Las cuadras
Desperte con todos mis sentidos embotados , me dolia la
cabaza y estaba en un estado de desorientacion absoluta . Lentamente fui
recordando los sucesos de mis ultimas horas en aquella horrible mazmorra .... la
subasta .... Aquel misterioso hombre de ojos negros ....
Cuando me recobre del todo pude constatar que me encontraba
en una especie de establo, entre penumbras .
Estaba desnuda , encadenada a una pared por una argolla que
me ce�ia el cuello , y sentada sobre una gruesa capa de paja que cubria la dura
tierra . No sabia en que parte del mundo me encontraba pero el clima era calido
y muy humedo . Al poco mis ojos se acostumbraron a aquella semipenumbra y me di
cuenta que mi hija se encontraba a pocos metros de mi , en id�nticas
circunstancias y sollozaba silenciosamente . Yo queria consolarla , decirle
palabras cari�osas , que todo se arreglaria , pero me vi incapaz de pronunciar
una sola palabra . Ni yo misma me lo creia .
Al poco rato la puerta de aquel cobertizo o lo que fuera , se
abrio de par en par dejando paso a una mujer de edad indeterminada . Era menuda
pero bien proporcionada , y tenia rasgos indios . Vestia con una camisa a
cuadros , unos vaqueros muy ce�idos y desgastados que le llegaban a media
pantorrilla , y completaban el atuendo unas sencillas sandalias de cuero .
Veo que ya estais despiertas . Avisare al amo . � dijo con
una voz melodiosa y .... en castellano . Y salio de la estancia .
Por el acento de la mujer y el clima deduje que nos
encontr�bamos en algun lugar de America del Sur , tal vez cerca de la selva
amazonica .
Al poco rato regreso acompa�ada del hombre que identifique
como el inquietante y misterioso comprador que nos habia adquirido en aquella
ignominiosa compra-venta humana .
Iba vestido con ropa de campo , pantalones vaqueros , camisa
blanca de manga corta , que llevaba desabrochada dejando entrever un poderoso y
viril torso , y botas de montar de ca�a alta .
A pesar de la angustiosa situacion que estabamos viviendo ,
no pude por menos que reconocer que era un hombre muy apuesto .
Mi nombre no importa , y tampoco necesitais saber en que
lugar del mundo os encontrais � dijo
Lo que quiero que se os grabe en vuestras cabecitas es que
esta hacienda sera vuestro hogar de por vida , a no ser que decida desprenderme
de alguna de las dos , de vosotras depende que este satisfecho o no con vosotras
.
Debeis saber que soy un amo duro e impaciente , no me gusta
repetir las cosas dos veces , y estoy acostumbrado a que se me obedezca con
presteza y diligencia . De lo contrario los castigos seran duros e implacables .
No habra piedad .
Debeis saber que os he comprado para que me sirv�is de
caballos de tiro . Por lo tanto , habeis dejado de ser personas , y teneis
terminantemente prohibido pronunciar una sola palabra , incluso entre vosotras .
No se como os llamabais antes , ni me interesa saberlo .
Ahora sois mis yeguas , y como tales os llamereis , Lucero �
dijo se�al�ndome a mi . Y
Lucerita .
El entrenamiento sera duro , pero si cumplis sereis tratadas
con benevolencia , bien alimentadas y aseadas como corresponde a vuestra nueva
condicion . Si no lo haceis , el latigo se encargara de haceros entrar en razon
. Y con estas contundentes palabras dio media vuelta y salio de las cuadras
seguido de la cuidadora en actitud servil .
El resto de la jornada lo pasamos solas , perdidas cada una
en nuestros propios pensamientos y sin atrevernos a pronunciar una sola palabra
por miedo a las represalias .
Al final del dia entro la cuidadora ind�gena , que mas
adelante averigu� qu se llamaba Josefa , portando unos recipientes llenos de una
bazofia fria , que parecia carne picada mezclada con un mejunje blanquecino
semejante a leche , pero que no pude identificar .
Sabia a demonios , pero tanto mi hija como yo estabamos
fam�licas despu�s de Dios sabe cuanto tiempo sin alimentarnos , y ayud�ndonos de
las manos , pues no nos hab�an facilitado ningun cubierto ni ningun instrumento
que lo supliera , comenzamos a devorarlo como fieras .
Josefa que nos miraba con indiferencia coment� .
Aprovechad ahora porque sera la ultima comida en la que os
podreis ayudar de las manos . Y os recomiendo que os lo termineis todo . Ma�ana
sera un dia duro y vais a necesitar de todas vuestras energias . Y dicho esto se
marcho , dej�ndonos solas para que pudi�ramos entregarnos a un sue�o que lejos
de ser reparador , se preveia repleto de pesadillas y malos augurios .
El entrenamiento : La primera jornada
Con la primera luz del alba , entro Josefa cargada con utiles
y aparejos de doma y despert�ndonos con un � ARRIBA , JACAS !, nos quito el
dogal del cuello y nos hizo poner en pie , entonces procedio a maniatarnos con
las manos en la espalda mientras con tono jocoso nos decia que nos despidi�ramos
de ellas por una temporada . Acto seguido , procedio a colocarnos el bocado de
tiro , que nos mantenia la boca abierta en una incomoda posici�n , y unas largas
bridas de fino cuero que pendian de �l . De esta guisa nos hizo caminar delante
de ella al exterior , hasta llegar a una especie de ruedo , parecido a una plaza
de toros , solo que algo mas peque�o y sin graderio . Una vez alli , Josefa se
coloco justo en el centro geom�trico y resta�ando un largu�simo latigo que
llevaba siempre enrollado en la cintura , nos ordeno que empezaramos a correr al
trote en circulos a un ritmo regular . Todo fue bien durante los primeros
minutos , pero cunado llev�bamos aproximadamente un cuarto de hora dando vueltas
ininterrumpidamente , note como empezaba a quedarme sin resuello , a la vez que
notaba que mis piernas empezaban a flaquear , e irremediablemente comenze a
bajar e ritmo de la carrera .
