cara a unos cent�metros de su h�medo sexo. Por poco me vengo
en ese momento! Qu� co�o tan espectacular! Ten�a una chocha salvajemente peluda,
pero eso s� muy arregladita. Los pelos no solo sub�an hasta el ombligo, sino que
bajaban hasta el culo, donde se arremolinaban en una selva impresionante. Lo m�s
aterrador era el tama�o, f�cilmente 15 cent�metros los m�s largos, solo que por
el peso de su humedad no se levantaban. No terminaba de contemplar esa visi�n
cuando Julia agarr�ndome por la cabeza me clav� de narices en su encharcada
selva. En ese momento me di cuenta que no iba a resultar muy dif�cil hacerla
venir, por cuanto de su co�o ya manaban l�quidos como de un manantial.


Con la lengua empec� a abrirme paso entre esa mara�a de pelos
hasta alcanzarle el cl�toris. Cuando le pas� la lengua por encima antes de
comenzar a chupar, peg� un gemido y cerr� las piernas alrededor de mi cabeza,
haci�ndome perder el aire. Empec� a chupar y a chupar, respirando con
dificultad, hasta que en menos de un minuto me inund� la boca con una venida
copiosa. Jam�s pens� que una mujer se viniera de esa forma: parec�a como si
estuviera orinando. Si no comienzo a tragar, me hubiera ahogado con tal cantidad
de leche, que ten�a un sabor agradable, aunque se notaba que hac�a un buen
tiempo que no se echaba un polvo, por cuanto era bastante espesa y pegajosa.



Un poco m�s relajados continuamos acarici�ndonos y poco a
poco nos fuimos excitando nuevamente con largos besos y caricias. Adem�s, no
pod�a dejar de pensar en que faltaba la prueba m�s importante y seguramente la
m�s placentera, que era meterle la verga en lo m�s profundo de la chocha. Poco a
poco fue haci�ndome parar la enorme verga a punta de caricias, hasta que sin
poder resistir un minuto m�s se qued� mir�ndome con los ojos casi desorbitados
por la excitaci�n. All� estaba yo, tumbado sobre la cama, completamente a su
merced y esperando que ella actuase. Entonces ella se subi� a la cama y se puso
de pie, se contoneaba acariciando sus caderas y apret�ndose los pechos con sus
manos, al tiempo que mojaba sus labios. Aquel espect�culo me gustaba y empec� a
masturbarme.


Ella se agach� y cambi� mi mano por la suya haci�ndome un
lento masaje en la piel del pene. Me abri� las piernas y con las tetas empez� a
rozar mis pies, los muslos, me roz� suavemente la verga y subi� con sus pezones
dibujando mi cuerpo hasta ponerme las tetas en la cara. Despu�s sac� la lengua
y, empezando por la frente, fue de vuelta hacia abajo lamiendo mi cara, mis
labios, mi cuello, mi pecho, mi ombligo, el interior de mis muslos hasta llegar
a mis tobillos, de regreso acarici� mis huevos, que lami� suavemente y recorri�
mi verga con su lengua hasta llegar al frenillo donde su lengua dio unos
golpecitos y sus labios me besaron el cabez�n. Despu�s rode� la cabeza de la
verga, abriendo su boca al m�ximo, con sus labios apretados fue bajando
lentamente hasta tener casi la mitad dentro de su boca, algo que resultaba casi
imposible dado su gran tama�o. La cabeza le llegaba hasta la garganta y le
quitaba el aire, por lo cual se la sacaba lentamente. Sub�a y bajaba sus labios
observando mi cara que era muy expresiva pues, con los ojos cerrados, me
retorc�a, gem�a y hac�a muecas de todo tipo. Le dec�a que no aguantaba el dolor
en los huevos, los cuales me pesaban ya como sacos de plomo. Le dije que sent�a
que se me iban a explotar las bolas.



De vez en cuando ella se sacaba la verga de la boca,
absolutamente embarrada de saliva y jugos mezclados, los cuales me llegaban
hasta los huevos, y la pasaba entre sus pechos, volviendo despu�s a la operaci�n
de chuparla lentamente, con ganas, con ternura. Estaba muy excitado y mi cuerpo
se tambaleaba.


