Relato: Inconfesables Confidencias (02)





Relato: Inconfesables Confidencias (02)


Inconfesables confidencias (2)




Por Incestuosa




POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



Cap. II



-Ay, Ale....es tan intensa tu historia que ya ardo en deseos
de ser yo la que te cuente la m�a.... �le coment� Sabrina a su amiga-


-Y as� ser�, Sabrina...pero antes, quisiera terminar con esta
parte de mi confesi�n...te parece?


-Si, amiguita...como t� quieras...la verdad es que todo es
tan parecido...es como si los sucesos, de alguna extra�a manera se
repitieran....todo esto es incre�ble, Ale...


-No me digas....de verdad lo crees as�, Sabri?...


-Si...es cierto lo que te digo...ya lo ver�s...


-Muy bien...ya me contar�s lo tuyo....pero por ahora, te
seguir� contando.


-Si...si...contin�a, amiga.




"....Sonia recost� a Brenda sobre el colch�n y comenz� a
despojarla de su bata de dormir, en tanto ella hac�a lo propio sin dejar de
acariciar a mi hermana. Cuando las dos estuvieron en cueros iniciaron una feroz
lucha con sus preciosos cuerpos, ahora apretujados y entrelazados, mientras sus
piernas se enroscaban con deliciosa lascivia. Daban la impresi�n de quererse
comer una a la otra debido a la intensa brama que el acoplamiento les causaba.
Yo, desde mi escondite, pod�a admirar con claridad el p�ber cuerpecito desnudo
de Brenda, de apenas 12 a�os, que se estremec�a al contacto de los tocamientos
de la mucama, que enardecida de deseo buscaba los m�s rec�nditos sitios ocultos
de mi hermanita para hundir sus manos con voluptuosidad exquisita. Ahora me daba
cuenta de que la caliente de Sonia no s�lo quer�a envolverme a m� en sus
jueguitos sexuales, sino que tambi�n hab�a seducido a Brenda, y casi estaba
segura, tambi�n a Margot, aunque esto �ltimo lo descubrir�a despu�s. A pesar de
lo jovencita que era Sonia se notaba a leguas el despliegue de experiencia que
ten�a en esas lides. Lleg� un momento en que la mucama acomod� a Brenda sobre la
cama y se le subi� encima pero en posici�n inversa, para poder mamarse de ese
modo rec�procamente sus rebosantes hendiduras. Mientras era chupeteada por la
otra, mi linda hermana emit�a gritos ansiosos que por lo visto hab�a ya
disfrutado muchas veces con la ardiente mucama, quien ahora le prove�a intensos
leng�etazos en su imberbe cuquita. Pude apreciar que a Brendita apenas le estaba
brotando una suave y dorada pelusilla sobre su diminuto pubis, lo que
seguramente le causaba a Sonia una calentura de campeonato, a juzgar por la
forma en que se hab�a apoderado de su vulvita estremecida. Estaba m�s que claro
que la bella Sonia era todo ardor en esos momentos sublimes, pues por nada del
mundo soltaba a su presa hundiendo la protuberancia lingual suavemente..., hasta
que se perd�a en la apretada puerta de mi hermana."



"....La maestr�a que demostraba Sonia con sus ardientes y
puntuales caricias pronto se puso de manifiesto, ya que observ� c�mo
repentinamente Brenda repegaba m�s su culo a la boca de su amiguita al sentir
los espasmos que anunciaban la llegada de la primer cadena de orgasmos. Al darse
cuenta de ello, la mucama intensific� sus arremetidas dentro de la rajita de
Brenda mientras �sta jadeaba y gem�a de placer como nunca la hab�a visto gritar,
ni siquiera la noche en que la vi teniendo sexo con Margot. Pod�a deducir
entonces que quien hab�a iniciado a mis hermanitas en los l�sbicos placeres
sexuales era la mucama, y cuando �sta faltaba, ellas se aprovechaban de la
circunstancia para deleitarse en la incestuosa pasi�n que tanto las arrebataba.
En aquel momento era Brenda quien le chupaba el co�ito a Sonia, a la que vi con
la mirada perdida en el reino de los deseos, en tanto la lujuria la hizo
explotar casi al mismo tiempo que mi hermana en un tremendo orgasmo que dur�
varios segundos. Seguramente para no dar nada a sospechar pronto Brenda se baj�
de la cama y comenz� a ponerse la bata. Esos instantes los aprovech� yo para
regresar a mi habitaci�n, donde vi a Margot profundamente dormida sobre su cama.
Instantes despu�s sent� cuando Brenda retorn� a su lecho y tratando de no hacer
ruido se acost�. Haciendo un recuento mental de los sucesos llegaba a la
conclusi�n de que sin duda tanto Sonia como mis dos hermanitas formaban desde
hac�a tiempo una trilog�a l�sbica de la cual yo hab�a permanecido ajena. Me daba
cuenta igualmente que el blanco de Sonia era ahora yo para formar el cuarteto
perfecto. Sea como fuere no puedo negar que todo aquello me gustaba, y me
gustaba tanto que deseaba que fuese ya de d�a para que la cachonda de Sonia
volviera a sus tiernas y calientes ense�anzas conmigo."



"....Como era d�a de escuela Sonia y yo volvimos a quedarnos
solas durante la ma�ana. Y aunque yo no le insinuaba nada ella me observaba con
atenci�n, como esperando de mi parte alg�n tipo de petici�n. Al ver que pasaba
el tiempo y mis �ntimos anhelos no eran atendidos por ella, tuve que ser yo
quien iniciara la conversaci�n con la esperanza de que �sta me llevara a
insinuarle lo que deseaba. As� que le dije:


-Soni...no quieres que juguemos como ayer?


