Alberto, el Semental que me hizo su Yegua 02
La ma�ana lleg� c�lida, las frazadas nos estorbaron y, en
medio de nuestro pesado sue�o, las tiramos por un lado. Abr� mis ojos y me
encontr� con la visi�n m�s bella de todas, los hermosos ojos grises de Alberto.
El solo me miraba en silencio, sin decirme nada m�s, sonri�ndome con una mirada
tan c�lida, que se sent�a rica sobre mi piel.
Buenos d�as huevonota. � me dijo.
Buenos d�as huevonote. � le contest�.
Me puse roja como un tomate, no s� por qu�. Bueno, en
realidad si, aquel era mi mejor amigo, al que la noche anterior me entregu� como
una perra y lo dej� hacer de mi lo que quiso, ahora amanec�a desnuda junto a el
y sin saber qu� decir o qu� hacer.
Pero bueno, a veces la mejor decisi�n es no decidir y dejarse
llevar, y yo me limit� a acurrucarme a su lado, mientras el pasaba uno de sus
brazotes bajo mi cabeza y me besaba, susurr�ndome cosas bonitas al o�do. Aquella
era una excelente forma de levantarse� lo malo es cuando se tienen ni�os
madrugadores.
Mami, tengo hambre. � me dijo Kik�n, parado frente a mi
cama.
Llena de espanto me sent� tratando de cubrir mi desnudez,
buscando in�tilmente las s�banas para taparme, pero estas se hab�an ca�do de la
cama. Beto peg� un brinco del susto y se cay�, con la cara p�lida y el gesto
espantado. Y para colmo, detr�s de Kik�n entr� Estelita, caminado con su osito
de peluche preferido entre sus manitas.
Como pude me levant� y me tap�, saqu� a mis beb�s del cuarto
dici�ndole a Beto que se vistiera. Les prepar� leche con cereal, apenas si los
pod�a ver a los ojos. no ten�a ni idea de cu�nto tiempo habr�a estado mir�ndonos
mi hijo, pro tampoco me atrev�a a preguntarle.
A Beto lo quer�s mucho, �verdad mami? � me dijo mi hijo.
Pues� este� �por qu� la pregunta cielito?
Porque cuando te despertaste lo abrazaste igual que con
papa. - �mierda, estuvo mirando un buen rato! � Y adem�s estabas desnuda como
cuando est� con el. � a veces la inocencia de un ni�o duele m�s que la maldad
de un adulto.
Los dej� comiendo y regres� a la habitaci�n luego de o�r el
llanto de Tonito, ya le tocaba comer. Lo encontr� en los brazos de Beto, que se
hab�a enrollado en la cintura una s�bana para tapar su desnudez. Se ve�a tan
paternal que no pude menos que sonre�r.
Gracias vos� d�melo, quiere comer. � le dije, sac�ndome un
seno y d�ndoselo en la boca a mi hijo � �Por qu� no te vestiste? � le
pregunt�.
Es que toda mi ropa se qued� en la sala.
�Ah, cierto, y mis beb�s est�n comiendo all� afuera!
Perdoname por causarte problemas.
No hay nada qu� perdonar� no me causaste ning�n problema. �
sal� por su ropa y se la llev�, nos quedamos callados mientras el se vest�a �
Te vas a ir de regreso a Xelaj�, �verdad?
Si, la familia me espera� � me qued� dolida, otra vez me
iba a quedar sola.
Bueno� que te vaya bien�
Quiero que veng�s conmigo.
�C�mo?
Que quiero que veng�s conmigo�
No puedo Beto� mis ni�os�
Los llevamos.
Pero� �Y Kike?
Bueno, el no est�, la que est� es Kika� y seg�n me dec�s,
no se la debe estar pasando mal.
�Y qu� le digo?
�Y qu� le tendr�as que decir? � ten�a raz�n, Kike no estaba
en condiciones de prohibirme nada ni de exigirme muchas explicaciones, pero
no, la voz de la raz�n apareci�.
Beto� mir� yo creo que lo de anoche fue un error� yo no
quer�a que me vieras como la puta que soy. � le dije con los ojos mojados y
empezando a llorar.
�Ninguna puta, ya te dije que no te voy a juzgar!
�Pero yo quer�a seguir siendo tu amiguita como antes!
Lo segu�s siendo� pero ahora quiero que adem�s se�s mi
mujer. � me qued� helada, �de qu� estaba hablando, qu� se le hab�a metido en
la cabeza?
�De qu� est�s hablando?
