Las dudas de Roberta
Cap�tulo 1
Su cuerpo se cimbraba estremecido de placer al comp�s de los golpes de su
pareja, que aferrado a sus senos, met�a y sacaba su virilidad de la vulva de
Roberta cada vez con m�s premura, en busca del ansiado goce que estaba por
llegarle. Ella mov�a sus senos, que �l apretaba gozoso mientras aumentaba el
ritmo de sus movimientos sobre el cuerpo de ella.
Roberta sent�a el vigor de Diego entrar y salir de su
interior y cada golpe aumentaba el placer que sent�a. Cerrando los ojos esper�
el cl�max que present�a pr�ximo. Fue entonces cuando, sin que ella pudiera
evitarlo, la imagen de Anahi se fue apoderando de sus sentidos hasta termin� por
ocuparlos totalmente.
�Por qu� su pensamiento estaba con Anahi y no junto a su
pareja que aceleraba sus movimientos ante la cercan�a de su orgasmo? El placer
que Diego le daba era carnal, material, un placer que terminar�a en su orgasmo,
independiente del hecho de que ella alcanzara el mismo estado, en tanto que
Anahi y sus caricias le hac�a vibrar cada fibra de su ser y las sensaciones que
despertaba en ella la boca y las manos de su hermosa compa�era le acompa�aban
mucho mas all� del orgasmo que le brindaba.
Su hermosa compa�era de colegio y amante. La primera y �nica
mujer que ha tenido hasta ahora. El ser que le hizo experimentar el goce del
sexo a l�mites incre�bles. Anahi, una hermosa hembra delgada, alta, de pelo
rubio que le ca�a hasta el hombro, un bello rostro en que los ojos parec�an un
par de diamantes y sus labios unos rub�es. Una bella y exquisita joven que era
admirada y deseada por tantos hombres pero que la hab�a preferido a ella para
entregarle su cuerpo en aras del placer. Y no es que Roberta le fuera en saga en
cuanto a belleza, solo que era una belleza diferente: algo mas baja, de pelo
negro largo, un bello rostro de labios carnosos y unas piernas que atra�an las
miradas de los hombres. Eran dos bellas mujeres que se hab�an atra�do y deseado.
Mientras su cuerpo se mov�a maquinalmente, respondiendo a las
embestidas de Diego, Roberta se evadi� del lugar y su mente viaj� junto a su
amada compa�era de colegio y al placer que recib�a de ella cuando ambas
jugueteaban en la cama buscando regalarse placer mutuo. Y pronto se remont� al
d�a en que Anahi le hizo experimentar por vez primera el goce del amor l�sbico.
A decir verdad, su imaginaci�n la llev� al d�a anterior, cuando por vez primera
bes� los labios de su hermosa y apetecida compa�era, frente a todos sus
compa�eros de curso.
Era una fiesta como tantas otras. Ya los �nimos estaban
desenfrenados y lleg� el infaltable juego de la botella. Pero en esa
oportunidad, cuando la botella que ella hab�a hecho girar se detuvo frente a
Anahi, uno de sus compa�eros de curso propuso que la prueba fuera un beso.
Clavando sus hermosos ojos en Anahi, se acerc� a su bella compa�era, abri� sus
labios, los acerc� a los de ella y le brind� un beso apasionado como nunca se lo
hab�a dado a su novio. Cuando se separaron, su hermosa compa�era la mir� una vez
m�s, profundamente, y continu� el juego como si nada hubiera pasado entre ambas.
La fiesta sigui� sin novedades y al d�a siguiente, cuando fue
a visitar a Anahi a su casa, con la finalidad de disculparse pero con la secreta
intenci�n de revivir el hermoso momento que viviera cuando los labios de su
hermosa compa�era la llenaron de placer. Estando ambas en su dormitorio,
sentadas en la cama, rieron recordando las incidencias de la reuni�n. Roberta
finalmente le pregunt� por lo sucedido entre las dos.
�Recuerdas lo que sucedi� anoche?
Si, perfectamente.
�Y lo del beso?
Si
�No estas molesta?
No, �por qu�?
Pens� que estar�as molesta por ello.
No, al contrario. . .
�C�mo?
Si, creo que fue algo bonito.
A mi tambi�n me pareci� hermoso.
Y ambas rieron como si lo sucedido la noche anterior fuera
una simple broma de estudiantes. Pero Roberta sent�a que para ella no era as�,
que detr�s de ese beso frente a sus compa�eros hab�a algo que luchaba por salir.
La mir� a los ojos, intensamente, y acercando su rostro al de ella, le bes� en
los labios. Anahi se dej� hacer, casi sorprendida. Se separ� de su lado y con la
vista baja se disculp�.
Perdona
�Por qu�? Estuvo rico
�En serio? �Te gust�?
Si, pero podr�a haber sido mejor. As�, por ejemplo.
Acerc�ndose con una semi sonrisa en los labios, le tom� el
rostro y le dio un beso lleno de pasi�n, con lengua incluida, sin quitar la
vista de sus ojos, como viendo su reacci�n. Roberta no precisaba de mayores
alicientes y envalentonada por el gesto de su compa�era, la secund� con brioso
entusiasmo, abraz�ndola y apret�ndose al cuerpo delgado pero lleno de formas
exquisitas de Anahi.
Al cabo de unos instantes de abrazos, besos y caricias, Anahi
la empuj� suavemente sobre la cama y desabroch� su blusa, dejando sus juveniles
y enhiestos pechos al aire, los que empez� a acariciar con tanta delicadeza que
casi la hace eyacular por el goce que le produc�a el roce de los delicados dedos
de su exquisita compa�era. Sobreponi�ndose al placer, Roberta a su vez abri� la
blusa de su hermosa compa�era, le sac� el sost�n, baj� su falda colegial y
finalmente le sac� el bikinni, dejando a Roberta completamente desnuda y
recorri� su cuerpo entre caricias y besos. Anahi le respond�a con igual
entusiasmo, bes�ndola desde los pies a los labios. Se acariciaban y besaban con
pasi�n creciente. En uno de los movimientos de sus cuerpos se acomodaron ambas
de manera de que el sexo de una quedara a la altura de la boca de la otra. No
fue casualidad. Ambas deseaban disfrutar de las intimidades de la otra. Sus
bocas ansiaban recorrer la gruta de su compa�era de juegos. Y ambas se dedicaron
a pasar la lengua por los labios vaginales de la otra, hasta que el primer
orgasmo lleg� al un�sono y ambas se desplomaron exhaustas de placer y los
cuerpos cubiertos de sudor.
Ya, mijita. �Te gust�?
Su novio hab�a acabado y ella no se hab�a enterado,
enfrascada en el recuerdo de su querida y hermosa compa�era de curso, cuyo
cuerpo le llenaba de un placer que ning�n hombre podr�a darle. Tal vez el
entusiasmo que hab�a despertado en ella el recuerdo de ese primer encuentro con
Anahi le hizo mover inconscientemente su cuerpo por el placer que ese recuerdo
le brindaba, lo que Diego atribuy� a sus propias metidas y sacadas, sin
sospechar que no tuvo ninguna participaci�n en el cl�max de Roberta. Quien la
penetrara era Diego, pero Anahi era la que le hab�a hecho gozar.
Si. Estuvo rico, mijito.
Y se separaron, �l satisfecho de haber descargado el semen
que llevaba acumulado y ella deseosa de ver a su compa�era para tener nuevamente
sexo real, de ese que solamente ella pod�a brindarle.