Yo queria pasar la Navidad con mi marido y para ello ten�a
que viajar hasta su trabajo, a unos 600 km hacia el sur en una empresa minera
que lo habia contratado. A pesar de la series de consejos adversos, incluido el
de mi esposo, decidi viajar igual llevando conmigo a los chicos.

Salimos en hora de la ma�ana,
pensando que a media tarde ya habr�a llegado sin grandes sobresaltos, y as�
podr�a haber sido sino fuera porque le err� en un cruce de rutas, para cuando me
di cuenta ya estaba ante un nuevo cruce por lo que me detuve a un costado a leer
con detenimiento el mapa carretero.

Un lugare�o que acertaba pasar, no
bien le describ� mi situaci�n no pudo evitar sonreirse, entonces me dio unas
nuevas indicaciones para que cortara por unos caminos de tierra a fin de volver
sobre la ruta sin tener que regresar por donde hab�a venido.

Sin hacerme demasiado problemas
acept� el consejo, no me cost� encontrar la huella indicada y ya m�s confiada
comenc� a disfrutar del viaje en tanto trataba de calmar a mis hijos que no
dejaban de jugar y pelear a la vez. Iba de los m�s tranquila cuando son� mi
tel�fono m�vil, atend� y era la voz de mi marido pregunt�ndome por d�nde andaba,
como pude evad� la respueta, no quer�a reconocerle que estaba perdida y que
trataba de volver a la ruta principal para ir a su encuentro, luego habl� con
los chicos y antes de despedirse remarc� que mi idea era una locura, que la ruta
era un peligro y todas esas cosas, yo le agradec� el llamado y para
tranquilizarlo le dije que en unas horas mas estar�a con �l y en la noche le
daria la mejor noche del a�o, lo escuch� reir despu�s hizo un comentario al
respecto y finalmente corto.

El camino por donde �bamos era
angosto, a duras penas pod�an pasar dos veh�culos a la vez pero por el estado y
lo que se pod�a ver era evidentre que rara vez se cruzar�an por esos parajes dos
autos a la vez. Fue as� que sent� de pronto, que el coche tiraba fuerte hacia un
costado, me detuve para mirar descubriendo que se trataba del pinchazo de un
neum�tico delantero.

En otro lugar y circunstancia o
hubiera dudado en llamar al auxilio mec�nico, pero ah�, en medio de la nada no
me quedaba otra alternativa que hacer yo misma la tarea, que por cierto no ten�a
la menor idea de como hacerlo pero como no quer�a quedarme barada ah� con los
ni�os lo mejor que pod�a hacer era poner manos a la obra.

En el ba�l del auto llevabamos los
bolsos con nuestras cosas, debajo de estos estaban la rueda de auxilio y las
herramientas necesarias. Para poder trabajar mejor permit� que los chicos se
bajaran y jugaran sin alejarse demasiado.

Esa ma�ana decid� viajar comoda, por
lo tanto desech� un jean que eligiera para reemplazarlo por una calza de lycra y
una chomba pique haciendo juego. En mis dos primeros intentos fueron un fiasco,
no lograba levantar el auto, comenc� a sentir calor y bronca, y para colmo no
pod�a pedir ayuda a nadie, pues no s�lo no hab�a un alma dando vuelta por ah�
sino que no sab�a cuan lejos pod�a estar de alg�n lugar donde pudieran
socorrerme.

Cuando estaba de rodillas, culo para
arriba, mirando donde encajar el maldito gato mec�nico escuche dos voces, al
enderezarme v� a dos jovenes que dudo que tuvieran mas de 17 a�os. Los dos se
estaban entreteniendo en mirar mi culo, no los hab�a escuchado venir porque
ambos andaban en desvensijadas bicicletas y lo peor era que ten�an cara de pocos
amigos.

Los salud�, en tanto trataba de
mirar donde pod�an estar mis hijos, con sorna me devolvieron el saludo para
ironizar con la pinchadura de la rueda y mi apariencia en la cual resaltaban que
yo tambi�n estaba para pinchar y al decir esto los dos se rieron mirandose entre
s�.

Les pregunt� si podian ayudarme, me
dijeron que no; quise saber si pod�an decirme d�nde estaba, comet� el error de
mostrarles el mapa que se quedaron sin hacer ningun esc�ndalo. Hice el reclamo,
claro, los dos se miraron entre s�, se encogieron de hombros, saltaron a sus
bicicletas con intensi�n de emprender su camino.

Si bien a�n no era el mediod�a yo
comenzaba a preocuparme con la sola idea de quedarme en ese lugar, les ped� por
favor que me dieran un dato antes de marcharse pero lo �nico que consegu� fue
que volvieran a reirse en tanto se alejaban. Mis hijos hicieron algunas
preguntas y para no despertarles temores absurdos les ment� teniendo en cuenta
que despues le contar�an al padre sus aventuras con respecto al viaje que una
temeraria mam� organiz� pensando que todo iba a salir bien.

