Relato: Vagabundos al Ataque



Relato: Vagabundos al Ataque

Vagabundos al ataque.



La sorpresa que me llev� el otro d�a, fue tan grande y
placentera, como se los voy a contar en este momento.



Estaba de compras en un supermercado, y de pronto al estar
frente al departamento de frutas y legumbres, vi en una estanter�a, una
zanahoria tan grande y roja, y adem�s, con la forma de la pija de mi novio
consentido Blacky, que no pude m�s que recordar en ese momento, las cogidotas
que me da mi ni�o hermoso, y no pudiendo contenerme, y sin importar el lugar
donde estaba, solt� un suspiro de a�oranza tan fuerte, que el empleado que
estaba atendiendo, se sorprendi� tanto que me pregunto si me pasaba algo, que si
estaba yo bien, y reponi�ndome casi de manera inmediata, le mire y contest� que
si, que estaba yo bien y no pasaba nada.



Pero no era cierto, no estaba bien, me sent�a con unas ganas
inmensas de ser follada en ese momento, que se me moj� mi panti y sent� c�mo un
hilillo de cremita, corr�a hacia debajo de mi muslo derecho.



Yo estaba tan caliente en ese momento nadam�s de recordar la
herramienta de mi Blacky, que apresuradamente termin� de escoger la fruta y
dem�s mercanc�a que necesitaba, y me fui a la caja, a pagar los mandados, para
irme a mi casa a buscar la consolaci�n de mi BBcito lindo y caliente que tengo
en casa, siempre esperando por m�, para complacerme.



Mientras esperaba en la fila de la caja para pagar, volte�
hacia la calle y alcanc� a ver a unos perros que andaban fuera, perros
vagabundos, de la calle y sin due�o. Eran cinco perros de razas indefinidas, o
como dij�ramos por ac�, perros criollos.



Al salir del supermercado, me fui a mi camioneta que ten�a
estacionada un poco lejos de la entrada del supermercado, y como llevaba entre
los mandados salchichas, chorizo y otros productos de carne fr�a, con los que
consiento a mi Blacky, ellos, que estaban a la espera de ver qu� pod�an recibir
de quien fuera, un poco de comida, se acercaron a m� olisqueando las bolsas de
los mandados, y no pude resistir la tentaci�n, de invitarles un poco de lo que
llevaba y saqu� un poco de chorizo, y se los avent� para que comieran. Raudos y
hambrientos, devoraron todo de inmediato, y comenzaron a gemir, pidiendo un poco
m�s.



Yo, amante de los perros, y cuando digo amante de los perros,
es porque lo soy en toda la extensi�n de la palabra. Me puse en cuclillas para
verlos comer de la porci�n de jam�n que les estaba dando en esta nueva ocasi�n,
les cambi� el sabor de chorizo, a jam�n. Pues como les dec�a, estando de
cuclillas observ�ndolos comer, alcanc� a ver a uno de ellos, que ten�a la funda
bien gruesa, y pens� que tal vez as� como estaba la funda, era porque guardaba
algo bien rico y sabroso dentro. Algo tan rico y sabroso, que no me aguante las
ganas de tocarlo, y mirando para todos lados, para que no fuera alguien a estar
mir�ndome, lo llam� y le di m�s jam�n y mientras �l engull�a yo lo comenc� a
acariciar, y �l, agradecido por la ocasional comida que les estaba
proporcionando, se dejo acariciar la cabeza que era donde le estaba pasando la
mano, y verificando que no hab�a nadie observando, le tome la funda de su pija,
guauuuuu, que gorda y apetecible se percib�a. El perro se emocion� tambi�n al
igual que yo por la caricia inesperada, y empez� a saltarme para lamerme la
cara, mientras los otros tres, se sumaban a nosotros en la demostraci�n de
agradecimiento.



