Relato: Internado para se�oritas



Relato: Internado para se�oritas

Internado para Se�oritas


A ra�z de mi continua rebeld�a y por concejo de mis
profesores y familiares a mis padres, decidieron que los �ltimos 2 a�os de mi
bachillerato los terminara interna en un colegio de monjas, este seria una
especie de castigo, debido a que me hab�an expulsado de varios colegios por
diferentes motivos que no viene al caso explicar ahora. En ese entonces contaba
con tan solo 14 a�os.


Aun recuerdo como si fuese ayer el d�a en que mis padres me
acompa�aron a aquel enorme y solitario claustro, donde permanecer�a encerrada
por 2 largos a�os, llore como una magdalena, le promet� a mi madre que
cambiaria, que me portar�a juiciosa, que la obedecer�a en todo con tal de que no
me internara, pero todo fue en vano, adi�s a mi casa, a mi cama, a mis mu�ecas,
a todo lo que era m�o, de ahora en adelante tendr�a que compartir todo con
est�pidas y melindrosas chicas, no sabia como seria aquello pero antes de entrar
ya lo detestaba.


Aquel monasterio quedaba a 200 kil�metros de mi natal Buenos
Aires, en un clima fri�, era una edificaci�n inmensa y muy antigua, nos recibi�
la rectora, una monjita peque�a de gafas de unos 70 a�os, nos explico las reglas
del internado, o mejor la rutina de aquella casona; levantada a las 5:00 AM,
ba�o con agua yerta, desayuno para pajaritos, misa, clases pr�cticamente todo el
d�a, misa a las 7:00 PM, cena y a las 9 ya deber�amos estar dormidas, tendr�a
salidas de acuerdo a mi comportamiento cada 15 d�as los s�bados y domingos;
deb�a compartir la habitaci�n con 6 muchachas mas, aquello no era una habitaci�n
sino un galp�n, l�gubre y t�trico como toda aquel miserable internado. Cumpl�a
rigurosamente con aquellas tediosas jornadas con el �nico fin de obtener mi
libertad cada 15 d�as, as� fuera por 48 horas nada m�s. Jam�s llegue a
compaginar con ninguna de aquellas chicas y a las 9 de la noche tan pronto se
apagaba la luz me pon�a a llorar, a�oraba todo lo m�o, all� era una completa
extra�a y me preguntaba que hab�a echo para merecer aquel castigo, a veces me
desvelaba y o�a a alguna chica masturb�ndose bajo las cobijas, bajo otras
circunstancias me hubiera deslizado a su cama y disfrutar de su concha, pero
ahora ya ni el sexo me interesaba, nada me devolv�a la tranquilidad en aquel
convento, de vez en cuando y como por no perder la costumbre yo tambi�n recurr�a
a aquellas practicas, solo que me masturbaba en el ba�o y por mas que me
esforzaba no lograba obtener los orgasmos deliciosos y abundantes que obten�a en
mi casa, adem�s extra�aba mucho mis juguetes, una peque�a colecci�n de
consoladores de todo tipo, por lo que ten�a que contentarme con mis deditos.


El tiempo trascurr�a demasiado lento en aquel internado, no
tenia ni una amiga, cumpl�a con mis tareas por simple obligaci�n, detestaba
todo, aquel claustro, mi cama, la comida, el uniforme, todo, pero en especial la
soledad, solo me calmaban mis diarias encerradas en el WC donde practicaba
diferentes t�cnicas y formas de masturbaci�n, a veces ni cenaba para tener mas
tiempo para mi, para disfrutar mis orgasmos en aquel peque�o cuarto, a falta de
mis consoladores utilizaba el mango de mi cepillo de pelo, el palo de una
escoba, un esfero, todo lo que tuviera forma de pene iba a parar dentro de mis
agujeritos, me hab�a vuelto una fan�tica de la masturbaci�n, era mi forma de
escape y todas las noches corr�a al ba�o a mi cesi�n de sexo.


Al cabo de seis meces de ese infernal encierro llego alguien
quien cambiaria para siempre y har�a muy placentera mi estad�a durante el a�o y
medio faltante. Se trataba de la maestra de Catequesis, una novicia con cara de
�ngel a la que todas llam�bamos Sor In�s, tendr�a unos 25 a�os y era muy alegre
y simp�tica, desde un principio supe que aquella novicia seria mi tabla de
salvaci�n, su clase era la �nica que me interesaba, y no por que me interesara
la materia, no, era aquella monja la que me intrigaba, completamente tapada con
su habito y su cabellera cubierta por su manta, fantaseaba imagin�ndome como
seria su ropa interior, sus senos, su concha, sus nalgas, habr�a tenido sexo? Me
imaginaba eso y muchas cosas mas, durante mis cesiones masturbatorias mi mente
calenturienta empez� a divagar, me imaginaba que estaba bajo su habito lamiendo
su concha, bebiendo sus jugos, acariciando y mordiendo sus pezones, ahora mis
masturbadas eran mas placenteras ide�ndome la forma de cogerme a aquella monja,
quer�a poseerla y dejarme poseer por ella, a toda hora pensaba en ella y ya no
me preocupaba mi soledad, mi mente estaba siempre ocupada ide�ndome mil maneras
de cog�rmela. Ella empez� a notar que en su clase era la que mas atenci�n pon�a,
en los descansos la buscaba para comentarle alguna cosa, luego de la cena me
escurr�a a su habitaci�n con el pretexto de que me explicara algo de una tarea,
no le prestaba la menor atenci�n a sus explicaciones, solo me quedaba como
embobada viendo su rostro e imagin�ndome su cuerpo, nos hicimos amigas y poco a
poco me fui ganando su confianza, otras veces sentadas en su humilde cama ella
se quitaba su toga de la cabeza, dejando al descubierto un pelo negro y sedoso,
mientras ella me le�a yo la peinaba y desenredaba su cabello con aquel mismo
cepillo con que yo me masturbaba, comenc� a indagar sobre el por que de su deseo
de volverse monja, si realmente ella ten�a vocaci�n para aquello, me comento con
la promesa de que no contara a nadie que hab�a tomado ese camino por una
decepci�n amorosa, un novio que tenia hacia unos a�os la hab�a enga�ado, yo le
dec�a que todos los hombres eran iguales, unos abusadores y que solo deseaban
sexo, no les interesaba nada mas; poco a poco la fui la fui llevando hacia este
tema y logre sacarle que era virgen, que nunca hab�a echo el amor, que no
conoc�a el placer del sexo y que hacia cerca de 8 a�os no se acariciaba, aquello
me excitaba sobremanera y me convenc� que aquella novata pronto sabr�a lo que
era el verdadero sexo, el problema era convencerla, mi mente se dedico en varios
d�as a idear esa forma, de atraerla hacia mi, sab�a que no pod�a utilizar mi
habitaci�n pues all� estaban las otras pendejas compa�eras de cuarto, as� que
tendr�a que ser en su habitaci�n.


Durante casi una semana comenc� a hacerme la enferma, casi no
com�a, no dorm�a, me quejaba de dolor de cabeza y me masturbaba 6 o 7 veces al
d�a, realmente llegue a enfermarme, fui a parar al sanatorio, donde la monjita
que atend�a me receto reposo absoluto, como no tenia amigas ni nadie que me
cuidara, Sor In�s convenci� a la madre superiora de que me dejara dormir en el
cuarto de ella, as� me podr�a cuidar y velar por mi salud, trasladaron mi cama a
su estrecho cuarto, el plan comenzaba a funcionar!.


Permanec�a todo el d�a acostada sin nada que hacer, excepto
mis infaltables masturbadas, Sor In�s puntualmente me llevaba la cena, me
adelantaba en mis tareas y en la noche convers�bamos hasta altas horas, nos
hab�amos vuelto dos compa�eras inseparables, cuando ella se iba a acostar se
met�a al ba�o y sal�a con una larga y fea bata de dormir tapada hasta el cuello,
que no hac�a mas que poner a funcionar mi cabecita imaginando como seria el
cuerpo de aquella monjita que me ten�a obsesionada.


Una noche acababa de masturbarme y me sent�a mas caliente que
nunca, estaba dispuesta a cogerme a Sor In�s como fuera, tan pronto llego ella
dijo que se iba a duchar, cogio como de costumbre su horrible bata y se meti� al
WC. Me levante de la cama y camin� lentamente hasta la puerta del ba�o, ya pod�a
o�r el agua de la ducha correr, pero cuando puse mi mano sobre la perilla de la
puerta no la pude abrir, estaba con llave, me regrese a mi cama y me desnud�
completamente, era ahora o nunca. En aquel entonces y a pesar de mi corta edad
yo ten�a el cuerpo bastante desarrollado, especialmente mis senos, ten�a el
cabello muy corto, me acost� en la cama y me puse a hojear un libro esperando
ver que cara pondr�a mi monjita cuando me viese as�. Despu�s de un rato o� que
ella sal�a del ba�o, cuando entr� al cuarto para mi sorpresa no tenia su bata,
ven�a envuelta en una enorme toalla verde oliva y con otra ven�a sec�ndose el
cabello. Cuando me vio en la cama casi se le salen los ojos, -Mariana!!!!!- fue
lo �nico que pudo decir.


