Relato: El Estero (11)





Relato: El Estero (11)

El Estero 11


El murall�n


Ese jueves part� puntualmente a mi cita con los chicos. Iba
un poco nervioso, puesto que esta vez la visita estaba anunciada y no sab�a qu�
podr�a ocurrir. Nuevamente hab�a puesto una muda extra de ropa por si perd�a
alguna prenda en alg�n momento.


Camin� un largo rato sin encontrarme con nadie. Cuando ya
pensaba que nada ocurrir�a esa ma�ana, me tend� a tomar el sol en una playa de
arena a la orilla misma del estero. El sitio estaba relativamente aislado. Por
un lado hab�a una gran extensi�n de terreno silvestre, �rido. Por el otro estaba
el estero, el cual limitaba con un peque�o acantilado de unos tres metros de
altura, cubierto de sembrad�os.


Como supuse que me encontraba solo, me puse a jugar con mi
pene sin sacarme la zunga, mientras descansaba haciendo tiempo para llegar a la
poza alrededor del mediod�a, antes que arribaran los muchachos. Eran alrededor
de las diez de la ma�ana y ya el sol se dejaba sentir con fuerza.


Me dediqu� a nadar unos minutos para refrescarme, para luego
regresar a la posici�n anterior, sinti�ndome absolutamente relajado dada la
soledad en que cre�a que me encontraba.


Mientras volv�a a acariciar mi erecto miembro, una voz
juvenil me sac� del ensimismamiento.





�Y cu�ntas hoy d�a socio? �pregunt� aparentemente un
ni�o.





Alc� medio cuerpo, permaneciendo sentado en el mismo sitio,
sin descubrir de donde sal�a la voz, ya que ten�a el sol encandil�ndome los
ojos.





Aqu� estoy, al frente suyo �volvi� a hablar la agradable
voz.


No te veo ...�Ah! Ah� est�s. Hola �efectivamente, en la
ribera opuesta, a los pies del murall�n, estaba sentado en un borde un
sonriente chiquillo de unos 13 a�os, vestido con una camiseta y pantalones
cortos.


Hola, y... �Cu�ntas se ha hecho hoy d�a? �repiti� el
mocoso mientras me mostraba sus blancos dientes


No me he hecho ninguna a�n �le respond� �y tu?


No, es muy temprano todav�a. �Y ayer cu�ntas se hizo?


�Ayer? ...a ver. Me hice tres pajas �Y tu?


Una no m�s. �me respondi�.





Yo me hab�a puesto de pie y me hab�a acercado a la poza para
ver mejor al chico.





�Vives por aqu�? �pregunt�


Aqu� arriba. Pero venga para ac� mejor, si�ntese aqu�
para conversar m�s c�modo�invit� el muchacho se�alando un espacio en el
borde al lado de �l.





Entr� al agua, atraves� el corto tramo que nos separaba y le
salud� con un apret�n de mano que el chico me devolvi� espont�neamente. Luego me
volte� para sentarme, brind�ndole una excelente vista de mi trasero, que el
chico empez� a tocar p�caramente mientras me dec�a





Esp�rese, tiene todo el poto con arena; deje que se lo
limpie. �Y el jovencito pas� sus dedos por mis nalgas aparentando que me
quitaba restos de arena.


L�mpiame aqu� tambi�n por favor �le se�al�, mientras
separaba un poco mis gl�teos


�Por aqu�? �pregunt�, al tiempo que tocaba con sus dedos
toda la extensi�n de mi raja.


Si, por ah�, deja bien limpio.





El chico se esmer� por dejar sin rastros de arena todo mi
posterior, mientras aprovechaba de darme suaves apretones que me suger�an
claramente a que quer�a llegar. Cuando estim� que el juego ya habr�a excitado
suficiente al mocoso, me sent� a su lado, dejando que observara que por delante
yo tambi�n ten�a una herramienta como la de el.





Tremendo pico que se te ve. Mira, yo tambi�n lo tengo
parado �y el chico baj� un poco su short, dejando ver su verga empalmada en
toda su extensi�n


La tienes bonita. �Y cu�nto te mide? �le dije, mientras
extend�a la mano y me apoderaba de una herramienta de unos 13 cms., arqueada
hacia arriba, de color oscuro y glande de igual tono.