Esto fue la gota que derram� el vaso de mis bajas pasiones
perrunas. Llegando una oleada de placer, quise investigar hasta d�nde eran
capaces de demostrar su agradecimiento, y sacando m�s chorizo de la bolsa de los
mandados, los avent� hacia el interior del camper de mi camioneta, y ellos
saltaron al interior para alcanzar la comida. Baj� la tapa del camper, y cerr�
la manigueta, y me fui a iniciar una aventura con ellos, donde fuera, donde se
pudiera estar c�modos y sin que nos fueran a ver, porque pens� en darme un gran
fest�n con aquellos vagabundos que me acababa de encontrar.



As�, empec� a manejar, dando vueltas por la ciudad, pensando
d�nde, d�nde podr� llevar a estos BB�s para regalarme con ellos y que me hagan
suya.



De pronto, me alcanz� un autom�vil negro, y me dio un gusto
enorme, pues se trataba de una amistad que ten�a mucho no ve�a. Alejandro, que
as� se llama mi amigo, es veterinario, y me saludo y nos detuvimos para
saludarnos. Que grata sorpresa, por lo que les voy a contar a continuaci�n.



Alejandro, me empez� a platicar que, acababa de regresar a la
ciudad, y que tra�a un plan de negocios, relacionado claro, con su profesi�n, me
platic� que hab�a comprado una granja a dos horas de la ciudad, y que
precisamente andaba buscando alguien conocido para que le hiciera el favor de
pasarse cuatro d�as en la granja para que se la cuidara, porque ten�a que ir a
otra ciudad por m�s animales.



Andale, me dijo, an�mate a cuidarme mi granjita. A lo que yo
le cuestione sobre qu� tipo de animales ten�a en la dichosa granja, y sorpresa
la m�a cuando me dijo que estaba iniciando el negocio de compra venta de perros
finos, de raza D�lmata.



Ya se imaginar�n lo que sinti� mi pepita golosa cuando o�
semejante frase. PERROS DALMATA. Mhnnnn, no pude menos que saborearme. Y
haci�ndome la remilgosa me negu� un poquit�n, para que no fuera a sospechar
nada, y al fin, acept�.



Nos pusimos de acuerdo, a partir de cuando ten�a que irme a
la granja, y Alejandro me dijo que ten�a que ser de inmediato, porque estaba ya
de salida.


Me dio las llaves y la ubicaci�n exacta del lugar y con un
beso en la mejilla, nos despedimos. En ese momento me acord� de los amiguitos
que tra�a en la camioneta y corr� hacia ellos a la parte trasera y les dije: Lo
siento cari�itos, pero tengo algo que hacer, as� es que, les voy a dar el
avent�n hasta las afueras de la ciudad porque me voy de cuidadora de granja.
Comenc� a manejar y sal� de la ciudad, y tom� el camino que me llevar�a a la
granja de mi amigo. Ya hab�a transcurrido como una hora de camino y empec� a
notar que no hab�a casas por los alrededores, ni una sola, si que estaba
solitario todo aquello, solo hab�a el sendero de tierra y pasto para ganado. Al
dar la vuelta en una curva, alcanc� a ver a la distancia una granja, con las
mismas caracter�sticas que hab�a recibido de referencia. Me detuve un momento
para admirar el lugar, y calcul� aproximadamente una media hora a�n de camino.
Abr� la puerta del camper, para dejar salir a mis amiguitos vagabundos y darles
m�s comida. Saltaron de gusto al ver que hab�a mas chorizo y jam�n para ellos,
pero el m�s grande como ya hab�a comido bastante a la salida del supermercado,
ya estaba lleno y no hizo caso a la comida, as� es que me empez� a demostrar su
agradecimiento brincando alrededor m�o.



