Despu�s de aquella caliente tarde Francisco y Miguel se
llamaron por tel�fono varias veces. Francisco quer�a que el encuentro con su
mujer fuese casual, que no se diese cuenta que era algo planeado, y cada d�a
alguno propon�a una opci�n diferente que luego descartaban por muy obvia o muy
rebuscada. Se acercaba el s�bado y no ten�an ning�n plan.
Pero el diablillo entremetido, que siempre est� buscando la
forma de tentar a los confiados humanos, meti� baza en el asunto.
El jueves por la noche, se averi� el televisor. Francisco le
habl� a Lola sobre Miguel, un amigo de internet, que viv�a cerca, era
simpatiqu�simo, y adem�s t�cnico de televisores. Le llamar�a por si pudiera
venir pronto.
--- Hola Miguel, soy Francisco. Mira, que hemos tenido un
problema con el televisor, y quer�a saber si t� podr�as ocuparte.
--- �Desde luego, hombre! Pero ya sabes que hasta el s�bado
no dispongo de tiempo.
--- Sin problemas, vente por la ma�ana, que te invito a comer
y as� hablamos un rato.
--- De acuerdo, no llegar� muy tarde. As� tendremos tiempo
para todo.
Al colgar el tel�fono Lola, intrigada, le pregunt� por �l.
�Como era que nunca lo hab�a mencionado?, �de donde era?, �que edad ten�a?, si
estaba casado, que como lo hab�a conocido, etc. Encontraba muy extra�o que su
marido invitase a alguien a comer, lo cierto es que no ten�a muchos amigos, y
desde luego los que ten�a nunca los hab�a tra�do a casa. Francisco le habl� de
�l contando mil an�cdotas morbosas, unas reales y otras inventadas, todas
destinadas a alimentar una curiosidad que el sab�a muy grande.
Al d�a siguiente Lola fue al mercado y compr� suficiente para
preparar una estupenda comida. Estuvo toda la tarde trabajando, hizo limpieza
general y lo prepar� todo para recibir al desconocido invitado.
Esa noche hac�a mucho calor y no lograba conciliar el sue�o.
Francisco dorm�a profundamente a su lado. Empez� a recordar las an�cdotas que le
hab�a explicado de Miguel, como que ten�a varias amantes y lo buen macho que
deb�a ser para tenerlas a todas y a su mujer satisfechas. Se excit� pensando en
ello, e inconscientemente busc� la verga de su marido, y al notarla tan fl�cida
y diminuta decidi� que no val�a la pena despertarlo. Estaba muy alborotada y sus
manos ser�an suficientes para llevarla hasta el orgasmo.
Sus dedos se introdujeron en su conchita, ansiosos buscaban
el centro de su placer. Se mov�an fren�ticamente, entraban y sal�an chapoteando
en el n�ctar que inundaba su sexo. Su marido hac�a rato que se hab�a dado
cuenta de sus desesperados movimientos, pero se hac�a el dormido, la necesitaba
as� de caliente para lo que ten�an planeado. La oy� gemir y lanzar un peque�o
grito en el momento que alcanz� el orgasmo, pero pens� que al despertarse
estar�a deseosa de una gran verga, y el pondr�a una a su alcance pr�ximamente.
Al d�a siguiente sali� temprano de casa. Le record� a Lola
que su amigo vendr�a sobre las diez y pidi� que lo atendiese amablemente porque
el no podr�a volver antes del mediod�a.
---
Se encontraron ambos en una cafeter�a donde ya hab�an quedado
anteriormente. Francisco llevaba preparados unos calcetines doblados y al
entreg�rselos le orden� que se los colocara de tal manera que el bulto fuera
notorio. Ella estaba muy caliente y no pasar�a por alto la evidencia, le
gustaban los hombres bien dotados. Miguel sonriente le hizo ver que no hac�a
falta, por la excitaci�n del momento ten�a una erecci�n m�s que notable y se
ve�a a simple vista.
Se despidieron y le dio tres horas para intentar conseguir
algo, y de no lograrlo ya mirar�an como plante�rselo.
---
Lola se levant� y se estaba duchando cuando crey� o�r el
timbre de la puerta, cerr� el grifo para escuchar mejor, pero ya no se o�a nada.
Eran las nueve todav�a y faltaba una hora para que llegara el t�cnico, le daba
tiempo de desayunar y arreglarse.
Sali� de la ducha y liada con una toalla pas� a la cocina a
prepararse un zumo. Justo entonces volvi� a sonar el timbre. Descalza como
estaba se acerc� a la puerta y oje� por la mirilla. Un hombre moreno, alto, de
ojos oscuros, esperaba al otro lado con cara de impaciencia. Volvi� a sonar el
timbre y al tenerlo tan cerca se sobresalt� y solt� un peque�o grito.
Al otro lado de la puerta Miguel la hab�a o�do. Ella lo sab�a
y no le qued� otro remedio que contestar.
---Un momento, ---dijo--- me pongo algo de ropa y abro.
---De acuerdo ---dijo Miguel.
Entr� r�pidamente en la habitaci�n y poni�ndose una bata
larga volvi� a la puerta. Al abrir se encontr� cara a cara con un guapo mozo de
unos cuarenta a�os a cuyo lado descansaba un malet�n de herramientas. Vest�a una
camiseta negra y unos tejanos que marcaban claramente un paquete impresionante.
