Relato: El diario de Aida
El diario de Aida
Querido diario:
Acabo de volver de vacaciones en Mallorca, a s� que hace unas
tres semanas que no te escribo nada. Estaba leyendo las �ltimas p�ginas, y me
parece mentira c�mo he cambiado en estos d�as, parece que ya no soy la misma
chica de catorce a�os (casi quince) de antes del verano. �Sabes? Han sido unos
d�as muy especiales, y me han pasado un mont�n de cosas que tengo que contarte.
�Por d�nde empiezo?
Por ejemplo, ha sido la primera vez que he hecho nudismo,
bueno, la primera vez desde que era peque�a �m�s peque�a, quiero decir-. Siempre
hab�a ido con mis padres, pero hac�a algunos a�os que a m� me daba corte, creo
que desde que empec� a fijarme en la gente, y desde que empez� a parecerme que
la gente tambi�n se fijaba un poco en m�. Pero este a�o, despu�s de estar dos
d�as con todo el bikini, agobiada porque se me marcaba la raya, porque se me iba
con las olas, y por mi madre: "Hija, qu�tate por lo menos lo de arriba, �no ves
que aqu� todo el mundo va as�!", primero empec� a hacer topless, pero, s�lo un
rato despu�s, me quit� tambi�n la parte de abajo. Me encant� la sensaci�n: el
calor del sol sobre la piel, el roce del aire, la libertad que se siente al
nadar� Es genial. Me di cuenta que los chicos me miraban. A m� me daba una
mezcla de verg�enza y� no s�; creo que en el fondo me gustaba que lo hicieran. Y
yo tambi�n les miraba con curiosidad.
As� que pasarme los d�as en la playa era mucho m�s divertido
que otros a�os. Un d�a, incluso, me atrev� a dar un paseo por ah� yo sola,
desnuda. Me sent�a algo as� como la chica de la peli del Lago Azul. De repente
vi que a lo lejos, en otra cala peque�ita, hab�a una pareja ba��ndose. Ella
estaba abrazada a �l, y yo, no s� todav�a por qu�, me acerqu� un poco m�s hasta
unas rocas desde las que ellos no pod�an verme, y, desde ese escondite, sabiendo
que no estaba bien, pero sin poder evitarlo, me puse a espiarles. Salieron del
agua, y en la misma orilla empezaron a besarse y acariciarse por todo el cuerpo.
Yo estaba bastante lejos, pero vi que la chica le agarraba con la mano el pene
al chico y empezaba a moverlo. A �l se le puso mucho m�s grande. Yo empec� a
notar un cosquilleo, y, sin darme cuenta al principio, me llev� la mano entre
las piernas y empec� a tocarme yo tambi�n. Ya sabes, diario, que lo hago
bastante, desde que ten�a doce a�os, y, en esos d�as, cada noche, pensando en
alguno de los chicos que ese d�a hubiera visto en la playa, e imaginando que le
hac�a cosas como las que ahora estaba viendo. Me tocaba y abr�a las piernas del
todo, porque me gustaba mucho sentir el calor del sol ah�. Empec� a imitar las
posturas de la chica. Ahora ella estaba recostada en la arena, y �l mov�a la
cabeza entre sus piernas. Yo moj� mis dedos con mucha saliva, y con una mano me
abr�a para, con la otra, tocar mejor mi cl�toris. Luego la chica se puso como a
gatas en la arena, y �l se acerc� de rodillas por detr�s, le abri� las nalgas
con las manos, coloc� su pene y empez� a empujar, primero despacio, luego con
fuerza, mientras le agarraba las caderas. Yo tambi�n me puse as�, con mi trasero
mirando al sol para no dejar de sentir su calor, y, sin dejar de tocarme el
cl�toris, me met�a y sacaba los dedos de la vagina, cada vez m�s r�pido.
