Relato: Soledad







Relato: Soledad


SOLEDAD




Iba arrastrando mi mufa matinal porque al llegar a la
cochera a buscar el auto, encontr� que ten�a una goma pinchada. Eso signific�
media hora de retraso en mi salida. Para continuar con el panorama desalentador
del comienzo de ese d�a, deb� demorarme a�n m�s, puesto que el pobre viejito, no
quer�a arrancar. Quince minutos despu�s estaba en marcha, calent�ndose a la
espera para comenzar con las tareas programadas. Mientras tanto, el destino se
encargaba de completar un d�a que pintaba para ser fat�dico, cuando al intentar
llamar a mis clientes y avisarles la imposibilidad de concurrir a horario y
programar una nueva cita, desde mi celular, descubro que ya no ten�a cr�dito y
que ser�a imposible.





Una hora despu�s de lo planeado estaba saliendo de la
cochera, con una bronca b�rbara, pensando en que lo mejor ser�a olvidar lo
ocurrido, pues ya no ten�a remedio y dedicarme a disfrutar del tiempo sobrante,
habida cuenta de que los planes se hab�an modificado. Por la tarde me ocupar�a
de visitar a mis clientes o bien concretar nuevas citas.





Era una ma�ana di�fana, unos 23�, con pron�stico de
mantenerse as� y con un leve aumento de temperatura. Decid� tomar un caf� al
aire libre, programar mi d�a vespertino y por supuesto, comprar una tarjeta
nueva para el tel�fono celular.





Estaba detenido en el sem�foro de la esquina donde est� la
estaci�n de servicio, entre un gran n�mero de autos y una bebota esplendorosa,
que despu�s supe ten�a 16 a�os, se acerc� para ofrecerme alguna de las cosas que
habitualmente se venden en los sem�foros y que el deslumbramiento que me produjo
no me permiti� saber qu� era, a�n cuando acced� a comprarle.





Med�a aproximadamente 1.65 m. Pelo casta�o, bastante
enrulado. Una bincha conteni�ndolo para que no se caiga sobre su cara. Una
sonrisa amplia, perfecta, como para no poder resistirse a comprar, sea cual
fuere el producto que ofrec�a. Ni una gota de maquillaje. Unos peque�os pechos.
Nada prominentes, pero con la turgencia propia de su edad. Para mi gusto, que
siempre se inclin� por las mujeres delgadas, la medida perfecta. Al alejarse
para ofrecer su mercader�a a otro automovilista, pude ver al trasluz, un
cuerpito de lo m�s armonioso y llamativo, que me hizo relamer, de s�lo imaginar
a esa nenita en mi cama.





Abri� el sem�foro, arranqu� e inmediatamente me recrimin�
mis lujuriosos pensamientos pues era una nena y yo ya ten�a unos pocos a�os por
encima de los cuarenta. Pod�a ser mi hija tranquilamente. Y yo pod�a ser un
padre incestuoso, me dije para mis adentros, mientras sonre�a por primera vez en
esa ma�ana.





En el caf� me dedique a darle cr�dito a mi tel�fono,
acomodar mi agenda y la llam� a Marta, que tal vez estuviera en su casa y pod�a
componer mi estado de �nimo matinal, con una sesi�n de cama como s�lo ella pod�a
darme. Intento fallido. Me atendi� el contestador, indic�ndome la mala nueva,
as� que me dediqu� a disfrutar del sol, que para entonces se hac�a sentir. Tom�
mi caf� y reproduje mentalmente, con toda la fidelidad que las dos botellas de
ese vino exquisito que tomamos me permit�a, la charla que anoche tuvimos con
Jorge.





Me propon�a que venda mi viejo Renault y le de el dinero.
El me daba su BMW, modelo 92, cuatro puertas que estaba fenomenal y adem�s a mi
me gustaba con locura. Establec�amos en d�lares la diferencia que faltaba para
cubrir el valor del BM y exactamente un a�o despu�s se la giraba a Espa�a, lugar
donde �l se ir�a a vivir pr�ximamente. A vuelo de p�jaro eso significaba unos
U$S 3.000. Con cierta desaz�n conclu� que esa era una cifra que escapaba a mis
posibilidades, salvo, claro est�, que los plazos se estiraran, por lo menos a
dos a�os. Al a�o le giro la mitad y al a�o siguiente la otra mitad. Bueno, se lo
voy a proponer, me dije. De otro modo, ver�a la posibilidad de cambiar mi auto,
que para hacer honor a la verdad, ya ten�a su campa�a y hab�a cumplido con
creces su cometido.





