Relato: El Mejor Regalo del Mundo La brisa vespertina acarici� el rostro de David. Sus ojos casta�os observaban a Ver�nica de pie al otro extremo de la mesa. La visi�n de su pelo mecido suavemente por el viento, enmarcando el encantador �valo de su cara, le hac�a extra�ar aquel tiempo en que ambos eran felices juntos. Por unos segundos se abstrajo de la gente y toda la actividad que lo rodeaba, de las risas de los ni�os y j�venes, y de la conversaci�n de los adultos. Todos se hab�an reunido ah� para el cumplea�os de su hija, pero por un instante no hubo m�s para �l que Ver�nica y su belleza arrobadora.
Pero ella no lo miraba. Su mirada estaba fija sobre la mesa, aunque solamente observaba el vac�o. Sus finos labios estaban tensos. Era evidente que estaba ah� contra su voluntad, tal vez contando las horas para volver a los brazos de su nuevo amante. Este pensamiento desagradable trajo a David de vuelta a la realidad, justo cuando Camila soplaba las velitas de su pastel. Todos ovacionaron, y �l sonri� y abraz� a Camila mientras los invitados aplaud�an.
La tarde de fiesta pas� muy lentamente para el cansado David. A pesar de ser un hombre en�rgico y fuerte, no hab�a sido f�cil preparar una fiesta en momentos de tanta tensi�n. Su reciente divorcio y su lucha por seguir adelante si Ver�nica le estaban pasando la cuenta. Quiso tomar un respiro y se alej� hasta un rinc�n del jard�n desde donde pod�a observar a los invitados desde lejos. En la penumbra que formaban los �rboles vio la figura de Ver�nica, que parec�a pasar revista a las flores que ella misma hab�a plantado meses antes. No lo vio acercase, y David la tom� por sorpresa.
�Bonita tarde, verdad?�
Ver�nica se volvi�, asustada.
�Ah, eres t�.�
��No te gust� la fiesta? Me est� costando un ojo de la cara.�
�La fiesta est� bien. Agradezco que te preocupes as� por nuestra hija.�
�Tal vez t� podr�as colaborar un poco cambiando esa cara. Todos se dan cuenta de que no est�s a gusto.�
Ver�nica se irrit�. ��No podemos pasar un rato juntos sin pelear?�
�Est� bien, disc�lpame.� Hubo un silencio. �Ver�nica, te extra�o. Dejemos las rencillas atr�s y volvamos a intentarlo.�
Ver�nica ni siquiera intent� reprimir una risita burlona. ��Qu� pretendes? �Que vuelva a soportar una vida de d�as solitarios y que me pudra en la casa mientras t� vives dedicado a tu gimnasio y a tus competencias, coqueteando con todas las que se te cruzan por el camino?�
�Pero Ver�nica, he cambiado. Ahora tengo asistentes que se encargan del negocio y he dejado de participar en varios campeonatos para disponer de m�s tiempo. Ahora veo m�s seguido a Camila, y tambi�n tendr�a m�s tiempo para ti si volvieras conmigo.�
�Ya es demasiado tarde,� vino la fr�a respuesta. �Ya tengo una nueva vida y no la cambiar�a por nada del mundo, y menos por un ego�sta como t�.� Esto fue como una bofetada para David, quien se acerc� irritado y sujet� a su ex mujer por los bazos.
�Su�ltame.� Ver�nica sonaba amenazante.
��En verdad eres feliz con ese mequetrefe? �Acaso �l te da la mitad de lo que te daba yo?� Ver�nica sab�a a lo que David se refer�a. Su ex marido ahora apretaba su entrepiernas endurecido contra ella. Ella quiso zafarse, pero era imposible librarse de sus manos de atleta.
�Si no me sueltas voya a gritar.�
�Anda, hazlo, dime que no me echas de menos. Dime que Alonso te folla mejor que yo. El intenso calor del musculoso cuerpo de David envolv�a a Ver�nica. Era verdad. David era un hombre incomparable, un toro salvaje en la cama, capaz de follarla la noche entera sin cansarse.
