No s� como empez�. S�lo s� que de un momento a otro mi hermana y yo nos
encontr�bamos manipulando nuestros �rganos sexuales. Recuerdo que sol�amos
hurtar las cartas pornogr�ficas de nuestro hermano mayor para deleitarnos
observando las candentes figuras que en ellas aparec�an.
Quiz� esto nos incentiv� a buscar un mayor placer por medio de la exploraci�n
de nuestros sexos. La primera vez que introduje un dedo en la vagina de mi
hermana fue para m� el m�s feliz de los acontecimientos. Siempre me hab�a
preguntado como pod�a caber mi enorme pene en ese agujerito tan peque�o. Yo
ten�a en ese entonces 14 a�os y mi hermana 11. Ambos desconoc�amos totalmente lo
que era un orgasmo o una eyaculaci�n. Simplemente sent�amos la urgencia de dejar
al descubierto nuestros �rganos sexuales y tocarlos delicadamente. Siempre
rog�bamos en nuestra mente para que nuestros familiares se vayan y nos dejen
solos. Entonces s� que empez�bamos a vivir, a disfrutar.
A ella le gustaba mostrarme su culito y se pon�a de espaldas para que yo
pudiera apreciarlo. Quiz�, inconscientemente, tem�a que ese monstruo que yo
ten�a entre las piernas se decidiera a perforar ese conejito apretado. Entonces
yo me pon�a entre sus piernas y masajeaba mi pene entre sus apretados rincones
de sus muslos, experimentando una exquisitez nunca antes sospechada. Poco a poco
mi inter�s sexual se fue haciendo m�s intenso. Sent�a como mi pene vibraba de
angustia por introducirse en ese delicioso canal que promet�a mil placeres. Yo
luchaba porque mi hermana se pusiera de espaldas y me permitiera explorar ese
agujerito maravilloso que ten�a en la uni�n de las dos piernas. Pero ella,
siempre me lo negaba y me ofrec�a su culito, al que tambi�n adoraba pero algo en
mi interior me dec�a que ese agujero no era el apropiado.
Cierto d�a, no pude controlarme y cog� a mi hermana y le baj� los pantalones
cortos que llevaba y su calzoncito y le obligu� a que se pusiera de espaldas y
abriera las piernas. �Qu� espect�culo! All� estaba su chochito t�mido!. Parec�a
gritarme: �l�meme!, �C�meme!. No pude resistir ese divino espect�culo e
inclin�ndome tom� entre mis labios esa extra�a boca que se me ofrec�a
insinuante. �Qu� placer tan grande!. El solo hecho de besarlo era como tener
todo el oro del mundo. �C�mo am� a mi hermana, entonces, por permitirme
contemplar, lamer y acariciar su co�ito. No podr�a sino besarlo en gratitud a su
lindo regalo,
Primero fue un dedo, luego otro. Despu�s mi mente huy�.... Instintivamente
sent� que deb�a introducir mi tembloroso pene en ese hoyo que promet�a mil
placeres. Lentamente coloqu� mi verga sobre esa deliciosa labia y busqu� la
gruta... Mi hermana cerr� los ojos adivinando el dolor que ya se present�a. Todo
sucedi� de repente. Mi verga encontr� su objetivo y empez� un lento ascenso...
Gruesas gotas de l�grimas corr�an por las mejillas de mi hermanita mientras su
himen era destrozado por esa brutal de carne que no respetaba ni siquiera los
�ntimos lazos de sangre.
Parec�a como si me hubiera transformado en otro. Jadeaba entrecortadamente
como un le�n herido. Mi �nico objetivo era destrozar ese sexo virgen que ten�a
al frente. Al fin, mi empe�o se vio recompensado. Llegu� a mi destino. Solo me
detuve cuando sent� que la cabeza des mi miembro se topaba con otra muralla al
fondo. Todav�a faltaba unos 5 cm. por entrar pero mis esfuerzos eran in�tiles.
El peque�o co�o de mi hermana era insuficiente para albergar las 7,8 pulgadas de
largo y 1,5 pulgadas de di�metro de mi verga. Instintivamente comenc� a bombear
hacia dentro y hacia fuera...despacio...despacio, mientras mi hermana se tapaba
la boca con ambas manos para no dejar escapar los gritos de dolor que pugnaban
por librarse desde lo m�s profundo de su ser. Las l�grimas segu�an mojando sus
mejillas y se deslizaban hasta caer sobre la manta.
�Qu� dicha sent� ante su dolor!. Era una forma de demostrar mi dominio, el
dominio del macho sobre la hembra. Tambi�n era una forma de castigarla por
permitir que pecara con esa relaci�n incestuosa. En el fondo me sent�a culpable
porque algo en mi interior me indicaba que lo que estaba haciendo no era
correcto. Sin embargo, en ese momento, la lujuria no me permit�a razonar
libremente y segu� atormentando a mi peque�a hermana con un ritmo que iba
creciendo a medida que mis bolas luchaban por liberar su primera descarga
seminal. Fueron diez minutos de tensi�n hasta que sent� como deben sentirse los
dioses... era una sensaci�n nueva, asombrosa. Era una mezcla de alegr�a y miedo.
Parec�a como si me fuera a desmayar. En el �ltimo instante me abrac� a mi
hermana dejando descansar todo mi peso sobre su fr�gil cuerpo; me agarr� de sus
hombros y empuj� mi verga hasta el fondo, hasta toparme nuevamente con algo que
me imped�a continuar... Mi vista se oscureci�. Cerr� los ojos y me mord� los
labios a medida que sent�a como r�os de lava que corr�an desde lo m�s profundo
de mi ser hasta la punta de mi verga y se depositaban en el fondo de una cuevita
del amor que aprisionaba mi pene.
No s� cuantos segundos o minutos permanec� asiendo con fuerza el cuerpo de mi
hermanita como queriendo fundirme con ella. Cuando me di cuenta de lo que hab�a
sucedido me retir� con miedo y casi bruscamente. Solo en ese momento me di
cuenta que peque�as manchas de sangre se ve�an sobre el colch�n... Fue divino.
Me gustar�a conocer su opini�n. As� mismo me agradar�a me den su consejo para
volver a follarme a mi hermana. Estoy tentado hasta a narcotizarla... Ella se
llama Teresa.
Escriban a POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO