Esto me pasó hace sólo
unos días, en agosto del 2000. Me encontraba en la biblioteca publica
de mi ciudad, Valparaíso, Chile. La biblioteca esta ubicada en un
gran edificio antiguo. En la parte de abajo, primer piso, está la
sección de referencia, y el segundo piso, el salón de lectura.
Generalmente el primer piso se llena de escolares que van a hacer sus trabajos;
en el segundo, por lo general hay gente más grande.
Eran como las 4 de la tarde y yo
me encontraba consultando libros de geopolítica. Ah, me presento,
me llamo Miguel, estudio en la universidad y tengo 23 años.
Bueno, como les decía, llegaron
a la biblioteca un grupo de 3 niñas....y la mamá de una de
ellas, la típica señora que las cuida mientras hace la tarea.
En principio, todo esto no tenia mayor importancia, hasta que me di cuenta
de una de las niñas, la que se veía más mayor que
las demás. Era morena, pelo negro rizado, hasta los hombros, No
era bonita, pero tenia una mirada pícara. Lo que destacaba, eran
sus tetas, grandes y redondas para su edad y su culo, grande, redondo,
y compacto en sus jeans negros. Ella se sentó frente a mi y la señora,
(la mamá, que no era la de ella), de espaldas, así que no
tendría interferencias.
Empecé a mirarla de vez en
cuando, de tal manera que se diera cuenta, lo que paso rápidamente,
ya que ella se tomaba y arreglaba el pelo y cuchichiaba con sus amigas
y se reía, y me miraba de reojo. Pidieron algunos libros y los revisaron,
todo esto por espacio de como una media hora, en la cual todo siguió
igual. al final parece que se iban, la señora se paró, y
detrás dos de las niñas, y las otras dos fueron a devolver
los libros, y se fueron llevando sus cuadernos en la manos. Pero la morenita,
al pasar por el lado mío, disimuladamente me dejo caer un papel.
En el papel decía: "mañana
voy a estar acá, a la misma hora....y solita.... Janet". Con
esto, no me quedaba otra cosa que volver a la biblioteca al otro día,
como así hice.
Estaba, en verdad sola, en una mesa.
Me senté junto a ella, y nos pusimos a conversar de qué hacía,
su edad, si pololeaba (novio) qué se yo.
De repente, me dijo que iba al baño
y desapareció. Yo conocía los baños y sabía
que sólo podía estar una persona a la vez, así que
al ratito me levanté y me fui al baño...claro que en vez
de entrar al de hombres entré al de mujeres. Abrí la puerta
del único retrete y ahí estaba sentada... me miró
con asombro, pero yo no le dejé tiempo, la levanté y le besé
sus gruesos labios. Al comienzo se resistió, pero fue cediendo poco
a poco; saqué mi lengua apenas lo suficiente para lamer sus labios,
humedeciendo suavemente su carnosa superficie a mi alcance. Ella abrió
su boca e introdujo su ardiente lengua en la mía. Me separé
un poco y con mi mano empecé a tocar su vagina, sintiéndola
no solo húmeda, sino más bien empapada de sus flujos, por
lo que empecé a darle una rápida introducción, con
mi dedo medio lo más adentro que podía procurando rozar su
clítoris. Ayudado por ella, le saqué un polerón que
llevaba y un blusa, para quedar en la sorpresa que no llevaba sujetador
Y procedí a besar los morenos pezones.
Nos dimos vuelta y yo me senté
en la taza del retrete donde me saqué mi endurecido y crecido pene.
Janet se colocó sobre mi estaca dirigiéndola a la entrada
de su vagina y se dejó caer sobre la misma introduciéndosela
de un solo golpe. Tenía bastante experiencia, gracias a sus dos
primos que vivían con ella, que eran mayores y que tenían
verdaderas orgías cuando sus padres no estaban. Mientras ella me
cabalgaba, mis manos ansiosas recorrían su magnífico cuerpecito,
acariciándola toda principalmente sus senos, sus piernas y sus nalgas
duras y redonditas. por otra parte mi lengua recorría todo el contorno
de su seno, su piel era suave alrededor y con cada vez que me acercaba
a la punta de la teta sentía que endurecía, un pequeño
temblor recorrió todo su cuerpo. Su vagina hervía, era un
calor inmenso, su cuerpo se estremecía cada vez más por mis
penetraciones, podía sentir los espasmos de su vagina con cada embestida
que le propinaba, la calidez de su cueva era inmensa que parecía
arder, en su rostro se reflejaba la excitación y el placer que le
provocaba, su cuerpo estaba totalmente caliente.
Hasta que por fin ella, pegó
un gritito y terminó, segundos más tardes yo, derramé
abundante espeso semen en su interior. Ella se levantó y me lamió
mi pene entero hasta dejarme limpiecito, y me dijo que hiciera lo mismo
con ella. Nunca había probado el semen, pero la mezcla de mi semen
con sus jugos, me encantó, era un sabor nuevo. Se vistió
y se fue.
Al rato salí yo, no estaba
en la biblioteca, pero había un papel en mi mesa en que estaba su
teléfono. Espero llamarla la semana que viene
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