LOS DOS CERDITOS Y EL MARRANO
�rase una vez dos cerditos y un marrano, oing, oing. Los
pajaritos revoloteaban con una jubilosa alegr�a y el gallo ya hab�a cantado,
porque era temprano. Los dos cerditos se dispon�an a disfrutar del nuevo d�a,
m�s, como hab�an tomado la decisi�n de irse de su casa en busca de aventuras,
estaban excitados. El marrano, oing, oing, gordifl�n y gandul estaba so�ando en
un buen bocado, y eso que la ma�ana ya estaba avanzada. Los dos cerditos; uno
ingeniero y otro abogado, hab�an hecho las maletas, claro, su mama los hab�a
ayudado. El marrano, oing, oing, con su E.G.B. en la mano, acababa de levantarse
y su padre le dijo:
- Joder, marrano, que ya es tarde y no te quiero ver
adormilado.
- Pero... papa, si no hay prisa, es que estoy cansado... -
dijo el marrano.
- Calla y corre, que las excusas solo le valen a los marranos
gordos y gandules.
Los cerditos, ya desayunados, le hac�an comprender a su mama
el porque de su b�squeda de aventuras:
- Mama, tenemos que crecer, y, aqu�, tan bien cuidados no lo
lograremos como nosotros siempre lo hemos deseado.
- Lo s� hijitos, pero, es que, como sab�is, yo siempre os he
amado.
- Y nosotros a ti, mama, pero volveremos pronto forrados.
- Eso espero, mis preciosos cerditos...
Cuando mama cerdita dec�a eso, el marrano, oing, oing,
entraba por la puerta, los dos cerditos se levantaron del regazo de mama, y el
marrano, oing, oing, por no ser menos se sent� donde estaban antes sus hermanos:
- �Uuuggghhh!, joder marrano, que culo m�s pesado. - dec�a
mama cerdita al marrano.
- Ui, lo siento, pero es que me qued� embobado al ver ah� a
mis dos hermanos, en t� regazo, y quise, ahora que me voy, recordar los viejos
tiempos.
- �Uugghh!, sabes que yo siempre te he alimentado, pero, �no
ves que has engordado?
- Un poco quiz�, eso es que me has bien alimentado, �gracias
mama!. - dec�a mientras el marrano apretujaba a mama cerdita.
- �Uuuuuggggghhhhh! Pa... pa... pa... �para marrano!, que
�ugh! me estas ahough... ahogando.
El marrano, oing, oing, se levant� del a�orado regazo de su
mama, despidi�ndose como sus dos hermanos y emprendi� un viaje antes a�orado y
ahora asustado.
Al cabo de un rato, el marrano, oing, oing, se encontraba
cansado:
- Hermanitos, hermanitos, estoy agotado.
- �Yaaaa...!, pero si apenas hemos andado unos pocos
kil�metros.
- Lo s�, solo ser� un rato, mientras me ato el zapato.
- De acuerdo, hazlo r�pido, que pronto anochecer� y no me
apetece ser presa de ning�n lobo malvado.
Emprendieron su viaje, y anocheci�, el cerdito ingeniero
dise�o una peque�a barraca con ca�as, en la que pudieran dormir a gusto toda la
noche, claro, que con el marrano, oing, oing, no era una tarea sencilla, ya que
se sal�a por todos lados.
A media noche, escucharon un ruido, se trataba de un lobo
malvado:
- �Eh!, cerditos y t� tambi�n marrano, porque no os enroll�is
y me lo pon�is f�cil saliendo de esa barraca que hab�is, con tanta maestr�a,
montado. Es que, joder, estoy harto del rollo ese del "soplar� y resoplar� y tu
casa tirar�" y podr�ais salir. - dec�a el lobo con un "Ducados" casi acabado.
- No, d�noslo, porque no pensamos salir, lobo malvado, porque
la ley del 16 de Abril de 1.977 dice que, "Ser� prohibida, por parte de los
lobos, la comida de cerdo, y tambi�n de marrano, si no se cumplen las ciento
setenta y dos leyes que son: A, punto uno"...
- �Joder!, vale, vale, que te ha pasado, �es que eres un
jodido diplomado?- dec�a el lobo extra�ado.
- Claro, licenciado en Derecho Civil, Mercantil y Laboral,
por no hablar del Penal. - respond�a el cerdito halagado.
- Pues, bueno, all� voy: "Soplar� y resoplar� y tu casa
tirar�".
- Sopla y resopla, ya que mi casa, que con tanto esmero he
creado, no podr�s derribar de un soplido.
- Y t� ser�s un jodido cerdito arquitecto, �eh, colega?
- M�s o menos, soy ingeniero.
- Que m�s da, lo �nico que s� es que me voy a pegar una
inflada a comer que va a flipar la pe�a.
- �Comer?, oye, �me invitas lobo malvado?
- Y t� quien eres, �el Arqui�ano?
- No, yo solo soy un marrano.
- Joder, claro, sal y ver�s que flipe de banquete que tengo
aqu� fuera...
- Voy de inmediato. - dec�a el inocente marrano que no sab�a
lo que era un lobo malvado.
Sali� el marrano, oing, oing, de su seguro resguardo. El
lobo, todo entusiasmado al ver tal marrano, oing, oing. se tir� de un feroz
salto hac�a su presa: el gordo marrano, oing, oing.
- Te voy a comer de un bocado, o... quiz�s tengo para todo un
a�o.
- �Donde esta el banquete que me hab�as prometido? - dec�a el
marrano cabreado.
- Eres tu marrano.
El marrano, oing, oing, al comprender lo que pretend�a el
lobo, se gir� y lo cogi� con una sola mano.
- �Joder! Este marrano es enorm...
- �Glup!. Ummm... �Que buenos est�n los lobos malvados! -
dec�a el marrano, mientras, de un trago se tragaba a su feroz atacante.
- Bueno, vamos a seguir andando, que mi casa la has
destrozado.
Siguieron andando. El marrano, oing, oing, con el estomago
lleno era el m�s lento, y al llevar un rato andando, ya empezaba a estar, de
nuevo, cansado.
- Vamos a parar, hermano.
- No, vamos a seguir, cuando lleguemos a esa selva, una casa
de madera construir� para poder descansar.
- Esta muy lejos, son algunos kil�metros y no quiero andar.
- Ya ser� menos, adem�s, all� encontraremos alimento...
- �Alimento?, �comida?... �Vamos!.
En menos de una hora se encontraban en la selva, un lago les
dio bebida y ba�o y antes de que llegara la noche se construyeron una preciosa
casa de madera de �ltimo modelo, marca del cerdito ingeniero. Claro, que la
noche en la selva iba a ser de lo m�s peligroso, los ruidos y a veces el
silencio, hac�an dif�cil conciliar el sue�o, pese a que el marrano, oing, oing,
estaba tapando la entrada. En medio de la noche escucharon un ruido golpeando la
pared de madera, se trataba de un gorila de m�s de dos metros que golpeaba la
pared con toda su fuerza:
- Salid, salid, que tengo hambre y huelo carne fresca. -
dec�a el gorila.
- �Porque tendr�amos que salir si nos vas a devorar? -
pregunt� el cerdito ingeniero.
- Porque soy el Rey de esta selva y porque se me debe de
hacer caso. -afirm� el gorila.
- No sabes la Ley del C�digo Penal que condena a los ...
- Calla cabr�n, que las leyes me las paso por el culo, �yo!,
soy el Rey y �yo! pongo las leyes, as� que calla y sal para que te devore.
- �Te importa que salga yo, mi Rey?
- �Quien eres? Sal para que te pueda ver.
- Soy un simple marrano con hambre, y voy a salir. - dec�a el
marrano, justo antes de salir.
- �Hostia!, no puede ser, debe ser que es de noche y las
sombras deben de aumentar al marrano, pero, que jodidamente grande parece...
El gorila se acerc� al marrano con intenci�n de tragarlo de
un solo bocado, pero al intentar hincarle el diente, sucede algo muy diferente,
el marrano, oing, oing, se lo trag� como si de un caramelo se tratase, apenas lo
mastic� y un eructo se tir�.
- ���Buuuurrrpppp!!!... Ummm... este si que estaba bueno, lo
que ocurre es que tendr�a que haberlo pelado, �burp! los pelos son muy molestos,
pero estaba exquisito.
- Dormiremos esta noche, ma�ana nos levantaremos temprano.
Al amanecer, los dos cerditos y el marrano, oing, oing, se
encaminaron a lo que era su destino, la ciudad de Cityork, en la que en un d�a,
ahora lejano, ellos hab�an so�ado. Tardaron casi un d�a, pero al fin llegaron,
aunque estaba anocheciendo los dos cerditos y el marrano, oing, oing, saltaban
de alegr�a por lo que ellos, al mediod�a, hab�an comentado:
- Crees, hermano, que la ciudad de Cityork ser�, como hasta
ahora nos hab�an contado, un mundo diferente a cualquiera imaginado.
- Claro marrano, ser� la mayor ciudad que t� nunca has
imaginado.
