Hay que reconocer, son cosas que uno propone y las
circunstancias disponen. �Qui�n lo dir�a? La conoc� hace unos cuatro meses, casi
como un juego. Un sector que invita a la seducci�n y el juego, en el
ciberespacio, y hoy estoy partiendo desde mi ciudad con rumbo a lo inesperado.
Voy a verla.
Reconozco que la intriga carcome mis entra�as, el nudo en el
est�mago, los nervios me juegan una mala pasada. �Ser� como la imagino? �Ser�
como me imagina? Mil preguntas, todas sin respuestas.
Por fin el colectivo inicia su marcha, es de noche. Trato de
dormir, pero ni un ojo puedo cerrar sin pensar en el momento. Una muchacha viaja
a mi lado, pese a lo sugestivo de su vestimenta no logra cautivar mi atenci�n.
Mi cabeza vuela a miles de kil�metros pensando en el gran momento.
Acepto que mi indumentaria no provocar� una gran impresi�n,
soy un tipo normal: jeans, zapatillas y una remera que me cierra la respiraci�n.
�En que estar� pensando ahora? �Qu� podr� llegar a suceder ma�ana?
Lentamente, el sue�o vence mis defensas y me entrego al
descanso.
Cuando mis ojos vuelven a abrirse el panorama ha cambiado, ya
no estamos rodeados del cemento y smog de la gran ciudad. Las im�genes que
llegan a mis retinas muestran los primeros vestigios de una zona de playa,
acantilados, sol radiante y vegetaci�n que su vuelve muy verde a mis ojos
heridos por la luz del sol.
Finalmente, el micro se detiene en la estaci�n terminal, est�
atestada de gente. Bolsos de viaje, valijas y ropas livianas mandan en el
ambiente, el calor aprieta y hace que cada prenda se vuelva una pesada carga al
hallarse ba�ada en transpiraci�n. Desconoc�a el clima del lugar, es mi primer
visita a esta zona y deb� aventurarme en la indumentaria.
Seguramente ha de ser una de las tantas personas que me he
cruzado en los andenes o quiz� en la sala de espera, pero tal y como lo
decidimos desde el primer d�a en que nos contactamos, no hay fotos ni im�genes
que puedan identificarnos.
Es una cita a ciegas, tan a ciegas como que he recorrido m�s
de 3000 kil�metros y he acumulado horas de viaje en avi�n y micros como nunca
antes, con la sola idea de encontrarla y saber hasta que punto nuestros mails
pueden desembocar en algo m�s que un fin de semana de locuras.
Todo est� previsto, la reservaci�n en el hotel, el horario de
encuentro, la forma y hasta las primeras 5 horas juntos.
Reconozco que he hecho trampas, me adelant� un d�a en la
llegada para que esa idea m�gica de conocernos tan a oscuras como nuestros mails
hizo que tratara por todos los medios de ganar tiempos para conocer y reconocer
el lugar.
Al llegar al hotel, me invade la ansiedad �ella habr� hecho
lo mismo? �Ser� alguna de las cuatro mujeres que est�n sentadas en distintos
sillones del snack-bar? Descarto la idea cuando ninguna de ellas hace el m�s
m�nimo de los esfuerzos por observarme o intentar o�r lo que hablo con la
se�orita que en la recepci�n me extiende la planilla de admisi�n y la llave del
cuarto.
Con las llaves en mi poder y un joven que me escolta junto a
mi equipaje me dirijo al ascensor, en tanto vuelvo a repasar la concurrencia del
bar. Pero no, ninguna se ajusta a los �nicos detalles que conozco de ella. Su
descripci�n escapa de las ocupantes del lugar.
Cuando llego a la habitaci�n, el joven que portaba mi
equipaje y no ha parado de hablar desde que subimos al ascensor hasta el
momento, abre la puerta y me deja ver un cuarto digno de una ocasi�n especial.
