Relato: Si las paredes hablaran





Relato: Si las paredes hablaran

- Preludio � "Sue�os De Insomnio"




M�xico D.F. � 11 De Junio Del 2004 - 2:35 A.M.



�Sabes? Es curioso como el insomnio y las cavilaciones
nocturnas te llevan a pensar las cosas m�s inveros�miles, m�s extra�as, m�s
interesantes�



Supongo que alguna vez has tenido una de esas noches donde no
puedes conciliar el sue�o; curiosamente en esas horas de vigilia los
pensamientos fluyen de manera extra�a llev�ndote a pensar mil cosas. Pues bueno,
ese es mi caso; por diversas razones padezco de insomnio desde hace a�os; y
aunque suene raro termine acostumbr�ndome.



En esta fr�a noche de luna llena mi mente se perdi� en una
l�nea de pensamiento muy particular: "Si las paredes hablaran..." reza el dicho
popular; pero si esta frase fuera tomada literalmente �Qu� clase de cosas podr�a
contarte una pared? Seguramente te enterar�as de cosas muy interesantes; desde
la historia de la gente que ha habitado entre esas paredes, pasando por sus
problemas y hasta sus secretos m�s �ntimos. Pero no hablemos solo de una pared,
�que tal cuatro paredes? O mejor aun un edificio completo; �de que clase de
secretos te enterar�as? Tal vez lo que deber�a preguntar es: Si las paredes
hablaran �qu� clase de preguntas les podr�a hacer? Seria divertido �no?



En mi caso, si pudiera preguntarle a una pared, me gustar�a
enterarme de los secretos mas ocultos, los m�s oscuros, las historias mas
�ntimas, los encuentros m�s ardientes... Al fin y al cabo todos tenemos secretos
�o no? Lo m�s curioso es que todos los secretos siempre se relacionan con otros
secretos, o alguien comparte ese secreto en mas de una forma... Si las paredes
hablaran... En verdad seria divertido...



Por un momento consider� absurda mi idea pero a mi mente
vinieron las palabras de un gran hombre que dijo: "algunos ven las cosas como
son y se preguntan �Por qu�?, Yo prefiero ver las cosas como podr�an ser y
preguntarme �por que no?" As� que, siguiendo esta filosof�a y creyendo en mi
idea me acerque a la pared mas pr�xima. Estaba tibia, lo que me resulto extra�o
dado el fr�o clima; lentamente acerque mi o�do a la pared y espere...



Primero el silencio, este resultado me decepciono, y estaba a
punto de regresar a mi cama cuando de s�bito lo escuche: era un murmullo, un
crujido, un sonido sordo, una voz gutural que me llamaba desde las entra�as de
la piedra. Mi primera reacci�n fue el miedo, me aleje del muro de concreto; Dude
por un segundo pero la curiosidad pudo mas y nuevamente acerque mi o�do y
escuche; aquella extra�a conjunci�n de sonidos comenz� a tomar forma, y
lentamente se transformo en una voz gutural que parec�a salir de la piedra
misma. Esa voz parec�a haber estado escuchando todas mis cavilaciones nocturnas
y hab�a decidido romper el silencio milenario de la piedra para complacer mis
deseos. Y esto, fue lo que me cont�:





- 1� Relato �


"Las Cosas No Siempre Son Lo Que Parecen"


Un Acto De Pasi�n




- �Conoces a ese chico que vive en la planta baja del
edificio? � Murmur� la pared � Ese lindo muchachito de ojos miel y cabello
rubio; creo que su nombre es �ngel � Tras un breve silencio durante el cual me
avoque a recordar al muchacho, el muro continu� su relato - Hace tiempo que
alguien lo observa, unos ojos verdes, penetrantes que siempre lo miran; Tu sabes
a quien me refiero, a ese chico con cara de pocos amigos, ese tal Gabriel - Por
un segundo me ensimisme en mis cavilaciones, al mismo tiempo que recordaba la
imagen de Gabriel.



El chico viv�a, al igual que �ngel, en la planta baja y era
hijo de la encargada del edificio; tendr�a unos 19 a�os; era alto, media cerca
de 1.90; de piel blanca y cabello corto de color negro azabache; tenia un cuerpo
fornido, que junto con su altura le daba una apariencia imponente; Sin embargo
lo que mas llamaba la atenci�n de Gabriel eran sus ojos; unos ojos verde
brillante que le daban a su mirada una sensaci�n siniestra y a la vez atrayente;
similar a la atracci�n que debe sentir un peque�o animal antes de ser devorado
por una majestuosa pantera. Siempre se vest�a con ajustados pantalones que
marcaban un bulto prominente y un trasero de ensue�o; su torso iba cubierto con
camisetas o playeras sin mangas; unas enormes botas militares, adem�s de una
arracada de plata en su l�bulo izquierdo coronaban aquella apariencia de rebelde
que tanto llamaba la atenci�n. En general el chico atra�a miradas, sin embargo
nunca se le vio con alguna chica ni mostraba inter�s en nadie; Durante el d�a
solo se le ve�a vagar por las calles, a veces acompa�ado de sus hermanos
menores, un par de chicos de 17 y 16 a�os; y en las noches, casi de madrugada,
regresaba a su casa, donde sol�a discutir con sus padres.



En resumen, Gabriel era el prototipo de chico solitario y
rebelde al que nada le importaba, o eso parec�a. Sin embargo el comentario que
hab�a hecho el muro acerca de el me intrig�, ya que no solo hab�a mencionado a
Gabriel, si no tambi�n a �ngel, su vecino, sabia que se conoc�an; sin embargo
esto no parec�a ser la raz�n por la cual el muro me contaba de esta extra�a
relaci�n. Intentando descubrir el por que estos dos ten�an algo que ver, record�
algo que, al parecer, nadie mas que yo hab�a notado; y esto era que Gabriel
mostraba cierta atracci�n por aquel chico de 16 a�os. En mas de una ocasi�n lo
descubr� mir�ndolo discretamente desde las escaleras o espi�ndolo desde el patio
trasero del edificio; esto me pareci� extra�o en sobremanera, sobre todo por que
Gabriel gozaba torturando al muchacho en cada ocasi�n que lo encontraba de
frente, pero cuando nadie mas lo ve�a se dedicaba a observarlo de una manera
casi obsesiva



- Seguramente estas pensando en que tienen que ver estos dos
�Cierto? � Susurr� la pared interrumpiendo mis pensamientos � Perm�teme
continuar y te dar�s cuenta de que las cosas no siempre son lo que parecen �
Guard� silencio y el muro continu� - Todo ocurri� hace unos d�as, aunque
ciertamente esta relaci�n naci� hace mucho tiempo atr�s� esto te lo explicare
despu�s � Agreg� el muro en tono enigm�tico.



Hace unos d�as �ngel estaba en el patio trasero del edificio
lavando su ropa. El chico estaba ensimismado, mientras que escuchaba, a todo
volumen, el radio; era tal su abstracci�n del mundo exterior que comenz� a
cantar y bailar. Despu�s de dar una pirueta se dio cuenta que Gabriel estaba
tras el observ�ndolo desde hacia rato



- �Huy! me sali� artista la ni�a, Te voy a meter a la
academia � Dijo Gabriel burl�ndose


- �Gabriel! Yo este... � Balbuce� �ngel mientras el color se
le sub�a al rostro


- �Qu�? �Ya estas aprendiendo a lavar tus calzones? � Agreg�
Gabriel mientras acercaba al lavadero y levantaba despectivamente la ropa que
�ngel lavaba, -unos boxers- un ataque de risa amenaz� con escapar de los labios
de Gabriel


- �Y a ti que te importa lo que yo lave? � Respondi� �ngel
molesto, mientras le arrebataba los boxers a Gabriel


- �Ay dios! el mariquita me va a rasgu�ar


- �Ya c�llate y d�jame en paz! � Grit� �ngel y enseguida se
dio media vuelta para seguir lavando


- Te voy a dar otra cosa para que talles � Respondi� Gabriel
llev�ndose la mano a la entrepierna



�ngel se volvi� para encarar a Gabriel, sin embargo al ver lo
que el muchacho hacia no pudo evitar sonrojarse de nuevo



- Ya quisieras� � Susurr� �ngel sin poder dejar de mirar
aquel enorme bulto en los apretados pantalones de Gabriel. El muchacho levanto
la mirada lentamente y se encontr� con los verdes ojos de Gabriel, con esto se
recupero de la impresi�n y exclam� - �Sabes que Gabriel? �Ya estuvo bueno!, me
voy a mi casa, ah� te ves � y de inmediato se enfilo hacia su casa


- �No chiquito! Tu no te vas � Exclam� Gabriel mientras lo
tomaba del brazo


- �Su�ltame, me lastimas!


