Hola, mi nombre es Gisela. Y me gustaria dejar escrito una
experiencia que he tenido hoy mismo. Para que no se me olvide nunca.
Tengo una agenda en la que suelo escribir todas las cosas
especiales que me han ocurrido cualquier dia. Estan escritas en una letra/codigo
que solo entiendo yo. Pero normalmente son cosas que incluso en abecedario
normal, solo entiendo yo. En cambio, esta historia, creo que tiene muy buena
cabida en las paginas de relatos X que he visitado en ocasiones.
Ahora mismo estoy en Palam�s, en casa de mis tios. He venido
desde Barcelona aqu�, para pasar el verano con ellos. Como acostumbro a hacer
desde que era bien chica.
Les concreto que tengo 12 a�os, sigo siendo bastante chica
pero bueno, apenas recuerdo cuando fu� la primera vez que visit� Palam�s o sea
que era mas chica que ahora.
Desde siempre que sol�a venir en coche acompa�ada por mis
padres, pero esta vez he venido sola en autobus. Mis padres me despidieron en la
estaci�n del norte de barna deseandome que me fuera bien el viaje y que no
sufriera ningun percance.
Como estamos en verano no hizo falta maleta. Todo mi equipaje
se apret� en mi mochila del cole. Sub� con ella al compartimento de viajeros y
me dispuse a pasar lo mejor que pudiera las dos horas que durar�a el trayecto.
Al principio estaba el autob�s practicamente vacio. Yo me
acomod� en una butaca en la zona media del autobus y al lado de la ventana. Pero
transitamos un par de estaciones m�s en la misma Barcelona y el autobus qued�
casi lleno.
A mi lado se sent� un se�or que no tenia ni la edad de mi
padre ni la de mi abuelo, sino que debia estar entremedio de ambos. Iba vestido
de forma ligera con unos shorts y un polo y adem�s podia enorgullecerse de tener
una abultada barriga.
Nada mas sentarse me dedic� una sonrisa a la que respond�
igual que el. Y me volv� a girar hacia la ventana para ver como saliamos de
barna.
Una vez que hubimos salido de barna, saqu� un libro que
llevaba en la mochila. Me hab�an puesto, en en el cole, su lectura como deberes
veraniegos. Estaba ley�ndolo cuando not� que mi vecino tambien se acomodaba en
su butaca. Abri� las piernas y tir� la cabeza hacia atr�s disponiendose a echar
una siesta.
Estaba yo en la fantas�a del libro, en el viaje de Marco
Polo. El libro se titula "el viajero" de -Gary Jennings-. Cuando not� que algo
se ponia encima de mi pierna. Ech� un ojo de inmediato y v� que era la mano de
mi vecino, que estando el con los ojos cerrados y la cabeza estirada en el
respaldo de la butaca parec�a dormir.
Opt� por no romper el sue�o de mi vecino y no le d� m�s
importancia al contacto de dicha mano. Pero la cosa no es tan facil como parece.
Yo soy una chica muy joven y juguetona y ese contacto de la mano encima de mi
pierna me vet� proseguir la lectura del libro.
Me pon�a m�s nerviosa a cada segundo que pasaba y por mi
cabeza no paraban de progresar id�as como que esa mano estaba en una zona que no
sol�a recibir ese tipo de contactos.
Me pasa muy poco a menudo y hoy ha vuelto a suceder que con
esa mano encima de mi pierna empez� a excitarme. Por suerte el autob�s no har�a
mas paradas hasta llegar a Palam�s. Porque que alguien viera la situaci�n en que
me encontraba me habria vuelto loca.
Mi mirada no paraba de recorrer toda la longitud del brazo,
desde la mano hasta el hombro. Tropezandome entonces con la cara de mi vecino,
morena y rasposa, que sorprendentemente me gustaba. Me atraia como si fuera uno
de mis cantantes preferidos. E incluso esa abultada barriga me parecia bonita.
No fui yo, sino que fu� mi mano solita que se puso encima de
la suya, encima de mi pierna. Vi de reojo que abria los ojos y miraba hacia su
mano y yo le dirig� entonces una muy rapida mirada a los ojos, que no dur� ni un
segundo. Para volver a dirigirla hacia la ventana.
