Mi nombre es Paula. Tengo 23 a�os y soy travesti. Me visto
desde la adolescencia, y siempre fui pasivo. Nunca me gustaron las mujeres, y
jam�s sal� con ellas. Siempre lo hice con hombres, y cumpliendo el rol pasivo.
Soy de cuerpo chiquito, mido 1,60 y peso 50 kilos, encima tengo la voz finita y
soy lampi�o. Con esas caracter�sticas, m�s una piel muy suave, y modales
femeninos siempre me result� f�cil pasar por mujer. En mi casa estuvo claro
desde el principio que yo era marica. Yo era un chico de modales suaves y cuerpo
esbelto pero no atl�tico, y por supuesto nada masculino.
No me gustaba el f�tbol ni los deportes, y prefer�a estar con
las nenas antes que con los varones. As� pas� mi infancia aprendiendo a
comportarme como una mujercita. Por suerte mis padres son gente abierta y todo
el tiempo apoyaron mi forma de ser. En la adolescencia esto se hizo m�s marcado,
y me pasaba tardes enteras realizando labores de mujer. Sab�a coser, tejer,
cocinar, ten�a mi agenda, mi diario, me gustaba ir de shopping, etc. No quer�a
saber nada con el f�tbol, no me interesaban los deportes, y definitivamente
miraba a las mujeres como ejemplo y no como objetivo. As� me fui convirtiendo en
un maric�n afeminado. En el colegio me dec�an Gladys, y a m� me encantaba,
porque me hac�a sentir como toda una chica.
As� pas� toda mi adolescencia, siendo tratado como mujer no
s�lo por mi familia, sino adem�s por mis compa�eros del colegio.
Yo so�aba con ser una mujer de verdad. Por las noches me
desnudaba, miraba mi peque�o pene y maldec�a. Odiaba ser hombre. Deseaba con
toda mi alma un milagro que me quitara el molesto pene y me hiciera crecer un
buen par de tetas.
Suspiraba por los galanes de las novelas y deseaba ser una
hero�na.
Por suerte soy lampi�o, as� que no tuve problemas con la
depilaci�n, con mi cuerpo esbelto pero nada masculino, mis piernas largas, el
pelo largo y la voz aguda, pude pasar por mujer siempre que as� lo quise.
Pero no me gusta enga�ar a la gente, as� que durante muchos
a�os fui una simple mariquita, que s�lo usaba ropa interior femenina. Hace 5
a�os conoc� al hombre que hoy es mi marido. Yo estaba en el �ltimo a�o del
colegio y �l era un importante empresario. Yo asist�a a un colegio que ten�a un
r�gimen de pasant�as en importantes empresas, y me toc� en la de �l. En esa
�poca yo todav�a no era Paula, pero ya suspiraba por los hombres. Julio era el
presidente de la compa��a, y yo estaba de pasante. Iba all� a la salida del
colegio, vestido con mi uniforme y llevando, por supuesto, bombacha debajo.
Julio es un tipo exitoso, 15 a�os m�s grande que yo, de cuerpo varonil y linda
cara. Yo qued� prendada de �l en cuanto lo vi. He dicho que nunca me interesaron
las mujeres, salvo como ejemplo a seguir, de modo tal que los hombres eran y son
mi perdici�n.
Ya antes hab�a salido con algunos chicos, pero Julio fue el
que hizo realidad mi sue�o de ser mujer.
Desde el principio supo que yo era puto, porque nunca trat�
de ocultarlo. Al contrario, estando con �l me comportaba de la manera m�s
femenina posible. Al principio ten�amos una relaci�n normal de jefe-empleado,
pero de a poco fuimos entrando en confianza. Yo trabajaba con �l por la tarde, a
la salida del colegio, y los fines de semana segu�a haciendo mi vida normal de
chico de 17 a�os, pero estaba totalmente enamorada de Julio y no pod�a estar con
otro hombre sin pensar en �l.