- ��ngel, esc�chame! Tengo que decirte algo... � Dijo Gabriel
suavizando su tono de voz. A �ngel le extra�o este s�bito cambio de actitud, por
lo que se volvi� y miro a Gabriel con extra�eza, �ngel se quedo clavado en el
suelo, como hipnotizado por los profundos ojos verdes de Gabriel; sin embargo
una voz los interrumpi�


- �Gabriel! � Era Aldo, uno de los hermanos de Gabriel - �Qu�
haces con ese mariquita?


- ��Que chingados quieres!? � Interrumpi� Gabriel molesto -
�Qu� no ves que estoy ocupado?


- Vente a ver el fut � Respondi� Aldo sumiso


- Al rato voy


- Pero Wey... Es la final...


- �Si me sigues chingando te voy a partir la madre, cabr�n! �
Y mientras dec�a esto solt� a �ngel quien aprovechando el descuido de Gabriel se
meti� a su casa corriendo



Gabriel contempl� impotente como la puerta de la casa de
�ngel se cerraba de un portazo. F�rico, golpe� el muro y enseguida, con la
mirada llena de odio se volvi� hacia su hermano, quien sali� huyendo al ver como
Gabriel se dirig�a hacia el con no muy buenas intenciones.



Entretanto, �ngel segu�a recargado contra la puerta de su
casa; estaba asustado, pero no tanto por lo que Gabriel pod�a hacerle, si no por
lo que iba a decirle; de alguna manera esto lo hab�a inquietado mas que
cualquier amenaza que le hubiera hecho



- �ngel podr�as... � �ngel brinc� asustado ante la s�bita
petici�n de su madre - �Hijo! �Qu� te pasa?


- Nada mam�... Solo me asustaste... � Respondi� �ngel
mientras recuperaba la compostura - �Quer�as algo?


- Oye �no estaba Gabriel aqu� afuera? �Ya se fue?


- Si mam� �Por qu�?


- �Ay! Es que quer�a pagarle a su mam� el dinero que le deb�a
� Y volvi�ndose hacia �ngel pregunt� � Oye hijito �Podr�as llev�rselas?


- �Ahorita? � Pregunt� �ngel con temor - �No puedes ir tu
despu�s?


- No hijo, yo tengo que salir y sabes que despu�s no tengo
tiempo, adem�s no quiero tener problemas, as� que por favor ll�vaselas


- �Pero mam�!


- ��ngel esc�chame bien! Si regreso y ese dinero no esta en
manos de la mam� de Gabriel no te la vas a acabar � Y con esto sali� de la casa
dejando solo a �ngel



El muchacho miro el dinero y dando un suspiro de resignaci�n
lo tomo y se dirigi� al departamento de Gabriel esperando que alg�n milagro lo
salvara.



Tan lento como pudo, recorri� los tres metros que separaban
la puerta de su casa donde viv�an Gabriel y su familia. Cuando por fin llego, se
quedo largo rato frente a la puerta, mir�ndola, reuniendo valor para tocar; por
alguna raz�n se sent�a demasiado atemorizado, a tal punto que no se pod�a mover;
�ngel estaba a punto de dar media vuelta e irse, prefer�a enfrentar la ira de su
mam� que a Gabriel, sin embargo en el momento justo en que daba el paso para
regresar la puerta se abri�. Ante el estaba Gabriel, con una sonrisa de
satisfacci�n



- �Vaya, vaya! Mira nada mas quien termino en la boca del
lobo � Exclam� Gabriel mientras sus ojos brillaban con intensidad


- Hola... Este yo... mi mam� me pidi� que trajera esto y...
Ya me voy � �ngel Dio media vuelta, pero Gabriel lo tomo del brazo y lo meti� a
la casa. Enseguida �ngel vio con horror como la puerta se cerraba tras el � Oye
Gabriel me tengo que ir...


- �Nada, nada! Tu te vas a quedar aqu� � Exclam� Gabriel


- Oye �y tus hermanos? � Pregunt� �ngel mientras buscaba
fren�ticamente la manera de salir


- Los mande a la chingada por haberme interrumpido hace rato,
as� que tu y yo estamos solos � Y mientras Gabriel dec�a esto se acerco a la
puerta y cerro con llave



�ngel estaba aterrorizado, estaba encerrado, solo y a la
merced de Gabriel, intento abrir la puerta pero fue in�til; desconsolado mir� a
Gabriel y con voz suplicante exclam�



- �Por favor Gabo! D�jame salir, me van a rega�ar, �En serio!


- �Quieres la llave? � Pregunt� Gabriel burl�n, �ngel movi�
la cabeza afirmativamente � Pues ven a buscarla � Continu� Gabriel mientras
met�a su pulgar entre el pantal�n y su vientre y dejo caer la llave en su ropa
interior, una sonrisa sarc�stica se dibuj� en su rostro mientras daba media
vuelta para dirigirse a su cuarto



Los ojos de �ngel se abrieron como platos al imaginar lo que
tendr�a que hacer para obtener la llave; la idea le resulto tan terrible que,
dando tropezones contra todo lo que encontr� en su camino, corri� hacia la
ventana y torpemente intento abrirla



- No te va a servir de nada � Exclam� Gabriel desde su
cuarto, como si adivinara las intenciones de �ngel � Las ventanas est�n
enrejadas �Recuerdas? No podr�s salir por ah�



�ngel lucia desesperado mientras contemplaba los gruesos
barrotes que le imped�an salir por cualquiera de las ventanas. Tristemente se
dio cuenta de que la �nica salida que tenia estaba en la entrepierna de Gabriel,
por mas que pens� no encontr� manera alguna de salir del embrollo en el que
estaba metido, as� que tomo aire y se dirigi� al cuarto de Gabriel. Temblando
camin� por el pasillo, desde donde pod�a escuchar una melod�a proveniente del
cuarto de su carcelero. Conforme avanzaba por el pasillo �ngel pod�a sentir el
acelerado latido de su coraz�n, amenazando con estallar. Finalmente se acerco al
umbral de la puerta y desde all� recorri� el cuarto con la mirada: la ropa
tirada, las revistas, el desorden general y mientras lo hacia se encontr� con un
lugar extra�amente familiar, por alguna raz�n el cuarto de Gabriel le parec�a
demasiado conocido.



