Mi Amada Madre.
Esto ocurri� precisamente hoy hace dos semanas. Yo soy
estudiante de artes pl�sticas y vivo solo con mi madre. Se que cuando alguien
cuenta una de estas historias hace un largo precedente de deseo que se remonta a
la adolescencia, o a veces antes; pero en este caso no, lo que pas� solo pas�.
Siempre he sabido que mi madre es una mujer hermosa, pero nunca la vi como
mujer, ella por supuesto jam�s me vio como hombre. De hecho, tengo que confesar
que nunca la hab�a visto desnuda hasta que ocurrieron estos eventos.
Pero bueno, todo empez� con un trabajo de la escuela, un
estudio de figura humana. Ten�amos que encontrar una modelo; pero por una cosa o
por otra, no encontr� a nadie. Mi madre se enter�, y viendo que me iban a
reprobar en el final, se ofreci� para el trabajo. Al principio me negu�, la
situaci�n me parec�a demasiado extra�a; inc�moda, pero finalmente no me qued� de
otra.
Total que en la noche (siempre pinto de noche) despu�s de
disponer todo en el estudio, lleg� mi madre con una bata. Se desnud� con toda
naturalidad, tomando en cuenta que yo estoy acostumbrado a ver cuerpos desnudos
"sin morbo", antes bien con fines "art�sticos", y ella, si bien siempre ha sido
algo recatada, vistiendo siempre prendas poco reveladoras y menos sensuales,
tambi�n se ha mostrado siempre de mente abierta ante aquello con fines
art�sticos. De cualquier manera ella segu�a siendo mi madre y la situaci�n
segu�a siendo inc�moda, y m�s a�n lo fue debido a mi reacci�n: La imagen de su
cuerpo me dej� petrificado, turbado; era verdaderamente hermosa, y realmente
nunca me hab�a percatado cabalmente: su cabello lacio, negro a media espalda, su
piel morena, su rostro fino, ovalado donde destacan unos ojos negros grandes de
pesta�as curvas y cejas amenazantes en cuyas orillas empiezan reci�n a marcarse
unas tenues arrugas; su cuello largo, sus labios gruesos que bordean su boca
mediana de dientes perfectos, sus senos grandes (mucho m�s grandes de lo que
imaginaba) con forma de gota y pezones suaves, sus caderas anchas, sus piernas
firmes y bien marcadas; su monte de Venus espeso de pelillos oscuros rizados;
incluso su abdomen que exhibe una breve pancita realmente sensual: era hermosa,
realmente deseable, y sin darme cuenta, como o cuando, despu�s de un shock que
me recorri� la espalda, empec� a salivar ante visi�n tan deliciosa.
Estaba extra�ado, pero no pod�a dejar de mirarla. Me sent�
frente al block y empec� a lanzar unos trazos poco afortunados, ni siquiera me
estaba fijando en lo que hac�a; estaba muy nervioso, por alguna raz�n, no pod�a
dejar de mirar sus senos, grandes, hermosos con forma de gota y las aureolas
marcadas solo como sombras al frente. Luego su cintura suave y sus caderas
anchas, los vellos oscuros y espesos de su monte de Venus; sus muslos todav�a
firmes� valla, no estaba viendo una figura, estaba viendo una mujer, una
deliciosa mujer.
Mientras tanto ella, se acomodaba, levantaba su rostro, lo
bajaba, (se estaba tomando en serio el trabajo) mov�a sus piernas lentamente,
roz�ndolas levemente en cada ocasi�n (y eso si que me pudo) Y entonces, empez� a
pasar. Sin poder dejar de mirar su monte y sus senos, sent� como el calor me
llenaba el cuerpo, la cabeza; empec� a tener ese tipo de fantas�as fugaces que
te hacen salivar y respirar m�s r�pido: de pronto la v� ah� tal como estaba,
solo que, por arte de magia, empezaba a masturbase, a lamer sus labios sin dejar
de mirarme mientras me llamaba hasta a ella con su mano libre; luego un segundo
flashazo: su pez�n erecto, y mis labios abraz�ndolo suavemente, pude o�rla
gemir, pude oler su humedad llenando el cuarto; la vi despu�s frente a m�,
empinada; pude sentir la presi�n de mis manos en sus caderas cuando la embest�a
haci�ndola pedir m�s y m�s. La erecci�n fue inevitable. Tuve que acomodarme
bruscamente para que no se me saliera la verga de los boxers que tra�a.
