Relato: La Edad de La Inocencia (2)





Relato: La Edad de La Inocencia (2)


La Edad de la Inocencia (Segunda Parte)


Relatos de placer entre mujeres.



El supremo goce del sexo lesbiano entre una devotada t�a y
una amant�sima sobrina. ...All�, paradas en la penumbra del pasillo, nos
acariciamos, mientras nuestras lenguas se entrelazaban en un salvaje juego de
amor, mi mano derecha se hundi� en su escote, buscando desesperadamente sus
pezones, uno de ellos, asom� su bello perfil y mi lengua �vida le dio la
bienvenida, del fondo de la garganta de mi t�a Aby sali� un peque�o gemido, y
sus dedos se metieron entre mis bragas, acariciando la carnosa superficie de mis
labios vaginales�





La llegada de Alba, una de mis t�as maternas, era siempre
celebrada por m� como una fiesta. Alba era una mujer exuberante, abundante en
carnes. De joven fue una belleza ex�tica, de labios y senos carnudos, que
forzaba a virar el rostro a su paso. Protagonista de agitados y siempre mal
resueltos romances, lleg� a los cincuenta y tantos a�os con una belleza mustia y
resignada. Sin marido y sin hijos, propietaria de una modesta cuenta bancaria
que le permit�a vivir tranquila, sin excesos ni lujos, paseaba su oto�o en
largas temporadas alternadas entre las casas de sus sobrinas, todas casadas con
hombres de posici�n y fortuna. Sus consejos moderados, su temperamento alegre y
su disposici�n a ayudar, unido a la devoci�n que profesaba por el numeroso
ej�rcito de sobrinos y sobrinas, la hac�an siempre ser una de las visitas m�s
solicitadas en la familia.


Todav�a no me explico el porqu�, de entre todos aquellos
sobrinos y sobrinas, Alba me eligi� desde el momento de mi nacimiento, como su
sobrina predilecta. Tal vez fuese debido a mi fragilidad de beb� y mi infancia
de ni�a enfermiza, tal vez fuese debido a la antinatural demora de mi madre en
concebir, tal vez fuese debido al rechazo que mi progenitora me profesaba sin
poder evitarlo.


Alba iluminaba los lugares con su sonrisa. Desde peque�a,
adoraba subir a su regazo y acurrucarme contra el pecho generoso, siempre
envuelto en encajes que exhalaban un perfume suave e insinuante. Mi madre
invariablemente me arrancaba de los brazos de mi t�a, siempre bajo alg�n
pretexto impostergable� �Basta ya ni�a, deja a tu t�a tranquila y ve a que te
ba�en!!�, �Ahora no es hora de mimos!, vaya a lavarse las manos que est�n al
servir la mesa!�, voces de mando que me obligaban a apartarme de aquel dulce
refugio.


En aquella primavera, celebr�bamos el nacimiento de un nuevo
beb� en la familia, acontecimiento que siempre me dejaba inquieta, por varias
razones. La primera de ellas era la llegada de una nube de parientes que ven�an
a la quinta familiar, con jardines y estancias suficientes para albergar un
batall�n; la segunda raz�n, era la ceremonia de amamantaci�n del beb�, que
siempre me dejaba fascinada y confusa ante la desnudez del seno femenino,
glorioso regalo ante mis ojos de ni�a, con la presencia del pez�n materno
goteando su regalo l�quido; la tercera y m�s importante, era la llegada de mi
t�a Alba.


-�Gabriela, el beb� se despert�, avis� mi prima Mary. En la
cocina hab�a un enjambre de mujeres y ni�as, revoloteando e importunando m�s que
ayudando a preparar el desayuno familiar en la mesa grande de la varanda con
ventanales al jard�n de invierno. Todas hablaban al mismo tiempo y tentaban
alimentar a Gabriela, la reci�n estrenada mam�, que hab�a llegado en las
primeras horas de la noche anterior, despu�s de un corto viaje de avi�n desde la
capital.


-�Vaya, debe estar hambriento!-, suspir� Gaby. -Voy a subir a
darle de mamar y me voy a perder el primer desayuno de la temporada,,,-.


En la varanda ya los hombres iban llegando, arrastrando las
sillas contra el piso, y llenando el ambiente con el olor de sus cigarros


-Abran las ventanas, fumen afuera!-, orden� mi madre entre
las risas y el ajetreo de aquella ma�ana febril.


-Y usted!, vaya a ayudar a su prima con el beb�!,- dispar� en
mi direcci�n, mientras sal�a con las manos ocupadas por una enorme bandeja de
frutas de la estaci�n.