Enseguida la mirada de �ngel se pos� en la cama; mas
espec�ficamente en el cuerpo de Gabriel. El muchacho yac�a tendido boca arriba,
con los ojos cerrados y las manos debajo de la cabeza; sus enormes botas negras
estaban tiradas a un lado de la cama; una de sus piernas estaba flexionada,
mientras que con la punta del pie que tenia extendido, llevaba el ritmo de la
m�sica que reproduc�a el estereo. �ngel recorri� con la mirada la anatom�a de su
captor y no pudo evitar sentir un pinchazo de excitaci�n. Por alguna raz�n el
ver ah� a Gabriel, lo hab�a calentado; tal vez eran los pantalones ajustados, o
las formas definidas y firmes que se adivinaban bajo la ropa; quiz�s era debido
a los mechones de oscuro vello que se asomaban en las axilas. �ngel no pod�a
saber por que, pero el conjunto que tenia ante sus ojos: El cuarto y Gabriel,
hab�an encendido en el una vieja y poderosa pasi�n ya olvidada



- Tu cuarto se me hace conocido � Susurr� �ngel olvidando por
un segundo la desesperaci�n que lo hab�a invadido � Creo que alguna vez vine
aqu� contigo... pero no recuerdo bien...


- �No recuerdas? � Pregunt� Gabriel sin abrir los ojos, pero
en su rostro se dibujo un gesto de decepci�n - �Quieres recordar? � Continu�, y
esta vez abri� los ojos mostrando un brillo siniestro


- No se... � Respondi� �ngel titubeante, mientras ve�a con
fascinaci�n los verdes ojos de Gabriel, algo en ellos era irresistible, pero
�ngel no pod�a definir que era. Por un lado esos ojos le daban una sensaci�n de
peligro, como si algo terrible le fuera pasar; pero al mismo tiempo le
transmit�an una belleza sensual e incitante que lo obligaba a no moverse, a no
huir. A �ngel le costo mucho encontrar las palabras que describieran esos ojos,
pero finalmente lo logro; era la belleza del depredador



Gabriel se levanto de la cama y comenz� a avanzar lenta, e
inexorablemente, con movimientos �giles y sensuales, casi felinos; paso a paso
se acercaba mas y mas a �ngel y con cada paso el miedo del muchacho aumentaba.
S�bitamente, �ngel sinti� como si estuviera en uno de esos programas de animales
que pasan en la televisi�n; se sent�a como un indefenso y peque�o animal
acechado por un inmenso depredador felino; es mas por un segundo casi pudo ver
como Gabriel se transformaba en una inmensa pantera negra



- �Sabes que Gabriel? Ya me voy, mi mam� se va a enojar �
Exclam� �ngel saliendo de sus fantas�as y dando media vuelta intent� escapar,
pero Gabriel le cerro el paso y enseguida cerro la puerta del cuarto


- Angelito... Ya te dije que no te vas a ir a ning�n lado,
adem�s �No quer�as acordarte de por que mi cuarto te parece tan familiar?



�ngel se arm� de valor, y plant�ndose con firmeza en el suelo
respondi�:



- �Si!, si quiero � pero enseguida su voz se quebr� y
continuo titubeante � Tu... �me puedes decir?


- Puedo hacer algo mejor que eso � Respondi� Gabriel mientras
acorralaba a �ngel contra la pared � Puedo mostr�rtelo



�ngel cerro los ojos y se preparo para todo, excepto para lo
que paso. Primero sinti� las pesadas manos de Gabriel en sus hombros, enseguida,
las tibias manos se deslizaron por su espalda, lenta y suavemente, para terminar
pos�ndose sutilmente sobre su cintura; enseguida �ngel sinti� como Gabriel lo
apretaba contra su pecho, en un abrazo lleno de ternura y pasi�n. �ngel abri�
los ojos, aun confundido pues nunca pens� que Gabriel fuera a hacer algo as�. La
situaci�n le trajo un oscuro recuerdo a su memoria, sin embargo era demasiado
impreciso y confuso como para poder discernir algo, pero una cosa era segura, el
recuerdo era infinitamente agradable.



La dulce remembranza de �ngel ceso de s�bito cuando empez�
por sentir una ligera incomodidad a la altura del estomago, lentamente �ngel se
dio cuenta de que algo largo y duro presionaba contra su abdomen; al abrir los
ojos se dio cuenta de que era el pene de Gabriel, erecto y luchando por escapar
de sus apretados pantalones. Por un segundo pens� en huir, pero ese oscuro y
placentero recuerdo que luchaba por salir a flote lo convenci� de quedarse.
�ngel levant� la mirada hasta encontrarse con el rostro sonriente de Gabriel,
quien lo miraba con una expresi�n indefinida



- �Ya recordaste? � Susurr� Gabriel


- No se... no estoy seguro... � Respondi� �ngel


- Tranquilo, rel�jate... d�jame ayudarte a recordar �si? �
Dijo Gabriel mientras pasaba la palma de su mano por los ojos de �ngel para
cerrarlos.



La caricia de Gabriel hab�a logrado, de una manera extra�a,
que �ngel se sintiera seguro y confiado, y no solo eso, sino que con los ojos
cerrados sus dem�s sentidos se agudizaron de una manera incre�ble; con esta
nueva percepci�n de las cosas se abandon� a las sensaciones y al mismo Gabriel.



Con los sentidos al limite, �ngel sinti� como las fuertes
manos de Gabriel comenzaban a desabotonar su camisa. Le pareci� incre�ble como
manos tan grandes, fuertes y toscas eran capaces de semejante sutileza. Bot�n a
bot�n, la camisa de �ngel quedo abierta, dejando descubierto un pecho blanco,
suave y hermoso; Gabriel contemplo con fascinaci�n aquel bello torso
adolescente; Los m�sculos, sutilmente delineados bajo la piel blanca y lozana;
los pezones peque�os y rozados; el dulce aroma de ni�o que se convierte en
hombre; la piel suave y cubierta de un fin�simo vello rubio que le daba la
apariencia de un durazno. �ngel, escucho como Gabriel soltaba un suspiro de
excitaci�n al contemplar tan bella imagen. Enseguida sinti� como las toscas
manos se posaban por debajo de la camisa y sobre sus hombros; basto un ligero
movimiento para que la camisa resbalara por sus brazos dej�ndolo con el torso
desnudo. Acto seguido, Gabriel lo levanto en brazos. �ngel Abri� los ojos
asustado, pero el rostro sonriente de Gabriel lo tranquilizo



- No te preocupes � Susurr� sonriente Gabriel � Te voy a
llevar a mi cama



Y as� lo hizo, con suavidad sent� a �ngel en el borde de la
cama, y comenz� a quitarle los zapatos seguidos de los calcetines; �ngel vio con
asombro como Gabriel comenzaba a besarle los pies desnudos. El muchacho estaba
asombrado; ya no pensaba, solo sent�a. Con cada caricia Gabriel hab�a ido
despertando un deseo reprimido, un deseo que hab�a sido enterrado mucho tiempo
atr�s y que �ngel solo hab�a experimentado en forma de sue�os. Al mismo tiempo
estaba observando a un Gabriel que hasta ese d�a le resultaba irreconocible; el
muchacho rebelde, tosco y maleducado que solo se dedicaba a torturarlo de alguna
manera se hab�a convertido en una persona gentil y complaciente.



- �Aun nada? � Pregunt� Gabriel mientras se sentaba
recarg�ndose en la cabecera de la cama


- Creo que algo... � Respondi� �ngel dubitativo � Esto se
parece a un sue�o que tengo muy seguido...


- Un sue�o �Eh? � Exclam� Gabriel algo decepcionado � Creo
que tendr� que hacerlo mejor � Y le gui�� un ojo a �ngel � �Por que no te
acercas?