A partir de ese momento fu� notando que su mano se movia
lentamente, aplicando una estimulante caricia que me excitaba, si cabe, m�s de
lo que estaba.
Retir� mi mano de encima de la suya para darle m�s libertad
de movimientos y aprovech� esa libertad. Pues su caricia se hizo m�s insistente,
subiendo y bajando de mi pierna hasta llegar al muslo, lugar donde acababan mis
shorts.
Yo estaba viviendo las mil maravillas, me dedicaba a mirar el
paisaje que pasaba por fuera mientras notaba esa mano que me estaba dando un
placer inmenso, dadas las cirscuntancias .
En eso que not� como su mano se met�a por dentro de los
shorts, al final de la corta pierna de estos. Pero viendo que sus movimientos se
veian muy limitados la volvi� a sacar para meterla de nuevo pero esta vez desde
arriba.
Levantando el elastico, la mano se meti� dentro de mis shorts
para acariciar la parte mas intima de mi muslo. Mis ojos se cerraron casi de
forma automatica, sin pedirselo yo, al igual que mi mano que se agarr� a la
mu�eca de mi vecino.
La mano agarraba fuerte mi muslo y lo soltaba repetidamente.
Estimulandome mucho esa zona y poniendome a mil.
Yo tambien puse mi mano en su pierna para responderle lo
mejor que supiera.
Inevitablemente entr� en mis braguitas, acariciando durante
un buen rato mi lampi�a rajita.
Yo ten�a que hacer grandes esfuerzos para no estallar a
gemidos en medio del autob�s. No s� si nadie se hab�a dado cuenta de lo que
hac�amos, deseaba con todas mis fuerzas que no fuera as� y que no acabara todo
de forma traumatica con un escandalo dentro del autobus que pudiera llegar
incluso a los o�dos de mis padres o t�os.
El dedo de mi vecino jugueteaba con mi rajita y mi mano
tambien estaba valiente y estaba encima de su entrepierna. Se notaba un bulto
muy grande, con una cosa dura y alargada que lo formaba.
Retir� la mano de su entrepierna a la que perd� toda mi
fuerza cuando �l introdujo su dedo en mi.
Yo me abraz� a su ancho brazo mientras con los ojos cerrados,
me tragaba todos los gemidos que saldr�an si estuvi�semos en otro sitio solos.
Estuvo un buen rato masturbandome con el dedo e incluso
brotaron l�grimas de mi ojos. Hasta que retir� su mano dejandome el pantal�n
otra vez en su sitio.
Me pregunt� como me llamaba y yo claro le dije Gisela, el me
cont� que se llamaba Juan y que ven�a del medico en Barcelona y que viv�a en San
Feliu de Guixols, un pueblo cercano a Palam�s.
Yo le cont� todo de que me iba a casa de mis tios en Palam�s
a pasar el verano y el me dijo que estar�a encantado de volver a verme.
Yo le dije que tambien me gustaria y �l me di� un numero de
tel�fono movil. Quedamos en que lo llamar�a en poco para quedar un dia.
Tengo ese telefono guardado en tres sitios porque le doy m�s
valor a esos 9 numeros que a toda mi ropa interior, sea de esta casa de mis
t�os, de la de bcn o de donde sea.
Continuare este escrito cuando tenga algo m�s que contar. El
dia ha sido intenso y estoy cansada, me voy a dormir.
Estoy a viernes de nuevo, hace exactamente una semana que
llegu� aqu�. Y tambien hace exactamente una semana de todo lo acontecido en el
viaje en bus, en el que conoc� a mi vecino de butaca Juan.
Lo he llamado esta ma�ana y hemos estado hablando un rato.
Entre otras cosas le he dicho que me gustaria verle y el me ha propuesto venir a
buscarme a Palam�s ma�ana sabado, para ir a dar una vuelta por el monte.
Yo le he dicho que encantada y me ha fijado que le espere en
la oficina de correos de Palam�s a las 4 de la tarde.