�D..., d�jame por favor. Deja que las cosas sigan u curso,� le rog� ella con voz angustiada. �No todo es sexo en la vida. Adem�s, piensa en Camila. Ella tiene derecho a vivir en paz.�
De mala gana, David dej� libre a Ver�nica. La vio caminar r�pidamente hasta la casa. Alonso ya la esperaba para llevarla a su nuevo hogar.
- o -
La rutina diaria era bastante mon�tona para David. Camila llegaba tarde de la escuela y �l habitualmente se pasaba el d�a trabajando en su gimnasio y entrenando. En alg�n momento pens� que despu�s del divorcio las cosas mejorar�an, pero no fue as�. Era dif�cil ser hombre de negocios, deportista y due�o de casa a la vez. Y lo que m�s le abrumaba era el papel de padre. El juez hab�a determinado que Camila se quedara con �l, por considerar que Ver�nica ten�a demasiados problemas sicol�gicos que superar antes de poder hacerse cargo de ella. As� que solamente la visitar�a regularmente, hasta nuevo aviso. El problema es que ella nunca se aparec�a a ver a su hija, y eso solamente aumentaba al sufrimiento de la muchacha. La comunicaci�n de David con su hija era apenas mejor que la que ten�a con Ver�nica. Ambos llegaban tarde a casa, cenaban juntos y luego cada uno se retiraba a su rec�mara. En las �ltimas semanas hab�a recibido frecuentes llamadas de parte de la maestra de Camila, que hab�a comenzado a tener m�s y m�s problemas en la escuela. Se estaba convirtiendo en una muchachita distante y rebelde. Se sent�a abrumado. �l, una mole de 240 libras de m�sculo, exitoso f�sicoculturista y hombre de negocios, no era capaz de v�rselas con una adolescente que apenas le llegaba a la altura de los hombros.
El cumplea�os pas� y todo volvi� a quedar en silencio en casa de David. Era dif�cil decir que el d�a anterior la casa hab�a estado llena de bulliciosos invitados. Cuando David entr� a la sala, la casa le pareci� extremadamente grande para s�lo dos personas. Tal vez deber�a considerar cambiarse a un apartamento.
��Camila?,� grit� desde la base de la escalera hacia el segundo piso. ��Est�s en casa?� No hubo respuesta. Tal vez la chica hab�a pasado a casa de alguna amiga. Todav�a era temprano. �A qu� hora sol�a llegar ella los lunes? No lo recordaba. La sala estaba fresca y se sinti� aliviado del calor exterior. A�n estaba sudando despu�s de trotar todo el camino desde el gimnasio. Corri� por las escaleras y se fue directamente a la ducha. Luego baj� a la cocina descalzo, cubierto solamente con unos boxers. Tendr�a algo preparado para cuando camila llegara. �Qu� preparar�a hoy para su hija? �Pizza? Eso era insalubre. Tal vez comida china. De todas maneras, por ahora solamente tomar�a su batido.
Ver�nica nunca quiso contratar a una cocinera. Le encantaba cocinar ella misma. Record� los momentos sensuales que hab�an pasado juntos mientras ella cocinaba. Se record� a s� mismo parado detr�s de ella, rodeando la delgada cintura, besando el fragante cuello femenino, metiendo su mano bajo la blusa, apoder�ndose de las grandes tetas de su mujer para luego empezar a desnudarla mientras ella pelaba patatas. Luego la hac�a inclinarse sobre el mes�n y la follaba. Amaba ese trasero perfecto. Pero el sonido de la puerta lo despert� de su sue�o.
��Camila? Pens� que no estabas.�
La chica lo observaba desde la puerta con una mirada que rondaba entre el fastidio y la indiferencia. �Estaba escuchando m�sica con mis aud�fonos.� Los ojos de Camila se fijaron en la entrepiernas de su padre. No era la primera vez que lo ve�a con poca ropa en la casa. De hecho, esa era su vestimenta habitual. Pero nunca lo hab�a visto con una erecci�n. El grueso y recto bulto se extend�a bajo los b�xers por sobre el muslo izquierdo, luchando por salirse de debajo de la pretina de los b�xers. Camila estaba asombrada de sus dimensiones. Se notaba mucho m�s largo y grueso que lo que hab�a visto en sus novios hasta el momento. David se cubri� de inmediato, avergonzado.
