Relato: La turista (2)





Relato: La turista (2)


La Turista II






Segunda versi�n sobre un relato ya presentado en ,
La Turista, ahora con una secuela diferente, a petici�n de la protagonista





El sol pegando a plomo sobre la explanada del Museo de
Antropolog�a, pasadas las 2 de la tarde; el fastidio que se suma al calor y al
encabronamiento; la duda que se convierte en certeza: ni madres!, ya no lleg�;
grupos de turistas entrando y saliendo del recinto, los infaltables vendedores
ambulantes, pinches turistas, pinches vendedores, y ya encarrerados: pinches
viejas, pinche Luz, me la volvi� a hacer, me dej� plantado la vieja.


�Y ahora?, �qu� hacer?, y yo con esta pinche sed, comprar una
coca, la transitoria soluci�n, mientras mentalmente segu�a maldiciendo a esa
mujer que ya me la hab�a hecho de nuevo, de nueva cuenta ah� con mi cara de�. Un
enorme cartel llama mi atenci�n, la exposici�n China de unas esculturas de
barro, bueno, al menos hay que hacer algo, me digo. Ya haciendo fila para entrar
la veo pasar, madurona, alta, rostro angulado pero de rasgos finos, delgada,
pantal�n de mezclilla azul, playera negra, lentes para el sol, bolsa caf�
colg�ndole del hombro derecho �bien apresada bajo el brazo--, piel blanca y pelo
casta�o, lacio, suelto hasta media espalda, sobre la cabeza un sombrerito de
palma, de los que venden all� afuera.


Parece perdida, asustada, nerviosa, no se decide a comprar el
boleto de entrada, viene sola y no es fea, en eso una gorda me empuja por
detr�s, si, ya voy; entro a ver esas madres chinas, pierdo de vista a la flaca
del sombrero.


Media hora despu�s, con un cartel y llavero chino salgo de la
exposici�n, "pinches chinos, qu� ocurrencias de mandar a hacer tantas figuras de
barro para enterrar a un g�ey, estaban locos me cai", pienso y me dirijo a las
salas del museo, escojo la sala maya sin m�s inter�s que perder el tiempo y me
pierdo entre la gente, turistas gringos, viejos la mayor�a, con su
incomprensible ingl�s; me entretengo en mirarle las nalgas a las gringas; la
mayor�a de las asistentes ya pasaron a viejas y sus fofos cuerpos para nada
atraen las miradas masculinas, viejas escurriendo celulitis con nalgas chatas y
temblorosas, masas informes atr�s, carne fofa y escurrida, s�lo una que otra
trae buen culo, pero "algo hay que hacer", me digo. Entonces la veo, sola,
solita y su alma, parada frente a unas reproducciones mayas hojea un folleto
sobre la cultura azteca, en espa�ol, parece leer por momentos, luego alza la
vista y vuelve al folleto, la miro con m�s detenimiento, fea no es, �46 o 50?,
para tener 50 est� bien conservada, delgada pero con buenas nalgas, carnosas,
paradas, piernas moldeadas y largas y buenas, sus chiches peque�as, pero firmes;
me r�o, me acerco.


--"No son aztecas", le digo


--"�Perd�n?", dijo.


--"Digo que estas reproducciones no son aztecas, esta es la
sala maya".


--"Pens�...", se r�e y alza la vista, a�ade "creo que me
perd�", vuelve a hojear el folleto.


--"Vienes sola".


--"Sssi, creo que s�".


--"Si quieres te acompa�o a la sala azteca, yo tambi�n vengo
solo", digo y me presento, nos presentamos.


Ella argentina, de nombre Mar�a del Carmen �"en casa me dicen
Mita y mis amistades me llaman Azul"--, abogada, de Buenos Aires, su primer
viaje a M�xico, no pensaba venir aqu� sola, "pero", calla, se apena, "bueno, ya
me tengo que ir, otro d�a vengo y contrato un gu�a de turistas".