Cuando observ� que estaba muy cerca del orgasmo, par� por
completo todas sus operaciones separ�ndose de m�, poni�ndose en pie de nuevo. Me
dijo que no estaba dispuesta a que me vaciara por fuera de su chocha, ya que
sent�a un deseo enorme de sentirla hasta el fondo, de probar c�mo se sent�a
disparando en lo m�s profundo de su vagina. Se coloc� de pie con las piernas
abiertas, sobre m�, a los dos lados de mi cintura, su mata de pelos encima, y
comenz� a hacerme un baile sensual agach�ndose hasta casi rozar mi enorme
aparato, pero sin tocarlo, cosa que me volv�a loco, pues estaba deseoso de
clavarle la verga. Sudaba y temblaba con una enorme excitaci�n. Se coloc� en
cuclillas sobre m�, me agarr� por la base del pene y con la punta hizo dibujos
entre sus muslos. Yo cerraba los ojos y le suplicaba.



- Vamos, vamos, quiero met�rtela ya..., deja que te la clave,
por favooor...



Ella me hizo rabiar un poco m�s y volvi� a levantarse. Se dio
la vuelta y, con las piernas abiertas como antes, baj� ofreci�ndome la espalda y
con su culo roz� mi verga. Con sus afiladas u�as ara�aba suavemente mis muslos.
Yo me iba calentando m�s y m�s. Se volvi� de nuevo sobre m� y lentamente acerc�
la enorme cabeza de mi verga a su chocha siguiendo por su abundante vello
p�bico, por sus ingles... Era el momento de la penetraci�n, pues yo estaba
desesperado y mi cuerpo se arqueaba.


Mi cara y mis palabras lo suplicaban, le repet�a una y otra
vez que me iba a morir del dolor en los huevos. Puso mi tenso miembro, que
ard�a, a la entrada de su peluda y empapada raja y lentamente, arrodill�ndose
con suavidad, se la fue introduciendo por completo, sintiendo c�mo el enorme
aparato, que quemaba como una brasa, iba dilatando al m�ximo su vagina. Parec�a
que no iba a llegar a su fin y ella empez� a palidecer del placer y cierto
temor, cuando de pronto me grit� que sent�a c�mo la enorme cabeza le empujaba el
�tero y yo a su vez sent�a c�mo mis inmensas bolas chocaban contra su culo. Los
dos gemimos y yo incluso solt� un peque�o grito. Ella se qued� quieta, esperando
que su vagina se acoplara a mi enorme aparato, dejando que sus jugos la ba�aran
por completo para facilitar lo que ven�a. Despu�s de un largo minuto, durante el
cual sent�a c�mo palpitaba mi verga en lo m�s profundo de su cueva, tom� aire,
puso sus manos sobre mis hombros y, flexionando las caderas con suavidad, empez�
a meter y a sacar la verga dentro de su chocha.



- �Qu� verga, qu� enorme, qu� gusto...! - dec�a ella una y
otra vez.



Yo solo alcanzaba a abrir los ojos de vez en cuando para ver
c�mo el gigantesco miembro se colaba en su h�meda chocha y sal�a embarrado hasta
los huevos de su crema mezclada con mis abundantes l�quidos, previos a una
venida que se adivinaba iba a ser descomunal. Sus tetas botaban al comp�s de
aquel magn�fico polvo...



Moj� sus labios, pues su garganta se quedaba sin saliva. El
ritmo se fue acelerando poco a poco. El cabez�n de la verga casi sal�a por
completo de su cueva y de repente volv�a a entrar hasta el fondo. Su culo
chocaba contra mis muslos. Nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos y mi
verga entraba y sal�a con un ritmo m�s acelerado dentro de su chocha. Ya su
madeja de vellos p�bicos estaba completamente empapada y los jugos le corr�an
libremente por la ingle y los muslos. Se par� de pronto y nos dimos la vuelta,
poni�ndose ella debajo de m�. Me abraz� la cintura con sus piernas y yo clav� mi
pelvis contra su sexo, perfor�ndola de nuevo.


Me aterraba que a pesar de la calentura lograra aguantar mi
venida, pues ya llev�bamos casi veinte minutos desde que le met� la verga. Mis
duras embestidas no tardaron en darle un nuevo orgasmo, llegando a insultarme
como v�lvula de escape por el gusto que le estaba dando. Al o�r sus palabras le
grit� que me iba a venir, que se preparara. Le clav� una estocada final hasta el
fondo de la vagina y pude sentir c�mo se me comprim�an los huevos y c�mo se
hinchaba el enorme aparato de la base a la cabeza, al arrojar el primer chorro,
el cual quemaba como el fuego y le inund� completamente la vagina. Pero ese era
solo el primero� Mis huevos segu�an revolvi�ndose y la verga soltaba y soltaba
potentes chorros de leche, uno tras otro.



Notaba como sal�a y sal�a semen y no pod�a creerlo. El semen
hirviendo chocaba contra las paredes de su vagina rebos�ndola por completo.
Empec� a sentir como sal�a a borbotones de su chocha y le mojaba los muslos, la
ingle, el culo y se depositaba en el cubrelecho de la cama. Aquello parec�a no
tener fin, chorro tras chorro segu�an saliendo sin parar.