Apenas me puse de nuevo con la rueda
los vi regresar, esta vez los encare m�s decidida pregunt�ndoles que quer�an. Me
ofrec�an, para mi sorpresa, su ayuda pero a cambio de algo; les dije que ten�a
poca plata encima, dijero que no importaba, que quer�an otra cosa. Les pregunte
qu� y el m�s joven, tambi�n m�s audaz, dijo que s�lo les interesaba lo que yo
tenia entre mi piernas.

Los trat� de locos, y eso fue lo
m�nimo, pero sin molestarse demasiado me escucharon en silencio cuando termin�
de hacer las ricriminaciones insistieron con lo mismo sino no habr�a ayuda y que
bien podia hacerme la idea de quedarme no s�lo esa noche ah� sino tambi�n toda
la semana pues ese camino no lo usaba casi nadie por el estado lamentable en que
se encontraba. Sin demostrarlo no pude evitar asustarme, fue cuando mis ni�os se
acercaron a ellos quienes se mostraron muy amables en tanto me echaban
lujuriosas miradas.

Si hab�a algo que no quer�a era que
mis hijos se acercaran a ese par de sujetos depravados, al alejar los ni�os pude
sentir la intesidad de su mirada haciendo que sintiera verdadero terror. Estaban
decidido hacer de m� lo que quisieran ya sea por las buenas o por las malas, los
dos jovenes dejaron caer sus bicicletas a un costado y caminaron hacia mi ya
resueltos a hacer lo que fuera conmigo. Alcance a balbucear que no quer�a que
fuera delante de mis hijos, por ellos estaba bien pero que no hiciera dificil la
cosa.

Uno de ellos hizo que los chicos
subieran al auto con una inocente excusa, el otro me tomo del antebrazo con
fuerza empuj�ndome hacia la parte de atr�s de veh�culo donde la tapa del ba�l
estaba abierta,de esa forma me tranquilic� pues desde el interior no podr�an ver
que estaba sucediendo con su madre. Aquel que estaba conmigo meti� sus manos
entre mis piernas, con sus dedos apreto los labios de mi vagina por encima de la
calza ya que se me hacia un rico bollito seg�n mi marido. Apretando con el
indice y el pulgar tironeaba hacia abajo, el otro vino por atr�s y me agarr� de
las tetas, apenas si me quej� a pesar del dolor, no quer�ia que mis hijos
contaran al padre que unos se�ores hicieron gritar a su madre. Furiosa y entre
dientes les ped� que nos alej�ramos del auto, que iba a hacer lo que fuera con
tal que se perdieran de una buena vez y para siempre.

Fingiendo calma y con la mejor voz que pude impostar les dije
a mis hijos que mami ya venia, que iba con los chicos a buscar algo para
levantar el auto; los dos, pobrecitos, me sonrieron. El lugar era semides�rtico,
algunos yuyos se levantaban no m�s de medio metro del suelo, a unos diez o
quince metros del auto nos detuvimos, los dos ya ten�an sendas erecciones y se
jactaban uno con otro en tanto me juraban que �bamos a pasarla bien ya que ellos
sab�an como atender a se�oras putas como yo, re�an entre s� ante las promesas de
lo que iban a hacerme sentir ese par de hijos de putas.

Los dos me miraron con sorna, el m�s
chico fue mas claro, me dijo que hab�a dos formas de hacer lo que iban a hacer,
si yo colaboraba nadie saldr�a lastimados, ahora si me resist�a otros "culitos
m�s tiernos" pod�an reemplazar el mio... Un fr�o temor recorri� mi espalda, sin
que me lo pidieran me saqu� la chomba quedando en corpi�o y antes que me lo
dijeran me baje las calzas hasta los tobillos junto con mis bragas.

No se cuanto tard� en quedar por
completo desnuda ante ellos, entonces salieron sus erecciones a la luz y de
inmediato me intimaron a que se las chupara, cosa que hice con todo el asco del
mundo. Mientras se las mamaba a uno al otro lo masturbaba y as� un buen rato
hasta que uno de ellos se tumbo en el piso boca arriba haciendo que me sentara
en su endurecido sexo, cuando lo hice comenc� a moverme pero ah� nom�s el otro
meti� el suyo en mi boca con lo cual hacia dificultosa la tarea pues uno me
ped�a que me moviera y el otro que no dejara de chuparsela pero con m�s ganas.

Ayudada por los m�sculos vaginales
hice que el de abajo acabara de manera inevitable, al momento me pido que me
saliera de encima en tanto su compa�ero se mofaba de lo poco que hab�a durado.
El ofendido me tomo de los cabellos para exigirme que se lo limpiara con la
lengua, cundo me agache para hacerlo quede culo parado que el otro aprovech�
para acomodarse detras mio y penetrarme sin atender a ruegos ni suplicas pues en
ambos casos las penetraciones hab�an sido sin lubricar ni mucho menos dilatar.

