MIS AMORES FRATERNALES (05 Las Cinco Fases)
Tard� en normalizarse la relaci�n entre Elena y yo. Todo el
que haya pasado por una situaci�n parecida lo sabe, y el que no, se lo puede
imaginar, pero cuando dos hermanos se acuestan nada vuelve a ser igual.
Mi hermana y yo hemos pasado por distintas fases. La primer
fue la de ignorar lo ocurrido. Luego hubo otra en la que nos distanciamos el uno
del otro, quiz� avergonzados por lo que hicimos o puede que para evitar un nuevo
encuentro. La tercera fase fue menos tensa. Sin hablar del tema, nuestra
relaci�n de hermanos recuper� cierta normalidad. Y finalmente en una cuarta
etapa, acabamos por superarlo. Con ayuda de nuestras vecinas y "hermanas" ya
conocidas por los lectores, Elena y yo pudimos enfrentarnos a lo sucedido,
hablar sin tapujos de ello y tomarlo como una cosa incluso natural.
Hubo una quinta fase que revolucion� todas la anteriores,
pero de est� ultima etapa hablaremos posteriormente. Ahora es el momento de
detenernos en las cuatro primeras.
Y empezaremos por la primera fase que comenz� nada m�s
regresar a Madrid desde Galicia. Ya en el tren de vuelta, como contamos en el
cap�tulo anterior, mi hermana y yo pactamos no volver a acostarnos juntos a
cambio de no arrepentirnos de haberlo hecho. Pero qu� f�cil es decirlo y que
complicado cumplirlo. En aquel tren que nos llev� a casa a mi hermana y a m�
tambi�n llegamos a otro acuerdo que, por otro lado, era m�s que obvio. Nuestro
incesto tendr�a que permanecer en el m�s absoluto de los secretos. Nadie deb�a
saberlo, y ese "nadie" inclu�a a nuestras �ntimas amigas, vecinas y para m�
tambi�n hermanas aunque no nos unieran lazos de sangre, Ana y Mar�a.
Nuestros primeros d�as en Madrid evitamos referirnos al tema.
Creo recordar que no intercambiamos ni una sola palabra al respecto. Nuestros
h�bitos en el hogar eran los de siempre. Mi hermana se cambiaba en su cuarto y
yo en el m�o. Cerr�bamos con cerrojo cada vez que entr�bamos en el cuarto de
ba�o y, por supuesto, se acabaron los besos en los morros. A partir de ese
momento, como saludo recuperamos los castos roces en la mejilla.
Dur� pocos d�as esa primera fase. Yo pronto volv� a sentir el
deseo de mi hermana. No pude evitar que mi mente y mi cuerpo ambicionaran otra
vez estar entre sus brazos, recuperar el sabor y tacto de su lengua, disfrutar
de sus lindas tetillas y de aquellos pezones inmaculados, probar sus jugos
vaginales o fundirnos los dos en un ardiente polvo como los gozados en
Ortigueira.
Pero pese a mantener aquellos sentimientos intent� que mi
hermana no se diera cuenta. Me esforc� por seguir comport�ndome como antes, es
decir, como un simple hermano. El caso es que creo que Elena no deb�a de
experimentar deseos muy diferentes a los m�os, sin embargo, su reacci�n fue
distinta. Empez� a evitarme. Si yo propon�a ir al cine o cualquier actividad
conjunta, ella rechazaba el plan. Por las noches se iba directa a su cuarto sin
hablar conmigo tal y como acostumbraba antes. Ya no compart�a sus temores,
pensamientos, preocupaciones o alegr�as. Segu�amos de vacaciones y ella lograba
estar la mayor parte del tiempo fuera de casa, a pesar de que casi todas sus
amigas estaban fuera de Madrid. Yo creo que hasta mis propios padres notaron
aquel cambio de comportamiento entre nosotros. Afortunadamente no dijeron nada.
Mi gran preocupaci�n en esos d�as dej� de ser la de controlar
mis deseos carnales. Ahora mi temor era el de perder a mi hermana, que la
relaci�n de confianza de todos estos a�os huyera para siempre.
Un d�a a mediados de agosto llegu� a casa despu�s de jugar un
partido de f�tbol con mis amigos. Me encontr� a Elena hablando por tel�fono. La
salud� con un gesto sin que ella me correspondiera. Deprimido, me met� en la
ducha. Cuando termin� y me vest� sal� al sal�n y al poco tiempo entr� all� mi
hermana.
- David, ha llamado Ana.
- �Ah s�? �Y qu� tal, todo bien?