Ped� otro caf�, con el �nimo cambiado favorablemente, por
el s�lo hecho de imaginarme propietario de semejante auto, cuando veo que llega
Jorge, con una cara de feliz cumplea�os que emanaba alegr�a hacia los cuatro
puntos cardinales.





-Ten�s auto nuevo, Marcos- me dijo a modo de saludo.





Viendo mi cara de asombro y la imposibilidad de responder,
continu�:





-Acabo de hablar a Espa�a. Me voy en dos semanas. Y en
lugar de ir a la Empresa como Jefe de Personal, voy como Gerente del Area
Inform�tica. Eso significan entre 800 y 1.500 Euros m�s por mes. Lo cual
significa que te dejo el auto y me lo pag�s como pod�s. Y si a alguien le quiero
vender mi BMW es a vos. S� que lo vas a mimar como yo- relat� casi sin respirar
e impidi�ndome respirar a mi.





-Bueno, yo justamente estaba pensando en un plan de pago
para proponerte ...





-Hecho- me interrumpi� sin escuchar mi propuesta.




-Pero ni siquiera te dije lo que pens�- Contest�



-No importa, la forma de pago la fij�s vos- me dijo en el
momento en que la camarera se acercaba y pidi� un caf� bien cargado como era su
costumbre.




-Hacemos as�, cuando yo tenga fecha de viaje, me voy a Buenos
Aires un par de d�as antes, y el d�a que viajo, nos encontramos, me llev�s a
Ezeiza y te volv�s con el auto. Ma�ana vamos a ver un gestor y empezamos la
transferencia. Para cuando lo lleve a Buenos Aires ya estar� a tu nombre-
explic�



-Bueno, pero c�mo te lo pago, Jorge ? pregunt� entre
desconcertado y feliz.



-Pensalo y antes de irme me lo dec�s- dijo dando por
finalizado el tema y sellando nuestro acuerdo con un abrazo.



Hab�a pasado el mediod�a, Jorge me cont� toda la conversaci�n
que tuvo con los empresarios espa�oles y las grandes mejoras respecto de lo que
esperaba. No era para menos, pens�. Adem�s de ser un muy buen amigo, era
sumamente capaz en los suyo. Lo merec�a.



Al d�a siguiente, sal� para trabajar y no pude resistirme y
pas�, aunque quedaba para el lado opuesto hacia el que me dirig�a, por la
esquina de la estaci�n de servicio donde hab�a visto a la bebota, con el objeto
de volver a deleitarme con su figura. Y all� estaba. Esta vez con un jean
ajustado pero no provocativa. En su recorrido se acerc� a mi ventanilla y me
ofreci� su producto, que eran unas pastillas, creo, que compr�, sin quitarle la
vista de encima y sin saber qu� compraba.



-Hola!- me salud� con cierta familiaridad.



-Hola!- contest�, mientras le daba la moneda por su
mercader�a, roz�ndonos las manos ligeramente.



A partir de all� pasaba todos los d�as por esa esquina con
intenci�n de mirarla solamente e imagin�rmela en las situaciones m�s er�ticas,
reproch�ndome a continuaci�n mis pensamientos lascivos.



Estaba en el micro que me llevaba a Buenos Aires a
encontrarme con Jorge, llevarlo al Aeropuerto y volverme en el BMW. Entre tanto
degustaba una de las miles de pastillas que hab�a acumulado en todos estos d�as
en que pasaba a ver a la bebota. Estaba entre triste y alegre. Triste por la
partida de mi amigo del alma y alegre por el auto. El ritmo de viaje me dio
sue�o y cuando despert� estaba casi llegando a Retiro. Dos horas m�s tarde
lagrimeaba en el aeropuerto, mientras me abrazaba a Jorge para despedirlo.



