MI ESTRENO, EN TRES ACTOS
PR�LOGO
Dicen que siempre hay una primera vez para todo. Y es verdad.
El primer cigarro, la primera copa, el primer novio y ... el primer polvo.
Ci��ndonos a esto �ltimo, me gustar�a contarles lo que me ocurri� cuando ten�a
16 a�os, en mi tercer a�o de instituto. Me llamo Carmen (Menchi para los amigos)
y ahora tengo 31, pero a�n no se me ha olvidado aquel d�a. Por aquel entonces yo
no era nada m�s que una colegiala, pero una colegiala de senos generosos, nalgas
apretadas y larga melena. Con esos "activos" me hice novia de un chico de 20
a�os, llamado Rub�n, que era rubio, alto y muy, muy guapo. La verdad es que era
una gozada presumir de un novio as� delante de mis compa�eras de clase, la
mayor�a de las cuales a�n no sab�an mucho sobre los chicos. Algunas ten�an
novio, pero sospechaba yo que lo del sexo no lo dominaban demasiado. Lo cierto
es que yo tampoco sab�a casi nada, ya que todo mi conocimiento se reduc�a a una
pel�cula porno que hab�a visto en casa de una de mis colegas del instituto, una
tarde que sus padres no estaban en casa. Mi amiga estaba bastante m�s puesta que
yo en estas cosas, ya que ten�a 18 a�os y era una repetidora contumaz. Por
supuesto yo no hab�a hecho el amor nunca. Era virgen y, todo lo m�s, hab�a
tenido alg�n rollo con chicos que conoc� en bares o discotecas. Pero estos
rollos nunca pasaban de unos morreos y de unos toqueteos inexpertos.
Nunca he sido t�mida y, modestia aparte, siempre he gustado a
los chicos. Sin ser una chica de portada de revista, estaba claro que mis
encantos funcionaban con ellos. Supongo que el tener una 95 de pecho ayudaba
bastante. Eso s�, con 16 a�os yo era bastante ingenua a�n, cosa que el lector
pronto percibir�.
ACTO PRIMERO
El asunto que nos ocupa sucedi� una tarde de finales del mes
de octubre, en la que decid� hacer pellas y quedar con Rub�n. Me hab�a vestido
de manera normal: jersey oscuro (sin nada m�s que el sujetador debajo), vaqueros
el�sticos (de moda en aquella �poca) y unas braguitas diminutas. Pero la verdad
es que me sent�a guapa. Despu�s de hacernos algunos arrumacos en el parque, �l
propuso comprar unas latas de cerveza e irnos a su casa "a escuchar m�sica", ya
que sus padres hab�an salido de viaje y no volver�an hasta dentro de un par de
d�as. Por supuesto acept�, sin tener en ese momento muy claro cuales ser�an las
consecuencias de ello. Despu�s de pertecharnos de media docena de latas de
Heineken en el super de la esquina, subimos a su piso. Dado que en su habitaci�n
era donde ten�a el equipo de m�sica, me pareci� normal que nos qued�semos all�,
mientras d�bamos buena cuenta de las latas de cerveza.
Sentados en la cama, escuchando la m�sica, empezamos a
besarnos sin prisa. Rub�n insisti� en que estar�amos m�s c�modos si nos
quit�bamos algo de ropa, por lo que nos quitamos en primer lugar los zapatos, ya
que parec�a muy preocupado porque se manchase la colcha de su cama. Despu�s �l
se quit� la camisa, quedando totalmente desnudo de cintura para arriba. Me
result� muy excitante ver la figura de aquel chico tan guapo, con sus m�sculos
tan bien marcados en sus brazos y pecho. Sugiri� que para que qued�semos en
igualdad de condiciones yo hiciese lo mismo. Me dio algo de verg�enza, pero me
quit� el jersey y despu�s, con m�s renuencia, tambi�n el sujetador. Los ojos de
�l brillaron por un momento, al ver mi busto, firme y bien formado, y mis
pezones, grandes y oscuros. Me abraz� y me bes� con un ardor hasta entonces
desconocido para mi, al tiempo que sus manos acariciaban con suavidad mis
pechos. Cuando sus dedos llegaron a mis pezones sent� un estremecimiento,
seguido de un agradable cosquilleo por todo el cuerpo. Se me pusieron duros,
como por arte de magia, al tiempo que mis sensaciones empezaron a converger en
la entrepierna.
Despu�s de unos minutos Rub�n dijo algo as� como que se iba a
quitar los pantalones y que yo deber�a hacer lo mismo, "para mantener el
equilibrio de fuerzas". Contest� que no pensaba hacerlo, m�s que nada porque
ten�a algo de miedo. No miedo del chico, sino miedo de m�, de perder el control
y de que la situaci�n se me escapase de las manos. De todos modos �l se puso de
pie y con movimientos lentos (no s� si deliberados o no) se desabroch� el
cintur�n y se quit� aquellos Levis 501 que tan bien le sentaban. La �nica prenda
que lo cubr�a eran unos slips negros y apretados y yo deb� quedarme con la boca
abierta (y cara de tonta, por supuesto), al ver el incre�ble paquete que
marcaba. Desde el d�a en que nos conocimos me hab�a llamado la atenci�n dicho
paquete, pero en ese momento lo que vi super� todas mis previsiones. El caso es
que yo estaba excit�ndome m�s de la cuenta y, fuera por los nervios, por la
cerveza o por todo junto, sent� la imperiosa necesidad de pasar por el servicio.
Una vez all� respir� hondo, trat� de calmar mis nervios y, de paso, pude
apreciar la incipiente humedad que hab�a en mi co�o. Antes de volver con �l me
abroch� bien los vaqueros: segu�a convencida de no quit�rmelos.
Cuando entr� de nuevo en su habitaci�n encontr� a Rub�n medio
tumbado en la cama, tal y como le hab�a dejado, pero con la diferencia de que
sus slips ya no estaban en su sitio. Se los hab�a quitado y, en su lugar, pude
apreciar su enorme polla, que no ten�a nada que envidiar a las de los actores
porno de la pel�cula que hab�a visto en casa de mi amiga. Aquel d�a pens� que
aquellos t�os de la peli eran raros espec�menes superdotados, o bien personas
operadas o que los montajes de las im�genes hac�an que pareciese m�s de lo que
era, y que yo nunca me las tendr�a que ver cara a cara con algo semejante, pero
all� estaban �l y su polla, a menos de un metro de mi. En fin, que el t�o estaba
en pelotas y esta visi�n me turb� m�s a�n, pero trat� de mantener la compostura
por todos los medios, mientras notaba que el rubor se apoderaba de mis mejillas.