"Disfrute su estad�a con nosotros, tan pronto su esposa llegue le avisaremos tal
lo convenido" dice al tiempo que deposita las maletas en el piso y se queda
mir�ndome a la espera de una gratificaci�n.
Cumplida aquella obligaci�n, el se retira y quedo solo. La
habitaci�n es sencillamente genial. Sillones al ingresar, y tras una breve
estancia un dormitorio con ba�o en suite, una cama muy amplia, aire
acondicionado y un frigobar muy bien dotado al que r�pidamente empiezo a liberar
de su peso, cuando extraigo una cerveza helada.
Enciendo un cigarrillo mientras despliego la ropa del bolso y
la maleta para luego colocarla en el placard. Ingreso al ba�o y me despojo de
cada una de las prendas h�medas en exceso. El ba�o de inmersi�n es muy
reparador.
Repaso una y otra vez el plan de ma�ana por la tarde. "Cerrar
todas las ventanas, dejar solo la luz de un velador en la entrada al que
previamente deber� cubrir con aquella tela delgada de color azul claro,
disponerme sobre la cama bajo sabanas blancas perfumadas sin una sola prenda,
esperar su ingreso, que apague la �nica luz del lugar para minutos despu�s
tenerla junto a mi en el lecho y dedicarnos a conocer nuestra anatom�a con las
manos en la penumbra total. En ese momento, saludarle y escuchar por primera vez
el timbre de su voz", est� claro que este pensamiento rondar� mi cabeza hasta
que se cumpla.
Ya repuesto del viaje y satisfecho con el ba�o, me visto y
salgo a recorrer los alrededores del hotel, compro alg�n que otro elemento en
locales del lugar y busco un buen sitio donde cenar.
La noche se acerca a pasos agigantados, sus sombras comienzan
a cubrir cada una de las edificaciones. Retorno al hotel y al retirar las llaves
de la conserjer�a me entregan un mensaje. Ella llegar� a las 10 de la ma�ana,
pues no consigui� pasaje para m�s tarde.
Mis planes se han trastocado, debo reacomodar cada una de las
acciones a desplegar en el d�a. Subo a mi habitaci�n, dejo los paquetes y vuelvo
al bar. Son las 11 de la noche, un whisky y un cigarrillo me acompa�an mientras
reordeno mis ideas.
En eso veo ingresar a la conserjer�a a una mujer que con dos
peque�os bolsos se aproxima al joven que se halla en la recepci�n, habla con �l.
La estudio �ntegramente y lentamente voy notando que responde a la descripci�n
que ella hizo de si misma en uno de los mails.
La bebida se atraviesa en mi garganta hasta provocarme un
ahogo de importancia. Superado el trance, pago la cuenta y trato de salir
raudamente rumbo a mi habitaci�n.
En camino a ella me he cruzado con dos mujeres m�s y en cada
una hall� similitud con la mujer que espero. La ansiedad me esta volviendo loco.
Tan r�pido como me es posible, vuelvo a ducharme. Preparo
todo tal lo convenido y mi vigilia comienza. Siento pasos de continuo en el
pasillo que conduce a las habitaciones, pero jam�s se detienen frente a mi
puerta, el tel�fono no suena avisando de su presencia, las horas pasan y los
p�rpados pesan cada minuto m�s.
No s� cuando sucedi�, solo se que el sonido del tel�fono me
sobresalt� despert�ndome de mis sue�os. "La se�ora acaba de llegar y la acompa�a
un botones a la habitaci�n" dijo la voz del conserje. ��Caray!!, no llegu� a
ba�arme para esperarla.
A suma velocidad, me dirijo al ba�o y comienzo a ducharme,
dej� la puerta entornada para o�r su llegada. Cuando cierro el grifo del agua,
siento la llave girar en la cerradura.
Sin secarme totalmente, apago la luz del ba�o y llev�ndome
por delante una silla baja, me escurro entre las s�banas.