Era s�bado por la ma�ana, ya hac�a tres d�as que andaba en mi
BMW. Estaba extasiado. Nunca pude imaginar llegar a tener este auto. No lo pod�a
creer. Pero ahora tendr�a que hacer un gran esfuerzo para pagarlo. Pensaba en
esas cosas cuando me doy cuenta que llegaba a la esquina de mi bebota, a quien
no ve�a desde antes de irme a Buenos Aires. Supon�a que hoy, como llov�a, no iba
a estar vendiendo. Efectivamente, para mi desconsuelo, hoy no la ver�a. Y cuando
estaba esperando que el sem�foro nos permita arrancar, siento que me golpean la
ventanilla. Me sobresalt� por un instante, hasta que para mi sorpresa vi que era
ella.



-Hola!, cambiaste el auto!, qu� lindo es este!. Me llev�s ?-
me pregunt�.



-Por supuesto- contest� sin salir de mi asombro.



Subi� casi en el mismo momento en que el sem�foro se pon�a en
verde y arrancamos. Y yo no sal�a de mi asombro al ver esa hermosura sentada a
mi lado. Esta vez estaba con una pollera no muy corta, pero que dejaba ver unas
hermosas piernas una remera de algod�n que marcaba perfectamente esos pechos que
me hab�an maravillado desde el primer d�a que la vi. Y m�s a�n que estaba un
poco h�meda por la lluvia. Ten�a puesta la bincha que acostumbraba usar. Y
llevaba hojotas, dejando ver unos piecitos hermosos. Debo aclarar que me
encantan los pies femeninos. Es una de las cosas que m�s miro de una mujer. Y mi
bebota ten�a unos pies hermosos.



-A d�nde te llevo ? � pregunt�



-No s�, a donde vos quieras, hoy no puedo trabajar por la
lluvia, as� que estoy libre- contest� dej�ndome at�nito.



Pens� r�pidamente en las tareas que hab�a programado para esa
ma�ana y me convenc� con la misma rapidez, que todas pod�an esperar, a la vez
que buscaba en mi mente un lugar de intimidad para disfrutar de esa inesperada
compa��a. De inmediato y disimuladamente apagu� el celular para evitar cualquier
interrupci�n.



-Tomemos un caf�, entonces- dije mientras doblaba camino de
la costa, para encontrar un lugar acorde con mis intenciones.



-Bueno, me parece bien- contest�.



Camino a tomar nuestro caf�, se acomod� en el asiento y se le
subi� un poco la pollera, permiti�ndome ver unos muslos de lo m�s excitantes,
pero fundamentalmente me atra�a su piel. Est�bamos en oto�o, pero el clima era
caluroso para esta �poca del a�o, de modo que se la ve�a bronceada. Adem�s
gozaba de los beneficios de la juventud, motivo por el cual su piel era m�s
tersa a�n.



Durante el trayecto conversamos animadamente. All� supe que
ten�a 16 a�os, que se llamaba Soledad y que trabajaba para ayudar a su madre
viuda y con tres hermanos menores que ella. Y as� poder estudiar por la noche.
Viv�a bastante lejos de la esquina donde trabajaba. Y en verdad le gustaba
hacerlo, porque eso le permit�a salir de su casa pues con su madre no se llevaba
nada bien y que sus hermanos, al ser menores que ella requer�an cuidado y a ella
no le gustaba hacer de baby sitter.



Al final no estuve eligiendo demasiado el lugar para
detenernos, porque ya quer�a estar sentado frente a ella y as� poder observarla
detenidamente, y con cualquier excusa rozar esa piel maravillosa que ten�a.



Pedimos caf� y tostadas. Mientras convers�bamos, pod�a
observar completamente sus peque�os pechos turgentes, a trav�s de su remera
todav�a mojada. Evidentemente, el corpi�o que llevaba era transparente, porque
se pod�a apreciar el tono m�s oscuro de los pezones y la areola. Despu�s del
caf�, prendimos un cigarrillo y al encender el de ella, apoy� su mano sobre la
m�a y no s� si eran mis ratones pero sent� una electricidad que estuve a punto
de estirarme y besarla por sobre la mesa.



