Relato: Hermanitas (I)





Relato: Hermanitas (I)

Sorprendida tumbada en la cama leyendo un libro er�tico y
masturb�ndose, su hermana le chantajea amenazando con cont�rselo todo a sus
padres. Terminar�n montando un n�mero de masturbaci�n y placer mutuo dif�cil de
olvidar.



La peque�a M�nica estaba tumbada sobre su cama, en la habitaci�n que compart�a
con su hermana Susana, leyendo un libro er�tico que hab�a comprado en las
galer�as comerciales. Tan solo quince a�os y ya notaba que su sexo le ped�a
constantemente guerra. Sin duda hab�a algo de ninf�mana en ella.



Mientras le�a el libro "Las edades de Lul�", sujet�ndolo con su mano izquierda,
la derecha se frotaba por encima de las bragas, las cuales estaban ya pringosas,
h�medas tras rozarlas insistentemente con los labios mojados de su vagina.



En aquel momento su hermana entr� en la habitaci�n. Siempre llamaba antes de
entrar, pero lo hac�a de tal modo que al dar el primer golpe en la puerta
empezaba ya a abrirla, con lo cual es como si no llamara en absoluto.



Generalmente, para M�nica eso no era ning�n problema, pues si estaba
masturb�ndose le bastaba con sentarse r�pidamente en la cama y hacer como que
ordenaba el caj�n de su mesilla, pero en aquella ocasi�n, su atenci�n estaba tan
centrada con el libro que pr�cticamente no oy� ning�n ruido hasta que Susana
estaba ya dentro de la habitaci�n, mir�ndola entre sorprendida y divertida.



- �Qu� estas haciendo?- le pregunt�.



"Como si no lo supieras", pens� ella. Sin embargo contest� "nada" m�s bien
d�bilmente. Deb�a confesar que se sent�a bastante avergonzada, pues aunque ella
y su hermana se ve�an desnudas pr�cticamente todos los d�as, nunca se hab�an
dado las circunstancias actuales.



- As� que nada �eh?- le contest�. Se sent� en la cama junto a ella y tom� el
libro de sus manos. Lo que Susana dijo a continuaci�n dej� a M�nica perpleja.



- Ya lo he le�do, es bueno, �d�nde lo has comprado?.



M�nica no sab�a que responder, a�n estaba confusa por el hecho de que su hermana
la hubiera sorprendido masturb�ndose. Susana le sonri�.



- No te preocupes mujer, que no voy a chiv�rselo a nadie, la verdad es que no
esperaba encontrarte as�, tocando la guitarra.



- �Tocando la guitarra?- pregunt� M�nica, extra�ada.



Susana solt� una carcajada. Su hermanita tan solo era tres a�os menor que ella
misma, y sin embargo su inocencia era aterradora. A veces pensaba que ten�a
madera de monja, con su carita de �ngel y sus modales de ni�a refinada.
Secretamente, se alegraba de haberla pillado as�, expuesta a admitir que tambi�n
a ella le gustaba el sexo y que no era "algo asqueroso", como siempre dec�a
cuando estaban delante de su madre.



- Si, tocando la guitarra... �masturb�ndote, joder!.



M�nica enrojeci�. Su hermana era algo m�s que atrevida, eso estaba claro.



- �Qu� vas a hacer ahora?- le pregunt� a Susana, refiri�ndose, naturalmente, a
lo de pillarla "tocando la guitarra".



- Pues no s�- respondi�. Una sonrisa de ni�a traviesa cruz� el rostro de Susana.
A M�nica no le gust�.- ver�s, hermanita, estoy pensando que no esta bien eso de
que me llames "guarra" cada vez que sugiero lo bien que me lo pasar�a con el
primo Toni cuando viene de vacaciones, o cuando a veces pienso en comprarme ese
consolador que vimos anunciado en aquella revista que trajo mi amiga Angela �te
acuerdas?, o que...



- �Bueno, vale ya!. �Dime que quieres!.



Susana la mir� durante unos momentos, sin que su sonrisa desapareciera un s�lo
momento de su rostro. Finalmente le dijo lo que quer�a.



