La vecina I
Una de mis ultimas pasiones es mi vecina, el fondo de su casa
coincide con mi fondo, en tengo un peque�o taller donde hago las reparaciones
hogare�as que siempre surgen.
Ella es una mujer viuda y con costumbres antiguas, con una
hija de trece o catorce a�os a la cual viste con vestidos de la d�cada de los
cincuenta. Ella es muy recta y austera , jamas una palabra indebida y sus
vestidos, por que jamas la vi llevar pantalones, dejan entrever una figura
bastante deseable y c�mo todo lo oculto despierta inter�s, ella siempre me gusto
pero c�mo ya dijera era su car�cter el otro factor que me alejaba.
Todo comenz� un d�a al volver de trabajar, en la estaci�n del
ferrocarril. Ella se encontraba con su hija en el anden y al pasar me saludo,
entonces decid� acercarme a ella c�mo buen vecino que soy.
Hola, qu� tal, vecino.
Qu� tal, �de regreso a casa?
S� y muy cansada.
Al entrar en el vag�n seguimos charlando y entre palabras me
cont�, que su cansancio se deb�a a que todos los d�as, despu�s de un d�a
agotador de oficina, tambi�n tenia que pasar a buscar a su hija a la escuela y
reci�n desde all� emprender su regreso a casa.
Yo por mi parte le cont� que instale el fin de semana pasado
una pileta en el jard�n de casa. Adem�s ambos compartimos rec�procamente las
penurias de nuestros empleos.
El tren no hab�a llegado a su primera parada cuando se
apagaron las luces internas del vag�n, era algo que ocurr�a siempre y a la cual
todos estaban acostumbrados, sin dejar por ello de molestar a todo el que viaja,
las causas siempre fue un gran misterio de la ingenier�a de ese ferrocarril,
pero era lo mejor en rapidez para llegar a la paz del hogar.
Fuimos parados apretujados c�mo es sabido, por ser hora pico
en la que todos regresan de sus tra-bajos. En la oscuridad segu�amos hablando,
por la cantidad de gente yo hab�a que dado a un costado de ella y detr�s de su
hija.
Con el vaiv�n del vag�n en movimiento, la colita de su hija
fue quedando apoyada sobre mi verga, que al sentir la rallita de su peque�o
culito a trav�s de su vestido, se me hab�a parado. Segu� conversando con la
madre tratando de disimular lo que me estaba sucediendo en mis pantalones,
mientras trataba de verificar si la nena se daba cuenta de lo que suced�a.
Despu�s de que el tren volvi� a tomar velocidad al dejar una
nueva estaci�n, yo me pegaba mas a su colita, sin que ella diera a denotar
alguna incomodidad por mi proceder, eso me alent� cada vez mas, tanto que notaba
que su vestidito se le hund�a en la rayita de la cola. Ella no opon�a
resistencia ni siquiera se corri� un poco para evitar mi contacto. Totalmente
exitado continuaba intercambiando palabras con su madre a la cual tambi�n quer�a
descubrir su punto d�bil, detr�s de esa personalidad severa y algo moralista.
Pasado unos instantes decid� jugar una carta para corroborar
la situaci�n, separ�ndome un poco de ella y con sumo cuidado reemplace poco a
poco mi cuerpo por tan solamente mi mano, que comenz� t�midamente rozando sus
cachetes y poco despu�s llegando a pasarle los dedos por la rallita de su cola,
no lo pod�a creer estar manoseando se culito virgen eran una sensaci�n de miedo,
excitaci�n y golpes de mi coraz�n que quer�a salirme del pecho.
Con mi mano entre sus cachetes le pregunte, haciendo un alto
en la conversaci�n con su madre vas bien Rita, contestando ella un "S� se�or,
voy bien adem�s no es la primera ves que con mam� viajamos con las luces
apagadas". Inmediatamente retom� la conversaci�n con su madre, pero d�ndome ello
pie llegar a manosearle bien detenidamente su colita, sintiendo con las yemas de
los dedos el contorno de su bombachita y la redondez del final de sus nalguitas.
La nena estaba fant�stica jamas me lo abr�a imaginado. Decid�
entonces continuar apoy�ndola pues mi pija estaba super dura y quer�a frotarla
en el peque�o canal que formaba su colita. El tren se llenaba cada vez mas y
aprovechando la oscuridad me baje el cierre de caliente que estaba y se la
apoye, la madre continuaba dici�ndome , que si es dif�cil volver a tener una
pareja, tanto c�mo hacerse de amigos en el barrio. Dos estaciones antes de
nuestra bajada le levante un poco la pollerita y se la frote sobre la
bombachita. Ella tampoco hizo nada por separarse, es mas se quedo bien quieta
c�mo queriendo adivinar que mas le iba a suceder, lo cual yo confirmaba por no
atinar ni siquiera a bajarse el vestidito de la parte de atr�s, que era evidente
que, a estas alturas le habia empezado a gustar ser manoseada por un hombre que
por su edad despertaba su inter�s por ciertas caricias no santas.
Mientras charlaba con la madre sin ya saber lo que, puse mi
mano en el hombro de la nena y tray�ndola hacia mi, quedamos mas pegados.
Llevaba una bombachita muy chica por que pude sentir con mi pija que estaba ya
de lomas parada y caliente, que le llegaba a la mitad de la colita qued�ndome a
mi la cabeza rozando directamente entre sus nalgas, esos momentos fueron
interminables, el devenir de nuestra parada lo interrumpi�, ya llegando me
acomode, Matilde tom�ndola a Rita de los hombros comenz� a hacerse paso hacia la
puerta para poder bajar, quedando yo detr�s de ella, quiz�s la calentura que
tenia, me llevo que al bajar donde todos se amontonan y se forman las
confusiones aproveche y en una r�pida maniobra gracias que ella llevaba una
vaporosa falda, deslice mi mano debajo de la falda esperando el momento justo al
bajar, cuando se abrieron las puertas exagere la desesperaci�n que todos toman
al bajar y le pase toda mi mano por sus nalgas con el dedo mayor haciendo
presi�n sobre su raya. Al bajar no dijo nada, qued�ndome con la duda que no dijo
nada por estar yo y no hacer un esc�ndalo o por que estaba acostumbrada a que
debes en cuando alguien la manoseaba y quiz�s siendo esta las �nicas caricias
que recib�a sin ning�n compromiso y las cuales despu�s formar�an el mayor
est�mulos de sus masturbaciones nocturnas, de algo tiene que vivir una viuda por
mas decente que sea.
Continuara...
Datos del autor
Nombre: Delf�n
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