�ngel se acerco y se sent� entre las piernas de Gabriel,
d�ndole la espalda; al sentir los fuertes brazos de Gabriel rode�ndolo se sinti�
seguro, ya no tenia miedo, de alguna manera todas y cada una de las cosas que le
atemorizaban se hab�an esfumado, ya solo quedaba esa dulce sensaci�n de placer y
deseo, justo como en su sue�o. Gabriel comenz� a besar el arom�tico cuello de
�ngel; el muchacho se retorci� al sentir esos tibios labios sobre su piel. Tras
los labios, las manos de Gabriel comenzaron a acariciar el torso desnudo de
�ngel, quien no pudo evitar que un suspiro de placer escapara de sus labios; la
sensaci�n lo embriag� al mismo tiempo que lo dejaba deseando mas, y as� sinti�
la necesidad cada vez mas apremiante de corresponder esos besos y caricias.
Ahora era esclavo de los deseos de su cuerpo, y no se resisti� a ellos, al
contrario se entrego a ellos y por ende a Gabriel.



Por su parte, Gabriel, se sent�a el ser mas feliz del
universo, por mucho tiempo hab�a esperado la oportunidad de tener a �ngel as�,
entre sus brazos. Por eso lo molestaba, por eso lo segu�a, por eso lo espiaba,
por que lo amaba, por que lo deseaba con todas sus fuerzas y ahora que estaba
con el no iba a permitir que escapara de sus brazos. Por un segundo separo sus
sedientos labios del cuello de �ngel y miro a ese hermoso ni�o que tanto hab�a
deseado. Sus ojos se pasearon por la dulce anatom�a y se regocijaron con cada
detalle; el cabello casta�o, siempre despeinado y con dulce aroma a Shampoo; los
ojos color miel, con esa expresi�n juguetona; continu� en el torso, donde esa
piel suave de durazno marcaba con suavidad los m�sculos fibrosos y definidos.
Con avidez contemplo la imagen y dese� que ese momento no terminara nunca.
Finalmente volvi� su mirada a los ojos de �ngel y en un suspiro exclamo:



- �Me dejas seguir?



Al escuchar esta pregunta �ngel sinti� un escalofr�o, y no
era por que no deseara que Gabriel siguiera, si no por que pod�a sentir con
claridad que Gabriel estaba tan nervioso como el. La respiraci�n agitada, los
brazos temblorosos, la piel fr�a; incluso pod�a sentir como el coraz�n de
Gabriel lat�a incontroladamente. De esta forma �ngel supo que Gabriel estaba
tanto o mas asustado que el; esto lo incito aun mas y entreg�ndose al deseo que
ya invad�a su cuerpo tomo valor y acerco sus finos labios a los de Gabriel
bes�ndolo como respuesta. Al principio fue un beso inocente, donde solo juntaron
sus labios, pero poco a poco sus bocas se abrieron dando paso a un beso como
ninguno de los dos hab�a tenido antes; un beso de pasi�n pura. Las barreras
hab�an ca�do, ahora se pertenec�an mutuamente, como si siempre hubiera sido as�



Mientras el beso segu�a, las manos de �ngel se encargaron de
despojar de la camiseta a Gabriel dej�ndolo, al igual que el, con el torso
desnudo. A �ngel le resulto incre�blemente grato aquel contacto piel a piel, la
comuni�n f�sica que sent�a con su antiguo vecino era cada vez mayor; �ngel pens�
que las sensaciones que estaba experimentando no pod�an ser mas intensas, pero
pronto se dio cuenta de que tan equivocado estaba.



Gabriel, por su parte, sabia perfectamente lo que hacia; con
cada caricia le mostraba a �ngel placeres nunca antes sentidos. Con suavidad
recorri� cada mil�metro de aquella suave piel, bajando cada vez mas hasta llegar
al limite marcado por el pantal�n. Con una facilidad que solo da la experiencia,
y sin dejar de acariciar y besar a su peque�o amante, comenz� a desabotonar el
pantal�n y a bajar el cierre.



�ngel dio un respingo al sentir sobre su ropa interior las
tibias manos de Gabriel; el muchacho no esperaba esto, nunca nadie hab�a llegado
a "profanar" esa zona tan intima, sin embargo el contacto le resulto agradable
as� que puso sus manos sobre las de Gabriel alent�ndolo a continuar



Gabriel no se hizo del rogar, al obtener el permiso de �ngel
para seguir con las caricias, sus manos se colaron r�pidamente dentro de su
trusa. Gabriel comenz� a acariciar el miembro de �ngel con una suavidad tal como
si fuera a romperlo si no tuviera cuidado. Aquel delicioso toqueteo provoco una
r�pida erecci�n en �ngel, quien segu�a asombrado al contemplar ese lado tan
delicado de Gabriel. Sin embargo no tuvo tiempo de meditar mucho en el cambio de
actitud, pues ahora experimentaba una serie de sensaciones �nicas, e
infinitamente agradables: besos, caricias, toques, roces; todas y cada una
dirigidas a causarle un estado de hedonismo puro, y el causante de todas ellas
era Gabriel.



Gabriel se encargo de dirigir a �ngel por un sendero de
placer de proporciones �picas, sin duda sabia lo que hacia y su prop�sito era
que el chico que se retorc�a entre sus brazos pasara un momento inigualable;
cada pensamiento y acci�n estaba dirigido a darle placer a �ngel; De igual
manera Gabriel gozaba ese contacto, era como si con cada caricia, con cada beso
dejara libre esa ansia de amar que lo volv�a loco y violento, gozaba estar con
el, gozaba hacerlo gozar. Al tiempo que sus grandes manos masturbaban el ahora
duro miembro de �ngel, y sus labios lo cubr�an de besos; Gabriel se dio cuenta
de que hab�a descubierto la fuente del placer eterno: darle placer a alguien mas



�ngel gem�a y se agitaba entre los fuertes brazos de Gabriel,
el chico estaba maravillado no sabia que tal placer pudiera ser sentido;
R�pidamente y como consecuencia del h�bil trabajo de las manos de Gabriel, el
pene de �ngel comenz� a contraerse, anunciando la llegada del orgasmo; �ngel
cerro los ojos buscando experimentar de nuevo ese aumento sensorial que Gabriel
hab�a provocado antes, de esta manera el momento de su orgasmo se volvi�
exquisito, pero insignificantemente corto; hubiera deseado que el momento
hubiera durado mas pero la recompensa del placer org�smico que acompa�o su
potente eyaculaci�n lo hizo olvidarse del mundo por un segundo. Cuando abri� los
ojos nuevamente pudo ver la blanca l�nea trazada por sus disparos de semen,
incr�dulo toco el espeso jugo; aquella l�nea blanquecina plasmada sobre las
sabanas de la cama de Gabriel era la prueba fehaciente de que no estaba so�ando,
de que el placer que sinti� no era fantas�a. Gabriel interrumpi� esta meditaci�n
besando nuevamente a �ngel, esta sensaci�n termin� por convencer a �ngel de que
esto no era ninguna ilusi�n on�rica, era la realidad mas pura que jam�s hab�a
experimentado y aun estaba lejos de terminar.



Ya sin dudas en su coraz�n �ngel se dio la vuelta y fue el,
el que comenz� a besar a Gabriel. Sus labios ahora ansiaban ese contacto tan
suave, tibio y ardiente, cada beso de esos carnosos y sensuales labios le fund�a
el alma, marc�ndola con un sello de pasi�n que lo obligaba a rendirse ante aquel
quien le hab�a ense�ado esas sensaciones: Gabriel.