Lola se qued� embobada mir�ndolo, estaba ansiosa, y hac�a tiempo que no ve�a un
bulto as�. Ummmmmmmm, imaginaba lo que habr�a debajo de esos pantalones. El la
miraba con cara divertida.
--- Hola buenos d�as, ---dijo Miguel--- creo que me
esperabas, soy el amigo de Francisco.
--- Ah s�, perdona, no sab�a que vendr�as tan pronto, y mira
como te recibo.
--- Muy linda, ya lo veo.
--- Eres muy amable, gracias, pero ahora te llevar� al sal�n
mientras yo voy a vestirme.
Le acompa�� al sal�n donde un gran televisor ocupaba el lugar
preferente. Mientras Miguel lo desmontaba Lola, en vez de ir a vestirse, tom�
asiento en el sill�n de enfrente cruzando las piernas c�modamente. Desde donde
�l estaba el espect�culo era m�s que sugerente. La bata se hab�a movido hacia un
lado dejando el pecho izquierdo casi al descubierto, y al cruzar las piernas sus
muslos y gl�teos quedaban expuestos a su libidinosa mirada.
Lola notaba como la miraba, y provocadoramente cambi� las
piernas de posici�n, dejando por un breve instante su sexo expuesto a la vista
de Miguel, que si ya estaba excitado ahora ya bramaba como un ciervo en celo.
Ten�a que buscar la forma de acercarse a ella, de tocarla, se
estaba volviendo loco de desesperaci�n, su aparato genital estaba dolorido de
tanta tensi�n acumulada, y le pregunt� si pod�a ayudarle sujetando un
transformador mientras �l realizaba una soldadura.
Lola se acerc� contorneando sus caderas y el se coloc� detr�s
de ella rodeando su cintura para situarle las manos donde ten�a que efectuar la
soldadura. En esa posici�n su pene oprim�a justo entre las apetitosas nalgas.
Sobre su fina batita Lola sinti� la opresi�n y el calor que desprend�a aquel
aparato, y se movi� para que el instrumento se le acomodara mejor en el
canalillo trasero.
Miguel ya hab�a olvidado por completo la soldadura, y al
sentir que ella cooperaba se frot� excitad�simo contra sus nalgas. Sus manos
bajaron y comenzaron a acariciar los muslos, muy lentamente, subiendo hasta su
sexo, enredando sus dedos en los rizos que imaginaba negros como la noche.
Separ� los labios y empez� a juguetear con el cl�toris. Lola gem�a y su
respiraci�n entrecortada se iba acelerando por momentos. Miguel con la mano
izquierda desaboton� su pantal�n, sac� su imponente aparato, coloc� la punta en
la caliente abertura humedecida de sus propios jugos, y agarr�ndola fuertemente
apret� introduci�ndose de un golpe en su ano.
Lola lanz� un grito de dolor, pero sus caderas se arquearon
hacia atr�s propiciando los movimientos, esperaba con ansia ese orgasmo que
sent�a inminente. Miguel entraba y sal�a violentamente, golpeando con sus
test�culos las nalgas, produciendo un sonido de tamborileo que la enloquec�a.
Sinti� que una corriente el�ctrica atravesaba su cuerpo,
estaba tan excitada que el orgasmo le lleg� casi de inmediato.
Su cuerpo temblaba todav�a a causa del placer reciente, pero
segu�a dese�ndolo�
Miguel sent�a en su verga hinchada todos y cada uno de los
latidos, estaba tan caliente que cre�a que iba a reventar. Sali� de ella, la
empuj� contra la pared, y levant�ndola por la cintura la dej� caer sobre su pene
erecto, meti�ndose por completo en su interior.
Ella gimi� y arqueando la espalda lo abraz� con las piernas,
con los tobillos apretados tras �l, colgando suspendida de los brazos a su
cuello.
Miguel entraba y sal�a fren�ticamente de su cuerpo,
produciendo un excitante y gratificador chapoteo. Al sentir las contracciones de
un nuevo orgasmo de Lola apret� fuertemente su miembro atenazado y comprimido
entre las c�lidas paredes. Dejando escapar su carga, se vaci� completamente en
su interior.
Tal como estaban, relajados y satisfechos, se dejaron caer en
un sill�n cercano.
Oyeron una llave en la puerta, Francisco llegaba. Lola dio
un salto asustada e hizo intenci�n de levantarse, pero Miguel la sujet� con
fuerza sin dejarla moverse. Temblaba toda, tem�a la reacci�n de su marido.
Francisco entr� en el sal�n y al ver la escena sonri�, les
gui�� un ojo, y acerc�ndose a su mujer la bes� dulcemente.
--- Voy a preparar algo, deb�is estar sedientos ---coment�.
Lola salt� del sill�n sin que Miguel se lo impidiera esta
vez, y le acompa�� a la cocina.
--- Amor, lo siento, no s� como ha pasado.
--- Nooooo, no te disculpes cari�o, lo �nico que quiero es
que goces, que seas feliz y me dejes participar en tu vida.
Se besaron apasionadamente, Francisco sent�a el agradable
olor a hembra en celo. Le excitaba y quer�a verla gozar, ver como la llenaban
por completo, o�r sus gemidos, sus gritos de placer, y ahora ya sab�a que eso
era posible. Ansiaba verlos en acci�n. Si le dejaban participar�a, si no� si no
se tendr�a que conformar solo con verlos y disfrutar del goce de su mujer.
Contento con la idea acab� de poner los vasos en la bandeja y
acompa�ado de Lola volvieron al sal�n, donde Miguel los estaba esperando