--"No te apenes, te puedo acompa�ar sin ning�n compromiso, a
mi me plantaron, no se a ti, adem�s no creas todo lo que se dice de M�xico y de
la inseguridad y todo eso...".


Sonr�e y a�ade "no es eso, lo que sucede es que quiero comer
algo, qued� de verme en el hotel para comer con unos conocidos que llegaron ayer
conmigo al hotel y ya se hizo tarde".


Me rindo: "bueno pues, no insisto, que tengas un buen d�a y
que te diviertas en tu viaje, adi�s". Ya cuando sal�a de ese lugar me alcanza:


--"Disculpa, �de verdad me podr�as acompa�ar?, si tienes
tiempo..., es que no conozco nada de tu pa�s..., tengo un poco de hambre y no se
d�nde�", sonr�e.


--"Por supuesto, podr�a acompa�arte, aqu� en Chapultepec hay
cerca varios sitios donde se come bien, no se de qu� tengas ganas, pero
podr�amos ir al Restaurante del Lago, vamos en mi auto o en un taxi, como
prefieras, aqu� en el estacionamiento est� mi coche", le digo mientras caminamos
ya hac�a ese lugar, se dej� llevar, pero pregunta:


--"�Y no es caro?".


--"No te preocupes, yo invito, como muestra de la
hospitalidad mexicana", le dije.


Dos horas despu�s, ya satisfecha y con dos copas de vino, la
argentina cuenta su historia: hizo amistad con un tipo por internet, la invit� a
M�xico, qued� de ir por ella al aeropuerto, pero el g�ey falt� a la cita; estuvo
tres horas esper�ndolo, luego pens� que el tipo la buscar�a en el hotel, pero
nada, nada pescadito, le llam� varias veces a su tel�fono, que result� el de su
oficina, nadie le dio raz�n; al final del dram�n, su mirada triste, a punto de
nublarse de llanto, y un apagado suspiro me dieron a entender que o bien la
vieja era una experta actriz o de verdad la argentina s� estaba perdida y
necesitada de compa��a.


Para modificar en algo su apachurrado �nimo la llev� a
caminar por el bosque, era temprano, apenas las cinco, todav�a no era peligroso
vagar por el bosque, y sin darnos cuenta ya nos tom�bamos de las manos; lo que
sigui� fue natural: ella se recarg� sobre el tronco de un �rbol, yo me acerqu�,
las bocas se juntaron con los labios abiertos en un apasionado beso, que se hizo
m�s intenso al juntar ambos los cuerpos, y ya cuando mi mano derecha tocaba su
teta, la izquierda, Mita tuvo el valor de separarse: "mejora ya v�monos". No
insist�.


Caminamos en silencio hasta el coche, seguimos igual cuando
ya por Reforma �bamos rumbo a la Zona Rosa, acept� caminar entre esas calles, su
rostro se ilumin�, platicamos un poco m�s: "no creas que tuve que ver con el
tipo que me dej� plantada, nos hicimos amigos por medio de la red, tal vez
conoci�ndonos en persona podr�amos ir a m�s, pero ya ves, tengo mala suerte; en
Argentina no tengo nada, de hecho hace tiempo no tengo amigos ni tampoco novio;
no he estado casada ni comprometida, m�s bien soy una mujer solitaria, dedicada
a su trabajo, eso es todo", dijo. Nos metimos a un bar ruidoso, hab�a m�sica de
mariachi, se puso contenta, nos tomamos dos tequilas, se notaba mareada, me
pidi� que la llevara a su hotel.