-En verdad quieres hacerlo, Ale?


-Si...si quiero...


-Est� bien, ni�a...pens� que nunca me lo dir�as.


Comprend� en seguida que lo que ella quer�a es que fuese yo
quien se lo pidiera. De inmediato dej� el quehacer y se sent� frente a m� con
las piernas abiertas. Sin poder evitarlo baj� mi vista hasta su entrepierna y
pude admirar la regia belleza de sus verijas, de donde sobresal�an ya los negros
ricitos que tanto me encantaban. Yo creo que se acomodaba los vellos previamente
fuera de su pantaleta sabedora de que todas esas visiones me encend�an tanto o
m�s que a ella. Para emular su forma de dejarse ver yo tambi�n abr� mis
piernitas lo m�s que pude ofreciendo ante su vista ansiosa las intimidades de mi
chochito enardecido, que de nueva cuenta me ped�a ser chupeteado por la experta
lengua de ella. Sonia no apartaba la vista de mi escondido sitio en tanto yo
hac�a lo mismo con el suyo, iniciando ambas a tenor de pre�mbulo un caliente e
intenso juego de intensivas miradas que nos pon�an a arder de deseo. Despu�s de
algunos minutos de estarnos observando nuestras cositas, por fin Sonia me dijo:


-Ven Ale..vayamos a mi cuarto.


Sin responderle nada le segu� en silencio. Una vez que hubo
cerrado la puerta comenz� a quitarme la ropa para despu�s desvestirse ella. No
sabr�a decir por qu�, pero yo sent�a que un intenso calor coronaba mis mejillas
y mi sangre sub�a con fuerza a mi cabeza. Sonia me encaram� a la cama y me
tendi� cu�n larga era sobre el colch�n. Luego se dio a explorar con suavidad
inaudita la rajadura que mostraba mi vulvita y de la cual sent�a fluir ciertos
l�quidos que ella se beb�a con fruici�n exquisita. Su amaestrada lengua recorr�a
la breve y sonrosada hendidura a su antojo, subiendo y bajando con lentitud por
mi centro del placer en tanto yo manten�a los ojos cerrados, disfrutando al
m�ximo de la chupada. Indudablemente que la mucama cada d�a iba aumentando el
goce conmigo, pues esta vez, haciendo gala de su acostumbrada audacia, me puso
su dedo principal en el esf�nter de mi breve culito, donde comenz� a mover y
remover la falange con lentitud provoc�ndome un placer tan genial como
desconocido. Aquella nueva caricia hizo que me arqueara toda hacia arriba lo m�s
que pude con la clara intenci�n de que Sonia introdujese hasta donde quisiera su
inquieto dedo en el agujerito de mi trasero. Pose�da por una lujuria
inconfesable experiment� de esa manera, tocada al mismo tiempo por ambas
oquedades, el primer orgasmo de mi vida, deseando que las sensaciones tan
placenteras que estremec�an con fuerza mi cuerpo jam�s terminaran. Experimentada
como era en las cuestiones l�sbicas, Sonia se prendi� con mayor furor a mi
rajita chupando golosa el delicado licorcillo que manaba de adentro, el cual se
beb�a con un deleite singular. Al cabo de algunos minutos, cuando se dio cuenta
que hab�an cesado mis espasmos, me se�al� su entrepierna indic�ndome con eso qu�
era lo que deseaba. Puesto que en los �ltimos d�as hab�a sido ense�ada con mucha
precisi�n por ella, francamente no me fue nada dif�cil entender su angustiosa
solicitud, por lo que me met� entre sus abiertas extremidades inferiores y me
prend� de su chochito humedecido de leche, comenzando a succionar con ardor como
ella lo hab�a hecho conmigo. Sin ser por supuesto tan experimentada, lo cierto
es que la mucama no requer�a de eso sino que lo que m�s le calentaba era sentir
la mamada de la boquita de una ni�a peque�a como yo. Ese era en realidad su
premio. Y lo pude comprobar cuando me dijo con palabras encendidas de deseo:


-Anda, Ale...b�same...m�mame mi cuquita...me gusta que una
ni�ita tan linda como t� me chupe mi conchita...Mmmmm...


Al verla tan caliente y entregada prosegu� con mis chupeteos
metiendo mi leng�ita una y otra vez lo m�s adentro que pod�a en aquella tibia
cueva del deseo, lamiendo al mismo tiempo la pelambre oscura que nac�a alrededor
de su tri�ngulo p�bico y en los contornos de su vulva estremecida. Durante
varios minutos sabore� las mieles prohibidas de la caliente mucama entrando y
saliendo de su ardoroso conejito mientras introduc�a mi dedito m�s largo en el
hoyito de su ardiente culo. La cachonda de Sonia no pudo aguantar tanto tiempo
sometida a aquellas caricias exploratorias tan lascivas, por lo que sent� cuando
me apret� la cabeza con sus dos piernas pegando mi cara con fuerza a su rajita
para intensificar el efecto de la succi�n, hasta que al fin se derram� en varios
orgasmos gritando y gimiendo de placer como si fuera una loca. La descarga de
sus espasmos dur� varios segundos hasta que al fin recuper� el aliento. En
seguida me dijo con frases entrecortadas:


-Ya Ale...ya acab�...ayy...cu�nta brama me has dado,
ni�a...ya veo que aprendes r�pido...


-Ya acabaste?...tan pronto?


-Si, amor....pero dime linda...te gust� todo lo que hicimos?


-Si, Soni...me gust� mucho...


-Dime qu� fue lo que m�s te gust�....anda....


-Pues todo me gust�...pero nunca hab�a sentido un dedito all�
atr�s.


-Ay peque�a...eso es lo m�s delicioso de todo... verdad que
s�?


