Con dieciocho a�os perd� mi virginidad en una casa de putas.
Fue mi padre quien me llev� all� al d�a siguiente a mi cumplea�os. La due�a que
regentaba el lugar me ense�� muchas cosas que fueron un principio para mi
desinhibici�n. Aunque soy un hombre casado he vuelto muy frecuentemente a aquel
lugar.
Ahora era mi hijo quien iba a cumplir la mayor�a de edad y yo
quer�a que aprendiese como hab�a hecho yo. Cuando se lo coment� un par de meses
antes se horroriz� pero razon� luego con �l.
- Mira, yo quiero mucho a tu madre pero necesito desahogarme.
Todos los hombres necesitamos hacerlo y no por ello dejamos de querer menos a
nuestras mujeres. S� que tienes novia pero esto no es nada malo. Aprender�s
cosas muy �tiles.
Acab� convenci�ndole y al d�a siguiente de su cumplea�os
fuimos por la noche con la excusa de que quer�a hablar a solas con �l. No di m�s
explicaciones y estoy seguro de que mi mujer adivinaba ad�nde �bamos pues las
mujeres son muy listas. Estoy seguro de que ya debe saber de mis escapadas.
El caso es que llegamos al sitio, que est� en un segundo
piso. Ya hab�a hablado con Marta y hab�a contratado la noche para nosotros
solos. Ning�n cliente m�s ir�a a ocupar alguna de las habitaciones. Ser�a caro
pero en fin... un d�a es un d�a y pod�a permit�rmelo.
Nos recibi� Sandra, una preciosa chica de diecinueve a la que
hab�a gozado ya antes. Mi hijo se sobresalt� vi�ndola aparecer y m�s con la
mirada que le ech� ella sin ning�n pudor desde los pies a la cabeza. Tambi�n le
mir� con lascivia su compa�era, Ester, otra preciosidad de veinti�n a�os. Ellas
dos y Marta ser�an las �nicas mujeres en el sitio aquella noche. Marta se
present� muy elegante y sexy como siempre. Desde luego le encant� mi hijo.
- Vaya chico m�s guapo tienes. Igualito que su padre.
Le sonri� pero s�lo logr� ponerle m�s nervioso. De Marta dir�
que es una mujer con m�s de cuarenta a�os que se conserva muy bien y la actual
regenta del burdel. Tiene la piel morena y el pelo negro. Realmente hermosa y
con una boca peque�a con labios gruesos y sensuales.
Dejamos a mi hijo en el recibidor y fuimos a una habitaci�n a
prepararlo todo.
- Bueno, ahora hay que decidir qui�n iniciar� al chico... S�
que sois buenas chicas pero yo soy la m�s experimentada y ese chico tiene mucho
que aprender. Os ocupareis de atender mientras a su padre en mi habitaci�n.
Ester y Sandra parec�an encantadas con la idea de adiestrar a
mi hijo y fue una gran desilusi�n para ellas. Estaban acostumbradas a atender a
hombres maduros y veteranos como yo y quer�an la novedad de un hombre joven y
sin experiencia. El caso es que Marta era la que mandaba y se llev� a mi hijo a
una habitaci�n, todo t�mido y turbado. Yo fui a otra habitaci�n adyacente, en la
que no hab�a estado nunca y d�nde hab�a un espejo de esos que puedes utilizar
para mirar sin que te vean y, �sorpresa!, pod�a ver a mi hijo y Marta. Sandra me
explic� que tambi�n mi padre me hab�a visto. De esa forma podr�a comprobar si se
portaba bien mi hijo. Reconozco que me daba mucho orgullo la idea de ver a un mi
propio hijo foll�ndose a esa puta veterana.
Marta le pidi� primero que se quitase la ropa y quedara
desnudo. Tuvo que recordarle que se quitara los calcetines porque estaba muy
nervioso y me sonre�. Luego fue ella la que se quit� su ligero vestido. A mi
hijo le dio un espasmo ver una mujer tan hermosa desnuda frente a �l. Yo tambi�n
empezaba a excitarme. Luego vi que le cogi� de la mano y le acerc� a ella. Se
abrazaron y besaron; hizo que besara sus grandes pechos.
Al ver todo esto recordaba que yo hab�a pasado por lo mismo y
con la excitaci�n me quit� los pantalones y los calzoncillos. Con una mano
empec� a masturbarme.
- Vamos, desnudaos las dos � orden� a Ester y Sandra, y ellas
obedecieron.
Mientras Marta y mi hijo siguieron acarici�ndose. Ella le
met�a la lengua en la boca para ponerle nervioso y �l estaba todo rojo. Luego se
arrodill� para quitarle los calzoncillos y meterse su pene en su boca.
- Ni se te ocurra acabar hasta que te diga o te enteras - le
dijo muy seriamente en un momento que sac� la polla de su boca y a�adi� una
sonrisa despu�s antes de volver a trag�rsela. �l se asust� mucho y debi� sufrir
horrores para no correrse con aquella mamada tan fabulosa que le hizo.
Yo disfrutaba de lo lindo vi�ndolo y ped� a Sandra que me
masturbara ella. Obedeciendo, cogi� con sus hermosos dedos mi polla y empez� a
menearla. Al mismo tiempo orden� a Ester que le diera bien de lenguetazos y
chupaditas.
Pero vuelvo a lo que hac�a mi hijo. Cuando Marta se sac� la
polla de la boca definitivamente, estaba completamente tiesa y roja. Ella sonri�
y se tumb� en la cama. Le pidi� simplemente que la follara. Mi hijo le obedeci�
y se lanz� a ella pero Marta le frenaba un poco para que no se corriera
enseguida. No le dejaba todav�a meter la polla y quer�a que le hiciese un
cunilingus ahora. �l acab� metiendo su cabeza entre las piernas y chupando como
loco.
Yo no pod�a m�s y me enfad� con mis dos chicas. Les ped� que
me la menearan un poco m�s despacio y que no se la sacaran de la boca. Quer�a
correrme al mismo tiempo que mi hijo. Cuando por fin Marta le dej� montarla,
empez� a penetrarla torpemente pero con ganas y excitaci�n. Ella no dejaba de
acariciar con sus dedos su cuerpo. Le ara�aba con las u�as la espalda. Seguro
que le estaba doliendo, y m�s cuando las clavo en su culo diciendo "�YA!".
Entonces �l se corri� gimiendo tanto como ella, que soltaba todo tipo de
gemidos.
- Grand�simo hijo de puta, eres un cabr�n como tu padre.
Yo me hab�a corrido al mismo tiempo sacudi�ndole a Sandra un
poco para que se diese m�s velocidad con la lengua. Ahora le tocar�a limpiarme
bien el pene.
Mi hijo se levant� con el pene chorreando y Marta le pidi�
que se tumbara para hacerle tambi�n a �l la limpieza. Se le notaba en la cara
que estaba en la gloria. Tambi�n le reanim� y pudieron seguir haciendo sexo
aquella noche pero para m� estaba terminado porque los a�os no pasan en balde.
Esper� sentado a que �l siguiera mientras Sandra y Ester se acariciaban delante
de m� para darme gusto.
A eso de las tres de la madrugada Marta sali� de la
habitaci�n con mi hijo hecho polvo de su mano. Parec�a destrozado y no era para
menos. Le agradec� el servicio a Marta y ella me hizo un gui�o antes de que
abandon�semos el lugar. La clase me hab�a costado bien cara pero es que un padre
no debe escatimar nunca el dinero cuando se trata de la educaci�n de sus hijos.