En un principio, Gabriel se sorprendi� del s�bito cambio en
el comportamiento de �ngel, el chico t�mido y dulce se hab�a convertido en un
ser que solo viv�a para buscar placer; y eso a Gabriel le gustaba, si bien es
cierto que estaba acostumbrado a ser el quien llevaba el control, le pareci�
agradable dejarse llevar por su adorable y peque�o vecino



�ngel, Torpe y ansiosamente, beso a Gabriel, primero en los
labios, luego en el cuello; poco a poco sus labios recorrieron cada palmo de
piel y cada rinc�n del fornido torso de Gabriel. Sus manos se regocijaron
acariciando cada cent�metro de aquel lampi�o y suave pecho que lo enloquec�a.
Lami� los erectos pezones y gozo el curioso sabor que ten�an; su lengua rodeo y
penetr� aquel ombligo llen�ndolo con su tibia saliva; Y como siguiendo un mapa,
su lengua sigui� la l�nea de suave y oscuro vello que bajaba desde el obligo de
Gabriel, perdi�ndose dentro de su ajustado pantal�n, como indicando el limite
donde, si se atrev�a a cruzar, perder�a toda oportunidad de volverse atr�s.
Reflexionando en esto alzo la mirada y contemplo el rostro de Gabriel, el
muchacho jadeaba y temblaba con los ojos cerrados; �ngel no supo si era de
placer o de miedo. Gabriel, como anticip�ndose a lo que �ngel pensaba susurro
sin abrir los ojos



- No voy a obligarte a hacer nada que no quieras � hizo una
pausa mientras con su mano derecha acariciaba el suave pelo de �ngel � pero en
verdad me gustar�a que siguieras



Estas palabras disiparon las dudas de �ngel, aquella
expresi�n indefinida que Gabriel tenia plasmada en el rostro era de un placer
infinito, y al igual que �ngel hab�a hecho antes, pretend�a alargarla e
intensificarla cerrando sus ojos, como si no pudiera creer que aquello en verdad
estuviera pasando, como si en cualquier momento fuera a despertarse de un dulce
sue�o. �ngel sonri� satisfecho al saber que pod�a causarle tal placer a Gabriel
y se decidi� a seguir.



Con manos temblorosas, �ngel comenz� a desabotonar el
pantal�n de Gabriel; Lenta y juguetonamente comenz� a bajar el sierre; �ngel no
pudo evitar sonre�r al contemplar un gesto de desesperaci�n en el rostro de
Gabriel, sin darse cuenta su nerviosismo no hab�a hecho mas que acrecentar el
deseo de Gabriel a un punto indecible. Finalmente �ngel tomo el pantal�n y lo
deslizo suavemente hacia abajo, descubriendo unos ajustados boxers que poco
pod�an hacer para contener un bulto de proporciones colosales. El aroma de aquel
pene era delicioso, ol�a a masculinidad, a deseo, a placer; �ngel se embriago de
estas fragancias mientras se relam�a los labios imaginando a que sabr�a aquel
tibio manjar. Sin mas pre�mbulos meti� su mano dentro de la ajustada prenda y
extrajo un firme y blanco miembro de unos 19 cms de longitud, no muy grueso y
surcado por delgadas venas azules; maravillado se detuvo un segundo en la
contemplaci�n de aquel pene, la vista le parec�a casi gloriosa esto acrecent�
aun mas, si se pod�a, su deseo y sacando la lengua toco suavemente la punta de
la enrojecida cabeza



Gabriel solt� un gemido de satisfacci�n al sentir ese primer
h�medo y tibio contacto, era poco, si, pero infinitamente agradable. Todas las
caricias que �ngel le hab�a brindado como preludio lo hab�an llevado a un
�xtasis sin igual, casi le parec�a imposible contenerse, pero no iba a permitir
que ese tan ansiado momento terminara tan pronto; Reuni� toda su voluntad y
logr� controlarse solo para flaquear segundos despu�s, al sentir como la golosa
e inexperta boca de �ngel intentaba devorar aquel pedazo de carne. Gabriel no
pudo evitar abrir los ojos, y la visi�n que contemplo lo maravillo: ah� estaba
�ngel, su vecino, aquel chiquillo que conoc�a desde hacia a�os, con los
pantalones a la mitad de las piernas, hincado frente a el, devorando su erecto
miembro y en su dulce rostro la expresi�n de gozo mas bella que Gabriel hubiera
visto jam�s. Para desgracia de Gabriel la gloriosa vista duro poco, pues al
sentir como la caliente boca de �ngel comenzaba a succionar y mamar su miembro
le fue imposible mantener los ojos abiertos; de su boca escaparon gemidos
descontrolados. Aquella inexperta boquita le estaba brindando una mamada como
nadie mas se la hab�a dado antes.



�ngel tambi�n estaba gozando como nunca; el pene de Gabriel
resulto ser un manjar digno de los dioses; Aquella verga sabia a placer, a
hombre, a sexo. De igual manera se sorprendi� al notar que su boca se mov�a con
una naturalidad incre�ble, era como si siempre hubiera mamado aquella verga de
exquisito sabor: la mord�a, la chupaba, la lam�a, la hacia entrar y salir de su
boca, casi pod�a adivinar los pliegues, dimensiones y longitudes de cada vena,
de cada pedazo de piel y de carne. Sus labios, su lengua y sus dientes parec�an
entrenados para chupar el pene de Gabriel. Pero lo mas incre�ble de todo es que
el estaba goz�ndolo tanto o mas que Gabriel. �ngel nunca imagino que mamar una
verga fuera tan exquisito; cuando ve�a a una actriz en alguna pel�cula porno,
deshacerse de placer al llevarse un pene a la boca y chuparlo hasta hacerlo
eyacular le parec�a tan falso. �Que equivocado estaba! El sabor, el aroma, la
sensaci�n de uni�n, la visi�n de Gabriel gozando formaban un er�tico cocktail
que enervaba sus sentidos como si se tratase del mas intenso orgasmo. Este
"placer sensorial" que �ngel experimento lo llevo a mover su boca cada vez mas
r�pido. Para Gabriel esto resulto demasiado, la boca de �ngel hab�a logrado
subirlo a una monta�a rusa de placer que culmino con un gran orgasmo acompa�ado
de una abundante explosi�n de semen que �ngel intento beber pero fue incapaz de
manejar semejante cantidad de crema masculina; como resultado su rostro, pecho y
parte de la cama terminaron cubiertos por el esperma de Gabriel.



Cuando Gabriel se recupero de la explosi�n org�smica abri�
los ojos y contemplo la mas bella imagen que jam�s hubiera imaginado: �ngel, con
el rostro ba�ado de su semen. El chico aun tenia los ojos cerrados; su lengua,
rosada y juguetona, lam�a los restos de semen que lograba alcanzar; sus mejillas
estaban encendidas; todo esto coronado por una inigualable expresi�n de
satisfacci�n cubierta en barniz blanco. Era demasiado; Nunca en su vida Gabriel
hab�a sentido tal placer, y no era solo la satisfacci�n sexual, no, era el amor
que sent�a por �ngel lo que lo hacia tan exquisito; en ese momento se dio cuenta
de que estaba temblando de placer y felicidad. Gabriel se desplomo sobre sus
temblorosas piernas mientras segu�a embelesado con la imagen de Gabriel
bebi�ndose su esperma



�ngel aun no pod�a reaccionar, sus sentidos estaban al
limite, se encontraba sobre estimulado de placer. Apenas pod�a controlar el
torrente de gloriosas sensaciones que hab�a experimentado en tan poco tiempo. Su
lengua degustaba el mas fino de los fluidos corporales; contrario a lo que
imagino, el semen de Gabriel resulto ardiente, dulce y embriagante; de olor
robusto y rico y de una textura como la seda; o al menos as� lo sent�a �ngel,
quien segu�a a gatas, con los ojos cerrados intentando alargar aquel momento
tanto como pod�a. Debido a esto, el s�bito contacto de los tibios labios de
Gabriel sobre su rostro cubierto de semen, lo tomo por sorpresa. �ngel abri�
nuevamente sus ojos y se entrego a las caricias de Gabriel.



Beso a beso, Gabriel fue limpiando el rostro de �ngel de su
propia leche, y mientras lo hacia lo tend�a en la cama. �ngel descubri� que el
semen de Gabriel sabia aun mas exquisito aderezado con la saliva de su nuevo
amante; casi con desesperaci�n, �ngel se paseaba las manos por el cuerpo
intentando aumentar mas las sensaciones, llevar el olor de Gabriel a cada poro
de su piel, hacer que aquel aroma, aquel sabor, aquella sensaci�n se metiera en
el y no dejarla salir nunca.