- Te mereces una lecci�n, hermanita, podr�a cont�rselo a mam�... pero no lo
har�- dijo cuando vio la expresi�n de horror que su hermana puso. - Ver�s
M�nica, lo que quiero es que te deshagas de esa hipocres�a que tienes conmigo
cada vez que hablo de sexo.



- Vale, de acuerdo- dijo M�nica- no volver� a decirte nada.



- Oh, no, mi peque�a hermanita, no se trata de eso. Ver�s, lo que quiero es
hacer que dejes de ser una reprimida, y para eso s�lo hay una forma.



- �Cu.. Cual?- pregunt�- Aquella conversaci�n cada vez le gustaba menos. La
respuesta de su hermana la dej� helada.



- Quiero que termines lo que has empezado cuando yo entr�. Si, si, quiero que te
masturbes hasta que te corras, y no pongas esa cara o salgo ahora mismo de aqu�
y se lo cuento todo a mam�, ya sabes que se lo creer�a, tu no sabes mentir.



- Pe.. pero, �no puedo!, c�mo voy a hacer eso estando tu aqu�- Estaba realmente
angustiada, definitivamente Susana se hab�a vuelto loca.



- Tranquila- dijo ya casi riendo-, mira, t� te tumbas en la cama, como estabas
antes de que entraras, y sigues leyendo el libro, yo mientras me pongo a ordenar
las cintas de m�sica, y no te preocupes, que no voy a interrumpirte ni a re�rme
cuando te corras- De repente se puso seria, con una mirada casi de lujuria en su
rostro- �lo ves?, ya no me r�o, venga empieza cuando quieras.



- Pero... no, es que... no puedo..., �no! �espera!- dijo cuando su hermana ya
sal�a de la habitaci�n, sin duda a contarle a su madre lo que hab�a visto.-
vale, est� bien, pero cuando termine te olvidas de todo esto �eh?.



- Trato hecho, venga, empieza.



M�nica se recost�, e intentando no pensar en nada m�s sigui� leyendo el libro,
su dedo volvi� a tocar sus bragas, que aunque segu�an h�medas, era una humedad
fr�a. Poco a poco, mirando furtivamente a su hermana, que parec�a ocupada
ordenando los casettes, aunque de vez en cuando la miraba para ver si cumpl�a
sus �rdenes, empez� a masturbarse de nuevo.



Tard� mucho rato en volver a excitarse, si no fuera por el libro no lo habr�a
conseguido, pero a los diez o quince minutos su vulva comenz� a hincharse de
nuevo, a ponerse caliente. M�nica sigui� leyendo el libro, concentr�ndose en la
lectura para olvidar todo lo dem�s, y a medida que segu�a la trama de la
historia, se masturbaba cada vez mas fuerte, hasta sentir que se pon�a realmente
cachonda. Pens� en lo inusitado de la situaci�n, masturb�ndose delante de su
propia hermana, pero apart� esos pensamientos de su mente. Lo que importaba
ahora era concentrarse en lo que estaba haciendo, as� Susana la dejar�a en paz y
a los pocos d�as todo estar�a olvidado.



Su vulva segregaba de nuevo los jugos, frutos de su lujuria, los deditos de su
mano revoloteaban por encima de sus bragas, m�s intensamente por la zona del
cl�toris, pas�ndolos por la raja. Empez� a suspirar ruidosamente, aunque
esperaba no llamar demasiado la atenci�n.



Mientras tanto, Susana se hab�a olvidado por completo de las casettes y se hab�a
sentado en el filo de la cama, mirando a su hermana con extra�os ojos. M�nica se
sobresalt� cuando not� la mano que le masajeaba la rodilla. El libro escap� de
sus manos y fue a parar al suelo, junto a la cama.



- �Pero qu� haces?



- �Acaso no lo ves?, solamente quiero ver como lo haces, venga, continua.



Si le hubiera dicho eso cinco minutos antes simplemente la habr�a echado de la
habitaci�n, ocurriese lo que ocurriese, pero M�nica estaba realmente excitada y,
para su propia sorpresa, descubri� que marturbarse as�, a la vista de su
hermana, la excitaba de una forma que era incapaz de explicar. Por tanto sigui�
marturb�ndose, empapando m�s y m�s sus braguitas mientras Susana le segu�a
tocando, no ya la rodilla, sino tambi�n los muslos, en un suave masaje que le
produc�a un cosquilleo verdaderamente enloquecedor.



