INCESTO FORZADO....PERO DESEADO (IV)
Autor: Incestuosa
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
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CAPITULO IV
Recorr� las calles de la ciudad ese d�a tratando de ordenar
mis ideas, pero sobre todo, intentando hallar una raz�n en lo m�s rec�ndito de
mi coraz�n para aquella nueva pasi�n que se manifestaba poderosa e implacable en
mi sangre al haber visto a mi padre haciendo todo aquello con mis prendas
personales. Bien sab�a yo que anteriormente (hasta el d�a de ayer) me disgustaba
que �l se entregara a la desbordada pasi�n de aquellos juegos sucios y ocultos,
y rechazaba rotundamente cualquier tocamiento que quisiera hacerme ahora, como
lo hice tambi�n siendo m�s ni�a, e inclusive me hab�a causado repulsi�n el
haberme dado cuenta que �l hac�a uso de mis prendas m�s intimas para dar rienda
suelta a sus bajos deseos, lo que me hab�a parecido hasta entonces sucio y
aberrante. Sin embargo, despu�s de lo sucedido hoy en el cuarto de servicio;
despu�s de haber presenciado aquellas incre�bles escenas totalmente inesperadas,
tan calenturientas y excitantes en extremo, que ven�a a ser como visiones
sacadas del mejor cuento fetichista de Las Mil y Una Noches, me daba cuenta
perfectamente que todas esas cosas que hab�a visto hoy con mis propios ojos ya
no me hab�an parecido tan sucias ni tan repulsivas como antes, y a�n cuando mi
mente intentaba oponerse a aceptarlo, ten�a que reconocer con honestidad que las
cosas hab�an dado un cambio absoluto; que hab�a provocado en mi persona una
especie de transformaci�n total en la forma de ver esas cosas, pues el antiguo
rechazo se convert�a ahora, repentinamente, en aceptaci�n plena,
proporcion�ndome una suerte de deseo escondido que me quemaba por dentro y me
instaba �ntimamente y con incontenible ansiedad a repetir perentoriamente la
experiencia vivida horas antes.
Mientras deambulaba por las calles, estremecida a�n por los
momentos tan intensos que hab�a vivido en la soledad del desv�n, llegu�
finalmente a la conclusi�n de que no ten�a por qu� negarme a m� misma por m�s
tiempo el despertar de aquellos �ntimos deseos y de la necesidad que sent�a por
volver a observar a mi padre en acci�n, sino todo lo contrario: decid� que ahora
me dedicar�a a espiarlo cuantas veces quisiera para deleitarme, claro est�, sin
que �l lo supiera, con aquellas barrocas exquisiteces que pod�a proporcionarme
en el futuro con sus lujuriosas pr�cticas. Me daba cuenta de que si sab�a
manejar el asunto no tendr�a ning�n problema. Y ciertamente, ten�a que
admitirlo, lo que m�s deseaba era volver a ver esas visiones, lo tengo que
confesar, pues muy en el fondo yo sab�a que aunque intentara no verlo m�s, no
podr�a ya resistir los deseos tan intensos por repetir todo eso. Recordaba con
un fuego desconocido que se traduc�a en un exquisito escozor entre mis piernas,
el tama�o descomunal del pene de pap�, tan largo y grueso como jam�s lo hubiera
imaginado. El s�lo recordar cu�nto admiraba aquel pedazo de carne inflamada y
rojiza regode�ndose e infiltr�ndose entre las telas usadas de mi ropa me
ocasionaban como una especie de temblor incontenible en las piernas, que se
sumaba con un ardor de fuego a la humedad que flu�a de adentro de mi fogoso
chochito; y pod�a sentir una suerte de escalofr�os que recorr�an a todo lo largo
mi espina dorsal para irse a refugiar entre las reconditeces de mi tri�ngulo
p�bico y mi conducto anal.