Ella se quit� las toallas, y para mi sorpresa se me fue
encima, pero yo me le escurr� entre los brazos y me levant�, tom� las toallas
del suelo y le lance un beso. Los ojitos negros se le hab�an encendido. Le
sonre� casi ri�ndome y le dije que ya volv�a. Tom� una ducha larga. El agua
caliente estaba divina. Al rato sal� y al regresar a la habitaci�n ella para mi
sorpresa estaba desnuda. Al verme se me acerc� sonriente y me rodeo con sus
brazos. Tom� la toalla con la que me secaba el cabello y comenz� a frot�rmela en
�l. Yo mov�a mi cabeza en peque�os c�rculos mientras ella segu�a frot�ndome la
toalla por todo el cabello. Luego arroj� la toalla en la cama y me abri� la que
me cubr�a el cuerpo para secarme con ella. Empez� pas�ndomela por el cuello,
luego lentamente baj� y se dedic� a mis senos con mucha suavidad uno a uno.
Pod�a sentir sus manos acarici�ndome las tetas a trav�s de la toalla. Luego
sigui� con mi espalda, y acerc�ndose m�s a m� unimos nuestros cuerpo. Sent� sus
senos calientes sobre los m�os. La sensaci�n de sus pezones me excit� de
inmediato. Mientras, sus manos bajaban por mi espalda eriz�ndome aun m�s la
piel. Al llegar a mis nalgas comenz� a presion�rmelas. Yo cerr� mis ojos y
empec� a suspirar. Sent� como se regresaba con la toalla hacia mi ombligo para
secarme todo mi abdomen. Y luego....... uuuuffffff empez� a bajar hasta meterse
entre mis piernas. Yo pase mis brazos por su cuello e instintivamente fui
abriendo mis piernas m�s y m�s. Ya no era solamente agua lo que me secaba con la
toalla.


Sor In�s hizo que nos tumb�ramos en la cama para poder
secarme con m�s comodidad las piernas y los pies. Se dedico con tal dulzura a
secarme cada cent�metro de mi piel que me dej� extasiada. Comenz� entonces a
darme peque�os besos en los pies y luego poco a poco fue subiendo por mis
piernas. Yo estaba que me derret�a al sentir como su boca cada vez estaba mas
cerca de mi concha que palpitaba de placer. Pero de pronto se detuvo, me tom� de
las manos e hizo que me sentara en la cama. Yo estaba algo desconcertada. Luego
ella mir�ndome con ansia acerc� sus labios a los m�os y nos besamos. Nos besamos
intensamente, sus labios y los m�os se apretaban entre ellos. Nuestras bocas
totalmente h�medas comenzaron a verterse una dentro de la otra. Nuestras lenguas
inquietas buscaron r�pidamente conquistar la otra boca. Su sabor era divino, y
sent�a como su aliento c�lido traspasaba mi boca y quemaba mi garganta.
Repentinamente ella se separ� de m�, causando que un delgado hilo de saliva
cayera de nuestros labios. La monjita vio el desconcierto en mis ojos y me dijo
sonriendo -amor tranquila, tenemos toda la noche para hacer de todo, pero de
verdad tienes que ense�arme- No lo pod�a creer, aquella mujercita se me ofrec�a.


A esa hora de la noche reinaba un total silencio, puse mis
manos sobre sus nalgas para acarici�rselas y apret�rselas. Sus gl�teos eran
firmes y contoneados, los rodee con mis manos mientras ella me segu�a besando
como loca. Seguidamente ella puso frente a mi cara sus enormes senos. Yo cerr�
mis ojos y acerqu� la boca para lam�rselos y chap�rselos. Su cuerpo estaba todo
empapado en sudor y yo lo lam�a de sus senos gustosa, le pasaba mi lengua por
toda su redondez y luego me fui a uno de su pezones y comenc� a mam�rselos. Ella
se puso a mil, tom� con sus manos mi cabeza y me la apretaba contra sus pechos
mientras gem�a y suspiraba, comenc� a comerle el cuello. Nos pusimos r�pidamente
en un 69 para saciar nuestra sed de pasi�n y sexo. Yo sobre ella no le di tregua
a su cl�toris el cual comenc� a lamer y chupar mientras le met�a dos deditos en
su rajita. En el otro extremo ella me volv�a loca meti�ndome la lengua
completamente en mi vagina, chup�ndome y lami�ndome toda dentro de m� a la vez
que me met�a un dedito en mi culo. Las dos gem�amos muy ruidosamente y no nos
importaba si nos o�an. El sudor de ambas se ligaba en nuestras pieles mientras
nuestras bocas chupaban gustosas las mieles que brotaban de lo m�s profundo de
nuestro ser. Sab�a que el orgasmo estaba cerca. Conoc�a muy bien los movimientos
de cadera de Sor In�s que anunciaban al orgasmo, adem�s sus piernas sobre mi
espalda me abrazaban cada vez con m�s fuerza a ella y su boca chup�ndome como
una aspiradora me empujaba hacia el abismo del placer m�ximo. El orgasmo lleg�
como oleadas el�ctricas que nos hicieron perder el control de nosotras mismas,
gem�amos ruidosamente y nuestros cuerpos convulsionaron a los un�sonos sobre la
cama, mientras nuestras bocas se desbordaban al recibir ese torrente de sabor
que emanaba de nuestras cuevitas.