Ten�a la necesidad de sentirla, de palpar esa dulce carne que
parec�a tan apetecible a esa hora. Fingiendo corregir su postura, me levant�.
Pretend� estudiarla un momento: acomod� su rostro aprovechando para acariciar su
cuello y rozar como por accidente sus senos: la tom� de la cintura, y le di la
vuelta, quer�a ver sus nalgas: tambi�n eran una delicia: grandes, firmes,
morenas. As� la dej�, solo coloqu� su ment�n sobre el hombro, y antes de volver
a mi lugar, sin poder contenerme ya, acarici� su nalga con mi dedo, provocando
en ella un gesto de extra�eza, y puedo jurar que tambi�n de miedo, que sin
embargo refren� r�pidamente. Regres� a donde estaba, ya ni siquiera tom� el
l�piz, solo me acomod� para admirarla, y dejar que mi imaginaci�n hiciera el
resto. Y entonces pas�.
No s� porqu� lo hice, actu� solo como un animal, por
instinto. Me tir� hac�a atr�s en el respaldo de la silla, lanc� mi pelvis hacia
delante permitiendo que mi erecci�n se manifestara plena, y empec� a frotarme
lentamente, exhorto en la imagen de su cuerpo.
Ella se dio cuenta; sin dar cr�dito volte� r�pidamente y me
clav� la mirada, mientras llena de pudor, se agach� a recoger una s�bana para
taparse; sin embargo, no se movi�.
-Ricardo, �Qu� haces!
No pude responderle, no quise; solo recorr�a su cuerpo con
los ojos de arriba abajo tratando de descifrar el sabor de la piel de su
cintura, de sus aureolas morenas, y sus pezones endurecidos ya fuera por el fr�o
o por la excitaci�n; mientras luchaba por atraer su mirada hacia mi miembro:
quer�a excitarla con la imagen de mi glade enrojecido, atrap�ndola tal vez
mordi�ndose los labios o tragando saliva sin poder esconder el deseo de
arrodillarse frente a mi para besarla e introducirla en su boca, para abrazarla
con sus labios y chuparla sedienta de mi semen. Sus ojos sin embargo estaban
cerrados, y su bello rostro encajado en el suelo, avergonzada, �avergonzada de
qu�? �de ver una verga erecta a causa de la visi�n de su cuerpo? �de su cuerpo
maduro todav�a hermoso? �del morbo de la situaci�n? �O simplemente presintiendo
la tensi�n de nuestros cuerpos clamando el uno por el otro?
-D�jate por favor, no hagas esto.
Estaba congelada, de pie sobre la tarima, tratando de tapar
sus grandes senos con la s�bana que usaba para los estudios de tela y sombra. Se
ve�a preciosa; la media luz develaba cada palmo de su carne tibia, y la tersura
de los vellos de su monte. A la medida que mis ojos, como unas manos que
aprendieran su cuerpo, la recorr�an de arriba abajo, mi mirada la violentaba, la
hac�a sentir sucia, y perder la sutil "naturalidad" con la que hab�a estado
posando la �ltima media hora. Sin atreverse a verme, trataba de estirar la
s�bana para cubrir su desnudez, pero era in�til: si cubr�a sus tetas, descubr�a
para m� su monte, y viceversa.
No pude m�s. Me levant� y camine hacia ella. No corri�, no se
movi�; solo se encogi� como tratando de escapar hacia dentro de si misma. La
tom� de los hombros acerc�ndola a mi cuerpo, provocando el primer roce de mi
pene con su piel: con mis huevos en el borde de su monte y el cuerpo de mi verga
extendido por su abdomen, sobre su ombligo. Hizo un breve intento por soltarse
al tiempo que balbuceaba negaciones; pero el miedo y el impacto de la situaci�n
hab�an minado sus fuerzas, estaba tensa como una piedra, pod�a sentir el temblor
de sus piernas, que se apretaban casi virginalmente tratando de refrenar la
sensaci�n, que estoy seguro, ya quemaba su vagina. Sus manos chocaban en mi
pecho y entre sollozos, como temerosa de que alguien se enterara de lo que
estaba pasando, empez� a susurrar:
- �Su�ltame, me enga�aste! �Su�ltame, por favor, hijo,
su�ltame!
