Su enojo era contra su t�o Al�. Por en�sima vez hab�a tratado
de meterlo en su cama y , ante el rechazo de Aladino, se hab�a enfurecido,
d�ndole un empell�n y lo arroj� fuera de su casa. Al� era toda su familia, a la
muerte de sus padres y ahora estaba en la calle, sin un lugar donde dormir.
Pero, a�n as�, prefer�a eso antes de someterse a su lascivo t�o.

No nos apresuremos a juzgar a Aladino. No es que acostarse
con un hombre le pareciera inaceptable. Su moral flexible, forjada en las calles
y zocos de la ciudad no ve�a diferencias en el amor. Pero es que consideraba a
su t�o un hombre bastante repugnante y asaz sucio.

Atardec�a y el mar se mov�a apenas al est�mulo de la brisa
vespertina. Sigui� caminado, siempre mohino, y comenz� a patear algunas piedras
y conchas de la orilla. De pronto, su pie di� contra un objeto diferente.
Curioso, se agach� y lo tom�.

Era una vieja l�mpara de bronce, bastante sucia y
herrumbrosa, que el mar parec�a haber arrojado a la arena. La tom� en sus manos
y la frot� vigorosamente con su manga, para verla mejor.

No bien hubo hecho esto, sinti� un ruido ensordecedor, que
parec�a venir desde la propia l�mpara y acto seguido, una columna de humo de
varios colores comenz� a salir por el pico de �sta. Asustado, la dej� caer y la
sigui� contemplando desde cierta distancia. Sus bellos ojos aceitunados estaban
abiertos desmesuradamente, mirando con atenci�n la metamorfosis de su hallazgo.

El humo sigui� saliendo abundantemente y, prodigiosamente, se
fue transformando en una figura humana. Era un hombre alto, vigoroso, de piel
morena. Musculoso, sin un grao de grasa. Su rostro viril, atractivo, estaba
ensombrecido por una furia evidente, que atemoriz� a Aladino.

-�Qui�n�e�res?-balbuce� nervioso.

-�Soy el genio de la l�mpara!- su voz era atronadora, cargada
de furia-Y t�, mi liberador, �Qui�n eres?

-Soy�Aladino-le contest�, t�midamente. El muchacho, pese al
miedo que sent�a, estaba admirado ante la apostura del genio. Este vest�a unos
pantalones bombachos y unas sandalias pero ten�a en torso descubierto, mostrando
toda su musculatura poderosa. Cubr�a la cabeza con un turbante peque�o.

-He estado encerrado en esta l�mpara por m�s de 500 a�os-le
dijo el genio con su voz fuerte-Ya estoy cansado de mi cautiverio. Fue un mago
quien me encerr�, con un hechizo.

-Ahora yo te liber�-insinu� Aladino, para congraciarse.

-�S�!-rugi� el genio-�Al fin! Durante 500 a�os yo jur� que
quien me liberara de esta maldita l�mpara ser�a mi amo y yo lo colmar�a de
riquezas y poder�.

-Veo que eres agradecido�-le replic� Aladino, esperanzado.

-Pero al cabo del los 500 a�os, sin que nadie se dignara
soltarme, cambi� de parecer�-rugi� el genio.

Aladino se alarm� de nuevo, y lo mir� con los ojos
entrecerrados por la desconfianza.

-Esta vez jur� que quien me liberara ser�a mi esclavo y no mi
amo�-lo mir� de arriba abajo-Oye, me gustas como esclavo�

Aladino se ruboriz�, ante la mirada lasciva del hombr�n. Le
estaba gustando de nuevo la situaci�n. Not� una erecci�n progresiva.

-Llevo muchos a�os encerrado�y muchas veces dese� una
mujer�-lo sigui� mirando, devor�ndolo con su mirada. Su voz ya no era estent�rea
y agresiva, sino m�s suave y sugerente-Te dir� que t� eres mejor que una mujer
para m�.

Se acerc� a Aladino y le acarici� el trasero.-Es delicioso-
le dijo-ser�s mi mujer��ahora!.

Era una orden. Y Aladino no pudo desobedecer. No quiso
desobedecer. Se dej� abrazar por el genio, abandon�ndose en sus brazos cuando el
atardecer ca�a sobre la playa desierta y la suave brisa acariciaba su rostro.
Los labios �vidos de deseo del genio atraparon la boca juvenil, tr�mula y
acogedora del muchacho y comenzaron a besarlo con fuerza, dominantes y
absorbentes. Para Aladino era la primera vez y sinti� una deliciosa excitaci�n
que lo invad�a por completo, invit�ndolo a entregarse, abandonarse, a
convertirse en un juguete de su amo, como si fuera realmente una mujer�su mujer.

