Relato: Desfase familiar (1)





Relato: Desfase familiar (1)

Hola, me llamo Alexandra y me dispongo a contaros la
incre�ble historia que viv� hace cosa de 4 a�os, en la que toda mi familia y yo
misma nos vimos envueltos en una ola de sexo desenfrenado.


En aquel entonces yo ten�a 16 a�os, y era la t�pica
adolescente guapetona, muy mona de cara, pelo casta�o y ojos oscuros. Ten�a unos
senos bastante grandes, bien erguidos. Era muy delgadita, por lo que me pod�a
poner la ropa m�s provocativa que encontrara. Ten�a un buen culo, bien redondito
ya que iba al gimnasio 3 veces por semana, y unas piernas largas y delgaditas.
En definitiva, era la t�pica chica joven a la que todos los hombres desean.


Mis padres se llaman Pablo y Mar�a, de 37 y 35 a�os
respectivamente, y tengo dos hermanos y una hermana. Mi hermano mayor se llama
Javier, tiene 19 a�os. Es m�s alto que yo, tiene muy buen cuerpo pero el pobre
no ha salido muy agraciado en cuanto a belleza. Mi otro hermano es mi gemelo, se
llama Roberto, m�s o menos como mi hermano de alto, pero bastante m�s guapet�n.
Yo manten�a una relaci�n mucho m�s abierta con �l, por todo el rollo de ser
hermanos gemelos y dem�s. Mi hermanita, Luisa, de 14 a�itos, era la peque�a de
la familia, la ni�a consentida. Ya totalmente desarrollada, ten�a unos pechos
firmes, menores que los m�os, pero dispon�a del mismo culito que su hermana. Era
tambi�n delgadita i muy mona.


En mi familia nunca ha faltado dinero, m�s bien siempre hemos
vivido muy bien. Tenemos una casa en el centro de la ciudad y otra en un
pueblecito costero, donde pasamos los fines de semana y los meses de verano.


Roberto, Luisa y yo tenemos una relaci�n muy buena, a
diferencia de mi hermano, que est� bastante apartado de nosotros. Con Luisa y
con Rober siempre habl�bamos de nuestras primeras relaciones sexuales. Est�bamos
en plena adolescencia y desert�bamos en el mundo del sexo. Luisa y yo siempre le
ped�amos a Roberto que nos mostrara las p�ginas m�s picantes de Internet, hasta
alg�n d�a Luisa hab�a propuesto que hiciera fotos en su vestuario, aunque
siempre de broma, nada serio. Por supuesto Roberto nunca acept�.


En mi casa se respiraba un aire confiado, muy abierto y por
eso, no era de extra�ar, que Luisa y yo fu�ramos en tanga por casa y con una
peque�a camiseta a modo de camis�n. Del mismo modo, Roberto y Javier dorm�an en
calzoncillos, y siempre andaban sin camiseta (vivimos en un pa�s tropical, donde
durante casi todo el a�o hace calor).


A mi me encantaban las charlas entre mis dos hermanos
menores, en donde me pod�a destapar y contar por ejemplo, mi primera relaci�n
sexual (�Y hasta la fecha la �nica!) con un chico de la clase de Roberto.
Roberto tampoco era virgen, pero lo suyo duro solo unos d�as, y desde entonces
tampoco hab�a pillado nada. Lucia era la �nica virgen de la familia (Javier
ten�a novia desde hac�a 3 a�os) y era la que m�s ganas ten�a de probar el sexo.
Por las noches, antes de dormirnos, siempre me preguntaba todas sus dudas, desde
la ropa que ten�a que ponerse para provocar hasta si deb�a o no llevar sost�n.
Una noche me pregunt�:


- �Alex, crees que deber�a depilarme la concha?, es que el
otro d�a te vi salir de la ducha, y no vi ni un pelito en la tuya.


- Mira Luisa, yo me depilo porque me siento m�s limpia, y a
los chicos les gusta m�s, pero tu debes hacer lo que quieras.