Habi�ndome decidido, pues, a continuar participando
activamente y sin reticencia alguna en aquel hermoso y excitante juego del
placer con mi padre, y decidida a ocultarle definitivamente a mi madre todo
aquello, regres� a casa precisamente cuando el atardecer se convert�a en
crep�sculo. Entr� en la sala y quise revisar primero, de nueva cuenta, el cuarto
de servicio, pero advert� que se hallaba completamente solo. As� que de manera
resuelta me dirig� al estudio para ver qu� encontraba, mientras los pensamientos
sobre los acontecimientos del d�a me excitaban lujuriosamente. No puedo omitir
el sentimiento de decepci�n que me caus� el no hallar absolutamente nada sobre
la mesa del ordenador, como yo esperaba y deseaba en mi interior ardientemente.
Puesto que me encontraba tan excitada debido a todos los sucesos acaecidos,
pod�a sentir claramente la viscosa humedad que remojaba abundantemente la tela
de mis bragas provoc�ndome ansiosos pensamientos que me llevaban, ya sin
remordimiento alguno, a recrearme en la imponente figura del enorme falo de mi
padre, tan preciosamente torneado y delineado, adornado de gruesas venas que
sobresal�an como hilos de cable a todo lo largo, desde su base hasta la punta.
Pensaba tambi�n con inocultable deleite en el color rojizo del inflamado glande
que babeaba leche como un c�clope, por el �nico ojo que ten�a al frente de su
redonda cara, y que me hab�a cautivado captando totalmente mi atenci�n. Recreaba
mentalmente y con pasi�n exquisita la forma en que pap� se derramaba en
poderosos flujos sobre el montoncillo de prendas m�as, para acabar su labor
masturbatoria con mi pantaleta color de rosa preferida. Todo esto me estaba
sucediendo dentro del estudio, encontr�ndome de pie frente al ordenador, y
sinti�ndome a�n molesta por no haber hallado nada nuevo que hubiese dejado mi
padre para calmar mis tremendas ansias.
Al no tener de momento alguna otra cosa de la cual echar mano
para masturbarme, y estando segura de que me encontraba sola en casa, decid�
encender la computadora a fin de meterme a navegar por internet en la b�squeda
fren�tica de algunas p�ginas de hardcore y relatos er�ticos, que me ayudaran en
mi feliz manipulaci�n que tanto ansiaba ya mi cuerpo. A punto de iniciar esta
nueva sesi�n er�tica pude ver que en el monitor aparec�a un icono que no hab�a
visto antes. Se trataba de un archivo escrito en word, no protegido, que
aparec�a frente a mis ojos con el t�tulo de "Diario", y siendo tan curiosa como
soy, de inmediato hice click sobre �l para abrirlo. A los pocos segundos se
despleg�, en efecto, una especie como de "Diario" escrito que yo desconoc�a, y
me dispuse a leerlo enseguida. Deb� haber tardado unos treinta minutos m�s o
menos en beberme toda aquella excitante obra, evidentemente a�n no concluida,
que me caus� una sorpresa tal que me dej� completamente anonadada al descubrir
su contenido. Se trataba nada m�s ni nada menos que del "diario de mi padre",
donde con lujo de detalles �l refer�a con minuciosidad y arte incre�bles todas
las cosas que hasta el d�a de hoy hab�an estado sucediendo entre ambos en casa,
aunque a decir verdad, la parte que �l narraba como suya, como es obvio, yo la
ignoraba hasta el momento. Me qued� perpleja ante tal descubrimiento, pues
sinceramente no imaginaba ni remotamente que todo lo que hab�a ocurrido hasta
ahora fuera parte de una trama bien planeada por pap�. En el fondo no pod�a
menos que reconocer la astucia y la inteligencia de mi padre, que con genialidad
poco com�n me hab�a ido llevando poco a poco hasta el punto en que me hallaba
ahora: excitada como un animal en celo y deseosa y decidida a continuar en ese
incre�ble y cautivante jueguito. Por lo dem�s, aplaud�a en mi interior el genio
de mi padre y tambi�n el haber descubierto todo eso, pues ahora que yo hab�a
aceptado participar y cooperar con entusiasmo en ese "subrepticio" juego
delirante, seguramente que las cosas se me facilitar�an much�simo, dispuesta
como estaba a seguir deleit�ndome sin pudor cada vez que las situaciones se
fueran presentando.