-Si, es cierto...se siente tan rico...mmmmm...


-Seguro que s�...ya ver�s las cositas tan deliciosas que a�n
tengo por ense�arte.


-Ay s�...yo quiero m�s...quiero que me ense�es m�s, Soni...


-S� Ale, as� ser�. S�lo que tenemos que hacerlo poco a
poco...as� ser� mejor...todo ser� m�s intenso...comprendes?


-Si...entiendo...


-Muy bien. Ahora vayamos a comer."



"....Por la tarde retornaron mis hermanas de la escuela.
Sonia nos dijo a m� y a Margot que nos qued�semos en casa mientras iba con
Brenda de compras. Como nos coment� que iban a tardar por lo menos dos horas, yo
me puse a jugar con mis mu�ecas mientras Margot me dec�a que se sent�a un poco
cansada y se ir�a a dormir un rato. Mi linda hermanita se encerr� en el cuarto y
yo permanec� entretenida por un tiempo en la fantas�a de mis juegos de ni�a.
Pasar�a quiz�s una hora cuando decid� entrar a la rec�mara por unos vestiditos
para ponerle a mi mu�eca. Abr� la puerta y penetr� en el dormitorio. Vi que
Margot se hallaba acostada durmiendo una siesta. La posici�n en que se
encontraba me llam� much�simo la atenci�n, pues en el estado de relajaci�n que
proporciona el sue�o profundo ten�a las piernas totalmente abiertas. Pens� que
realmente era linda la forma en que mostraba el interior de sus deslumbrantes
muslos, tan blancos como el n�car. Sin poder evitarlo me puse muy cerca de ella
y comenc� a observar las preciosidades de su entrepierna, donde pod�a distinguir
sus pantaletitas blancas que se hallaban como corridas hacia un lado de sus
ingles. Acerqu� mis ojos y mi cara lo m�s cerca que pude y aspir� el olor dulz�n
que su pubis desped�a, admirando en especial el borde rosado de su cuquita sin
pelos. La intensidad de la visi�n me calent� tanto que comenc� a sentir de nuevo
la t�pica babosidad humectada desliz�ndose desde el interior de mi palpitante
rajita. Pens� tambi�n en el extra�o placer que me provocar�a si pudiese tocarla
as� dormida. Me daba cuenta que dentro de mi cabeza hab�a algo que se opon�a a
la realizaci�n de mis m�s calientes deseos, entabl�ndose en mi conciencia la
conocida lucha moral entre hacer lo que m�s deseaba o reprimir mis instintos y
renunciar a ello. Pero como suele ocurrir, pudo m�s la pasi�n desbordada de mi
instinto animal por satisfacer mis m�s profundos anhelos. De modo que sin
esperar m�s tiempo y sobre todo alentada por los suaves ronquiditos que emit�a,
introduje mi mano entre sus piernas muy lenta y cuidadosamente, cual ladr�n que
pretende robar una preciosa joya; sin dejar de observar atentamente su rostro.
Poco a poco la conduje hacia el interior de su pubis hasta llegar a las
fronteras de la tela de su braguita. En realidad lo que m�s ansiaba tocar era el
bordecito de sus labios vulvares, que ve�a sobresalir por los lados de la
pantaleta y que hab�an despertado en m� un arrebatado sentimiento de placer
prohibido."



"....Yo sab�a muy bien que ten�a que actuar con mucho tiento
si no quer�a que Margot se despertara. Si eso suced�a no sabr�a qu� explicaci�n
darle. As� que trat� de conducirme lo m�s sutilmente que pude intentando meter
mis dedos debajo de su faldita para tocar con mucha suavidad sus interiores. En
realidad s�lo quer�a hacerle eso, pues era tan poderosa la atracci�n que sent�a
por sus intimidades expuestas que no pod�a reprimir mis ardientes deseos aunque
hubiera querido. Cuando llegu� por fin a los brev�simos plieguecillos que
sobresal�an de la prisi�n de tela me di a frotar cuidadosamente esa regi�n, que
aparec�a ante mi enfebrecida vista como el tesoro m�s incomparable que hubiese
visto. Sent�a mi coraz�n latir con una fuerza extra�a; mis labios estaban
resecos y mis manos temblaban. A�n as� y a pesar de los riesgos, me di a
acariciar el exquisito y sobresaliente bultito carnoso que estaba de fuera con
una pasi�n incontenible, mientras mi respiraci�n se hac�a cada vez m�s fuerte.
De nueva cuenta acerqu� mi rostro lo m�s cerca que pude para inhalar otra vez la
fragancia arom�tica de su cuquita. Y aunque en apariencia y desde lejos no se le
notaba ninguna vellosidad, estando cerca s� pude apreciar la suave pelusa dorada
en ciernes. Por lo visto a los diez a�os ya le comienzan a salir los pelitos a
las ni�as. Pens� en mi edad y en el tiempo que faltaba para que mis intimidades
pudiesen exhibir tambi�n la preciosa y atrayente felpilla que tanto agrada a las
mujeres. Estimulada al m�ximo con el lujurioso momento que viv�a, no pude
sustraerme al ardiente deseo interior por tocarme yo tambi�n mi cosita. De
manera que baj� una de mis manos hacia mi latente pubis y empec� a tallarme uno
de mis dedos a todo lo largo de mi hendidura mojada, sin apartar mi otra mano
del precioso tesoro escondido de Margot. Me mantuve en ese tenor disfrutando de
las delicias de aquellos memorables instantes hasta que sent� las mismas
sensaciones tan deliciosas que hab�a experimentado cuando Sonia me hab�a chupado
mi bollito. Eran unos estremecimientos tan deliciosos y extra�os que no s� como
describirlos. Es algo tan lindo y exquisito. No s� t�, Sabrina, pero para m�
esas primeras sensaciones org�smicas eran realmente incomparables. Debido a la
intensidad de las descargas el�ctricas que provocaban en mi persona no pude
impedir que salieran de mi boca ciertos gemidos que de seguro despertaron a mi
hermanita, pues en tanto yo disfrutaba abandonada y con los ojos cerrados las
interminables sensaciones de placer, no me di cuenta cuando ella se incorpor� y
me miraba con ojos de incredulidad. Ciertamente debi� causarle extra�eza ver que
yo manten�a mi mano metida debajo de su falda, por lo cual ella me dijo:


-Ale...qu� es lo que haces?