Para entonces pasaban de las diez de la noche. Metidos en el
carro volvimos a besarnos, ella quiso, ten�a ganas. Cuando segu�amos con las
bocas pegadas intent� meter mi mano en su entrepierna, el pantal�n estorbaba,
dijo "no espera, nos pueden ver" mirando hacia fuera la oscura y desierta calle,
cuando volv� a intentar desabrochar su pantal�n ella cooper�, hizo suficiente
espacio como para que mi mano vagara sobre su pubis, sobre su panti, volvimos a
besarnos, pero antes junto a mi o�do dijo "met�me el dedo", abriendo un poco m�s
sus piernas, entonces su respiraci�n se hizo m�s agitada, y mientras mi dedo
entraba y sal�a de su caliente cueva, haciendo circulitos a la vez en el viscoso
agujero, Mita mov�a adelante y atr�s su pelvis, como yendo al encuentro de mis
dedos, dos de los cuales exploraban sus viscosas y ardientes profundidades,
minutos despu�s con un intenso "aaaaahhhh" se vino ba�ando mi mano de jugos. La
dej� terminar haciendo m�s lentas las caricias de mis dedos.


Ya m�s calmados ella acomod� su ropa y yo encend� un cigarro,
apoy� su cabeza sobre mi hombro, tom� su mano izquierda y la llev� hasta donde
mi verga buscaba alguna satisfacci�n, sonri� quedo, en forma p�cara, apret� la
mano sobre la erecci�n, le propuse "dale unos besitos"; "�aqu�?, no me
atrever�a, adem�s no se c�mo... y alguien podr�a vernos..., mejor ya v�monos",
argument�, insist� "no hasta que le hayas dado besitos", procediendo a bajar el
cierre del pantal�n y sacando a la penumbra el garrote erecto. Mita de inmediato
lo agarr� diciendo "se siente graaaande", acto seguido fue bajando su rostro
hasta mi entrepierna hasta que sent� su boca abrirse para tragarse poco a poco
la dura tranca; si no sab�a c�mo, aprendi� muy r�pido, dos o tres minutos fueron
suficientes para que sintiera que el semen se me sal�a, "dame tu leche beb�",
dijo en voz suplicante, acto seguido trag� m�s pinga y succion� de tal forma que
de pronto me estaba viniendo, llenando su boca de lechita; quiso quitarse, pero
la obligu� a tragarse todo, eso hizo y no la solt� de los cabellos hasta que los
�ltimos espasmos cesaron, le extend� una servilleta de papel, tomada del bar, y
se la ofrec� a modo de toalla, la acept� gustosa, se limpi� la boca y las
mejillas embarradas del pegajoso l�quido, ambos sonre�mos en la penumbra del
coche e insisti� en que la llevara a su hotel.


Eso fue todo ese d�a, para el siguiente quedamos que en caso
de no apareciera su novio, ir�a a un recorrido por Teotihuac�n en un grupo que
se hab�a formado en su hotel, que me llamar�a a mi celular si acaso estuviera
disponible al regresar.


Como quedamos Mita llam� cerca de las seis de la tarde, ya
hab�a regresado de su paseo arqueol�gico, pero se sent�a un poco cansada,
propuso que nos vi�ramos en el bar de su hotel a las nueve de la noche, "para
platicar", dijo.


Lleg� puntual, justo al momento en que le ped�a al mesero una
cerveza Corona, nos miramos, se apen�, su rostro enrojeci�, pero sonriente
acept� sentarse junto a m�, pidi� una limonada y luego de platicarme sobre c�mo
le hab�a ido en su excursi�n a�adi�:


--"Me siento apenada, por lo de ayer..., �viste?, lo que
pensar�s de mi..., o de las argentinas, me interesa saber qu� piensas sobre
eso".


--"Nada en particular, s�lo que ambos quisimos hacerlo,
ten�amos ganas, no hicimos nada malo �o si?".


--"�No por supuesto!, pero es que apenas y nos conocemos
y..., los dos, ah�..., �viste? en tu auto, haciendo eso, no me mires por
favor..., siento pena, disculpa, tal vez t�, ustedes, est�n acostumbrados a esas
cosas, nosotras las mujeres no, al menos no yo..., �viste?".


--"Pero dime, �te gust�?".


Cubri�ndose parcialmente con sus manos en rostro, sonri�:
"claro tonto, �c�mo preguntas eso?, a mi me gust�, hac�a tanto tiempo que no...,
y t� dime �te gust� lo que hicimos?".


--"Pues si, mucho, y quisiera m�s...".


--"�M�s!, �qu� m�s?".


--"Pues ya sabes, hacerlo bien, completo, todo...


--"��Todo, completo!?, te refieres a..., que t� y yo..., no
lo se..., siento que no me atrever�a, casi no nos conocemos, me siento nerviosa
y �cu�ndo ser�a?, �cu�ndo quieres?".


--"Quiero s�lo que t� quieras, podr�a ser hoy mismo, en tu
cuarto, los dos, �quieres?".


--"No lo se, no estoy segura..., por qu� mejor no me llevas a
dar la vuelta por ah� y tal vez, no se..., �quieres?".


--"Pues si as� lo deseas, pero yo quisiera que mejor
subi�ramos a tu cuarto y platic�ramos primero, que nos conoci�ramos m�s, me
gustar�a verte..., desnuda..., que me vieras..., igual..., �quieres?".


--"jojojo, mejor no preguntes..., anoche te sent�..., tan
grande..., t�..., eso..., �viste?, me besaste muy rico, me excitaste mucho,
hasta desee hacerlo..., pero... no se..., me dar�a pena, adem�s tengo miedo de
que..., nos vean subir hasta el cuarto, a lo mejor est� prohibido, no se...".


--"Mira es f�cil, no creo que se den cuenta, primero sube t�,
me esperas ah�, yo llego y abres la puerta, �qu� cuarto ocupas?"


--"El 1223".


--"Bueno pues, esp�rame arriba".


Dud� un poco, me mir� por momentos, se levant� poco a poco
diciendo "no tardes beb�". La vi salir del bar contone�ndose, moviendo
ligeramente sus nalgas enfundada en ese vestido a rayas negras.


Cuando llegu� frente a su puerta no hizo falta tocar, estaba
abierta; el cuarto a media luz, en silencio, d�bil su voz: "pasa beb�, ya te
espero".


Estaba sobre la cama, todav�a con aquel vestido a rayas, las
largas piernas extendidas, cerradas, los pies desnudos, mir�ndome fijamente, a
un lado estaba su ropa interior, sus pantaletas, rosas con aplicaciones bordadas
y perlitas; me sent� extra�o en aquel lugar, tambi�n un poco nervioso, permanec�
de pie, expectante, mir�ndola, sonri�ndole, igual que ella lo hac�a: "ven
ac�rcate, si�ntate junto m�o, aqu� juntito", dijo se�alando su cama.


Cuando cumpl� su pedido, acercamos los rostros e iniciamos un
largo beso ensalivado, ella acariciaba mi pierna derecha, cerca del bulto
formado por mi erecci�n, yo toc�ndole levemente sus teticas, hasta que se separ�
para decir: "quisiera verlo, todo esto, as�, duro, quiero verte desnudo con esta
cosa parada", sonriente y con la mirada anhelante.


Me levant� para despojarme de la ropa sin dejar de mirarla y
mientras mi camisa y mi pantal�n quedaban en el piso, ella alz� su cuerpo para
quitarse el vestido, lentamente, hasta que la prenda sali� por arriba de su
cabeza y su delgado y blanco cuerpo qued� al descubierto: las chichitas peque�as
de pezones rosados, el plano vientre pintado con algunas pecas, m�s abajo una
rala mata de pelos casta�os apenas le cubr�a la raja casi invisible, pues sus
largas piernas se manten�an cerradas.