Entonces me di cuenta� �Y si por donde �l se la estaba metiendo era�? Y sin
pensarlo empec� a meterme yo un dedo por detr�s, al principio un poquito. Dol�a
y no entraba bien, y lo moj� con saliva. Entonces si lo met�, primero hasta la
mitad, y luego hasta adentro; nunca lo hab�a hecho hasta entonces, pero me
gustaba mucho, me gustaba� Lo met�a y lo sacaba imitando el ritmo con que el
chico empujaba a la chica, y lo mov�a dentro, en esa parte de m� que acababa de
descubrir. Entonces �l se puso de pi�, y ella, de rodillas, se la agarr� con las
manos y se la meti� en la boca. Ella mov�a la cabeza, y el chico se estremec�a,
parec�a que se iba a caer� Yo ahora me tocaba con una mano, mientras lam�a los
dedos de la otra, sintiendo los sabores y olores de mi propio cuerpo. Ella se la
sac� de la boca y la agitaba ahora muy r�pidamente, cerca de su cara, hasta que
de repente par�, dando s�lo alguna sacudida m�s, al mismo tiempo que yo tuve que
taparme la boca por miedo a que, a pesar de la distancia, escucharan mis
gemidos.
Era la primera vez que ve�a algo as�. Ni siquiera hab�a visto
nunca ninguna peli porno. Como mucho, alguna p�gina arrugada de revista, super
cutre. Pero esto era otra cosa. Los chicos en el cole no paran de hablar del
tema, y, con mis amigas, tambi�n cont�bamos cotilleos de supuestas experiencias
de otras personas, hermanas, y tal, pero lo que acababa de ver me impact� mucho.
Me di cuenta de que no me hab�a parecido para nada sucio, ni malo, sino todo lo
contrario. La verdad es que me pareci� muy bonito, excitante, y dese� que mi
primera vez con un chico fuera as�, en total libertad, con naturalidad, sin
ninguna verg�enza: solamente dos cuerpos bajo el sol y nada m�s. Volv� junto a
mis padres, y cuando me preguntaron qu� hab�a estado haciendo les dije que nada,
pero creo que me puse roja, temiendo que, de alguna manera, se me notara lo que
acababa realmente de hacer. A�n estaba h�meda, y sent�a un ligero y caliente
escozor en mi culo, que acababa de explorar por primera vez. Pero, claro, no se
dieron cuenta de nada, aunque yo me sent�a como otra persona diferente: me hab�a
dado cuenta de todo lo que pod�a hacer con mi cuerpo, y de que deseaba hacerlo.
Cuando llev�bamos ya una semana all�, llegaron unos amigos de
mis padres, y con ellos Ra�l, su hijo. �l ten�a dieciocho a�os, y a m�
�ltimamente no me ca�a muy bien, porque, a pesar que desde peque�a �l hab�a sido
una especie de "�dolo" para m� �me sonrojaba cuando le ve�a, me colaba siempre
en su cuarto cuando �bamos de visita a su casa-, nunca me hab�a hecho caso, y me
trataba como una cr�a. Pero ahora hac�a m�s de un a�o que no nos ve�amos, y,
cuando me acerqu� a saludarle con un beso, supe que algo hab�a cambiado. Estaba
guap�simo, alto, con su pelo casta�o revuelto y los ojos verdes de siempre, pero
que ahora me miraban de un modo diferente, como si me acabara de conocer.
Durante ese d�a, not� que me observaba cuando pasaba a su lado, y que se cortaba
en hablar conmigo. �C�mo ser�a entonces, en la playa! Porque yo ya no pensaba
cortarme para nada.