Poco a poco nuestra relaci�n se fue afianzando, y yo trataba
de estar en la oficina la mayor cantidad de tiempo posible y hac�a todo lo que
estaba a mi alcance para verlo. Julio me daba cada vez m�s tareas, y la mayor�a
eran a cumplir en su despacho, pero adem�s me ten�a casi de secretaria, y me
ped�a que le sirviera el caf�, que le atendiera el tel�fono, le organizara la
agenda y todo lo que hace una verdadera secretaria. Una tarde nos quedamos solos
y ah� empez� todo. Yo estaba de pie ordenando unos archivos y �l pas� y me roz�,
yo me di vuelta, lo mir� y sonre�. Ah� se dio cuenta de cuanto me gustaba.
Entonces, sin decir una palabra, se acerc� a m�, me abraz� y
comenzamos a besarnos y acariciarnos. Julio es un tipo experimentado y sab�a lo
que hac�a, por lo que no tard� en calentarme como nunca antes lo hab�a hecho y
decidir que estaba lista para entregarme a ese hombre que tanto me gustaba. �l
comenz� a desnudarme despacito, y nunca voy a olvidar la cara de sorpresa y
satisfacci�n que puso cuando me quit� el pantal�n y descubri� que debajo no
llevaba calzoncillo sino una peque�a bombacha blanca. Era una bombachita com�n,
de algod�n y lycra, como usa cualquier adolescente, pero Julio qued� fascinado.
Me acuerdo que se qued� mir�ndome y dijo que siempre hab�a so�ado con tener a
una nenita como yo. En ese momento, mientras me hac�a dar una vueltita para ver
mejor c�mo me quedaba la bombacha, me bautiz� Paula. Yo me sonroj�, y �l dijo
que me quer�a como mujercita. Hasta ese momento yo era casi virgen. Si bien es
cierto que me gustaba meterme cosas en el culo, y que no conceb�a masturbarme
sin meterme por lo menos un par de dedos, y que un compa�ero del colegio me
hab�a cogido dos veces. Hicimos el amor dos veces sobre el escritorio, me dej�
el culo destrozado, pero me fui a mi casa feliz.
A partir del d�a siguiente, empec� a chuparle la pija todos
los d�as metida debajo de su escritorio. La rutina era as�: Me llamaba, yo le
mostraba la bombacha, y me met�a debajo del escritorio y le chupaba la pija.
Nunca tragu� tanta leche como en esa �poca, porque siempre me acababa dentro de
la boca y como no hab�a donde escupir, me la ten�a que tragar. Luego nos d�bamos
un beso y volv�amos a nuestras tareas. Resultado: Termin� adicta a la leche, a
punto tal que a�n hoy no concibo una relaci�n como completa sino saboreo el
semen; jugo de macho, como me gusta llamarlo.
Durante casi tres meses hicimos eso a diario, y �l empez� a
comprarme ropa interior. Cada dos o tres d�as me regalaba una bombachita, un
corpi�o, un body, o lo que fuera. Tambi�n me regal� unos aritos, pulseritas, y
otras chucher�as que me hac�an cada vez m�s femenina. Yo deliraba de placer,
pero mi felicidad no era completa.
Un d�a me invit� a salir y me pidi� que me arreglara
especialmente para �l, pero yo no me anim� a salir a la calle vestida como
hubiese querido. Sin embargo algo hice: Adem�s de ponerme un conjuntito de
bombacha y corpi�o rosa que �l me hab�a regalado y unas medias negras al muslo,
me puse un pantal�n de mi hermana que me quedaba s�per ajustado y una remerita
tambi�n ajustada. Tambi�n me llev� unos aritos de argolla y unas pulseras, pero
en el bolsillo, y para pon�rmelas despu�s.
Me llev� a comer a un hermoso restaurante, en una cena
rom�ntica con velas y todo, y despu�s fuimos a bailar a una disco gay. Por
supuesto termin� chup�ndole la pija en un reservado, pero eso no era suficiente
para m�, ni para �l tampoco, porque en un momento se levant� y me dijo de ir a
su casa. Yo estaba entregada y acept� con todo gusto. Necesitaba acostarme en la
cama de mi hombre y ser suya una vez m�s.