-Oh....no...nada...es s�lo que...


-Mmm...no digas nada que ya te vi ....y hasta me
despertaste...


-Oh manita, perdona...perd�name...no supe lo que hac�a...


-Ay Ale...Ale...dime algo...qu� es lo que te causa tanta
curiosidad?


-Pues...no s�...es eso que vi...


-�Si?...y qu� fue lo que viste?


-Eso... �le respond� avergonzada, se�alando hacia el interior
de su entrepierna-


-�Esto?....mis pantaletas?


-Si...bueno...no precisamente tus pantaletas...


-�Entonces?...


-Pues..lo que tienes all� debajo...


-Oh, Ale...no me digas que eso te causa curiosidad...�por
qu�?..


-Pues no lo s�...s�lo me atrae...me atrae mucho...pero no s�
decirte por qu�...


-Mmm...est� bien...no te preocupes...yo te entiendo...a
nuestra edad hay muchas cosas que nos atraen...que queremos conocer....y como
somos tan curiosas por naturaleza, pues tratamos de ver qu� significan, no?


-Si...si....eso es, Margot...


-Pero bien que me despertaste...


-Oh, manita...te pido disculpas...de verdad...


-Ya..ya...no te apures...pero dime...�Ya regresaron Sonia y
Brenda?


-No...creo que no...


-Est� bien...anda ven, vayamos a la sala y all� las
esperaremos...


-No seguir�s durmiendo?


-No...ya no..


-Bueno pues vamos."


De ese modo tan bochornoso para mi acab� mi primera intrusi�n
oculta en las intimidades de mi hermanita, que por fortuna no tuvo ninguna
consecuencia qu� lamentar. M�s en ese momento no pod�a saber que ella formaba
parte tambi�n de la incre�ble trilog�a l�sbica que la propia Sonia hab�a
construido en mi familia, aprovech�ndose de las largas ausencias de nuestra
madre. Pero lo que sigue te lo contar� despu�s, Sabrina."




-Si....si amiguita...y debo decirte que tus vivencias
infantiles, aparte de parecerse a las m�as, es una historia sensacional....y
tambi�n demasiado excitante...


-S�, Sabrina...lo s�...todo eso es tan excitante y caliente
que de s�lo recrearlo me pongo muy cachonda...


-Jajajaja....ya ver�s como te pones cuando escuches mi
relato, amiga...jajajaja...


-Jajajaja...s�...ya me lo imagino...pero dime, Sabri...tienes
tiempo?


-Ay pero claro...c�mo no podr�a tener tiempo para esto?
...es algo tan delicioso, tan ricamente excitante que me enciende al
m�ximo...


-Si, ya veo...te pasa lo mismo que a mi.


-Oye, Ale...te propongo algo...


-Anda d�melo.


-�Por qu� no pagamos la cuenta y nos vamos a mi
departamento?..seguro que all� podremos hablar con m�s tranquilidad y sin temor
de ser escuchadas.


-Hmm..s�...creo que tienes raz�n...pero y tus padres?


-No habr� problemas, amiga...les diremos que tenemos que
hacer tarea de la universidad y nos encerraremos en mi habitaci�n.


-Est� bien...es una idea fabulosa.


Las dos amigas pidieron la cuenta y poco despu�s abordaban el
bus que las condujo hasta la casa de Sabrina. Cuando llegaron Alejandra salud� a
los padres de su amiga y �sta les coment� que subir�an a su cuarto a hacer
trabajos escolares. As� que pronto se hallaron en la intimidad del dormitorio de
Sabrina, y fue all� donde �sta quiso iniciar la confesi�n de su propia historia.
Por eso le dijo a Alejandra:


-Oh, Ale...ahora soy yo la que se muere por contarte a
detalle mis cositas secretas..jijiji...


-Si, amiguita..te entiendo...y yo ardo en deseos de
escucharte...anda ya, comienza a contarme.


-Si, amiga...esc�chame con atenci�n.




"....De ni�a sol�a ser muy curiosa, tan curiosa como t�.
Incluso puedo asegurarte que era mucho m�s curiosa en mi infancia que lo que soy
en la actualidad. Siempre estaba interesada por conocer cosas nuevas y
desconocidas; cosas que ignorara y que me revelaran la realidad del mundo; de
ese mundo disponible solamente para los mayores y vedado para mi. Y en
particular mi inter�s se centraba, tampoco s� por qu�, en las cuestiones
relacionadas con el sexo. Cuando ten�a la misma edad que t�, m�s o menos como 8
a�os, siempre me preguntaba por qu� se me ocultaban esas cosas. Siempre que le
hac�a preguntas a mi madre sobre ese tema ella me contestaba que era a�n muy
chica para saberlo. Y la respuesta que me daba era la de siempre, pues ella me
dec�a que todo llegar�a a su tiempo; que lo sabr�a cuando tuviese la edad
suficiente. Mas yo me preguntaba: �Cu�l ser� la edad suficiente? Y claro, nunca
obten�a una contestaci�n satisfactoria. As� que dada mi innata curiosidad y
tambi�n debido a ciertos sentimientos muy �ntimos que me impulsaban al
descubrimiento de cosas secretas, me dedicaba a la observaci�n de situaciones
aparentemente prohibidas para mi. As� fue como comenc� a descubrir todo lo que
ahora te contar�, amiga m�a. En mi familia �ramos aparte de mis padres tres
hermanos. El mayor llamado Luis ten�a como 15 � 16; mi hermana Dorita, que
andaba por los 11 � 12 y yo. Como ves entre los tres hab�a varios a�os de
diferencia, pues mientras Luis ya estaba en la ense�anza media, yo apenas
comenzaba la educaci�n primaria. Y mi hermanita Doris, con la que me un�a un
gran cari�o fraterno, casi estaba a punto de salir de la primaria."



