Lo que les quiero contar en una
historia totalmente verdadera, cambio algunos nombre y fechas como para
que nadie se sienta comprometido e identificado.
Graciela se mudó al barrio
donde yo vivía con mis padres y mis hermanos, exactamente enfrente,
cruzando la calle. Ella era divorciada y sin hijos y yo por aquel entonces
estaba saliendo con una chica desde hacía un año, todos la
habían aceptado en casa y ya era como de la familia, así
que mi novia pasaba muchas tardes hablando con mi madre mientras esperaba
que yo regresara del Colegio.
Por otro lado, Graciela enseguida
trabó amistad con mi mamá y solía venir a casa a tomar
el té. Al poco tiempo se hicieron buenas amigas y hasta se asociaron
para vender ropa en el garaje de la casa de Graciela que estaba desocupado.
Trabajaron mucho hasta dejarlo en condiciones y en un lindo local.
Graciela era una mujer muy llamativa,
alta, de medidas perfectas, armoniosa y adorablemente simpática.
Cuando la vi por primera vez casi se me salió el corazón.
Yo tenía entonces 17 años y como dije antes estaba saliendo
con Ana, a la que hasta ese momento pensaba que la amaba, pero con el correr
del tiempo Graciela empezó a ser el motivo central de todos mis
pensamientos.
A los pocos meses, Graciela tuvo
que refaccionar el baño, después de llamar a un plomero vecino,
esté le dijo que los caños eran muy antiguos y que tenían
que cambiar toda la instalación de agua. La casa era muy vieja y
no le quedó otro remedio que aceptar la opinión del plomero,
así que por unos días, mientras durara el trabajo, mamá
le propuso que se viniera a casa ya que contábamos con la habitación
sido de mi hermana mayor, ahora casada.
Por supuesto que Graciela no tuvo
más remedio que aceptar y se mudó a casa. Y ahí empezó
mi infierno, Graciela con sus camisones cortitos y sus batas de seda, son
sus pechos asomándose casi, me torturaba y yo tenía siempre
una erección hasta que ella se vestía o se iba a dormir.
Cada vez que me descubría mirando lo que podía de sus pechos,
me sonreía. Yo andaba con una calentura padre y después no
me quedaba más remedio que desahogarme con Ana, aunque lo que yo
deseaba era hacer el amor con Graciela.
Llegó el domingo y fui a
visitar a Ana como de costumbre. Recuerdo que regresé bien tarde
por la noche y me encontré con mamá y Graciela mirando TV,
todos los demás estaban durmiendo: me acerqué y me quedé
con ellas a ver la película que miraban. Tenía escenas eróticas
algo fuertes y yo tenía una endemoniada erección que de sólo
ver a Graciela moverse.
A las dos de la mañana mi
madre se fue a dormir, entonces Graciela se dirigió a la cocinas
y subió a un banquito para buscar un tarro nuevo de café
que mamá le había dicho donde encontrarlo. Yo la seguí,
ella perdió el equilibrio y corrí a sostenerla, terminamos
los dos al piso y ella arriba mío: Le pregunté si estaba
bien al ayudarla a levantarse. Ella se río y me dijo que sí,
pero que no pensaba que yo lo estuviera. Lo dijo como si yo tuviera un
gran problema. Me reí y le dije que los mismo pensaba yo. Ella comprendía
a qué me refería.
Graciela dijo que tenía a
esa altura una idea, sugerida por todas las veces que me había visto
contemplándola. Me confesó que no podía imaginar cómo
yo podía sentir eso por ella si tenía casi la edad de mi
madre. Le expliqué que tendría la edad de mamá, pero
también el cuerpo más hermoso que vi en mi vida. Ella se
acercó muy despacio y me dijo que todo era una locura, no aguanté
más y le agarré la mano llevándola justo sobre mi
miembro, pensé que me rechazaría pero me la apretó
muy suavemente y su cuerpo se pegó al mío, su boca buscó
la mía y nos fundimos en un beso, luego abrió su boca y succionó
mi lengua hasta la mitad. Después de unos minutos de besos y de
sentir su mano sobre mi sexo, le dije que si no se detenía un poco
acabaría allí mismo, ella se río y me dijo que si
había estado sin sexo tanto tiempo como ella tenía que estar
super caliente.
