Ah� est�bamos, sentados uno al lado del otro , veinticinco
a�os despu�s. Vos todo un magistrado, con tu auto con patente oficial, tu traje
oscuro, tu camisa a rayas finas, tu peinado perfecto de siempre. Algunas canas,
los mismos ojos celestes que siempre me desviaban la mirada cuando �ramos
compa�eros de colegio secundario. Ah� estabas con tu paquete apetitoso de juez
occidental y cristiano, Ay Accardi como te deseaba.
Segu�as tan hermoso como un cuarto de siglo atr�s, con ese
cuello grueso de jugador de rugby que nunca hab�as sido, con esa expresi�n seria
que siempre parece de enojo, con esa masculinidad que no necesita pruebas porque
es evidente, porque sos el paradigma del macho de la Argentina: fuerte,
arrogante, despectivo hacia el diferente., homof�bico (aun cuando sea gay) ,
hip�crita, vulnerable, siempre escondiendo los sentimientos., la barriga y el
llanto, pero sacando afuera la pelvis (pija y huevos), la vanidad y a veces el
culo
Era tan evidente que los escond�as..... A los sentimientos
digo... Sentado en tu auto con chapas oficiales del Poder Judicial, conmigo, con
un ex compa�ero de Colegio Nacional, al que siempre despreciaste por afeminado,
marica, maric�n , homosexual, en suma un puto de mierda.
Claro que yo, yo hab�a sufrido cambios . Hab�a dejado de ser
el nene de mam� que vos hab�as conocido. Tan fino , tan educado, tan manso, tan
respetuoso y tranquilo, que parec�a una nena, y te sorprendiste al verme, tan
hombre como vos, mas exitoso tal vez, y mejor plantado, que cuando te permit�as
rechazar algunos de mis logros con expresiones peyorativas :
"� Ese maric�n.? "No me hables de ese mariquita." Raj� (vete)
de aca putito.."
"�Decime de esos pantalones fabrican tambi�n para hombres..o
solo los hacen para putos?."
Yo hab�a hecho todo lo posible para parecer igual a los
dem�s. Gimnasio, deportes, vida de club, scoutismo, ciclismo,. Remo, equitaci�n,
waterpolo. Redise�� mi f�sico , hasta darle aspecto de aspirante a
fisicoculturista (luego adelgac� pues me parec�a muy exagerado). Mi ropa era
siempre bien masculina, mis zapatos y corbatas discretos, y hasta mi voz y forma
de hablar y de moverme las hab�a cambiado para satisfacer los modelos en uso en
nuestra sociedad. Que nadie sospeche ......
Un d�a me vi al espejo y me dije, pucha, si hasta parezco un
macho de esos que me gustan.... Si, porque nunca dej� de ser un chico al que le
gustaban los hombres, y bajo mi apariencia de macho bien desarrollado y fuerte,
siempre se escondi� aquel adolescente que a los diecis�is a�os estaba enamorado
de vos y que vos , ignorabas a veces, humillabas otras , o quiz�s te olvidaste
de eso Accardi, no se.....
Te volv� a tratar en el ingreso a la Facultad Accardi , por
pocos meses y nuestra relaci�n nunca pas� de un debil saludo, alg�n intercambio
de apuntes, o una lejana indiferencia, y yo buscaba tu mirada celeste y casi
nunca la encontraba. Esa mirada celeste que segu�s teniendo hoy, tras de tus
peque�as arruguitas de hombre adulto, tras de tus canas plateadas, tras las
manos peluditas que ahora no exhiben anillo de alianza. Yo te hac�a casado, como
todo buen juez del Poder Judicial de esta ciudad, y seguro que con dos o tres
hijos adolescentes.
Pero ante tanto rechazo, ante esa indiferencia que me hac�a
sentir tan poca cosa, tan morboso, tan anormal, un d�a te dej� de ver Accardi.
Nuestros horarios no coincidieron y nuestras vidas se alejaron para siempre.
En veinticinco a�os yo hab�a terminado mi carrera con
honores, empezado una exitosa pr�ctica profesional y acad�mica , viajado por el
mundo quiz�s buscando vanamente esa mirada celeste , esos hombros, ese cabello
cayendo no muy espont�neamente sobre la frente, esos dedos peluditos y rubios.