Ingres�, pues, a la internet y comenc� a disfrutar de una
serie de despliegues de fotograf�as y sexcams er�ticas, as� como de relatos
calientes que me pusieron m�s caliente y fren�tica de lo que ya estaba (en
realidad ya ven�a de la calle bien excitada), y as� como me encontraba, sentada
frente al ordenador, di rienda suelta a mis m�s desenfrenados deseos de
masturbarme all� mismo meti�ndome la mano debajo de mi falda, haciendo a un lado
mis braguitas y abriendo las piernas ampliamente, para ir introduciendo lenta y
suavemente mis dedos a lo largo de mi rajita humedecida. Ensalivaba mis dedos
para favorecer la penetraci�n y aumentar el goce de mis caricias dentro de mi
tri�ngulo prohibido, el cual, sinti�ndose manipulado con tal delicadeza, comenz�
a emanar con mayor abundancia los dorados fluidos que surgen del manantial
interior y que tambi�n coadyuvan en la masturbaci�n. Con una lentitud que me
encantaba pasaba yo de foto en foto y de relato en relato, apreciando,
observando y releyendo las partes que m�s me calentaban, de tal suerte que, sin
poder impedirlo por m�s tiempo, me vine en varios orgasmos paralelos que
hicieron que mi cuerpo se estirara cuan largo es sobre la silla. Despu�s de que
acabaron los profundos espasmos de que fui objeto, permanec� alg�n tiempo
leyendo y releyendo el "diario de pap�", suspirando y admir�ndome cada vez m�s
de la audacia inaudita de mi padre y bendici�ndole por dentro al haber ideado
aquel jueguito que tanto disfrutaba y que ahora ansiaba, pues se hab�a
convertido definitivamente y en pocos d�as en la parte m�s importante de mi
incipiente vida er�tica.
Sinti�ndome deseosa y hambrienta de sexo, nuevamente volv� a
bajar mis manos hacia mi zona er�gena acariciando suavemente y con delectaci�n
mis muslos, mi entrepierna y mi pubis agitado y humedecido, mientras continuaba
observando con fruici�n aquella serie interminable de fotos pornogr�ficas, las
peque�as c�maras que me ofrec�an im�genes vivas de parejas haciendo el amor con
intensidad, y los relatos donde hallaba experiencias tan calientes que hac�an
m�s gratos aquellos �ntimos momentos de disfrute. Por cierto, en los videos que
vi esa noche no pude hallar a ning�n hombre que tuviera su verga tan larga y tan
gruesa como la de pap�. Las horas pasaban sin sentir, como suele suceder cuando
una est� dedicada a esas tareas, de manera que estando completamente caliente
hasta el exceso, me puse de pie y me quit� las pantaletas mojadas y me sub� la
falda hasta la cintura, dejando al descubierto aquella parte del cuerpo donde
las ansias del sexo se manifiestan poderosamente. Volv� a sentarme frente a la
pantalla para seguir disfrutando del goce infinito de todas esas visiones
inigualables, procediendo a tocarme nuevamente el peque�o rinc�n escondido de mi
vulva mojada, poniendo naturalmente mi dedo mayor sobre mi cl�toris, el cual
frotaba, apretaba, jalaba con suavidad, teniendo las piernas subidas ya sobre la
mesa para dejar mi trasero a mi alcance, en tanto que con otra de mis manos
dirig�a uno de mis dedos ensalivados al punto central de mi esf�nter, que lat�a
una y otra vez como pidi�ndome la penetraci�n de la verga de mi padre, que de
momento y para mi desgracia, no estaba disponible.