Le sugerí que fuéramos
a mi dormitorio para hablar del tema más tranquilos, ella dudó
unos segundos pero como yo dormía arriba solo en el cuarto que estaba
pegado a la terraza, era bastante difícil que alguien subiera. Ella
se dirigió al comedor, apago la TV y subimos las escaleras tomados
de la mano.
Una vez en mi cuarto cerré
la puerta con llave, Graciela prendió la luz y se quedó de
pie junto a la cama y ahí mismo me acerqué para besarla después
de haber soñado tanto con ese momento. Después de un rato
ella me separa de mí y me pregunta otra vez si realmente estaba
seguro de querer hacerlo con ella, una mujer mayor. Le dije que sí,
que había pensado y soñado con ese momento muchas veces.
Le desaté el nudo de su bata y vi como se deslizaba por sus hermosos
hombros y cayo a sus pies. La besé la parte alta de los pechos antes
de terminar de sacarle lo que le quedaba de ropa interior. Cuando vi su
cuerpo desnudo no podía creerlo, era más bella que en mis
sueños. Tenía los pezones erectos y sobresalían, me
incliné y besé uno, luego el otro muy despacio, humedeciéndolos
con mi lengua. Le dije que me parecía mucho más fantástica
de lo que había soñado. Me sonrió y dijo que esperaba
que así fuera, me dijo que siempre había estado muy orgullosa
de su cuerpo.
Abrí la cama y la hice sentar
en el borde. Me ubiqué entre sus piernas y muy despacio separó
sus piernas, levantó una pierna y atrapé su pie desnudo,
muy despacio fui acariciando sus dedos y después me los metí
en mi boca, besé sus piernas y seguí subiendo con mi boca
hasta mi nariz quedo entre los labios de su vagina. Olía tan lindo
que hubiera podido quedarme toda mi vida. Ella cayó de espaldas
y le separé los labios con los pulgares y comencé a lamer
desde el ano hasta la vagina. Cada vez que sacaba la lengua, la tenia cubierta
por sus jugos, Tenía un sabor tan rico que creí que nunca
me parecería suficiente el poder saborearlos, le metí uno
de mis dedos y muy despacio comencé a moverlo en círculos
muy despacio mientras que mi lengua había alcanzado el clítoris,
atrapándolo entre mis labios y succionándolo, no creo que
la haya estado lamiendo y comiendo por más de 5 minutos cuando sentí
que ella me tomaba del pelo con ambas manos hundiendo más mi boca
dentro suyo y llegó al clímax. Se quedó acostada temblando
y gimiendo, le chupé todos sus jugos y le lamí muy bien el
clítoris, me paré y fui a acostarme a su lado, recostando
mi cabeza sobre su pecho.
Ella me miro y dijo que no podía
ser que todavía estuviera con mis pantalones, me levanté
y dejé caerlos a mis pies junto con mi ropa interior, quedando totalmente
desnudo, tenía el miembro tan duro que pensé que iba a estallar
en ese mismo momento, ella me llamó para que me acueste otra vez
a su lado y comenzó a besar mi cara. Me dijo que hacía tanto
tiempo que nadie la acariciaba así, que había olvidado lo
bueno que era. Comenzó a besarme de a poco hasta llegara mi entrepierna,
tomó mi verga entre sus manos y la frotó contra su rostro,
luego abrió la boca y se devoró el glande, comenzó
a correr su lengua por la cabecita y después de un par de segundos
introdujo una porción mayor dentro de su boca, yo me levanté
un poco sobre la almohada para poder observarla, sentí cómo
la punta de mi verga tocaba el fondo de su garganta y su lengua jugaba
con todo mi tronco, abrió los ojos y me dirigió una mirada
muy excitante, su cabeza comenzó a subir y bajar, dejando que mi
miembro resbalara hacia arriba y abajo, sentí una sensación
maravillosa, todo lo que deseaba era quedarme allí y dejar que ella
me chupara eternamente, pero estaba muy caliente y sabía que no
podría contenerme mucho tiempo más. En un instante mi eyaculación
pareció estallar en el fondo de su garganta, ella gimió y
se la tragó toda, chupando con entusiasmo y evidente placer, no
dejándome ni una gota de leche, luego retiró su boca de mi
miembro y se relamió sus labios, subió muy despacio por mi
cuerpo dándome pequeños mordiscos, la sostuve entre mis brazos
y le dije que nunca me la habían chupado tan bien.