Acto seguido �l me dijo:
- Estar�as mucho m�s c�moda si te quedaras como yo.
- Eso ni lo sue�es -respond� con un ligero temblor en la
voz-. Pero puedes pedirme otra cosa si lo deseas.
- Esta bien -replic� �l tranquilamente-. T�camela un poco.
- Eso est� hecho -dije con voz atontada, mientras trataba de
recordar lo que hab�a visto en la pel�cula porno.
Me sent� junto a �l y cog� su pene con mi peque�a mano.
Apenas llegaba a abarc�rsela del todo, ya que su polla se asemejaba a la de un
toro. Empec� a subir y bajar lentamente por aquel enorme �rgano, que estaba
caliente, duro y palpitante. A medida que se la iba sobando not� que se pon�a
cada vez m�s dura. Rub�n estaba muy excitado y respond�a a mis caricias con
peque�os gemidos de placer. Aquel dominio de la situaci�n, junto con el calor de
su polla en mi mano, amenazaba aumentar mi excitaci�n, la cual me costaba
enormemente contener dentro de los l�mites actuales. Mientras segu�a
mene�ndosela despacio, me agach� y le bes� en la boca. Not� que su lengua
temblaba y su roce con la m�a me result� delicioso. A�n m�s delicioso me pareci�
cuando una de sus manos se cerr� en mi pecho y su dedo pulgar recorri� mi pez�n
hasta hacer que �ste se pusiera duro como una piedra. Yo, por mi parte, alargu�
los dedos hasta sus test�culos y palp� con cuidado (pues hab�a o�do que era una
zona muy sensible y delicada) aquellas dos bolitas. Ten�an la piel suave y
cubierta de un ligero vello y enseguida me percat� de que �l respond�a de
inmediato a esas caricias, ya que su respiraci�n se aceler� y su pene se puso
a�n m�s duro.
- �Est�s segura de que no quieres quitarte el resto de la
ropa? -pregunt�, tras escuchar los leves gemidos que yo trataba de ocultar.
- Estoy segura del todo de que no vas a quitarme los
pantalones, pero te puedo seguir haciendo alguna que otra cosita -respond�,
tratando de huir "hacia delante".
- Perfecto: eso que tienes en la mano tambi�n se chupa.
Tard� unos segundos en comprender que se refer�a �a que le
chupara la polla! Adem�s me sorprendi� el hecho de que lo dijese con un tono de
voz absolutamente tranquilo, como si aquello fuese lo m�s normal del mundo. Debo
reconocer que me pareci� un poco fuerte al principio, pero despu�s record� las
escenas de la pel�cula en las que una chica de labios carnosos (y golosos) le
com�a la polla al actor porno, lo cual parec�a gustar mucho a �ste. Esas escenas
me llamaron mucho la atenci�n, e incluso llegu� a imaginarme que yo era la
actriz porno que saboreaba un buen pene. Hab�a llegado la hora de ponerlo en
pr�ctica y la sola idea de lo que iba a hacer me excit� tanto que volv� notar un
agradable calorcito en mi co�o, a la par que una humedad sospechosa.
- A sus �rdenes -contest� sonriendo-. Veamos que rica est�
esta ciruela madura.
Rub�n puso una ligera cara de sorpresa, pero al momento busc�
una postura c�moda (apoyando su espalda contra la pared y quedando medio sentado
en la cama) y cerr� ligeramente los ojos, a fin de estar preparado para el
placer que yo le iba a proporcionar. Recordando aquella pel�cula (que tan �til
me estaba resultando) comenc� a pasar mi lengua por sus cojones, con mucho
cuidado. Despu�s fui subiendo la lengua por toda la extensi�n de su pene
(parec�a que no iba a acabar nunca). Al final llegu� a su capullo (yo sab�a que
el t�rmino m�s fino era glande, pero en esa situaci�n no hab�a ya lugar a
finuras) y comenc� a chuparlo como si fuera un helado de vainilla. Primero se lo
chup� con la lengua y luego empec� a meterme en la boca esa linda ciruela,
apretando ligeramente su base con mis labios mientras mi lengua hac�a c�rculos.
Al tiempo sujetaba la base del pene con una de mis manos y se lo meneaba arriba
y abajo. Rub�n deb�a estar en el cielo, ya que sus gemidos se hicieron fuertes y
frecuentes (lo mismo que en la pel�cula), al tiempo que me dijo:
- �Que bien...! No pares, sigue chup�ndomela as� de bien.
�Que placer!
- Tranquilo, que no pienso parar de momento. �Que rica est�
tu polla! �Me encanta!
Al sacar su polla de mi boca para decir estas palabras
observ� un momento su capullo y vi que hab�a una gota de l�quido blanquecino en
la punta. Ni corta ni perezosa acerqu� la lengua y chup� esa tentadora gotita.
Ahora s� que ese sabor tan delicioso fue lo que me hizo perder del todo la
cabeza. El aroma de su polla era embriagador y las caricias que �l me hac�a en
los pezones, deliciosas, pero sobre todo fue el sabor de aquella gota de semen
lo que me puso a cien. Quer�a m�s y sab�a la forma de conseguirlo. Empec� a
imaginarme que �l se corr�a abundantemente en mi boca, al igual que le pas� a
aquella rubia de pechos exuberantes en la pel�cula. Segu� chup�ndosela, cada vez
m�s profundamente, mientras se la meneaba con la mano. Me agazap� entre sus
piernas, le acarici� los test�culos (apret�ndoles ligeramente) y mov� la boca
metiendo y sacando de ella su polla. El calor de mi co�o superaba ya todo lo
tolerable cuando, por casualidad, not� como se escapaba otra gota de su semen,
que yo sabore� de inmediato con golosa lujuria. Su sabor, que ten�a un toque
afrodisiaco incre�ble, provoc� en mi un acto reflejo: baj� una de mis manos (la
otra estaba muy ocupada) y empec� a desabrocharme los botones de los vaqueros
sin que �l lo notara. En aquel momento ya no era due�a de m�. No pod�a pensar
con lucidez y actuaba por puros instintos. Decididamente el chico se merec�a una
sorpresa agradable. Cuando hube acabado con todos los botones fui quit�ndome
poco a poco aquellos pantalones que, en realidad, me resultaban tremendamente
inc�modos en ese momento.
