Sandra, mi mejor amiga, siempre me acompa�aba a cualquier
parte que iba y siempre nos cont�bamos nuestras confidencias. En mas de una
ocasi�n estuve a punto de contarle lo que hab�a sucedido el domingo, pero no me
atrev�, pues no sab�a c�mo reaccionar�a. De cualquier modo lo que hab�a hecho no
era correcto. Hab�a espiado a mi papito y tal vez a Sandra no le hubiera
parecido bien lo que pas�.

Sin embargo, eso no era impedimento para que mi imaginaci�n
volara y se deleitara con la imagen del pene erecto de mi padre y su leche
brotando y saltando por los aires.

Fue en ese momento que comenc� a cambiar como persona y a
comportarme de cierto modo para obtener lo que quer�a. Ese suceso cambi� mi vida
y hasta hoy, me comporto igual, aunque con mucho cuidado de no ser descubierta
en mis intenciones. Siempre aparento ser una ni�a inocente que no sabe lo que
puede pasar ni a qu� se expone.

Yo participaba en el grupo de porristas, aunque nunca fui de
las buenas, debo aceptarlo. Lo hac�a solo por gusto, pues siempre me ha gustado
estar en forma. Sandra tambi�n lo hac�a, pero ella s� era buena. Ten�a una
incre�ble flexibilidad, al punto de abrirse de piernas completamente sin
siquiera calentar.

Era viernes: cinco d�as despu�s del suceso que los lectores
conocen. Llegu� a casa en la noche con la excusa de quedarme estudiando con
Sandra, justo despu�s que mi papito llegara, pues era muy exacto en sus
horarios. Llegu� cojeando y quej�ndome de dolencias en mis piernas y gl�teos.

Mi papito estaba en su habitaci�n. Me salud� con un beso en
la mejilla, como siempre, y me pregunt� complaciente y mimoso lo que me hab�a
sucedido. Le dije que me hab�a lastimado en el entrenamiento de porristas, dando
un giro y que me dol�a mucho la pierna y la nalga derecha. Me dijo que me
acostara boca abajo para revisarme, lo que hice casi de inmediato.

Mi papito nunca hac�a eso, acariciarme. Era muy respetuoso y
siempre guard� la distancia conmigo. Dej� de caminar en ropa interior con
libertad a los ocho a�os y nunca nos ba�amos juntos, al menos no que yo
recuerde. En fin, nunca hubo ning�n tipo de contacto que pudiera considerarse
excesivo, hasta ese d�a.

Me tom� suavemente la pierna y me pregunt� d�nde era el
dolor. Lo que hice en ese momento fue algo que a�n hoy no lo creo, pues nunca me
hab�a comportado as�, pero lo hice al fin y al cabo y me gust� mucho lo que
sent�.

- Aqu�! - le dije mientras me sub�a mi uniforme hasta m�s
arriba de la cintura y le se�alaba mi nalga derecha.

- Justo ah�?

- S�, papito. Justo ah�.

Como pueden imaginar, debajo de mi uniforme ten�a una lycra.
Todas las colegialas la usan, cuando el uniforme es corto, para no ser vistas
por los compa�eros. La lycra que yo usaba era negra. Y debajo ten�a mi ropita
interior: Un panty t�pico de ni�a, con paticos.

Me empez� a tocar la pierna desde la rodilla y a masajear, a
lo que yo reaccion� diciendo:

- Ah� no me duele, papito. Me duele aqu�.- Y se�al� de nuevo
mi nalga derecha.

- Y te golpeaste muy duro? Porque no tienes morado.

- Creo que s�, papito. Me duele. Si no me crees me quito la
lycra, para que veas.

- No, mi vida. No es necesario.- Dijo mientras tragaba
saliva, porque pude escucharlo- Solo te voy a dar un peque�o masaje.

Y comenz� a hacerlo. Por supuesto no hab�a tal dolor. Solo
quer�a sentir sus manos en mi cuerpecito. Estaba encantada con las sensaciones
que pasaban por mi ser en aquellos momentos. Las manos de mi papito eran
expertas. Me acariciaba con mucha suavidad y ternura, aunque lo que yo sent�a no
era precisamente tierno. Sent�a que me quemaba mi vientre. Me acarici� mi
nalguita y me la apret� un poco y me pregunt�:

- Te sientes mejor?

- Un poco, papito -Le respond�.

Y, por fin, pas�. Me dijo con voz entrecortada, creo hoy que
era por la excitaci�n:

- Est� bien, mi vida. Qu�tate la lycra.

No lo pod�a creer. Me lo pidi�. Cuando se lo ofrec� y recib�
respuesta negativa me sent� apenada, pero ahora la pena hab�a pasado y me
sent�a, eso s� lo s�, excitada.