Se te ve grande el pico. Deja verlo �dijo el peque�o.
Enseguida extendi� sus manos, me baj� la zunga desde las caderas y dej�
salir mi erguido miembro sin intentar cogerlo.


�Te gusta? �le pregunt�


A mi no, a ti te gusta �cierto? �y acompa�� la pregunta
con un movimiento sensual de su cuerpo, que dej� su pene al alcance de mi
mano.





Tom� su pene entre mis dedos comenzando una suave paja, pero
cuando acercaba mis labios para brindarle una senda mamada, el chico me detuvo,
advirti�ndome que all� nos pod�an ver, que mejor fu�ramos un poco m�s all�,
detr�s de unos arbustos que se encontraban como a unos diez metros, pero que nos
ocultar�an perfectamente.


Mientras caminaba, el muchachito no dejaba de elogiar mis
nalgas, mientras las tocaba con torpeza. Cuando llegamos al sitio por el
escogido, observ� detenidamente mi cuerpo y dirigi� mi mano a su tula,
pidi�ndome que lo masturbara. Mientras le sobaba, el chico se puso a un costado,
comenzando a acariciar mi trasero con una de sus manos, al tiempo que intentaba
encontrar mi ano con uno de sus dedos. Cuando lo consigui�, se entretuvo largo
rato all�, sin saber como llegar m�s all�.


Deseoso de experimentar sensaciones m�s intensas, intent�
agacharme para chupar la gloriosa herramienta, pero Guido, que era el nombre del
jovenzuelo, me lo impidi� suavemente. Luego se sent� en una saliente, se sac� el
short y me invit� a sentarme en su modesta pichula.


El espacio que ten�amos era un tanto reducido, pero le di la
espalda y comenc� a bajar con cuidado sobre el deseoso sexo del chico. Cuando
sent� que golpeaba contra mi culo, acerqu� una mano y lo dirig� directamente a
mi ano, no sin antes humedecerlo con un poco de saliva para facilitar las cosas.


Pronto sent� que el peque�o pene de Guido se abr�a paso
lentamente en mi interior, mientras el chico pasaba sus manos hacia delante y me
abrazaba fuertemente por la cintura. All� empec� a subir y bajar r�tmicamente,
provocando las delicias del mocoso quien, con su rostro pegado a mi espalda,
jadeaba.


Pronto empez� tambi�n a empujar �l, pero como no segu�a el
mismo ritmo que yo, provocaba que a cada momento su pene abandonara mi agujero y
tuvi�ramos que volver a buscar la entrada. Cuando ya conseguimos ponernos de
acuerdo y el placer empezaba a ejercer sus efectos embriagadores, el muchacho,
con voz agitada pregunt�: "�Te la corro?". Como respuesta, tom� su mano, la puse
sobre mi duro miembro y le dirig� los primeros movimientos. Pronto el chicuelo
sub�a y bajaba su mano con maravillosa habilidad, que yo le correspond�a
apretando mis nalgas y comprimiendo mi esf�nter.


Para aumentar el placer de ambos, a pesar de la inc�moda
posici�n, tom� la otra mano del chico y la llev� a mis huevos, ense��ndole a
masajearlos sin provocar dolor. Cuando empez� a usar ambas manos en los sitios
se�alados, yo comenc� a acariciar el interior de sus piernas, obteniendo como
respuesta unas caricias deliciosas del antes inexperto ni�o.


Sus labios comenzaron a darme suaves besos en mi espalda, al
tiempo que su lengua recorr�a parte de mi piel. Como la posici�n no dejaba de
ser un tanto inc�moda, ped� al chico que me masturbara m�s r�pido, casi al punto
del orgasmo. Cuando ya lo sent�a venir, sin avisarme, Guido retir� sus manos y
me pidi� que me levantara. Yo le obedec� enseguida, ya que igual me sent�a un
poco cansado en esa pose.


Cuando me di la vuelta, Guido se estaba masturbando
en�rgicamente mientras su otra mano permanec�a oculta entre sus piernas,
evidentemente toc�ndose el ano. Yo me puse enseguida entre sus piernas, retir�
su mano derecha y dirig� mis labios a la tierna tula. En un principio el
peque��n me rechaz� y quiso seguir masturb�ndose por su cuenta, pero ante mi
insistencia y la promesa de un placer no experimentado, retir� ambas manos,
separ� un poco m�s sus rodillas y me permiti� apretar su verguita con mis
deseosos labios.


