Relato: El virgo de belen en peligro EL VIRGO DE BEL�N EN PELIGRO
Pas� la primera semana con Mari �ngeles, follando sin parar.
Pero el finde comprob� como Bel�n estaba sentada en una
escalera, con las piernas abiertas, y entre sus potentes y redondos muslos se
ve�a sus bragas blancas con una media rosquilla en el centro, la visi�n me turb�
de tal manera, que cuando se levant� y acerc� al balc�n no pude reprimirme al
verla de espaldas, con su maravilloso culito en pompa, me acerqu� la tom� por la
cintura, baj� mi mano hasta sus nalgas y comenc� a tocarlas. Ella intent�
separarse, pero de forma autoritaria, me sali� un: no te muevas, que la dej�
quieta. Nunca hab�a visto un culo tan bello, tan duro, tal alto, tan redondo. .
. la estaba toqueteando cuando apareci� la madre sonriente, dici�ndome: sigue,
sigue. . . que ahora hablaremos.
La verdad me dio miedo y se me quitaron las ganas de seguir
sobando el culo de Bel�n.
En el �nterin, Mari �ngeles, mand� a las otras dos ni�as a
jugar al jard�n, puso la m�sica bastante alta, y nos llam� a su habitaci�n,
sentada en la cama, se dirigi� a su hija diciendo: Bel�n, falta muy poquito para
que te venga la regla y convertirte en mujer, pero para Sergio, que ya es tu
papi y para mi, ya eres mujer y como tal te vamos a educar. Qu�tate la ropa, la
falda tambi�n, t�mbate en la cama, una vez echada en la cama, lo quit� las
bragas, y tuve delante de mis ojos, el sexo m�s bonito que uno se pueda
imaginar: blanco, sin vello, limpio, con labios perfectos, era un maravilloso
estuche que ocultaba un tesoro en su interior, la madre agarr� con una mano la
vulva, y ante la queja de Bel�n coment�: caya que vas a comprobar el goce de ser
mujer, dicho esto separ� los redondos y gruesos muslos, y con los dedos pulgar e
�ndice, abri� el estuche dejando ver: una joya.
Unos labios internos rosados, un capuch�n ocultando un
cl�toris blanco y un agujerito redondo y perfecto. La ni�a se estremeci�,
recordaba cuando a una sumisa se le pone dos electrodos en los labios y se
retuerce, una vez abierta la madre acarici� el cl�toris, que pronto sali� de su
capucha, y pas� la mano por el interior de aquella maravilla, me invit� a hacer
lo mismo, y notamos que aquella ni�a empezaba a mover el culito, seg�n
continuamos, el movimiento fue en aumento, el jadeo aument� hasta convertirse en
gemidos, m�s, m�s y m�s, ahora ya gritaba, lloraba, e inici� lo que se considera
como excitaci�n en toda mujer adulta: flujo y jugos vaginales, cl�toris erguido
y movimientos vaginales anunciando su dilataci�n. Bel�n acab� con una inmensa
corrida. Empapada en sudor, agotada, su madre la coment� muy seria: desde ahora
cuando te pique aqu� abajo d�selo a pap� que �l te curar�, jam�s lo hagas tu
sola, ahora descansa hasta que suban tus hermanas.
Si la ni�a estaba nerviosa yo creo que estaba temblando,
despu�s de aquellos momentos, pero pasaron un par de dias y nadie dec�a nada,
hasta que Mari �ngeles se dirigi� a su hija, con cara de pocos amigos,
pregunt�ndola: desde el otro d�a no has tenido picores, ella bajando la cabeza
afirm�, y no le has dicho nada a pap�. . . pues te voy a ense�ar.
Igual que el d�a anterior, la m�sica alta, las ni�as al
jard�n, y Bel�n a la cama. Se desnud�, abri� las piernas, y su madre tambi�n la
abri� pero los labios, empez� a frotar, la ni�a feliz, movi� el culito, jade� y
cuando empezaba a mojarse la madre par�, Bel�n llorando implor� que siguiera,
pero Mari �ngeles cogi� ambos labios con fuerza levant�ndoles y una vez bien
estirados, sac� de su bolsillo una aguja de las tatuaje, y la clav� en un lado
de los labios bastante a fondo aunque sin traspasarle, la ni�a grit� de dolor,
yo me qued� asustado, y la madre como una posesa le grit� que aprendiera pues si
no avisaba a pap�, la atravesar�a con un pendiente para que no pudiera abrir mas
la raja, s�lo para mear.
Hizo efecto pues al dia siguiente Bel�n ya por la ma�ana me
vino al oido a decirme papi me pica, como su madre no estaba, la llev� a la
habitaci�n, la desnud� poco a poco, puse una pelota de pin-pon en su boca, para
que sus hermanas no oyeran los gritos, y le empec� a dar lengua por todo el
cuerpo, cuando la vi a punto, toque hasta mas no poder su cl�toris, ella se
corri�, volvi� a correrse hasta tres veces seguidas, sudando y jadeando la vest�
para llevarla al colegio con sus hermanas, cansada pero feliz y desahogada.
Continuar�.
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Relato: El virgo de belen en peligro
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