Una risita de muy bajo tono me indica que ya est� dentro de
la habitaci�n, sin duda not� que choque con algo en el camino.
En la penumbra de la sala distingo un silueta que deja en un
silla algo de equipaje y se quita lo que parece ser un largo saco, para luego
apagar la luz. El ruido de dos tacos que caen al piso y los primeros roces de
sus pies sobre la alfombra llegan a mis o�dos.
Cierro los ojos y espero el momento que tanto he imaginado.
Las s�banas se levantan levemente, un cuerpo tibio, fragante
y tembloroso se dispone a mi lado.
El primer roce proviene de nuestras caderas que se encuentran
lateralmente, es como un impulso el�ctrico que en primer instancia nos separa un
poco. Quiz� unos diez segundos despu�s, giro sobre mi cuerpo para colocarme de
frente a ella. Extiendo mi mano derecha hasta que choca con una parte de su
anatom�a.
La tibieza de su piel es notoria, trato de recorrer muy
lentamente cada cent�metro, mientras imagino que lugar de su cuerpo estoy
explorando. El perfume de su piel se entremezcla con un aroma conocido, est�
excitada.
Las curvas me avisan que he llegado al nacimiento de sus
pechos. Son de buen tama�o, est�n r�gidos y se coronan con un bot�n bastante
prominente. Atravieso el valle que lo une con su mellizo que esta exactamente
igual.
Ahora es ella quien gira y se coloca exactamente frente a mi,
siento su respiraci�n entrecortada. Subo mi mano rumbo a su rostro y descubro
que sus dientes tienen como prisionero a uno de sus labios, quiz� para evitar
emitir un gemido.
Repentinamente una mano se posa sobre mi frente y comienza a
describir un camino descendente por mi nariz, rodeando mis labios, bajando por
mi cuello hasta el pecho.
El juego se ha iniciado, solo tacto para reconocer el cuerpo
del otro.
La cabellera h�meda me avisa que ya hab�a pasado por una
ducha recientemente, bajo por el contorno de sus hombros deteniendo la mano que
estaba recorriendo mi cuerpo. El lateral de su cuerpo se hace algo m�s abultado
al llegar a sus caderas, las nalgas son suaves y de buen porte al igual que sus
muslos. Al llegar al l�mite de la extensi�n de mi brazo, retomo el recorrido
ascendente por la parte interna de sus muslos. La tibieza que demuestra esa zona
se va incrementando mientras subo hasta toparme con la uni�n de sus piernas y
con el tri�ngulo de su sexo, totalmente depilado, notoriamente h�medo que se
abre con facilidad para dejar paso a mis dedos. �Cu�nta humedad hay all�! El
roce de mis dedos sobre su rajita logra que el silencio se rompa a trav�s de un
gemido profundo y delicado.
Su mano que se hab�a detenido por mi accionar va directamente
en busca de aquello que desea. Lo halla dur�simo, caliente y palpitante.
"Hola socio, al fin puedo conocerle. Es m�s
interesante as� que en las fotos" dice mientras toma e inspecciona cada
mil�metro de �l.
"Susy, es un inmenso placer reconocer tu cuerpo. Estaba
ansioso por recorrerte" le digo al tiempo que con mis dedos aprisiono aquel
cl�toris tan inflamado y mojado por sus flujos que brotan de su cuerpo.
"Tambi�n lo es para m�, no imaginas que tan dif�cil fue
esperar el momento en otra habitaci�n de este mismo hotel" murmur�
Volvimos a callar y a dejar que nuestras manos e instantes
despu�s nuestros labios completaran su faena de conocimientos.
La labor concluy� con un beso profundo, prolongado y muy
h�medo que permiti� la proximidad m�xima de nuestros cuerpos.