��Estabas pensando en Nicole?,� le pregunt� atrevidamente, refiri�ndose a la asistente del gimnasio con la que su padre estaba saliendo.
�No seas insolente. Y me respetas a Nicole, que es una excelente secretaria.�
Camila respondi� con una sonrisa sarc�stica. ��As� que ahora les llaman �secretarias?�
David sinti� calor en la cara. �Basta, Camila. Yo soy due�o de ver a quien quiera. No olvides que soy un adulto, y adem�s soy tu padre. No me vuelvas a hablar as�, �entendiste?�
Pero la osada Camila no se detuvo. ��Y por eso me haces grandes fiestas y regalos de cumplea�os, porque piensas que con eso te vas a ganar mi respeto despu�s de dejar a mam� para follar a la que se te venga en gana?�
Amenazante, David fue hacia su hija con la intenci�n de darle una zurra, pero se detuvo en seco con la mano en alto. No pod�a perder los estribos as�. �l era un hombre sumamente grande y fuerte, y Camila, veleidosa y todo, era s�lo una ni�a.
Los ojos de la chica se llenaron de l�grimas. �T� s� tienes derecho a ser feliz,�verdad? T� puedes tener a alguien que te ame, �verdad? Pero siempre est�s recrimin�ndome por salir con chicos. Prefieres que est� sola y encerrada en casa.�
�Eso no es verdad...�
�S�, lo es.�
�Hija, yo soy un adulto que puede responsabilizarse de sus actos. T� no. Solamente quiero protegerte. �Acaso crees que esos chicos te quieren solamente como amiga?
Camila se exasper�. �M�rame pap�. Ya no soy una ni�a. �Crees que busco novios para que me acompa�en a tomar un refresco? S� lo que quiero y tambi�n s� cuidarme.�
��Camila! No sabes lo que est�s diciendo.� David estaba escandalizado.
�Y para que lo sepas, t� no vas a detenerme si quiero estar con alguien,� prosigui� la chica. �No voy a llevar una vida de monja s�lo porque t� lo quieres.�
David lo vio todo rojo. �Te - lo - proh�bo,� le dijo, marcando cada palabra. Eres demasiado joven para andar saliendo con cualquiera.�
Camila se sinti� complacida de poner a su padre furioso. �Mira, pap�. Ya estoy en edad aprender ciertas cosas, y si t� nunca est�s aqu� para ense�arme, entonces buscar� a alguien m�s que lo haga.�
David no supo que responder. ��A qu� te refieres?�
�Bueno, soy una mujer. Me atraen los hombres y quiero saber qu� se siente ser amada por uno.�
David trag� saliva. �Cari�o, hay cosas que yo no te puedo ense�ar. Sencillamente no siento que tengamos la confianza necesaria para hablar de cualquier tema. Es cierto que t madre no est�, pero tal vez podr�as hablar con tu maestra o..., o con alguien m�s.
Una leve sonrisa se dibuj� en los juveniles labios de la muchacha. �Pero pap�, no es necesario hablar. Las cosas entre hombres y mujeres no se hacen hablando, �o s�?�
David sinti� que su respiraci�n se cortaba por un segundo. �Qu� quer�an decir esas palabras? Notando su sorpresa, Camila se acerc� lentamente a su padre. �Quiero decir que si t� no me ense�as, entonces acudir� a cualquier chico que se ofrezca.�
David sinti� que su sangre se congelaba. �Camila, hay cosas que solamente se producen en la intimidad entre un hombre y una mujer. Nunca podr�a ocurrir entre un padre y su hija.�
��Realmente crees eso?,� respondi� ella en voz baja, acariciando sutilmente el nudoso brazo de su padre. David se hizo a un lado. ��No!� Su voz se notaba temblorosa, tal vez por la tensi�n, tal vez por la excitaci�n que le produjo aquella caricia. No pudo mirar a Camila a los ojos. �Eso no se hace.�
Camila no esper� para responder. �Entonces me voy ahora mismo donde Marcos. Me dijo que hoy iba a estar solo en su apartamento.�
��No te atrevas!, le grit� David, resoplando.