Rub�n parec�a medio inconsciente, pero sus gemidos eran de un
erotismo intenso. Entre gemido y gemido acert� a decir:
- No s� si voy a aguantar mucho m�s. �Ummmm! Si sigues as� me
voy a correr.
- No te corras todav�a, a�n queda lo mejor -respond�,
suspendiendo la tarea de chupar, con gran pesar por mi parte porque me estaba
encantando aquella "tarea".
Y dicho esto me puse de pi� al lado de la cama y, en un
r�pido movimiento, acab� de quitarme los vaqueros, quedando �nicamente con una
peque�a braguita blanca, en cuya parte delantera (para m�s inri) pod�a leerse la
siguiente frase: "El mejor amigo del hombre". �l se qued� entre sorprendido y
encantado por mi gesto. Se incorpor� un poco y sentado en el borde de la cama
exclam�:
- �Joder! �Qu� buena est�s!
- �Por qu� no me ense�as lo que sabes hacer? -pregunt� con
impaciencia, ya que no ve�a el momento en que �l me empezara a hacer disfrutar
del todo.
En ese momento estaba ya dispuesta a entregarme totalmente a
�l, no porque pensara que era el hombre de mi vida ni nada por el estilo, sino
simplemente por pura atracci�n sexual, por pura admiraci�n hacia su enorme polla
y hacia sus redondos cojones. Rub�n se sent� en el borde de la cama, justo
delante de mi, que segu�a de pi� exhibiendo orgullosa y excitada mis encantos
femeninos. Pude imaginar por un momento el cerebro de �l, deleit�ndose con mis
tetas, cuyos pezones estaban ya erizados y duros como piedras, con mi cintura
apretada, con mis muslos sugerentes y con mis braguitas provocativas y h�medas.
En ese momento dijo:
- No me cansar�a de mirarte. Date la vuelta para que pueda
verte enterita -y a�adi� un beso en mi ombligo que me provoc� un escalofr�o.
Me gir� lentamente, para darle tiempo a apreciar mis
encantos. Quede de espaldas a �l y r�pidamente bes� mis nalgas a trav�s de las
bragas. Sus expresiones empezaron a volverse m�s vastas (lo cual no es de
extra�ar dado el estado de excitaci�n en el que estabamos y dado que ambos
sab�amos como iba a terminar la cosa) y entre frases tales como "que polvo
tienes", "te voy a follar viva" y "te voy a hacer chillar de gusto", empez� a
bajar mis bragas lentamente por las nalgas, las cuales por aquel entonces eran
firmes, blancas y muy redondas. Cuando el surco que separaba ambas estaba medio
descubierto �l introdujo la punta de la lengua entre ellas, provocando en mi un
grito, que no era de desagrado precisamente, mientras una de sus manos ya
tanteaba los pelos que cubr�an mi monte de venus. Acarici� aquel vello rizado y
suave, sin dejar de bajarme las bragas, con una lentitud deliciosa. Cuando las
tuvo a la altura de los tobillos me las sac� por debajo y, entre tanto, sigui�
lami�ndome las nalgas. Cogi�ndome por las caderas hizo que me girase y contempl�
unos instantes mi co�o.
- T�mbate, que tengo ganas de comerte ese conejito que
tienes.
Antes de tumbarme le bes� con fuerza en la boca, sintiendo
nuestras lenguas que vibraban una contra otra. Una vez m�s le cog� la polla, que
segu�a tan dura como antes, pero al final obedec� y me tumb�, para que �l
procediese. No se demor� ni lo m�s m�nimo y, antes de que me pudiese acomodar
del todo Rub�n me frot� el co�o, provocando en m� una sensaci�n electrizante.
Acto seguido empez� a meter un dedo en mi co�o, que a estas alturas ya estaba
empapado, y simult�neamente lami� mis muslos, con una lengua que me pareci�
c�lida y �gil. La cabeza me daba vueltas y sent�a un cosquilleo placentero que
ascend�a por mis piernas y que iba a parar directamente a mi co�o. Al mismo
tiempo sent� que su lengua ascend�a hasta posarse en el centro de mi sexo. Gem�
y agarr� su cabello para introducirme a�n m�s su lengua. Entre tanto �l hab�a
ido cambiando de dedo. Me di cuenta de que cada vez introduc�a en mi ardiente
co�o un dedo m�s grande, como si quisiera comprobar la elasticidad de mi sexo.
Cuando introdujo el dedo coraz�n (el m�s largo de todos) no pude evitar soltar
un gemido pronunciado. Lo meti� y lo sac� varias veces, para al final posarlo
sobre mi cl�toris, que en ese momento estaba ya hinchado y muy sensible. Lo unt�
del l�quido que hab�a en mi co�o, con movimientos circulares, y seguidamente me
lo empez� a chupar golosamente. La sensaci�n que me provoc� no es f�cil de
describir. Grit�, le ped� que siguiese as� y todo aument� cuando aplic� sus
manos en mis pezones. De este modo sent�a su lengua en mi cl�toris, al tiempo
que sus dedos me acariciaban y pelizcaban los pezones. Esta triple sensaci�n
hizo que mis sentidos se disparasen. Vibr� una �ltima vez y tuve un orgasmo
desgarrador. El placer me colm� desde la cabeza hasta los pies.
Rub�n sigui� chup�ndome un rato el co�o, deleit�ndose con el
sabor de mis jugos. Despu�s se tumb� a mi lado, lo que aprovech� para alargar la
mano y tocar su polla. Segu�a dura como una piedra y pens� que no ser�a justo
que se quedase as�. Al agarrar de nuevo su polla mi deseo se reaviv� y solo
pensaba en sentirla dentro de m�, aunque no ten�a claro como una polla tan
grande podr�a caber dentro de mi peque�o co�ito. De todos modos el deseo
superaba cualquier miedo, as� que le cog� la polla, empec� a mene�rsela y acab�
por meterla en mi boca (en la medida de lo posible, dado el tama�o que gastaba
el colega). Al rato le dije:
- Quiero que me folles con esa polla tan enorme que tienes.
