MALOS TRATOS
Siempre he sido una ni�a muy traviesa. Mis padres me han
castigado en numerosas ocasiones. Pero en mi mente qued� grabado un castigo, que
marc� mi vida para siempre, y que a continuaci�n relatar�.
Todo sucedi� hace unos cuantos a�os, yo acababa de cumplir
los diecis�is. Era una chica muy atractiva f�sicamente. Morena y de ojos azules.
Ten�a unos pechos de los cuales siempre me he sentido orgullosa, bastante
voluminosos y muy firmes. He de decir que pose�a unas caderas que volv�an locos
a aqu�l cuyos ojos intentaban seguir sus movimientos. M�s de la mitad de los
chicos del instituto me tiraban los trastos, pero yo pasaba de ellos hasta
encontrar a mi pr�ncipe azul, no tendr�a novio.
Parece que la belleza era cosa de familia, puesto que mi
madre era incluso m�s atractiva que yo, a sus treinta y seis a�os de edad.
�ramos muy parecidas, s�lo que ahora ella llevaba el pelo tintado de rubio. Yo
tambi�n me lo quer�a poner as�, ve�a tanta belleza en mi madre que quer�a
igualarla.
Mi madre me advirti� que aquel fin de semana, no saliese de
fiesta con mis amigas. Yo estaba indignada, a todo lo que hac�a pon�a
inconvenientes. Estaba deseando de sobrepasar la mayor�a de edad para largarme
de casa. Me llevaba muy mal con ella. El caso es que con la excusa de que a�n
era demasiado joven para andar por ah� con chicos, no me dejaba salir y, puesto
que mi padre estaba de viaje de negocios, ella era la que ten�a el cien por cien
del poder.
No ten�a ning�n derecho a hacer eso. Todas mis amigas
disfrutaban los fines de semana saliendo, ligando con chicos, bebiendo. Yo
quer�a ir con ellas. As� que pens� en desobedecer a mi madre.
Mientras ella dorm�a, sigilosamente sal� de casa, era la
media noche m�s o menos. Me fui y disfrut� de la noche por primera vez en mi
vida. Regres� sobre las cuatro de la noche. Abr� la puerta despacio para evitar
hacer ruido, camin� de puntillas hasta mi habitaci�n y comenc� a desnudarme para
ponerme el pijama y meterme en la cama. Pens� que todo hab�a salido perfecto.
Pero cuando me estaba cambiando de ropa, la puerta de mi
habitaci�n se abri� repentinamente. Era mi madre, y estaba muy furiosa.
-�De d�nde vienes a estas horas? -grit�- �Te dije que no
salieras!
Yo no sab�a qu� decir, mi �nica reacci�n fue cubrirme los
pechos con los brazos que yac�an al descubierto.
-Lo siento...
-�C�llate! Ma�ana ajustar� cuentas contigo.
Y dando un portazo se larg� de mi habitaci�n. Las l�grimas
que nac�an en mis ojos, recorr�an todo mi cuello, para morir reposando entre mis
senos. Cuando consegu� tranquilizarme pasado cierto tiempo. Termin� de
cambiarme, me acost� y me dorm� envuelta entre la tristeza y desesperaci�n,
pensando en la que me iba a caer.
Las im�genes de mi madre enfurecida golpe�ndome con la vara
que utilizaba siempre para mis castigos, reinaron en mis pesadillas. Me azotaba
con ella sin dejarme respirar, e ignoraba sin ninguna piedad mis gritos pidiendo
un poco de clemencia.
A la ma�ana siguiente no quer�a levantarme de la cama. Sab�a
que en cuanto saliese por la puerta, ser�a castigada. Aunque en realidad, hac�a
ya mucho tiempo que mi madre no me golpeaba despu�s de hacer algo mal,
simplemente me rega�aba y ya est�. Pens� que como ya me estaba haciendo una
mujer, dejar�a de castigarme cruelmente como tanto ella como mi padre han estado
haciendo toda mi vida.
Movida por ese pensamiento y arm�ndome de valor, me levant�
de la cama y, despu�s de ponerme la camisa y la faldita que me regal� mi t�a por
mi cumplea�os, sal� de mi habitaci�n. No divis� a mi madre en el pasillo que
un�a mi cuarto con la cocina. Camin� hacia ella y me par� en la puerta, que
estaba entreabierta. Pude observar como mi madre preparaba el desayuno. �No
estaba enfadada!, o eso cre�a yo.