Me arrodill� sobre la cama de mi papito y me baj� lentamente
la lycra. Entonces mi papito me pidi� que me acostara nuevamente. Mientras lo
hacia pude percatarme de la manera como miraba mis nalgas. Lo hac�a fijamente y
como con deseos. Sin embargo, not� que quer�a disimularlo, as� que mir� hacia
otro lado para darle libertad de fijarse en mis nalgas.

Obedec� inmediatamente. Luego sent� su mano suave en mi
nalguita. Esta vez lo hac�a con un poco m�s de fuerza, como si quisiera sentir
algo m�s.

Me estuvo acariciando durante un rato y pregunt�ndome si me
dol�a mucho o no, hasta que me dijo:

Debo confesar a los lectores que pocas veces he sentido lo
que aquella noche, comenc� a temblar y a respirar agitadamente, cuando sent� la
mano de mi papito en mi ingle. Lo hac�a suavemente, apenas tocando la costura de
mi ropita interior. Era una sensaci�n indescriptible y cada segundo que pasaba
sent�a que quer�a gritar. Mi cuerpo temblaba ya con exageraci�n y las manos de
mi papito no dejaban de realizar su hermoso trabajo. Ten�a mis ojos cerrados,
imagin�ndome la forma como me tocaba, esperando el momento en que me quitar�a mi
panty, para que me acariciara todita, estuve a punto de ofrec�rselo un par de
veces, como lo hice con la lycra. Decirle que si quer�a me pod�a quitar el panty
para que me viera desnudita y viera, as� como yo a �l, mi pubis desnudo y sin
ning�n vello, porque los pocos que ten�a me los hab�a rasurado, inspirada en la
imagen de mi papito.

De pronto se detuvo, me baj� el uniforme y me dijo:

No pude decir nada distinto. S�lo dije, con mi voz
entrecortada, que ya estaba mejor. Fue entonces cuando me dijo que ir�a a la
cocina a prepararme la comida y me bes� en la mejilla, para luego perderse por
la puerta de la habitaci�n.

Me qued� un rato acostada, sin decir nada. Solo trataba de
calmarme y de controlar el increible vac�o que sent�a en mi vientre. Sent�a un
calor que pocas veces he sentido en mi vida y deseaba ducharme. Me sent�a mojada
en mis genitales. Esa era otra sensaci�n nueva para m�, pero increiblemente
agradable. En suma, estaba muy excitada, pero no hab�a nada qu� hacer. Me fui a
mi cuarto y me quit� el uniforme. Me qued� en ropa interior un rato esperando
que mi papito entrara para que me viera, pero no sucedi�. S�lo me llam� desde el
comedor y me dijo que mi comida estaba lista. Me quit� el panty y me puse de
nuevo la lycra. Nunca lo hab�a hecho y no se exactamente por qu� lo hice, pero
se sent�a bien. M�s a�n cuando fui al comedor y not� los desorbitados ojos de mi
padre al verme. Se qued� mirando mi cuquita, que se notaba claramente en la
lycra, as� que aprovech� para darle algo m�s para disfrutar, fingiendo que el
caim�n con el que sosten�a mi cabello se ca�a. Me volte� y lo recog�, pudi�ndome
percatar de las miradas de mi padre a mis nalgas.

En ese momento comenc� a disfrutar del placer de ser
observada. Eso me excita hasta hoy.

Al d�a siguiente, s�bado, mi papito me despert� temprano. me
dijo que quer�a que le acompa�ase a realizar compras. Yo me levant� encantada,
por supuesto, pues como a toda mujer, me encanta hacer compras.

Fuimos al centro comercial y cuando pens� que ir�amos a alg�n
almac�n de zapatos o billeteras, mi papito me dijo:

- Quiero que vayas a Tania (una tienda de ropa interior) y te
compres ropita interior nueva, mi vida.

No lo pod�a creer. me dio una cantidad considerable de dinero
y me dijo que fuera sola. Mi papito siempre me hab�a comprado mi ropita
interior, cosa que consider� un poco excesiva, pero entendible, pues �l a�n me
ve�a como su bebita.

Sin pensarlo y sin preguntar por qu�, me fu� al almac�n y
comenc� a mirar algo lindo para comprar.

Como pueden imaginarse, compr� unas tanguitas muy
chiquiticas. Nunca las hab�a usado, pero quer�a hacelo esta vez, ya que mi
papito me hab�a dado carta blanca. Adem�s estuve pensando en la raz�n por la que
mi papito hizo aquello y sent� que era como un compromiso silencioso entre los
dos y yo no le fallar�a.