Comencé a besar y chupar
sus grandes pechos y no pasó mucho tiempo hasta que mi miembro volvió
a endurecerse, ella se colocó sobre mí y rodeó mi
verga con sus pechos. Yo comencé a acometer hacia delante y luego
a retroceder. Ella lamía el glande cuando acometía, al rato
le dije que me moría de ganas de penetrarla, quería sentir
el calor interno de su cuerpo, ella se levantó sobre su espalda
y se arrodilló sobre la cama, me deslicé debajo de su cuerpo
y antes que yo guiara mi verga hacia su vagina, ella la tomó y la
puso entre sus labios para que después sentarse muy despacio sobre
mí, sentía como entraba mi verga dentro de ella y el calor
de su cuerpo, cuando había introducido la verga entera, entraron
en acción sus músculos vaginales, que me la apretaron con
fuerza, no podía creer lo que estaba sintiendo, comenzamos a movernos
muy despacio hasta alcanzar mayor velocidad, cambiamos de posición
y ahora estaba debajo de mí, separó bien las piernas y podía
ver su concha hermosa y húmeda, me acerqué muy despacio y
de una sola embestida se la metí bien hasta el fondo, sus piernas
envolvían mi cintura, ella encontraba en los avances de su pelvis
cada una de mis acometidas, comenzamos lentamente, pero de a poco fuimos
aumentando la velocidad de nuestros movimientos hasta que realmente se
hicieron veloces, tenía una vagina tan estrecha que podía
haber llegado inmediatamente si ella no me hubiera chupada tan bien antes.
Después de unos cinco minutos,
ambos transpirábamos profusamente, yo goteaba mi sudor sobre ella
y el de ambos corría por su piel. Después de un rato más
Graciela empezó a llegar, luego sentí que ya me era imposible
evitar el orgasmo y cedí a la presión de mis testículos,
me hundía hasta el fondo y mis jugos comenzaron a inundarla, los
músculos de su vagina me ordeñaron hasta dejarme totalmente
seco, ambos jadeábamos, yo me coloqué a su lado, para que
ambos pudiésemos recuperar el aliento. La abracé muy fuerte
y le besé todo el hermoso rostro, en especial detrás de su
oreja y cuello.
Quedamos juntos un buen rato hasta
que me dormí, cuando los rayos del sol entraron por la ventana de
mi cuarto, busqué a Graciela pero ya no estaba, bajé a tomar
el desayuno y la encontré en la cocina, me confesó que no
podía creer que hubiéramos hecho el amor, me habló
de la diferencia de edad, de que todo había sido una locura, que
ella se había dado cuenta de la forma en que yo la miraba pero que
nunca hubiera imaginado que iba a suceder algo entre nosotros. Se echaba
toda la culpa porque no había hecho nada para evitarlo y que sé
yo cuantas otras cosas más.
La tranquilicé y le dije
que la amaba desde hacia mucho tiempo y que sólo quería estar
con ella, le tomé una mano y ella se electrizó toda.
Trató de esquivarme toda
la semana hasta que terminaron de refaccionar su casa y se mudó
nuevamente a su casa, nunca más respondió mis llamados o
saludos y evitaba a toda costa estar a solas conmigo
(continuará)
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