El dolor era tan intenso que en la
desesperacion de mis movimientos al que le limpiaba su sexo lo confundio con
lujuria, "mira como se mueve esta puta, se ve que le gusta" le dec�a a su amigo
en tanto el otro me tomaba de las caderas afirm�ndose mejor para darme unas
terribles, dolorosas y humillantes embestidas. Con ese ritmo se sab�ia que no
iba a durar mucho, y asi fue, pero antes de acabar la saco y de inmediato me la
meti�o en la boca para llenarmela de su inmundo esperma mientras me sujetaba del
cabello y tiraba de el de una manera cruel y salvaje.

Hecha un gui�apo quede tirada a los
pies de ambos, les ped� que se fuera, que ya se hab�an dado el gusto pero se
sabe como son los adolescentes. Ellos estaban dispuesto no s�lo a echarse esos
polvos sino todos los necesario hasta secar bien sus testiculos o no lograr que
su sexos se erguieran por mucho tiempo.

De nuevo hicieron que me tendiera en el suelo, esta vez
boca arriba, el m�s chico se ubic� como pudo sobre mi pecho haciendo que su
glande se metiera y saliera en mi boca mientras se movia, en cambio el otro lo
hizo entre mis piernas, levantandome de las nalgas, donde volvi� a penetrarme
alternando entre mi vagina y el culo seg�n cada una de sus embestidas. Aquel
infierno parec�a no tener fin, los dos soltaban una y otra vez chorros de su
esperma a borbotones. Mi cuerpo era una inmundicia de restos, restos de sus
leches, de la tierra que se pegaba en ella, de mi asco, de mis lagrimas. Eran
incansables, cuando uno sent�a que iba a agotarse le daba lugar al otro y asi
iban relev�ndose, sin importar las veces que acababan cada uno.

Me pusieron boca abajo para
sodomizarme a gusto, uno de ellos tuvo la idea de meterse abajo y el otro arriba
pero los dos, si los dos, me daban por el culo a la vez. Mis ruegos pidi�ndoles
que me soltaran, que se marcharan de una ca�an en oidos sordos, tapados por la
lujuria y el desenfreno de una adolescencia que desconocia el cansancio. Se
desafiaban uno al otro, rend�an ex�men mutuamente acerca de su virilidad en
tanto yo no solo me sentia sucia y humillada sino que la tierra del suelo se
metia en mis partes intimas, se pegaba en las manchas de espermas esparcidas en
mi piel, mis cabellos, mi cara.

Lloraba en silencio, no ten�a sentido hacerlo pero igual
lo hac�a. Cuando uno de ellos no logr� finalmente su erecci�n cort� una peque�a
rama y con ella me azot� la espalda, el otro se interpuso primero por las buenas
y luego con m�s firmeza. Ahora sent�a la intensidad del fuego luego de aquel
latigazo cruzandome la espalda y eso fue, por suerte, el punto final de aquel
terrible encuentro. Se vistieron rapidamente, fueron por sus bicicletas y se
marcharon, los vi irse porque tem�a que les hicieran algo a mis hijos pero ni
siquiera se detuvieron a mirarlos, como pude y en medio de tanta confusi�n y
dolor me puse la ropa sin darme cuenta que la chomba estaba al reves. Llegu�
hasta el auto, de unos de los bolsos de viaje saqu� una toalla de mano, la moj�
con lo que quedaba de un botellon de agua que llevabamos y con ella improvis�
algo parecido a un lavado.

La irritaci�n, el escozor, el dolor de mi humillado
cuerpo era tan grande como la desolaci�n y el oscuro sentimiento de ultraje que
me embargaba en ese momento, por m�s que intentaba enjuagarme la boca no podia
sacarme del todo el sabor a esperma y tierra que hab�a en ella. Despu�s de eso,
luego de tomarme un tiempo en tanto respond�a a las preguntas de los chicos
cuando intentaban saber donde hab�a estado y haciendo qu� con los se�ores,
porque los ve�an como se�ores a esos dos adolescentes, tuve que mentir no s�lo
para ellos sino tambi�n para que lo hicieran ante su padre.

Con la idea de no despertar una
excesiva curiosidad decid� quedarme con la misma ropa, como pude puse la maldita
rueda y despu�s de haber recorrido menos de media hora encontr� la dichosa ruta
y unos minutos m�s una estaci�n de servicio donde pude lavarme mejor y si lo
hubiera querido hasta podr�a haberle dicho a los dos policias que estaban en una
patrulla lo que hab�a pasado, pero ten�a la certeza que apenas lo hiciera el
da�o que eso pod�a provocar en mi familia, en especial mi marido, ser�a mayor
que lo que yo hab�a vivido entre unas matas, revolcada de pies y cabeza entre
dos jovenes delincuentes.

Cuando llegamos a destino mi esposo
nos esperaba, puse la mejor cara que pude y despu�s, en la noche, tuve que
cumplir con lo que le hab�a prometido en tanto desfilaban, como ahora, las caras
de aquellos dos malditos haciendo de mi lo que les viniera en ganas.-