-Buenos d�as �murmur� temerosa-
-�Ya te has levantado?- me pregunt�- Espero que hayas
recapacitado sobre lo que hiciste anoche.
-S�, y lo siento madre...
-Ve a tu cuarto, quiero hablar contigo sobre ello.
Me hab�a convertido en una se�orita y se hab�an acabado los
castigos, a partir de ahora todo ser�an charlas educativas. Y es normal, porque
mi madre tendr�a que dejar de pegarme como si fuera una ni�a, ya no lo era, o al
menos eso dec�a mi cuerpo de mujer.
Cog� las tostadas y el bote de miel para desayunar, y me fui
a mi habitaci�n. Esper� pacientemente su llegada. Abri� la puerta, entr� y cerr�
con pestillo. Quer�a asegurarse de que la escuchar�a sin salir huyendo.
-Has desobedecido lo que te dije, y eso no ha estado nada
bien. A partir de ahora te aseguro que jam�s me vas a desobedecer, porque
tendr�s tu merecido despu�s de esto.
-No...�no me ir�s a ca...castigar? �balbuce� con voz muy
temblorosa.
-�C�llate! �Estoy hablando yo! �no me repliques mientras
hablo! �grit� mientras me atestaba una bofetada, que me lanzaba
irremediablemente contra el colch�n de mi cama.
Me equivoqu�, estaba dispuesta a castigarme. Me levant� como
pude y me hice hacia atr�s arrastr�ndome, intentando huir in�tilmente de su
furia. Pero no ten�a escapatoria. Mi madre me agarr� y me tumb� boca a bajo
mientras yo no dejaba de derramar mis l�grimas y de gritar:
-Por favor, madre, no me golpees, no lo volver� a repetir.
Pero no me hagas da�o...
Era inservible. Me subi� la faldita y baj� mis bragas
evitando f�cilmente la resistencia que yo opon�a. Se sac� su vara, que la ten�a
escondida bajo su jersey. Me golpe� varias veces, cada vez m�s fuerte. Yo no
dejaba de quejarme.
Pero ella sigui� con su dureza hasta que mis fuerzas me
abandonaron. Entonces cesaron los golpes y pens� que el castigo hab�a terminado.
Pero lo que ocurri� fue que mi madre me puso cara arriba y se dispuso a
maniatarme a la cama. No le fue dif�cil ya que yo no pod�a pr�cticamente moverme
debido a la tremenda paliza recibida.
At� mis manos al cabezal de la cama. Mis gl�teos estaban
condolidos, no pod�a aguantar el roce inevitable con la s�bana, lo cual produc�a
en ellos mayor dolor. Mi madre tir� la varita al suelo.
-Bueno hijita m�a, te voy a ense�ar buenos modales.
Se subi� a la cama y rode� mi cintura con sus rodillas,
quedando encima de mi, con total y absoluto dominio sobre mi cuerpo. Lentamente
baj� su mano hasta uno de mis pechos y lo apret� con fuerza. Cuando ten�a el
pu�o casi cerrado con mi pecho en su interior, tir� violentamente hacia fuera
con mucha fuerza, arranc�ndome la camisa, y dejando ver mis preciosos pechos. No
pude evitar un grito de dolor.
Luego con la misma furia se arranc� su camiseta.
Debido a ese movimiento tan brusco, mi pez�n se hab�a
endurecido. Mi madre, para mayor sorpresa m�a, se agach� hasta �l y comenz� a
lamerlo sigilosamente. Yo miraba la escena de mi madre encima de m�, y no sal�a
de mi asombro.
Su mano comenz� a descender hasta llegar a mi vagina. Yo
sent� un escalofr�o.
-Vamos hija, di que te gusta.
-D�jame por favor... �dije sollozando-
-�He dicho que digas que te gusta, puta!, soy tu madre,
obed�ceme guarra.
-Me gusta madre...
No me lo pod�a creer, �estaba siendo violada por mi propia
madre!
Introdujo un dedo en mi vagina, luego otro, y otro... As�
hasta los cinco. Ten�a su mano entera en mi interior, el dolor que sent�a era
insoportable. Ella empez� a mover su mano dentro de mi con gran velocidad.
Mientras su boca recorr�a como loca mis pezones.