Yo era un triunfador para el mundo, pero segu�a solo.
Esa verdad preanunciada por tus insultos y comentarios, se
convirti� en realidad. Vos te diste cuenta que tr�s el chico ligeramente
afeminado hab�a un puto y en eso me convert�. No deja de asombrarme el radar que
ten�as Accardi. �Qu� te hac�a tan perspicaz? �Qu� era lo que rechazabas en mi? �
A qu� le ten�as miedo?. Que yo sepa, no es contagioso ......
Me cost� , admitir que era gay, no creas que no, no es f�cil
tomar semejante decisi�n, cuando se pertenece a una buena familia tradicional,
cuando todo el mundo podr�a se�alarte y hundir tu carera, arruinar tu futuro ,
cuando hay padres y hermanos y familiares que preferir�an verte muerto o ladr�n
a imaginarte chup�ndole una pija a un chonguito. Yo me lo call� , no sal� del
placard como suele decirse, y me conden� a una vida en parte clandestina. en
parte oscura pero siempre est�ril y despreciada.. Tuve amores y desamores,
conoc� la pasi�n de una hora y el amor que te desangra. Am� y fui amado...
El amor de mi vida, y no hablo de vos, no te creas tan
importante, se enferm� de SIDA y muri� en mis brazos, abandonado por toda la
familia. Una vez muerto, reclamaron sus bienes que tanto hab�an rechazado antes.
Yo les d� todo , autos, propiedades , joyas, dinero...S�lo me qued� con la foto
de nuestros viajes por el mundo, con el recuerdo de su amor incondicional....
Nada me importaba sin el. Quise matarme y no tuve coraje, y termin� en la bebida
, como un borracho de esos que comienzan por ser tomadores sociales y terminan
como ebrios perdidos.
Pero me cur�, me levant� de la mierda y me convert� en el
abogado exitoso que soy hoy, que estuvo sentado a tu lado, y que por primera vez
miraste con tus ojos celestes e inmensamente tristes.
Festejamos nuestros 25 a�os de egresados del Colegio Nacional
y terminamos en una confiter�a varios de nosotros, bebiendo y brindando por
nuestro encuentro de esa noche tras tantos a�os, comprendiendo que el tiempo no
hab�a pasado en vano y que ya no eramos los mismos aunque record�ramos las
mismas an�cdotas. Sent�a tu mirada y ahora era yo el que desviaba los ojos.
Todos casados pens�, todos confesos heterosexuales con mujer y familia y yo aqu�
el �nico soltero, o mejor el �nico puto, homosexual o gay o como quisieran
llamarlo.
Fuimos a la casa del gallego D�az que aunque viv�a en
Suipacha (Provincia de Buenos Aires) manten�a un departamento en la ciudad para
cuando los hijos vinieran a estudiar en la universidad. Y alli me hablaste por
primera vez , no se que me dijiste primero, luego supe que hab�as le�do mis
libros de texto de Derecho, mis art�culos, que estabas al tanto de mi carrera
exitosa, de mi desempe�o en la docencia y en la investigaci�n. Yo , el maric�n ,
imaginate.
Yo tem�a mirarte por esa tensi�n que siempre hab�a habido
entre nosotros pero vos buscabas mis ojos, y casi hicimos un aparte entre
nuestros viejos condisc�pulos,
Me alababas y yo me puse inc�modo y comenc� a hacer
comentarios despectivos hacia mi mismo y vos no me lo permitiste y en un momento
tomaste mi mano mientras te re�as y la llevaste hasta tu coraz�n.
Como explicar sin parecer rid�culo que me sent� la mariquita
de 16 que vos despreciabas y no el hombre de hoy que te llenaba de admiraci�n.
Tu mano cuadrada de u�as prolijas y sin alianza cerca de mi pecho, que parec�a
estallar, y las ganas de huir de ese medio, de las conversaciones aburguesadas
de la mayor�a , del humo de cigarrillos, del deseo de tu cuerpo , el enorme
deseo de coger con vos, de besarte esa boca deseada hasta el hartazgo, de
acariciar tu piel peludita y suave, de abrazarme a vos pidi�ndote un cuarto de
siglo despu�s que me quisieras por fin. Quereme quereme Accardi, �Porqu� es tan
dif�cil que me quieras si yo te quiero asi como te quiero?.