Gabriel, al igual que �ngel, estaba fren�tico aquel contacto
era lo que siempre hab�a deseado, y lo que era mejor: aun hab�a mas por delante.
Una vez que hab�a limpiado el rostro de �ngel de leche, Gabriel dirigi� su
lengua al cuello del chico, y lentamente serpenteo bajando cada vez mas y mas,
pasando por el pecho, deleit�ndose en cada erecto y salado pez�n, cosquilleando
en el abdomen, penetrando el ombligo, bajando, bajando. �ngel ahora gem�a sin
reparo invadido por el placer. Gabriel sonri�, pues sabia que si esto tenia a
�ngel enloquecido de placer, cuando finalmente lo hiciera suyo, lo llevar�a al
para�so.



La boca de Gabriel sigui� su h�medo recorrido, lameteando y
chupando levemente el dorado miembro de �ngel. Gabriel se detuvo un segundo a
contemplar aquel glorioso pene que se encumbraba frente a el; media cerca de 18
cms, - nada mal � pens�, y al igual que la piel �ngel era de un color rosa
p�lido, las venas, apenas se vislumbraban en la tensa piel del cuerpo; el
glande, estaba cubierto por un trozo de piel algo mas oscura que el resto, y en
la punta, reluc�a brillante el cicl�peo ojo de la cabeza de aquel pene que ol�a
a durazno y a inocencia. Con deleite, Gabriel lo chupo un par de veces, lami�
dulcemente las lampi�as bolas que colgaban bajo aquel bello miembro mientras
escuchaba complacido los gemidos de �ngel. El chico estaba caliente, no hab�a
duda y le habr�a encantado mamar ese bonito pene, sin embargo su objetivo estaba
mas abajo aun; ya tendr�a tiempo para mamar como obseso la verga de �ngel, ahora
lo que quer�a era su culito



Con delicadeza, Gabriel, levanto y separo las piernas de
�ngel lentamente, dejando al descubierto el peque�o orificio anal del chico. Sus
ojos se regodearon con placer al contemplar aquel peque�o y sonrosado capullo
aun cerrado y virgen; como si esperara a que su contacto carnal le diera vida.
Sutilmente acerco su rostro y oli� la dulce piel; tomando aire saco su lengua y
la estiro hasta que, solo con la punta, roz� el suave culito de �ngel.



Al sentir el ataque lingual de Gabriel, �ngel dio un ligero
respingo; no sabia como reaccionar; Sabia que aquella lengua que reptaba entre
sus piernas, intentando hacerse un lugar en su apretado y virgen canal anal, era
solo el preludio de lo que el pene de Gabriel har�a despu�s. Tenia miedo, pero
tambi�n lo deseaba. Su duda pend�a hacia un lado y al otro mientras aquella
viviente y tibia lengua empezaba a penetrar sus entra�as, llen�ndolo de placer y
de una h�meda sensaci�n que no deseaba que terminara.



�ngel comenz� a retorcerse fren�ticamente mientras sent�a
como la lengua de Gabriel entraba y sal�a de su ano; pero no solo era la lengua,
tambi�n pod�a sentir su respiraci�n caliente, la seda de sus labios. Todo el
conjunto lo obligo a llevar sus manos a su hinchado y erecto miembro que clamaba
por que le brindara atenci�n. Con singular alegr�a, �ngel comenz� a masturbarse;
sin embargo la excitaci�n que sent�a era demasiada; todo el placer que Gabriel
le hab�a obsequiado se junto dentro de su piel como si de una presa se tratase;
esto causo que con solo un par de caricias, el orgasmo de �ngel explotara en
toda su gloria ba�ando su pecho y el cabello de Gabriel con su blanca esperma;
incluso algunas gotas llegaron hasta su rostro donde resbalaron dulcemente
mientras �ngel contemplaba el techo con la mirada perdida de placer.



Gabriel se dio cuenta que nuevamente hab�a provocado un
orgasmo en �ngel. El ano del muchacho comenz� a contraerse espasm�dicamente, lo
que le indico que hab�a alcanzado su objetivo. Con una sonrisa de satisfacci�n,
separo su rostro del h�medo y apretado ano de �ngel; solo para contemplar al
muchacho completamente desmadejado por el placer, contemplando el techo, incapaz
de mover un m�sculo. Lo que permiti� a Gabriel tomar el control total del cuerpo
de �ngel.



Sin quitar la sonrisa satisfecha de su rostro, Gabriel se
irgui� totalmente, puso sus brazos uno a cada lado del torso desnudo de �ngel y
recarg�ndose con los pu�os en la cama contemplo a su bello amante. Delicadamente
acerco su rostro al del muchacho, y despu�s de besarlo tiernamente en los labios
le susurro al o�do:



- Quiero hacerte m�o� quiero que me tengas dentro de ti� -
Hizo una pausa para morder con suavidad el l�bulo de �ngel, y despu�s, con un
tibio suspiro continu�: - no voy a mentirte, puede que te duela� y yo� - Gabriel
callo s�bitamente al sentir las temblorosas manos de �ngel acariciarle la
espalda; acompa�adas de unas susurrantes palabras en su o�do


- Yo ya te pertenezco�



Gabriel no espero mas. Con la aprobaci�n de �ngel, se irgui�
nuevamente, acomodo las piernas de �ngel sobre sus hombros; y mientras que con
una mano tomaba la base de su erecto pene, con la otra separaba cuanto pod�a las
nalgas de �ngel dejando al descubierto el h�medo y rosado ano que dentro de poco
su verga penetrar�a.



Primeramente, �ngel pudo sentir el contacto de la tibia y
h�meda cabeza a la entrada de su recto; el roce fue placentero y lo hizo vibrar.
Enseguida el purp�reo glande comenz� a empujar lenta, pero firmemente contra las
apretadas paredes anales. �ngel ahogo un grito de dolor al sentir como aquel
enorme miembro empujaba los m�sculos de su ano estir�ndolos y haci�ndolos
amoldarse a aquel pene que entraba mas profundamente cada segundo que pasaba.
Por su parte, Gabriel se mostraba paciente y cari�oso con su peque�o amante;
avanzaba tan lentamente como su creciente excitaci�n se lo permit�a; se deten�a
cuando ve�a el rostro de �ngel contorsionarse en rictus de dolor y cuando �ngel
conten�a un grito con los dientes apretados lo besaba tiernamente; pero de
ninguna manera detuvo su avance. Despu�s de lo que para ambos hab�a parecido una
eternidad; ya sea debido al dolor o al placer contenido, Gabriel toco fondo y su
cadera se pego completamente al trasero de �ngel. Por un segundo se quedo
inm�vil, gozando la comuni�n f�sica y esperando a que �ngel se acostumbrara a la
sensaci�n



El primero en moverse fue �ngel, quien, dando un suspiro de
alivio, noto que el taladrante dolor que lo invad�a disminu�a en proporci�n a
una nueva sensaci�n indefinida que lo empezaba a llenar. Mientras intentaba
tomar aire extendi� una temblorosa mano hasta su trasero donde, con sorpresa,
noto que Gabriel lo hab�a penetrado completamente. �ngel estaba maravillado;
�C�mo era posible que en su peque�o culo cupieran los 19 gruesos cent�metros que
conformaban el pene mas maravilloso que jam�s hubiera contemplado? pod�a sentir
cada mil�metro de aquel pedazo de carne dentro de el, y la sensaci�n resultaba
�nica; era como si su ano siempre hubiera estado incompleto y era aquel pene, el
pene de Gabriel, el que lo llenaba dej�ndolo completo nuevamente. �ngel sonri�
complacido.