Con esos pensamientos en mi cabeza una vez m�s volv� a la
carga, moviendo mis dedos con furia hasta que penetr� totalmente mi culito con
uno de ellos, y con la otra mano me acariciaba, me frotaba y me tallaba a todo
lo largo la papayita una y otra vez, hasta que mi �xtasis se manifest� en
potentes orgasmos sucesivos que hicieron que me tirara al piso alfombrado, donde
acab� de venirme en medio de manipulaciones delirantes que me hicieron gritar de
incontenible placer. Habiendo acabado aquella tremenda sesi�n auto placentera,
dirig� mi vista al reloj que colgaba de la pared, d�ndome cuenta que era m�s de
la media noche. As� que algo cansada por los sucesos del d�a y por el acelerado
fluir de la sangre producida por la calentura, volv� a ponerme las bragas, me
baj� la falda y, apagando el computador, sub� hacia mi cuarto con el fin de
descansar. Ya en mi habitaci�n nuevamente record� las escenas de mi padre en el
cuarto de servicio, con su enhiesta verga entre sus manos, tan gruesa y tan
larga, pregunt�ndome si en realidad me cabr�a en mi chochito. Con esa serie de
ansiosos pensamientos en la mente me qued� totalmente dormida.
PAUSA.
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DIARIO DE DON JOS�.
17 de mayo de 1985 (tarde)
Querido diario:
Como te cont� ayer, por primera vez Dianita, escondida en el
cuarto de trebejos, ha visto todo lo que hago, y como te lo he comentado, de
manera deliberada le dej� ver mi verga para que vaya m�s o menos midiendo el
terreno que va a pisar cuando sea m�a. Despu�s de eso escuch� cuando ella se
sali� a la calle, seguramente a meditar sobre todas las cosas que vio, y tal vez
sorprendida por el tama�o de mi pene. Creo que le har� muy bien esa caminata
solitaria, pues s� bien que le har� reflexionar sobre lo sucedido, y espero con
ansiedad que ella llegue a la conclusi�n de que todo esto le gusta y la calienta
m�s que cualquier cosa, a�n y cuando antes no lo aprobara. �Qu� debo hacer? Pues
te dir�, diario �ntimo, que ya he pensado muy bien en lo que sigue, como parte
de mi estrategia para cogerme a mi hija. As� que aprovechando su ausencia he
decidido hacer hoy mismo dos cosas, a saber: primero, le dejar� ver mi "Diario"
que tengo escrito hasta el d�a de ayer, copi�ndolo en el escritorio de windows
para que ella lo vea y lo lea cuando entre a la computadora, y se d� cuenta que
todo esto ha sido planeado por m�, que lo que ans�o es cog�rmela y que,
inclusive, lo que sucedi� hoy en el service room, creyendo ella que yo ignoraba
su presencia en el escondite, fue algo que tambi�n planee sin que ella lo
supiera.
S� bien que al principio quiz�s se desconcierte, pero tambi�n
estoy seguro de que despu�s de que reflexione, ya no dudar� m�s en participar en
el juego que he ido preparando para ella, y espero que a partir de ahora, a�n
cuando ella se maneje de tal forma para que yo piense que no s� nada de su
decisi�n de participar activamente, yo tambi�n le seguir� la corriente con el
objetivo de darle un cariz m�s audaz y excitante a todo esto. �Qu� plan tan
genial, querido diario! Ya quisiera ver la cara que pone la cachonda de Dianita
cuando lea mi "diario". Estoy seguro que se masturbar� varias veces a la salud
de mi verga.
El otro asunto es que esperar� con ansias su retorno a casa,
y si como pienso, ella entra al estudio, bajar� sigilosamente por la escalerilla
externa hasta el jard�n para deleitarme con una nueva visi�n de Dianita...ya
veremos c�mo reacciona....y todo lo que hace. Por ahora es todo; y te dejo
porque tengo que preparar todo esto que te he dicho. Bye.