Al d�a siguiente, pues eso, yo me qued� desnuda como ya
siempre. Ya ni siquiera me molestaba en ponerme el ba�ador debajo de la ropa
para ir a la playa. El me pareci� que se lo pensaba un poco, pero enseguida se
quit� tambi�n el ba�ador. Y s� que estaba bueno: delgadito, pero no demasiado,
con los abdominales marcados, casi sin vello, buen culo� ja,ja, Aunque lo ten�a
blanco, cosa que desentonaba all�, donde nadie m�s ten�a marca alguna en la
piel. Se dio la vuelta, y le vi tambi�n por delante: me pareci� que la ten�a
grande, con poco pelo, sensual. Desde ese momento empez� a ser el protagonista
de mis fantas�as, le miraba e imaginaba a la pareja a la que espi�, y notaba que
�l tambi�n me miraba� Est�bamos as� todo el rato, parec�a que no exist�a nadie
m�s en la playa que nosotros dos, y menos mal que nuestros padres estaban a su
bola, que si no yo creo que se ten�an que haber dado cuenta� Pon�amos las
toallas juntos, y a m� me divert�a ver c�mo le cortaba si me acercaba demasiado,
si le rozaba al pasar. Creo que me hab�a convertido en toda una descarada, una
exhibicionista, e incluso a veces hacia cosas como abrirme todo, mirando hacia
�l, para hacer como que me quitaba arena que se me met�a dentro� A �l entonces
se le empinaba, y al principio enseguida se pon�a bocabajo, pero luego empez� a
no tener ninguna verg�enza tampoco y, si le pasaba, se pon�a de lado hacia m� y
yo ve�a c�mo crec�a, poco a poco, a como a latidos. Era super raro, como si
cobrara vida propia cuando me ve�a. Nunca hab�a visto una as�, tan cerca, tan
grande. Me parec�a m�s bonita as�, fuerte, brillante, que cuando estaba
blandita; me gustaba especialmente c�mo se marcaba la parte de la punta, m�s
abultada y con una forma extra�a, asomando un color rosa, y me apetec�a tocarla,
saber c�mo era de suave, de dura.
Empezamos a llevarnos muy bien, y est�bamos todo el d�a
juntos. Era muy divertido, me contaba muchas cosas, y casi siempre termin�bamos
hablando de sexo. �l me contaba sus experiencias, que ya lo hab�a hecho con una
chica, y me preguntaba todo el rato a m�. Yo hab�a estado con tres chicos ya,
pero nunca hab�a pasado de besos y poco m�s, as� que no ten�a casi nada que
contar, pero me hizo admitir que �l me gustaba ("de chica", le dije), y tambi�n
llegu� a confesar que me masturbaba, algo de lo que s�lo hab�a hablado con mis
amigas �ntimas. Pero no me import�, porque confiaba en �l y me sent�a a gusto a
su lado. Todo era especial, como si las reglas del mundo no valieran en aquel
lugar, donde solo hab�a sol, mar y libertad.. La verdad es que a m� me gustaba
mucho, y supongo que �l lo notaba. Los dos sab�amos que acabar�a pasando algo;
todo depend�a de qui�n se atreviera a dar el paso definitivo. �l parec�a que, a
pesar de todo, segu�a algo cortado, quiz� por mi edad, as� que decid� darlo yo.
Al d�a siguiente le propuse que di�ramos un paseo hasta la
otra cala. Fuimos y all� nos ba�amos, y, ahora que est�bamos completamente
solos, yo notaba que me miraba ya sin ning�n disimulo. Y yo a �l. Nos quedamos
sentados en la orilla, �l se recost� y vi que, con el calor del sol y con mi
mirada, le empezaba a crecer. Entonces le pregunt� de golpe que si me ense�aba
c�mo se masturbaban los chicos. Era la primera vez que habl�bamos del tema en la
playa, as�, los dos desnudos, y creo que se cort�, pero se la cogi� y empez� a
hac�rselo. Yo le miraba de cerca, y el me la ense�aba estirando su piel hasta
atr�s. Nunca se la hab�a visto as� de grande, de dura. Me gustaba. Empec� a
sentir cosquilleo, y a sentirme h�meda, pero no hice nada, solo observarle,
mientras �l me miraba a m� y respiraba fuerte, y mov�a la mano m�s y m�s r�pido,
y, jadeando, sali� un chorro de l�quido blanco que le salpic� la tripa y hasta
el pecho, y a m� tambi�n, s�lo unas gotitas. Me hubiera gustado toc�rsela,
hacerle lo que �l se acababa de hacer, y que me hubiera mojado a m� entera, y
extenderlo, como si fuera crema para el sol, por todo mi cuerpo. No hice nada,
pero sab�a que tarde o temprano pasar�a.
Y fue esa misma noche, porque nos quedamos solos en la casa.
