Me recog� la piernas desnudas con la mano izquierda dejando
caer el peso de mi espalda sobre el coj�n morado del sof� de casa de Teresa.
Alberto, aquel chico tan femenino de veintitr�s a�os que Teresa me hab�a hablado
en el viaje de ida a la playa me miraba nervioso y por momentos de reojo,
creyendo que yo no me dar�a cuenta. El sol rojizo iluminaba parte del sal�n de
la casa permitiendo distinguir en esa penumbra las motas de polvo que flotaban a
contraluz. El sonido del mar rompiendo contra el puerto llegaba mezclado con
gritos de ni�os, coches pasando por la calle y gaviotas extasiadas de comer el
pescado que los barcos peque�os descargaban.
Cog� el paquete de tabaco de la mesa del centro y le ofrec�
un cigarro a Alberto, que me dijo que no con el dedo. Yo me encend� uno y
respir� hondo peinando hacia atr�s mi pelo largo tan rizado y rubio con la otra
mano. Me quit� una mota de polvo de mi camiseta y me rasqu� la rodilla derecha
de mis piernas desnudas. Dej� el mechero encima del paquete de tabaco en la
mesa.
- Entonces no te aburres aqu� en la playa...
El torci� su cabeza mir�ndome con una sonrisa forzada.
- No... que va...
El calentador de gas de la ducha emiti� una chispa al
encender mi hermana y Teresa el agua caliente. Las dos se estaban preparando
para nuestra primera noche en la playa, y Sonia estaba cambi�ndose en nuestro
cuarto. Nos ten�amos que poner como nunca de guapas para disfrutar de los
�ltimos d�as del verano.
- �Vendr�n tus colegas esta noche con nosotras?
Pregunt� tras soltar el humo. Se notaba que Alberto estaba
tenso, y en m�s de una ocasi�n hab�a intentado cambiar de opini�n sobre lo de
salir aquella noche con nosotras.
- Ehhh... no... no pueden....
- Bueno, vamos a estar aqu� por lo menos 3 d�as m�s...
El me mir� inc�modo. Sab�a por lo que me hab�a dicho Teresa
que Alberto no ten�a amigos y que era un chico bastante solitario. Pero lo m�s
importante, Teresa y su novio Paco sospechaban que cuando se quedaba a solas se
pon�a ropa de chica. Estaba excitad�sima de verme en el otro lado, intentando
que aquel chico se decidiera a hacer lo que el cuerpo le ped�a, convertirse en
una mujer como mi hermana me hab�a convertido a mi. Di otra calada larga al
cigarro mir�ndome orgullosa mis u�as negras cada vez m�s largas pensando como
conseguir�a que aquel chico se convirtiera en toda una mujer.
- Teresa me dijo que te vas a la capital a estudiar en cuanto
acabe el verano �verdad?
El asinti� varias veces.
La conversaci�n no llegaba a ning�n lado �til, as� que al
final me levant� apoyando mis manos en sus piernas. El se quedo unos segundos
mirando mis dedos y despu�s volvi� a la televisi�n. Sonre� contoneando mi culo
en un acto reflejo hasta nuestro cuarto. La verdad es que ya se me hab�a
olvidado andar como un t�o, por la falta de costumbre, y ya colocaba mi cuerpo
como una aut�ntica mujer sin tener que pensarlo. "Quiz�s demasiado, t�a, que
pareces una puta de cuidado", me dec�a mi hermana siempre. Al entrar en el
cuarto Sonia estaba ya cambiada, maquill�ndose delante de un espejo que llevaba
incrustado por dentro su maleta roja. Se hab�a puesto una falda blanca muy
entallada por encima de las rodillas y abierta por un lado. Era muy parecida a
una verde que tenia yo, pero un poco mas estrecha y con un dibujo rojo tatuado
en uno de los lados. Una camisa roja tambi�n muy apretada de manga corta, sus
botas marrones de tac�n cuadrado y los pendientes de aro grandes y plateados
completaban su cuerpo estilizado. Su pelo se divid�a en dos coletas largas y
rubias a cada lado de la cara. Estaba alucinante. Me acerqu� a ella y le toqu�
la espalda mientras se pintaba de rojo los labios.
- �Como va?
Me dijo sin abrir casi la boca poni�ndose el pintalabios.
- Bien... es s�per t�mido, t�a... pero yo creo que esta noche
estar� con nosotras saltando en la pista como una mas...
Sonia se parti� de risa.
- Tengo unas ganas de marcha que te cagas... as� que date
prisa...