Al poco tiempo oy� que su hermana respiraba tambi�n ruidosamente, pese a que
s�lo la miraba, y sin embargo se la notaba casi tan excitada como ella. �Ser�a
posible que su hermana fuese lesbiana?. No, decidi�, hab�a dado ya demasiadas
muestras de que le gustaban los chicos y, sin embargo, algo estaba ocurriendo
all�, desde luego la excitaci�n que Susana sent�a no era nada normal. La prueba
definitiva de que su hermana estaba poni�ndose realmente caliente la tuvo cuando
con el dedo �ndice y pulgar de ambas manos intent� bajarle las bragas.



M�nica intent� impedirlo, separando las manos de su hermana de su cintura, pero
su resistencia era d�bil, debido a lo caliente que estaba. Despu�s de todo,
pens�, que mas da que me masturbe con o sin las bragas, ella ya me ha visto
desnuda muchas veces. Dej� por tanto que le bajara las braguitas hasta los
tobillos, para acabar quit�ndoselas definitivamente, lanz�ndolas a una esquina
de la habitaci�n.



- Sigue masturb�ndote... - orden� con una voz grave, propia de una hembra

excitada.



- �Qu� vas a hacer?- le pregunt� mientras se masturbaba lentamente.



- Lo que tu quieras que te haga, separa m�s las piernas.



M�nica separ� las piernas tanto como pudo. Por mucho pudor que sintiera unos
minutos antes, ahora poco le importaba ya todo, lo �nico que quer�a era
correrse, a lo cual Susana parec�a muy dispuesta a ayudarla... bien, que la
ayudara.



Susana capt� el brillo de la excitaci�n en los ojos de su hermana, y sin esperar
m�s, se lanz� al ataque. Se puso tumbada frente a M�nica, rode� sus piernas con
las manos y aplic� su lengua directamente sobre los labios menores del conejito
de su hermana. Empez� a lamer r�tmicamente, mientras notaba el balanceo de la
cintura de M�nica, pues la muy zorrita mov�a las caderas arriba y abajo para
aumentar la presi�n del co�o contra su lengua.



M�nica estaba en la gloria, atr�s quedaban ya los momentos de duda. Se mov�a
r�pidamente, acomodando el ritmo de sus caderas a los leng�etazos que recib�a de
su hermana. Se estaba volviendo loca de gusto.



- Susy, ca... cari�o �Sigue! �ahhh, ahhh, que gusto, hermanitaaa...!, dame m�s,
dame, dame... �ohh, que lengua, que ma.. maravilla!, �te quiero, amor m�o,
ohhh...!, te gusta, eh, �te gusta chuparme?, �ohh!, me gustar�a chup�rtelo a ti
tambi�n, vamos...



Susana no se hizo esperar, bes� a su hermana en la boca, un beso franc�s,
h�medo, mezclando sus lenguas, y seguidamente se situ� encima de ella, en
posici�n inversa, haciendo que los calientes labios de su vagina quedasen a la
altura de la boca de su hermana, acto seguido sigui� lamiendo, y no se
sorprendi� al sentir en su propia vulva los labios y la lengua de M�nica, que
chupeteaba golosamente, haciendo que expulsara su espeso l�quido lubricante,
dulce y cremoso.



Aquello no pod�a prolongarse mucho m�s tiempo, pues las dos estaban a punto de
caramelo, lami�ndose mutuamente, sorbiendo y chupeteando cada una los fluidos de
la otra, sabore�ndolos con su lengua, para seguidamente tragarlos mientras los
gemidos de las dos escapaban involuntariamente de sus gargantas.



- Ay, cari�o... �Cari�ooo!- gritaba Susana, totalmente abierta y rozando el
cl�toris de su hermana con la lengua entre palabra y palabra- As�... �ahhh, que
gusto me das!, mi hermanita... si, eso es �dame gusto, d�melo todo, si...
ahhhh!.



