Relato: Ahh, lujuria! (III: 3. -casi- final previsible) Yo sab�a perfectamente qu� clase de cuadro me iba a encontrar
a mi regreso; mi madre despatarrada en la cama, cogida bien cogida y con la
lujuria pintada en su rostro, y mi amante sentado a su lado, fumando
pl�cidamente un cigarro. A lo mejor, incluso, todav�a estaban en pleno ejercicio
y - en ese supuesto - me promet� a mi misma volver a salir de casa y darles otro
rato: mam� se lo merec�a.
Se dio lo primero. Ay, Silvita, que pija hermosa, que
hermosura, ahora entiendo porqu� no te pod�s despegar de �ste hijo de puta, me
dijo mi madre no bien asom� la cabeza en el dormitorio (jam�s hab�a escuchado en
boca de mi madre ese vocabulario tan fuerte). Bueno, Diana, no es para tanto, al
contrario, ahora soy yo el que entiende de d�nde vienen las virtudes de Chumi,
terci� Alberto devolviendo gentilezas con sinceridad y satisfacci�n en su cara.
Un caf� ?, pregunt�. S� pero dej�, yo lo preparo, remat� Alberto levant�ndose
con energ�a y desapareciendo rumbo a la cocina.
Disfrutastes ? Que si disfrut� ? recontest� mam�: mir� hija,
no me voy a lamentar el tiempo que perd�, pero de ahora en m�s, quiero m�s.
Estaba totalmente desnuda y por primera vez me fij� en ello y en ella. Sin
verg�enza. Viste qu� gusto da coger con Alberto ? No s�lo coger, este tipo da
gusto en todo ! exclam� ma, dej�ndome boquiabierta. Se dio cuenta de mi asombro
y, alegre, remat�: si Silvita, me comi� la concha, le com� la la pija tal como
me dijo que vos lo hac�as, me serruch� en no s� cuantas posiciones y formas, me
dio leche en la boca y se la sabori�, me enlech� la concha y me hizo acabar mil
veces, Silvi, mil veces.
Todo eso en dos horas ? y lo hiciste acabar tres veces a �l ?
pregunt�, casi al borde de ofenderme - conmigo jam�s, siempre fue muy ego�sta
con su leche - en el mismo momento que Tali reaparec�a con una bandeja, caf� y
bocadillos. Hice la excepci�n por el debut, chumi, no te enojes, dijo Alberto
reentrando en la charla, defendi�ndose y adem�s, continu�, Diana necesitaba
hacerlo de esa manera en su primera vez con otro hombre, � porque fue tu primera
vez, cierto, Di ?.
Primera vez con otro y primera vez en todo, Tali, porque con
mi marido chaca-chaca, tres minutos y nada m�s y s�lo eso, confirm� mam�. Ay
mamita, cu�nto te quiero y cu�nto me alegro, le dije abraz�ndola y bes�ndola en
toda la cara, con besos de hija a madre, y tomando al mismo tiempo conciencia de
su desnudez. Ella devolvi� los abrazos y besos y ech� m�s le�a al fuego: sab�s
lo que me dijo el degenerado?, que para las pr�ximas ni espere hacerlo en una
cama, que me la va a poner en la cocina, en el ba�o y hasta me quiere coger en
la terraza, para que todo el mundo vea !!
Charlamos y bromeamos y un ratito despu�s mam� fue al ba�o.
Ahora te quiero a vos, dijo Tali. �y todav�a pod�s ?, le dije, gast�ndolo.
Prob�, dijo, y tom�ndose a si mismo se arrodill� a mi lado, poniendo su sexo al
borde de mi boca. Cuando m� regres�, yo ya me la estaba comiendo. Me magre� los
pechos, me los pint� con su pija, me entr� a desesperar, me olvid� de mam� (que
se masturbaba con frenes� sentada en el silloncito que hay en el dormitorio), me
arrastr� al borde de la cama, me hundi� la lengua en la chucha y un dedo, dos
dedos y con mis propios jugos me empez� a lubricar la puerta del culo; de
refil�n, mientras agitaba la cabeza buscando aire alcanc� a ver que m� estaba de
rodillas a su lado y, seguramente, paje�ndolo; me arranc� un orgasmo y sigui�
con su lengua, un poco de lengua adelante un poco atr�s, sent� su dedo entrar y
moverse en mi recto, se incorpor�, me tom� las piernas por debajo y las puso en
sus hombros, apunt�, apoy� el capullo y, presionando con firmeza, me encul�. Mis
gritos de placer se confund�an con los de m� que miraba y no le alcanzaban los
ojos para ver lo que estaba viendo, una pija entrando y saliendo, martilleando,
en un culo, en el recto de su propia hija, ni le alcanzaban las manos para
frotarse a s� misma. Y por supuesto, me reg� por dentro y yo me encharqu� como
nunca, nunca me hab�a encharcado.
Los tres ca�mos rendidos y, poco a poco, nos entregamos a una
siesta reparadora, acomod�ndonos los tres en la cama, Alberto en el medio. �
creen que termin� aqu� ?
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Relato: Ahh, lujuria! (III: 3. -casi- final previsible)
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