�l fue a ducharse, y, mientras, yo me tumb� en el sof�. Me acord� de lo que
hab�a pasado en la cala, y ahora s� empec� a tocarme. Cuando estaba a punto de
tener el orgasmo, lleg� de repente �l y se sent� a mi lado en el sof�. Creo que
no se dio cuenta de lo que estaba haciendo, pero no tuve tiempo �tampoco lo
intent�- de taparme con el vestidito de la playa que a�n llevaba, as� que qued�
as�, con las piernas abiertas y toda mojada, mientras �l me miraba. S�lo llevaba
una toalla blanca anudada a la cintura. Ten�a el pelo revuelto y mojado y la
piel morena a�n llena de gotitas de la ducha. Le deseaba mucho, pero �l no se
atrev�a a tocarme. S�lo me miraba, y sent�a como �l tambi�n me deseaba. Su pene
empez� a crecer y asom� entre la toalla. As� que otra vez m�s fui yo la que me
lanc�, me acerqu� mucho, tumbada boca abajo y empec� a acariciarlo, poco a poco.
Era extra�o. Distinto a lo que imaginaba. M�s suave, m�s caliente, m�s duro� Me
gustaba mucho. Y empec� a chuparlo, a lamerlo todo, y me lo met� en la boca como
le hab�a visto hacer a la chica de la playa. Lo ten�a muy grande, y era algo
inc�modo, pero yo quer�a tenerlo todo dentro, y me la met�a en la boca lo m�s
dentro que pod�a, sintiendo c�mo lat�a. Lo met�a y lo sacaba, movi�ndolo tambi�n
con la mano. �l empez� a jadear, se puso tenso e intent� apartarme un poco, pero
yo quer�a tenerlo todo para m�, no quer�a parar. Empez� a correrse as�, dentro
de mi boca, a cada espasmo de su pene sal�a un borbot�n de l�quido, que ten�a un
sabor extra�o, ni dulce ni salado, pero que me gustaba. Yo quer�a seguir,
hubiera podido seguir chup�ndole m�s y m�s, pero �l me apart�, y le bes� por
primera vez. Me gustaba c�mo me miraba: sent� que me miraba como a una mujer,
con mezcla de ternura y deseo. Nunca me hab�an mirado as�. Mientras nos
bes�bamos me quit� el vestido, y empez� a recorrer mi cuerpo con largas
caricias, como tratando de aprenderlo de memoria. Me tumb� en el sof� y yo abr�
las piernas todo lo que pod�a, ense��ndole todo, todo lo que quer�a que �l
tomara. Por fin empez� lentamente a tocarme. Me separ� los labios, con suavidad,
observando mi cl�toris y la entrada de mi vagina, y los recorri� con las yemas
de sus dedos. Despu�s comenz� a hacerlo r�tmicamente, primero despacio, y cada
vez de manera m�s intensa. Nunca hasta entonces me hab�a tocado ah� otra
persona, y con cada roce me estremec�a. Entonces acerc� su cara y comenz� a
recorrerlo de arriba abajo con la punta de la lengua. Yo elevaba el pubis, y me
parec�a que era la sensaci�n m�s maravillosa que se pod�a tener. Pero enseguida
lleg� a ser mucho mejor. Empez� a besar apasionadamente mi cl�toris, y,
mientras, me met�a un dedo en la vagina, y luego dos. Su boca no paraba, me
absorb�a, me devoraba, de arriba abajo. Sub� mis rodillas, y empez� a chuparme
tambi�n el culo, a meter su lengua, jugando en �l. S�. Quer�a que entrara,
sentirlo dentro de todo mi cuerpo: no s� c�mo explicarlo, pero era as�. Met�a
ahora un dedo en la vagina y otro por atr�s, y los mov�a sin dejar de chuparme.
Yo estaba abandonada a �l, creo que no par� de jadear y gemir, como nunca lo
hab�a hecho, y no s� c�antos orgasmos llegu� a tener, o si fue todo uno, largo,
continuo.