"...Mi padre era un hombre muy cari�oso con nosotras dos y
casi siempre se esmeraba por dedicar algo de su tiempo libre para llevarnos a
pasear o para jugar juntos. Mi madre era por igual una mujer de buenos
sentimientos, muy esmerada en su trato familiar y tambi�n cari�osa. Pero ten�a
un gusto especial por la vida en sociedad. Por eso eran muy frecuentes sus
salidas con el grupo de amigas que formaban su c�rculo. Debido a ello mi padre,
que se mostraba un poco reticente a esa clase de vida, casi siempre estaba en
casa en su tiempo libre y por tanto conviv�a m�s con nosotras. Luis, que era un
adolescente, llevaba ya su propia vida con sus amigos de la escuela, aunque no
por ello dejaba de sujetarse a la autoridad paterna. En fin, que con todo esto
que te platico, lo que quiero decirte, Ale, es que en el fondo mi familia era de
lo m�s normal del mundo. Pero como suele suceder en toda familia, siempre hay
secretos escondidos. Y de eso quiero hablarte justamente. Las primeras
experiencias secretas que vivi y que de alg�n modo fueron las que marcaron el
inicio de una serie de acontecimientos que poco a poco se fueron convirtiendo en
un excitante y caliente aprendizaje, fue haber visto a mis padres practicando el
sexo. Como t� bien sabes, a mi edad es muy dif�cil que una sepa bien a bien las
cosas que se hacen en secreto. Por eso mismo pienso que lo que vi en esa ocasi�n
me impact� para siempre. Cierta tarde en que me hallaba solita jugando en mi
habitaci�n sent� sed y baj� las escaleras para hacerme de un vaso con agua.
Cuando estaba en la cocina sirvi�ndome el l�quido alcanc� a o�r voces que
proven�an del estudio que se encontraba situado junto a la sala. As� que
considerando que se trataba de mi madre en alguna de sus acostumbradas tertulias
con sus amigas me acerqu�. Como la puerta estaba semiabierta pude ver hacia
adentro. Pero para mi sorpresa, o no s� si decirte que para mi fortuna, vi que
eran mis padres los que escenificaban la primera de las calientes visiones que
de modo circunstancial tuve de ni�a. Ellos estaban como jugueteando el momento,
pues mientras �l intentaba tocarle las nalgas, ella como que se hac�a la rogona.


-No, Eduardo...aqu� no...la ni�a puede venir...


-Anda Marisa...que estoy bien caliente...


-Pero es que Sabrinita...tengo temor de que nos vea..


-�Pero c�mo nos va a ver?...no ves que est� arriba
jugando?...


Entre pl�tica y pl�tica mi papi le met�a las manos debajo del
vestido y ella se hac�a a un lado como neg�ndose. Pero despu�s supe a las claras
que todo aquellos escarceos ven�an a ser parte de su estrategia sexual, pues a
los dos les encantaba calentarse de ese modo. A pesar de mi edad yo pude
comprender que todo aquello promet�a cosas nuevas para mi, raz�n por la cual no
quise alejarme del sitio donde estaba.


-Bueno, Eduardo...pero ap�rate..tiene que ser rapidito...temo
por Sabrina...


-Oh que la chingada...anda, puta...d�jate hacer que s� que te
gusta la verga...ven ac�


-No...noooo...Eduardo....la ni�a...


Pero mi padre ya no la escuchaba. Not� cuando �l comenz� a
despojarla de sus ropas con prisa, quit�ndole primero el vestido para despu�s
desabrocharle el sujetador. Acto seguido observ� c�mo mi papi se desnudaba
tambi�n con inusual apresuramiento hasta que qued� totalmente desnudo. As� como
estaba mi madre, con las pantaletas puestas, la empuj� sobre un sof� de cuero y
se le encim�. Pero lo que m�s llam� mi atenci�n fue verle su pito parado, no muy
grande por cierto, que tom� entre sus manos y coloc�ndose de pie frente a la
cara de mi mami, se lo puso en la boca. Ella comenz� a chupar con golosidad
aquel caramelo de carne que por lo visto mucho le encantaba, en tanto �l se
arqueaba hacia atr�s cerrando los ojos a causa del placer. Para mi mente
infantil aquel primer encuentro carnal que observaba fue algo sorprendente, pues
ni siquiera imaginaba lo que se pudiera hacer en la intimidad entre un hombre y
una mujer. Pero m�s me sorprendi� darme cuenta que mi tranquilidad estaba siendo
sustituida por un sentimiento diferente y desconocido hasta ahora, pues sent�a
como que el aire me faltaba y mi respiraci�n se hac�a cada vez m�s fuerte.
Experiment� asimismo por vez primera ese singular cosquilleo debajo de mi pelvis
de ni�a que t� tambi�n sentiste cuando viste a Sonia meterse la vela en la
secres�a del cuarto de tu casa.