En ese momento record� el por qu� los hab�a rescatado, y me
dije, bueno, una pajita que te haga, no te vendr� muy mal que digamos, �verdad
amiguito? Lo llam� y se acerc� a m� que ya estaba sentada en el pasto junto al
camino, acarici�ndole la cabeza, fui pasando mi mano por el lomo, el pecho para
finalmente irme hacia su vientre y por fin, alcanc� su funda, y le empec� a
hacer una pajita bien suavecita, mi panochita, para ese momento, ya empezaba a
rezumar cremita, y �l vagabundo cabr�n, oli� que estaba yo calientita y
empuj�ndome con sus dos patas delanteras, en el pecho, me hizo caer de espaldas,
esto, me causo un poco de risa al ver la inteligencia del animal aquel, y me
deje llevar por los sentimientos encontrados humano-perro. Y abr� mi blusa para
lamiera mis pechos, debo aclarar que no llevaba brasiere, son contadas las
ocasiones que lo uso, as� es que rapido encontr� mis tetitas y empez� a lamerme,
mhnnn, que delicia, qu� lengua tan rica ten�a aquel perro vagabundo, serr� los
ojos y me dej� llevar.



Pero de pronto, mientras disfrutaba las lamidas de tetas que
me daba el perro, tambi�n empec� a sentir entre mis muslos otra lengua, y otra,
y otra. Levant� la cabeza para ver qu� pasaba, y sorpresa, los cuatro perros
estaban sobre mi cuerpo, lami�ndome por donde cayera la lengua de cada uno de
ellos.



Me inclin� un poco para levantarme la falda y dejarlos que
lamieran a gusto, pero ya mi cuquita estaba empapada, as� es que, de plano, me
quite mi calz�n, y me abandone a aquel cuarteto de perros vagabundos, Humnnn,
que delicioso lam�an mi cuerpo, de pronto, sent� sobre mi cabeza algo peludo,
abr� los ojos, y vi con benepl�cito la verga del perro m�s grande, me estaba
lamiendo las tetas, y me estaba ofreciendo la verga para que le diera algo yo
tambi�n, claro, no me hice del rogar y tom� su funda jal�ndola hacia atr�s para
que le saliera su pedazo de verga roja y brillante, salio algo as� como quince
cent�metros, pero ya chorreando liquido con el que me estaba ba�ando la cara, lo
tom� con delicadeza, como s� que les gusta a los perros sean tomados, y me di el
atrac�n de la tarde con una buena mamada, �l se dejaba hacer, creo ya lo hab�a
hecho en alguna ocasi�n con alg�n humano, porque se adaptaba a la perfecci�n, yo
engull�a todo aquel manjar de verga en mi boca ansiosa, mhngnn, glubg, que rico,
que sabor pedazo de verga tienes cabr�n, le dec�a en mi calentura de hembra en
celo, entre mis piernas, sent� a uno de los otros perros, que me quer�a coger,
pero tom�ndome de la pierna, a lo que compasivamente, tuve que soltar
moment�neamente a mi perro vagabundo calent�n, y d�ndome la vuelta me puse en
posici�n de perra dispuesta a recibir a su macho, pensando que, ser�a el que
estaba en la pierna quien me dar�a verga, pero no fue as�, pues el perro al que
estaba mam�ndole su verg�n, de una tarascada, lo alejo de m�, y �l fue el que me
mont�.



Guauuuuuu, me hizo aullar el perro vagabundo con la estocada
que me dio, de un solo empuj�n, atino a mi posita del placer, desesperadamente
empujaba hacia delante mientras con las patas delanteras, me jalaba para poder
meterla m�s y m�s. Yo por supuesto que no me negaba, me dej� meter todo lo que
�l quisiera hasta donde �l quisiera, mientras �l quisiera.



Pero no demor� mucho aquello, porque a lo mejor ten�a mucho
tiempo sin coger, y no tardo mucho en venirse, tan r�pido, que no tuve tiempo de
venirme, pero apretando fuerte mis nalgas, no lo dej� que la sacara, y llam� a
otro de los perros aquellos vagabundos, y mientras estaba ensartada por aquel
gandul, le empec� a mamar la verga a ese perro sucio y callejero, al igual que
el otro, no tardo mucho en venirse, llen�ndome la boca de su leche abundante y
caliente.