Tom� mi abrigo y comenc� a despedirme y me dijiste que ad�nde
iba, que d�nde viv�a que vos viv�as cerca , que me llevabas........ y yo
neg�ndome, no te molestes Accardi me tomo un radio taxi. No me llamo Accardi ,
me dijiste , mi nombre es Agust�n o no te acord�s.....
Siempre hab�as sido Accardi, para mi, cuando me hac�a la paja
pensando en vos, Accardi cuando gem�a pensando en tu pija y en tus huevos y en
tus gambas musculosas apenas vistas en alguna clase de gimnasia. Accardi cuando
recordaba tu voz, tu mirada celeste y triste, tus pelitos rubios prematuros en
las manos tu pelo cayendo no muy espont�neamente sobre la frente. Accardi mi
amor imposible. Pero claro, ahora ten�as nombre y te llamabas Agust�n.
Al salir a la calle descubrimos que unos ladrones hab�an roto
el vidrio de tu auto y robado tu pasa cassetera. Y al ver el vidrio destrozado
lo compar� con mi humillaci�n de ser rechazado tantas veces pero no dije nada.
Me dejaste en la puerta de mi casa con tu auto con vidrio roto , la rabia y la
molestia del robo, la sensaci�n de p�rdida. Yo hubiera querido hacerte subir
hasta mi departamento, beber algo juntos pero pens� que con lo ocurrido no
estar�as de humor y no lo estabas......
Entramos hasta la playa de estacionamiento y cuando nos
desped�amos, acerque mi boca a tu mejilla, en la oscuridad del lugar y vos
moviste la cara y me diste un beso en la boca de aquellos que nunca me han dado.
Un beso lleno de furia, de saliva, de lengua de deseperaci�n y deseo, y ah� por
fin te mir� a los ojos, a esa mirada celeste que siempre me rehuy� y nos
qued�mos mir�ndonos largo rato hasta que comenc� a acariciar tu pija y tus
huevos a trav�s del pantal�n del traje tan elegante, a sentir el paquete del
juez, el sexo del amor que no fue.
Estacionaste el auto con chapas oficiales y dejaste que mi
mano te guiara hasta mi casa, hasta mi cama, hasta mis s�banas, hastas ese
rinc�n que la vida nos hab�a negado antes, y nos besamos y abrazamos por tanto
desamor , por tanto rechazo por toda la hipocres�a que nos hab�a separado, se�or
Juez, y le chup� la pija como no lo hab�a hecho nunca, y Ud acab� muchos litros
de leche occidental y cristiana en mi boca de puto y luego que bes� con locura
el paquete del juez, busqu� tu culo, tu culo de macho heterosexual (y
divorciado), para penetrarte el alma con ese amor que nunca aceptaste, y que
ahora te daba, veinticinco a�os despu�s.
Tus gemidos, tus gritos animales de placer y deseo parec�an
tener la fuerza de nuestra adolescencia y mis l�grimas, Accardi, mis l�grimas,
tantas veces retenidas y calladas, el r�o de mis ojos, Accardi, o mejor Agust�n,
eran las del chico de diecis�is a�os enamorado y rechazado, las del hombre de
veinte o treinta que busc� por el mundo el amor que vos no me dabas. La del
cuarent�n que busc� tu mirada celeste y la encontr� al fin.
Cuando acab� sobre tu culo tan hermoso y tan redondo, me
acost� encima de vos y al rato me diste vuelta y me abriste el culo con tus
manos y humedeciste con saliva el hoyo de mi deseo , y a�n era de noche cuando
me cogiste Accardi, digo Agust�n, con esa pija tantas veces negada, como
dici�ndome ahora si. Ahora ha llegado el momento justo para que nos
amemos.........
S�rvase Vuestra Se�or�a proveer de conformidad que
SERA JUSTICIA.
galansoy
Me interesan tus comentarios y que evalues este relato . Escr�beme a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO