Relato: Al lado de mi casa Al lado de casa vivi� una se�ora a la que, mis amigos y yo, le conced�amos atributos especialmente sensuales. Ella compart�a su casa con su marido y dos hijos el var�n de algunos 8 a�os y la hembra de unos 14 o 15 a�os. De ella, ni la m�s remota idea de qu� edad pod�a tener, pero no nos importaba. Esto es muy raro a esa edad, pues los chamos de 12 ven como viejos a los de veinte y la se�ora deb�a ser mayor de treinta y para nosotros era la diosa del vecindario.
Su cabello corto muy rubio, sus piernas perfectas, su culo abultado y duro, sus caderas bailantes y sus los senos erectos, grandes, con los piquitos siempre queriendo romper sus ropas. Pero en realidad, su rostro era lo que m�s me embrujaba. Era una belleza blanca, ex�tica, extra�a, con aires diab�licos y unas l�mparas verdes por ojos. Un �ngel del infierno la llamaba Beto mi mejor amigo.
En vacaciones o d�as de fiesta, nos cit�bamos al frente de mi casa a esperar que saliera a barrer y arreglar el jard�n de su casa. Lo hac�a siempre en pantaloncitos muy cortos y franelas bastante desgastadas, como para que de vez en cuando se le desdibujaran los senos.
La vida continuaba para todos, pero un d�a estando yo durmiendo, escuch� unos ruidos raros en mi casa, susurros y puertas abriendo y cerrando. Me levant� y vi a mis padres visti�ndose apresuradamente. A mi pregunta respondieron, que hab�a sucedido algo malo en casa de Elvira, la vecina. Repregunt� y me dijeron que su marido Jos� hab�a fallecido.
Luego de todo la parafernalia del funeral y pasadas las reuniones de rezos y condolencias, mis padres me dijeron que me fuera a dormir a casa de la Sra. Elvira, me explicaron que ella se sent�a sola e insegura y que hab�a convenido en que conmigo all� se sentir�a mejor.
A m� me pareci� esto de lo mejor. Ten�a un sentimiento de madurez e importancia que nunca hab�a sentido. Yo era el salvador de mi diosa, jam�s lo hubiera so�ado.
El primer d�a que dorm� all�, me llev� mi mam�. Estuvimos los tres, Elvira, mi mam� y yo, en la cocina un rato largo, conversando tonter�as que a m� me parec�an cosa de adultos y que yo participara con Elvira vi�ndome, era lo m�ximo.
Luego de dos noches durmiendo en el cuarto de hu�spedes, tortur�ndome con la idea de tenerla en el cuarto contiguo no dorm�a, as� cuando sent� que alguien abr�a la puerta de mi cuarto, yo me hice el dormido y me qued� quietecito con los ojos medio abiertos, como hacemos todos en estas situaciones.
Elvira se qued� un segundo mir�ndome y luego se acerc�, dio la vuelta a la cama y no pod�a seguir vi�ndola. No quer�a acabar con el momento y me qued� as�, esperando a ver qu� pasaba. Luego sent� que se sentaba en la cama y se rodaba para quedar sentada, recostada a la pared y justo a mi lado. Pas� un tiempo interminable, hasta que ella me comenz� a tocar la cabeza y acariciar mi cabello.
El coraz�n se iba a salir por la boca, sent�a un tocl�n, tocl�n en mi boca, se me apag� el cerebro, cre� que me mor�a. Un rato m�s tarde, me relaj� un poco y disfrutaba de sus caricias en cabeza.
Elvira susurr� a mi o�do �Pedro�Pedro, despierta Pedrito�. Yo, como todo un z�ngano, me hice el que se desperezaba y le pregunte: �Que pasa? Ella comenz� por tranquilizarme, diciendo que nada pasaba, sigui� hablando e hilando una cosa con otra, hasta llegar al punto en el que me agradec�a mi presencia en su casa, que �sta era mi casa tambi�n, que yo era ahora el hombre de la casa.
Ella segu�a hablando y acarici�ndome, pero ahora lo hac�a en mi cara y pecho. Ya me hab�a subido la franela con la que dorm�a y acariciaba mi vientre y pecho. Les juro que ya me hab�a pasado un poco el susto y ve�a venir la cosa. No me crean si no quieren, pero yo sab�a lo que ella quer�a y estaba asustado, como es natural, pero el deseo me estaba inundando.