Laura� desde hace mucho sue�o con vos. Si, es cierto que yo
era tu amigo, y mi amistad siempre te la di sin esperar nada a cambio. Pero
con el tiempo fui sintiendo algo m�s por vos, nunca te lo dije para no
arruinar la amistad, pero era cierto� y con lo de anoche, me doy cuenta que
vos sent�s lo mismo.
�Pero yo estoy casada!
Kike tambi�n� �o no?
Si� pero� es que no�
�Qu� te detiene?
Pues� pues� no s� tu familia, todos saben de mi, fueron a
mi boda.
No te preocup�s por ellas� se van a alegrar, te lo aseguro.
�C�mo as�?
Vos solo confi� en mi.
Beto se fue a su hotel para traer su carro, mientras, yo
alist� algo de ropa casi sin saber porqu�, tan solo llevada por una extra�a
fuerza, y las maletas de mis peque�itos, y como a la media hora, Beto volvi� con
un gran pick up de doble cabina, Toyota, que estacion� en la puerta. Baj� de
all� y me ayud� a subir las cosas.
�Lista? � me pregunt�.
No s� � le respond�.
Subimos al carro y comenzamos el viaje, �bamos hasta la
ciudad de Xelaj�, as� que tendr�amos que cruzar Guatemala casi de mitad a mitad.
Yo trat� de llamar a Kike para avisarle, pero su celular parec�a no tener
cobertura. Ni modo, lo tendr�a que llamar en el camino.
Yo iba adelante, junto a Beto. Atr�s iban mis 3 beb�s, Kik�n
y Estelita en las esquinas, Tonito en medio en su sillita infantil. Comenzamos a
platicar hasta que me relaj� m�s, iba con Beto, �qu� me pod�a pasar que a mi no
me gustara? Y el se dio cuenta de mi cambio de �nimo, as� que se decidi� y
durante todo el camino se fue meti�ndome mano, aprovechando que mi ropa le
facilitaba la labor, yo llevaba una falda larga y ancha, de tela suave, y una
blusa azul.
Se las arregl� para meter su mano bajo mi trasero y jalar la
falda hasta descubrir mi calzoncito beige. No se ve�a nada pues la falda aun
segu� sobre mis piernas. Corri� la parte inferior de mi prenda y empez� a
meterme los dedos, acarici�ndome la raja por todo lo largo y haciendo c�rculos
sobre mi cl�toris. Solo dejaba mi sexo para hacer los cambios en las
velocidades. Luego met�a la mano bajo mi blusa, logrando desabrochar mi sost�n y
jugando con mi senos. Se divert�a de lo lindo como un ni�o malcriado, mirando la
facilidad con la que me induc�a orgasmo tras orgasmo. Fueron muchos y me dejaron
casi noqueada, pas� durmiendo la mayor parte del camino.
Llegamos al anochecer, el viaje fue cansado, aunque yo me
sent�a muy bien, la verdad. Bajamos del carro, est�bamos frente a una casa de
esquina, grande, bastante. Entramos y adentro se ve�a mejor, un patio amplio,
dominado por una gran pileta lo dominaba.
Esta es nuestra vieja casa familia Lalita, � me dec�a Beto
� es una pena que tus pap�s nunca te dieran permiso para venir de visita. � y
lo era, Beto se cans� de invitarme - �Ya vine! � dijo, y r�pidamente salieron
las mujeres de su familia a recibirlo.
Debo hacer un par�ntesis aqu�, Alberto era el �nico hijo
var�n de su mam�, y el �nico var�n de sus t�as, todas las dem�s eran mujeres.
El, dada su condici�n de hombre y la condici�n de hembras tradicionales de
ellas, se hac�a cargo de todo, era el jefe de la familia y sobre el que reca�a
toda la responsabilidad. Ten�a 28 a�os, uno m�s que yo, y aun segu�a soltero.
Mama� mir� a quien traje. � dijo al salir do�a Silvia, que
se me qued� viendo un poco antes de reconocerme, luego volte� a ver
inquisidoramente a Beto, cuyos ojos brillantes parec�an contarle todo lo
acontecido a su mam�.
���LAURITA!!! �Qu� gusto volver a verte ni�a! �Ya te hab�as
desaparecido! � me dijo abraz�ndome efusivamente, clav�ndome sus enormes tetas
sobre mias m�as.
Fuimos a la sala y nos llev� caf�, notaba a la madura mujer
ansiosa y nerviosa, aparentemente mi presencia le produc�a ese nerviosismo.
Platicamos de varias cosas, luego se fue de regreso a la cocina y escuch� el
tel�fono sonar, inmediatamente llam� a Beto.
Lala, te vas a enojar conmigo. � me dijo el, con cara de
pena.