Hazme gritar de placer y c�rrete como nunca lo has hecho.
No necesit� repet�rselo dos veces. Se puso de pi�, abri� un
caj�n de la mesita, sac� una caja de condones y se puso uno con gran habilidad.
Meti� dos dedos en mi co�o, gir�ndolos dentro, lo que me hizo gemir de gusto.
Seguidamente apoy� la punta de su herramienta en mi abertura y comenz� a empujar
poco a poco. Reconozco que al principio sent� algo de dolor (era la primera
vez), pero la excitaci�n del momento (ya estaba h�meda otra vez) lo hizo m�s
llevadero. La sola idea de que aquella enorme polla abri�ndose paso me hac�a
enloquecer. De modo gradual me la fue metiendo, al tiempo que su lengua recorr�a
mis pezones, con tal habilidad que casi me hace perder el sentido. Su gigantesco
pene acab� por romper mi resistencia, haciendo que mis labios vaginales (no
acostumbrados a�n a semejantes envites) acabasen por ceder. Sent� que algo se
romp�a dentro de m�, en una sensaci�n de doloroso calor. Pero como me hab�a
dicho mi amiga "perder la virginidad es como arrancarse una muela: duele al
principio, pero luego ya no molesta m�s". Abrac� su cuerpo con mis piernas y
brazos y �l empez� a moverse con habilidad, en un mete-saca que me result�
delicioso. No paraba de chuparme los pezones (que de nuevo estaban tiesos y
sensibles) y a ello agreg� su pulgar masaje�ndome el cl�toris. �l gem�a de
placer y yo gritaba sin ning�n tipo de recato. La m�sica ya no se o�a, porque el
CD se hab�a acabado hac�a ya un buen rato, pero en su lugar la habitaci�n se
llen� del sonido h�medo que hac�a su polla al entrar y salir de mi co�o. Era un
chof-chof delicioso, que sonaba en mis o�dos a m�sica celestial.
- Vamos a cambiar de postura -propuso �l, dejando
moment�neamente de follarme.
Se sent� en la cama y me dijo que me pusiera encima. As� lo
hice y empec� a clavarme contra su polla. Sent� una sensaci�n como si me
estuvieran empalando, pero moverme sobre su instrumento me result� a�n m�s
morboso. Lo mismo que besarle en la boca mientras ten�a todo eso dentro del
co�o. No cab�a duda que �l era como los actores porno: una polla enorme, capaz
de dar placer, y que tarda mucho en correrse. Ya no me dol�a nada, todo lo
contrario, me estaba muriendo de gusto.
Rub�n propuso una nueva postura, a lo cual acced� encantada
de la vida. Me puso de rodillas en la cama, se coloc� detr�s de mi y empez� a
follarme de nuevo. La sensaci�n fue deliciosa y yo ya no paraba de gemir y de
gritar. No s� si existe o no el punto G, pero la estimulaci�n que sent� en ese
momento fue incre�ble. Su polla me llenaba entera por dentro y provocaba en m�
estremecimientos cada vez que entraba y sal�a de mi co�o mojado. Adem�s sent�
otra sensaci�n nueva: la que provoc� su dedo pulgar pos�ndose en mi ano,
acarici�ndolo y apretando suavemente. Yo ya no pod�a m�s: su polla follaba mi
sexo sin parar y sus dedos me acariciaban el cl�toris y el ano sin tregua, de
tal modo que no tard� en volver a correrme, con m�s intensidad a�n que la vez
anterior.
Necesit� de unos segundos para recuperarme de aquel salvaje
orgasmo. Cuando mi cuerpo me volvi� a obedecer, decid� tomar la iniciativa para
rematar la faena, tal y como hab�a visto hacer las actrices en la porno de
marras. Cog� su polla, quit� el cond�n que la cubr�a y dije:
- Esto no puede quedar as�.
Y se la empec� a menear y a chupar. Casi no me cab�a en la
boca m�s que la mitad de su cilindro, pero a�n as� se la mam� con todas las
ganas, mientras se la meneaba desde la base con la mano. Su resistencia tocaba a
su fin y as� lo anunciaban sus gemidos y la frase que se desliz� entre ellos:
"me voy a correr". Yo estaba decidida a que se corriera en mi boca y as� ocurri�
segundos m�s tarde. De su capullo empez� a salir caliente y abundante semen. Mi
boca se vio inundada por un torrente de esperma delicioso. Su sabor era salado y
un poco amargo. El caso es que mientras �l se mor�a de gusto, yo disfrutaba de
aquel fest�n de semen, cuya abundancia me sorprendi�. Tragu� bastante y tuve
incluso cantidad suficiente para remojarme las tetas con aquel l�quido caliente
y delicioso. Acab� de limpiarle la polla con la lengua y lo cierto es que no
dej� ni una gota en ella, ni en mis labios, relami�ndome gustosa. Acab� la faena
embriagada por los orgasmos y por el sabor de su fluido corporal. Mir� de
soslayo el reloj de la mesita y vi que marcaba las 17:32. Hab�a tiempo de sobra,
ya que la residencia de monjas donde yo me alojaba no cerraba las puertas hasta
las 21:30. Totalmente desnudos nos abrazamos, apoy� la cabeza en su pecho y no
quedamos dormidos entre caricias.
ACTO SEGUNDO
Cuando despert� eran casi las seis y media. Me estir�
voluptuosamente y observ� que Rub�n a�n dorm�a. Me levant� en silencio para no
despertarlo y me encamin� a la nevera, donde �l hab�a guardado las cervezas
Heineken. Cog� dos y las llev� de vuelta a la habitaci�n. Como quiera que estaba
sedienta abr� una para mi y le di un par de largos tragos, hecho lo cual me
volv� a tumbar al lado del que ya era mi "amante" (nunca mejor empleado el
t�rmino). Se despert� un minuto despu�s, sonri� y me acarici�. Le acerqu� la
cerveza que hab�a tra�do para �l, bebi� y pregunt� en voz baja:
- Ha estado genial �no?