- Pero un d�a se lo coment� a una amiga de mi clase y me dijo
que eso era de guarras�


- Eso es mentira, muchas amigas m�as tambi�n se lo depilan, y
no pasa nada.


- Yo quiero depil�rmelo, pero tengo miedo de lastimarme, no
se como se hace.


- Si quieres, ma�ana, despu�s de ducharte, te ense�o, vale?


- No se, me da verg�enza�.


- �Anda, no seas boba, como si nunca te hubiera visto
desnuda, ma�ana cuando acabes de ducharte me llamas y ya esta, vale?


Ella asinti� con la cabeza, y yo contenta porque ve�a que mi
hermanita se empezaba a preocupar pos sus partes m�s �ntimas, lo que significaba
que ya hab�a empezado a tener sus primeras relaciones con los chicos (no hablo
de sexo).


Al d�a siguiente ella se despert� primero y se fue a luchar.
Al cabo de 20 minutos me despert� y me coment� que se acababa de duchar, si
pod�a ayudarle en su asuntito. R�pidamente me despert� y entend� claramente lo
que me ped�a.


Nos dirigimos al ba�o, y yo cog� la espuma de afeitar, unas
tijeras y mi maquinilla. Cuando est�bamos a punto de empezar ella me pidi� que
le dejara ver como me quedaba a m�, y tambi�n quer�a ver con que tacto quedaba
toda esa zona. Yo, un poco desconcertada, acept�. Me baj� mi tanguita con el que
dorm�a y le dej� mi vulva delante de su cara. Se pas� un buen rato observ�ndola
y, despu�s, me pidi� si pod�a tocar. Yo asent� con la cabeza y ella empez� a
pasar sus dedos por toda la vulva, despu�s toc� mis labios vaginales, y, con una
sonrisa de oreja a oreja, me dijo que le encantaba como me quedaba y que quer�a
hac�rselo igual.


He de reconocer que me excit� mucho que mi hermana me tocara,
auque solo por fuera, mis partes, y empec� a mojar el tanguita que ya estaba en
su sitio. Me sent� confusa, ya que esos no eran los pensamientos que hab�a de
tener hac�a mi hermana, pero no pude remediarlo. Al ser la primera vez que se
depilaba su conchita, primero rebaj� el nivel de sus pelos con las tijeras, y
despu�s le apliqu� la crema de afeitar. Pude notar como empezaba a mojarse, por
lo que deduje que no era la �nica hermana que se estaba poniendo cachonda. Al
cabo de poco termine, y con un poco de agua y papel limpi� los resto de crema.


El resultado fue espectacular, hab�a quedado un co�o muy
apetitoso, precioso, una obra de arte. Mi hermana se puso muy contenta, se le
notaba en la cara, y estuvo como 5 minutos mir�ndose desnuda en el espejo.


- �He mejorado, verdad?


- Pues claro, ahora te ves estupenda.


- Sabes una cosa, mientras me depilabas, he sentido bastante
excitaci�n, no s� si es eso normal�


- Claro que si, a m� me ha pasado lo mismo. Piensa que antes
que hermanas, somos mujeres, y a toda mujer le gusta que la toquen.


- Tienes raz�n, no tengo por que preocuparme.


Esa misma tarde, en una de las conversaciones que ten�amos
con Roberto, Luisa le coment� que esa misma ma�ana yo le hab�a depilado su
conchita. Roberto se qued� bastante parado, ya que, como yo, no se imaginaba que
Luisa fuera a compartir ese tipo de intimidades. Luisa esa tarde estaba muy
contenta y alegre, as� que Roberto aprovech� para pedirle que le dejara ver como
hab�a quedado. R�pidamente le dije que eso no pod�a ser, que �ramos hermanos,
que no era moral, pero antes de que acabara, Luisa se hab�a puesto en pie y se
hab�a bajado la falda y el tanga.


He de reconocer que la imagen era estupenda, y Roberto de
qued� alucinado. R�pidamente apareci� en su entrepierna un gran bulto, y
seguidamente me pidi� que ahora se lo ense�ara yo. Primero me opuse
dr�sticamente, pero ante la insistencia de Roberto y de Luisa, acabe accediendo.
Ice lo mismo que izo mi hermana antes, y volvi� a aparecer el tremendo bulto en
el pantal�n de Roberto. Ese d�a la cosa no pas� de all�.