Gabriel, al ver aquella dulce sonrisa, rebosante de deseo,
supo que era el momento de continuar; y con un suave y delicado movimiento movi�
su cadera hacia atr�s retirando casi todo su miembro de las ardientes entra�as
de �ngel, solo para, segundos despu�s, empujar y penetrar nuevamente a �ngel
hasta el fondo. Gabriel sinti� como el orgasmo cosquilleaba en lo mas profundo
de su ser; Aquel apretado, tibio y glorioso culo que tanto hab�a deseado era al
fin suyo; aquel placer que mucho tiempo atr�s le fue negado recorr�a ahora con
nuevos br�os cada mil�metro de su piel invit�ndolo a dejarse llevar y a estallar
en la mas gloriosa sensaci�n de placer. Pero Gabriel no quer�a que terminara tan
r�pido y por la expresi�n en el rostro de �ngel, supuso que el tampoco lo
hubiera deseado as�. Reuniendo toda la voluntad de la que era capaz contuvo su
orgasmo, a costa de un doloroso placer que le mordi� los test�culos.



Para �ngel, el placer no pod�a ser mas exquisito. El, por
ahora, lento y delicado mete y saca de Gabriel lo lleno de jubilo: Cada vez que
el miembro de Gabriel sal�a de su estrecho ano, un fr�o vac�o llenaba de
tristeza su alma; esta sensaci�n era erradicada cuando, como por gloria divina,
la verga de Gabriel llenaba de nuevo aquel espacio que siempre le hab�a
pertenecido. �ngel experimentaba esto una y otra vez con cada acometida. Si
antes se hab�a sentido en el para�so con todo el preludio que Gabriel le hab�a
obsequiado, esto no tenia modo alguno de describirse; el placer que ahora sent�a
era majestuoso.



Con cada arremetida, el ritmo, potencia y fuerza aumentaban.
Al cabo de unos momentos Gabriel se mov�a fren�ticamente mientras su pene
entraba y sal�a con rapidez del trasero de �ngel; ahora ambos gem�an
complacidos, sus respiraciones agitadas, acompa�aban a comp�s el sonido del
golpeteo de la cadera de Gabriel contra el trasero de �ngel. Ambos estaban al
l�mite; el placer que hab�a logrado alcanzar era tan perfecto, tan glorioso, tan
�nico, que no pod�a durar demasiado.



Para �ngel culmino cuando contemplo la imagen de Gabriel. Ah�
estaba su vecino; aquel que lo molestaba, aquel que le hab�a declarado su amor,
Gabriel; con su firme y musculoso t�rax subiendo y bajando conforme su agitada
respiraci�n se lo ped�a, sus masculinas facciones estaban transformadas como si
un doloroso placer le llenara el cuerpo. Toda su blanca piel cubierta de finas
gotas de sudor y su ardiente y r�gido miembro llen�ndolo una y otra vez; y sus
ojos, sus bellos ojos verdes resplandec�an como si de una fulgurante llama se
tratase. Fue demasiado; Un grito de placer escapo de los pulmones de �ngel
mientras que su ano comenzaba a convulsionarse anunciado su orgasmo. Su erecto
pene estallo, sin que �ngel lo tocara, lanzando su blanca carga salpicando
nuevamente su pecho, el de Gabriel y los rostros de ambos con su semen.



Gabriel tambi�n gozo del orgasmo de �ngel; la eyaculacion del
chico provoco una intensa oleada de contracciones en todos sus m�sculos anales;
m�sculos que acariciaban el pene de Gabriel, quien al sentir tal contacto,
apenas alcanzo a extraer su enrojecido miembro de la deliciosa cueva de �ngel,
la oscura cabeza comenz� a disparar su carga sobre el sudoroso pecho del
muchacho, quien la recibi� encantado. Enseguida, Gabriel se desplomo exhausto
sobre el cuerpo de �ngel.



Durante unos minutos se quedaron ah�, tumbados, agitados,
piel contra piel, aun incr�dulos de lo que acababan de hacer. Un placer tan
intenso como el orgasmo que acababa de amainar los lleno, no era un placer
sexual, mas bien era el placer de la realizaci�n de un sue�o largamente a�orado.
Ambos estaban felices y deseosos de mas. Esta vez fue �ngel quien rompi� el
silencio:



- Fue� Es maravilloso� nunca me hab�a sentido as� - sonri�
mirando el complacido rostro de Gabriel. Fue entonces que sinti� como su ano
palpitaba, no de dolor, si no de deseo; ahora que hab�a tenido dentro de si a
Gabriel le iba a ser imposible vivir sin el. Lentamente se separo de su vecino y
con movimientos felinos se encaramo sobre el y acercando mucho su rostro al de
su amante le susurr� � Si no te molesta� � Continuo Gabriel algo apenado � Me
gustar�a que me volvieras a llenar� Quiero sentirte dentro de mi de nuevo,
quiero que me hagas el amor hasta que no pueda mas� quiero sentirte m�o y quiero
ser tuyo por siempre � Y mientras dec�a esto, se alej� de Gabriel movi�ndose
como un gato y se acomodo de frente a la cabecera de la cama, dejando su trasero
en alto, mostr�ndoselo orgulloso a Gabriel


- Los deseos de mi pr�ncipe azul son ordenes para mi �
Respondi� Gabriel encantado



Gabriel se hico sobre la cama, de frente al enrojecido ano
que �ngel le ofrec�a goloso; y el no iba a despreciar semejante manjar. Sin mas
pre�mbulo se preparo para atacar de nuevo: con un gesto lleno de sensualidad se
llevo los dedos �ndice y coraz�n a la boca, enseguida, y con sumo cuidado meti�
el par de ensalivados dedos dentro del maltrecho conducto, lubric�ndolo tanto
como pudo; enseguida escupi� en su palma y lubrico su aun erecto pene con su
saliva. Y tomando a �ngel por la cadera lo penetro



Esta vez la f�rrea verga de Gabriel entro sin dificultades.
�ngel al sentir aquella sensaci�n de nuevo gimi� complacido, A si mismo Gabriel
dejo escapar un sensual suspiro cuando sinti� como aquel apretado y tibio ano le
daba la bienvenida. Sin mas dilaciones las acometidas de Gabriel comenzaron,
pero a diferencia de la vez anterior, estas eran mas largas, mas firmes y sin
duda mas placenteras. Habiendo reducido la pasi�n brutal que los carcom�a, esta
cogida resulto mas pasional, mas prolongada, mas entera.



Ambos cuerpos se mov�an al un�sono en perfecta armon�a, como
si hubieran sido hechos para hacerse el amor mutuamente. Las poderosas
embestidas de Gabriel eran complementadas por un cadencioso movimiento de
caderas de �ngel que no hac�an mas que compenetrarse en una comuni�n sexual
inigualable



- �No mames wey! � Exclam� una voz desde el pasillo � Es el
Gabo � La Voz pertenec�a a Cesar, uno de los hermanos menores de Gabriel - �Y se
esta cogiendo bien rico a una vieja!


- ��En serio?! � Susurr� la segunda voz, perteneciente a
Aldo, el otro hermano de Gabriel - �Qui�n es?


- No se, pero deja ver



Al escuchar esto, �ngel se sinti� amedrentado, y por un
segundo intento huir, pero Gabriel lo sujeto con firmeza y mientras le levantaba
el torso le dijo al o�do:



- No te preocupes amor � le susurr� mientras lo besaba en la
oreja y sin dejar de mover su cadera � Desde donde est�n no pueden verte,
piensan que eres una mujer � Ahora las manos de Gabriel se unieron al fest�n
sexual acariciando el pecho y los pezones de �ngel � No temas, nadie se va a
enterar� Velo como una diversi�n, vamos a darles de que hablar



Al escuchar esto, en el rostro de �ngel se dibujo una sonrisa
de complicidad.