Yo dorm�a con un pijama de franela fina, una tela muy delgada y como es natural, el pene se me par�. Se me par� como nunca, no pod�a creer como se estaba poniendo. Me miraba el bulto y me daba pena, pero no hac�a nada, estaba como muertico, entre asustado y excitado.
Su mano fue acerc�ndose m�s y m�s, luego se alejaba, luego volv�a a tocar la cintura del pantal�n y se volv�a a alejar. Entonces Elvira cogi� mi izquierda, que era la que ten�a a su lado, y la coloc� en su pierna sin falda, en el muslo.
Diooooossssss, me iba a morir de la cachuera que ten�a, sent�a una tensi�n en palo que casi me dol�a, el coraz�n acelerado, la cabeza d�ndome vueltas. Yo sab�a que ella quer�a sexo conmigo, pero, �c�mo era eso?
Para esa �poca el sexo era algo medio tab�, los hombres aprend�an a los co�azos en la calle y las mujeres esperaban a que los hombres dieran el primer paso y en muchos casos, el segundo y el tercero tambi�n.
Yo abr�a y cerraba la mano que ten�a sobre su muslo a un ritmo de c�mara lenta, con mucho tiento, cuando ella la agarr� y se la meti� por debajo de la pantaleta, pero no lleg� a su concha. En seguida comenz� a acariciarse con ella su ingle y vello p�bico. Cuando comenc� a mover mi mano por mi cuenta en su pubis, ella retom� las caricias de mi vientre y con la derecha, ella me agarr� el pene de una vez y lo estrujaba suavemente con la mano.
Coooo�oooo. Que sabroso fue ese momento, recuerdo completamente, cuando Elvira me quit� el pantal�n. Para hacer esta maniobra ella se arrodill� a mi lado y cuando por fin estaba desnudo de la cintura para abajo, se agach� para met�rselo en la boca.
Incre�ble, no era que ten�a una mujer chup�ndome el pene, era Elvira, la Sra. Elvira, la �nica e inigualable diosa de la cuadra. Ella al mismo tiempo que chupaba, me agarraba con la mano la parte de la base de mi verguita y me masturbaba. Se lo sac� de la boca y me dijo �A�n eres capullo� cosa que no entend� que era hasta m�s tarde.
Elvira met�a su lengua entre mi prepucio y mi glande o lo intentaba, al mismo tiempo que intentaba bajar mi prepucio, a�n pegado a mi glande. No era muy agradable cuando ella, a veces, tiraba del pellejo para pelarme el glande, pero como segu�a chup�ndolo y lami�ndolo, yo no hac�a nada, no quer�a estropear el momento.
Elvira me dec�a cosas para tranquilizarme y que no me preocupara por nada, que lo que suceder�a a continuaci�n era natural, que eso ten�a que ser as� y que no hiciera ruido, porque si sus hijos se levantaban ella tendr�a que irse.
Ah� se acababa todo. Yo iba a aguantar lo que fuera por mantenerla a ella all�. As� me arrancaran la cabeza, cualquiera de las dos, yo estar�a estoico, al pie del ca��n.
Por fin deje algo y se me sali� un �no quiero que te vayas���no quiero que se acaba nunca�
Elvira, sonriendo, bes�ndome en la boca para acallar cualquier reacci�n de mi parte, me baj� de un tir�n el prepucio. Me doli� bastante y ella peg� su boca fuertemente a la m�a. Pero no grit�.
Elvira me dijo que era todo un hombrecito, que era muy valiente y ahora me regalar�a la mejor noche de mi vida.
�Co�o de la madre � Qu� m�s pod�a hacerme esta mujer que �ahora� era que me iba dar un regalo. Mi ansiedad crec�a y crec�a cuanto m�s lo pensaba. M�s a�n en el intervalo de tiempo que tard� en traer un cremita para mi pobre verga. Me la unt� y fue muy refrescante.
Mientras me masajeaba con la crema ella me preguntaba sobre lo que pensaba yo de todo esto y si me gustaba. Yo le respond� que cre�a que hab�a muerto y estaba en el cielo. Estaba con ella y me parec�a lo m�s divino que nunca jam�s sentir�a.
Me sonri� de una manera tan especial, que de verdad, nunca lo olvido.