Llegamos a su casa y entre besos y arrumacos fuimos a la
cama, pero �l me ten�a una sorpresa. Nom�s llegamos me indic� una habitaci�n, y
all� hab�a un hermoso vestido rojo y unas sandalias haciendo juego, adem�s de
una cajita con maquillaje. Yo deliraba, y totalmente excitada me cambi�. Sal� de
la habitaci�n sinti�ndome la mujer m�s sexy de la tierra, y �l aprob� mi cambio
d�ndome un largo y profundo beso. Por supuesto terminamos haciendo el amor.
A partir de esa noche nos pusimos oficialmente de novios.
Cuando llegu� a mi casa, directamente tir� a la basura todos
mis calzoncillos, decidida a no usarlos nunca m�s, y a convertirme
definitivamente en Paula. A esa altura yo ten�a ya un mont�n de lencer�a, que en
parte me hab�a comprado yo y en parte me la hab�a regalado Julio.
Julio me regalaba un mont�n de ropa y chucher�as femeninas,
que yo aceptaba encantada. Ya hab�a pasado definitivamente a ser Paula, para �l
y tambi�n para mi familia.
Tambi�n por esa �poca empec� a usar ropa exterior de mujer,
no s�lo para estar con Julio, sino tambi�n para estar en mi casa: Vestidos,
polleras, blusas, remeritas, calzas y a dormir con camis�n a�n estando en mi
casa con mis padres. Ellos por suerte entendieron mi necesidad y me apoyaron
siempre, inclusive cuando les tuve que pedir autorizaci�n para empezar un
tratamiento con hormonas femeninas, y posteriormente cuando tambi�n me
autorizaron la operaci�n de tetas, que pag� Julio.
Las hormonas femeninas que tomaba iban haciendo efecto, y
paulatinamente mi cuerpo comenz� a transformarse: El poco vello que ten�a
desapareci�, mis caderas comenzaron a crecer y tambi�n mis pechos, aunque
poquito, mientras se me afinaba la cintura y se torneaban mis piernas. Despu�s
de casi un a�o de tratamiento logr� tener un cuerpo femenino, salvo por el
molesto pene que todav�a cuelga entre mis piernas, y de a poco me fui animando a
salir a la calle vestida de mujer. Este hecho no hizo m�s que fortalecer mi
relaci�n con Julio, que pas� a ser un amor apasionado.
En mi casa estaban contentos con el cambio. Mi mam� porque
ten�a a alguien con quien hablar de cosas de mujeres, y mi pap� porque pas� a
ser el �nico var�n de casa. Yo, como su nena, era muy cari�osa, y me gustaba
sentarme en sus rodillas. �l me dec�a "la nenita de papi", y yo era inmensamente
feliz.
Cuando termin� el a�o tir� a la basura la poca ropa de var�n
que me quedaba, y fui a mi fiesta de egresados con un vestido largo divino, de
espalda descubierta y sandalias de taco alto. All� mis padres conocieron a
Julio, al que present� como mi novio. Yo ya era toda una mujercita.
Ese verano fue el �ltimo que pas� con mis padres. Fuimos a la
playa, y mi pap� me sorprendi� regal�ndome unas bikinis cola less. Fue mi primer
verano como mujer, y me parec�a fascinante tirarme en la playa a tomar sol y
despu�s mirarme al espejo y notar en mi cuerpo bronceado marquitas de las
tiritas de la bikini.
Conoc� a algunos chicos, y hasta llegu� a acostarme con uno,
pero la verdad es que hablaba con Julio todos los d�as y lo extra�aba horrores.
No ve�a la hora de volver para sentir mi culo lleno de la pija que tanto me
gustaba. Ten�a 18 a�os y era una adolescente enamorada.
Cuando volvimos a casa lo primero que hice fue ir a visitar a
Julio a su oficina, meterme debajo de su escritorio y chuparle le pija hasta que
me acab� en la boca. Extra�aba tanto el jugo de macho que pens� que me iba a
volver loca.
Estuvimos saliendo unos meses m�s, yo ya absolutamente
femenina y �l como mi novio oficial, cuando me di cuenta que le gustaban las
chicas de tetas grandes. Con mi tratamiento hormonal yo hab�a desarrollado un
lindo par de tetas, pero eran peque�as. La verdad es que yo tambi�n envidiaba a
las tetonas y me encant� cuando me propuso hacerme una operaci�n para ponerme un
poco m�s.