Enternecido al punto de enamorarme, embebido en la infinita
belleza de su imagen, su olor y el sonido de su voz llorosa, empec� a besar su
rostro, su cuello, sus hombros; ese sabor tan dulce que desde siempre conoc�
besando su mejilla, me remont� en ese momento a sentimientos diversos y
distantes, que se mezclaban con nuevas sensaciones morbosas y deliciosas capaces
de volver loco a cualquiera.
La lucha se prolong� todav�a unos instantes. Sacando fuerzas
de flaqueza hizo un �ltimo esfuerzo por separarse de m�, pero la presi�n de mis
manos en sus hombros la contuvo nuevamente. Resignada, ya sin poder decir nada,
y acostumbrada al roce de mi pene en su cuerpo, sabi�ndose vencida, tir� la tela
que la cubr�a mientras mov�a su cabeza, no se s� para esquivar mis besos o para
ofrecerme zonas nuevas que su instinto de mujer m�s primario deseaba que besara;
que descubriera. De pronto ese �ltimo resquicio de defensa tambi�n se perdi�.
Ella gimoteaba, sinti�ndose enga�ada e impotente; estaba ya plenamente domada,
sin fuerzas para seguir luchando. Ya seguro de tenerla m�a, solt� sus hombros y
dirig� mis manos a su espalda, refrenando mi fuerza, transform�ndola en suave
roce; la recorr� desde el cuello, haciendo a un lado su cabello con una caricia,
y me deslice hasta sus nalgas sintiendo su estremecimiento mientras dibujaba su
espina y luego esa l�nea delicada que sus enormes nalgas dibujan al tocarse; su
respiraci�n exaltada de tanto llorar y calentada por mis besos hacia chocar sus
pezones, ya erectos, con mi cuerpo. Finalmente pude encontrar sus labios; los
encontr� apretados, fruncidos, gru�� con fuerza como si lo que acercara a su
boca fuera un �nfora de veneno; claramente un beso implicaba mucho m�s que las
caricias: era s�ntoma de entrega, una forma de firmar su rendici�n, y aceptarse
conquistada. Sus ojos se encajaron con un nuevo horror en los m�os, no hab�a sin
embargo nada que temer; amo a mi madre, la amo como a nadie, y agradezco el
enorme esfuerzo que hizo para sacarme adelante sola; no hab�a que temer; ese
beso era una declaraci�n de amor, y un tributo a su majestuosa feminidad
contenida por tanto tiempo; ese fuego de hembra que me consumi� sin querer; que
me consumi� en un momento. No la forc�. Empec� a besar sus labios cerrados
tiernamente, cada palmo de ellos: los bordes, el centro, el labio superior e
inferior, separ�ndome entre cada beso para comprobar su deleite; de pronto
empez�, como por reflejo a corresponder a aquellos besitos y en pocos segundos
nuestras lenguas ya se entrelazaban deliciosamente; pasamos as�, no se; �Me
pareci� una eternidad!
Mis caricias en su cuerpo eran cada vez m�s habituales, m�s
aceptadas; su manos, todav�a inseguras, empezaron a acariciarme el pecho y el
abdomen, se colgaron de mi cintura y cuando no lo esperaba, una de esas manitas
se acerc� t�mida y torpemente a mi verga y empez� a acariciarla, primero
levemente como queriendo aprender su tama�o y su grosor; luego salvajemente,
como intentando dirigirla al interior de su cuerpo. Su tacto era c�lido, suave,
los restos de sudor que la angustia de la batalla hab�a dejado en ella, la
volv�a una met�fora, una premonici�n de la ardorosa humedad de su vagina.
Empez� a besar mi pecho, y a acariciar mis nalgas con su mano
libre. Mordi� uno de mis pezones antes de deslizarse entre besos por mi abdomen,
mientras su mano, ya m�s segura, conociendo mi pene, empez� a masturbarlo
ansiosa.