Esa misma noche, hablando con mi hermanita, acordamos que si
�l hab�a visto nuestras partes, ma�ana tendr�amos que ver nosotras las suyas.
Luisa estaba entusiasmada con la idea, pero en su cabeza empezaba a trazarse un
plan a�n mejor.


- �Te has fijado Alex el bulto que le ha crecido a Roberto en
el pantal�n cuando nos a vito?


- Como quieres que no me haya fijado, era enorme � le dije
entre risas.


- Era de esperar, si nosotros tenemos las tetas grandes, era
l�gico que �l tuviera una polla enorme.


La verdad, nunca hab�a hecho esa reflexi�n, pero ahora que me
lo dec�a mi hermana, me parec�a muy l�gica. A continuaci�n Luisa me dijo:


- Cuando ma�ana Roberto nos ense�e su polla, ser�a mejor que
estuviese bien grande y bonita, no?


- Es lo m�nimo que tendr�amos que ver despu�s de que �l haya
visto dos co�os preciosos y depilados.


- Eso mismo pensaba yo, pero, �como hacemos para que se lo
ponga morcillona?


Realmente mi hermanita estaba muy salida, pero a mi me gust�
el juego, y si algo conoc�a yo a mis 16 a�os, es que la ropa ajustada es lo que
pone m�s a los t�os, as� que le dije:


- Si lo que queremos es que se la ponga dura, hemos de ir
vestidas como zorras.


- Me parece buena idea, �que tal un tanga y esa camiseta
blanca de cuando �ramos peque�as sin sost�n?


- �Buena idea, con eso no podr� resistirse!


As� que al otro d�a, antes de nuestra reuni�n diaria con mi
hermano, subimos a nuestra habitaci�n y nos pusimos la camiseta blanca m�s
peque�a que tuvi�semos, sin sost�n. Ten�amos una pinta espectacular, y por si
fuera poco, con e sudor, se empezaban a transparentar nuestras tetas. La verdad
es, que al ver a mi hermana tan provocativa, empec� a mojar mi tanga, y por lo
que pude ver, no era la �nica que andaba cachonda.


La cara de Roberto cuando nos vio fue todo un cuadro. Estaba
flipando, y r�pidamente volvi� a aparecer ese bulto en el pantal�n. �Objetivo
cumplido! Ahora solo faltaba decirle que quer�amos ver su polla.


- Oye Roberto, ayer, pens�ndolo con Luisa, llegamos a la
conclusi�n que ser�a justo que hoy fueses tu quien nos ense�aras tus partes, �no
crees?


- Bueno, en cierto modo si que es justo, pero ahora mejor que
no la viesen, se espantar�an. JAJAJAJA.


Entonces Luc�a le solt�:


- �Dime de que presumes y te dir� de que careces! Ens��anosla
de una vez y para de fardar, �fantasma!


- Vale, vale, no se pongan as�.


Y �zas!, menudo poll�n ten�a mi hermanito gemelo. Las dos
est�bamos alucinadas. Ante nosotras aparec�a un miembro de dimensiones enormes,
el m�s grande que hab�amos visto hasta la fecha. Roberto se puso contento al ver
la cara de asombro, y Luisa le pregunt� cuando media exactamente. Roberto fue al
caj�n de su escritorio, y sac� una regla de 50 cent�metros.


- �M�danlo ustedes mismas!


No seas cerdo, grit�, pero al instante, Luisa estaba con una
mano en la polla de Roberto y la otra con la regla.


- �22 cent�metros! � Grit� descontrolada.


La verdad es que era un tama�o imponente, lo sorprendente es
que Lucia le cog�a el miembro con mucha naturalidad.


- Suelta eso � le dije al instante.


- No seas estrecha hermanita, que no pasa nada, es nuestro
hermano.