Sin esperar una segunda orden, sal� disparada por el pasillo,
buscando el corredor central, y la habitaci�n donde estaban hospedados mi prima
Gaby y su beb�. Cuando llegu�, con la respiraci�n entrecortada, ya mi t�a Alba
estaba en la habitaci�n, sosteniendo al bebito en sus brazos � - ��No es un
amor?�- me pregunt�, mientras acomodaba los pa�ales de encaje en torno del
peque�o rostro.


Me acerqu� lentamente, mientras observaba el cuidado y cari�o
con que manipulaba al ni�o. ��Tan peque�o!, si supieras, me recuerda a ti�!-,
dijo con una sonrisa ��Pero no, eras todav�a m�s peque�ita, desvalida, me
pareciste tan indefensa entre aquellos encajes inmensos que me ech� a llorar
como una boba!�-, me dijo con una sonrisa tierna


-�Una boba por qu�?, siempre fuiste m�s cari�osa conmigo que
nadie-, respond� yo r�pida.


-�No digas eso, tu madre te quiere y mucho!-, dijo t�a Alba
sin mucha convicci�n en la voz.



Nuestra conversaci�n se vio interrumpida por la llegada de mi
prima Gaby, que una vez tomado un veloz desayuno, ven�a a alimentar a su beb�.
-�Gracias Aby, ya sab�a que estabas aqu�, dijo Gabriela, ignorando mi
presencia, atraves� la habitaci�n con pasos leves, y se acomod� en una amplia
butaca.
Una vez all�, abri� su bata de menudas flores lilas, y dej� ver
el corpete violeta , abultado sinuosamente y con dos enormes manchas obscuras
por encima de los pezones. La mir� con un estremecimiento, hipnotizada por el
ritual �ntimo que ir�a a acontecer ante mis ojos.


T�a Alba se acerc� a ella con el beb� en brazos, mientras
Gaby sacaba uno de sus hermosos y rotundos senos, goteando leche de los pezones.
El beb� fue colocado en posici�n, con los ojitos cerrados buscando ciegamente la
punta del pez�n. Alba lo ayud� sosteniendo la barbilla del ni�o y rozando
suavemente con sus dedos la punta de los pezones. Mi sexo en ese exacto instante
me dio un latigazo de placer.


El bebito estimulado por el olor de la leche materna comenz�
a succionar el seno de su madre. La leche, abundante se escurr�a entre los dedos
que sosten�an el pez�n y resbalaban por el ment�n del chico. Sin poderme
contener yo coment� ��Qu� desperdicio de leche!�. Estaba tan inquieta que no
consegu�a quedarme de pie derecha, mis piernas se apretaban una contra la otra
tentando hacer presi�n entre los labios de mi vulva.


Fue entonces que sent� aquella mirada casi como una caricia.
Levant� los ojos y v� los ojos de Alba mir�ndome fijamente, con una intensidad
que yo desconoc�a, y que me recorri� toda mi espina dorsal de un extremo al
otro.


Gaby, ajena a toda aquella electricidad provocada por la
presencia de sus senos maternales, sonri� y dijo ��Bueno gente!, gracias por
venir a ayudarme, pero ahora prefiero quedarme tranquila a solas con �l. De
repente se queda dormido y yo tambi�n puedo tirar un pesta�azo m�s��-.


T�a Alba sonri�, le dio un beso en la frente a Gaby, y
agarr�ndome el brazo con firmeza, me condujo suavemente hacia la puerta,
cerr�ndola tras de nosotros.


El pasillo largo, en penumbras se extend�a ante nuestra
vista. A un costado se pod�a ver la escalera que daba a la dependencia anexa
donde estaban sus habitaciones y las m�as. Mir�ndome a los ojos, T�a Alba
pregunt� ���Quieres subir un poco a conversar conmigo?�-. Sentimientos
encontrados estaban batallando dentro de m�, si por un lado, yo adoraba y
deseaba desde hac�a mucho tiempo a aquella mujer, que me hab�a provocado locas
masturbaciones en muchas oportunidades, en estos momentos, yo sent�a la urgente
necesidad de ir a acariciarme en mi cuarto, pensando en los bell�simos senos de
mi prima Gabriela siendo chupados por su hijito, la imagen de la peque�a boquita
con el pez�n entre los labios y la leche resbalando por el ment�n era demasiado
fuerte como para ignorarla.