Todav�a con los ojos llorosos; sin dejar de agitarla la meti�
a su boca, le dio primero una chupada r�pida, como tratando de librar el tr�mite
lo m�s pronto posible; encantada despu�s por el sabor, el ancho y la longitud de
mi miembro, y creo que tambi�n un poco deleitada por el morbo de la situaci�n,
saliv� un poco, pas� su lengua por los bordes de su boca, humect�ndose y
recogiendo l�grimas al mismo tiempo, y se acerc� a besarla, acarici� sus labios
suaves con mi glande y la introdujo en su boca, tanto como pudo antes de
ahogarse. Encaj� sus lindos ojos negros en mis ojos: pude ver en ellos tantas
cosas, que nunca podr� olvidarlo: hab�a una pregunta sobre el evidente placer
que me estaba dando, hab�a ternura, hab�a amor, hab�a un reproche por verse
hincada ante su hijo con su verga en su boca a punto de llenarla de semen, y
agradecimiento al mismo tiempo por haber develado la hembra insaciable, que ella
pensaba ya muerta dentro de s�. Por la inercia de la excitaci�n, su pelvis
empez� a moverse, con leve contoneo, a�n hincada abri� sus piernas y despu�s de
un fugaz pellizco en su pez�n, acarici� su abdomen hasta encajarla en su vagina.
Tom� su cabeza suavemente y trat� de separarla, pero no
sirvi� de nada, estaba perdida mam�ndome. Le di entonces un leve tir�n en el
cabello que le hizo reaccionar. Me dio un nuevo beso en el glade, de una calidad
que no conoc�a en ella: salvaje, casi perverso: era un beso h�medo que un�a con
una hilo de saliva a�n a la distancia nuestros cuerpos; era un beso que
reclamaba mi verga como posesi�n suya.
Me hinqu� a su lado, y bes� sus labios maravillosos. Ahora
acept� mi beso con m�s naturalidad, me hundi� su lengua en la boca, me mordi�
los labios, chup� mi lengua. Como una ni�a peque�a que quiere su juguete
favorito, mov�a su mano ansiosa, mientras pujaba a modo de berrinche, tratando
de encontrar a ciegas mi verga, yo la puse a su alcance. R�o pl�cida, a modo de
ronroneo de gatita satisfecha cuando la toc� de nuevo. Me separ� contemplando
sus hermosos ojos, tom� su mano de entre sus piernas y chup� hasta la �ltima
gota de los jugos de sus dedos. Met� r�pidamente mi mano al h�medo rinc�n de mi
madre, ella, como un reflejo me aprision� con sus muslos, como si tuviera la
ilusa idea de que yo intentar�a soltarla.
La sensaci�n de humedad era avasallante, estremecedora;
acomod� mi dedo entre sus labios y empec� a frotar, me encontr� su cl�toris y lo
apret�, y lo acaricie en c�rculos acelerando el sonido de sus gemidos mientras
me prend�a a uno de sus pezones, y besaba el di�metro de sus aureolas y todo el
horizonte de sus magn�nimas tetas; ella encajaba sus u�as en mi espalda, la
acariciaba, hasta que por fin qued� tendida sobre la tarima.
Nos quedamos mirando unos momentos: ella era un portento de
belleza: su cabello desordenado, sus labios hinchados, sus senos tr�mulos que a
cada respiraci�n parec�an hacerse m�s grandes, relucientes a fuerza de mis
besos; sus pezones erectos, los vellitos de su monte perfumados con su
penetrante humedad, la carne tibia de su abdomen; sus ojos tiernos pose�dos de
deseo� despu�s de un beso suave, esos mismos ojos me invitaron a su parte baja,
y sus piernas a�n t�midas se abrieron d�ndome la bienvenida.
Sin dejar de besarla y sin soltar uno de sus senos me
acomod�, listo para la embestida. Tom� mi verga con su mano y la dirigi� al
interior de su vagina que ya estaba m�s que dilatada, lista para recibirla.