�Por qu�?
Es que se accident� un mozo de la finca y lo tengo que
llevar al hospital. Pero regreso rapidito.
No te preocup�s por mi� si quer�s me voy a un hotel�
�De ninguna manera! � protest� do�a Silvia � A ti ya te
tengo preparado un cuarto.
Me llev� hasta la habitaci�n, amplia y con otras 2 camitas
para mis peque�os. Luego apareci� una muchacha bell�sima y do�a Silvia le dijo
que se llevara a mis hijos a jugar por all�, algo raro, pues ya pasaban de las 9
de la noche.
Bueno Laura� as� que al fin le hiciste caso a mi hijo� � me
re� pues cre� que estaba jugando, pero mi sonrisa desapareci� con su seriedad
� Alberto siempre te quiso, pero ambos fueron tan tontos de no darse cuenta de
eso. Pero bueno, eso ya no importa, lo que importa es lo que vas a hacer
ahora.
�Pero, �Beto ya le cont�?!
No me dio detalles� pero lo conozco muy bien. Adem�s est�s
casada, si no fuera eso, no te habr�as venido hasta aqu� sin tu marido y de
forma tan improvisada.
�Pero no, yo�!
Si t� me cont�s tu vida, yo te cuento la m�a�
Silvia May�n era la madre de Beto, siempre la record� como
una mujer muy bondadosa y sumamente hermosa, que me trat� muy bien. Ten�a 33
cuando la conoc�, y era una maravilla de la ingenier�a gen�tica. Rubia, de pelo
ondulado hasta media espalda, delgada y voluptuosa, con unos senos muy grandes y
firmes, una cinturita estrecha y unas nalgas grandes y paraditas. Preciosos ojos
azules sobre una nariz fina y delicada, con el bello rostro rematado por una
boca muy linda, ella ten�a carita de ni�a. Era alegre y muy cari�osa y atenta,
incluso conmigo, que parec�a quererme mucho.
Ahora ya deb�a tener 47 a�os, pero aun se conservaba muy
bien. Claro, y como dir�a Ricardo Arjona, Silvia ya era due�a de esa grasa
abdominal, que los aer�bicos no saben quitar. Sin embargo, aquel peso extra
estaba tan bien distribuido, que no se notaba m�s que con las enormes
proporciones de sus partes de mujer, tanto senos y nalgas estaban todav�a m�s
grandes y jugosos, y su cintura, claro, inevitablemente algo m�s gruesa.
Le cont� todo eso a la madre de mi amigo, no me pod�a
explicar como fue que me convenci� de hacerlo, pero no pude ocultarle nada,
aunque despu�s me qued� preocupada, no quer�a que ella me creyera una grand�sima
puta� independientemente que lo era. Pero para mi sorpresa, ella hizo algo que
no me esperaba� nunca lo hubiera esperado� me bes�.
Cuando nos separamos, me qued� fr�a, confundida, est�tica.
Ella se dio cuenta y me habl�.
Laura, ver�s� mi familia nunca fue tan diferente a la tuya.
Nunca te lo dijo Alberto, era muy joven y tem�a que fueras a pensar mal de el�
pero ahora que veo que tu vida no ha sido muy diferente a la m�a, creo que me
puedo sincerar. No teng�s miedo Lala, te juro que te voy a enloquecer del
placer�
Do�a Silvia sali� de la habitaci�n, regresando al poco
tiempo. Inmediatamente me volvi� a besar, susurr�ndome cosas dulces al o�do y
haci�ndome preguntas de mi vida. Que si ten�a otros amantes, que si mi marido
estaba al tanto, que c�mo era mi relaci�n con mis suegros, si hab�a seguido
estudiando, etc. As� pasamos como 25 minutos, yo segu�a aturdida, confundida, no
sab�a qu� hacer. Por un lado no quer�a que nada pasara con esa mujer, era la
mam� de mi mejor amigo. Por el otro estaba ardiendo, las desatenciones de Kike
me ten�an muy alterada y vulnerable.
De repente entraron 2 de sus hermanas, se me quedaron viendo
de pies a cabeza como a una mercanc�a.
�Laura! �Blanqui, mir� que linda est�!
�Ya es toda una mujer! �Una se�ora hecha y derecha!
�Y ustedes quienes son? � pregunt�.
�No nos recuerda! Yo soy Rosario y ella es Blanca� 2 t�as
de Beto� � si, record� al instante, no sal�a de una sorpresa antes de caer en
otra.
Entraron y entablaron un intenso cuchicheo con Silvia, no
supe que tanto hablaban, pero si que era de mi. Terminaron de conferenciar, y
Silvia se me acerc� lentamente, recorri�ndome con la mirada de pies a cabeza.