Inmediatamente ca�mos en la cama y luego de breves segundos
empezamos a devorarnos una a la otra. Realmente nos dese�bamos, nos apret�bamos
como si quisi�ramos comernos, restreg�bamos nuestros cuerpos como queriendo
fundir nuestras pieles. Ya los besos eran de toda boca, nuestras salivas corr�an
libremente de una garganta a la otra y nuestras manos buscaban ansiosas nuestras
cuevitas. Pero esta vez yo quer�a poseerla primero as� que me volv� a separar de
ella y la hice ponerse en 4 patas frente a m�. Yo acerqu� mi boca a su concha y
le di varios leng�etazos. Separe lo m�s que pude sus piernas, me sent�
c�modamente detr�s de ella, tome sus nalgas con mis manos para separarle m�s los
gl�teos y me lance a devorarla. Met� toda mi lengua en su vagina y comenc� a
chuparla, con mis labios separaba los suyos a la vez que mov�a mi cara
apret�ndola contra su vulva. Los quejidos y suspiros de la monjita no se
hicieron esperar, me excitaba sobre manera o�r un gemido agudo que salida de lo
m�s profundo de su garganta. Ella no paraba de repetir mi nombre entre gemido y
gemido, me dec�a que era m�a, que me amaba m�s que nadie. Eso me volvi� loca. Yo
arremet� con m�s fuerza contra la conchita de ella la cual se abr�a m�s en cada
momento. En esa posici�n en la que est�bamos mi nariz pegaba contra su ano. Con
ella pude sentir como su huequito comenz� a dilatarse por si solo. El aroma de
su culo me ten�a a mil, gotas de sudor corr�an por sus piernas, mis pezones
estaban dur�simos, mi concha estaba ardiente y mi cabello todo ba�ado en sudor.
Yo segu�a movi�ndole mi lengua lo m�s profundo que pod�a dentro de su concha,
mientras le met� un dedo en su ano el cual entro f�cilmente. La entrada del dedo
la estremeci� toda, apurando definitivamente la llegada del orgasmo. Ella empuj�
fuertemente su vagina contra mi cara al tiempo que sus gemidos se convirtieron
en gritos. Un oleada de sus flujos ba�aron toda mi cara, yo lam�a todo lo que
pod�a y para aumentar mas su estremecimiento agregu� un dedito m�s en su ano.
Eso le provoc� un segundo orgasmo que la hizo convulsionar aun m�s fuerte.


Poco a poco fue pasando el orgasmo y yo segu�a saboreando sus
flujos. Saqu� los dedos de su ano y ella gimi� nuevamente al sentirse liberada.
No pude soportar la tentaci�n y me met� los dedos en la boca para degustar sus
flujos anales. Ella al ver lo que hice se volteo y se me tiro encima para
besarme como loca. Se acost� totalmente sobre mi cuerpo y me meti� su lengua
hasta la garganta. Despu�s de chuparnos un rato, baj� a mis senos y comenz� a
mam�rmelos. Me lam�a y me succionaba gustosa. Yo gem�a al ritmo de su chupadas,
uuufffff...., era genial. Me chup� ambas tetas durante largo rato. La situaci�n
nos ten�a fuera de si a ambas. Yo con mis ojos cerrados imaginaba que con cada
succi�n, de mi pez�n sal�a un hilo de leche que ella chupaba. Aaaaahhhhh, casi
acabo en ese momento. Pero ella aparto sus labios de mis senos y con su lengua
sigui� lami�ndome hacia abajo. Al llegar a mi monte meti� su cara entre mis
piernas, a la vez que yo flexionaba mis rodillas para poner mis pies en su
espalda. Ella comenz� a besarme y lamerme mi rajita. Tom� mi cl�toris entre sus
labios y comenz� a chuparlo. Yo gem�a y me apretaba las tetas, me halaba el
cabello y empujaba mis caderas hacia ella. Sent� como dos de sus dedos me
penetraron, me los meti� muy profundo. Se mov�an dentro de m� mientras con su
lengua segu�a d�ndole a mi cl�toris. Mi respiraci�n estaba muy acelerada, todo
mi cuerpo estaba empapado de sudor y ahora era yo la que gem�a como loca. De
pronto me oblig� a voltearme y ponerme boca abajo. Sus dedos segu�an d�ndome
guerra y pronto sent� como uno m�s se sumaba. Con su lengua comenz� a lamerme
las nalgas y r�pidamente cay� en mi ano. Sentir su lengua en mi huequito fue
alucinante, -hazme tuya amor- le susurraba sin parar. Su lengua comenz� a
hundirse dentro de mi ano y eso me hizo explotar. El orgasmo recorri� todo mi
cuerpo estremeci�ndome sin control. No pod�a detenerme, convulsionaba y gritaba
mientras los dedos y la lengua de Sor In�s entraban cada vez m�s en m�.