Los suspiros y chupeteos mutuos se sent�an por toda la habitaci�n, alg�n que
otro grito de placer se escapaba, incluso cuando hac�an lo posible por no
alertar al resto de la casa. Pero era imposible contenerse ante tal placer. El
orgasmo les iba llegando a las dos en lentas, pero al mismo tiempo intensas
oleadas de placer.



Suspiros ag�nicos, convulsiones de los dos j�venes cuerpos estremec�an a las
muchachas, que ya hab�an dejado de ser seres racionales. Ahora solo pensaban en
el placer, en la lujuria, en el orgasmo que las dos estaban a punto de sentir.



De pronto Susana se separ� de su hermana. Se notaba que no quer�a hacerlo, pero
al mismo tiempo M�nica supo que aquello no era el fin del placer, que a su
hermana se le hab�a ocurrido algo que las har�a gozar a las dos a�n m�s si cabe.



Susana no la defraud�, Situ�ndose frente a ella, situ� su vulva totalmente
empapada de jugos a pocos cent�metros de la vulva de su hermanita, abriendo los
labios menores con sus manos. M�nica supo lo que ten�a que hacer, y abriendo
ella misma tambi�n sus propios labios vaginales, uni� su mont�culo al de su
hermana. Fue como un beso. Un beso de dos conejitos ardientes y h�medos, de dos
cl�toris hermanos roz�ndose el uno al otro, hinch�ndose ante el placer que se
provocaban mutuamente.



Empujando sus traseros, las hermanas unieron a�n m�s sus vulvas, apret�ndolas,
frot�ndolas fuertemente, pero gracias a los cremosos jugos que expel�an, el roce
era exquisitamente dulce, provoc�ndoles una ardiente oleada de est�mulos.



- Ya, ya... �Susana, no puedo m�s!, ahhh �Por favor, ahhh... voy a correrme
cari�oooo...!.



- S�, s�, sigue movi�ndote, yo... ahhhh ahhh.. yo tambi�n me voy... �Sigue...
Sigue!, ahhh, ahhhh, �me corro...!.



El orgasmo les lleg� a las dos casi simult�neamente. Medio segundo antes,
intuyendo que las dos se corr�an al mismo tiempo, apretaron todo lo posible sus
labios mojados, llenos de fluido, el espasmo de su intenso orgasmo estall� en
las dos al mismo tiempo. Y el placer continuaba, expandiendo el orgasmo
compartido por sus vulvas, ampli�ndose en oleadas hasta llenarlas totalmente.
Las dos expulsaron abundantes jugos, que al verse aprisionados entre las dos
vulvas, no ten�an otra alternativa que introducirse en la otra vulva, de
mezclarse y llenar el interior de aquellas grutas �vidas.



Aquel orgasmo dur� casi quince segundos, espasmo tras espasmo, contracci�n de
los labios de una contra contracci�n de los labios de la otra, llen�ndose
mutuamente de placer, del regusto intenso que sent�an en su mutuo contacto. Poco
a poco, las oleadas fueron bajando su intensidad, permitiendo a las hermanas
tomar el control de sus propios cuerpos, agit�ndose cada vez m�s suavemente,
suspirando cada vez m�s bajo y profundamente.



Sus vulvas se separaron lentamente, casi como si les costara trabajo hacerlo
ahora que se hab�an conocido tan �ntimamente. Al separarse unos pocos
mil�metros, grandes concentraciones de una mezcla de fluido espeso se derram� de
sus vulvas, llenando la colcha de la cama e inundando la habitaci�n del olor
ocre y dulz�n que emit�an.



M�nica y Susana se miraron, el placer a�n ocupando sus rostros. Se acercaron la
una a la otra y compartieron otro beso h�medo, pero esta vez con calma,
explor�ndose la una a la otra mientras se abrazaban. Se quedaron las dos all�,
tumbadas sobre la cama durante largos minutos, recuper�ndose del intenso
esfuerzo realizado, acarici�ndose mutuamente, y sabiendo que aquello era tan
s�lo el principio.



Ninguna de las dos renunciar�a a un placer as� por mucho tiempo. Era seguro que
los pr�ximos a�os iban a estar llenos de orgasmos compartidos, de nuevos
placeres sexuales, de unos juegos que ahora que los hab�an descubierto jam�s
dejar�an de practicar.


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