Cada vez el dolor era mayor. Pero empec� a notar placer, ya
que aquellos movimientos afectaban directamente a mi cl�toris. Estuvo as� un
tiempo bastante largo, hasta que el placer, eclipsaba totalmente mi dolor. Mis
jugos hab�an inundado y recorrido cada parte de mis piernas. Y cuando estaba a
punto de tener un orgasmos par�.
-Vaya, si disfrutas como la m�s perra de todas las putas.
Se puso de pie en la cama y despu�s de quitarse sus
pantalones y sus braguitas, me pis� un pecho. Empez� a apretar cada vez m�s. Mi
seno quer�a salir por los lados, pero no pod�a. Ella aplicaba cada vez m�s
fuerza, y nuevamente el dolor comenz� a aparecer. Seguidamente con el otro pie
pis� mi otra teta, ejerciendo m�s dolor sobre m�. Estaba desnuda, pisando mis
pechos, era una humillaci�n que nade podr�a soportar. Sacando las pocas fuerzas
que me quedaba, me mov� de un lado para otro, y mi madre cay� al suelo y se
golpe� con la mesita de mi habitaci�n, lo que provoc� que mi desayuno se le
cayese encima. Se levant� en furecida:
-�Esto lo pagar�s, guarrra!
Cogi� el bote de miel y meti� su mando dentro.
-Te voy a dar de almorzar, mi ni�a, ver�s qu� rico.
Se embadurn� su co�o de miel con ambas manos y se sent�
encima de mi cara. Y pell�zc�ndome con fuerza uno de mis pezones, dijo:
-Vamos desayuna, sino quieres que siga apretando.
No me qued� otra alternativa. Empec� a comerme la mermelada,
junto a la vagina que tiempo atr�s me vio nacer. Ella cog�a mi cabeza y la
hund�a con fuerza en su co�o. Yo no paraba de chupar. Empez� a excitarse
bastante.
O�a a mi madre gritar de placer mientras presionaba mi cabeza
contra su vagina, y la mov�a como una loca en todas las direcciones posibles.
-Ahhhhhhhh...ahhhhhh...muy bien hijita...eres una puta de
lujo...
Cada vez gritaba m�s, yo no pod�a respirar. Y justo entonces
sus jugos acariciaron la suave piel de mi cara, como la brisa lo hace con el
agua del mar.
Par� en aqu�l momento. En su vagina se mezclaba la miel, mi
saliva y los abundantes jugos recientemente derramados. Notaba como ella sent�a
contracciones que le hac�an palpitar el cuerpo entero. Daba la sensaci�n de que
nunca hab�a tenido un orgasmo como ese. Yo continuaba con l�grimas en mis ojos.
-Muy bien putita, pero si crees que todo ha acabado est�s muy
equivocada. Eres m�a, para eso te he parido, y he estado esperando el momento en
que te convirtieses en mujer para hacerte disfrutar...
Derram� toda la miel que quedaba en el bote sobre mi abdomen,
el cual estaba casi lleno en su totalidad. Con sus manos comenz� a esparcirla,
como si de una crema de protecci�n solar se tratase. Lo hac�a lentamente. Sub�a
hasta mis pechos, luego bajaba hasta las intimidades de mi entrepierna. Estuvo
largo tiempo embadurnando mi cuerpo con sus manos, luego pas� a hacerlo con sus
pechos. Me los restregaba por todas partes, haciendo que la miel cubriese toda
mi piel.
En mis ojos ya no quedaban l�grimas para expulsar. En aquel
instante vi venir de nuevo la excitaci�n que se fue repentinamente cuando mi
madre hac�a gozar violentamente mi cl�toris, hac�a unos instantes.
Cuando pas� a sustituir sus pechos por su lengua, empec� a
sentirme como en el para�so. Me sent�a cada vez mejor y el placer iba en
aumento. M�s a�n cuando, despu�s de lamer todo mi cuerpo, lleg� el turno de mi
vagina, la cual lami� de manera desenfrenada. Con sus manos hac�a que mis
piernas quedaran abiertas de para en par, mientras llegaba a un descontrolado
pero espectacular orgasmo.
-�Has disfurtado, o no?
-Ssss...s� querida madre...
-As� me gusta cari�o. Espero que hayas aprendido la
lecci�n.
Entonces subi� hasta mi cara, me dio un profundo beso en la
boca, y me dej� ah� atada en la cama, con mi cuerpo rociado de sus jugos y los
m�os y envuelto en una capa de miel, que hac�a que la s�bana quedase adherida a
mi cuerpo en algunas zonas.
FIN