Sus trece cent�metros me parecieron una delicia por su
suavidad. Sus bolsitas eran un juguete de tersura incomparable. Si a ello le
sumamos las caricias que me empez� a prodigar con sus tiernos dedos, el cuadro
estaba completo. Poco a poco, suavemente, me apoder� de su falo en su totalidad.
A pesar de haber taladrado por un buen rato mi agujero, a�n conservaba su
caracter�stico olor infantil, mezclado con or�n, ano y sudor.


Mis labios apretaban y soltaban la tierna carne, mientras mis
dedos se adentraban entre sus piernas sin encontrar mayor resistencia. Cuando
hube alcanzado la entrada a su agujero, el ni�o hizo un flojo adem�n de
oposici�n, pero cuando le acarici� delicadamente en su alrededor, separ� otro
poco m�s sus piernas, adelant� su cuerpo hasta dejar su ano al aire y se dej�
caer hacia atr�s, hasta donde su espalda choc� con el murall�n.


Ya no hab�a m�s que decir, s�lo dedicarme a prodigar al
chicuelo el mayor placer que yo pudiera. De esta manera, ya con el completo
control de la situaci�n, mientras mis labios saboreaban la fruta prohibida, mi
dedo se adentraba lentamente en el interior del chiquillo sac�ndole tiernos
quejidos. Era evidente el goce del chico, ya que ahora sus manos se aferraban
con firmeza a mis cabellos y me apretaban contra su pubis. Cuando desviaba mis
ojos a su rostro, le ve�a con sus ojos cerrados, su boca sonriente levemente
entreabierta y el labio inferior atrapado entre sus dientes; era una fotograf�a
de placer puro.


Cuando introduje mi dedo completamente en su ano, el chico
dej� escapar un quejido de placer, que me anim� a jugar con m�s intensidad en su
orificio, mientras mi lengua se divert�a con su glande y mi cabeza sub�a y
bajaba acompasadamente entre sus piernas. El mozalbete fue incapaz de resistir
m�s este juego. Su ano empez� a contraerse en r�tmicos movimientos, en tanto sus
manos me empujaban con mayor fuerza contra su vientre. Poco antes del orgasmo,
sus piernas se tensionaron con fuerza, hundi� notoriamente el abdomen, sus pies
permanecieron tiesos durante largos segundos y pronto de su endurecido falo
empezaron a brotar tiernas gotas de infantil esperma.


Justo en el momento culminante en su rostro se dibuj� una
maravillosa sonrisa. De su garganta brotaron espont�neas las palabras de
alegr�a. M�s pasi�n puse a mi maravillosa tarea, hasta que extraje toda la miel
de su pasi�n. El que ha probado el n�ctar de un p�ber sabe de lo que hablo. No
existe sabor m�s delicioso, por lo virginal de la sustancia.


Cuando solt� su verga, ya limpia de cualquier resto que
delatara nuestro encuentro, le di un beso en su mejilla, que el me correspondi�
con un apret�n a mi falo y una sonrisa de satisfacci�n.





�Para donde vas ahora?


A juntarme con unos amigos.


�D�nde?


No te puedo decir, es un secreto.


�Vas a venir en la tarde para repetirlo?


No se si me alcance el tiempo.


�Y cuando vas a volver? Fue rico lo que hiciste. Me
gustar�a hacerlo de nuevo.


Voy a tratar de venir m�s tarde, pero no te lo prometo,
sino el lunes me aparezco por aqu�.


Pero ven en la tarde, por que en la ma�ana tengo clases.


�Y porque hoy d�a estabas aqu�?


Ten�a que cuidar porque mis pap�s salieron.


�Y si nos pillan?


No pasa nada. Le digo al Beto que me acompa�e. Si vengo
con el me dan permiso al tiro


Bueno, el lunes entonces como a eso de las dos.


Listo �Y vengo con el Beto? As� te damos los dos juntos


Como tu quieras, chao


Chao socio pajero...





Ya eran las once y media de la ma�ana, as� es que mis pasos
se dirigieron sin dudar a la poza. Mi coraz�n lat�a con fuerza, pero mi pasi�n
era mayor.



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