Busqu� el cenicero por la habitaci�n y apagu� el cigarro.
Sonia se levant� y me cogi� fuerte de la cintura. Nos besamos de forma larga y
pausada, sintiendo nuestras lenguas cruzarse en el camino. Me toc� el culo y me
introdujo su mano por dentro de mi braguita. Me llev� su dedo hasta el culo y
all� comenz� a tocarme el agujero que yo ya ten�a bastante dilatado del uso
continuo. Cerr� los ojos acariciando mi pelo rubio y rizado con la otra mano.
Sonia era como un sue�o para mi, aparte de ser mi amiga, confidente, adem�s
sab�a como ponerme caliente con solo mirarme. Ella sac� el dedo de entre mis
nalgas, se lo moj� de saliva y r�pidamente me lo volvi� a meter por detr�s. Yo
gem� levemente al notar su u�a dentro de mi culo. Su imagen de antes con el
consolador agarrado al arn�s de su cintura me puso s�per caliente. Me baj� las
braguitas hipnotizado de nuevo por sentirme su mujer y le mostr� todo mi culo
apoyando mis manos en la cama. La excitaci�n de Sonia mezclada a la idea de que
iba a pervertir a Alberto hasta el punto de convertirla en una putita me hizo
temblar de gusto. Sonia con la otra mano comenz� a hacerme una paja r�pida, pero
la dije que parara. Aunque quer�a que ella se volviera a poner aquel cintur�n
con la polla de pl�stico y que me hiciera sentir mujer de nuevo, no pod�a
hacerlo hasta que Alberto sufriera el cambio.
- T�a... ahora no... esta... esta noche...
me costaba decir que no, pero no quer�a que Alberto nos
escuchara antes de tiempo. Sonia me mir� limpi�ndose el dedo con un rollo de
papel higi�nico que estaba en medio de la mesa, junto a su maleta.
- Joder... bueno, como quieras...
La di un beso intentando que el hinchaz�n de mi polla bajara
lo suficiente para que volviera a caber entre mis muslos y que Alberto no lo
supiera hasta cuando lo ten�a planeado.
- Vale, pues vete al sal�n... y dile a Alberto que quiero
ense�arle una cosa aqu�... �vale?.
Dije cogiendo la falda verde. Sonia subi� sus cejas y asinti�
encendiendo un cigarrillo. Si consegu�amos que Alberto entrara en nuestra
habitaci�n saldr�a de all� hecha una mujercita seguro.
- Eres una puta, t�a...
Me dijo Sonia con la mano en el pomo para salir.
- No... la putita esta noche ser� ese chico, ya ver�s...la
mas puta de toda la disco...
Sonia abri� la puerta ri�ndose por lo bajo. Antes de cerrar
me mir� de arriba a abajo sonriendo.
- �Sabes que tu hermana me dijo eso mismo de ti cuando te
pillamos en el ba�o, t�a?... y acert�...
Cerr� la puerta despacio. Estaba excitad�simo al pensar que
podr�a humillar a ese chico como mi hermana me hizo a mi. En cuanto ella cerr�
la puerta busqu� el otro par de botas que mi hermana nunca se pon�a, unas negras
con mucha plataforma, un top blanco peque�o y un sujetador de los m�os rellenos.
Lo dej� todo encima de la cama para que fuera lo primero que viera Alberto al
entrar. Llamaron a la puerta.
- �Si?
Pregunte como si no supiera quien era.
- �Soy... Alberto... que tu amiga me ha dicho que...!
su voz aguda atraves� la puerta.
- �Entra!
Me sent� en la cama intentando disimular buscando algo en mi
malet�n de maquillaje.
El chico entr� mirando hac�a abajo al ver tanta ropa de chica
tirada por la cama. Estaba muy nervioso.
- Cierra la puerta, t�a...
El me mir� asustado cuando oy� lo de t�a, pero cerr� la
puerta. Su paquete se hab�a hecho m�s grande.
- �C�mo has dicho?
me pregunt�.
- Que cerraras la puerta...
El junt� las manos nervioso y despu�s se toc� el pelo. Busqu�
algo ficticio en la maleta.
- Te quer�a ense�ar unas fotos...
Me levant� y busqu� por otra maleta. El miraba todo lo que
sacaba de all� y el tono de su cara iba subiendo.
- Joder... menuda mierda... creo que las tengo en la otra
maleta, no te muevas �vale?... son cinco minutos...
