Siempre he sido un chico precoz en lo referente al sexo. Como
hijo �nico que soy, he tenido a mi alcance todos los mimos y caprichos que me
daban mis padres, y como pertenec�amos a lo que se llama "clase acomodada",
nunca me falt� de nada: juguetes, ropa cara, golosinas, viajes, todo lo ten�a a
mi alcance.
El hecho de ser hijo �nico me hizo ser un poco solitario
tambi�n. Siempre jugaba solo, al menos hasta que entr� en el colegio, lo que
ocurri� a los seis a�os, pero ya para esas fechas tengo mis primeros recuerdos
sexuales, pues a la temprana edad de cinco a�os sucedi� mi primera experiencia
digamos "pre-sexual" que recuerdo como si hubiese ocurrido ayer, a pesar de
tener tan poca edad.
Recuerdo que era la fiesta de cumplea�os de uno de mis primos
mayores, Juan Manuel, cumpl�a doce a�os y est�bamos en casa de mis t�os con una
merienda de cumplea�os estupenda, llena de gente, globos, payasos y m�sica. Mi
primo Juan Manuel era hijo �nico como yo, pero lo interesante de esta historia
no era mi primo, sino su padre, mi t�o Eduardo, al que apenas recuerdo como un
se�or alto, gordo y de pelo rizado que rondar�a por entonces los cuarenta a�os y
que estaba casado con la hermana de mi madre. Yo, en mi candorosidad, recuerdo
que con cinco a�os me encantaban los dulces, era un goloso empedernido, y
recuerdo que aquella tarde mi t�o me llev� a su despacho con la excusa de darme
unos bombones especiales que le hab�an tra�do de Suiza al parecer, hasta ese
peque�o detalle recuerdo, tal es la huella que me dej� aquella tarde.
Recuerdo que me hizo sentar en sus rodillas, que me rozaba la
espalda en su enorme barriga, y recuerdo que mientras yo pelaba los bombones
lleno de golosiner�a mi t�o Eduardo se dedicaba a manosear mi entrepierna por
encima de mis pantaloncitos cortos, recuerdo perfectamente la sensaci�n de
cosquillas y de ganas de hacer pis que me daba el sentir aquella mano gorda y
ansiosa sobar mi peque�o sexo, apretarlo sobre el pantal�n, y recuerdo tambi�n
que mi t�o respiraba jadeante en mi nuca lleno de excitaci�n. Pero
soprendentemente, no lo recuerdo como algo horrible, sino como la mezcla del
placer del chocolate en mi boca y las cosquillas que me hac�a la entrepierna.
No s� como termin� aquello, seguramente me dejar�a marchar
despu�s de quedarse satisfecho con los manoseos, porque no recuerdo m�s de
aquella tarde, pero eso bast� para despertar en mi el hambre por el sexo, la
sensaci�n de que era el placer m�s delicioso y a la vez el m�s prohibido, porque
desde entonces me masturbaba frecuentemente, con seis a�os ya dedicaba muchas
noches en mi alcoba a masajearme la pilila hasta ponerla como una vara de dura,
en mi cama me pajeaba a oscuras, en mis juegos me frotaba contra mi caballito de
madera para darme placer...
Con siete a�os tuve mi primera "experiencia" con una chica.
Fue en la playa, un verano, mis padres se hab�an hecho amigos de un matrimonio
que veraneaba en el mismo sitio que yo, y ten�an tres hijas, a cada cual m�s
hermosa. Almudena, la mayor, ten�a quince a�os y pasaba un poco de mi porque yo
era un enano a su lado, pero con las otras dos, Laura de diez a�os y Melisa de
cuatro, jugaba todas las ma�anas en la playa: nos ba��bamos, hac�amos castillos,
era divertido para un ni�o solitario como yo. Nuestros padres se confiaban y no
nos hac�an mucho caso, pues se supon�a que Almudena, la mayor, nos cuidaba,
aunque la verdad es que nosotros tres est�bamos a nuestro aire.
Mis ansias de sexo florecieron una vez m�s, y primero lo
intent� con Laura, me atra�a verla salir del agua con su ba�ados mojado, que le
marcaba la rajita entre las piernas, me preguntaba c�mo ser�a una chica desnuda,
me obsesionaba la idea de verla sin ropa, y cuando jug�bamos a revolcarnos por
la arena aprovechaba cualquier ocasi�n para tratar de sobarla, de tocar sus
pechos a�n no nacidos o palpar su culo redondito y duro.
Si me dejas verte la rajita te dejo ver yo mi pito.
Ja ja ja (se ech� a re�r ella tap�ndose la boca
colorada como un tomate)
Si, no te r�as que lo digo de verdad, �me dejas verlo?
Vale pero tu empiezas Rub�n.
Me envalenton� y baj� un poco mi ba�ador para dejarle ver mi
peque�o tesoro, un pito enano de siete a�os que estruj� entre mi mano como si
fuera una super polla, y a�n recuerdo su carita de asombro y sus mejillas
coloradas de verg�enza y excitaci�n a la vez.