Sin duda ma�anana voy a asistir a esa cita y espero al
anochezer volver a proseguir esta escritura.
Ya estoy a s�bado noche, no s� cuanto tiempo voy a estarme
para escribir la parte final de este escrito porque la verdad vale la pena
estarme toda la noche escribiendo.
Como promet� he asistido a la oficina de correos esta tarde a
las 4. Y 10 minutos antes de que llegasen las 4 ya estaba yo ah�, dando vueltas
sin parar. Y bastante puntual ha aparecido �l con su coche. Ha aparcado en el
reservado minusvalidos esperando que entrara yo.
Hemos estado charlando un rato de ir al monte a pasear que me
contaba que es muy bonito. El monte en concreto se llama las Gavarres y dice que
est� plagado de encantadores prados y casas abandonadas, viejas mas�as de
payeses en las que viv�an los pastores y similares hace muchos a�os. Que al
igual que los prados, viejos campos de cultivo, fueron abandonados hace mucho
tiempo.
Iniciamos la subida al monte con el coche, estuvimos la
verdad un buen rato subiendo pedregosos caminos con un simple coche, nada de
4x4. Pero el me dec�a que no habia nada que temer, que si sabes conducir no hace
falta ningun tanque.
Al final llegamos a lo que supuse yo que era arriba del todo.
Era un lugar precioso que estaba formado por un prado inmenso con una bella
ermita en el medio. Que deb�a ser donde se reun�an los feligreses que habitaban
esas monta�as hace tantos a�os.
El paraje no estaba desabitado que digamos, la ermita estaba
abierta como ermita en un lado y como bar en el otro. Y habia quiza una dozena
de personas en todo en prado. Entre los habitantes de la ermita y otros turistas
que gozaban del paraje.
Juan me lo ense�� todo muy bien, entramos en la ermita y
curiose� un rato lo que se dice una iglesia minuscula. La supuesta nave central,
donde se daba la misa, no era m�s grande que mi clase.
En acabada la inspecci�n de la ermita, Juan me propuso ir
pasear. El cogi� un palo del suelo y me dijo que hiciera lo mismo que me
servir�a de baston para caminar por el irregular suelo del monte.
Al cabo de unos minutos hab�amos perdido de vista el
encantado prado de la ermita. Caminabamos por un abrupto camino y Juan me dijo
que nos metieramos dentro del bosque, que conoc�a cerca de all� una de esas
mas�as abandonadas.
Al cabo de un rato de tropezar llegamos a la mas�a. Estaba
medio derruida. Como comprob� despues le faltaban unos cuantos techos y unas
cuantas paredes pero fue emocionante porque ten�a una de las paredes que parec�a
una de esas obras de arte de los museos, aunque no estuviera en muy buen estado.
Y encontr� m�s de una antiguedad que quien sabe si serv�a para el campo, la
cocina o la caza.
La mas�a disponia de un p�tio interior muy agradable porque
no le daba tanto el quemador sol. Estaba en este patio, mirandome las multiples
enredaderas que salian del roto suelo, cuando not� las manos de Juan que se
posaban en mis lados, estando �l detras m�o.
No tard� en notar su boca que me besaba el cuello mientras
sus manos recorr�an mi torso arriba y abajo.
Fu� doblemente estimulante el contacto de sus manos cuando
las meti� por dentro mi camiseta. Aunque no tard� la camiseta en ser colgada de
las enredaderas.
Una vez me tuvo desnuda de cintura en arriba, me gir� para
besarme como tanto ansiaba. Mientras nos besabamos en la boca, sus manos fueron
bajando por mis lados y mi espalda para meterse por segunda vez en mi vida,
dentro de mis pantalones. Pero esta vez por la parte de detras, sobandome el
culete.
�l tambi�n se quit� la camiseta y nos sentamos en el suelo,
bueno, m�s bien �l se sent� en el suelo y yo me sent� encima de �l. Me empez� a
chupar las tetitas, yo abrazaba su cabeza y me gustaba apretarlo contra mis
mismas tetas. Era fascinante sentir como se clavaban sus dientes en esa zona tan
sensible.