Le plantee el problema a mis padres, quienes aceptaron y
dieron su consentimiento legal, y al poco tiempo me hice la operaci�n.
Cuando despert� de la anestesia me vi divina. Abr� los ojos,
mir� hacia mi pecho y all� estaban: Bajo las s�banas hab�a dos monta�itas
redondas. Fui feliz.
Enseguida entraron a la habitaci�n mis padres y Julio, que me
llenaron de mimos y regalitos. Mi pap� se hab�a encargado de comprarme varios
conjuntos de lencer�a nuevos, con corpi�os m�s grandes para que entraran mis
nuevas tetas.
A la salida del hospital me llev� otra grata sorpresa: Mi
ropa ahora me quedaba mucho m�s ajustada, y mis tetas se marcaban mucho m�s. Con
esto me sent� muy segura como mujer, adem�s de deseada y admirada.
Alguna ropa dej� de entrarme, sobre todo algunas blusitas y
camisitas, pero esto fue otro motivo de satisfacci�n, ya que me oblig� a hacer
una de las cosas que m�s me gustan: Ir a comprar ropa.
La primera noche que estuve con Julio despu�s de la operaci�n
fue incre�ble. Me hizo el amor como nunca antes. Tuve tanto tiempo su pija
dentro de mi culo que llegu� a sentirla como parte de mi propio cuerpo. Pude
hacer algo que siempre hab�a deseado, que era masturbarlo con las tetas.
Al poco tiempo Julio me pidi� que me fuera a vivir con �l, y
yo empec� a so�ar con el casamiento. Yo ten�a 19 a�os, y a pesar de haber nacido
var�n me sent�a feliz siendo la mujer de un tipo apuesto y exitoso. Casarme con
�l era mi m�xima aspiraci�n. Si bien sab�a que no podr�amos hacerlo legalmente,
mi ilusi�n era muy grande, y se convirti� en felicidad absoluta cuando Julio me
vio mirando vestidos de novia en una revista y me dijo que �bamos a tener una
ceremonia y una fiesta de casamiento como si fuera real. Usar un vestido de
novia era el sue�o de mi vida y mi mayor deseo, y Julio me lo cumpli�. Nunca
hab�a sido tan feliz. Por dos razones: primero por usar ese vestido divino, y
segundo por entregar mi vida a ese hombre del que estaba y estoy enamorada. Los
preparativos del casamiento fueron de lo m�s excitantes, sobre todo cuando mi
mam� me regal� el ajuar nupcial: Un mont�n de lencer�a blanca, a la vez
angelical y muy er�tica.
La fiesta fue incre�ble. Primero hicimos una ceremonia en la
que nos declaramos amor eterno y nos pusimos los anillos. Luego bailamos y
comimos con nuestros amigos y familiares. Yo estaba divina con mi vestido blanco
hecho de seda y tul, con espalda descubierta, breteles finitos, y cola. Zapatos
blancos de taco alto, y lencer�a angelical. Me sent�a una diosa. Y muy mujer.
Luego de la fiesta tuvimos nuestra noche de bodas en la que
estren� parte de la lencer�a que me hab�an regalado, y despu�s la luna de miel,
de la que volv� m�s enamorada que nunca.
Ahora estamos planeando la operaci�n definitiva, es decir la
de reasignaci�n de los �rganos sexuales. La verdad es que mi pito sobra y
molesta. Nunca lo us�, m�s que para hacer pis, y a mi marido le gustar�a tener
otro lugar para pentrarme. A esta altura del partido ya ni se me para, y es tan
chiquito que aunque se me parara tampoco cumplir�a ninguna funci�n. Por otra
parte yo no lo quiero, porque no voy a penetrar a nadie nunca, adem�s, estoy
ilusionada con lo bien que me quedar�n las bombachas y los pantalones ajustados
cuando ya no tenga esa molestia entre las piernas. Yo nac� para ser penetrada, y
soy una mujer encerrada en un cuerpo de hombre (aunque ya no lo parece), y mi
psic�loga est� de acuerdo. Estamos con los tr�mites legales. S� que cuando tenga
concha voy a poder darle a mi marido todo lo que se merece, y yo me voy a sentir
como lo que soy: Una mujer.