��Entonces mu�strame!,� vino la respuesta. ��Mu�strame lo que es un hombre de una maldita vez!�
David respiraba agitadamente por la angustia. �Hija, no. Eso no se debe hacer. No soy cualquier hombre. Soy tu padre!� Pero David sab�a que el intento era in�til. Camila estaba decidida a perder la virginidad con su novio.
Camila se qued� ah�, esperando. El sudor brillaba en la frente de David aunque la cocina estaba fresca. Sus m�sculos en tensi�n se ve�an m�s apetitosos que de costumbre para Camila, quien, desde su despertar sexual hab�a acumulado secretamente su deseo por su padre d�a tras d�a, mes tras mes, a�o tras a�o. A pesar de estar continuamente en contacto con hombres del ambiente del culturismo f�sico, las enormes y perfectas proporciones de su padre la cautivaban de una manera incontenible. Ansiaba verlo completamente desnudo y m�s de alguna vez hab�a tratado de espiarlo en alg�n camar�n o en casa, pero sin �xito. Ten�a sue�os er�ticos con �l, y varias veces se hab�a acercado furtivamente hasta la puerta del dormitorio de sus padres para escuchar c�mo hac�an el amor. Le encantaba o�r los r�tmicos sonidos que se produc�an cuando follaba a mam�, y habr�a dado cualquier cosa por estar en el lugar de ella. Varios muchachos la cortejaban y m�s de uno le hab�a ofrecido sexo, pero todos parec�an unos alfe�iques en comparaci�n con su padre. Era a �l a quien quer�a. Se hab�a hecho la promesa de encontrar la manera hacer que la poseyera. Y all� estaban ahora. Sin esperarlo, lo hab�a logrado.
��Qu� quieres de m�?,� pregunt� finalmente David con voz derrotada.
�M�estrame por qu� las mujeres te desean tanto.� Las manos de la muchacha ahora acariciaban los enormes bultos del pecho de pap�. Los rosados labios de la chica se posaron sobre ellos una vez, luego otra, y otra..., cubriendo de besos los masivos montes duros y cubiertos de gruesas venas. David cerr� los ojos. Su ni�a lo acariciaba y lo mordisqueaba, calibrando la f�rrea dureza de sus pectorales. Instintivamente los hinch� para ella. No pod�a creer lo que estaba haciendo. La lengua de la chica lami� los pezones erectos, y baj� por los s�lidos mont�culos de su abdomen, desliz�ndose h�meda por los profundos valles que hab�a entre ellos.
David no pudo evitar excitarse. En los o�dos de Camila resonaba la pesada respiraci�n del hombre, extasiado por las caricias de su hija. A su mente, encendida de placer, vinieron las im�genes de Ver�nica haciendo lo mismo, disfrutando de su masculinidad cent�metro a cent�metro, retorci�ndose de placer contra su s�lido cuerpo mientras �l empujaba el miembro por su agujero, desesperado por descargarse en el fondo de su vientre caliente.
Camila lami� hasta el borde de los b�xers, bajo el cual ahora asomaba la prominente cabeza del pene de pap�, brillante, rosada y tersa, humedecida por los suaves fluidos sexuales que ya comenzaba a rezumar. Pudo haber saboreado de inmediato los jugos masculinos que �l tan generosamente le ofrec�a, pero prefiri� dejar lo mejor para el final.
Acariciando los masivos muslos de acero, explor� con sus manos los suaves gl�teos. Luego busc� bajo los b�xers hasta que David sinti� el fresco aire de la habitaci�n envolviendo su test�culo derecho. Camila se detuvo un momento para contemplarlo. All� estaba, al fin. Hab�a llegado a la esencia misma de la masculinidad del hombre m�s magn�fico que jam�s hubiera visto. Toda su fuerza, su belleza, su potencia viril, y hasta ella misma, se hab�an originado all�, en esas enormes bolas, m�s grandes que un huevo de gallina, colgando en su saco de piel morena, movi�ndose libremente, invit�ndola a tomar m�s, a jugar con ellos, a dejarse seducir por ellos.