Sal� de la habitaci�n y di varios pasos en el mismo sitio
cambiando la intensidad para hacerle creer que me hab�a ido al fondo del
pasillo. Cruzando los dedos para que aquel chico hiciera algo que yo en su lugar
habr�a hecho ya, me agach� y mir� por el ojo de la cerradura. Mi cara puso una
amplia sonrisa. Como me imaginaba, en cuanto hab�a salido de la habitaci�n
Alberto estaba tocando mi ropa, en especial la falda y las botas. Sin hacer
mucho ruido me fui hasta el pasillo y grit�:
- Ahora mismo voy... tengo que bajar al coche a buscarlas...
�Alberto, tardo diez minutos como mucho, no tengo llaves de abajo as� que �breme
cuando llame! �Teresa y Bel�n se ha ido...! �Te dejo solo en casa!
Abr� la puerta de la calle y la cerr�, obviamente sin salir.
Levant� a Sonia que estaba apurando el cigarro en el Sal�n poniendo a alguien un
mensaje en el m�vil y la lleve corriendo a la terraza. Mi hermana y Teresa
salieron del ba�o con una toalla tap�ndose las tetas y muy maquilladas. Me
miraron extra�adas desde el fondo del pasillo, y yo me puse el dedo �ndice en la
mitad de la boca para que no dijeran nada. Se�ale nuestro cuarto y gui�e un ojo
a Teresa, que se agach� para mirar por la cerradura. Salieron las dos corriendo
y entraron en el ba�o de nuevo haci�ndome gestos de que Alberto iba a salir.
- Sonia... shhhh....
La dije en la terraza.
Alberto hab�a sacado la cabeza al pasillo.
- �Hay alguien?
Ninguna contestamos.
El volvi� a meter la cabeza en el cuarto y cerro la puerta.
Teresa y mi hermana salieron tap�ndose la boca de la risa de puntillas con las
toallas agarradas a la altura de los pechos. Teresa se agach� hasta la
cerradura. En cuanto su ojo se acerc� al agujero me hizo un gesto violento con
la mano para que fuera corriendo a su lado. Me acerqu� tambi�n de puntillas y
Teresa se retir� para que mirara. Alberto estaba cogiendo nuestra ropa. Un ruido
en la terraza hizo que �l tirara la falda verde al suelo nervioso mirando hac�a
la puerta. Nos quedamos muy quietas mirando tambi�n al fondo del pasillo, por
donde Sonia apareci� juntando sus manos en se�al de pedir perd�n con el movil en
la mano.
- Gilipollas.
La deletre� vocalizando sin emitir ning�n ruido.
Ella subi� y baj� los hombros desapareciendo. Por mucho que
estuviera colado por Sonia a veces era tan ni�ata que daban ganas de partirla la
cara para que espabilara. Volv� a mirar por el agujero de la cerradura. Alberto
hab�a recogido la falda y estaba buscando algo con la mirada. Cogi� el top
blanco y lo mir� por detr�s, como buscando la talla. De repente me sent� un poco
cabrona por lo que est�bamos haciendo, pero por otro lado era s�per excitante.
Era como si yo fuera mi hermana y Alberto yo misma en casa de nuestros padres...
Mi hermana se me acerc� al o�do ley�ndome la mente y me susurr� muy suave:
- Esto me suena de algo �verdad, t�a?...
Yo la di un codazo no muy fuerte para que no se descubriera
todo el maravilloso pastel que est�bamos viviendo. Me sent�a realmente una hija
de puta... pero me estaba divirtiendo como nunca.
Sonre� cuando Alberto descubri� mi sujetador con relleno, y
a�n m�s cuando se lo puso encima de la camiseta roja que llevaba. Se mir� varias
veces en el espejo de Sonia hasta que por fin se decidi� a quitarse la camiseta.
Su abdomen no ten�a un maldito pelo, y adem�s no parec�a hab�rselos depilados...
iba a ser una chica guap�sima, me dije. Record� como me sent�a yo al hacer
aquello con la ropa de mi hermana y casi me corro de gusto. Era la excitaci�n de
saber que en cualquier momento te pod�an pillar... y a�n as� lo hac�a con mi
polla tiesa. Mi hermana me dio un golpe en la cabeza para que dejara de moverme.
Entend�a tan bien a aquel chico que tuve ganas de entrar ya y decirle que no
hab�a nada malo en lo que estaba haciendo y que viviera la vida como le diera la
gana. Pero por culpa de mi hermana, que adem�s de convertirme en mujer, me hab�a
convertido en una zorra cre�da, y en ese momento estaba disfrutando como una
loca de hacerle aquella putada al chico.
Alberto se hab�a puesto el top sobre mi sujetador con
relleno, y se tocaba los pechos como si fueran de verdad delante del espejo. La
verdad es que le quedaban de puta madre... tenia que aprender a colocarlos de
forma mas real, pero eso era solo cuesti�n de tiempo. Teresa me mir� asintiendo
y abriendo los ojos, en lo que entend� que entr�ramos ya, pero la dije que
esperara. La deje mirar un poco hasta que ella se puso de pie moviendo la mano
de arriba a abajo y tap�ndose la boca con la otra para no re�rse. Alberto se
estaba haciendo una paja con los ojos cerrados.
Para nuestra desgracia el tel�fono de casa de Teresa comenz�
a sonar. Teresa dio dos saltos por el pasillo pero Sonia lo hab�a descolgado
justo antes tirando del cable. Al mirar por el agujero de nuevo Alberto estaba
parado mirando la puerta con las manos preparadas para quitarse mi ropa en un
segundo y con su pene fuera del pantal�n. Al ver que no pasaba nada volvi� a
contemplarse en el espejo. Tras varios segundos se quit� el pantal�n vaquero
mostrando unas finas piernas estilizadas, tambi�n sin pelos, lo que confirmaba
el hecho de que siempre habr�a gente que realmente nacer�a en el sexo
equivocado. Se puso unas braguitas negras y el�sticas de Sonia y despu�s meti�
su cadera en mi falda verde. Por �ltimo se puso las botas negras y de
plataforma. Estaba guap�sima, aunque le faltara el maquillaje, las formas de
andar y colocar sus hombros para parecer una mujer de verdad. Volv� a sonre�r
pensando la suerte que ten�a de tenernos all� mirando como hac�a eso. Embobada,
segu� mirando como quien se mira en un espejo antiguo, cuando not� la mano de mi
hermana que me apretaba el brazo.
- �Entramos o no?
Si entr�bamos as� a la vez le podr�amos crear un trauma al
chico, pens� en un alarde de inteligencia de los pocos que mi hermana me hab�a
dejado, porque ya me hab�a acostumbrado a ser un chica pija y caprichosa que
solo piensa en chicos, moda y cotilleos. Mi hermana y Teresa se metieron en el
ba�o y Sonia se volvi� a esconder en la terraza ri�ndose por lo bajo. �ramos
unas zorras de cuidado, pero merec�a la pena. Mientras Alberto se hacia una paja
r�pida, con una mano acariciando su culo en pompa debajo de la falda verde y la
otra agarrada a su miembro duro, abr� la puerta muy deprisa.
Alberto se quedo completamente quieto como un conejo en medio
de la carretera deslumbrado por un faro. No sab�a que hacer. Comenz� a ponerse
rojo de la verg�enza buscando algo con lo que taparse... como hice yo en su
momento delante de mi hermana y Sonia.
- Ehh... esto... no... no es...
Yo le mostr� la palma de mi mano para que se callara.
- Vaya, vaya...
Le dije cerrando la puerta con llave. El hizo adem�n de salir
por la puerta pero me interpuse en su camino. Se sent� con la mano en la cabeza.
- No... ehh...
No pod�a decir nada el pobre de los nervios. Yo sab�a lo que
era eso, y por un momento pens� en dejar que se fuera, pero justo en ese momento
sali� la Yolanda s�dica que ten�a dentro.
- Joder... No sab�a que fueras una ni�a tan mona...
Le dije riendo. El me mir� asustado y comenz� a quitarse las
botas. Me acerqu� y le cog� del hombro para que parara.
- No... ahora que estas tan guapa no te lo iras a quitar,
�verdad?
Solt� una carcajada. El me mir� con los ojos llenos de
lagrimas.
- Menuda sorpresa... �y Teresa sabe que en verdad eres una
ni�a tan guapa?
Me imagin� que yo tuve aquella cara mezcla de espanto y
excitaci�n, porque su paquete hab�a crecido una barbaridad, al igual que el m�o
al recordarlo, se�al inequ�voca de que aquella noche Alberto har�a su primera
salida como... habr�a que buscarle un nombre femenino... gracias a Dios que mi
hermanita era cojonuda para aquellas cosas. Comenc� a quitarme las bragas
mientras Alberto me miraba embobado. Las dej� encima de las maletas marrones de
mi hermana y poco a poco le fui ense�ando mi entrepierna. El abri� mucho los
ojos y despu�s me mir�.