- S�, muy bien. Me ha contado que Mar�a ya ha llegado del
Interrail y que se lo ha pasado muy bien y eso. Me ha dado recuerdos para ti.
- Ah, muy bien.
- Por cierto que me han invitado a pasar unos d�as en su
apartamento de San Juan, as� que me voy para all� ma�ana- y dicho esto se dio
media vuelta y regres� a su cuarto.
Aquello me dej� un poco cabreado. Estaba claro que Ana y
Mar�a no la hab�an invitado s�lo a ella. Eran tan amigas suyas como m�as. Y
seguramente a m� tambi�n me hab�an ofrecido ir a San Juan, pero estaba claro que
Elena se lo hab�a callado. Est� bien, pens�, si mi hermana quer�a alejarse de m�
que lo hiciera. No iba a ponerle problemas. Quiz� fuera lo mejor para los dos.
Elena estuvo el resto del mes de agosto en Alicante. Yo no lo
pas� nada bien solo, sin ella. Bueno solo no, con mis padres que es peor. No ver
a mi hermana era mucho peor que sufrir por encontr�rmela a diario. Pero lo
aguant�, qu� remedio.
El 31 de agosto regresaron mi hermana y tambi�n Ana y Mar�a.
Supon�a que Elena les habr�a contado lo nuestro. Hab�amos hecho un pacto de
silencio pero mi hermana lo estaba pasando tan mal que creo que era hasta bueno
que se desahogara comparti�ndolo con ellas. Yo en cambio segu�a sufriendo en
silencio. Ninguna me dijo nada al respecto. Si era verdad que conoc�an nuestra
historia supieron ser discretas. Desde luego Ana y Mar�a se comportaron conmigo
como siempre.
Por cierto que Mar�a y yo s� que hablamos de los ardientes
encuentros que juntos mantuvimos durante el camino de Santiago pero ninguno de
los dos estaba en ese momento muy interesado en repetir aquellos polvos de
amigos. Ya habr�a otras oportunidades. Adem�s ella ya estaba medio saliendo con
otro chico.
El caso es que Elena no cambi� mucho su actitud, hablaba algo
m�s conmigo, pero segu�a siendo esquiva.
As� lleg� el momento de iniciar el instituto. Nuestro �ltimo
a�o en aquel centro. A mi hermana y a m� nos volvi� a tocar en la misma clase y
creo que fue positivo. Nuestro roce diario era inevitable y ayud� a normalizar
la situaci�n. Entr�bamos en la fase tres de nuestra relaci�n postincesto
En octubre fue mi 18 cumplea�os, la mayor�a de edad, y por
supuesto a la fiesta invit� a todos mis amigos, y claro, all� no pod�an faltar
ni Elena ni Mar�a ni Ana. Aquel d�a quiz� por ser m� d�a, Elena estuvo
encantadora conmigo. Tuve la esperaza de que no fuera un simple espejismo y de
que mi hermana volviera a ser la de siempre. Y en cierto modo as� fue. A partir
de aquella fecha, mi hermana y yo recuperamos gran parte de nuestra amistad
fraternal. Aunque nos faltaba todav�a algo de naturalidad al menos ya nos
cont�bamos de nuevo nuestros problemas, nos re�amos juntos e incluso, de vez en
cuando, sal�amos a tomar algo o al cine, eso s�, casi nunca solos, siempre
sol�an venirse o Ana o Mar�a o cualquier otro amigo suyo o m�o.
As� llegamos casi al invierno. Se iniciaba el mes de
diciembre y est�bamos s�lo a unos d�as del 17 cumplea�os de Elena. Una tarde
estaba yo sin nadie en casa cuando llamaron al timbre. Era Mar�a. Ven�a a
informarme de que se iba a buscar un regalo para mi hermana.
- �T� ya tienes regalo?
- La verdad es que no. No se me ocurre nada.
- Pues vente conmigo y buscamos algo los dos.
Acept� la sugerencia de Mar�a a pesar de que odio ir de
tiendas, pero con ella quiz� fuera m�s f�cil encontrar algo para Elena. Buscamos
en todos los atestados comercios de Madrid. Finalmente yo le compr� un bonito
jersey, aunque bastante caro, pero hab�a que estirarse con la hermana. Lo eligi�
Mar�a pero a m� tambi�n me gustaba, claro. Era rojo de dise�o moderno de esos
que dejan un hombro al descubierto. Mar�a compr� como regalo una camiseta
tambi�n favorecedora. Una vez cumplida nuestra principal misi�n nos fuimos a
tomar algo a una cafeter�a.