Sigui� mir�ndome atenta, sin parpadear, mientras me quitaba
la truza, y cuando por fin mi garrote erecto le apunt�, pareci� abrir m�s los
ojos, pero me mantuve quieto, junto a la cama, sopesando con la mano derecha
todo el paquete, como ofreci�ndoselo, poni�ndolo a su disposici�n; estir� la
mano izquierda queriendo alcanzar aquello que no pod�a dejar de mirar, me
acerqu� un poco, entonces si, su mano alcanz� mi pene erecto y lo tom�; acarici�
el duro garrote de forma suave, rodeando con sus dedos el tronco y subiendo y
bajando la mano lentamente, los dos en silencio, yo de pie, ella acostada en la
cama sin dejar de mirar mi sexo.


--"Se siente duro, grande, lo ten�s muy� rico", dijo en voz
baja mientras me sentaba en la orilla de la cama junto a ella, que no soltaba el
miembro, acercamos nuestras bocas y las juntamos en un largo beso, sent� su
caliente y agitada respiraci�n en la cara, su lengua como culebra dentro de mi
boca, y su mano m�s atareada all� abajo, pel�ndome la verga para acariciar el ya
h�medo glande; nos dimos otro largo beso mientras le sobaba sus chiches peque�as
pero firmes; luego sin decirnos palabra me puse de pie y acerqu� mi palo a su
cara, ella sin soltarlo abri� lentamente los labios y cerr� los ojos cuando se
lo empez� a tragar, primero despacio, luego con tal ansia que le provocaba
accesos de v�mito, pero volv�a a met�rselo todo o casi todo.


Parec�a que hab�a perdido pr�ctica como mamadora, o bien
estaba muy ansiosa o agitada, o ambas cosas, pero luego ya mamaba mejor,
succionando el pito desde lo profundo de su boca; yo met�a y sacaba el miembro
lentamente procurando contener su agitaci�n, procur�ndome mayor placer, ella
entendi� y se acopl� a mi ritmo, succionando el glande con su gloriosa boquita
caliente, titilando la cabecita con su filosa lengua en punta, recorriendo con
ella los contornos de la cabeza de mi verga; luego se la com�a toda o casi toda,
con ansia, casi con furia en tanto que yo le pellizcaba los duros pezones
rosados y en eso separ� su boca de la verga para pedir: "dame leche, beb� dame
toda tu lechita, la quiero�" y sigui� mamando, pero m�s fuerte, chupando m�s.


Coloqu� entonces mis manos sobre su cabellera y me empec� a
coger su boca succionante, ahora con metidas r�pidas, una y otra vez,
sepult�ndole con fuerza el garrote hasta el fondo, sin hacer caso de sus accesos
de v�mito ni de su saliva que escurr�a de sus labios abiertos en forma de
anillo; la leche me lleg� de pronto y se la met� toda, sosteni�ndola pegada,
ella aguant� toda la verga as� metida, me vine con chorritos intermitentes
suspirando, d�ndole a esa mujer todo mi semen, cuando acab� y le saqu� el pito
la leche sali� de improviso de su boca abierta, no se la hab�a tragado, la
escupi� sobre su pecho, embarrando sus senos, ambos nos miramos con sorpresa,
ella dirigi� su mirada a la lechada espesa que ten�a en los labios y en el
pecho, la toc� con los dedos y dijo: "pens� que era m�s blanca�", pero mi semen
parec�a rosado y muy espeso.


De improviso sali� de la cama y se meti� en el ba�o. En ese
momento record� que ten�a sed, llam� al servicio a cuartos para pedir una
botella de vino tinto y unos bocadillos, al salir ella del sanitario se
sorprendi�: "�qu� hac�s?", me levant� y junto a la mesita del tocador volvimos a
besarnos, de inmediato mi verga se volvi� a poner dura.