Era cerca del mediod�a, segu�a lloviendo y me dijo que
tendr�a que irse. La llev� hasta el s�per que quedaba a la vuelta de su casa.
Antes de bajarse me pidi� el n�mero de celular. Se lo di y al bajarse me dio un
beso, pero lejos de lo que esperaba, apoy� suave y r�pidamente sus labios sobre
los m�os. No lo pod�a creer. Esta bebota, con quien hab�a so�ado, estaba
seduci�ndome !!!???. De all� sal� hacia lo de Marta, a quien hab�a prometido
pasar a buscar a esa hora mas o menos. Todav�a no estaba lista para salir,
reci�n sal�a de la ducha. Con el mismo beso con el que me salud� a modo de
bienvenida, nos fuimos hasta la cama. Sin pecar de jactancioso debo decir que
tuve una performance que hasta a ella, le result� extra�a. S�lo yo sab�a que la
bebota era, en realidad, quien me hab�a incentivado. Y la cosa no termin� all�.
Aprovechando el d�a desapacible, nos quedamos hasta la noche y francamente me
port� muy bien con Marta. Me fui a las dos de la madrugada, dej�ndola dormida en
su cama. Y a juzgar por sus exclamaciones y por los golpes en la pared de su
vecina solterona, creo que satisfecha.



Iba camino a mi casa y no dejaba de pensar en esa bebota, de
quien no sab�a m�s que su nombre y que me ten�a tan caliente. Llegu� a casa y no
tard� mucho en dormirme, pues estaba agotado. El sexo con Marta es excelente. Lo
disfruto much�simo y me deja agotado. No obstante, esperaba con ansiedad que
llegara el Lunes para verla nuevamente en el sem�foro.



A partir de all�, la segu� viendo casi todas las ma�anas
vendiendo sus cosas en la esquina de la estaci�n de servicio. De vez en cuando,
furtivamente, met�a la cabeza por la ventanilla y me daba un piquito como el de
despedida despu�s de aquel s�bado de lluvia, pero nunca dej� que vaya m�s all�
de eso. Cosa que a mi m�s me calentaba.



Hab�an pasado ya varios d�as desde aquel caf� y todo se
resum�a a los encuentros en el sem�foro y ya francamente, estaba desalent�ndome,
cuando un d�a muy temprano por la ma�ana suena el celular. Era Soledad.



-Hola...me invit�s otro caf� ?- pregunt� inmediatamente que
atend�.



-Por supuesto. Dame quince minutos que me visto y te voy a
buscar a donde est�s- respond�.



-No...dame tu direcci�n y preparalo en tu casa- dijo
dej�ndome de una pieza.



Despu�s de darle la direcci�n de casa termin� de secarme, me
vest� con bermudas, remera y hojotas y me dispuse a esperarla, mientras
preparaba el caf�. Cuando termin� de llenar la cafetera con el agua ya caliente,
son� el timbre. Era ella. Estaba vestida de la misma manera que cuando la hab�a
conocido. La pollera blanca de bambula transparente, la remera blanca , la
bincha y hojotas, dejando ver sus hermosos piecitos. Esta vez no me iba a quedar
con las ganas, as� que la hice pasar, cerr� la puerta y sin darle tiempo a
pensar, le di un beso en la boca, no sin cierto temor a ser rechazado. Para mi
sorpresa, sent� su boca cuando se abr�a y daba paso a mi lengua que comenz� a
explorarla con fruici�n. Pasamos varios minutos bes�ndonos, que disfrut�
excepcionalmente. Nos separamos, sonri� y me dijo:



-D�nde est� ese caf� que me prometiste ?



-Reci�n hecho y esper�ndote. Enseguida te lo traigo- contest�
e inmediatamente me dirig� a la cocina para traer el caf�.



Se sent� en una punta del sof� con los pies descalzos encima
y yo me sent� en la otra punta, cada cual con su taza de caf� humeante en su
mano. Me deleitaba viendo sus tetitas debajo de su remera blanca cuando me
pareci� percibir que sus pezones hab�an adquirido una semierecci�n, que junto
con el espect�culo de su pies sobre el sof�, hicieron que yo la corresponda bajo
mi bermuda.