Estuvimos hablando de temas banales hasta que ella se puso
misteriosa.
- �Sabes David? Hace tiempo que quiero tratar contigo un
tema. No es asunto m�o pero creo que ser�a conveniente que habl�ramos.
De inmediato tuve la sospecha de saber a qu� se refer�a.
- Pues t� dir�s.
- Bueno, pero no te enfades por lo que te voy a decir.
- Lo intentar�, pero d�melo.
Hizo una pausa como pensando lo que iba a pronunciar a
continuaci�n, y al fin se decidi�
- Elena nos cont� a Ana y a m� lo que pas� entre vosotros en
Ortigueira. Pero no te enfades con ella �eh? Ten�a que desahogarse. En aquellos
d�as estaba hecha polvo.
No me enfad�, lo comprend�a y adem�s ya me lo esperaba.
- �Y qu� opinas al respecto?- interrogu�
- Bueno, a mi no me parece mal. Os dio un calent�n, os
quer�is y echasteis un polvo. No hay que darle m�s vueltas. Como si otro d�a os
vuelve a pasar lo mismo y lo repet�s.
- As� dicho suena muy bien, pero te aseguro que no es tan
f�cil.
- Yo creo que es algo parecido a lo nuestro. T� y yo nos
conocemos desde que nacimos, somos como hermanos- No lo hab�amos hablado pero
comprob� que Mar�a piensa lo mismo que yo sobre nuestra relaci�n. Ella sigui�
con su reflexi�n- Un par de d�as est�bamos calientes y echamos un par de polvos,
y ya est�, seguimos tan amigos. Pues con tu hermana la actitud debe ser la
misma.
- La verdad es que s�, t� eres como mi hermana- dije con una
sonrisa.
- Pues eso.
- Ya, pero eso se lo tienes que decir a Elena. Desde que nos
acostamos creo que no se comporta con naturalidad conmigo, sobre todo al
principio, se pasaba el d�a huyendo de m�.
- No, eso se lo tienes que decir t�. Deb�is hablar del tema
vosotros dos solos. Te aseguro que ella te quiere mucho y precisamente por eso
se comporta as�. Tiene miedo de perderte como hermano, amigo y como todo. Lo que
tienes que hacer es hablar con ella y hacerle ver que lo que pas� es, en cierto
modo, algo normal. Adem�s Ana y yo ya te hemos allanado el camino. Pr�cticamente
ya lo ve de esta manera pero falta que t� hables con ella.
Mar�a me convenci�. Desde que llegamos a Madrid Elena y yo no
hab�amos tenido ninguna conversaci�n a fondo sobre lo que nos estaba ocurriendo.
Estaba decidido a hablar detenidamente con mi hermana. Lo har�a despu�s de su
cumplea�os.
Y lleg� el d�a. La fiesta del 17 cumplea�os de Elena fue un
�xito. Nos lo pasamos todos muy bien y cogimos una buena cogorza. Transcurrido
un tiempo prudencial, 48 horas, y ya de vacaciones de navidad, aprovech� que me
encontraba a solas en casa con mi hermana para hablar con ella.
Me fui a su cuarto y all� la encontr� ordenando su ropa. Le
dije un par de cosas intrascendentes y luego fui al grano:
- Buen hermanita creo que ha llegado el momento de que
hablemos.
- �De qu�?- pregunt� ella inocente.
- De lo nuestro.
Se qued� callada y yo le expliqu� que hab�a tenido una
conversaci�n con Mar�a, que sab�a que ella se lo hab�a contado todo a nuestras
amigas y que ahora era el momento de que habl�ramos entre nosotros.
- Bueno, � y qu� quieres decirme?
- Pues que te quiero como hermana, que eres preciosa y que lo
que pas� en Galicia no debe estropear ni un �pice nuestra relaci�n. Y adem�s ese
fue el pacto al que llegamos.
- Tienes raz�n. Reconozco que al principio me comport� un
tanto rara contigo, pero es que me com� mucho la cabeza.
- �Y ahora te arrepientes de haberte acostado conmigo?
- Cada vez menos. Lo voy asimilando.
- Pero acu�rdate que acordamos no arrepentirnos.
- Ya pero no es tan f�cil. En cualquier caso ya lo veo
distinto, Ana y Mar�a me han convencido de que no es tan grave. Adem�s he
investigado...
- �El qu�?
- Las relaciones entre hermanos. He buscado art�culos sobre
el tema y documentaci�n y por lo visto tampoco es tan inusual ni tan grave. Es
m�s un tab� social que otra cosa.