El amo le orden� desnudarse y obedeci� sin pensarlo dos
veces. Ansiaba desnudarse para �l, as� que se despoj� de las pocas ropas que
llevaba, Su cuerpo puro, de piel lampi�a y de lineas aun adolescentes destac�
ante los rayos mortecinos del sol que se iba. El genio lo mir� con ojos
brillantes de codicia, mientras hac�a otro tanto. Aladino qued� con la boca
abierta, al contemplar el cuerpo desnudo de su nuevo amo. Ahora pudo ver su bajo
vientre, terso, musculoso, velludo, que remataba en una verga hermosa y de
proporciones perfectas, con unos 2� cm de largo y el glande desnudo, perfecto y
sim�trico, apuntando hacia �l con agresividad. Extasiado, hipnotizado, Aladino
miraba boquiabierto.Los huevos, grandes, colgaban casi sin vello que los
cubrieran, descansando en los muslos gruesos y musculosos.

-Ven�mi esclavita-le orden� el genio. Lo hizo acercarse,
arrodillarse frente a �l en la arena y le ofreci� el pene, con la evidente
intenci�n de que se lo chupara. No se hizo esperar Aladino y tom� la gruesa
herramienta con sus dedos y la acerc� a su rostro. Primero la pas� por su cara,
para sentir la tersura y la tibieza del miembro. Luego lo acerc� a su boca y le
bes� el glande, primero con timidez, pero al sentir la enloquecedora suavidad y
la dureza del ariete, comenz� a chuparlo con deleite, deslizando la lengua por
toda la cabeza primero y luego por el tronco,. Luego le chup� los huevos, con
fruici�n, con suavidad , con una sabia lentitud, que apareci� innata.

El genio ten�a los ojos cerrados y gem�a suavemente,
embelesado ente las caricias del muchacho. Al fin, Aladino se trag� la verga y
comenz� a mamar. Despu�s de un rato, la excitaci�n de ambos, especialmente del
genio fue en aumento y este tom� la cabeza de Aladino con ambas manos para
comenzar a bombear la boca, como fornic�ndola hasta que finalmente lleg� al
cl�max, para llenar la boca de Aladino con r�os de semen, acumulado por m�s de
500 a�os, que lleg� a rebalsar, chorreando por su ment�n, aunque el muchacho
debi� tragarse una buena parte, encontrando delicioso el sabor caliente y espeso
de la leche de su hombre�

-�Has sido feliz, mi amo?-pregunt� Aladino, terminando de
tragar los restos de semen.

-Si, mucho-fue la respuesta-pero ahora quiero que seas mi
mujer�. Vuelvete y ponte en cuatro..-le orden�.

-Como desees, mi amo- a Aladino le estaba gustando eso de ser
un esclavo de un genio como este, y obedeci�, presto. La verdad que estaba
excitado y deseaba m�s acci�n.. El genio se puso detr�s de �l, le hizo clavar la
cabeza en la arena y le separ� las piernas. Acerc� luego su rostro al trasero de
Aladino, que se ofrec�a as� en todo su virginal esplendor y, separando las
nalgas con ambas manos, comenz� a besar el orificio prieto del chico. Aladino se
excit� m�s a�n, especialmente cuando la lengua del genio se insinu� en �l,
entreabri�ndolo.

Ahora era Aladino quien gem�a, enloquecido-�Pen�trame, mi
amo! No me hagas sufrir m�s�

Con el ano humedecido con la saliva, empez� a dilatarlo
introduci�ndole dedos, primero uno, luego dos y luego tres. A Aladino le doli�
un poco, pero no le importaba. Mientras m�s dedos, m�s era el deseo de ser
penetrado y segu�a rogando que lo fornicara.

Al fin, el genio se decidi�. Su erecci�n era de nuevo
impresionante. Puso el tibio glande en el orificio y comenz� a presionar con
suavidad pero en forma decidida e insistente, para vencer la resistencia de la
virginidad de Aladino. El muchacho sinti� dolor, pero no se quej� y aguant� la
embestida. De pronto, la cabeza qued� adentro, entonces grit� por el dolor
desgarrador, pero no afloj�, sino m�s bie empujo el trasero hacia su amo para
terminar de engullir la estaca. Efectivamente, al completarse la penetraci�n, el
dolor fue cediendo y dio paso a una deliciosa sensaci�n de pertenencia al amo y
una plenitud total, al sentir el ariete que llenaba su entra�a.

Aladino , con los ojos cerrados, por el placer que estaba
recibiendo, gem�a extasiado y comenz� recibir el bombeo progresivo del amo
moviendo su trasero para sincronizarse con los movimientos del macho. El tom�
sus caderas con las manos para guiarlo y continu� clav�ndolo con fiereza,
haciendole sentir quien era el macho y quien deb�a someterse a la copulaci�n.
Para Aladino, el sentir la gruesa verga clavando su entra�a fue la revelaci�n de
qu� quer�a de la vida y cual era su rol en el amor�Am� a su amador con todas sus
fuerzas y con todo su culo desflorado�.

Luego de un bombeo cada vez m�s fren�tico, largo y agotador,
sinti� dilatarse dentro de s� la verga, a punto de estallar de nuevo y eso lo
ayud� a aumentar su excitaci�n, logrando acabar con un choro interminable de
semen, mientras dentro de su entra�a, una inundaci�n maravillosa estall�, al
lograr el genio su nuevo orgasmo�Cayeron juntos a la tibia arena, enlazados a�n.

Aladino estaba feliz. Y hab�a hecho feliz a su amo