Nuestros cuerpos se acoplaron de inmediato, finalmente �a que cuerpo podr�a
acoplarme mejor? Empec� a clavarla, primero lentamente, a medida que la sent�a
m�s excitada, aceleraba en ritmo. Con sus u�as encajadas en mi cintura, me
empujaba hacia ella, mientras trenzaba sus piernas con las m�as. Cuando estaba
al punto de llenarla de semen, como si estuvi�ramos coordinados, nos separamos
por mi momento: yo pas� abajo y ella se coloc� sobre m�. Agarr� de nuevo mi
verga, se acomod� en cuclillas y empez� a dar sentones, su otra mano afianz� la
m�a sobre su seno. El movimiento se aceler� hasta hacerse ca�tico; estaba por
venirse, y yo estaba por la labor de esperarla. Aguant�, aguant� hasta que sent�
su descarga. Antes de que terminara dej� fluir mi torrente en su interior
h�medo. Ella, con rostro pleno esper� hasta sentir la �ltima gota, luego
conteneo su cadera para hacerme soltar la �ltima gota antes de separarse,
inclinarse, besarme los huevos, darme una nueva sacudida, lamer traviesa mi
verga todav�a semi- erecta y sucia de semen y fluido vaginal, y subir sobre mi
cuerpo dando besos hasta quedar tendida sobre mi pecho, con mi verga perdida en
el tumulto de los vellitos de su monte.
Asi nos quedamos dormidos, �Y c�mo dorm� esa noche! Cuando
despert� al d�a siguiente a eso de las once del d�a, ella se hab�a ido. Me qued�
un momento tratando de poner en orden mi cabeza; descifrando si todo aquello
hab�a sido solo un sue�o, o si hab�a sido una deliciosa realidad. En ese caso,
�porqu� no estaba? Era posible que la ma�ana despertara en ella de nuevo la
sensaci�n de horror por haber hecho lo que hizo. �Qu� tal si el sabor de mi pene
en su boca, y mi semen que llenaba su interior la hab�an hecho sentir sucia de
nuevo, y se hab�a ido, ido para siempre?
Tom� mis boxers, me los puse y sal� del estudio. Me asom� a
su cuarto y constat� que no se hab�a ido, que solamente se estaba ba�ando. Con
la inc�gnita acerca de nuestra situaci�n despu�s de lo ocurrido, no acert� a
meterme a la regadera como deseaba, tomarla por la cintura h�meda y llenarla de
besos. Me dirig� a la cocina, prend� la cafetera y me serv� una taza bien
cargada y caliente. Despu�s de un rato en que permanec� contemplando mi rostro
en el l�quido oscuro, ella apareci� por la puerta disipando todos mis temores.
Todav�a mojada, tra�a puesta su bata de ba�o abierta. Me
observaba de pi� bajo el umbral de la puerta, se ve�a radiante, como nunca; sus
ojos brillaban, una extra�a luz le dibujaba el rostro. Cuando nuestros ojos se
cruzaron una sonrisa dulce se pint� en su cara. Se acerc� hasta m� dejando mi
rostro frente a sus senos en el interior de la bata.
-�Dormiste bien, amor? Yo respond� solo con un beso en su
pez�n, ella me bes� en la cabeza, y se separ� dirigi�ndose hacia la cafetera.
-�No estas cansado? �Uf! �Yo estoy muerta!
Me levant� r�pidamente, y mientras con una mano la tom� por
la cintura, con la otra acarici� toda su espalda orden�ndole que se reclinara.
Ella solt� la cafetera, y con un profundo gemido obedeci�. Saqu� mi verga erecta
por el orificio de mis boxers, sub� su bata, y lo acomod� entre sus hermosas
nalgas.
Gimi� como hembra en celo al sentir el pedazo de carne cerca
de su cuerpo. Estiraba su espalda, levantando su culo y lanz�ndolo contra mi
cuerpo, lo mov�a, como masturb�ndome con su raya�
Me separ� despu�s de un rato de disfrutar esa caricia, me
hinqu� y empec� a besar sus nalgas y sus muslos, ella abri� sus piernas d�ndome
entrada nuevamente hasta ese rinc�n suyo; mi mano atrap� su vulva r�pidamente
mientras dejaba al paso un beso en su ano que la hizo estremecer. Se volte�
r�pidamente y yo me incorpor� para que nos fundi�ramos en un apasionado beso;
estando as�, con nuestras lenguas entre lazadas, la tom� de los muslos y la sub�
a aquel mueble.