Roberto estaba muy feliz, estaba en su habitaci�n con os t�as
buenorras, que al parecer hab�a olvidado que eran sus hermanas, y una de ella le
estaba cogiendo la polla. Roberto incit� a Luisa para que viera su capacidad de
expulsi�n de semen, a lo que Luisa respondi� con una r�pida paja de menos de 1
minuto, suficiente para que Roberto descargara todo su arsenal, manchando toda
la camiseta de Luisa y marcando sus pezones erectos.


Yo me enfad� much�simo, advirti�ndoles que eso no era
natural, pero lo cierto es que estaba muy cachonda, y toda mojada. Aquel d�a nos
fuimos de la habitaci�n de Roberto, despu�s de limpiarlo todo, y juramos que no
dir�amos jam�s a nadie lo que ese d�a hab�a paso en esa habitaci�n.


Al ver que Roberto se excitaba muy f�cilmente, mi hermana y
yo empezamos a provocarle a todas horas, para poner en evidencia a Roberto ante
los pap�s.


Siempre �bamos con camisetas ajustadas y con tanga por toda
la casa, nos abr�amos ligeramente de piernas para provocarle y, una vez, Luisa
le empez� a tocar la polla por debajo de la mesa mientras com�amos con un pie y
Roberto se manch� todo, quedando como un tonto ante toda la familia dej�ndonos a
Luisa y a mi con cara de diablillas.


Roberto estaba muy molesto por lo que hac�amos, y durante
unos d�as no dej� que entr�ramos ha hablar con �l, as� que pasaba m�s tiempo
hablando con mi hermana.


Una noche me coment�:


- �A ti que te parece Roberto como hombre?


- Hombre, si no fuera mi hermano, seguramente intentar�a
tir�rmelo, pero como es mi hermano, lo respet�.


- Pues a mi me pone much�sima � mi hermana era una salida � y
creo que a �l tambi�n le gusto.


- Pero que dices Luisa, �est�s loca! Eso es incesto


- �No vayas de monja, que bien que te mojaste toda mientras
me depilabas y mientras le hac�a la paja a Roberto!


- �Eso no es lo mismo!


- �S� que lo es!


Ya no sab�a que decirle, ah� me hab�a pillado, as� que dej�
que hablara ella:


- Yo creo que es normal sentirse atra�do por un hombre, y no
es importante si es tu hermano o no, eso son man�as de la sociedad.


Yo permanec�a callada, no sab�a que decir.


- Y creo que a ti tambi�n te gusta, as� que te quer�a
proponer hacer un tr�o con Roberto.


�Mi hermana estaba loca, totalmente loca!


- �Pero que dices, eso no puede ser! � aunque en mi interior
sent�a deseos de tirarme a mis dos hermanitos preferido � eso es incesto.


- Pues a mi el incesto me da igual, y se que en fondo a ti
tambi�n, as� que no te hagas la estrecha y dime si aceptas o no.


- No se Luisa, tal vez me cortar�a un poco, es mi hermano�


- Pus antes practica con migo, y si no te cortas con migo,
tampoco te cortar�s con Roberto.


Eso no era tan mala idea, adem�s, desde que depile a mi
hermana, me hab�a atra�do much�simo. Contra mi voluntad acept�, y ella
r�pidamente se abalanz� sobre mi.


- �Alto, alto, aqu� no! Hag�moslo ma�ana, en la ba�era, ser�
menos sospechoso, aqu� podr�a entrar cualquiera.


- De acuerdo � y entonces se fue a su cama � entonces, hasta
ma�ana.


Esa noche no pude dormir, pensando en que estaba a punto de
hacer. No paraba de darle vueltas a la cabeza, hasta que me auto convenc� de que
no era tan malo como yo pensaba, que Luisa ten�a raz�n, solo de esa manera pude
dormirme.


A la ma�ana siguiente Luisa me despert� ansiosa.


- Despierta hermanita, hoy es el d�a, he preparado la ba�era
con agua calentita, nos esta esperando � yo a�n estaba medio dormida- venga,
lev�ntate, ates de que se enfr�e.