Creo que pas� como un largo minuto cuando por fin en medio de
temblores sent� c�mo depositaba en lo m�s profundo de su cueva los �ltimos
chorritos que sal�an de mi verga. Nos quedamos abrazados unos minutos y unidos,
hasta que mi verga se desinfl� por completo y las gigantescas bolas volvieron a
colgarme completamente fl�cidas. Permanecimos en reposo durante un rato, durante
el cual ella me dijo que sent�a como brotaban y brotaban jugos de lo m�s
profundo de su vagina.



Nos quedamos dormidos un rato y al despertarme me sent�
sobresaltado, mir� la hora y eran las dos de la ma�ana. Me levant� con cuidado
para no despertarla y sal� de su habitaci�n. Cuando llegu� a la alcoba que nos
hab�an asignado entr� sin hacer ruido, para no despertar a mi esposa, pero oh
sorpresa!!! Ella no estaba en la cama!! Cre� que estaba en el ba�o y me acost� a
esperarla haci�ndome el dormido. Al pasar como diez minutos sin que ella llegara
me levant� a buscarla, pensando que pod�a estar enferma en el ba�o. La busqu�
por todos los lugares donde hab�amos estado y no la encontr�, por lo cual no me
quedaba sino una posibilidad. Sin hacer mucho ruido me dirig� a la habitaci�n de
Oscar y al ver una luz tenue por debajo de la puerta, la abr� con mucho cuidado.
Lo que observ� me dej� aterrado!!!!!



Oscar, el mism�simo se�or de edad avanzada que yo pensaba
estar�a profundo hasta el d�a siguiente, se encontraba acostado encima de mi
esposa acarici�ndola y toc�ndola por todas partes!!! Y lo peor: a m� no me
quedaba otra alternativa que regresar callado a mi habitaci�n o quedarme a
mirar. La excitaci�n que me produc�a la situaci�n y el saber que iba a ver a mi
esposa poni�ndome los cuernos en mis propias narices, me hizo optar por la
segunda opci�n. Me acomod� de tal manera que no pudieran verme, aunque estoy
seguro de que en ese momento les importaba muy poco y observ� c�mo en un momento
Oscar meti� su cara entre las tetas de mi esposa.


Las besaba, las chupaba, le dec�a que era lo m�s hermoso que
hab�a probado en mucho tiempo y eso estaba calentando cada vez m�s a mi esposa.
Luego se enredaron en un beso de bocas abiertas, de lenguas buscando,
entrelazadas en una lucha para ver qui�n sacaba m�s placer del otro. Ella baj�
las manos y le tom� la cabeza para profundizar m�s esa delicia, pero no
soportaba su pijama as� que empez� a quitarse la camisa. El la ayud� con los
pantalones y en unos minutos estaban desnudos. Entonces �l meti� sus manos en la
chocha de mi esposa, notando que tambi�n era bastante peluda como la de su
esposa, la tom� con fuerza y vi como la acariciaba con los dedos. Los toqueteos
en su entrepierna ten�an a mi esposa a mil, gimiendo como nunca la hab�a
escuchado.



De pronto mi esposa le agarr� la verga a Oscar y ah� s� qued�
con la boca abierta y bastante preocupado por mi esposa. La verga de Oscar era
mucho m�s larga y gruesa que la m�a, calculo que med�a f�cilmente veinticinco
cent�metros, ten�a un capuch�n inmenso, que cuando mi esposa lo corr�a con la
mano dejaba al descubierto una cabeza aterradoramente enorme, su tronco era muy
venoso y en general estaba incre�blemente dura para ser una persona de edad.


All� estaban uno frente al otro, d�ndose placer con sus
manos. La chocha de mi esposa se adher�a m�s a la mano de Oscar, as� que tambi�n
le rog� que la tomara de las nalgas. El no dud� y le enterr� un dedo bien
profundo en el culo. Estaba ensartada. Buscaba la posici�n adecuada para hacer
la caricia m�s �ntima mientras ella lo masturbaba m�s r�pidamente. Ambos estaban
que reventaban. Gem�an y �l al escucharla se pon�a m�s tenso, la penetraba m�s
con sus dedos.


El estaba haciendo estragos. De repente ella lo solt� para
que la aprisionara m�s contra su cuerpo y le diera con todo. El coraz�n parec�a
que se les iba a salir del pecho. Ella gem�a sobre sus labios dici�ndole las
palabras que le dictaba la calentura, hasta que empez� a acabar como una loca.
Mientras sus espasmos se iban calmando empez� a notar la tensi�n de �l y
entonces cay� de rodillas, le agarr� la verga y empez� a chuparle el cabez�n
como una ternera sedienta, mientras �l la tomaba de la nuca y meneaba
salvajemente las caderas.