Con sus brazos sobre mi cuello, y sus piernas en mis caderas,
me mir� seriamente un momento.
-dime, amor, �cu�nto tiempo llevabas planeando esto?
- creo que toda la vida.
-es una locura. Est� mal, �te has dado cuenta de lo que
estamos haciendo? soy tu madre, saliste de m�
- �y entonces que tiene de malo que quiera regresar dentro?
-No seas tonto, estoy hablando en serio. Eres mi hijito, te
amo, siempre te he amado, pero no se que sentir ahora� dime, �Qu� sientes?
- Que te amo- dije mientras plantaba un nuevo beso en sus
labios- que quiero hacerte feliz, que te deseo, que eres preciosa, que m�s�
- Yo tambi�n te amo, te quiero much�simo, pero no se si
decirte esto� anoche me enamoraste� no quiero pensar que esto sea un jueguito y
nada m�s�
- Te amo, te adoro, �c�mo puede ser un juego?
- M�s te vale, amor, porque me conoces como mam�, pero no
como mujer��ves? �Qu� cosas raras estoy diciendo! Estoy loca, loca� pero no
puedo evitarlo, me gust� mucho, quiero ser tuya, que me tomes con la pasi�n de
anoche� no se, me siento, �Viva! �Me prometes que no se lo vas a decir a nadie?
Negu� con la cabeza sin dejar de besarla, sin soltar sus
piernas, la jal� de modo que su vagina quedara en el aire, descubierta para mi
boca; al mirarla qued� maravillado, la bes� primero, luego empec� a chuparla, a
jalar sus labios percibiendo los peque�os gemidos de dolor y placer que lanzaba.
- �as� mi amor, as�!, �Qu� rico!
Luego descubr� su cl�toris y empec� a frotarlo con la lengua,
mientras mis dedos jugueteaban en su vagina. Ella segu�a pujando y gimiendo,
amasando mi cabello y hundi�ndome en ella. Aut�nticos torrentes de humedad
sal�an de su cuerpo llen�ndome la cara y la boca, cuando estaba al punto de
venirse empez� a balbucear:
-M�temela, m�temela ya-
Me incorpor�, la tome de los muslos y entre desordenados
besos la llev� hasta la mesa, la deposit� en el mueble, como pudimos limpiamos
el campo, me tend� sobre ella, y la penetr� nuevamente, no pas� mucho tiempo
cuando entre gemidos, rugidos y suspiros de �Qu� rico! Se vino. Yo no hab�a
terminado todav�a. Not�ndolo, se incorpor� un poco, dej�ndome de pie frente la
mesa. Tom� mi verga erecta y la puso a la altura de su rostro; sin dejar de
mirarme, la empez� a masturbar fren�ticamente hasta que mi eyaculaci�n fue
incontenible. Esta vez mi semen se derram� sobre su cara, aunque gran parte lo
dirigi� hacia su boca. Luego, todav�a con restos de l�quido blanco derram�ndose
por los bordes de sus labios lami� y chup� todo lo que hab�a quedado en mi
verga; le dio unos cuantos besos, me chup� los huevos y limpi� lo que hab�a
quedado en sus dedos en sus senos, antes de colocarse para una nueva embestida.
Desde ese d�a, hemos mantenido relaciones, que despu�s
relatar�. De ese primer encuentro no hemos hablado, pero de algo, que ahora
pienso como una especie de violaci�n, surgi� una relaci�n deliciosa que nunca
llegu� a imaginar con mi madre. Ahora se viste mejor, muestra sus encantos sin
tanto recato, y ni que decir en la casa, d�nde deambula medio desnuda, a veces
solo con una peque�a falda sin nada abajo, a veces solo con linda ropa interior
que ha ido comprando. Estamos profundamente enamorados, andamos por la calle, en
el cine, en todos lados, como dos adolescentes, sin poder dejar de besarnos y
abrazarnos, buscando en todo momento un espacio para amarnos, como aprendimos
esa noche.