- Por supuesto que s� -respond�-. Nunca me pude imaginar que
ser�a tan placentero esto del sexo. Me lo he pasado de maravilla. Me estaba
preguntando si podr�amos alargar a�n un poco m�s la tarde. Si estas dispuesto,
vamos -a�ad� en tono desafiante.
Para aclarar m�s el sentido de mis palabras pos� la mano
sobre su pene. Hab�a le�do en una revista que para "reanimar" (es decir, para
volver a animar) a un hombre hab�a un truco que no fallaba: poner la mano sobre
su polla y juguetear un poco con ella. Al principio estaba fl�cida y algo
blanda, pero en cuesti�n de segundos empez� a crecer entre mis dedos. Empec� a
sob�rsela mientras con la lengua le chupaba sus tetillas, alternando chupetones
con alg�n que otro mordisquito. Su polla se puso de nuevo como el acero y su
tama�o volvi� a impresionarme, tanto en lo referente a su longitud como a su
anchura. Hab�a o�do hablar de ese mito existente sobre la polla de los hombres
negros, pero no creo que este chico tuviese nada que envidiarles. Segu�
mene�ndosela poco a poco y toc�ndole de vez en cuando los test�culos. Pero mi
pareja no permanec�a del todo inactiva. Con habilidad pas� una mano por mis
nalgas desnudas. Me acarici� la raja del culo y empez� a tantearme el ano.
Empec� de nuevo a gemir, ya que descubr� que aquel agujerito era una zona muy
sensible. D�ndose cuenta de ello Rub�n me puso de rodillas y paso su larga
lengua por mi ano. Despu�s me sent� en su cara y �l me comi� el co�o. Me volvi�
a encantar la sensaci�n de su lengua, c�lida y �gil, recorriendo toda mi rajita.
Al meter y sacar la lengua me hizo una especie de cosquillas deliciosas y sent�
que la humedad volv�a a impregnar todo mi sexo.
Pero no deseaba ir demasiado deprisa, as� que abandon�
aquella placentera postura (con el co�o sobre su cara) y le cog� la polla para
hacerle una buena mamada. Lo cierto es que me hab�a convertido en una adicta de
su semen y ya ansiaba el momento de poder llevarme a la boca una buena corrida
de su caliente esperma. Procurando no ahogarme con aquel palpitante pedazo de
carne se la chup� con paciencia, metiendo y sacando en mi boca, y succionando su
glande hinchado. Despu�s le chup� la zona situada entre los test�culos y el ano,
lo cual, para sorpresa m�a, pareci� gustarle mucho. Por �ltimo me deleit�
pasando mi lengua por sus cojones redondos, mientras con la mano segu�a meneando
su polla.
Rub�n reaccion� y, dado que parec�a ansioso por follarme, no
ofrec� la menor resistencia, ya que a mi tambi�n me apetec�a ser penetrada de
nuevo por aquella verga. Me levant� en vilo con facilidad (�l era fuerte y yo,
por aquel tiempo, no llegaba a los 50 kilos), me transport� en volandas unos
metros y deposit� mi cuerpo desnudo y cachondo sobre una mesa de escritorio. Se
puso otro cond�n, con la misma habilidad de hac�a un rato. Acto seguido cogi�
una de mis piernas y la puso casi vertical, apoyando mi tobillo en su hombro. �l
estaba de pi�, justo delante de m�, y situ� su pene frente a mi abertura.
- Estoy deseando follarte. Ya ver�s que polvo tan majo nos va
a quedar -dijo, al tiempo que empezaba a penetrarme.
En un par de golpes me la coloc� casi hasta el est�mago y
empez� a moverse deliciosamente dentro de mi co�o, que estaba mojado, excitado y
dilatado en extremo. El placer empez� a invadirme a medida que �l la met�a y
sacaba cada vez. Sus acometidas eran profundas y las simultaneaba con suaves
pellizcos en mis pezones. Me concentr� totalmente en el placer que me estaba
dando, hasta tal punto que en un momento en que �l apart� sus manos de mis
pechos, para dirigirlas hacia mi tieso cl�toris, mis manos tomaron el relevo. Me
acarici� los sensibles pezones con mis dedos h�medos de saliva. Observ� que a
Rub�n parec�a complacerle mucho lo bien que yo me lo estaba pasando, aunque �l
tampoco deb�a estar muy mal, a juzgar por la intensidad de sus jadeos y la
dureza de su polla, que yo pod�a sentir bien dentro de mi.
Cuando llevaba ya un rato jodi�ndome de aquella manera, sent�
como una marea que me rebasaba y tuve otro orgasmo espectacular. En medio del
placer intenso segu�a notando su deliciosa polla entre mis piernas, mientras se
me escapaban de la boca algunas palabras incoherentes, tales como:
- �S�, ya viene! �Ahhh que gusto! �Que placer!
Rub�n mantuvo su polla clavada en mi chochito, intensificando
mi orgasmo. Cuando ces�, dej� de follarme, volvi� a cogerme en brazos y me
deposit� en la cama, como un trapo. Se quit� el cond�n y me dijo:
- Ahora me toca a m�. Quiero correrme en tus tetas.
Como es de suponer la idea me pareci� perfecta. Se puso de
rodillas sobre m�, coloc� su polla entre mis tetas y yo las junt� con las manos
para formar un canal por la cual �l pudiera deslizarse. Se movi� atr�s y
adelante, mientras yo trataba de alcanzar su capullo con la lengua.
- Ya veo que te gusta follarme las tetas. C�rrete en ellas.
No hizo falta que se lo repitiera. Entre gemidos y jadeos
empez� a salir aquel semen blanquecino. Me incorpor� un poco y me llev� la punta
de la polla a los labios, llen�ndome de nuevo la boca de aquel delicioso manjar.
Su semen estaba caliente y ten�a aquel embriagador sabor. No estaba yo dispuesta
a que se me escapase nada, as� que us� la lengua a conciencia, llegando incluso
a lamer alguna gota que se hab�a deslizado hasta sus test�culos. Mi boca estaba
pegajosa por el efecto de su abundante semen y en los labios pod�a notar los
�ltimos restos de su caliente regalo. Me sorprendi� cuando dijo:
- No te limpies del todo, que voy a sacarnos una foto.