En la noche, llegamos a la casa despu�s de comer fuera. Mi
papito no pregunt� por lo que hab�a comprado y ni siquiera sobre el dinero o si
hab�a sobrado algo. Me dijo que estaba cansado y que se ir�a a dormir, pues el
domingo ten�a que jugar f�tbol y me pregunt� si lo acompa�ar�a, a lo cual acept�
gustosa.

Me fui a la cama pensando en mi papito e imagin�ndomelo en el
ba�o, desnudo y acarici�ndose su pene mientras yo lo observaba sin que �l lo
supiera. Comenc� a desear que llegara r�pido la ma�ana para hacerme la dormida
otra vez y poder disfrutar de la m�s bella imagen que hab�a observado en mi
vida.

Estaba un poco cansada, as� que me dorm� r�pido, a pesar de
la excitaci�n que debo confesar, sent�a por todas las ideas y pensamientos que
rondaban mi cabeza.

Me despest� muy temprano en la ma�ana, para llevar a cabo mi
plan.

Me quit� la ropa interior que llevaba de la noche anterior y
me estren� la m�s chiquita que ten�a, que apenas era tres hilos atr�s y un
triangulito adelante. Tapaba solo lo necesario. Normalmente dorm�a con una
pijama de pantaloncito, as� que me la quit� y me qued� solo con la blusita que
llegaba hasta el ombligo, por lo que obviamente se me ve�a absolutamente todo.

Cuando sent� que mi papito se despertaba, me hice la dormida
y me qued� en la cama boca abajo, con la cobija solo tap�ndome el pecho y la
cabeza, por lo cual, cuando entr�, mi papito me pudo ver como nunca habr�a
imaginado. Supe que se qued� un rato mir�ndome, como disfrut�ndome, as� que
decid� cambiar de posici�n. Me volte� sin quitarme la cobija de encima para
permitir a mi papito seguir observ�ndome, esta vez la parte m�s linda que tiene
una mujer: su cuquita.

No se cu�nto tiempo pas�, pero lo que s� se es que me moj�
muy r�pido. Otra vez aquella sensaci�n de incre�ble vac�o en mi vientre, de
calor y de excitaci�n, al saber que mi papito me observaba. Pero qu� estaba
haciendo? Acaso se estaba acariciando? La idea me torturaba y me encantaba. pero
no pod�a saberlo sin darlo por descubierto y no quer�a que sucediera eso.

De pronto, escuch� que se iba y que se abr�a la puerta del
ba�o, por lo que me levant� presurosa y me dirigi al lugar en el que habia
so�ado estar. Otra vez mi papito dej� la puerta entreabierta y me permitio
disfrutar del mas bello espectaculo: su pene erecto y sus caricias sobre el.

Es increible la velocidad con que creci�. Solo comenzar a
tocarlo y ya estaba en su mayor envergadura. Lo mov�a unas veces lento y otras
rapido, como si quisiera ahorcarlo. Y respiraba profundo y agitado. Se detenia,
tomaba aire y comenzaba de nuevo. Y yo ah�, viendolo, pero con una gran
duda...en qu� estaba pensando mi papito? Acaso estaba pensando en mi? esa idea
me excitaba de manera increible...lo deseaba...deseaba que mi papito se
acariciara pensando en mi...pensando en mi ropita interior y en mis nalguitas.
Pero no lo podia saber, solo imaginarmelo. Fue en ese momento cuando me toque
por primera vez mis genitales de manera sexual. Deslice mi mano y me aprete mi
cuquita sintiendo que mi vientre queria estallar...y sintiendo un indescriptible
deseo de estar desnuda. Sentia que la pijama me estorbaba...introduje mi dedo en
mi ropita interior (recuerden que solo tenia el camison y la tanga) y comence a
deslizarlo en mi cuquita, primero en el clitoris y despues suavemente en los
labios...fue cuando sono el telefono y mi papito se detuvo apresurado y salio a
contestar.

Como pude me meti en mi cuarto sin que mi papito se diera
cuenta, pero alcanc� a ver como salia de la ducha completamente desnudo con su
pene totalmente erecto, sin toalla, dispuesto a contestar el tel�fono.

En ese momento senti un enorme deseo de tirarme encima de mi
papito y tocarle su pene, acariciarselo y metermelo a la boca...queria hacer
como normalmente haciamos mis compa�eras y yo con los bombones. En alguna
ocasion escuche a una compa�era, que se llamaba Luisa que chuparle el pene a un
hombre era como chupar bombon, solo que m�s rico. Le preguntamos si ya lo habia
hecho y dijo que no, pero que se lo imaginaba.