Casi arrastr�ndome de la cama me llev� al lavabo, me desnud�
y me meti� en el agua. Me despert� de golpe, y encontr� a Luisa a mi lado, en el
jacuzzi, toda contenta. Al principio las dos no
supimos como reaccionar, estaba bastante cortada, y ella demasiado ansiosa para
pensar, as� que decid� dejarme llevar y empec� a besarla. Estuvimos un buen rato
bes�ndonos, acarici�ndonos los pechos. Estaba totalmente desinhibida, como fuera
de control. Me agarraba a mi hermana como si me fuera la vida en ello, tocando
cada palo de mi cuerpo.


De repente, ella paro de besarme en la boca, y baj� hasta mis
pechos. Succion� los pezones, y no paraba de tocarlos. Yo estaba como loca, y
a�n m�s cuando not� que con una mano empez� a tocarme mi cochita, toda depilada.
Primero introdujo un dedo, luego dos, tres, hasta cuatro! Nunca me hab�a metido
tantos yo, pero por lo excitante de la situaci�n, y por estar toda hundida en el
agua, no me izo nada de da�o.


Me vine una vez mientras ella segu�a jugando con mis pechos,
y en ese momento decid� que ya era hora de que ella gozase. Le separ� de mi
cuerpo y le orden� que levantara su culo. As� lo izo, y entonces empec� a
lamerle todo el co�o. Mientras le lam�a pude notar como se corri� una vez en mi
boca, mientras yo empec� a meterle un dedo por su culito. Al principi� se
sobresalt�, pero r�pidamente se acostumbr�, y pude meterle otro dedo, hasta
tres! Entonces ella, de repente, me dijo que mejor que sali�semos de la ba�era,
porque era muy inc�modo (y bien cierto que era), as� que nos secamos y nos
fuimos a nuestro cuarto.


All� ella se tumb� boca bajo, de cuatro patas, y cogiendo un
consolador de su mesita de noche, me pidi� que continuara la faena en su culito,
que le hab�a encantado.


Nunca m imagin� que Luisa se hubiera comprado un consolador,
pero luego me enter� de que se lo hab�a dejado una amiga.


Pasando la mano por mi co�o, muy pero que muy h�medo, cog�
todos mis fluidos posibles y lubrique un poco el consolador. Despu�s,
lentamente, lo empec� a introducir por su ano, lentamente, mientras o�a sus
gritos ahogados de placer (no nos deb�a o�r nadie) viendo como temblaba cada vez
que la embest�a con el aparatito.


Por la mancha que apareci� en su cama, observ� que se corri�
una vez m�s, as� que pare, porque ahora era yo quien quer�a placer anal.


Me estir� en la cama y me abr� de piernas, mostr�ndole mi
co�o y mi ano, y con los dedos le indiqu� que lo que quer�a era que me lo
metiera por el ano. Me sobresalt� cuando veo que ella, a�n adolorida por las
embestidas anales, salta de la cama y se va hacia su escritorio, abre un caj�n y
saca de �l un tremendo consolador doble, muy largo. Se acerca y, lubricando un
poco el consolador por los dos lados, me lo introduce de golpe por mi culito,
virgen hasta esa ma�ana, produci�ndome una mezcla de placer y dolor
indescriptible. Ella iba embisti�ndome con el tremendo aparato, y cuando ya casi
no ten�a que hacer esfuerzo para entrar y salir (ten�a el ano s�per dilatado) se
introdujo la otra punta por su rajita, de golpe, hasta una profundidad dir�a yo
que peligrosa, retorci�ndose de placer. Est�bamos las dos, como dos posesas,
juntando y separando nuestros cuerpos para notar ese tremendo consolador m�s y
m�s dentro de nosotras. No dir� que tuvimos un orgasmo simult�neo, lo �nico que
recuerdo es que acabamos con las piernas y el vientre mojados de los jugos de
ambas.


Ese hab�a sido, sin duda, el mejor orgasmo de mi vida.
Despu�s de aquello, nos quedamos las dos exhaustas, casi inconscientes, nos
fuimos a lavar y bajamos para tomar el desayuno.