Entonces note una quemazon horrible en mi espalda , que
inmediatamente quedo marcada con un surco rojo al tiempo que Josefa me instaba a
ir mas rapida .
Vamos lucero..... , no te pares... .. Con ritmo ......
vamooooos !
Nos tuvo asi toda la ma�ana . Nos hacia correr una hora
seguida , nos llevaba al abrevadero donde debiamos doblarnos por la cintura para
beber el agua . Luego nos permitia descansar un cuarto de hora , pero siempre de
pie , no nos permitia sentarnos .
Luego... a correr otra hora , y asi sucesivamente hasta que
llego la hora de comer .
Cuando nos llevo de regreso a las cuadras , estabamos
derrengadas , con marcas de latigazos por todo el cuerpo , y con los pies
hinchados y sangrantes , pues no estaban acostumbrados al tremendo esfuerzo que
se les habia obligado a padecer . Nuestros cuerpos y nuestras antes bien
cuidadas melenas rubias estaban recubiertos por una espesa capa de sudor
mezclado con polvo y arena del coso , y profundos rios de baba , caian
incontrolados de nuestras castigadas bocas por el incomodo y doloroso bocado de
tiro . Una vez dentro de nuestros peque�os recept�culos dentro del establo ,
procedio a quitarnos el bocado y las bridas y en su lugar nos coloco un comodo
collar de cuero alrededor de nuestros cuellos al que engancho una corta cadenita
que engancho a la pared de forma que nos obligaba a permanecer con el cuerpo
totalmente erguido y de pie . Sin embargo nos nos desato las manos que debieron
permanecer atadas a la espalda . Una vez considero que estabamos en la posici�n
correcta , procedio a quitarnos la capa de suciedad que nos recubria .
Primero nos enfoco una manguera a presion de agua ligeramente
fria por todo el cuerpo del que inmediatamente comenzaron a manar chorretones de
barro que caian a nuestros pies formando un gran charco . Una vez eliminada la
primera capa de mugre , nos enjabono por todas las partes del cuerpo con gran
cuidado y mimo , prestando especial atenci�n a nuestros senos y vaginas . Alli
se entretuvo unos instantes pasando la esponja una y otra vez hasta que no pude
reprimir un gemido de gozo . Involuntariamente mi cuerpo reaccionaba a las leyes
de la biolog�a . Cuando estuvimos totalmente enjabonadas ,incluido nuestro
cabello , procedio a aclararnos por el mismo procedimiento , la manguera a
presion .
Nos distribuyo el agua por todo el cuerpo y cuando llego a mi
vagina , enfoco el chorro directamente a mi cl�toris y lo mantuvo ah� , hasta
que yo entre gritos y berridos tuve el orgasmo mas humillante y explosivo de
toda mi vida . Cuando considero que ya estabamos limpias y presentables ,
procedio a aplicarnos una capa de aceite balsamico y perfumado por todas partes
, y a masajearnos todo el cuerpo para que penetrara bien en nuestra piel .
Una vez mas puso especial �nfasis en mis tetas y en mi co�o ,
que a esas alturas estaba completamente entregado a sus caricias y avido de
placer . Entrelace varios orgasmos simultaneos hasta que Josefa dio por
concluida la sesion de limpieza .
Entonces nos coloco una especie de comedero individual del
que se usa para alimentar a los caballos , que consistia en una especie de
pozalito de lona repleto hasta el borde de pienso , que se colocaba debajo de
nuestros hocicos y del que colgaban unas correitas de cuero que se ataban por
detr�s del cogote .
Nos dejo asi , de pie , aliment�ndonos y descansando por
espacio de unas dos horas , momento en el que regreso para continuar con el
entrenamiento vespertino , que fue similar al de la ma�ana . Cuando la luz del
dia empezo a remitir nos llevo de nuevo a nuestros "alojamientos" y despu�s de
repetir el proceso de limpieza y de regalarme un par orgasmos mas , nos encademo
nuevamente a la pared , pero esta vez la cadena nos permitia sentarnos y
acostarnos , a nuestra elecci�n . Nos dejo unas escudillas con el mismo
preparado de carne y salsa blanca que habiamos comido el primer dia y que
invariablemente se convirti� en nuestra dieta cotidiana , y se marcho .
Mi hija y yo comimos con fruici�n y avidez , aplicando
nuestra boca directamente al plato , pues no habiamos sido desatadas . Estabamos
tan hambrientas que hasta el nauseabundo sabor del mejunje nos parecio menos
desagradable . En pocos instantes devoramos hasta el ultimo grumo del plato y
hasta lo lamimos para aprovechar el ultimo resto de alimento .Llas raciones eran
bastante escasas y habiamos hecho un enorme desgaste fisico , mas de doce horas
de pie sin sentarnos de las cuales , seis las habiamos pasado corriendo .
Estabamos tan cansadas que nada mas terminar nuestra cena , nos encogimos sobre
nosotras mismas simulando la posici�n fetal y nos quedamos dormidas en un sue�o
tan profundo que ni un ca�onazo nos hubiera despertado.