- Vaya, veo que te has trabajado el tema. Bueno lo importante
es que t� y yo nos comportemos como siempre.
- Vale.- dijo gui��ndome un ojo.
Mi hermana parec�a ya la de siempre con su buen humor y
encanto personal hacia m�. Me decid� a lanzar una peque�a broma.
- Pues ya sabes, a partir de ahora te puedes desnudar delante
de m� otra vez.
Ten�a curiosidad por saber como reaccionar�a ante mi
comentario.
- Vale �Quieres que te ense�e las tetas ahora o m�s tarde?-
me dijo con cara de viciosa.
Yo sonre�. Definitivamente nuestra relaci�n se hab�a
recuperado. Aquello fue la prueba de fuego.
- Bueno, veo que s� que lo est�s asimilando cre� que me ibas
a mandar a la mierda.
Ella se acerc�, se puso frente a m� y me dijo.
- Mira David eres el amor de mi vida, porque eres mi hermano,
y te quiero como tal, y si me he acostado contigo fue, como t� dijiste en su
d�a, por un acto de amor. Y no hay que darle m�s vueltas. Y para demostrarte que
estoy recuperada te voy a dar dos besos- Esto �ltimo lo dijo levantando la ceja
y con cara de malicia.
Se acerc� a besarme y yo hice un leve movimiento instintivo
de ponerle las mejillas. Pero aquellos dos besos no fueron en los mofletes sino
en la boca. Uno y dos. Mi hermana, cinco meses despu�s de habernos acostado,
volv�a a besarme los labios.
Acab�bamos de iniciar la cuarta fase.
Tras aquella conversaci�n, las aguas volvieron a su cauce. La
relaci�n entre Elena y yo fue mejor que nunca, con mayor confianza incluso que
antes. Recuerdo el brindis que hizo en nochebuena delante de mis padres y del
resto de familiares:
- Porque el amor entre hermanos no se acabe nunca.
Yo me puse colorado pero afortunadamente ni mis padres ni el
resto pillaron el verdadero sentido de aquel mensaje.
Y as� seguimos. Elena y yo aquel a�o no nos emparejamos con
nadie. S� tuvimos rolletes de uno o un par de d�as. Incluso tanto ella como yo
echamos alg�n polvo con aquellos ligues. Y como siempre volvimos a contarnos
todo aunque ambos reconoci�ramos, ahora sin tapujos, que nos provocaban ciertos
celos aquellos escarceos amorosos con otras personas.
En cualquier caso yo segu�a deseando a Elena y creo que ella
a m� tambi�n pero supimos resistir la tentaci�n durante todo aquel curso.
Entrada la primavera Elena y yo nos pusimos a trabajar de
camareros los fines de semana, el objetivo era conseguir dinero para
organizarnos unas buenas vacaciones antes de ir a la universidad. Quer�amos
mont�rnoslo igual de bien que Mar�a el verano anterior.
En la vida de las hermanas Pereda tambi�n hubo novedades por
aquellas fechas. Ana cort� con su novio de toda la vida, Enrique. Y Mar�a se
enroll� con otro t�o, pero como siempre en plan informal, a ella no le iba lo de
los f�rreos noviazgos.
Y por fin alcanzamos el final del curso. Deb� de estar muy
inspirado aquel a�o porque aprob� todo en mayo y, lo m�s importante, la
selectividad en junio. Elena y Ana por supuesto tambi�n lo lograron. Los tres
est�bamos en disposici�n de elegir carrera universitaria y de unirnos a Mar�a en
el esperado mundo de las facultades.
Y lleg� verano. Yo imit� la idea que Mar�a puso en pr�ctica
en las anteriores vacaciones estivales y organic� un Interrail con mis amigos.
Elena se fue de turismo y a perfeccionar ingl�s a Inglaterra. Mar�a de acampada
con sus nuevos amigos universitarios y Ana se qued� en San Juan todo el mes de
julio.
Pero los cuatro quer�amos pasar de nuevo, por lo menos, 15
d�as juntos en el verano y repetir as� la experiencia del a�o anterior.
Reservamos la primera quincena de agosto para nosotros. Con el dinero que
hab�amos ahorrado trabajando y con algo m�s que pudimos sacar a nuestros padres
alquilamos un apartamento en Aguamarga, en el almeriense Cabo de Gata.
All� es donde se dio la que, al inicio de este cap�tulo,
denominamos como quinta fase de las relaciones entre Elena y yo. Y en ella
tambi�n estuvieron bien implicadas Mar�a y Ana.
Continuar�...
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