Pens� que lo dec�a en broma, pero antes de que pudiese decir
nada ya estaba �l con una Polaroid en la mano. Apunt� hacia mi cara y hacia su
polla, dijo "mira a la polla y acerca la lengua a ella" (lo cual yo hice de lo
m�s gustosa), tras lo cual tir� dos fotos, una detr�s de otra. Acab� de
limpiarme los labios (con la lengua, por supuesto) y nos tumbamos abrazados a la
espera de que las fotos se revelasen. Fue incre�ble el morbo que me produjo
verme en ellas. Las dos eran muy similares y en ellas pod�a verse una mano (la
m�a) que sujetaba una enorme polla (la suya). El semen resbalaba un poco entre
mis dedos y gotas de esperma pod�an verse tambi�n en mis labios. Mi lengua
aparec�a apoyada en su capullo, en clara actitud de lamer. Afortunadamente mi
larga melena ondulada cubr�a parte de mi cara, lo cual har�a dif�cil que alguien
me reconociese. A la vista de ambas fotos �l dijo:
- Una para cada uno. Elige la que m�s te guste.
Tras dudar un segundo escog� aquella en la que me parec�a que
se me ve�a m�s la cara. �l se quedar�a con la otra y supongo que acabar�a
ense��ndosela a sus amigos, a fin de poder fardar del polvo que hab�a tenido
conmigo. A pesar de esto, el tener una foto de recuerdo de aquella gloriosa
tarde (mi primera tarde gloriosa) me pareci� una idea excelente. Solo deb�a
preocuparme de guardar bien la foto, para impedir que fuera a caer en manos
peligrosas. Una vez elegidas las fotos acabamos lo que a�n nos quedaba de las
latas de Heineken (dado que con el "calent�n" anterior no nos hab�a dado tiempo
a apurar todo su contenido) y nos tumbamos a descansar un poco, ya que una de
las cosas que aprend� aquel d�a era que el sexo daba mucho placer, pero que
tambi�n cansaba y produc�a sue�o.
ACTO TERCERO
Estuvimos adormilados algo m�s de media hora y una mirada al
reloj me indic� que eran las 19:37. Era hora de ir dando por terminada aquella
incre�ble jornada. Despert� a Rub�n y le dije que no me ir�a nada mal una ducha.
Respondi� que ser�a mejor un buen ba�o y para dar m�s fuerza a sus palabras me
ense�� la espl�ndida ba�era que ten�an. Era una ba�era grande y redonda, con
unos materiales que me parecieron muy buenos. Abri� el grifo del agua caliente y
empez� a llenarla, al tiempo que a�ad�a un generoso chorro de gel debajo del
chorro de agua. Le dije que no me gustaba el agua demasiado caliente, a lo que
respondi�:
- No me extra�a, con esa piel tan sensible que tienes -y,
tras besarme ligeramente el cuello, baj� un poco la temperatura del agua, hasta
que sali� poco m�s que templada.
Me dijo que en el ba�o ten�a todo lo que pudiera necesitar y
con una palmadita en las nalgas (los dos est�bamos a�n completamente desnudos)
se despidi�. Cuando la espuma hab�a subido y la ba�era hab�a alcanzado un nivel
de agua que me pareci� suficiente, me introduje en ella y me sent�. Como medida
previa me hab�a recogido la melena sobre la cabeza, con ayuda de una pinza que
encontr�, ya que no era cosa que se me mojara la el pelo. El agua me llegaba
casi hasta las tetas y la sensaci�n de relax y tranquilidad era absoluta. Cog�
una esponja y empec� a pasarla por todo mi cuerpo. Descubr� que en los pechos y
en la cara a�n me quedaba alg�n ligero resto de su semen, restos que limpi� sin
ninguna dificultad. Despu�s segu� por las piernas, subiendo hasta los muslos y
frotando con suavidad los rizados pelos que cubr�an mi co�o. Continu� con los
brazos, el cuello y el est�mago, para finalmente volver a repasarme las tetas.
El caso es que se estaba all� de maravilla, pero a los cinco minutos not� que
empezaba a aburrirme. Por lo tanto decid� llamar al semental:
- Ruben �por qu� no vienes a frotarme la espalda? -dije con
una voz entre p�cara y suplicante.
- Al momento estoy ah� -respondi� �l desde la habitaci�n.
En unos segundos apareci� por la puerta del cuarto de ba�o,
con la polla colgando en reposo. Desde luego hab�a que reconocer que el muchacho
ten�a un cuerpo m�s que atractivo. Hizo un adem�n de querer coger la esponja
para empezar a frotarme, pero se lo imped�, mientras con un gesto de mi cabeza
le indicaba que se metiera al agua conmigo. Asinti� y se meti� en la ba�era. Le
hice sitio y se coloc� detr�s de mi, cosa l�gica, ya que su cometido (en
principio) era frotar mi espalda. Abri� un poco el tap�n del desag�e, de modo
que el nivel del agua fuese bajando poco a poco. Armado de la esponja empez� a
recorrer mi espalda, muy despacio. Empez� por la nuca (momento en el cual
descubr� que la nuca tambi�n era una zona interesante), sigui� por los hombros y
fue bajando por la columna vertebral, hasta llegar justo donde empezaban mis
nalgas. Seguidamente frot� con suavidad mis costillas, a ambos lados. Descendi�
hasta las caderas y masaje� ambas, una con la esponja y otra con la mano. La
sensaci�n del agua y de sus manos sobre mi piel estaba muy bien, por lo que
respir� hondo y me relaj�. Cuando mi colega de ba�era consider� que ya me hab�a
lavado la espalda lo suficiente dijo:
- Voy a aprovechar para darte un masaje. Rel�jate y disfruta.