Conversamos de varias cosas e incluso de la diferencia de
edad. A lo que respondi� que eso la ten�a sin cuidado. Que a ambos nos gust� el
desayuno el d�a de lluvia y que a los dos nos hab�a excitado el beso de
bienvenida. Todo esto con una naturalidad sin igual. Verdaderamente su
conversaci�n, sus ademanes y la forma de abordar los temas era de tal
naturalidad que si no supiera la edad que ten�a, hubiese jurado que ten�a m�s de
veinte, por lo menos. Lo cual me hac�a sentir mucho menos culpable, por los
pensamientos libidinosos que tuve desde que la vi por primera vez. Y no puedo
negar que de a ratos, me hac�a sentir un tanto inc�modo, teniendo en cuenta los
remilgos propios de mi edad y algo de la timidez innata en mi, que los a�os me
han ayudado a vencer.



En uno de esos momentos en que no sab�a qu� contestar, hice
adem�n de levantarme para servir m�s caf� y me tom� de una mano acerc�ndome
hacia ella, para besarnos nuevamente. Me dej� llevar hacia al lado suyo e
inmediatamente cesaron mis intenciones de servir el caf� y acced� gustosamente a
sus requerimientos.



Nos besamos entre apasionados y cari�osos. Lentamente recorr�
el interior de su boca con mi lengua a lo que respondi� demostrando su
inexperiencia, cosa que no hab�a notado anteriormente. No sin una pizca de temor
a ser rechazado, comenc� a acariciarla mientras besaba su cuello. Me detuve en
el l�bulo de su oreja mientras mi mano recorr�a sus muslos desde sus rodillas
hasta cerca de su bocadillo m�s deseado. As� fui notando que no s�lo yo ten�a
deseos acumulados, sino que Soledad tambi�n deseaba esto que comenzaba a
suceder.



Volv� a besarla en la boca y al mismo tiempo que segu�a
acariciando sus muslos, con el dorso de mi mano not� claramente la humedad
producto de la excitaci�n. Sin dilaciones, la tom� de una mano y nos dirigimos a
mi habitaci�n que pese a ser de d�a estaba casi en penumbras. Me sent� al borde
de la cama y le quit� la remera mientras segu�a acarici�ndola. Pas� mis manos
por detr�s de su espalda y en un solo movimiento de mis dedos desprend� el
corpi�o, dejando sueltos eso peque�os pechos que tanto hab�a imaginado a trav�s
de su ropa y me dediqu� a besarlos y mordisquearlos con fruici�n. Mientras tanto
con mis manos acariciaba su espalda, justo a la altura de la columna vertebral,
recorri�ndola de principio a fin. Al llegar a la altura de la cola, me deten�a
para continuar hacia arriba. En el siguiente movimiento descendente llev� mis
dedos entre su piel y el el�stico de la tanga y la baj�, junto con la pollera
hasta dejarla caer en el piso.



Qued� frente a mi totalmente desnuda y por espacio de unos
minutos solamente la mir�, deleit�ndome con su cuerpo peque�o, delicado, pero
con todas las formas de una mujer. Al cabo de esos instantes en que me relam�a
vi�ndola y pensando en lo que iba a disfrutar de ese cuerpo de ni�a-mujer, dio
un paso al frente para liberarse de la pollera que hab�a ca�do al piso y nos
volvimos a besar en la boca, pero esta vez con la carga de hormonas que hab�amos
desatado en el juego amoroso.



Nos acostamos de costado, frente a frente y volvimos a
besarnos mientras ella, con sus manos que denotaban claramente su inexperiencia,
me ayudaba a desnudarme. Nos besamos y nos acariciamos disfrutando cada uno del
contacto con el cuerpo del otro.



Luego la puse boca arriba, la bes� nuevamente en la boca,
para seguir bajando por su cuello, detenerme en sus l�bulos, introducir mi
lengua dentro de su oreja, mientras mis manos la acariciaban suavemente. No
obstante, desde que la hab�a desnudado not� cierta rigidez en su cuerpo que la
atribu�a a la penumbra, que permit�a que ambos podamos vernos desnudos Y a la
verg�enza propia de la desnudez.