Camila empuj� el test�culo suavemente con la punta de la nariz. �Ohh, Camila, detente,� gimi� David. Luego gimi� con m�s fuerza cuando los tibios labios de su ni�a se pegaron al sensible escroto. La ansiosa lengua descubr�a las nuevas texturas, los nuevos sabores. Y David apretaba los pu�os en el borde del mes�n, ansiando poder detener esa aberraci�n, que sin embargo era demasiado deliciosa para rechazar.
Loco de placer, comenz� a quitarse los b�xers. Camila estuvo encantada de ayudarle. El masivo sexo de pap� qued� completamente expuesto, palpitando, implorando ser pose�do. Hinchadas venas surcaban el pene en toda su enorme extensi�n. Camila pod�a sentir su calor en la cara. Los dos test�culos ahora colgaban libremente y la boca de Camila vino sobre ellos. �Ahh, ahh, aaahhhh,� David no pod�a contener los gemidos. La lengua de su ni�a lo humedec�a, y la evaporaci�n de la saliva le produc�a un deliciosa sensaci�n de fr�o en las calientes bolas. La ansiosa boca subi� por el pene sin separarse un solo instante de su sedosa piel. Los j�venes dientecitos se hincaban delicadamente sobre la poderosa verga, comprobando su dureza de acero y llevando a David al borde del orgasmo. Antes de llegar al glande, Camila se detuvo.
Jadeante, David quiso pedirle que siguiera, pero la chica se puso de pie junto a �l. ��Qu�..., qu� vas a hacer?,� le pregunt� intrigado.
�Quiero ver cu�n lejos llegas,� respondi� ella. Acto seguido, comenz� a pajearlo vigorosamente. David cerr� los ojos, consciente de que estaba a punto de correrse en las manos de su hija. De pronto, apret� los dientes y �Agh, ��aagghhhhh!!,� su vientre convulsion� violentamente, disparando potentes chorros de blanca leche hacia lo alto, salpicando el muro que estaba frente a ellos, los muebles y el piso.
Camila observaba embelesada la potencia de su padre. Le excit� pensar que todas las noches �l llenaba a su madre con esos chorros. No se explicaba c�mo pod�a ella haber abandonado a un hombre as� por un alfe�ique como Alonso.
David comenz� a calmarse. En la punta de su glande a�n hab�a una gruesa gota blanca que no hab�a ca�do. �Todav�a queda un poco adentro,� dijo sin aliento. �Expr�melo.� Sin pensarlo dos veces, Camila se arrodill� frente a su padre y exprimi� el pene desde la base hasta el extremo, esperando con la boca bien abierta unos cent�metros m�s abajo. Una gruesa cuerda de cremoso semen fluy� desde el miembro hasta la boca de Camila, quien luego de saborear y tragar, termin� de succionar y lamer cuidadosamente la la verga hasta dejarla limpia.
La chica se levant� sonriente. �Gracias, pap�,� dijo sencillamente, y sali� r�pidamente de la cocina. David se qued� ah�, desnudo, meditando en lo que hab�a ocurrido.
El d�a siguiente pas� como un sue�o para David. No se concentraba bien en lo que hac�a. Se sent�a confundido, asustado, sin poder creer a�n lo que hab�a pasado entre �l y su hija. Su cabeza estaba llena de preguntas, pero m�s que nada tem�a por las consecuencias de esto para su hija. �Era esto lo que ella realmente necesitaba? �Evitar�a esto que Camila se fuera a la cama con alg�n chico? Angustiado, se retir� temprano del gimnasio y se fue a casa. Esta vez solamente camin�. Los carros y la gente le parec�an lejanos. Vio transe�ntes caminando con sus hijos..., e hijas. �Alguna vez ellas tambi�n pedir�an lo mismo a sus padres? �Qu� dir�an ellos si supieran que la tarde anterior su hija lo hab�a felado? �Y que �l lo hab�a disfrutado y que hab�a eyaculado en su boca?