Comenz� a besarme y me meti� la lengua en mi boca. Nunca hab�a hecho esto, pero instintivamente saqu� la lengua y jugamos con ellas, por varios minutos no hicimos nada m�s que eso. Me gust� mucho. No quer�a que apartara su boca de la m�a y se lo dije. Sin dejar de besarme, se puso a masturbarme de nuevo. Ahora se me pelaba todo el palo, la sensaci�n era m�s divina que antes.
Elvira me dijo, con su boca muy pegadita a la m�a, que ella me lo hab�a chupado a m� y que si yo no quer�a chup�rselo a ella. Asent� con la cabeza autom�ticamente sin saber a qu� se refer�a. Se puso de pie sobre la cama y se quit� el camis�n o bata que usaba.
La vista de Elvira desnuda, mir�ndola desde abajo como una estatua inmensa, su vello p�bico, sus tetas respingadas y grandes todo forma parte de mis m�s gratos recuerdos.
Para la �poca a�n exist�a el vello p�bico como algo muy sensual. S�lo algunas mujeres se arreglaban el vello, pero no se depilaban. Ella los ten�a corticos, como una grama amarilla reci�n podada. Si. Elvira ten�a su chocho rubio, yo hab�a visto unas fotos de mujeres desnudas y todas ten�an el chocho oscuro y cre�a que todos eran as�. Al ver a Elvira que era totalmente rubia, me termine de convencer que era una diosa.
Pero yo me estaba gozando a esta diosa. Ella me tom� de las manos y me gui� hasta su gloriosa vagina, abri� m�s las piernas y meti� sus manos para abrirse los labios superiores y entonces, por primera vez ol� el chocho de una mujer.
Dame leng�ita aqu�. Me dec�a al tiempo que colocaba su cl�toris en mi boca y repet�a �Dame leng�ita�. Era un chocho gordo, abultado con unos cantos gruesos y se pod�a ver, a pesar de la poca luz, su interior rojito, oloroso, h�medo. Me le pegu� como un ternero a la ubre, chupaba su cl�toris por indicaci�n de ella, pero me di cuenta que all� era que m�s le gustaba y me puse a experimentar, buscando la forma de darle el mayor placer.
Ella sollozaba y gem�a. Soltaba unos l�quidos que me ca�an en mi boca y chorreaban en mi pecho, Me indic� que me llenara las manos con ellos y me masturbara.
Yo ya no pensaba en otra cosa que fuera complacer y que me complacieran. Disfrut�bamos tanto de esto, que no sentimos a Valeria, la hija de Elvira, que estaba caminado por la sala de la casa buscando a su madre que no estaba en su cuarto. Pero luego nos detuvo el �Maaaami�que haces�. Valeria en la puerta mirando a su madre desnuda con un chamo menor que ella chup�ndole el chocho. Yo me tir� a la cama y me tap� con la s�bana y no s� como lo resolvi� Elvira con su hija. Pero Elvira sali� del cuarto, espero que vestida, y cerr� la puerta.
Despu�s me vest� yo tambi�n, mientras escuchaba el pleito a baja vos entre ella y su hija. Nadie entr� al cuarto y nadie me dijo mas nada del suceso. La tremenda erecci�n que ten�a se me esfum� en el acto y de la verg�enza y temor no pes� mas en Elvira por esa noche.
En la ma�ana sal� a hurtadillas del cuarto esperando que la puerta de la sala estuviera abierta y pudiera salir de ah� sin ver a nadie. Pero Elvira estaba afuera en el jard�n, como siempre, arreglando los arbustos y cuando me vio salir me llam�.
Estuvimos hablando como una hora y me convenci� de que nadie iba saber esto y que la culpa de todo era de ella. Fue muy amable y cari�osa. Me dijo que ya era todo un hombre, que la mujer que me tocara se sacar�a la loter�a conmigo, peeeeeeero que no volver�a a dormir all� y que no le contara a nadie lo sucedido.
No me pude aguantar y se me salieron las l�grimas, ella se asust� mucho y me dijo un mont�n de cosas lindas, yo le promet�a de todo para que me dejara dormir all� de nuevo, nada ella estaba decidida a eso y no hab�a posibilidades de otra cosa.
Al siguiente a�o me fui a una escuela militar y no supe m�s de Elvira.
Gina.
Me perdonan los lectores hombres, invad� su espacio y escrib� como si fuera uno de ustedes. Denme su opini�n.
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Relato: Al lado de mi casa
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