Mientras pasaba mi lengua en c�rculos por sus pezones, que ya
estaban dur�simos, y chupaba sus pechos meti�ndomelos casi por completo en la
boca, llev� mi mano a sus muslos, que en ese momento permanec�an cerrados. No me
apresur�; fui acarici�ndolos despacio, suavemente, notando que los iba abriendo
para dar paso a mis manos. Todo esto sin dejar de besar sus pechos y arrancando
suspiros de sus labios.



Cuando not� que dejaba paso a sus instintos hormonales
permiti�ndome llegar al altar, abandon� sus pechos y comenc� a descender con la
lengua, muy lento, gozando de esa piel tersa y fresca hasta detenerme en su
ombligo y penetr�ndolo firmemente y volver a arrancar m�s suspiros de placer.



Baj� a la pelvis y me detuve largamente all�, con mis labios
y mi lengua, notando m�s entrega, a la vez que perd�a todo rastro de rigidez.
Esto sin abandonar las caricias en el interior de sus muslos. Francamente debo
decir que Soledad estaba gozando much�simo y yo otro tanto. Mi espada permanec�a
totalmente erecta y con l�quidos preseminales.



Para ese entonces su entrega era total pudiendo adivinarse
por su laxitud que me permit�a hacer todo lo que quer�a. As� fue que llegu� con
mi lengua a su almejita, que estaba totalmente mojada, roja e inflamada, prueba
cabal que su calentura se correspond�a con la m�a.



Se puso tensa inmediatamente que pos� mi lengua sobre su
cl�toris, como intentando detenerme, pero mi habilidad, modestia aparte, pudo
mas que su resistencia y en pocos minutos entre fluidos depositados en mi boca,
contracciones y suspiros casi gritos, sobrevino su primer orgasmo. Aprovech�
para enfrentar su almejita y dedicarme a ella con minuciosidad.



Ten�a casi nada de bello. Dir�a que era pelusa, pero
delicadamente recortado, aunque cubri�ndola casi por completo, motivo por el
cual pens� que la dedicaci�n a su cuerpo era se�al que no era la primera vez que
la ve�an desnuda. Crease o no eso me liber� totalmente de culpas pensando que no
iba a ser un veterano como yo quien la posea por primera vez. Todo esto sin
abandonar mi misi�n de darle placer con la lengua. Recorr� su humedad
delicadamente de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba y me deten�a en el
cl�toris unos minutos hasta que volvi� a acabar tan ostensiblemente como la
primera vez.



Sin dejarla reponer de ese orgasmo, tom� el cl�toris entre
mis labios y lo chup�, disfrut�ndolo, hasta que en pocos minutos volvi� a acabar
en mi boca d�ndome un placer inigualable por su reacci�n y su sabor.



Me recost� nuevamente al lado suyo y volvimos a besarnos
largamente. Por mi parte, queriendo prolongar este momento que tanto hab�a
imaginado y deseado. Y creo que ella necesitaba reponer fuerzas.



Mientras nuestras bocas se disfrutaban mutuamente, tom� mi
aparato con su mano y comenz� a jugar con �l, demostrando una vez mas su
inexperiencia. Entonces pos� la yema de mi dedo mayor sobre su cl�toris, que
asomaba claramente entre los labios y comenc� a masajearlo en forma circular. A
medida que su excitaci�n crec�a, ella aceleraba el ritmo de sus caricias
manuales de un modo tan placentero para mi que deb�a hacer un esfuerzo enorme
para no depositar sobre las s�banas toda mi calentura. Entretanto segu� moviendo
mi dedo hasta que no pudo m�s y tuvo otro orgasmo fant�stico y prolongado.
Inmediatamente volv� con mi lengua sobre su almejita, recorri�ndola en toda su
extensi�n para beber sus jugos y prolongar su placer. Cuando not� que otra vez
acabar�a, en el momento en que comenzaba, la introduje de un solo golpe dentro
de su altar, provoc�ndole un peque�o grito de placer, a la vez que con las dos
manos me tomaba de la nuca como para hacerme permanecer all� indefinidamente. A
lo que naturalmente no me opuse y continu� moviendo mi lengua dentro de ella,
hasta que not� que ced�a su presi�n.



Me atrajo hacia ella y me bes� con pasi�n, qued�ndonos as� un
buen rato, que me vino muy bien para bajar de revoluciones y poder contener mi
primera explosi�n para cuando ella estuviese medianamente satisfecha.



Me hizo dar vuelta. Comenz� d�ndome un beso en la boca y
luego continu� bajando hasta tomar mi arma con sus labios. Con una gran
demostraci�n de inexperiencia pero con muchos deseos de aprender, siguiendo mis
indicaciones, comenz� a pasar su lengua alrededor del ojo del ca��n que ya ten�a
desde hace rato l�quidos preseminales, mientras yo estiraba mi mano para poder
acariciarla en el lugar sagrado. Estaba tan concentrado en su almejita que
cuando quise reaccionar, la ten�a casi toda dentro de su boca. Le indiqu� c�mo
hacerlo y comenz� a subir y bajar lentamente acariciando todo mi aparato con sus
labios. Era muy inexperta, pero muy buena alumna.



Entonces la ayud� a pasar una de sus piernas por encima m�o y
as� tener acceso con mi lengua y retribuirla adecuadamente. Esta vez la recorr�
de arriba hacia abajo un par de veces y luego met� mi lengua en toda su
extensi�n dentro de ella y la mov� fren�ticamente hasta que explot� en un nuevo
orgasmo con todo mi aparato dentro de su boca., mientras yo disfrutaba de sus
jugos que eran cada vez m�s abundantes y m�s ricos.



Quedamos as� tendidos ambos, por un buen rato. Luego se
levant�, se volvi� hacia mi y se sent� sobre mis muslos para mirarme a los ojos,
besarme dulcemente y decirme:



-Quiero que seas el primero en estar dentro m�o- casi
suplic�ndome



No pod�a dar cr�dito a mis o�dos. Al hablar con ella, ver su
almejita recortada y alg�n otro detalle m�s, hubiera jurado que no era virgen. Y
ahora me dec�a esto que me dejaba perplejo. Estaba deseoso o mas bien
desesperado por poseerla, pero nunca imagin� ser el primero.



Ten�a mi arma llena de l�quidos preseminales y ella, sentada
sobre mis muslos la acariciaba mientras me lo dec�a. Sin pensar m�s, la levant�
y la ayud� a arrastrar su preciosura a lo largo de mi espada, movi�ndola de
atr�s hacia delante, lentamente rozaba su cl�toris sobre mi y as� lleg� otro
orgasmo, pero esta vez, casi silencioso.



Se levant� apenas mir�ndome fijamente a los ojos, se apoy�
sobre las rodillas, apunt� hacia sus labios �vidos por recibirme, apoy� la
cabeza mojada en el centro de su virginidad y lentamente comenz� a
introduc�rsela. A medida que entraba emit�a gemidos de dolor-placer. Desde mi
posici�n pod�a ver como cerraba sus ojos y disfrutaba de su himeneo y yo
mientras tanto acariciaba su cl�toris con suavidad para producirle el mayor
placer y evitar que sienta dolor.



Cuando lleg� a la mitad, casi sin haber sentido dolor alguno
la incit� a que comience a moverse de arriba hacia abajo pero sin introduc�rsela
m�s adentro. As� lo hizo y luego de algunos movimientos como le indicara, sent�
que iba a acabar nuevamente, por lo que la sostuve de la cola para evitar que
mientras acababa pudiese introduc�rsela toda. No quer�a que su primera
experiencia fuese traum�tica. Sent� las contracciones de su almejita acabando
por primera vez con un miembro dentro y estuve a punto de inundarla con mi
orgasmo, pero logr� contenerme mediante un gran esfuerzo.



Verdaderamente estaba tan excitada que creo que de haber
entrado todo en ella, pese a que no porto gran envergadura, tal vez la hubiese
lastimado o bien producirle alg�n dolor y nada m�s lejos de mis intenciones.



En un solo movimiento la puse boca arriba. La bes�
apasionadamente en la boca y comenc� a bajar hasta su almejita, llen�ndome de
sus jugos producto de haber recibido su primera penetraci�n. Levant� sus piernas
todo lo que pude y Soledad iba prest�ndose con una mezcla de docilidad y
ansiedad por ser penetrada. Me dediqu� a acariciar con mi lengua su hermoso
culito, disfrutando de su sabor y de la excitaci�n que iba aumentando a medida
que la penetraba por all� con mi lengua.



Cuando not� que estaba por acabar nuevamente, me puse de
rodillas delante de ella, sub� sus piernas sobre mis hombros, bes� sus piecitos
y apunt� hacia su virginidad decidido a apropiarme de ella.



Apoy� el glande palpitante a la entrada de la almejita,
pujando lentamente y luego retir�ndolo todo. Esto la excitaba a�n m�s y hac�a
movimientos p�lvicos queriendo que llegue m�s adentro. Volv�a a pujar pero esta
vez llegaba m�s profundo. Nuevamente se desesperaba. Cuando ten�a la mitad
dentro suyo, comenc� a moverme pero sin profundizar la penetraci�n. Ella se
mov�a al comp�s de mis embestidas, pero evidentemente entendi� la maniobra
porque no iba m�s all� de la mitad de mi espada. As�, movi�ndonos r�tmicamente y
sin profundizar, comenz� a tener contracciones que me hicieron adivinar un nuevo
orgasmo. Efectivamente, comenzaba a acabar y cerraba las piernas por detr�s de
mi cabeza. Suspirando, jadeando gritando y cuando estaba en pleno orgasmo, abri�
los ojos y...



-Ahora !!!...Toda adentro, por favor !!!- grit� casi con
desesperaci�n.



Entonces muy despacio empec� a entrar dentro de ella, hasta
que not� la clara oposici�n de su himen y entonces me retir� un poco para luego
embestir suave pero firmemente hasta que estuve todo dentro de Soledad. Percib�
claramente en todas las terminaciones nerviosas de mi pene el momento exacto en
que desgarraba su barrera transform�ndola de ni�a en mujer. Tuvo un orgasmo como
ning�n otro de los anteriores. Se contorsionaba y las paredes de su altar se
contra�an espasm�dicamente mientras, ahora si, me permit�a entrar y salir en
toda mi modesta extensi�n hasta que not� que sus espasmos org�smicos llegaban a
su fin, entonces di rienda suelta a mis hormonas tanto tiempo acumuladas e
inund� su interior con mis efluvios, en el preciso momento que Soledad se
contra�a por �ltima vez, dando final al primer orgasmo que brotaba desde lo m�s
profundo de su almejita.



Baj� sus piernas, ca� encima de ella y nos besamos
largamente, mientras por sus mejillas corr�an dos l�grimas de felicidad. Sin
salir giramos, nos pusimos de costado y nos volvimos a besar y a acariciarnos
mutuamente, pero ya con la actitud de dos amantes satisfechos. As� nos quedamos
dormidos hasta que cerca del mediod�a nos despertamos. Nos duchamos juntos
tomamos otro caf� y la llev� hasta la misma esquina, cerca de su casa, donde la
hab�a dejado la primera vez.



-Fue hermoso, as� quer�a que fuese mi primera vez- dijo
despu�s de besarnos apasionadamente a modo de despedida.



No alcanc� a emitir sonido a modo de respuesta, que ya se
hab�a perdido en el horizonte. Arranqu�, llegu� al sem�foro y si no me tocan
bocina para hacerme ver que estaba en verde, todav�a segu�a all� parado.



Una semana pas� hasta que la volv� a ver en su lugar de
trabajo. Despu�s de haber estado con ella, me parec�a m�s hermosa a�n. Se acerc�
a mi auto, introdujo la cabeza por la ventanilla y me dio un beso memorable que
me dej� estupefacto. Y mientras sacaba la cabeza de dentro del auto me dijo:



-Preparate porque me gust� mucho y quiero mas !!!- Mientras
re�a a carcajadas y a mi me tocaban bocina para que arranque.


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Relato: Soledad
Leida: 797veces
Tiempo de lectura: 19minuto/s





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