Sumido en estos pensamientos lleg� a casa. Entr� silenciosamente al jard�n. Cruz� los prados y en la puerta principal se detuvo sobresaltado. Ruidos extra�os ven�an desde adentro. �Ladrones? Abri� sigilosamente la puerta. Los siguientes segundos quedaron en su mente como un recuerdo borroso. De alguna forma lleg� hasta el sof�, tom� de cuello al maldito piojoso de Marcos y lo levant� en el aire, quit�ndolo de sobre Camila, llev�ndolo hasta la puerta y arroj�ndolo al jard�n como su fuera un trasto. Luego le arroj� su ropa y lo amenaz� de muerte si volv�a a verlo cerca de su hija.
Todo el tiempo la desnuda Camila trat� de detener a su padre, gritando y golpe�ndolo: �D�jalo, maldito, d�jalo! Yo lo amo, deja de meterte en mi vida!�
De un empuj�n David volvi� a su hija al sof�. A voz en cuello la increp�: ��Qui�n te crees que eres? �Una puta, acaso? Me prometiste que dejar�as de verte con ese imb�cil y ahora vengo a encontrarlo foll�ndote en mi propio sof�! �V�stete y vete a tu cuarto, y desaparece de mi vista hasta que yo te ordene salir!�
Los gritos de David eran terribles, tanto que Camila no se atrevi� a seguir discutiendo. Subi� corriendo las escaleras. ��Te odio!� Le grit� desde arriba. ��Te odio y te odiar� siempre! Marcos me ense�� lo que es amor. T� me dejas sola todo el tiempo. Te odio!�
Furioso consigo mismo y con Camila, David tuvo un arrebato de ira y destroz� todo lo que encontr� a su paso en la sala. ��Imb�cil, Imb�cil!� se dec�a a s� mismo. �Creerle a una mocosa cachonda. �No es m�s que una miserable puta!�
Con su mente nublada por la ira, subi� las escaleras a grandes zancadas. �Camila quer�a sexo? Sexo le dar�a �Quer�a saber lo que era un hombre? �l se lo ense�ar�a hasta que le implorara que ya no m�s. Si ella quer�a ser una puta, �l le ayudar�a.
Se quit� los shorts y la camiseta a tirones y de una patada abri� la puerta que Camila hab�a cerrado con llave. Horrorizada, la chica se refugi� en un rinc�n. ��No, pap�, al�jate, no!� David la arroj� sobre la cama y la aplast� con el peso de su descomunal cuerpo. La chica gritaba y forcejeaba desesperadamente. �Sigue gritando, putita, que la casa es grande y nadie te va a o�r. �Quieres que termine lo que Marcos empez�? �Quieres que un verdadero hombre te destroce las tripas con una verga como la m�a?�
Pero Camila ya no gritaba ni luchaba. Se hab�a desmayado. La cordura pareci� volver de golpe a David, y todo el peso de los pecados de todo el mundo pareci� caer sobre �l.
��Camila...?, �Camila...?� David se levant� pesadamente de sobre su hija. Por un momento temi� haberla matado. Comprob� que afortunadamente no la hab�a penetrado. Angustiado, mir� el blanco cuerpecito de la adolescente, tan fr�gil y delicado. Levant� la vista y se encontr� con su propio reflejo en el espejo del armario. Por primera vez, su magnifico cuerpo, admirado y galardonado por su perfecci�n, le pareci� monstruoso.
Tambaleante, sali� de la habitaci�n de Camila y se dirigi� a la propia. La cabeza le daba vueltas. Se tendi� sobre su cama, jadeante y agobiado. La dorada luz del atardecer ba�aba la habitaci�n. Se sinti� solo y desamparado. No se reconoc�a. Ahora era un monstruo que hab�a querido violar a su propia hija, su ni�a.
Ya no sab�a que pensar. Ten�a miedo de s� mismo. Necesitaba compa��a. �Ojal� Nicole estuviera aqu�,� pens�. Se mir� el sexo y se asombr� de que a�n estuviera erecto despu�s de todo lo ocurrido. Busc� a tientas su tel�fono celular sobre la mesita de noche para llamar a su novia y pedirle que se reunieran en alguna parte. Quer�a escuchar su voz dulce. Quer�a sentir su piel suave. Quer�a mamar sus tetas y follarla hasta que todo volviera a la normalidad.