"....Comprendiendo que las ocupaciones a que estaban
entregados les impedir�a ver siquiera hacia la puerta del estudio, aprevech� tal
circunstancia y me acerqu� a�n m�s al resquicio de la puerta entrecerrada para
ver mejor. Y mi arrojo fue gratificado con las extraordinarias primicias de una
pel�cula que desde luego me agrad� demasiado. Despu�s de estarle mamando el pito
a pap�, mi mami le dijo con la cara colorada de deseo:


-Ya, Eduardo....ya m�temela por favor...


Pap� le sac� su pene de la boca y fue a acomodarse entre sus
piernas. Una vez all� se las levant� abri�ndolas al m�ximo, le jal� el calz�n
hacia un costado y le coloc� la punta de su endurecida verga entre las piernas.
Clarito vi cuando �l se dej� caer sobre las extremidades abiertas de ella y
aquella cosa se fue hundiendo en el centro de sus blancas carnes. Cuando mi papi
le hubo metido todo su pedazo dentro empez� a moverse con furia mientras ella
hac�a lo propio, comenzando ambos un delicioso bailoteo que dur� varios minutos.
Los escuchaba jadear, gritar y gemir con tanta fuerza que aquel alboroto tan
delicioso se me qued� tan grabado que a�n ahora que lo recuerdo me pone la carne
de gallina. La batalla continu� por alg�n tiempo, hasta que o� gritar a los dos
una serie de palabras que dec�an obscenidades que en ese entonces no entend�a,
pero que por lo visto eran parte del encuentro �ntimo que ayudaban sin duda a
hacer m�s barroco el momento supremo y a que ambos se calentaran hasta el
delirio. Finalmente cesaron los gritos y tambi�n el movimiento de sus sudorosos
cuerpos, pero no por eso me apart� del sitio en que me hallaba observando. Vi
que ellos se mantuvieron abrazados mientras se besaban en la boca con pasi�n
extrema. Al cabo de un rato mi padre se incorpor� y mi madre se levant� tambi�n
del sill�n y empezaron a vestirse. Fue en ese instante en que decid� subirme a
mi cuarto para que no se dieran cuenta de que los hab�a visto coger. Pero desde
ese momento las extra�as im�genes que hab�a contemplado comenzaron a bailotearme
en mi cabeza infantil generando dentro de mi muchas inc�gnitas sin respuesta.
Despu�s de ese d�a sol�a espiarlos cada vez que me daba cuenta de que se met�an
al estudio, pues bien sab�a que por alguna raz�n desconocida ellos prefer�an ese
lugar para entregarse a sus ardientes sesiones sexuales. Y fue tambi�n en una de
esas ocasiones en que vi que lo hac�an de un modo diferente. Al parecer era una
pr�ctica conocida de ellos el dejar la puerta entreabierta, cosa que hasta la
fecha no he podido comprender. Aunque finalmente doy gracias a la vida por ello,
pues de no haber sido as� no hubiera podido deleitarme con mis primeras
experiencias de ese tipo. Como te he contado, Ale, ellos ten�an ciertas
preferencias por los juegos preliminares. As� que ese d�a observ� c�mo hablaban
entre s� mientras mi padre le met�a las manos debajo del vestido.


-Pero Eduardo...aqu� no....va a venir Sabrinita...


-No...no vendr�...ella debe estar jugando con sus
mu�equitas...anda d�jate coger, putita de la calle...


-Jijijiji...vas a ver cabr�n de mierda...�que har�as si ella
nos viera?...


-Nada...porque nunca nos ver�...anda que quiero cogerte por
el culo...


-Ay Eduardo, no....sabes que eso me duele mucho...


-Si Marisa, lo s�...pero tambi�n s� que te encanta que te la
meta por detr�s...no te hagas la pendeja...


-No...no...por all� no�mejor por delante..


-No putita..ser� por detr�s..ser� como yo quiero...


En medio de esos escatol�gicos di�logos �l empez� a quitarle
las prendas de encima. Realmente mi madre era una mujer muy hermosa, pues al
verla sin ropa me daba cuenta de las morbideces exquisitas de su cuerpo. Pero en
particular me atra�a la redonda y rotunda curvosidad de sus caderas que le daban
a su culo un perfil de diosa. Ahora comprendo por qu� pap� se enardec�a tanto al
irle quitando poco a poco cada prenda hasta descubrir la piel secreta de sus
intimidades. Pero hab�a algo m�s. Descubr� que �l siempre se la cog�a con las
pantaletas puestas. No s� si era alg�n tipo de pr�ctica fetichista o algo
parecido, pero las veces que los vi culear en el estudio lo hicieron de ese
modo. Y esta vez, cuando escuchaba a mi padre expresarle su ardiente deseo de
met�rselo por detr�s, quise por supuesto aprender algo nuevo y me dispuse a
contemplar las ardientes escenas que sin saberlo ambos me regalaban. Como
siempre lo hac�a �l la fue despojando una a una de sus prendas hasta dejarla
solamente con las pantaletas puestas. Despu�s mi papi se quit� todo y se le fue
encima. De nueva cuenta admir� las exquisiteces del inquietante cuerpo de mi
mami, de blancura extraordinaria y singular hermosura, que se tend�a sobre el
negro sof� que contrastaba con su piel alabastrina. Pero esta vez mi papi la
volte� quedando sus nalgas frente a �l. La coloc� de tal forma que su vientre
qued� depositado sobre uno de los braceros del sill�n, perfil�ndose su levantada
grupa como dos dunas de arena blanca. Pero si hab�a algo que llamara mi atenci�n
aparte de la belleza desnuda de mam�, era justamente el pedazo de verga que
sobresal�a debajo del vientre de mi padre. Como te he dicho, amiga, y no puedo
decirte una mentira, el pito de mi papi no era tan grande ni tan grueso como
algunos que he visto ahora de grande en la Internet. No. La verga de mi papi era
de tama�o com�n, creo yo, un poco delgada y no tan larga. Calculo que deb�a
medir a lo mucho unos 15 o 16 cent�metros. Pero a�n as� yo la contemplaba con la
curiosidad t�pica de la ni�a que era en ese entonces, admirando especialmente su
forma y su color. Teniendo a mi mami a modo �l se puso detr�s de ella, le abri�
con sus dos manos el espectacular y blanco culo y le acomod� la cabeza colorada
en el centro del rugoso esf�nter. Casi de inmediato empez� a empujar su falo
intentando meterlo dentro de la apretada funda de su hermoso trasero. Escuch�
cuando mi madre elev� al aire el primer grito. De momento aquello me espant�,
pero pronto mis temores desaparecieron al ver que en su rostro se reflejaba una
sonrisa de placer que hac�a que mantuviese los ojos cerrados. "