Venga Laura, ahora te toca a ti.
Me acuerdo perfectamente de que un escalofr�o recorri� mi
cuerpo cuando aquella ni�a se apart� el ba�ador por la entrepierna para dejarme
ver su peque�o co�ito sin un solo pelo, sonrosado, aquella rajita suave y rosada
me parec�a maravillosa, atrayente, hice intenci�n de tocarla pero ella se tap�
corriendo y me dio un empuj�n que me hizo caer de culo en la arena.
Oye ni�o, que te has cre�do, dije mirar, nada de tocar.
Y te dejo yo tocarme mi pito.
Vas tu listo, anda y vete por ah�.
Con la frustraci�n de no haber podido tocar nada, pens� que
hab�a que intentarlo con algo m�s sencillo, as� que a la primera ocasi�n de
despiste que tuve, me fui en un aparte con la hermana peque�a, Melisa, que ten�a
cuatro a�os y le encantaba jugar con la arena, me la llev� de la mano detr�s de
una caseta de la playa y all� con la excusa de jugar a hacer castillos, y a mis
siete a�os, prob� el tacto de la piel femenina, la pobre ni�a regordeta se
dejaba hacer como si le estuviese tocando la nariz o la oreja, baj� su braguita
de ba�ador hasta los tobillos y me saci� de curiosidad tocando su vulvita,
acariciando sus labios mayores, gorditos y rosados, pas� mis dedos por su rajita
una y otra vez, estaba caliente y suave, intent� meter un dedo pero estaba
demasiado gordita y no me entraba ni la punta del dedo. Todo acabo cuando la
ni�a se hart� de dejarse sobar, se subi� el ba�ador y se fue corriendo con sus
hermanas, y all� me qued� yo, paje�ndome solo, tras la caseta, como un mono
hambriento de sexo.
El siguiente cap�tulo sexual de mi vida lo recuerdo a los
diez a�os. Hasta ah� hab�a habido muchas masturbaciones, muchas pajas espiando a
mi madre por la cerradura del ba�o cuando se duchaba, alg�n toqueteo por encima
de la ropa a mis primas peque�as, y poco m�s, pero con diez a�os volv� a
quedarme a solas con mi t�o Eduardo, �record�is? El que me sob� a los cinco a�os
en el cumplea�os de mi primo, esta vez la excusa que encontr� el hombre fue que
yo iba a hacer la primera comuni�n a la semana siguiente y quer�a darme su
regalo, me llev� a su despacho y me dijo que me dar�a 20.000 pesetas como regalo
si era un ni�o bueno con su tito y sab�a guardar un secreto. Naturalmente el
secreto fue que me baj� los pantalones hasta los tobillos, me sent� encima de su
mesa y se dedic� a hacerme dos felaciones completas, el hecho de sentir la boca
de aquel hombre inmenso y sudoroso chup�ndome la polla me pareci� sublime,
jade�bamos los dos como posesos, yo disfrutaba notando como mi peque�a polla
crec�a dentro de su boca y se hac�a grande y dura, a cada lamet�n que me daba me
temblaba hasta el pelo de la cabeza, recuerdo que en la segunda vez me corr�
dentro de su boca, fue mi primera corrida completa, una explosi�n de placer que
me dej� agotado y a mi gordo t�o relami�ndose de gusto las gotas de mi leche que
le escurr�an por la barbilla. Recuerdo que despu�s me hizo tumbar boca abajo en
la mesa y se entretuvo lamiendo mi culito, arriba y abajo, aquello no me daba
m�s placer que el de las cosquillas, pero el hombre disfrutaba un mont�n, as�
que me dej�. Despu�s me visti�, me dio el dinero y los dos hicimos como que no
hab�a pasado nada.
Yo ya hab�a sentido el placer de que me la comieran, y no lo
olvidar�a jam�s. Me masturbaba todos los d�as, so�aba con poder estar alg�n d�a
con una mujer, pero no ve�a el momento ni el lugar, me mor�a de ganas y de
prisas.
A los catorce a�os tuve mi primera relaci�n completa. Mi
polla ya ten�a un buen tama�o, yo dir�a que bastante m�s de lo normal a mi edad,
cuando comparaba con mis compa�eros de curso la m�a era desde luego la m�s
grande y m�s gordita, y adem�s ya ten�a bastantes pelitos en el pubis, me sent�a
un hombrecito, no se si por tanto pajearme pero estaba m�s desarrollado de lo
normal. Por entonces ten�a una medio novia del colegio, ya se sabe, tonteos de
cr�os, pero yo adem�s de tontear, de ir al cine, de ir de la mano, ten�a otras
intenciones que ya se podr�n imaginar.
Se llamaba Sonia y ten�a un a�o menos que yo, trece a�os.