Relajada ya estaba y que con esa compa��a iba a disfrutar, no
lo dudaba. El caso es que sus manos empezaron a recorrer mi espalda. Me acarici�
los hombros y empez� a apretar con suavidad los m�sculos situados entre los
hombros y el cuello. Aquellas manos sab�an lo que hac�an. Continu� masaje�ndome
los om�platos, la parte interior de los brazos y las costillas flotantes. Lo m�s
curioso del caso es que no me hizo cosquillas (a las cuales suelo ser muy
sensible), sino que estaba en la gloria, tanto que se me escap� la siguiente
exclamaci�n: "Ummmm...". Sus dedos fueron volvi�ndose m�s �giles y los fue
deslizando por mi columna vertebral, mientras apretaba con suavidad. Aplic� los
pulgares en mi zona lumbar y despu�s a la altura de la rabadilla, lo cual
provoc� en m� un nuevo estremecimiento (ya ni recuerdo cuantos iban en las
�ltimas horas). Volvi� a subir las manos hasta mi cuello y las desliz� hacia
abajo con las u�as por delante, ara��ndome ligeramente. Me invadi� un hormigueo
por todo el cuerpo y �l, que pareci� adivinarlo, repiti� la operaci�n varias
veces, ara�ando un poco m�s fuerte cada vez.
- Sigue, que me encanta lo que haces con esas manos
-supliqu�.
Animado por mis palabras pas� sus u�as por mis muslos,
primero por la parte externa y despu�s por la parte interior, desde las rodillas
hasta las ingles. En ese momento el cuerpo ya no me respond�a, por lo que solo
acert� a echar atr�s una de mis manos y acariciar su cara. Bes� mi mu�eca y
continu� ara��ndome el est�mago, con sus brazos rodeando ya mi cuerpo por
entero. Subi� por mis costillas laterales hasta llegar a las axilas, que estaban
descubiertas porque yo ten�a los brazos abiertos y apoyados en los bordes de la
ba�era. Roz� mis axilas depiladas y continu� all� su masaje, mientras que yo, en
lugar de estar dando saltos a causa de las cosquillas, empezaba a gemir con
suavidad.
En ese momento las manos de Rub�n se adelantaron poco a poco,
acariciando la suave piel de los laterales de mis tetas. Sigui� hacia delante
poco a poco, haciendo c�rculos por mis tetas y acerc�ndose a mis pezones, que ya
estaban tan duros que casi me dol�an. Cuando sus dedos �ndices rozaron al mismo
tiempo los bordes de los pezones no pude reprimir un fuerte gemido, seguido de
varios jadeos.
- Te gusta �eh pillina? -pregunt� �l, aunque la respuesta
estaba bastante clara.
No acert� a responder nada, pero le acarici� los antebrazos,
en una clara incitaci�n a que siguiese con lo que estaba. Por supuesto, �l
continu� acarici�ndome los pezones, con mucha suavidad, pero dado lo sensible
que estaba yo bast� para que mis gemidos se hiciesen m�s altos y m�s audibles.
Con la pel�cula de agua que cubr�a mis tetas sus dedos pod�an resbalar
f�cilmente sobre los pezones, haciendo c�rculos cada vez m�s cerrados. Recib�
una verdadera descarga el�ctrica por todo el cuerpo cuando su �ndice y su pulgar
(de ambas manos) se cerraron con suavidad sobre las puntas de mis dos pezones.
Mi cuerpo tembl� y recost� totalmente mi espalda sobre �l. Intent� acariciarle,
pero no pude. Su lengua hab�a entrado en acci�n y chupaba ya una de mis orejas.
Lo siguiente que sent� fue un mordisquito en el l�bulo y que su lengua se
desplazaba por detr�s del cuello (el roce en la nuca fue incre�ble) hasta llegar
a la otra oreja. Justo cuando llegaba, recib� otra especie de calambre, ya que
sus dedos me volv�an a pellizcar los pezones. Era incre�ble el modo en que �l
iba administrando aquellas descargas el�ctricas sobre mi cuerpo.
- Te veo muy sensible, peque�a. Pero aguanta, que a�n queda
lo mejor -dijo, en un tono susurrante en mi oreja.
No me hab�a percatado hasta entonces de que el agua ya hab�a
desaparecido de la ba�era, aunque hac�a ya un rato que no me daba cuenta de
nada. Solo quedaba una ligera capa de espuma, cuando Rub�n me empuj� suavemente
hasta que qued� apoyada sobre las rodillas y las manos en el fondo de la ba�era.
La pausa de cinco segundos que se produjo entonces supuse que fue el tiempo que
�l necesit� para colocarse otro cond�n en la polla. Pasado ese brev�simo lapso
de tiempo (durante el cual yo segu�a estando en las nubes) sent� que el macho
volv�a a atacar, ya que not� sus manos sobre mis nalgas, y no tuve otro remedio
(o, mejor dicho, no me apetec�a otra cosa) que separar las rodillas y ofrecerle
la retaguardia de mi co�o abierto y carnoso.
- Rel�jate y disfruta, preciosa -dijo �l antes de iniciar la
faena.
Sent� como aquella polla dura y grande me perforaba el co�o,
entrando con facilidad hasta el fondo. Pens� que era algo incre�ble que Rub�n,
despu�s de dos polvos anteriores, conservase esa potencia y que la polla se le
pudiese poner tan dura sin que yo le hubiese hecho ninguna manipulaci�n. Lo
cierto es que me penetr� hasta el fondo, estimul�ndome el cuerpo entero. En
medio de aquel mete-saca, lento pero muy eficaz, pregunt�:
- �Qu� te parece como te estoy follando putita?
No me ofend� por su comentario, ya que ese d�a estaba
follando como una verdadera profesional (en cantidad y calidad). Entre suspiros
entrecortados pude a�n responder:
- Bien, �muy bien! Sigue, sigue foll�ndome as�.
Evidentemente, sigui�. Cuando su miembro llegaba hasta lo m�s
profundo de mi sexo notaba yo que las fuerzas me abandonaban. Clav� sus u�as en
mis nalgas (algo m�s fuerte que antes) y yo chill� de gusto. La meti� del todo,
dej�ndola quieta as� un momento, lo que yo aprovech� para girar un poco mis
caderas y disfrutar aun m�s con el roce que produc�a su polla en el interior de
mi sexo. La sac� y la meti� una vez m�s y entonces yo sent� algo as� como caer
de un avi�n a 12.000 metros de altura y sin paraca�das. El placer se apoder� de
mi cuerpo y el orgasmo fue a�n m�s intenso que los anteriores, sobre todo en
duraci�n, ya que lo experiment� durante un buen pu�ado de segundos. El �ltimo
sonido que pude emitir al correrme fue una mezcla de gemido, suspiro y grito.