�ramos las primeras de la familia en habernos levantado, y
eso que hab�amos estado como media hora "jugando", as� que tuvimos tiempo de
hablar de lo del tr�o con Roberto. Luisa me dijo:


- �Que te ha parecido?, �yo no te h visto muy cortada que
digamos, e?


- No, que va, pero no s� si con Roberto ser� igual o no, �l
es m�s bruto y fuerte.


- Venga t�a, no te rajes ahora.


- No me rajo, simplemente digo que prefiero esperar un poco.
Sig�mosle calentando, a ver como reacciona, y ya hablamos, �OK?


- Vale.


Despu�s de ese d�a, no solo calent�bamos a Roberto delante de
mis padres, sino que en nuestras conversaciones no empez�bamos a masturbar, o a
besarnos, para calentarlo al m�ximo, y si el pobre intentaba algo, dec�amos que
era un enfermo, que eso era incesto, y se pon�a muy triste. Estaba muy amargado.


A veces, mientras mir�bamos la tele toda la familia, Luisa y
yo nos sent�bamos juntas y, cuando solo Roberto nos ve�a, nos apart�bamos el
tanga y le mostr�bamos nuestras conchitas mujadas. �l l instante se levantaba y
se marchaba al lavabo, volviendo m�s relajado.


Al final acced� a los deseos de mi hermana menor, y una
tarde, estando Roberto y nosotras solas en casa, Luisa se empez� a masturbar
delante de Roberto. Roberto estaba ya harto, y cuando estaba a punto de
marcharse para pajearse, le dije que esta vez, si quer�a, pod�a tocar.


En menos de 1 segundo, ya estaba lami�ndole todo el co�o a mi
hermana, pero lo agarr� por el pelo y le dije:


- Ese tipo de placer ya nos lo podemos dar nosotras,
necesitamos tu inmensa polla.


No pod�a creer como hablaba as� a mi hermano, la cuesti�n es
que le obligamos a tumbarse en el suelo boca arriba, y mientras yo me acomodaba
su inmenso poll�n en mi co�o, mi hermana le tapaba toda la cara con su concha,
por lo que le imped�a casi respirar, oblig�ndole a lamer y lamer.


No paraba de votar sobre su miembro, un miembro enorme pero
no muy grueso, por lo que no dol�a demasiado. Termin� bastante r�pido, pero
Luisa tambi�n, as� que cambiamos de postura.


Ahora era Luisa la que me lam�a el co�o a mi, mientras
Roberto la enculaba con toda su fuerza. Lucia gritaba y gritaba, hasta que
Roberto lleg� ha hacerle sangre, pero Roberto se hab�a transformado, no atend�a
a razones, solo quer�a vengarse de las zorras que llevaban calent�ndolo dos
semanas. Cuando hubo acabado dentro de mi hermanita, semiinconsciente por el
dolor, me cogi� con toda su fuerza y, sin casi avisar, me parti� el culo en dos.
Nunca hab�a sentido tanto dolor, nunca. Empez� a salir sangre de mi ano, pero el
segu�a, solo quer�a acabar dentro de mi culo, hasta que lo izo, entonces par�.


Est�bamos Luisa y yo tumbadas en el suelo, casi llorando, y
Roberto limpi�ndose el miembro de la sangre de mi culo. No pod�a ni andar, ni
moverme, pero a Roberto se lo ve�a muy feliz. Tanto mi hermana como yo nos
fuimos a lavar al ba�o, mientras Roberto se encargaba de limpiar todo el
comedor.


Ya por la noche, estando mirando la tele con nuestro padre,
nos coment�, sin m�s, que el incesto no era una cosa natural, y que esa tarde,
nos hab�a pillado, a mi y a mis hermanos, follando como unos condenados en el
comedor. Ninguno de nosotros supo que decir, y Luisa se puso a llorar. Mi padre
la tranquiliz� dici�ndole que mam� no sab�a nada, pero que a partir de ahora
tendr�amos que pagar muy caro su silencio.



CONTINUARA�..


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