T�a Alba me observaba intensamente, sus ojos me estaban
enloqueciendo, serenamente ella me dijo �No te quiero detener, vete a hacer lo
que tengas que hacer, pero esta noche quiero que vengas a mi cuarto sin que
nadie te vea, y sin comentarlo con nadie, ser� un secreto entre nosotras�-


Yo, en un repentino impulso, la mir� a los ojos, me le
acerqu� despacio y rodee su talle con mis brazos, la atraje hacia m� , pegando
sus enormes senos contra los m�os, hund� mi cabeza en su escote, como cuando era
peque�a y me qued� sintiendo que mi cl�toris, preso entre mi vulva, estaba a
punto de me hacer sentir una oleada org�smica, ella levant� mi rostro entre sus
dedos, y acercando su boca a la m�a me dio el beso de lengua m�s h�medo y
caliente que yo hubiera experimentado antes.


All�, paradas en la penumbra del pasillo, nos acariciamos,
mientras nuestras lenguas se entrelazaban en un salvaje juego de amor, mi mano
derecha se hundi� en su escote, buscando desesperadamente sus pezones, uno de
ellos, asom� su bello perfil y mi lengua �vida le dio la bienvenida, del fondo
de la garganta de mi t�a Aby sali� un peque�o gemido, y sus dedos se metieron
entre mis bragas, acariciando la carnosa superficie de mis labios vaginales


-�T�a Aby, te amo!�-, susurr� mientras hund�a mi mano
izquierda en su frondoso pubis acariciando, explorando, conquistando su sexo.


De repente voces lejanas nos hicieron volver a la realidad.


- �Qu� bien mi amor�-, me dijo en un susurro, -�vamos a
volver a la varanda y esta noche te prometo que tendremos el primer verdadero
banquete de nuestras vidas�-. Volvimos a besarnos ardientemente, y regresamos a
la varanda
.


El ambiente familiar, como de costumbre, tend�a a la
disgregaci�n. Nadie hab�a notado nuestra ausencia. Ninguna de las dos consigui�
comer nada. Mi cuerpo estallaba en mil fragmentos ardientes cuando recordaba
nuestro reciente encuentro.


Miles de preguntas se agolpaban en mi mente, �T�a Alba era
lesbiana?, �C�mo nunca se coment� nada en la familia?, �C�mo nunca me di cuenta
de sus tendencias?, �C�mo nunca me dio el m�s peque�o indicio?, �Ser� que T�a
Alba sab�a de mi relaci�n lesbiana con mi amiga Lana?...�Pero, c�mo, si nadie
sospechaba�?


El d�a pas� despacio, las horas se arrastraban como lesmas, y
el olor a sexo que exhalaba mi cuerpo me oblig� a tomar m�s de una ducha fr�a,
me masturb� apasionadamente en la ducha imaginando su cuerpo frot�ndose contra
el m�o, sus pechos y su sexo entre mis labios.


T�a Alba fue a dormir temprano, aleg� estar cansada, y querer
terminar de leer una novela de misterio. El resto de la familia se entreg� a sus
quehaceres, y yo, como siempre, fui rigurosamente olvidada por mis seres m�s
cercanos.



En las penumbras de la noche, me deslic� hasta el cuarto de
mi amada T�a Aby, roc� con los dedos la puerta que me esperaba entreabierta, su
olor llenaba toda la habitaci�n. Ella, envuelta en una bata vaporosa color de
arena quemada, me esperaba, enorme y completamente desnuda bajo la cubierta,
parec�a, en la penumbra del cuarto, un er�tico nav�o fantasma
, portador de
todas mis fantas�as y mis deseos lascivos por su cuerpo de mujer madura.


Temblorosa de deseo y pasi�n, esper� a que se me aproximara.
T�a Aby, experta, reviv�a conmigo sus artes de seductora, muy despacio, hizo un
rodeo por detr�s de m� y cerr� suavemente la puerta de su habitaci�n, pasando
todos los cerrojos ��Ahora nadie podr� perturbarnos�-, me dijo bajito, con la
voz enronquecida por el deseo.


Yo estaba paralizada, me hab�a ba�ado y perfumado, casi hab�a
sacado sangre de mi vulva de tanto estregarla, me sent�a reluciente de limpia,
perfumada. Ahora mi coraz�n y mi sexo lat�an al un�sono en una sinfon�a que
pod�a llevarme directo al para�so.