Quiz� por ser un poco gordita, ten�a ya los pechitos desarrollados, no mucho
pero si se le notaban bajo la camiseta como dos manzanitas apetecibles, y un
culito resping�n delicioso, Nos hab�amos besuqueado muchas veces, pero a mi no
me bastaba, y por f�n una tarde de s�bado est�bamos en mi casa jugando a los
videojuegos, mis padres estaban en el cine y pens� que esa era mi oportunidad
so�ada de convertir a esa chica de larga melena casta�a y grandes ojos azules en
mi primera chica follada.
Sonia, ya que somos novios deber�amos hacerlo, ahora
estamos solos, sino no seremos novios de verdad, para serlo hay que
haberlo hecho antes.
�En serio? (me dijo ella colorada por la excitaci�n, se
notaba que ten�a tantas o m�s ganas que yo). No se Rub�n, �y si nos pillan
tus padres?
No vendr�n hasta la noche (dije yo tirando de su mano
hasta que la hice sentar en mi cama).
Pero no se si estoy preparada....
Claro que lo est�s (dije mientras empezaba a besarla
como un poseso y la tumbaba en mi cama)
Vale pero como me quede embarazada....
Que no tonta, que te vas a quedar, callate ya...
Me abalanc� sobre ella, no se ni como la quit� la blusa, se
que empec� a estrujar sus tetitas entre mis manos como si fueran de plastilina,
que se las chup� como dos mandarinas jugosas, ella se dejaba hacer jadeando un
poco asustada bajo mi cuerpo rebosante de hormonas en rebeli�n, mientras mis
manos sobaban sus pechos, levant� sus faldas de colegio y met� mi mano dentro de
sus braguitas rosas que encontr� agradablemente mojadas ya, la ni�a aquella
estaba tan o m�s deseosa que yo de sexo, aunque se hiciese la remilgada, no
necesit� de esfuerzo para poder hundir mis dedos entre los labios pegajosos de
su vagina y acariciar su vulva una y otra vez sintiendo como segregaba jugos y
m�s jugos como una fuente de placer.
Le baj� del todo las bragas, hasta quit�rselas, ninguno
dec�amos nada, ella solo se dejaba hacer mientras cerraba los ojos, recuerdo que
me quit� los vaqueros porque parec�an ir a estallarme y me desprend� de los
calzoncillos a toda velocidad sin dejar de comerle los pechitos, que ya estaban
duros como piedras y con los pezoncillos de punta, separ� sus piernas y sent� mi
tripa sobre su barriguita regordeta, sud�bamos los dos como pollos sin dejar de
jadear y removernos, yo no sab�a muy bien c�mo ten�a que hacerlo, como dominar a
mi polla que se hab�a puesto inmensa, enorme, m�s dura y gorda que cuando me
pajeaba, notaba que me goteaba un liquidillo de la punta que se mezclaba con los
jugos de ella, y me refrotaba contra su entrepierna sin saber muy bien como
hacer aquello.
Ruben.... creo que.... me voy a hacer..... pis.....
(jadeo ella)
No te preocupes..... ya cambiaremos las sabanas....
Tan torpe y novato era que con la polla a punto no acertaba
m�s que a rozar la entrada de su vagina, que se abr�a como una flor llena de
jugos, una y otra vez golpeaba mi polla en su vagina, a ciegas, cuando rozaba su
cl�toris sent�a como Sonia se estremec�a bajo mi cuerpo y gem�a m�s fuerte
abrazando mi espalda, arrug�ndome m�s y m�s la camisa, hasta que por f�n logr�
meter la cabeza de mi polla en su agujerito caliente y los dos nos miramos con
ojos asustados, aquello era una maravilla, entraba como el cuchillo en la
mantequilla derretida, suave suave, met� un poco m�s y ella se me abri� como una
flor, fui penetr�ndola despacio al principio, era tanto el placer que la sent�
orinarse bajo mi cuerpo, el l�quido caliente nos moj� a los dos y me anim� a
penetrarla del todo, fue como entrar en el reino del placer, ella grit� bajito
al sentirla toda dentro y una fuente de calor y humedad nos chorre� a los dos
piernas abajo.
Mir� bajo mi ombligo y la escena de mi polla desapareciendo
por completo dentro de su co�o sin un solo pellito me hizo correrme de gusto, la
llene de mi leche, me estremec� sobre ella jadeando como un loco, sacud� mis
caderas para descargar todo mi semen dentro de aquel delicioso co�ito
desvirgado, y me qued� dentro de ella, agotados los dos, fundidos en un solo
cuerpo.
Cuando me iba a retirar not� que la ten�a otra vez dura, era
maravilloso, volv� a cabalgarla ahora con m�s fuerza, ella acompa�aba mis
penetraciones con balanceos de sus caderas, a cada empuj�n notaba que mi polla
crec�a dentro de ella, hasta que me corr� por segunda vez.
Aquello dur� mucho tiempo, lo hicimos tres veces, mi
resistencia era igual a las ganas que ten�a en tantos a�os de so�ar con sexo.
Ya os contar� como termin� aquello otro dia.