Tras ver la gran ciudad, ellos aun embobados, se metieron en
un hotel, para que fuera su cuartel durante esa emocionante noche, en la que el
sue�o no aperecer�a, a excepci�n, claro est�, del marrano, oing, oing.
Al d�a siguiente, el cerdito ingeniero, dise�o su casa, una
fortaleza de acero, plomo y cemento, resistente a cualquier contratiempo,
incluido el peso del hermano marrano, oing, oing.
- Te has superado hermano, es la mejor de tus creaciones... -
dec�a el Licenciado.
- Gracias Licenciado, pero simplemente es una casa que
resiste al marrano.
- Oh, gracias hermano, por acordarte de mi, tu pobre hermano
marrano.
Los tres hermanos pensaron y repensaron la manera de salir
forrados de la so�ada ciudad, la primera idea fue la de montar un restaurante,
pero no funcion� porque el marrano, oing, oing, no pod�a contener el hambre que
ten�a. La segunda idea de la que dispon�an era de una empresa de edificios, pero
nadie contrataba a un cerdito, aunque fuera ingeniero. Tambi�n pusieron un
despacho, pero tampoco quer�an a un cerdito por abogado, por lo que no funcion�.
- La discriminaci�n nos esta hundiendo, quiz� solo fuera un
sue�o...
- Un cerdito no puede triunfar en esta ciudad inmensa, en la
que el hambre es lo �nico que interesa.
Al decir esto, los dos cerditos se miraron, estaba claro que
una bombilla se hab�a iluminado. Al d�a siguiente, en su casa, un gran elefante
muy pesado llamaba a la puerta de la casa de los cerditos y el marrano, oing,
oing, abri� la puerta ilusionado:
- Hola, �que desea?
- Tengo un encargo, �no ser� usted el marrano?
- Claro, �que desea?
- Tan solo una cosa, quiero verle aplastado. - dec�a el
elefante al abalanzarse al marrano.
- �Porqu�?
- Porque el dinero me esta esperando.
El elefante se tir� sobre el marrano, oing, oing, pero este
ya hab�a alcanzado un gran volumen y el elefante fue, tras una poderosa batalla,
finalmente devorado.
- Hermano, �que ha pasado! - dec�a el cerdito ingeniero.
- Un elefante que me ha atacado, pero a este tambi�n me lo he
devorado.
- Perfecto, pues bien, hoy te has dado una buena comilona.
- Si, pese a que la carne estaba un poco dura, el diente yo
le he hincado.
Transcurrieron cinco a�os, y los dos cerditos volvieron a
casa sonrientes.
- Hijitos, �que alegr�a!, voy a prepararos una gran comida -
dec�a mama cerdita.
- Estamos encantados de, por fin, habernos reencontrado.
- Como veo, al fin os hab�is forrado - dec�a papa cerdito.
- Claro, papa, tal como dijimos, la suerte nos ha sonre�do. -
dec�a el ingeniero.
- Si, hemos montado una tienda de alimento y de esta manera
nos hemos forrado, ya que la carne nunca se ha agotado. - dec�a el licenciado.
- Por cierto, �donde esta vuestro hermano el marrano?
- Nuestro hermano, ha colaborado. Con el hemos elaborado la
tienda que tanto fruto nos ha dado.
- �Es que hab�is eliminado al marrano?
- Claro, papa, y de �l hemos sacado carne en gran cantidad
por cinco a�os que all� hemos estado. - dec�a el cerdito ingeniero.
- �Y como lo hab�is eliminado?
- Fue sencillo, solo tuvimos que invitar a un elefante a
comer y en la comida envenenarlo, tras hacer esto enviamos al elefante a que
eliminar� a nuestro hermano, y el marrano, lo devor� como nosotros hab�amos
planeado.
- Bueno, el marrano nunca fue muy espabilado, supongo que
este es el resultado.
- Ya est� aqu�, lo que yo, con esmero, he preparado. - dec�a,
mientras, mama cerdita.
Se sentaron en la mesa, y comenzaron a comer y a comer hasta
que todo se lo hubieron terminado, finalmente felicitaron a la cocinera:
- Mama, este estofado es de lo mejor que he probado.
- Si, es incluso mejor que el estofado del mejor restaurante
de Cityork.
- Por cierto, mama, �que clase de carne es?
- No lo se, lo �nico que se es que ven�a aqu� envasado.
- �Joder con el marrano! Al final, �l con su carne nos ha
envenenado y con nosotros ha acabado...
Y color�n colorado, este cuento se ha acabado, oing, oing.
Moraleja:
No te comas a tu hermano.
Puedes d�rselo a los ni�os del tercer mundo que est�n
pasando hambre...
Johnny Walter