Me di cuenta de que su pene hab�a vuelto a crecer, y lo
deseaba mucho. Quer�a tenerlo dentro de m�, todo dentro de mi cuerpo. Hice que
se sentara en el sof� y me puse sobre �l, se lo cog� e intent� met�rmelo. Sent�a
tanto deseo que ni siquiera me acord� de mi virginidad, algo que suele hacer que
las chicas nos lo pensemos mucho antes de decidir hacerlo por primera vez: que
sea todo especial, que hay que estar preparada, que tiene que ser el chico
perfecto� Para m� aquel era el momento, no dudaba de que estaba preparada,
porque todo mi cuerpo lo deseaba, y �l era absolutamente perfecto. Lo recuerdo
perfectamente: tan bronceado, sentado desnudo en el sof�, la piel h�meda por la
mezcla del sudor y el agua de la ducha, su miembro tan grande y tenso, la
respiraci�n profunda, su mirada� El me ayud�, quer�a hacerlo despacito, pero, a
pesar de que estaba completamente mojada y preparada, costaba mucho, porque era
demasiado grande para m�. Pero yo quer�a sentirlo dentro, y, cuando estaba a la
mitad, baj� todo mi cuerpo hasta tenerlo entero. Sent� el momento exacto en que
dej� de ser virgen. Me doli�, pero el placer era mucho m�s fuerte. Sent�a su
calor, todo su deseo dentro de m� Ya entraba y sal�a bien, y, mientras, �l
empez� a tocarme el cl�toris. Yo lo hac�a cada vez m�s deprisa, saltando sobre
�l, fuerte, queriendo que llegara m�s y m�s adentro�Hasta que tuve un orgasmo
tremendo, como nunca antes hab�a sentido. Par�, y me llev� la mano a la entrada
de mi vagina. �l segu�a dentro de m�, y me parec�a incre�ble verlo, nuestros
sexos unidos, yo completamente llena por su pene tan grande y duro. Vi tambi�n
que est�bamos los dos manchados de mi sangre. �l lo vio y se agobi� mucho, no s�
cu�ntas veces me pidi� perd�n, el pobre� Le llev� al ba�o; primero me lav� yo, y
despu�s me puse de rodillas y le lav� a �l con una esponja, suavemente, mirando
de nuevo, curiosa, como recuperaba la erecci�n que no hab�a terminado de perder.
A�n estaba con cara de ni�o asustado, y quise hacerle un �ltimo regalo para
intentar corresponder todo lo que me hab�a ense�ado, todo el placer que me hab�a
dado. Una vez bien limpio, le ech� del todo la piel para atr�s. De rodillas,
ten�a su glande, suav�simo y reluciente, a pocos cent�metros, y empec� a
com�rselo, hasta que not� que empezaba a latir m�s fuerte, �l ten�a todos los
m�sculos en tensi�n, se curvaba hacia atr�s y ten�a que apoyarse en las paredes,
entonces lo saqu�, sin parar de sacudirlo r�pidamente con la mano, y dej� que me
ba�ara con su l�quido la boca abierta, la cara, sent�a su placer derram�ndose
sobre m� en cada chorro, y me lo extend� en los pechos, sintiendo su calor sobre
mi piel�
* * *
Bueno, querido Diario, eso es todo. �Qu� te ha parecido?
�Est�s escandalizado? Ja, ja. No lo creo, porque me conoces bien, y nunca me
juzgas. Lo que acabo de escribir en ti s�lo pasa una vez, as� que guarda bien mi
secreto en tus p�ginas, y ay�dame a recordarlo si alguna vez se me olvida lo
feliz que fui en estos d�as, el verano de mis catorce a�os, en el que descubr�
esa fuerza tan grande dentro de m�, el deseo, tan grande que creo que es lo que
hace moverse al mundo.
Como t� no me ves, sino que s�lo sabes de m� lo que te
escribo, te contar� un �ltimo secreto, por hoy: al poco de empezar mi historia,
me he salido a la terraza de mi habitaci�n, y he escrito en ti desnuda,
sintiendo el calor del sol, h�meda por el sudor y lo que sal�a de entre mis
piernas� Me he masturbado mientras escrib�a, no s� cuantas veces, confundiendo
los recuerdos, las frases y mi cuerpo, revivi�ndolo todo. Te he acercado ahora a
mi nariz, y me ha parecido que, adem�s de mis secretos, ahora guardas tambi�n un
lejano rastro de mi olor de mujer que quiz� solo yo perciba, pero que bastar�
para recordarle siempre, siempre.
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Relato: El diario de Aida
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