- �Tu...?... �eres...?
Yo asent�.
- Si. Hace unos a�os me pas� algo parecido a ti...
sonre� record�ndolo.
- y ahora m�rame... as� vas estar tu a partir de esta
noche...
El estaba ya completamente ido. Eran muchas sensaciones para
solo dos minutos. Me miraba la polla embobado.
- T�cala si quieres... sigue funcionando... �y mis pechos?...
mira...
Me quit� el sujetador de relleno y la camisa se quedo plana,
pese a los peque�os bultos que las hormonas me estaban creando.
- �Ves?... pero a que tu cre�as que era una mujer... �verdad?
- Si.. ehh... pero...
Segu�a mirando mi pene y de vez en cuando miraba a la puerta.
- Vamos a hacer una cosa, y se que te mueres de ganas... Yo
te regalo lo que llevas puesto si...
Mir� para ambos lados. Su paquete estaba a punto de estallar.
- Si te vienes as� vestidita esta noche con nosotras de
marcha.
Una mancha comenz� a aparecerle en medio de las bragas de
Sonia.
- �Que me dices?... �Una noche de juerga como una amiga
nuestra mas?. Pero no ensucies las braguitas de Sonia, que se va enfadar...
Alberto se mir� la entrepierna y se dio cuenta de que ten�a
la polla fuera. Yo me sent� a su lado y le cog� el pene con mi mano.
- Nosotras te maquillamos, te cuidamos toda la noche y tu
disfrutas de algo que se que quieres desde hace much�simo, �vale?
Su cara era un poema. No sab�a que hacer, si salir corriendo
o meterse debajo de la cama.
- �Que problema ah�?
- No... no...
- Nadie te reconocer�... te lo digo por experiencia... ser�s
mi prima... mi primita que no puede hablar porque est� af�nica...
- �Af..? �Af�nica?
- Tienes que aprender a modular tu voz... si no queda muy
raro...
El cuello de Alberto era alargado y su nuez, como la m�a, era
completamente invisible. Comenc� a subir mi mano por su pene, toc�ndole la cara
con la otra.
- Eres una chica guap�sima... de verdad... tu d�jame que te
convierta en toda una mujer... �de acuerdo?
Alberto estaba teniendo un segundo orgasmo. Era el momento
perfecto para re�rnos un poco.
- �Teresa, ven un segundo!
Alberto mir� hac�a la puerta con gesto de p�nico. Teresa
entr� con unos pantalones negros muy ajustados con unas rayas blancas, unas
sandalias de mucho tac�n y un top cruzado de una tela reluciente amarilla muy
corto. Joder, pens�, yo quiero uno igual.
- Hola, Alberto...
Le dijo.
Alberto casi se desmaya. Comenz� a llorar como llor� yo
delante de mi hermana. Teresa se fue hasta �l y se arrodill�. Me mir� y yo negu�
con la cabeza.
- Va a ser la mas guapa de la noche...
El me mir� de reojo sec�ndose las l�grimas. Vi a mi hermana
que iba a entrar y la dije que no con la cabeza. Ella puso cara de disgusto,
pero por primera vez en su vida me hizo caso. La cabeza de Sonia apareci� por
detr�s de Bel�n sin parar de re�r. Yo abr� mis ojos enfadada y ellas
desaparecieron hac�a el sal�n. Teresa le estaba tocando el pelo a Alberto para
que se tranquilizara. La parte de mi que estaba disfrutando abri� la boca.
- Mira Alberto, si no te vienes con nosotras esta noche as�
vestidita se los diremos a todo el mundo.
Alberto puso cara de espanto.
- No... no la hagas caso... no se lo diremos a nadie.
Dijo Teresa sonriendo.
- Son las nueve. A las diez nos vamos todas, �de acuerdo?
Comenc� a tocarle el paquete con mis u�as. Estaba muy duro.
Me encantaba el papel de educadora... casi tanto como mi hermana hab�a
disfrutado conmigo. Alberto pasaba su vista de mi a Teresa y de nuevo a m�. Mir�
mi mano tocando su paquete. Yo apret� un poco y despacio lo introduje por dentro
de las bragas. Teresa se levant� dando un paso atr�s. No estaba acostumbrada a
nuestro desparpajo sexual. La vi sonre�r y se sent� encima del aparador de
enfrente a la cama encendi�ndose un cigarrillo. Alberto abri� la boca sudando.
- Vas a estar preciosa esta noche...
Susurr�...