"....Mi papito, conocedor de las reacciones de ella jam�s
dej� de empujar su tolete en la entrada de su conducto anal, hasta que �ste se
enfund� por completo en la caverna de la popa de mi madre. En seguida empez� a
moverse lentamente, siendo pronto acompa�ado en el vaiv�n culeatorio por mi
mami, quien mov�a con rapidez su blanqu�sima grupa en la fren�tica b�squeda de
una penetraci�n mucho m�s profunda. No s� por cuanto tiempo gozaron de aquel
novedoso acoplamiento, pero me pareci� que esta vez tardaron mucho m�s tiempo
del acostumbrado. Y como ya era su costumbre, mientras se hallaban gozando de
aquel acto supremo, ambos profer�an infinidad de frases soeces tan obscenas que
francamente, amiga, no me atrevo a dec�rtelas con detalle. Entre cadenciosos
movimientos que pronto se transformaron en violentas arremetidas, en tanto los
gritos que te digo se repet�an incesantes, sus cuerpos se vieron de pronto
sacudidos con fuerza por el orgasmo anhelante que los hizo bramar una sarta de
peores obscenidades que las que ya hab�a escuchado, esta vez con mayor furia que
antes. Y si hasta ese momento tuviese alguna duda acerca de la utilidad con que
sus gritos obscenos coadyuvaban a la intensificaci�n de sus placeres, en esta
ocasi�n lo comprob� sin temor a equivocarme. Lo que quiero decir, amiga, es que
mis padres se regodeaban al m�ximo con aquella sarta de cosas que dec�an, pero
s�lo lo hac�an en el momento de su ayuntamiento, pues su conducta y formalidad
ante nosotras en condiciones normales distaba mucho de la manera en que se
conduc�an cuando estaban cogiendo. Y fue esa justamente otra de las cosas nuevas
que descubr� en el asunto secreto del sexo. Y quiero confesarte, Ale, que fueron
en realidad muchas las ocasiones en que los espi� escondida detr�s del quicio de
la puerta del estudio, aprovech�ndome de su muy particular gusto por hacerlo en
ese sitio. All� aprend� las primicias del sexo entre parejas de una forma tan
aparentemente circunstancial, que a veces me pregunto, ahora que he crecido, si
todo eso no estar�a planeado por los dos. Y no quiero que te espantes de lo que
te digo. Lo que te quiero expresar con ello es que tal vez, y eso no me consta
para nada, as� como los dos se gozaban gritando todas esas obscenidades mientras
cog�an, igual pudo suceder que fraguaran esas escenas en el estudio con la
puerta semi abierta para que yo los pudiera ver a mis anchas. Este �ltimo
pensamiento, amiga m�a, es algo que yo tambi�n he guardado durante toda mi vida
sin desear confi�rselo a nadie. S�lo a ti, que ahora te has abierto conmigo, es
que me siento en la confianza de dec�rtelo. Ahora bien, quiz�s te preguntar�s
por qu� albergo tan deliciosa sospecha �no es as�? Bueno, Ale; debo decirte que
siempre he pensado mucho en ello. Y una cosa que me hace dudar es que mis padres
jam�s me descubrieron mientras los espiaba, habiendo podido hacerlo con
facilidad. Tienes que recordar que yo s�lo era una ni�a de 8 a�os. Pero bueno,
sea una cosa u otra, lo cierto es que las visiones que ambos me regalaron me han
servido de mucho "