Luego de varios besos furiosos hice que se apoyara en una
silla, frente al espejo del tocador, d�ndome la espalda y me la volv� a coger,
mi verga se desliz� entre sus duras nalgas hasta alcanzar su panocha, que me
recibi� abierta y jugosa; me verga entr� completa, hasta adentro y empezamos a
coger, duro, r�pido, de forma violenta y fuerte. En el espejo s�lo se ve�a su
cabellera lacia brincando con cada arremetida, y all� abajo mi verga que entraba
y sal�a r�pido de entre sus nalgas, Mita empez� a suspirar y a gemir, sus
"aaahhhh, hummmm, aaaahhh, yyaaaaa", se hicieron intensos, fuertes y cuando se
empez� a venir su pepita palpitaba al ritmo de mis arremetidas: "beb� me vengo,
me viene, hummm, rico, eres fabuloso, ya, ya, viene, rico, humm, ooohhh", dijo
con la voz entre cortada; en eso llamaron a la puerta: "room service".


Nos separamos de inmediato y mientras yo me cubr�a con algo
para ir a abrir, ella se refugi� en el ba�o. Ya m�s calmados y mientras yo
descorchaba la botella Mita com�a un pedazo de s�ndwich de filete. Cenamos y
bebimos vino, entonces nos percatamos del intenso olor a sexo que imperaba y
ella propuso: "tenemos que ba�arnos beb�, huele fuerte, huele mucho a semen y a
puchis".


Ya dentro de la tina Mita volvi� a pegarse a mamar verga y
cuando sent� que me ven�a la leche se la saqu� para hacer que se volteara,
apoyando sus manos en la orilla de la tina y ataqu� sus nalgas; se la volv� a
meter en la panocha, pero s�lo un poco, dos o tres metidas, luego se la saqu� y
ella protest�: "�Qu� hac�s?, �por qu� lo sacas?", no le contest�, y me content�
en repasarle la riata por la raja del culo, arriba y abajo, hasta tocar su ano;
lo sent� apretado, duro, Mita se atrevi� a preguntar: "�qu� hac�s?, no intentes
meterlo ah�, duele mucho� me han dicho, adem�s yo no� nunca�"; yo segu� con mi
tarea de acariciar su culo con mi verga parada y ella: "se siente rico, me gusta
lo que hac�s, pero no lo metas, est� muy grande tu� pinga, as�, suave, empuja
suave, que rico"; luego se lo apunt� en el ojete y apret� un poco, ella: "mmmm,
no, duele, no lo hagas beb�, eso no, mejor s�lo acaricia mi cola y lo metes en
la pucha, nnnno� mmmm, me va a doler, pon la cabecita, s�lo la cabeza en la
puertita de mi cola, mmmm, as�, as�, rico", pero la verdad es que ya el glande
de mi verga estaba entre los pliegues rosados de su culo, entrando suavemente,
manteni�ndose dentro de su cola caliente; presion� un poco m�s y ya media verga
estaba en el intestino de la argentina y me la empec� a coger, suavemente,
arremetiendo apenas para mantenerme dentro de ella que s�lo gem�a, luego Mita
empez� a recular hac�a atr�s como buscando el garrote que ten�a metido a medias
en el culo, presion� un poco m�s y casi la ten�a toda metida, seguimos cogiendo,
yo empujando suave, ella hac�a atr�s gimiendo, por fin no pude m�s y mi semen
ba�� su culo, Mita entonces entre gemidos pregunt�: "ay beb� �qu� hiciste?, casi
te sent� dentro m�o, sent� tu verga en mi cola, pero no la metiste �verdad?", no
le contest� pues mi verga segu�a echando leche en su culo caliente, hasta que
finalmente se la fui sacando despacio para no lastimarla.


Cuando terminamos y ella se levant�, se percat� de que un
chorrito de leche sal�a de su cola, toc� con sus dedos y comprobando que era
leche lo que le sal�a del culo me reclamo con cari�os: "tonto, eres un ni�o
malo, metiste la pinga donde no deb�as, pero casi ni me doli�, es m�s, fue
delicioso beb� malo, malote" y se peg� a mi boca succionando mi lengua.


Ya era de madrugada cuando sal� del cuarto de la argentina,
no me dej� quedarme con ella por temor, quedamos de vernos al siguiente d�a para
llevarla a conocer el centro hist�rico y luego para seguir cogiendo.



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Relato: La turista (2)
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