Mientras me com�a las tetitas, meti� una mano dentro de mi
short. No acarici� mucho muslo como la otra vez sino que se fu� directamente a
dentro las braguitas. Me met�a un dedo y yo no pude reprimir mis gemidos.
Me dijo que me levantara para levantarse tambien �l. Me
previno para que no me asustara pues se iba a bajar los pantalones. Una vez
bajados vi lo que una semana atras hab�a acariciado na m�s un poquito y por
encima de los pantalones.
Me dijo que me arrodillara con objetivo claro. Yo
entusiasmada me met� el pene en la boca sin mucha espera. Hac�a tiempo que me
curioseaba saber que sabor ten�a.
El tambien me cog�a de la cabeza al igual que yo antes cuando
me com�a los pechos y me daba una sensaci�n como de querer vomitar. Se lo dije y
ces� de empujarme la cabeza.
Una vez estuve satisfecha de comer pene, me volv� a levantar
buscando su calido beso. Mientras nos besabamos me baj� los shorts y me quit�
tambien las braguitas. En ese momento estabamos desnudos totalmente y era de
esperas lo que har�amos.
Juan se estir� en el hierbado suelo y me dijo "ven aqu�
guapa". Yo puse valor y me arrodill� encima de �l. El pene al principio qued�
erecto pero delante mio. Y juan volvi� a masturbarme con el dedo para animarme a
dar el paso.
Yo no paraba de gemir en el patio de esa abandonada mas�a
hasta que me decid� y le dije "Juan, que hago?". �l me dijo que me acercara un
poco m�s hacia adelante, caminando con mis rodillas y que lo dejara hacer a �l.
As� lo hize y not� como �l acomodaba la punta de su pene en
la entrada de mi sexo. Me cogi� con una mano de la cintura mientras con la otra
manten�a sujeto el pene en donde lo habia apuntado. Me dijo que me doler�a un
poco pero que fuera valiente que me gustar�a mucho m�s de lo que me doler�a.
Haciendo fuerza con la mano y la cintura a la vez meti� un
poco de pene. Yo ech� un gemido de claro placer por el momento.
Entonces Juan se incorpor� y cogiendome de la cintura con las
dos manos me dijo "no quiero que llores, vale?". Yo le dije que har�a todo lo
posible. Entonces me cal� de verdad, penetr�ndome cuanto hondo cab�a.
Yo pegu� un fuerte grito, me doli� bastante. Juan se qued� un
rato quieto con todo su pene dentro de mi y besandome con gran dulzura me calm�
como necesitaba.
Con la ayuda de los besos y caricias, cas� ni me enter� que
hab�a iniciado un muy suave ritmo de mete-saca. El movimiento era infimo pero
sentia cada milimetro que entraba y sal�a de mi como el m�s grande de los
placeres.
Con el paso de los segundos su ritmo se aceler�
progresivamente logrando en pocos instantes que volvieran esos gemidos que de
momento Juan �s la unica persona que me los ha sacado.
Mis piernas solitas se unieron a seguir el ritmo de Juan,
estaba totalmente loca encima de �l, botando y botando y gritando como si fuera
a morirme.
Nuestro ritmo hab�a adquirido una fuerza brutal. Yo casi me
levantaba de encima suyo y me dejaba caer para pegar un gemido por culpa de los
cuales a�n tengo la voz un poco ronca.
Juan tambien gem�a cuando not� que hac�a sus penetraciones lo
m�s profundo que pod�a, fu� disminuyendo su velocidad sin dejar de gemir hasta
que cogiendome de los muslos me detuvo.
Agradec� que me detuviera pues lo necesitava. Me tumb� a su
lado abrazada a �l y nos quedamos un buen rato, quiza media hora, descansando y
recuperando el aliento.
A la que despertamos del trance, nos vestimos y sin yo parar
de hablar nos encaminamos hasta el coche en la ermita. Se me iba la boca sola y
no paraba de tropezar con las palabras como si estuviera tonta de la cabeza.
Al final de la tarde me ha vuelto a dejar cerca de mi casa.
Yo le he dicho que no tardar� en llamarle de nuevo. Espero pasar con �l el mejor
verano de mi vida.