"....Ciertamente era frecuente que mi padre, por otra parte,
se llevara a mi hermana Dorita a pescar. Pero tengo que decirte primero que �l
era muy aficionado a la pesca, quiz�s debido a que se hab�a criado en un
pueblito situado a orillas del Ebro. El hecho es que no practicaba ning�n otro
deporte que no fuera la pesca en solitario. En ocasiones invitaba a Luis, pero a
mi hermano le desagradaba mucho acompa�arlo. Pienso que tal vez fue por eso que
�l volc� su afici�n sobre Dorita, que por ser m�s grandecita que yo, la invitaba
casi todos los fines de semana a irse con �l al lago cercano. Yo estaba deseosa
de que me llevaran con ellos, pero mi padre de inicio se negaba aduciendo que
a�n era demasiado peque�a para estarme cuidando arriba del bote. As� que me
quedaba en casa mientras mi madre se encargaba de consolarme. Por si fuera poco
mam� aborrec�a el gusto de mi padre hacia la pesca y por eso jam�s lo
acompa�aba, prefiriendo quedarse en casa o bien salirse con sus amigas a hacer
la vida social que tanto le encantaba. Mas en cierta ocasi�n de fin de semana en
que mam� hab�a hecho un compromiso social ineludible, y que por lo mismo no
podr�a quedarme con ella, le rog� encarecidamente a pap� que me llevase esta vez
con �l. As� que a rega�adientes acept�, y pronto me vi junto a �l y mi hermana
Dorita camino al lago. Era aquella la primera vez que me llevaban, as� que ya te
imaginar�s lo contenta que me sent�a. Cuando llegamos al lago mi padre arregl�
su bote y nos metimos los tres dentro del fuelle de madera. Dentro de la peque�a
embarcaci�n se encontraban los aperos, sedales y carnadas, siendo Dorita quien
se encarg� de explicarme para qu� serv�a todo aquello, mientras pap� dirig�a el
bote de motor lago adentro. Conocedor como era de aquellos sitios escogi� un
lugar que me pareci� muy hermoso, pues la exhuberancia de las orillas hac�a las
delicias de nosotras dos, aunque a decir verdad, Dorita deb�a conocerlas ya a la
perfecci�n. En un momento dado vi cuando pap� puso la proa en direcci�n a una de
las orillas del lago donde hab�a una cantidad abundante de �rboles y maleza,
seguramente buscando la sombra de los inmensos palos de mangle. Cuando arribamos
a la orilla pap� se baj� de la embarcaci�n y la jal� hacia la payita, para luego
proceder a amarrar el bote. En seguida nos pidi� que baj�semos a tierra mientras
�l y Dorita se dedicaban a arreglar los anzuelos. Como yo no sab�a nada de eso
tuve que conformarme solamente con verlos trabajar. �l escogi� un lugar
apropiado para lanzar el sedal al agua, pues lo vi montarse sobre el tronco de
un �rbol ca�do que iba a dar un poco m�s all� de la orilla. Mi hermana, por su
lado, se alej� en direcci�n contraria, invit�ndome a que la acompa�ase. Yo me
fui con ella para dejar en paz a pap�, a quien no ve�a tan contento ese d�a,
aunque al principio yo achacaba su mal humor al hecho de haberme tenido que
llevar con �l."



-.....Mas siendo una ni�a pronto me olvid� de todo y mientras
Dorita lanzaba el sedal una y otra vez esperando a que picaran, yo me entreten�a
lanzando piedritas hacia el agua. Como era casi mediod�a el sol brillaba en lo
alto y el calor se hizo insoportable. Pero gracias a la sombra de los altos
�rboles los rayos solares no quemaban nuestra piel. Pasaron las horas y tanto mi
papi como mi hermanita cogieron algunos peces de regular tama�o que yo tocaba
con miedo dentro de la canastilla mientras se remov�an como queriendo regresar
al lago. En esas me hallaba cuando sent� la presencia de pap� junto a nosotras.
Escuch� cuando le dijo a mi hermana:


-Ya te diste cuenta, Dorita, que hoy casi no pican como otras
veces?


-Si, papi...tal parece que se hicieron ojo de hormiga, no?


-As� es...y creo que ser� mejor que nos movamos de aqu�.


-Como quieras, papito...pero hacia donde iremos?


-S� de otro lugar que est� m�s adentro...pero ser� muy
peligroso que Sabrina vaya con nosotros...por eso la dejaremos aqu� bajo de la
sombra mientras nosotros vamos.


-Est� bien papi...como t� digas... �respondi� Dorita-


Yo no quise hace ning�n comentario pero asent� con la cabeza,
mientras mi padre me daba indicaciones para que no me moviera de aquel lugar.
Pronto los v� alejarse entre la espesura de los verdes �rboles, un poco
entristecida por los acontecimientos. No me gustaba quedarme sola, pero como
pap� me hab�a dicho que aquel era un lugar seguro, pronto me tranquilic�,
continuando con mi pasatiempo de lanzar piedrillas al agua. En virtud de que los
minutos transcurr�an sin ver a nadie m�s por all�, el tedio comenz� a invadirme
sinti�ndome al cabo tan aburrida que hasta me estaba arrepintiendo de haberlos
acompa�ado. Mas yo estaba ajena a que la diosa fortuna estar�a de mi lado ese
d�a. Tratando de no aburrirme m�s me levant� de donde me hallaba sentada y
dirig� mis pasos hacia la tupida maleza por donde ellos se hab�an ido. Camin�
unos cientos de metros, no lo s� con certeza, no con la intenci�n de hallarlos a
ellos sino m�s bien para conocer las inmediaciones tan hermosas de aquel lugar
tan especial. Pero me llev� una gran sorpresa al escuchar a lo lejos ciertas
voces provenientes de la parte trasera de unos altos matorrales. De momento
pens� que pap� y Dorita estar�an quiz�s pescando en ese lugar, pero viendo que
el lago quedaba justamente en el lado contrario, una sospecha despert� muy
dentro de m� la innata curiosidad que desde ni�a he tenido. As� que agazapada
entre la maleza me fui acercando sin hacer ruidos hacia el sitio donde escuchaba
las voces. Cuando estuve lo suficientemente cerca para ver todo con claridad me
acuclill� y me puse a observar lo que hac�an."




-Ay amiga...�Te digo algo?...


-Si, Ale...adelante...


-Tus confesiones me est�n poniendo tan caliente como no
tienes una idea...


-Jajajaja...�Y las tuyas?...�C�mo crees que me pusieron a
mi?...


-Ay s�...ya me lo imagino...pero eso es normal, no?


-Si, claro...es muy normal....no tenemos agua en las venas,
no crees?


-Jajajaja...cierto...�Pero que fue lo que viste?...Anda
cu�ntame que me tienes en ascuas..


-Mmmm...s�...yo tambi�n me pongo igual al recordarlo...pero
escucha...



CONTINUAR�.



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Relato: Inconfesables Confidencias (02)
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