La mano de mi esposa variaba la presi�n que ejerc�a a lo
largo de la verga de Oscar hasta que en un esfuerzo descomunal se meti� el
cabez�n y unos cinco cent�metros en la boca.


Le acarici� las bolas con fuerza, sin dejar de chupar y darle
toda la lengua que pudiera a tal delicia. Mi esposa se hab�a excitado a�n m�s, y
eso aument� la furia de su mamada. Cuando �l sinti� aumentar la rigidez de su
verga, tom� a mi esposa por las axilas y la retir�, seguramente para no venirse.
La sent� sobre la cama y la abri� de tal forma que yo pod�a ver perfectamente su
chocha y el hilo de l�quidos que para entonces le llegaba ya hasta el agujero
del culo.


Ella lo empuj� sobre la cama y se le subi�. Agarr� su miembro
y se lo restreg� por toda la vulva. Cuando en un momento su cabeza qued� besando
el cl�toris, ella no pude evitar un grito de placer. Despu�s de eso ella se la
empez� a enterrar poco a poco, mientras gritaba, yo creo que de placer pero
tambi�n de dolor. Oscar subi� la cabeza y tom� entre sus labios un pez�n tenso y
agrandado de tanta excitaci�n, mientras que con las manos se dedicaba a
acariciar el otro pez�n. Sus manos no paraban, iban desde las tetas hasta las
nalgas, las acariciaba y sobaba. Calculo que despu�s de un largo minuto ella
logr� enterrarse la gigantesca verga de Oscar hasta el fondo de su vagina y
entonces se qued� quieta, respirando agitadamente. Despu�s de un momento que me
pareci� eterno, ya que pens� que a mi esposa le iba a dar un ataque, ella
comenz� a subir y a bajar a lo largo de su verga.


Pasaron como unos cinco minutos de sube y baja cuando comenc�
a ver que por el tronco de la verga escurr�a un chorro de l�quido, que llegaba
hasta las inmensas pelotas de Oscar. Yo conoc�a a mi esposa y sab�a que ella
lubricaba bastante, pero lo que estaba viendo era incre�ble: el chorro no paraba
y creo que era todo de ella, ya que Oscar como viejo zorro sab�a aguantarse y
continuaba sin venirse, para lo cual utilizaba la t�cnica de agarrarla de las
nalgas para detenerla durante un momento mientras le pasaba el espasmo, pero sin
dejar de acariciarla para que no le bajara la calentura. Yo pensaba c�mo ir�a a
quedar de abierta la chocha de mi esposa despu�s de un polvo tan prolongado,
pero no me quedaba otra que aguantar, lo ten�a bien merecido. Despu�s de unos
veinte minutos ella comenz� a cabalgarlo con m�s fuerza y endemoniado frenes�,
como si estuviera domando un caballo salvaje.


De repente Oscar tambi�n agarr� sus caderas y empez� a marcar
un ritmo cada vez m�s r�pido, pienso que decidi� venirse o simplemente no
aguant� m�s. En cada bajada las nalgas de ella chocaban con las bolas de �l como
queriendo met�rselas tambi�n adentro. Ella estaba a punto de tener otro orgasmo,
as� que grit� al acabar una vez m�s y esa fue la orden para que Oscar ahogara su
chocha con la descarga. Mientras �l la sacud�a con cada chorro de leche, ella
acababa con mayor intensidad, gritando sin parar. Pronto los chorros de leche,
esta vez s� de Oscar mezclados con los de ella, desbordaron la encharcada chocha
de mi esposa y comenzaron a escurrir por la verga de Oscar, llegando en un
grueso y continuo goteo hasta el cubrelecho de la cama. Luego del intenso
orgasmo quedaron exhaustos, ella acostada sobre �l. El le acariciaba la espalda,
le besaba la cara y le refregaba su ahora extenuada verga, empapada de los
l�quidos mezclados de ambos, contra el cuerpo tembloroso de ella.



En ese momento excitado y con el mayor sigilo me fui para mi
alcoba a esperar a mi esposa. Cuando cruzaba por la habitaci�n de Julia ella se
asom� y me lanz� una sonrisa c�mplice, dici�ndome que tambi�n lo hab�a visto
todo. Entonces comprend� que todo hab�a sido un montaje� Pero, c�mo disfrutamos
todos!!! Que vivan las parejas maduras con ganas de vivir y de ense�arnos a los
m�s j�venes!!!


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Relato: Infidelidad con una pareja madura
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