Me aferr� a sus nalgas y coloqu� a mi socio frente a las
puertas de su sexo. Lo restregu� all� por el tiempo que dur� aquel beso, su
humedad al igual que mi erecci�n iban en continuo aumento. Me detuvo, y
arrodill�ndose a mi lado comenz� a besar cada cent�metro de mi cuerpo, haciendo
una ruta de bajada por �l. En tanto llevaba a cabo su recorrida, la s�bana ca�a
de la cama y su cuerpo se estiraba totalmente junto al m�o pero en posici�n
inversa dejando al alcance de mis labios primero sus pechos, luego su est�mago
hasta enfrentar mutuamente sexo a labios.
Dio a mi socio un beso tal como hab�a descrito en sus
mensajes y le retribu� de igual modo.
Inspeccion� con su lengua el largo total de mi falo, cuando
lleg� a la punta nuevamente lo bes� y lo llev� al interior de su boca. Aquello
fue un disparador para que desplazara mi lengua desde el mismo bot�n de ignici�n
del placer de su cuerpo hasta toparme con el orificio de su ano. Mientras me
hallaba en pleno movimiento de retorno al punto de inicio, comenz� a propinarme
una mamada preciosa, plena de placer y ternura. Retribu� aquel hecho hundiendo
tan profundo como me fue posible mi lengua en su cueva, como si quisiera hacerle
el amor con ella.
La velocidad de uno y otro era cada vez mayor. Se aferraba a
mi herramienta con tanta vehemencia que aceleraba de manera notable mi llegada,
por lo que clavando mis manos entre sus nalgas, la abr� para morder y chupar su
cl�toris hasta hacerla estallar en un orgasmo feroz que la hizo detener.
Convulsion� oprimiendo mi cabeza entre sus piernas y liberando su boca para
proferir un grito de placer que llen� la habitaci�n.
Cuando su cuerpo comenz� a relajarse, retom� su labor. Mamaba
profundamente, queriendo darme tanto placer como hab�a recibido. En tanto, yo
beb�a de sus jugos y los esparc�a a trav�s de su rajita calentando nuevamente su
sexo hasta hacerlo hervir.
Su segunda explosi�n coincidi� con el derrame de lava de mi
volc�n. Del cr�ter de sus labios escapaba muy poco de aquel l�quido blanquecino
y candente, pues todo quer�a que quedase en ella.
Quedamos rendidos, tendidos uno junto al otro. Reponi�ndonos
de nuestro primer encuentro.
Por extra�o que parezca, aun no nos hab�amos visto a la cara
y ya �ramos amantes. Tal era la ansiedad y a necesidad de tenernos el uno al
otro.
Tan pronto como hab�a recuperado un poco las fuerzas y aun
sumido en la oscuridad, me levant� y me encamin� al ba�o. Ingres�, cerr� la
puesta y s�lo en ese momento encend� la luz. Pas� mis manos por mi rostro y not�
que conservaba el perfume de su sexo en ellas. Segu�a imagin�ndola all�, tendida
en la cama con el rostro pleno de satisfacci�n. Me met� bajo el chorro de agua
de la ducha, y reviv� al igual que mi "socio".
Pensaba en las curvas que hab�a descubierto con mis manos y
la profundidad de aquel cuerpo de mujer en el cual me sumerg�. Sonre�, cerr� el
grifo. Me sequ� el cuerpo y lo perfum�. Junt� cada cosa que hab�a dejado
esparcida en el suelo, apagu� la luz y regres� al lecho.
A tientas, busqu� su cuerpo entre las sabanas pero no estaba
all�. Sent� su respiraci�n y suspir�, aun segu�a en la habitaci�n.
Luego la puerta del ba�o se abri�, en segundos se estaba
cerrando pero su mano fue m�s r�pida que su cuerpo y llegu� a ver al menos uno
de sus brazos. Como en un ritual, primero el grifo, luego el choque del agua con
su cuerpo fueron los �nicos sonidos que surcaron la habitaci�n.
El clic de la luz y la puerta que volvi� a abrirse. El
resplandor de la luz solar que aparec�a por el tragaluz del ba�o me mostr� el
contorno de su cuerpo. Cerr� la puerta del ba�o y se encamin� a la cama.