T�a Aby encendi� una peque�a y coqueta l�mpara, cubierta con
un pa�uelo de color rosa. La luz se reflej� sobre su bata, revelando las enormes
masas. Camin� temblorosa hacia ella, de repente parec�a t�mida, aquella enorme y
adorable masa de carne, parec�a una ni�ita asustadiza. Me mir� con sus bellos y
grandes ojos color miel, y me llev� de la mano hacia su amplia cama con dosel.
Nos sentamos en el borde, de repente muy formales, nos miramos largamente, y
ella me rode� el cuello con uno de sus bien torneados brazos, atrayendo mi
cabeza hacia su pecho, yo, en el cielo, abr� el escote de su bata con dedos
tr�mulos, sus senos fueron expuestos a la luz rosa, su piel crema, de apariencia
l�ctea, hac�a que sus pezones, enormes, empinados , se destacasen, ros�ceos,
como grandes coronas en torno al centro en forma de cono, convidativos,
suculentos.


Entonces me arrodill� ante ella como cumpliendo un ritual, y
sostuve sus pechos entre mis manos, la empuj� suavemente hacia la cama, mientras
acariciaba sus senos, ella se reclin� de perfil en el lecho, y la bata termin�
de revelar sus formas, hasta la obscura almohada de la suave pelusa de su sexo.


Me deslic� en el lecho a su lado, palpando, besando, oliendo,
chupando, mamando toda la voluptuosa superficie de aquel cuerpo, un universo
interminable de placer, una fuente inagotable de lujuria. Le separ� sus enormes
muslos y directo, sin soltar sus senos de una de mis manos, hund� mi cabeza en
su sexo, lamiendo su cl�toris, buscando con la punta de mi lengua los lugares
m�s sensibles a mi toque, mi boca encontraba su terciopelo �ntimo, su co�o
delicioso que palpitaba entre mi boca. Ella, sin poderlo evitar, comenz� a
moverse, apretando su vulva contra mi boca, mi lengua entraba en su interior,
lam�a, extra�a todo su goce, hasta chorrear por las comisuras de mis labios como
una fuente de vida y placer.


Con la respiraci�n todav�a alterada por su orgasmo, nos
besamos lami�ndonos las lenguas mutuamente, luego, T�a Aby sostuvo uno de sus
enormes senos entre sus manos, y abri�ndome las piernas, me acarici� los labios
vaginales con su apetitoso pez�n, alternando su lengua divina, y mamando todo mi
sexo hasta hacerme venir en oleadas de placer, luego coloc� sus labios en mi
vagina y mam� hasta la �ltima gota de mis l�quidos seminales.


Debo haber gemido como una loca, porque la v� con los dedos
entre los labios pidiendo silencio. Una vez saciadas y felices, nos acostamos
juntitas, yo no pod�a dejar de acariciar sus senos.


-�T�a Aby, mi amor, eres la mujer m�s bella y jugosa del
mundo, tu cuerpo me hace delirar y quiero mamar de tus senos para siempre!�


Mi T�a Aby , acaracici�ndose los senos con una mano y
acariciando mi vagina con la otra me respondi�: -�Yo siempre v� en tus ojos un
enorme deseo sexual reprimido. Desde peque�a tu buscabas mis senos, me daba
penita que tu madre, teniendo leche para amamantarte, no te alimentara y te
confieso que una vez, cuado eras muy bebita , me saqu� los sostenes, y te puse
uno de mis pezones en mi boca: Mamaste desesperadamente, y yo sent� placer con
tu peque�a boquita, ��-


-�O sea, que mi deseo por tus pechos fue provocado por ti?,
malvada!, Ahora quiero mamar de tus pezones por todos los a�os que no mam�!-


-�Es en serio, la escena de hoy con Gaby y su beb� me hizo
recordar el placer que tuve cuando me mamaste los senos, Era un secreto que
ten�a escondido, y siempre cuando ven�a aqu� a tu casa, ten�a deseos de quedarme
a solas contigo para que me mamaras las tetas, pero nunca me anim�, hasta que v�
la lujuria en tus ojos hoy!...�-


Yo la escuchaba hipnotizada, la palabra �tetas�, pronunciada
por su boca de matrona, con la pintura borrosa por mis besos, ten�a un contenido
especialmente lascivo. Sab�a que deseaba esa mujer con una intensidad
desconocida y que con ella vendr�an por el frente a�os de inextinguible placer.


Ella me ofreci� sus senos juntos y yo con los labios
entreabiertos, fui besando sus picos, sent� su mano en mi sexo apret�ndolo
suavemente, voluptuosamente, y yo con un pez�n en la boca y masajeando amorosa
el otro, fui adormeciendo, mamando como un beb� del pecho de mi t�a Aby,
sintiendo que los labios de mi vagina comenzaban nuevamente a latir de placer.



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