Ya decidimos�
�Qu�?
Te aceptamos dentro de la familia como la mujer de Alberto
Jos�. � otra vez me qued� fr�a.
Yo estaba hecha bolas, medio excitada, aun triste y algo
molesta, me dol�a el est�mago y sent�a como si me fuera a dar gripe. Si las
mujeres somos complicadas� pues yo soy muy mujer. Las 3 matronas se quedaron
paradas frente a mi (yo estaba junto a mi cama), me ve�an con ojos brillantes,
deseosos, me examinaban con la mirada de arriba abajo, como quien ve a una
mercanc�a que est� a punto de comprar, evalu�ndome. Eso era exactamente lo que
quer�an. Eran 3 mujeres muy hermosas, de piel blanca y sonrojada, rubias, de
ojos azules las 3 y rostros preciosos que, a pesar de los a�os (todas rondaban
los 50), aun era como de ni�as. Robustas y entradas en carnes, las 3 pose�an
senos enormes y generosas caderas, con nalgas grandes tambi�n, aunque no se
ve�an fl�cidas. Eran como templos antiguos que, desde lejos, se pod�a ver con
claridad la gloria de sus d�as de juventud.
Lalita, � dijo Silvia � no ten�s nada que temer, te aseguro
que te la vas a pasar muy bien.
Y luego� muchos de tus problemas van a desaparecer� �
agreg� Rosario.
Frente a mi at�nitos y asustados ojos comenzaron a besarse
entre ellas. �Dios m�o, eran hermanas! Sin embargo, pronto me sent� tonta
asust�ndome de aquello, �yo misma cog�a como loca con mis hermanas!
Particip� con nosotras Lalita� � me invit� Silvia.
Estir� mi mano y acarici� con suavidad uno de sus senos, ella
era la que ten�a m�s cerca. Mi caricia fue t�mida, insegura, aun no estaba
segura. Pero ella ten�a otros planes, me tom� de la mano y se la pas� con fuerza
sobre ambos pechos mientras hac�a otro tanto con los m�os. Pronto las 2
comenzamos a amasar, estrujar y sobar las mamas de la otra, busc�ndonos
afanosamente los pezones. Constat� su consistencia, a pesar del gran volumen no
los sent�a ca�dos ni fl�cidos, al contrario, eran aun duros. Eso si, bastante
pesados, me era imposible atrapar uno solo de ellos completo con mis 2 manos.
Volte� para ver qu� hac�an Blanca y Rosario, ambas se
encontraban en esquinas opuestas de la cama. Blanca ten�a las manos entre sus
piernas, las faldas de su vestido marr�n estaba enrollada en su cintura y
mostraba unas firmes y gruesas piernas blancas antes de llegar hasta unas
delicadas y peque�as braguitas. Ella es la mayor de las hermanas, mide 1.76,
tiene nariz delgada y fina, con una boca peque�a y fina tambi�n, sus rasgos son
algo angulosos. Tiene los ojos algo m�s oscuros que las otras 2 y es m�s delgada
y espigada, con un porte elegante y de menores, m�s no peque�as, proporciones.
Ya se ve�a enrojecida, acalorada y sudorosa, con la respiraci�n acelerada.
Rosario, justo en el extremo opuesto, nos miraba sentada,
acarici�ndose el sexo sin pudor, con las piernas abiertas, la falda roja
enrollada en su cintura y la blusa en el suelo, sob�ndose los senos, tambi�n
estaba colorada y agitada. Ella ten�a ya 50 a�os, y de todas sus hermanas, era
la m�s alegre y vivaracha, extrovertida y bullanguera. Tambi�n es la m�s
rellenita, mostrando una saludable llantita, pero que desaparec�a cuando se
encontraba erguida. Mide 1.65 mt, sus senos son grandes como los de Blanca, pero
su trasero es aun m�s gordito y resping�n. Es muy rubia, su nariz peque�a y
respingona, su boca peque�a y sus piernas gorditas.
Y frente a mi, do�a Silvia se desvest�a, mostr�ndome su
tremendo par de mamas. Silvia, tal vez la m�s hermosa de las hermanas May�n, es
una rubia de pelo ondulado hasta media espalda, delgada y voluptuosa, con unos
senos muy grandes y, por lo visto, firmes, una estrecha cinturita y unas nalgas
grandes, duras y paraditas. Sus ojos azules brillan como un par de estrellas, su
nariz es fina y delicada, al igual que sus labios. Y esa carita de ni�a la hac�a
aun m�s adorable.