- �Ahhhhh! �Qu� orgasmo! �Ha sido bestial.....! -dije
mientras me derrumbaba hacia delante, hasta quedar casi totalmente tumbada sobre
el suelo de la ba�era.
Cuando acab� de correrme �l retir� la polla de mi co�o.
Estuve unos segundos boca abajo sobre el suelo de la ba�era, rebozada de espuma.
Tuve ganas de no moverme de all�, a fin de poder disfrutar de los residuos del
placer que acababa de experimentar, pero pens� que no era justo olvidarme de
quien me acababa de hacer sentir tan placenteras sensaciones. Me levant� y al
darme la vuelta encontr� a Rub�n, ya sin cond�n, de pi�. Con la mano derecha
meneaba su polla, con movimientos lentos pero en�rgicos. Me arrodill� ante �l,
acarici� sus hinchados cojones y dije:
- �C�rrete! Quiero que te corras en mi cara.
No tard� demasiado en acceder a mis deseos. Su capullo se
hinch� un poco m�s, apret� sus bolitas por �ltima vez y con un buen golpe de
mu�eca solt� en mi cara y boca otro chorro de aquella leche que tanto me
gustaba. Mientras se corr�a cog� su polla y me la llev� a la boca, saboreando su
corrida, que result� ser menor en cantidad que las anteriores, pero de la misma
calidad. De nuevo su esperma manch� mi cara, mis labios y mi lengua, que volvi�
a ser igual de voraz que en las dos ocasiones anteriores con su fluido corporal.
Nuestros jadeos y gemidos se superpusieron: los suyos eran por el orgasmo que
estaba teniendo (con la consiguiente corrida) y los m�os por la excitaci�n que
me produc�a el recibir su semen en mi boca. Cuando acab� de correrse, Rub�n se
sent� en el borde de la ba�era, ocasi�n que aprovech� para acabar de chuparle la
polla y hacerme con alguna que otra gotita que a�n le sal�a por el capullo. Lo
que estaba claro era que me hab�a vuelto una aut�ntica adoradora de su polla y
que me gustaba recibir de ella un regalo en forma de caliente semen. La verdad
es que podr�a est�rsela chupando d�as enteros, saboreando su capullo y su
esperma.
Cuando hube acabado aquella limpieza tan sustanciosa (durante
la cual Rub�n no dijo ni media palabra, por lo que solo se oyeron mis lametones
golosos y su respiraci�n entrecortada) acerqu� un par de toallas con las que nos
secamos. Nos vestimos mientras coment�bamos diversas facetas de aquellos
salvajes tres asaltos. Cog� mi foto de la Polaroid y le dije que no hac�a falta
que me acompa�ase a la residencia, pero �l insisti� y acab� recorriendo conmigo
los cinco minutos escasos que separaban su casa del colegio de las monjas. Nos
despedimos con un beso y a las 21: 21 exactamente entr� en la residencia y sub�
a la habitaci�n, tras explicar a la monja que no me encontraba muy bien y que no
ten�a ganas de cenar. Me duch� de nuevo (ya que la ducha anterior se hab�a
complicado algo) y con el pijama puesto me sent� en la cama. Guard� bien la foto
comprometedora y me puse a escribir todo lo que recordaba de aquella tarde,
acompa�ada por una sensaci�n en el co�o, algo as� como una mezcla entre
cosquilleo y ligero escozor. Estaba algo cansada, pero a�n ten�a en el cuerpo
una deliciosa sensaci�n de bienestar. Me parec�a incre�ble que aquella polla tan
grande hubiese penetrado por completo mi delicado co�o.
Un rato despu�s subi� de cenar mi compa�era de habitaci�n
(que tambi�n era compa�era m�a de clase en el instituto). Era una chica morena y
atractiva, pero sus miras no iban m�s all� de sacar buenas notas en los
ex�menes. Me mir� algo extra�ada y dijo:
- Buenos ojos los que te vean. �D�nde te has metido toda la
tarde? Seguro que con ese amigo tuyo en alguna sala de recreativas, jugando como
ni�os.
- M�s o menos -respond� con una sonrisa.
- Cada vez eres m�s infantil. Ya ver�s como no apruebas ni un
examen -fue su respuesta.
Si tu supieras, pens�, que tipo de juegos he estado
practicando toda la tarde, te caer�as de culo. A esto es a lo que yo llamaba una
tarde bien aprovechada y no a estar escuchando el rollo del profesor de f�sica.
Dej� lo que estaba escribiendo, me met� en la cama y dorm� profundamente.
EPILOGO
Despu�s de ese d�a no volv� a acostarme con Rub�n. Le di un
par de excusas en los d�as sucesivos, alegando que no me encontraba bien o que
ten�a que estudiar mucho. Al cabo de 10 d�as apareci� a buscarme a la salida de
clase, pero le dije que ten�a cosas que hacer. Estaba claro que el chico hab�a
puesto el list�n demasiado alto aquel d�a, por lo que cualquier repetici�n
corr�a el claro riesgo de resultar decepcionante. Incluso a d�a de hoy debo
confesar que nunca me han follado como lo hizo �l. Adem�s estaba yo segura de
que se lo habr�a ido contando a todos sus amigos y que, como ellos no le
creer�an, habr�a acabado por ense�arles la foto en la cual se ve�a su polla y mi
cara llena de su semen. No quer�a que me viesen con �l y que me tomasen por una
puta, cosa que evidentemente yo no era, aunque aquella tarde me hubiese
comportado como tal.
En todo caso con aquella experiencia hab�a aprendido
much�simo y, lo que es m�s importante, me hab�a convertido en una adicta al
sexo. Pero para eso no hab�a mayores problemas: la ciudad en la que yo estudiaba
estaba llena de chicos guapos y ardientes. Se les pod�a encontrar en el
instituto, en la disco, en los bares, en los parques, por la calle, ... Pero
esto ya es material para otra historia.