Segundos despu�s, est�bamos hablando. Nos preguntamos cosas
triviales, el viaje, el lugar, el tiempo, hasta que surgi� de m� la pregunta
menos deseada: "�cumpl� con tus expectativas en nuestro primer encuentro?"
"Te deseaba, y eso aun no ha concluido. Sigo queriendo m�s"
respondi� mientras se colocaba sobre mi.
Besaba cada cent�metro de mi rostro como buscando armar un
plano de �l. Fue abriendo sus piernas mientras bajaba por mi cuerpo. Con notable
maestr�a gui� mi herramienta a su cuerpo hasta instalarlo en lo m�s profundo de
su ser. Suspir� profundamente y comenz� a balancearse arriba y abajo, logrando
humectar la zona con rapidez.
Cuando el clima se hab�a vuelto t�rrido nuevamente, mis manos
se instalaron en sus pechos. Los acariciaba desde el exterior hasta el centro,
coronando con peque�os pellizcos sobre sus pezones hinchados y duros.
Inici� una cabalgata prolongada y delicada. Se incorpor� un
poco para dejar a mi alcance el nacimiento de su sexo, al que tortur� con una de
mis manos sin piedad mientras apretaba su pecho derecho con violencia.
Coloc� sus manos en mis hombros, y aceler� el ritmo. Abandon�
sus pechos y dirig� mis manos a sus nalgas las apretaba y trataba de abrirlas
para llegar a acompa�ar a mi socio en el movimiento de entrada y salida. Logr�
colar uno de mis dedos junto a �l y le extraje jugos que esparc� por su cola.
Esa humectaci�n fue directamente dirigida a agujerito apretado de su cola. No
sin trabajo logre internar uno de mis dedos en �l.
Peg� un brinco cuando sinti� que hab�a vulnerado su puerta
trasera, pero al cabo de segundos hizo caso omiso y sigui� movi�ndose.
Nos perdimos en la vor�gine de los movimientos de ambos
cuerpos hasta llegar en simult�neo a un orgasmo violento y potente que nos dej�
rendidos, exhaustos y unidos en un beso.
Cuando la calma comenz� a reinar, estir� mi brazo derecho. Al
tener contacto con el velador que coronaba la mesa de noche, busqu� la perilla y
encend� la luz.
Reci�n all� tuve la posibilidad de verla, una hermosa sonrisa
y ojos enormes por la sorpresa.
"Hola, �como estas?" le susurr�.
"Feliz, y hermosamente empalada" respondi�.
Contempl� sus cabellos, su piel y sus pechos, era todo
exactamente como lo hab�a descrito. Su rostro demostraba que la acci�n le hab�a
gustado pero no atinaba a decirme nada. Solo estudiaba mi rostro y lo poco que
pod�a ver de mi cuerpo. Entrelaz� sus manos en mis cabellos y con un movimiento
felino me sac� de su cuerpo.
Acodada en la almohada, recorri� mi cuerpo en su totalidad,
deteni�ndose en mi bajo vientre.
"Hola socio de Alejo, encantada de verlo pero reconozco que
qued� mas encantada de sentirlo" le dijo a mi pene y asi�ndolo lo sacudi� como
quien da un apret�n de manos a un amigo. Luego se inclin� sobre �l y le dio un
sonoro beso.
Ten�a una risa cristalina, que derroch� ante su extra�a
actitud. Escurri� el semen que ca�a por entre sus piernas y par�ndose sobre el
colch�n frente a mi me dijo: "Voy a higienizarme y volver� al ruedo. No se te
ocurra tratar de huir"
"Aqu� estar� esper�ndote, no te tardes" respond� mientras la
ve�a alejarse meneando su cola.
El reloj marcaba las tres de la tarde, lo mejor estaba por
llegar...
CONTINUAR�....
Alejandro Gabriel Sallago
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