Entonces, vi�ndome a los ojos, comenz� a acerc�rseme, yo
sab�a que trayecto llevaban sus labios y sent�a un poco de temor, pero no me
quit�. Aquel beso fue suave, los suaves labios de esa mujer, que en un momento
de mi vida vi como a una segunda madre, que transmiti� una gran ternura que
necesitaba mucho en aquella etapa de mi vida. sus labios suaves y finos me
transmitieron el calor que me hac�a falta y dej� todas mis dudas con respecto a
estar all� con esas 3 mujeres.
Con delicadeza me desnud�, debo admitir que me sent� un poco
cohibida, especialmente por el portentosos cuerpos que esas 3 maduras ostentaban
y que me hac�an sentir, en cierto sentido, algo menos. Aun as� yo estoy muy
buena, y ellas lo reconocieron. Mi cuerpo moreno delgado, de 162 cm de estatura,
est� dotado de una gran hermosura, comenzando por mis gl�teos, redondos, duros,
paraditos y grandes, bajo una cintura muy estrecha. Arriba, tengo un busto de
mediano a grandes, con su volumen aumentado considerablemente pues me hallo
amamantando. Mi rostro es como de una mu�eca de porcelana, de porcelana morena.
Mis labios son carnosos, mi nariz chata y mi ojos grandes y redondos, oscuros.
Mis medidas: 90, 57, 89.
�Ay Lalita, sos bell�sima! � me dijo Rosario.
Silvia me tendi� suavemente sobre la cama, sus hermanas se
acostaron a ambos lados de mi cuerpo, las mujeres empezaron a acariciarme los
senos y las ingles, yo permanec�a inm�vil con los ojos cerrados, concentrada
simplemente en sentir. Poco a poco, las manos que hurgaban en medio de mis
labios vaginales comenzaron a separar mi piernas. Blanca y Rosario continuaron
bes�ndome, me lam�an las mejillas y el cuello, estrujaban mis senos y les
exprim�an delgados chorritos de leche, que sorb�an luego de mi piel en medio de
risitas p�caras.
Entonces sent� una lengua h�meda y caliente de Silvia en la
entrada misma de mi feminidad, ese bello conducto donde una vez mi amado esposo
deposit� la semilla de mis hijos Kik�n, Estelita y Tonito. Silvia, comenz� a
mover aquel sensual ap�ndice en c�rculo, por todo lo largo, arriba abajo. Par� y
se concentr� un rato sobre mi regordete cl�toris, descubriendo r�pidamente, y
con gran agrado de su parte, mi cualidad multiorg�smica. En menos de 2 minutos
de lameteos y mordiditas ya me encontraba gimiendo como una loca por el
cosquilleo delicioso que me recorr�a.
���AH, AH, AH, AH!!!�
�����AAAAAGGHHHHHHHII IIIIIIIIRRRRRRRRR!!!!!
�Laura! �Por Dios, apenas si te toc�! � exclam� Blanca.
�Qu� b�rbara mujer! �Me das envidia! � agreg� Rosario,
despeg�ndose de uno de mis pezones.
Me estremec� y me revolv� sobre la cama como un gusano otras
2 veces m�s, las maduras se turnaron para practicarme sexo oral y a cada una le
regal� un cl�max. Me ve�an entre sorprendidas, curiosas y satisfechas, parec�a
que hab�a halado una mina de oro. Obviamente no quise quedarles mal, hice que se
acostaran una por una sobre la cama y me met� a bucear los r�os de flujos que
emanaban de sus enrojecidas vulvas, que emanaban ese conocido y excitante olor a
hembra en brama.
Primero fue a Blanca, luego Rosario, que casi me estrangula
con sus muslos, y por �ltimo Silvia. Disfrut� de los enormes senos de cada una
de ellas, de sus gl�teos carnosos y gordos, de sus largas y tersas piernas y de
sus dulces labios.
Nos quedamos acostadas sobre la cama totalmente desnudas, una
junto a la otra, apretadas, nuestros cuerpos y sexos empapados, jadeantes y
agitadas. Me qued� dormida sobre los enormes y suaves senos de Silvia, con
Rosario abraz�ndola por atr�s y Blanca abraz�ndome a mi. El destino me deparaba
muchas cosas al lado de esas mujeres y del resto de su familia. Y, sobre todo,
al lado de mi amigo de toda la vida, Alberto� el semental de quien me
convertir�a en yegua.
Continuar�
Garganta de Cuero.
Pueden mandarme sus comentarios y opiniones a mi correo
electr�nico, con gusto las leer� y contestar�, besos y abrazos a todos.