- Que as� sea � Exclam�, para despu�s besar a Gabriel dejando
que las lenguas de ambos imitaran a sus cuerpos.



Incitados por las indiscretas miradas; �ngel y Gabriel
continuaron su pasional encuentro, que se prolongo durante otros 20 minutos. Sus
cuerpos, cubiertos de sudor y semen, se rindieron lentamente al orgasmo. El
primero fue nuevamente �ngel, quien estimulado por la segunda penetraci�n anal,
las constantes caricias de Gabriel y su experta mano masturb�ndolo, eyacul�
entre placenteros gemidos. Enseguida Gabriel hizo lo propio, esta vez llenando
el culo de �ngel de su esencia masculina, como si se tratara de una marca que le
dejar�a para que nunca lo olvidara.



Nuevamente se desplomaron en la cama, aun mas cansados y
satisfechos. Sonrientes se besaron compartiendo el silencio que ahora reinaba en
su habitaci�n



- �C�mo salgo sin que se den cuenta? � Susurr� �ngel despu�s
de un rato


- Yo me encargo � Respondi� Gabriel confiado � Tapate con las
sabanas, ahorita regreso � Agreg� mientras se levantaba.



Antes de abrir la puerta le gui�� un ojo con malicia a su
nuevo amante y �ngel correspondi� con una dulce sonrisa mientras se ocultaba.



- �Carnal! �Eres ching�n! � Alcanz� a o�r �ngel


- Wey �quien es? �Dinos quien es!


- �A la chingada ustedes dos! �Quien les dio permiso de estar
fisgoneando! � Exclam� la autoritaria voz de Gabriel


- �No seas mamon! � Replic� uno de los muchachos


- �Por qu� no nos la prestas tantito? � Secund� el otro


- �Miren par de pendejos! Se me quedan encerrados en su
cuarto �y ay de ustedes si abren la boca! � Grit� Gabriel � Por que no saben de
lo que soy capaz



El silencio que sigui� a la amenaza de Gabriel fue la se�al
que �ngel necesitaba para descubrirse



- �Ya puedo salir? � Pregunt� en un susurro


- Con toda confianza mi rey � Respondi� Gabriel



�ngel se levanto de entre las sabanas y contemplo a Gabriel;
estaba recargado en el marco de la puerta de su cuarto, segu�a desnudo, su
blanca piel irradiaba un extra�o fulgor; su pelo aun estaba h�medo y despeinado
debido al sudor y su majestuosa verga colgaba, ahora en reposo, pero no por ello
dejaba de ser hermosa. �ngel no pudo evitar sentir un nuevo pinchazo e
excitaci�n



- Ahora veo que lo del rebelde sin causa es solo una fachada
� Dijo �ngel sonriendo mientras se levantaba y ahora fue Gabriel quien tuvo
oportunidad de disfrutar de la vista del cuerpo desnudo de �ngel


- Siempre te has visto muy bello despu�s de hacer el amor �
Susurr� Gabriel contemplando aquel cuerpo que ahora le pertenec�a - Vistete con
calma, ese par de weyes no van a salir en un rato



�ngel sonri� nuevamente y comenz� a vestirse. Y mientras lo
hacia, la escurridiza memoria que lo hab�a eludido por tanto tiempo le llego a
su encuentro de manera espont�nea: No era la primera vez que hacia el amor con
Gabriel. A�os atr�s, siendo ambos peque�os ya hab�an tenido relaciones, pero en
una ocasi�n la madre de Gabriel los hab�a atrapado in fraganti. El peque�o �ngel
estaba aterrorizado pues tem�a el castigo de sus padres y al ver la reacci�n de
la madre de Gabriel se temi� lo peor. Tan r�pido como pudo se visti� y corri�
hasta su casa, se encerr� en su cuarto y no salio si no hasta muchas horas
despu�s.



Durante d�as temi� que la madre de Gabriel fuera a acusarlo,
pero no paso as�. La mujer temiendo que la mam� de �ngel los fuera a demandar,
guard� silencio y volc� su ira hacia Gabriel quien a partir de entonces discut�a
con frecuencia con sus padres.



Por su parte �ngel, tuvo una fuerte impresi�n y debido a tan
traum�tica experiencia enterr� ese recuerdo en su memoria, al menos hasta ese
momento



�ngel estaba en shock, ahora entend�a el comportamiento
obsesivo de Gabriel para con el. Hab�a sido tan ciego. Mientras sal�a de la
habitaci�n y caminaba por el pasillo record� lo que le dijo a Gabriel mientras
sal�a de su casa a�os antes. Cuando estuvo frente a la puerta se volvi� y encaro
a Gabriel en cuyos ojos hab�a un dejo de nostalgia y dolor



- Ahora lo recuerdo Gabriel� - Exclam� �ngel de s�bito �
Perd�name yo no quise lastimarte, pero fue tan terrible para mi� tenia tanto
miedo� que lo olvide� se que no es disculpa pero�


- Lo se � Respondi� Gabriel secamente � Disc�lpame tu por no
entenderlo


- No hay nada que disculpar � Y lentamente salio de la casa
de Gabriel, no sin antes volverse para besarlo y susurrarle al o�do � Pienso
cumplir mi promesa



Gabriel correspondi� el beso y vio a �ngel alejarse por el
patio. Lentamente cerro la puerta y mientras lagrimas de alegr�a escapaban de
sus ojos record� la promesa que el peque�o �ngel le hab�a hecho aquel fat�dico
d�a



- Gabriel te quiero mucho, te amo� y nunca te voy a dejar de
amar




**********




Con estas palabras el muro termino de hablar; y me percate de
que mi mano acariciaba con frenes� el bulto que se hab�a formado en mis
pantalones. Un tanto abochornado y confundido me levante del suelo y mire a mi
alrededor. Apenas hab�an pasado 30 minutos� me resultaba incre�ble lo que
acababa de pasar. Por un momento pens� que mi mente, cansada y deseosa de sue�o
me hab�a jugado una broma; as� que, sonriendo me preste a bajar a mi
departamento, cuando nuevamente esa p�trea voz reson� en mis o�dos



- �Te vas tan pronto? pens� que quer�as saber los secretos
que oculto



Aun mas incr�dulo que antes me acerque al muro; segu�a tibio.
Con cierto recelo pregunte en un susurro



- �Acaso hay mas?


- �Pero claro! � Respondi� la pared con un tono tan jovial
que casi cre� escuchar su risa � hab�a mas ojos observando a �ngel y a Gabriel
esa tarde


- �Qui�n? � Inquir� nuevamente movido por la curiosidad


- Un chico, oculto por las sombras observaba desde la ventana
del cuarto de Gabriel � El muro hizo una pausa que no hizo mas que acrecentar mi
curiosidad - �Quieres que te cuente mas?...




C O N T I N U A R A�





Como se habr�n dado cuenta, esta es solo la primera parte de
un relato mas largo. Esta historia, es un proyecto personal que ya hace tiempo
llevo escribiendo y ahora se los ofrezco a ustedes para que me den su opini�n
acerca de el



La continuaci�n y los dem�s cap�tulos los ir� subiendo a este
sitio dependiendo de la reacci�n de los lectores; en otras palabras si quieren
sabes que otros secretos oculta el muro, Escr�banme para que suba la siguiente
parte "Amor fraternal"



Para finalizar quiero agradecerte a ti lector que te tomaste
la molestia de leer este humilde relato, Ojala te haya gustado esta primera
parte. Y Si quieren hacerme alg�n comentario, tienes alguna duda o aclaraci�n,
�escr�beme! A POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO Gustoso responder� tus mails




- Brian X


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Relato: Si las paredes hablaran
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