Ten�a una cara preciosa, alargada y sus ojos negros eran una
pasada de profundos... adem�s, verle as� vestido con mi ropa por primera vez
tambi�n me calentaba mucho. Llev� mis labios hasta su paquete y le lam� el
paquete mientras le miraba.
- Eres una chica, Alberto... siempre lo has sido... �quieres
disfrutar como lo hace una mujer?...
El hab�a entrecerrado los ojos, pero asinti�. Estaba entrando
en la espiral sin fin y en ese momento podr�amos hacer con �l lo que
quisi�semos.
- Pero antes tienes que pasar la prueba...
Alberto me mir� cruzando las cejas. Yo me abr� de patas
ense�ando toda mi polla, menos grande y fuerte que antes por las pastillas de
hormonas pero todav�a duro y alargado.
- C�memela.
Alberto me mir�, despu�s mir� a Teresa que se r�a fumando el
cigarro.
- Venga... como una buena puta... dale... Con esa faldita que
llevas pareces una zorrita de cuidado... Sin miedo, t�a...
Le empuje la cabeza hasta mi entrepierna. Era como un pelele,
un trapo con el que jugar. Antes de llegar a mi polla el abri� la boca.
- Bien... empieza... suave...
Mi pene se introdujo en su boca chocando con los dientes.
- Despacio... hazlo despacito...
Le empuje del brazo hasta que se puso arrodillado en el suelo
delante de mi, con su cabeza entre mis piernas. Mi polla segu�a en su boca, que
comenzaba a coger ritmo.
- As�... bien... mas r�pido...
Su cabeza cogi� velocidad y me lam�a como si lo hubiera
estado haciendo toda su vida. Seguro que hab�a practicado con zanahorias, me
dije sonriendo para mi. Le cog� del pelo y le obligu� a que se la metiera
entera. El respondi� de inmediato.
- Bien... puta... eres toda una puta... �te gusta chupar
pollas, verdad?...
Teresa se re�a a carcajadas, y mi hermana entr� por la
puerta.
- Toma ya... Joder con Albertito...
Descargu� mi semen sin avisarle, y Alberto tuvo que parar
para no ahogarse. Escupi� varias veces sobre el suelo y despu�s se qued� parado
sin mirarnos. Mi hermana como siempre en esos casos fue la primera en hablar.
- Vamos a ver si yo me entero... �La zorra que esta en el
suelo es Alberto?...
Le mostr� la mano para que el la cogiera.
- Ven aqu�, anda... que yo ya tengo experiencia en esto... te
voy a dejar como deje a mi hermanito aquel d�a... a puntito para que luego te
desvirguen ese culito que tienes.
El dudo unos instantes quit�ndose el resto de mi semen de los
labios. Se levant� sin mirar a ninguna y le dio la mano a mi hermana. Los dos
salieron por la puerta hacia el ba�o. De espaldas Alberto parec�a casi una
mujer... si tirara los hombros hac�a atr�s para dejar que sus pechos salieran y
moviendo las caderas un poco mas estar�a de muerte. Estaba excitada como nunca
al ver un chico tan t�mido a punto de convertirse en toda una mujer como yo.
- Alberto... Ponte muy guapa, �vale?
Le dijo Teresa antes de salir. El mir� de reojo e intent�
andar con los tacones sin chocarse contra el pico de la cama. Cerraron la puerta
y Teresa se acerc� a m� d�ndome un cigarrillo.
- Joder... Pobrecillo...
- Jajajaj... de probrecillo nada, t�a, ya veras ma�ana el l�o
que va a tener cuando se despierte...
- �Lo tuyo fue as�?
Yo comenc� a buscar que me pondr�a para la noche. Estaba
s�per caliente y ten�a unas ganas horribles de llevar de la mano a Alberto por
ese nuevo mundo.
- Lo m�o fue... especial. Conf�a en mi hermana, Tere.
Rebusqu� por entre el mont�n de ropa que hab�a tirada en
medio de la cama algo realmente provocativo para ponerme bajo la atenta mirada
de Teresa. Esa noche seriamos las cinco chicas mas salvajes de la disco, y
Alberto disfrutar�a por primera vez de ser una amiga mas del grupo.
Bueno, de nuevo otra parte mas de la vida de Yolanda a
vuestra disposici�n. Gracias a todos aquellos que segu�s la historia y me
anim�is a seguir con ella. Si quer�is hacerme alg�n comentario sobre los relatos
o lo que se os pase por la cabeza, ya sab�is donde estoy.