Pero no pudo marcar el n�mero. Ah�, en su puerta, estaba ella de pie. Camila, con su cabello desgre�ado por la violencia. Las suaves curvas de su juvenil cuerpo se acercaron hasta los pies de la cama. David estaba petrificado. �Deb�a esta pesadilla continuar? Pero la cara de Camila no reflejaba odio. Tampoco reflejaba miedo.
David observ� incr�dulo mientras su hija rodeaba la cama y se recostaba junto a �l. El cuerpo duro y musculoso de �l y la figura gr�cil y delicada de ella se abrazaron sobre la cama. Camila recost� la cabeza sobre el prominente pecho paterno y puso su suave muslo sobre la entrepiernas de �l, sobre su verga en erecci�n. Ambos cerraron los ojos y descansaron un momento, en un instante de reconciliaci�n.
�Perd�name, pap�,� dijo ella finalmente, en voz muy baja.
David se sorprendi�. �No era �l el que deb�a pedir perd�n? Pero dej� que Camila siguiera hablando.
�Perd�name. Fui injusta contigo. T� no tienes la culpa de que mam� sea una perra y se haya ido con otro por dinero. Ella miente cuando trata de culparte por lo sucedido.�
David escuchaba emocionado. Camila prosigui�: �No te mereces lo que te hemos hecho. T� has sido bueno conmigo. Te preocupas de hacerme regalos. Pero no soy yo la que merece regalos, sino t�. T� eres el que deber�a recibir un regalo.�
�No te preocupes, cari�o,� dijo David en tono paternal. Tu madre se fue, pero me de�o el mejor regalo del mundo.�
En silencio, David se volvi� hacia la ni�a. Sus grandes y fuertes manos acariciaron los delicados hombros, los delgados brazos, las sensuales caderas. Tom�ndola de los gl�teos, la apret� suavemente contra �l. Camila cerr� los ojos y dej� que pap� se acomodara. Lo rode� por la estrecha cintura con una pierna y dej� que la punta del palpitante falo buscara su camino entre las piernas de ella. Lo sinti� acomodarse, caliente, h�medo, presionando suavemente. Lo sinti� abrirse paso hacia adentro. Era grueso. M�s grueso que el de Marcos. Mucho m�s. Era muy duro, muy caliente, pero muy suave, y se desliz� sin parar hasta el fondo, empujando poco a poco, dando tiempo para que la estrecha vagina se expandiera sobre �l. En alg�n momento se sinti� inc�moda por el tama�o, pero lo soport�. Sus jugos lo lubricaron, y pap� comenz� a moverse, muy lentamente, sin prisas, saliendo, entrando, saliendo, entrando. A ambos los envolvi� un delicioso calor. Se abrazaron con fuerza. Camila se sinti� segura y protegida contra el poderoso torso de pap�, envuelta por sus musculosos brazos. Se pod�a percibir un sonido muy leve, muy distante, desde lo m�s profundo de la cama. Alg�n lejano resorte cantaba al ritmo de las caderas de David. Primero lento, luego un poco m�s r�pido, luego un poco m�s en�rgico. El interior de su hija era c�lido y acogedor. David se sinti� transportado al tiempo en que Camila a�n no nac�a, a la primera vez que hab�a hecho el amor con Ver�nica. Su vientre era igual. Estrecho, caluroso, anhelante. Con ternura foll� a su hija. La dej� alcanzar poco a poco nuevos niveles de excitaci�n. Sus respiraciones se agitaron. El deseo del uno por el otro los llev� lentamente hasta el frenes�. La cama se sacudi� m�s y m�s violentamente ante las embestidas del fabuloso hombre, y pronto la habitaci�n se llen� de los extasiados gorjeos de Camila, mientras David descargaba su leche en el fondo del peque�o vientre.
Luego vino el silencio. Poco a poco la habitaci�n se oscureci�, y padre e hija durmieron en la m�s perfecta comuni�n
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Relato: El Mejor Regalo del Mundo
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