Ella me separ� las piernas y se fue acercando a m� con las
suyas tambi�n abiertas. Me di cuenta de lo que quer�a hacer. Nos acomodamos y
unimos nuestras entrepiernas en forma de tijera. Al sentir sus labios vaginales
sobre los m�os me estremec�. Estaban calientes y h�medos. Ambas acomodamos
nuestras boquitas para que se besaran dulcemente. Era tan excitante sentir
aquello. Ella entrelaz� sus dedos en los m�os y me ayud� a sentarme. Nuestras
bocas fueron directas la una a la otra. Aquello era m�gico, nos bes�bamos con
nuestras bocas y tambi�n con muestras cucas. Sent�a como mi rajita y la de Sor
In�s se daban besos de verdad, y con nuestros cl�toris nos penetr�bamos una a la
otra. Nuevamente ambas est�bamos totalmente excitadas. Mov�amos nuestras caderas
y apret�bamos nuestras conchas cada vez m�s fuerte.


Nos bes�bamos como locas chup�ndonos y mordi�ndonos, nuestras
lenguas se lam�an una a la otra. Nos abraz�bamos muy fuerte con brazos y
piernas, no quer�amos que ninguna parte de nuestros cuerpos se separaran. Ya
est�bamos tan compenetradas que nuestros cuerpos agitados se mov�an en un solo
ritmo. Nuestros corazones lat�an al un�sono. Yo sent�a sus latidos sobre mi
pecho. Nuestros movimientos aumentaban m�s y m�s a la par de nuestro delirio.
Sent�a sus pezones totalmente clavados sobre mis senos. Lo que sent�amos era
cada vez m�s grande. Nuestros movimientos se volvieron bastante bruscos.
Nuestros gritos se ahogaban en la boca de la otra. Nuestros cuerpos estaban tan
fundidos el uno en el otro que comenzamos a respirar el aire que la otra
expulsaba. Creo que eso nos fue mareando poco a poco hasta que de repente ambas
sentimos como una bomba nos explot� dentro. Los orgasmos compartidos se
apoderaron de nosotras. Ambas ca�mos de lado y lado en el colch�n unidas solo
por nuestras conchas. En ellas nuestros flujos se encontraron violentamente como
si de dos r�os se tratara. Nuestras vulvas estaban tan pegadas que mis flujos
entraron directamente a la suya, y en la m�a yo sent�a como los de ella me
llenaban toda.


Lo que sentimos realmente fue muy fuerte, estuvimos
convulsionando y jadeando durante algunos minutos. Ambas est�bamos extenuadas,
ninguna dec�a nada, solo suspir�bamos. Despu�s de un rato aun pod�a sentir la
vulva de mi monjita latiendo junto a la m�a. Nuestras vaginas se separaron y
produjeron el sonido cl�sico de unos labios que se separan despu�s de un largo
beso. Nuestra mezcla de flujos comenz� a derramarse sobre las sabanas. El sentir
como mi cuca se desahogaba me produjo un estremecimiento que casi me vuelve a
tumbar. Not� que Sor In�s ten�a los ojos cerrados, estaba dormida profundamente.
-Tal vez lo que hicimos fue demasiado para ella y se desmay�- pens�.
Dif�cilmente pude voltearme hacia ella, tom� una sabana para cubrirnos y luego
me deje caer suavemente sobre ella. Su piel y la m�a estaban totalmente
empapadas en sudor. O�a su respiraci�n pausada y r�tmica. En esa posici�n no
tarde mucho en quedarme dormida tambi�n.




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