�
�
18 de mayo de 1985
Diario �ntimo:
No te imaginas lo caliente que me siento por todo lo que ha
ocurrido ayer por la noche. Dianita al fin regres� de su paseo cuando estaba
oscureciendo, pues yo me qued� en la cocina para vigilar su retorno. Cuando la
v� venir hacia la casa, r�pidamente me sub� a la planta alta y baj� por la
escalerilla exterior hasta el jard�n que da al estudio. All� permanec� esperando
con paciencia, hasta que Dianita, como yo lo esperaba, por f�n entr� en la
estancia. Vi que ella estuvo por varios minutos de pie frente al ordenador, a�n
sin encender, qued�ndose como ida, como abismada, seguramente recordando todas
las escenas que hab�a visto en el cuarto de lavado. Esos momentos los aprovech�
yo para sacarme mi parada verga, la cual me ped�a que le sacara la lechita.
Despu�s de un largo rato de permanecer en esa posici�n, por fin Dianita se sent�
frente al monitor y encendi� la computadora. Ahora solamente esperaba que ella
viera el archivo del "diario" que le hab�a dejado a la vista. Y as� sucedi� en
realidad, por lo que pude colegir, ya que me di cuenta c�mo mi hija abr�a
desmesuradamente los ojos mientras le�a casi con los ojos pegados a la pantalla
las peque�as letras de aquel archivo, que le habr�an de revelar la verdad de lo
ocurrido hasta hoy.
Pasar�a m�s o menos como media hora o quiz�s un poco m�s,
cuando advert� que Dianita se abr�a de piernas y se comenzaba a tocar las
intimidades de su entrepierna, que desde el jard�n yo pod�a admirar claramente
por debajo de la mesa. Se tallaba con suavidad sus dedos haciendo a un lado los
bordes de su pantaletita, introduciendo sus dedos en la papayita humedecida,
gimiendo como una loca mientras ve�a c�mo ella trabajaba con el rat�n de la
computadora, seguramente viendo fotos porno en la internet. Esas visiones que
ofrec�a mi hija ante mis ojos me pusieron tan caliente que me masturb� con
delirio all� donde me encontraba, vini�ndome a chorros y lamentando desperdiciar
el semen en la tierra del jard�n en lugar de derramarlo sobre sus prendas
�ntimas. Pero no quer�a perderme por nada del mundo aquel espect�culo sin igual,
por lo cual segu� en el mismo sitio observando lo que Dianita hac�a.
Un rato despu�s y presa de la brama, me di cuenta cuando
Dianita se puso de pie, se quit� las bragas y la falda plisada de la escuela, se
sent� en la silla y subi� sus piernas a la mesa, quedando totalmente anchada
ante mis desorbitados ojos. Ohhh, querido diario. Ese espect�culo maravilloso me
volvi� a poner a mil, de modo que sin poder impedirlo me volv� a pajear a la
salud de mi preciosa hija, viendo en vivo y a todo color la forma en que ella se
masturbaba, se ven�a, se tiraba al piso, disfrutando con deleite del �xtasis que
le proporcionaba la auto manipulaci�n y las im�genes que el monitor le ofrec�a.
Despu�s de todo eso, supuse que Dianita estar�a un poco
cansada por todo lo sucedido en ese d�a tan memorable para m� (y seguramente que
para ella tambi�n); y en efecto as� fue, pues levant�ndose del piso se visti�,
apag� el ordenador y se subi� a su dormitorio.
Te imaginas, querido diario, lo que vendr� de hoy en
adelante?......Puedes acaso tener alguna duda de que el desenlace de mi plan
est� por consumarse?...Espero platic�rtelo la pr�xima vez. Chao.
CONTINUARA.....
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