En el paroxismo de la mamada afloje mis nalguitas, y el otro
perro se sali�, dej�ndome toda empapada de leche. Auchhh, cabr�n, av�same. Pero
no bien me sac� la verga, cuando otro de los vagabundos ya me estaba lamiendo mi
cuquita llena de jugos del otro perro y al igual que el otro, sin avisar, se
subi� a mis caderas y empez� a buscar con su puntita la entrada de mi cuca.



Mhnnn, siiiiii, dame, dame t� tambi�n, dame perrito bonito,
eso as�, busca la entradita mi ni�o, Ayyyyy, no, no tan duro mi amor, ayyyy,
espera, no te desesperes, que no me voy a ir, ahhhhh, as�, ya entr�, ahora si,
dale a esta perra cachonda lo que est� necesitando.



Y empez� el cl�sico vaiv�n de c�pula, con una velocidad
vertiginosa, hasta que termin�, y como era m�s peque�o de verga que el otro, se
sac� enseguida, pero r�pidamente lleg� el tercero. Este tambi�n me ensarto al
igual que el primero, a la primera estocada, yo ya estaba bien empapada de
leche, y no hubo ning�n problema en recibirlo.


Me entregu� como buena hembra enamorada de su macho, y lo
dej� que se moviera de manera complaciente. Mhnnn, que rico se movia este
tambi�n, casi tan r�pido como el segundo, y de tama�o no andaba tan alejado,
ten�a algo as� como dieciocho o veinte cent�metros de largo, despu�s de la bola,
y con este si, cuando sent� que empuj� fuerte para ensartarme su bola, me abr�
lo m�s que pude, y cuando sent� aquella exquisitez de verga en mi interior,
entonces si, apret� tan fuerte como pude mis nalguitas, para que se quedara
abotonado conmigo.



Guauuuu, que culiadota tan rica me ha dado aquel perro
vagabundo. Este, se quedo pegado conmigo como 15 minutos mientras yo mor�a de
gustito y placer estando ensartadita y alcanzando mis otros dos buenos orgasmos.



Mientras tanto, los otros tres perros callejeros se limitaban
a olisquear alrededor de nosotros mientras est�bamos ensartados. Oliendo por
todos lados y leng�eteando mi cuerpo, por donde cayera la lengua, no les
importaba a ellos, y a m�, menos, tanto as�, que aproveche la proximidad del
perro primero, que como dije antes, era quien ten�a la verga m�s grande y gruesa
de los cuatro. Y llam�ndolo lo empec� a acariciar, y quise ver si a�n hab�a
bater�a, y claro que hubo. Le empez� a salir su verga gruesa y roja, y
r�pidamente lo jal� de la cadera y lo acerqu� a mi boca, para que mientras el
cuarto perro me ten�a ensartada, yo le mamara al vagabundo mayor, su verga
exquisita.



Aquello fue tan rico reconfortante, que cuando me saco la
verga el cuarto perro vagabundo, me desplom� sobre el pasto en aquel campo
solitario, y ellos en agradecimiento se aglutinaron para lamerme la cuquita que
ten�a empapada de los juguitos de ellos todos.



Me levant�, y sent� algo de remordimiento en dejarlos en
aquel paraje solitario y tan lejos de donde los hab�a encontrado. As� es que me
dije, los llevar� a la granja y despu�s le digo a mi amigo que llegaron solos.
Adem�s, a�n no s� c�mo ser�n aquellos y si van a querer lo que yo quiero. Me
decid� y los invit� a que subieran nuevamente a la camioneta, d�ndoles otra
raci�n m�s voluminosa de comida, claro esta que en agradecimiento por la
culpadota que me acababan de proporcionar aquellos perros vagabundos.



Me acomod� la ropa y me dirig� hacia la granja�



Pero esa es otra historia un poco m�s larga, y prefiero
enviarla en otro relato, por el momento me despido envi�ndoles un saludo, a
todos los amantes de la literatura zoof�lica.




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Relato: Vagabundos al Ataque
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